Megara

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Hembra

Tiene la piel color verde pardo, igual a la de su madre. Su pelo es negro y rizado. Se lo corta de vez en cuando para que no le estorbe en la batalla. Tiene una estatura baja, propia de los trasgos, pero es considerada bastante alta dentro de estos.

Fuerte, directa y extrovertida. Prefiere hablar sin tapujos. Está acostumbrada al combate y las heridas, y tiene una fuerte voluntad.

Es muy hábil con las armas y una buena estratega en combate.

Es impulsiva y tiene un humor cambiante, pudiendo mostrarse hosca con todo el mundo y al instante amigable y bromista.

No tiene aficiones. Dedica su tiempo a entrenar, explorar y combatir.

Le disgustan casi todas las razas de Idhún; es el pensamiento común de los suyos, aunque suele disimularlo. No soporta a los cobardes y desprecia la timidez.

Nació y creció en Trask-Ban junto a los suyos. Su padre era Rey de los Trasgos cuando ella nació y siguió siéndolo algunos años más, hasta que murió cuando el líder de la tribu de los Trasgos Rojos lo derrotó en combate para proclamarse siguiente rey.
Megara fue entrenada como guerrera casi desde su nacimiento, como todos los de su raza. Su madre pertenecía a los Trasgos Pardos, y también ella. Ser la hija del rey no le garantizó una infancia más fácil. Supo aprender a combatir rápida y hábilmente, y su talento con las armas quedó de manifiesto muy pronto. Tras la muerte de su padre, siguió combatiendo junto a su tribu, comandando un batallón independiente de su ejército.
Sin embargo, por suerte o desgracia, nada volvió a ser lo mismo sin su padre. El nuevo rey era considerado demasiado prudente y hasta cobarde, incluso entre los trasgos de su tribu. Megara tramó su caída junto a su batallón y otros cuantos guerreros, pero sus planes fueron destapados por un traidor. Así dio comienzo una corta pero cruenta guerra entre tribus, que finalizó con la derrota de los Pardos. La madre de Megara murió durante la batalla y también su hermana menor. Ella consiguió huir de los seguidores del viejo rey Rojo, al que, después de todo, había conseguido matar... pero a costa de tener que abandonar Trask-Ban, esperando a que las aguas se calmasen y pudiese regresar.
Pero... una vez que dio comienzo su vida errante lejos de su patria, descubrió que prefería vivir así. Por tanto, desde entonces casi nunca se ha planteado volver, aunque de cuando en cuando extraña las tierras de los trasgos y los bosques y ciénagas de su infancia.

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