¡Mamá!

Volvía a casa después de dar un paseo por el desierto, pero ya caía es segundo de los soles y debía de volver a casa...o si no mis padres se preocuparían.

Fui corriendo hasta Awa y entre en mi casa.

-¡mamá, papá, ya estoy en casa!-dije cansada mas no obtuve respuesta-¿mamá, papá?-dije preocupada.

Me dirigí hacia el cuarto de mis padres y vi a mi madre en la cama y a mi padre de rodillas junto a ella.

-¿qué pasa?-dije murmurando-¿qué pasa?- repetí nuevamente pero alzando la voz.

Mi padre me miró con los ojos llenos de lágrimas, y me dijo que mi madre se iba a morir, que tenía una enfermedad muy mala y que no se podía curar.

-No puede ser...-dije con los ojos llenos de lágrimas- ¡avisa a un mago, o a algún curandero, o a algún celeste de la zona, por favor, por favor, no nos puedes dejar...- dije acercándome a mi madre-.

Ella me respondió que no iba a pasar nada, que las diosas la protegería, su mirada era cansada, y yo sabía que ella me estaba mintiendo.

Después nos cogió de la mano a los dos y dijo que ella nos observaría siempre, que cuidásemos uno del otro, que ella se iría con las diosas,que ellas la protegerían...y que Wina haría crecer vida a nuestro alrededor.

-Te quiero mamá- le dije logrando y sabiendo que esto era una despedida- que Wina haga crecer vida a tu alrededor.

Ella me respondió que ella también me quería, luego cerró los ojos y con una sonrisa en la cara, dejo este mundo.