No intentes timar a un ladrón. [Cerrado]
Página 1 de 1.
No intentes timar a un ladrón. [Cerrado]
Off: Cosas de mi empleo, por eso está cerrado(?)
El encargo era claro. Debía colarme en la casa más rica de Aren y robar las joyas y todo el dinero posible.
Eran cuatro tipos los que me contrataron esta vez y me ofrecían algo menos de la quinta parte de lo que consiguiera siempre y cuando superara una cifra mínima. Me pareció un trato justo, pues para mí el dinero nunca ha sido demasiado importante, pero de alguna forma debía comer y viajar ¿No? Así que cerré el trato casi de inmediato.
Esa noche misma se cometería el robo y yo debía mirarme los “planos” de la casa, un boceto que se suponía que era bastante exacto de la distribución de la vivienda. Los tesoros se encontraban en el sótano, vigilados por dos guardias que no se movían de allí hasta que venían otros dos a hacer el cambio de guardia.
–Puedes cargarte a los guardias si es necesario. –Comentó uno de los cuatro tipos y yo sonreí al escucharlo.
Ya de noche y con mi pañuelo a la cabeza y las tres espadas en mi cintura, me dirigí a aquella casa con el enorme saco preparado y guardado entre mi ropa. No fue nada difícil colarme en aquella casa, sólo tuve que meter una de las katanas entre los dos batientes de una ventana que daba a una habitación vacía y levantar el pestillo. Tirado.
Me dirigí al sótano con mucho sigilo, y tal y como me habían dicho, encontré dos guardias que poco después yacían sobre el suelo degollados por mis espadas Sandai Kitetsu y Shusui. Me esperé unos minutos a que llegaran los dos que tenían que substituir a los guardias que había matado pero corrieron la misma suerte que estos antes de poder dar siquiera la voz de alarma.
Ya, libre de amenazas, guardé la Shusui en su vaina y agarré con fuerza la Kitetsu, con la cual corté la puerta de madera en dos. Entré rápidamente y llené el enorme saco con todo lo que cabía, oro y joyas, y acto seguido salí de allí, pues no tardarían en darse cuenta de que los guardias del primer turno aún no habían vuelto.
Con el saco a la espalda, me dirigí al “punto base”, el taller de uno de los que me contrataron, y lo dejé sobre la mesa de madera que había en una de las salas. No intercambiamos ni una sola palabra, pero parecían gratamente satisfechos con el botín.
-Hey, espera. No has traído las joyas de la dueña de la casa.-Añadió uno de los tipos a la vez que otro se interponía en mi camino.- Debes volver, colarte en su habitación, y robarle el joyero.
-Será una broma. Eso no me lo habíais dicho y ahora no puedo volver allí, he matado a cuatro guardias y los demás ya se habrán dado cuenta.
-No es nuestro problema. O las traes o te quedas sin tu parte.-Sonrieron todos ladinamente.
Así que me la estaban intentando jugar... Bien, si eso querían, yo jugaría con ellos.
Desenvainé las mismas espadas que antes a la vez que ellos desenvainaban las suyas.
El combate estuvo reñido, pues aunque sus golpes eran lentos, eran potentes, pero ellos no tenían dos espadas "mágicas" una de ellas malditas.
Una vez los cuatro cuerpos descansaban en el suelo cubiertos de sangre, llené un saco pequeño con las monedas y piedras preciosas necesarias y me largué de allí, dejando cuatro cadáveres más y un enorme saco repleto de oro.
Quien se atreviera a timarme, pagaría las consecuencias como les ocurrió a aquellos imbéciles, no por menos acabé siendo un pirata, un ladrón de los mares, y ahora también un ladrón de tierra firme.
Eso sí, el entrar a una casa y robar nunca sería lo mismo que abordar un barco y robar todos sus tesoros y mercancías y ¿Por qué no? Quedarse todo su alcohol. La vida marítima siempre sería mil veces mejor que la de tierra firme, de eso no había ninguna duda.
El encargo era claro. Debía colarme en la casa más rica de Aren y robar las joyas y todo el dinero posible.
Eran cuatro tipos los que me contrataron esta vez y me ofrecían algo menos de la quinta parte de lo que consiguiera siempre y cuando superara una cifra mínima. Me pareció un trato justo, pues para mí el dinero nunca ha sido demasiado importante, pero de alguna forma debía comer y viajar ¿No? Así que cerré el trato casi de inmediato.
Esa noche misma se cometería el robo y yo debía mirarme los “planos” de la casa, un boceto que se suponía que era bastante exacto de la distribución de la vivienda. Los tesoros se encontraban en el sótano, vigilados por dos guardias que no se movían de allí hasta que venían otros dos a hacer el cambio de guardia.
–Puedes cargarte a los guardias si es necesario. –Comentó uno de los cuatro tipos y yo sonreí al escucharlo.
Ya de noche y con mi pañuelo a la cabeza y las tres espadas en mi cintura, me dirigí a aquella casa con el enorme saco preparado y guardado entre mi ropa. No fue nada difícil colarme en aquella casa, sólo tuve que meter una de las katanas entre los dos batientes de una ventana que daba a una habitación vacía y levantar el pestillo. Tirado.
Me dirigí al sótano con mucho sigilo, y tal y como me habían dicho, encontré dos guardias que poco después yacían sobre el suelo degollados por mis espadas Sandai Kitetsu y Shusui. Me esperé unos minutos a que llegaran los dos que tenían que substituir a los guardias que había matado pero corrieron la misma suerte que estos antes de poder dar siquiera la voz de alarma.
Ya, libre de amenazas, guardé la Shusui en su vaina y agarré con fuerza la Kitetsu, con la cual corté la puerta de madera en dos. Entré rápidamente y llené el enorme saco con todo lo que cabía, oro y joyas, y acto seguido salí de allí, pues no tardarían en darse cuenta de que los guardias del primer turno aún no habían vuelto.
Con el saco a la espalda, me dirigí al “punto base”, el taller de uno de los que me contrataron, y lo dejé sobre la mesa de madera que había en una de las salas. No intercambiamos ni una sola palabra, pero parecían gratamente satisfechos con el botín.
-Hey, espera. No has traído las joyas de la dueña de la casa.-Añadió uno de los tipos a la vez que otro se interponía en mi camino.- Debes volver, colarte en su habitación, y robarle el joyero.
-Será una broma. Eso no me lo habíais dicho y ahora no puedo volver allí, he matado a cuatro guardias y los demás ya se habrán dado cuenta.
-No es nuestro problema. O las traes o te quedas sin tu parte.-Sonrieron todos ladinamente.
Así que me la estaban intentando jugar... Bien, si eso querían, yo jugaría con ellos.
Desenvainé las mismas espadas que antes a la vez que ellos desenvainaban las suyas.
El combate estuvo reñido, pues aunque sus golpes eran lentos, eran potentes, pero ellos no tenían dos espadas "mágicas" una de ellas malditas.
Una vez los cuatro cuerpos descansaban en el suelo cubiertos de sangre, llené un saco pequeño con las monedas y piedras preciosas necesarias y me largué de allí, dejando cuatro cadáveres más y un enorme saco repleto de oro.
Quien se atreviera a timarme, pagaría las consecuencias como les ocurrió a aquellos imbéciles, no por menos acabé siendo un pirata, un ladrón de los mares, y ahora también un ladrón de tierra firme.
Eso sí, el entrar a una casa y robar nunca sería lo mismo que abordar un barco y robar todos sus tesoros y mercancías y ¿Por qué no? Quedarse todo su alcohol. La vida marítima siempre sería mil veces mejor que la de tierra firme, de eso no había ninguna duda.
Roronoa Zoro- Extraño
- Mensajes : 19
Puntos : 33
Fecha de inscripción : 12/06/2013
Edad : 28
Localización : En el lecho de Aile.(?)
Datos
Su personaje es: Zoro Roronoa
Trabaja de: Ladrón
Pertenece a: Es neutral
Temas similares
» bazar animal [CERRADO]
» Visitando la ciudad (ROL CERRADO)
» "El criadero de Blume" [Cerrado]
» Vuelta a casa...(ROL CERRADO)
» ~Taller Excalibur~ [Cerrado]
» Visitando la ciudad (ROL CERRADO)
» "El criadero de Blume" [Cerrado]
» Vuelta a casa...(ROL CERRADO)
» ~Taller Excalibur~ [Cerrado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.