Taberna en Nangal
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Taberna en Nangal
La sinuosa silueta del shek sobrevolaba a gran altura los Picos de Fuego, buscando con su aguda vista el punto de reunión señalado... Era al norte de Nangal según le habían dicho y ya había pasado el plazo de dos días...
Sin embargo la espesa niebla que cubría la región le dejaba ver poco y nada, sin embargo trató de aguzar más la vista, de ver todo lo que le fuese posible y logró apreciar, allí abajo, como dentro de la niebla varios puntos de luz...
La serpiente alada descendió algo alejada de las luces y ya en tierra se transformó rápidamente en humano... Zirathon no logró ver gran cosa entre la condenada neblina pero se acercó a los puntos de luz que cada vez se hacían mas claros y grandes...
Provenían de un par de edificios de madera, entre los que se alzaba uno que era bastante grande en comparación con los demás... El shek se acercó y por el letrero de bienvenida observó que era una taberna... Una especie de pequeño pueblucho perdido entre la niebla parecía haberse asentado alrededor de esa taberna, dado que las demás construcciones parecían ser casas, grises y aburridas como todo Nangal, según él. El joven abrió la puerta...
Se arrepintió rápidamente, la taberna a pesar de ser un gran espacio, estaba abarrotada de gente... Sucia y mohosa, con varios ebrios peleando y discutiendo, con un ruido tremendo de conversaciones, risas, gritos... Al ver tal lugar el shek frunció las cejas y la nariz en gesto de asco, pero intentó serenarse y se mentalizó en la tranquilidad y la frialdad del Anillo de Hielo, cosa que hizo que aquel lugar apestoso fuese más llevadero.
Buscó a Sagan y al otro mago a través del sentido de los sheks para detectar la magia pero no los encontró... Luego los buscó con la vista, pero tampoco parecían estar... Suspiró resignado, no creía poder soportar mucho tiempo más en aquel tugurio asqueroso y abarrotado... Además por más que buscó no encontró mesas libres... Fue hacia una, en una esquina, algo alejada de la multitud principal. Sus tres ocupantes parecían estar en medio de una insignificante reyerta sobre algún tonto juego de azar.
Al ver al muchacho, los tres parroquianos cruzaron miradas suspicaces y uno de ellos le dijo:
- Lárgate niño... no es asunto tuyo...
Zirathon calculó sus posibilidades... Hacer huir a esos tres ineptos era cosa fácil y tendría la mesa libre para si mismo y para los magos cuando llegasen, además la taberna estaba tan abarrotada que era muy improbable que alguien le prestase atención a tres borrachos que juraron haber visto a un shek (si sabían lo que eran los sheks) por lo que confiaba en pasar desapercibido.
Los ojos del shek comenzaron a brillar con aquel helado brillo plateado que podía ponerle los pelos de punta a cualquiera, el shek solo pensó, esbozando una indiferente media sonrisa:
"Fuera, salgan tranquilamente"
El semblante de los parroquianos se volvió temeroso y se levantaron de sus sillas y salieron al exterior de la taberna sin hablar con nadie. El shek, satisfecho, se sentó en una de las sillas y se puso a tamborilear los dedos sobre la mesa en espera de los magos.
Sin embargo la espesa niebla que cubría la región le dejaba ver poco y nada, sin embargo trató de aguzar más la vista, de ver todo lo que le fuese posible y logró apreciar, allí abajo, como dentro de la niebla varios puntos de luz...
La serpiente alada descendió algo alejada de las luces y ya en tierra se transformó rápidamente en humano... Zirathon no logró ver gran cosa entre la condenada neblina pero se acercó a los puntos de luz que cada vez se hacían mas claros y grandes...
Provenían de un par de edificios de madera, entre los que se alzaba uno que era bastante grande en comparación con los demás... El shek se acercó y por el letrero de bienvenida observó que era una taberna... Una especie de pequeño pueblucho perdido entre la niebla parecía haberse asentado alrededor de esa taberna, dado que las demás construcciones parecían ser casas, grises y aburridas como todo Nangal, según él. El joven abrió la puerta...
Se arrepintió rápidamente, la taberna a pesar de ser un gran espacio, estaba abarrotada de gente... Sucia y mohosa, con varios ebrios peleando y discutiendo, con un ruido tremendo de conversaciones, risas, gritos... Al ver tal lugar el shek frunció las cejas y la nariz en gesto de asco, pero intentó serenarse y se mentalizó en la tranquilidad y la frialdad del Anillo de Hielo, cosa que hizo que aquel lugar apestoso fuese más llevadero.
Buscó a Sagan y al otro mago a través del sentido de los sheks para detectar la magia pero no los encontró... Luego los buscó con la vista, pero tampoco parecían estar... Suspiró resignado, no creía poder soportar mucho tiempo más en aquel tugurio asqueroso y abarrotado... Además por más que buscó no encontró mesas libres... Fue hacia una, en una esquina, algo alejada de la multitud principal. Sus tres ocupantes parecían estar en medio de una insignificante reyerta sobre algún tonto juego de azar.
Al ver al muchacho, los tres parroquianos cruzaron miradas suspicaces y uno de ellos le dijo:
- Lárgate niño... no es asunto tuyo...
Zirathon calculó sus posibilidades... Hacer huir a esos tres ineptos era cosa fácil y tendría la mesa libre para si mismo y para los magos cuando llegasen, además la taberna estaba tan abarrotada que era muy improbable que alguien le prestase atención a tres borrachos que juraron haber visto a un shek (si sabían lo que eran los sheks) por lo que confiaba en pasar desapercibido.
Los ojos del shek comenzaron a brillar con aquel helado brillo plateado que podía ponerle los pelos de punta a cualquiera, el shek solo pensó, esbozando una indiferente media sonrisa:
"Fuera, salgan tranquilamente"
El semblante de los parroquianos se volvió temeroso y se levantaron de sus sillas y salieron al exterior de la taberna sin hablar con nadie. El shek, satisfecho, se sentó en una de las sillas y se puso a tamborilear los dedos sobre la mesa en espera de los magos.
Invitado- Invitado
Re: Taberna en Nangal
FDR: Creo que me va a salir una señora parrafada... pido perdón por adelantado
La magia de Nandelt había desaparecido. Sagan se dio cuenta en cuanto retiró el báculo de la piedra para entregárselo a Kannos. Los poderes del humano desaparecieron al instante, perdiendo la capacidad de lanzar conjuros o abrir portales mágicos. Aún así Zirathon y el viajaban por separado. Mientras que el shek tomó la ruta de los picos de fuego, poco apta para los mortales mas frágiles, Sagan decidió bajar a Nandelt y tratar de conseguir un medio de transporte que le transportase a lo largo de la cordillera.
Amanecía en la cordillera cuando emprendió el viaje. Tras caminar unos pocos cientos de nueve se encontró al borde de una empinada cuesta que descendía al reino de Dingra... Sagan bajó a Nandelt deslizándose por la nieve en deshielo de la cordillera subido en un tronco seco, arrancado por el viento que encontró al borde del inicio del descenso. La caída era prácticamente vertical, llena de nieve acuosa que hacía dificil el descenso. Por suerte Sagan no era uno de esos magos escuálidos que pasaban la vida encerrados en las torres murmurando conjuros y preparando pociones y pudo controlar el trineo - no sin dificultad - y consiguió descender hasta la parte baja de la gran montaña. El árbol continuó deslizándose a toda velocidad sobre la hierba unos cuantos centenares de metros hasta que la fricción le hizo detenerse.
Sagan bajó del arbol de un salto, con la adrenalina aún corriendo por sus venas. Se descolgó la bolsa y sacó las dos partes de su arco y las unió. Luego sacó las tiras de tela y las puso en la parte por la que cogía el arco (Que tambien era por donde las dos partes se unian). Por último sacó el carcaj, las flechas y el pequeño gancho de hierro y cuero. Introdució diez flechas en el carcaj y se lo colgó a la espalda. Luego se enganchó el gancho al cinturon. El gancho constaba de dos partes, una para enganchar al cinturón y otra, provista de un botón para envolver la zona de madera del arco y poder llevar el arco colgado firmemente en la cintura, permitiendo la libertad de movimientos. Sagan encordó el arco y lo colgó en el gancho.
Estaba listo. Se colgó la no tan abultada bolsa de nuevo, en el lado contrario al del arco y comenzó a caminar por las verdes llanuras de Nandelt. Mientras caminaba los soles nacientes le iluminaba los ojos, dándoles tonos verdes, en lugar del habitual marrón que habitaba en ellos.
Tras casi una hora de caminata por los prados, verdes y con algunas flores de brillantes y diversos colores abiertas que denotaban el final del invierno y inicio de la primavera, encontró un camino y en aproximadamente media hora llegó a un pueblo, rodeado de verdes campos. Al entrar por la calle principal vió que el pueblo era bastante grande, provisto de un castillo (Dada su condición fronteriza con la cordillera al sur y el este Derbhad. Era un típico pueblo del sur. Casas de grandes ventanas y abiertas a la brisa, gente por la calle conversando alegremente con sus vecinos... Sagan no visitaba un pueblo de Nandelt desde hacía mucho tiempo y en ese momento no se acordaba pero había vivido un tiempo en aquel lugar.
No obstante, al llegar a la plaza mayor, recordó su estancia en Arana. Cuando tuvo que conseguir dinero para ingresar en la torre de Derbhad trabajó allí antes de empezar a trabajar en la torre para pagarse los estudios. Arana estaba muy cerca de la frontera con Awa y en su castillo se podían alquilar pájaros Haai para viajar. Por desgracia no llevaba demasiado dinero como para alquilar un Haai. Sagan no era rico, precisamente. A diferencia de otros archimagos que se auto-asignaban un sueldo de los fondos de la torre el había preferido invertir el dinero de la torre de Kazlunn en la torre de Kazlunn. El dinero que tenía lo había conseguido haciendo trabajos o realizando alguna venta de remedios, pociones o runas que preparaba el mismo para sacarse algo de dinero.
El caso era que no tenía dinero para el Haai y no podía robarlo por que el castillo estaba muy bien guardado y un Haai jamás respondería por la fuerza.
En aquel pueblo Sagan había trabajado en la posada, como soldado del señor de la población y una corta temporada trabajó en los campos. Pero trabajar un día en aquello, por mucho empeño que le pusiese, no iba el dinero que necesitaba para viajar a Nangal en Haai.
Por suerte o por desgracia en el tiempo que había pasado en aquel lugar había descubierto un lugar donde ganar dinero rápidamente. La última vez se negó a realizar trabajos para aquel hombre, pero esta vez no tenía tiempo ni recursos.
Todo había empezado cuando, dos meses después de llegar a Arana, cuando Sagan trabajaba de soldado para el señor de la pequeña ciudad y algunas aldeas circundantes se enzarzó en una pelea con un grupo de rufianes que habían mandado para atacar a los empleados del señor y así debilitar su poder en el pueblo. Se defendió con la tosca espada que le habían entregado, parando los golpes y estocadas utilizando el poco dominio que tenía sobre la esgrima, todos sus reflejos y su buena suerte. En un despiste de uno de uno de sus tres oponentes le propinó un puñetazo en toda la cara, dejándolo tumbado en el suelo. El otro matón se le echó encima pero Sagan dio un paso atrás y utilizó su magia de manera casi instintiva, propulsándole unos cuantos metros hacia atrás.
Consiguió huir pero en unos días Don Demotent, el cabecilla de la banda criminal de Arana se presentó en persona en el pequeño establo que unos amables ancianos le habían dejado a Sagan a cambio de que lo mantuviese limpio.
Demotent venía para hacerle una oferta, le habían explicado lo ocurrido entre dos matones suyos y Sagan y se había interesado por sus poderes de mago y sus habilidades peleando, ya fuera con una espada o a golpes. Le ofreció un generoso sueldo a cambio de relizar trabajos para el.
Sagan se negó al instante, conocía en que consistian esos trabajos y no quería meterse en ese sucio y corrupto mundo. Demotent volvió a intentar negociar, dos meses mas tarde, ofreciéndole una gran suma de dinero por participar en un golpe que preparaba. Sagan, que trabajaba entonces en la taberna de Arana - Había dejado el trabajo de soldado por que se negó a cumplir un encargo de su señor que consistía en asesinar a un rival -, se volvió a negar a las peticiones del criminal.
Pero esta vez era diferente. Sagan necesitaba dinero urgentemente y sabía que con la desaparición de la magia en la región Demotent habría urdido alguna estrategia contra alguno de los magos residentes en la ciudad. Y no me equivocaba.
Lleguó a una casa de tejados picudos que se ubicaba en las afueras de Arana. Entró sin miedo, sabiendo que mucha gente entraba por allí para pedir empleo, favores o encargar trabajos a los rufianes. Encontró a un muchacho, cuatro o cinco años menor que el, sentado en una silla en la puerta, recibiendo a la gente que entraba. Sagan podía haber acabado así...
Quiero ver a Demotent - ordenó, con voz hosca.
- Tendrá usted que pedir cita, y volver otro dí... - empezó el muchacho, recitando las palabras que seguro que le habían hecho aprender de memoria.
- No pienso irme - le corté, alzando levemente la voz y incluyendo en ella un leve tono de amenaza. Esto no podía considerarse como grito, pero intimidaba - Voy a esperar aquí mientras entras y le dices a ese cerdo que Ángel quiere verlo, ¿Entiendes? - dijo, con tono del todo amenazante.
La amenaza surtió efecto y el muchacho se levantó y entró en otra sala, donde Sagan le escuchó hablar apresuradamente con otra persona. Luego el muchacho salió acompañado de Demotent en persona.
- ¡Hombre! si es Ángel en persona - exclamó al verlo - Pensaba que me habían gastado una broma pesada, pero veo que es verdad. Has vuelto y en un momento preciso, cabe decir - añadió, mirándolo de arriba a abajo - ¿Has venido a aceptar el trabajo que te ofrecí?
Sagan vaciló un segundo antes de contestar, pero lo hizo enseguida.
- Sí - dijo, secamente; pasando las dudas, tirando abajo los principios, había aceptado. Demotent había cambiado: estaba algo mas mayor pero sus ojos conservaban aquel brillo ávaro y codicioso que los caracterizaba. Demotent hizo que Sagan pasara a su despacho.
- Sabrás que la magia ha desaparecido - dijo, mientras Sagan asentía - Y también sabrás que hay un mago en la ciudad que me ha causado muchos problemas, pero que gracias a sus poderes se ha defendido de mi - Sagan volvió a asentir, lo suponia - Quiero que vayas con mis hombres y le deis un buen susto, además de robarle todo el dinero - Dijo, dando las instrucciones que Sagan esperaba.
- Quiero 200 dihurs por esto, Demotent - dijo Sagan, poniendo un precio mucho mas alto del que necesitaba, en dinero de Dingra - Sabes que sacarás mucho mas - añadió, al ver su expresión.
- Aún así es solo un encargo, Ángel - respondió el, frunciendo el ceño.
- Un encargo que te puede salir muy rentable - respondió Sagan, que continuaba amañando la conversación para conseguir lo que quería.
- 100 - gruñó Demotent - ¡Y no se hable mas! - gritó, dando por concluida la conversación.
Sagan sonrió fugazmente, antes de recuperar su expresión impasible, lo había estado buscando. Sin aquella pequeña treta probablemente la suma no habría llegado a los 50 dihurs. Alquilar un Haai le saldría por 70 o 80.
- De acuerdo - Dijo, tras simular que lo pensaba - Esta noche - añadió. Vió por suerte que Demotent asentía, sería esa misma noche. Sagan podía intuir por que se daba tanta prisa: Temía que regresara la magia y no pudiera saquear la casa del mago. Si Sagan le contara... pero no lo iba a hacer, por supuesto.
- Ve a la armería y coge una espada - ordenó el rufián - La necesitarás
Sagan caminó por el nido de atracadores y en la armería le entregaron una espada. Era bastante común pero estaba afilada y serviría. Sagan sabía poca esgrima, pero siempre tendría su arco a mano. En las últimas también podía arrear un mamporro a quien se le acercase demasiado.
Pasó el resto del día practicando movimientos básicos con la espada, en un gran patio rodeado de muros, en la parte trasera del local.
Cuando llegó la noche Sagan sacó su capa y se echó la capucha sobre la cabeza. Luego se cubrió la boca hasta la nariz con un trozo de tela, dejando a la vista solo un trozo esta y los ojos, reluciendo con colores castaños en la semioscuridad de la noche de Nandelt. Si salía bien pronto tendría los bolsillos llenos de dinero y podría viajar a Nangal para reunirse con Kannos y Zirathon
Corrió a hurtadillas junto a sus compañeros por las calles de Arana. Cuando escuchó la señal acordada se lanzó, espada en mano contra los guardias que había en la puerta de la casa del mago. Derrotó a uno a fuerza de patadas y estocazos, dandole finalmente un tajo en el abdomen. Mientras Sagan luchaba contra otro guardia y otro saqueador hacía lo propio con otro mas cuatro ladrones mas entraron en la casa.
El robo salió a las mil maravillas y una hora después recibían el dinero en el local de Demotent.
Has resultado ser un luchador excelente esta noche - Me comentó el rufián, exultante. Se había hecho inmensamente rico de la noche a la mañana - Voy a hacerte una petición, Ángel: Quiero que te quedes. No aceptaré una negativa - dijo, amenazante.
- Era solo un trabajo, tengo que partir - Dijo Sagan.
Demotent le agarró del brazo, con fuerza y con un brillo de peligro en los ojos. Sin embargo en los de Sagan apareció un brillo mucho mas helado, el de la muerte.
Se soltó con hablilidad mientras desenvainaba rápidamente la espada que llevaba en la espalda. Se separó un par de pasos del ladrón y se la puso en el cuello.
- Trata de impedir que me vaya y eres hombre muerto - dijo, con una frialdad escalofriante, apretando un poco la espada contra su cuello y dejando que corriera un hilillo de sangre lentamente cuello abajo.
Minutos después Sagan entraba en el castillo y pagaba por un haai. Se alejó volando entre las sombras de la región de los humanos. Paró en un bosque y allí durmió. Prefirió no hacerlo en la ciudad por que después de que Demotent le dejase ir prefería desaparecer lo más rápido posible de Arana.
El viaje en Haai fue mas agradable. Paró en un otro pueblo de Dingra donde compró algunas provisiones utilizando el dinero que le quedaba.
Luego voló durante todo el día, paró a descansar al pié de las montañas y al día siguiente cruzó la cordillera de Nandelt a lomos del Haai.
El paisaje empezaba a cambiar. Ante el pájaro dorado aparecían bancos de niebla y ceniza. Sagan estaba entrando en Nangal. Notó que su magia empezaba a regresar nada mas cruzar la cordillera y pudo aumentar la velocidad del pájaro para tratar de llegar antes. Desdendieron hasta quedar a cincuenta metros sobre el suelo, por debajo de las brumas. Volando llegaron a un pequeño pueblo. Sagan examinó las auras de la gente y distinguió una de shek: Era allí.
Despidió al Haai con una caricia, unas palabras de agradecimiento y unas bayas que había recogido para el. El hermoso pájaro, tras dar al humano un picotazo cariñoso alzó el vuelo de regreso al castillo de Arana.
El mago se adentró en el pueblo. Caminó entre las casas, contemplando a la gente. Casi todos vestían de gris así que con este dato y viendo la ceniza que cubría el cuelo logró intuir el porqué de "Nangal, la tierra gris".
Entró en la posada, al mismo tiempo que unos aldeanos salían corriendo, espantados. Sonrió, definitivamente era allí.
Se acercó al shek, hasta quedar a su lado.
Hola, Zirathon - saludó, haciendose notar. Se sentó en una silla de la misma mesa - ¿Que tal el viaje? - preguntó - ¿Ha llegado ya Kannos? - añadió, buscando al mago con la vista.
FDR2: Vale, me he pasado tres pueblos. Compadezco al que lo haya leído entero... al mismo tiempo lo felicito, ¡estás hecho un lector de maravilla! xD
La magia de Nandelt había desaparecido. Sagan se dio cuenta en cuanto retiró el báculo de la piedra para entregárselo a Kannos. Los poderes del humano desaparecieron al instante, perdiendo la capacidad de lanzar conjuros o abrir portales mágicos. Aún así Zirathon y el viajaban por separado. Mientras que el shek tomó la ruta de los picos de fuego, poco apta para los mortales mas frágiles, Sagan decidió bajar a Nandelt y tratar de conseguir un medio de transporte que le transportase a lo largo de la cordillera.
Amanecía en la cordillera cuando emprendió el viaje. Tras caminar unos pocos cientos de nueve se encontró al borde de una empinada cuesta que descendía al reino de Dingra... Sagan bajó a Nandelt deslizándose por la nieve en deshielo de la cordillera subido en un tronco seco, arrancado por el viento que encontró al borde del inicio del descenso. La caída era prácticamente vertical, llena de nieve acuosa que hacía dificil el descenso. Por suerte Sagan no era uno de esos magos escuálidos que pasaban la vida encerrados en las torres murmurando conjuros y preparando pociones y pudo controlar el trineo - no sin dificultad - y consiguió descender hasta la parte baja de la gran montaña. El árbol continuó deslizándose a toda velocidad sobre la hierba unos cuantos centenares de metros hasta que la fricción le hizo detenerse.
Sagan bajó del arbol de un salto, con la adrenalina aún corriendo por sus venas. Se descolgó la bolsa y sacó las dos partes de su arco y las unió. Luego sacó las tiras de tela y las puso en la parte por la que cogía el arco (Que tambien era por donde las dos partes se unian). Por último sacó el carcaj, las flechas y el pequeño gancho de hierro y cuero. Introdució diez flechas en el carcaj y se lo colgó a la espalda. Luego se enganchó el gancho al cinturon. El gancho constaba de dos partes, una para enganchar al cinturón y otra, provista de un botón para envolver la zona de madera del arco y poder llevar el arco colgado firmemente en la cintura, permitiendo la libertad de movimientos. Sagan encordó el arco y lo colgó en el gancho.
Estaba listo. Se colgó la no tan abultada bolsa de nuevo, en el lado contrario al del arco y comenzó a caminar por las verdes llanuras de Nandelt. Mientras caminaba los soles nacientes le iluminaba los ojos, dándoles tonos verdes, en lugar del habitual marrón que habitaba en ellos.
Tras casi una hora de caminata por los prados, verdes y con algunas flores de brillantes y diversos colores abiertas que denotaban el final del invierno y inicio de la primavera, encontró un camino y en aproximadamente media hora llegó a un pueblo, rodeado de verdes campos. Al entrar por la calle principal vió que el pueblo era bastante grande, provisto de un castillo (Dada su condición fronteriza con la cordillera al sur y el este Derbhad. Era un típico pueblo del sur. Casas de grandes ventanas y abiertas a la brisa, gente por la calle conversando alegremente con sus vecinos... Sagan no visitaba un pueblo de Nandelt desde hacía mucho tiempo y en ese momento no se acordaba pero había vivido un tiempo en aquel lugar.
No obstante, al llegar a la plaza mayor, recordó su estancia en Arana. Cuando tuvo que conseguir dinero para ingresar en la torre de Derbhad trabajó allí antes de empezar a trabajar en la torre para pagarse los estudios. Arana estaba muy cerca de la frontera con Awa y en su castillo se podían alquilar pájaros Haai para viajar. Por desgracia no llevaba demasiado dinero como para alquilar un Haai. Sagan no era rico, precisamente. A diferencia de otros archimagos que se auto-asignaban un sueldo de los fondos de la torre el había preferido invertir el dinero de la torre de Kazlunn en la torre de Kazlunn. El dinero que tenía lo había conseguido haciendo trabajos o realizando alguna venta de remedios, pociones o runas que preparaba el mismo para sacarse algo de dinero.
El caso era que no tenía dinero para el Haai y no podía robarlo por que el castillo estaba muy bien guardado y un Haai jamás respondería por la fuerza.
En aquel pueblo Sagan había trabajado en la posada, como soldado del señor de la población y una corta temporada trabajó en los campos. Pero trabajar un día en aquello, por mucho empeño que le pusiese, no iba el dinero que necesitaba para viajar a Nangal en Haai.
Por suerte o por desgracia en el tiempo que había pasado en aquel lugar había descubierto un lugar donde ganar dinero rápidamente. La última vez se negó a realizar trabajos para aquel hombre, pero esta vez no tenía tiempo ni recursos.
Todo había empezado cuando, dos meses después de llegar a Arana, cuando Sagan trabajaba de soldado para el señor de la pequeña ciudad y algunas aldeas circundantes se enzarzó en una pelea con un grupo de rufianes que habían mandado para atacar a los empleados del señor y así debilitar su poder en el pueblo. Se defendió con la tosca espada que le habían entregado, parando los golpes y estocadas utilizando el poco dominio que tenía sobre la esgrima, todos sus reflejos y su buena suerte. En un despiste de uno de uno de sus tres oponentes le propinó un puñetazo en toda la cara, dejándolo tumbado en el suelo. El otro matón se le echó encima pero Sagan dio un paso atrás y utilizó su magia de manera casi instintiva, propulsándole unos cuantos metros hacia atrás.
Consiguió huir pero en unos días Don Demotent, el cabecilla de la banda criminal de Arana se presentó en persona en el pequeño establo que unos amables ancianos le habían dejado a Sagan a cambio de que lo mantuviese limpio.
Demotent venía para hacerle una oferta, le habían explicado lo ocurrido entre dos matones suyos y Sagan y se había interesado por sus poderes de mago y sus habilidades peleando, ya fuera con una espada o a golpes. Le ofreció un generoso sueldo a cambio de relizar trabajos para el.
Sagan se negó al instante, conocía en que consistian esos trabajos y no quería meterse en ese sucio y corrupto mundo. Demotent volvió a intentar negociar, dos meses mas tarde, ofreciéndole una gran suma de dinero por participar en un golpe que preparaba. Sagan, que trabajaba entonces en la taberna de Arana - Había dejado el trabajo de soldado por que se negó a cumplir un encargo de su señor que consistía en asesinar a un rival -, se volvió a negar a las peticiones del criminal.
Pero esta vez era diferente. Sagan necesitaba dinero urgentemente y sabía que con la desaparición de la magia en la región Demotent habría urdido alguna estrategia contra alguno de los magos residentes en la ciudad. Y no me equivocaba.
Lleguó a una casa de tejados picudos que se ubicaba en las afueras de Arana. Entró sin miedo, sabiendo que mucha gente entraba por allí para pedir empleo, favores o encargar trabajos a los rufianes. Encontró a un muchacho, cuatro o cinco años menor que el, sentado en una silla en la puerta, recibiendo a la gente que entraba. Sagan podía haber acabado así...
Quiero ver a Demotent - ordenó, con voz hosca.
- Tendrá usted que pedir cita, y volver otro dí... - empezó el muchacho, recitando las palabras que seguro que le habían hecho aprender de memoria.
- No pienso irme - le corté, alzando levemente la voz y incluyendo en ella un leve tono de amenaza. Esto no podía considerarse como grito, pero intimidaba - Voy a esperar aquí mientras entras y le dices a ese cerdo que Ángel quiere verlo, ¿Entiendes? - dijo, con tono del todo amenazante.
La amenaza surtió efecto y el muchacho se levantó y entró en otra sala, donde Sagan le escuchó hablar apresuradamente con otra persona. Luego el muchacho salió acompañado de Demotent en persona.
- ¡Hombre! si es Ángel en persona - exclamó al verlo - Pensaba que me habían gastado una broma pesada, pero veo que es verdad. Has vuelto y en un momento preciso, cabe decir - añadió, mirándolo de arriba a abajo - ¿Has venido a aceptar el trabajo que te ofrecí?
Sagan vaciló un segundo antes de contestar, pero lo hizo enseguida.
- Sí - dijo, secamente; pasando las dudas, tirando abajo los principios, había aceptado. Demotent había cambiado: estaba algo mas mayor pero sus ojos conservaban aquel brillo ávaro y codicioso que los caracterizaba. Demotent hizo que Sagan pasara a su despacho.
- Sabrás que la magia ha desaparecido - dijo, mientras Sagan asentía - Y también sabrás que hay un mago en la ciudad que me ha causado muchos problemas, pero que gracias a sus poderes se ha defendido de mi - Sagan volvió a asentir, lo suponia - Quiero que vayas con mis hombres y le deis un buen susto, además de robarle todo el dinero - Dijo, dando las instrucciones que Sagan esperaba.
- Quiero 200 dihurs por esto, Demotent - dijo Sagan, poniendo un precio mucho mas alto del que necesitaba, en dinero de Dingra - Sabes que sacarás mucho mas - añadió, al ver su expresión.
- Aún así es solo un encargo, Ángel - respondió el, frunciendo el ceño.
- Un encargo que te puede salir muy rentable - respondió Sagan, que continuaba amañando la conversación para conseguir lo que quería.
- 100 - gruñó Demotent - ¡Y no se hable mas! - gritó, dando por concluida la conversación.
Sagan sonrió fugazmente, antes de recuperar su expresión impasible, lo había estado buscando. Sin aquella pequeña treta probablemente la suma no habría llegado a los 50 dihurs. Alquilar un Haai le saldría por 70 o 80.
- De acuerdo - Dijo, tras simular que lo pensaba - Esta noche - añadió. Vió por suerte que Demotent asentía, sería esa misma noche. Sagan podía intuir por que se daba tanta prisa: Temía que regresara la magia y no pudiera saquear la casa del mago. Si Sagan le contara... pero no lo iba a hacer, por supuesto.
- Ve a la armería y coge una espada - ordenó el rufián - La necesitarás
Sagan caminó por el nido de atracadores y en la armería le entregaron una espada. Era bastante común pero estaba afilada y serviría. Sagan sabía poca esgrima, pero siempre tendría su arco a mano. En las últimas también podía arrear un mamporro a quien se le acercase demasiado.
Pasó el resto del día practicando movimientos básicos con la espada, en un gran patio rodeado de muros, en la parte trasera del local.
Cuando llegó la noche Sagan sacó su capa y se echó la capucha sobre la cabeza. Luego se cubrió la boca hasta la nariz con un trozo de tela, dejando a la vista solo un trozo esta y los ojos, reluciendo con colores castaños en la semioscuridad de la noche de Nandelt. Si salía bien pronto tendría los bolsillos llenos de dinero y podría viajar a Nangal para reunirse con Kannos y Zirathon
Corrió a hurtadillas junto a sus compañeros por las calles de Arana. Cuando escuchó la señal acordada se lanzó, espada en mano contra los guardias que había en la puerta de la casa del mago. Derrotó a uno a fuerza de patadas y estocazos, dandole finalmente un tajo en el abdomen. Mientras Sagan luchaba contra otro guardia y otro saqueador hacía lo propio con otro mas cuatro ladrones mas entraron en la casa.
El robo salió a las mil maravillas y una hora después recibían el dinero en el local de Demotent.
Has resultado ser un luchador excelente esta noche - Me comentó el rufián, exultante. Se había hecho inmensamente rico de la noche a la mañana - Voy a hacerte una petición, Ángel: Quiero que te quedes. No aceptaré una negativa - dijo, amenazante.
- Era solo un trabajo, tengo que partir - Dijo Sagan.
Demotent le agarró del brazo, con fuerza y con un brillo de peligro en los ojos. Sin embargo en los de Sagan apareció un brillo mucho mas helado, el de la muerte.
Se soltó con hablilidad mientras desenvainaba rápidamente la espada que llevaba en la espalda. Se separó un par de pasos del ladrón y se la puso en el cuello.
- Trata de impedir que me vaya y eres hombre muerto - dijo, con una frialdad escalofriante, apretando un poco la espada contra su cuello y dejando que corriera un hilillo de sangre lentamente cuello abajo.
Minutos después Sagan entraba en el castillo y pagaba por un haai. Se alejó volando entre las sombras de la región de los humanos. Paró en un bosque y allí durmió. Prefirió no hacerlo en la ciudad por que después de que Demotent le dejase ir prefería desaparecer lo más rápido posible de Arana.
El viaje en Haai fue mas agradable. Paró en un otro pueblo de Dingra donde compró algunas provisiones utilizando el dinero que le quedaba.
Luego voló durante todo el día, paró a descansar al pié de las montañas y al día siguiente cruzó la cordillera de Nandelt a lomos del Haai.
El paisaje empezaba a cambiar. Ante el pájaro dorado aparecían bancos de niebla y ceniza. Sagan estaba entrando en Nangal. Notó que su magia empezaba a regresar nada mas cruzar la cordillera y pudo aumentar la velocidad del pájaro para tratar de llegar antes. Desdendieron hasta quedar a cincuenta metros sobre el suelo, por debajo de las brumas. Volando llegaron a un pequeño pueblo. Sagan examinó las auras de la gente y distinguió una de shek: Era allí.
Despidió al Haai con una caricia, unas palabras de agradecimiento y unas bayas que había recogido para el. El hermoso pájaro, tras dar al humano un picotazo cariñoso alzó el vuelo de regreso al castillo de Arana.
El mago se adentró en el pueblo. Caminó entre las casas, contemplando a la gente. Casi todos vestían de gris así que con este dato y viendo la ceniza que cubría el cuelo logró intuir el porqué de "Nangal, la tierra gris".
Entró en la posada, al mismo tiempo que unos aldeanos salían corriendo, espantados. Sonrió, definitivamente era allí.
Se acercó al shek, hasta quedar a su lado.
Hola, Zirathon - saludó, haciendose notar. Se sentó en una silla de la misma mesa - ¿Que tal el viaje? - preguntó - ¿Ha llegado ya Kannos? - añadió, buscando al mago con la vista.
FDR2: Vale, me he pasado tres pueblos. Compadezco al que lo haya leído entero... al mismo tiempo lo felicito, ¡estás hecho un lector de maravilla! xD
Sagan- Oráculo de Neliam
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Edad : 31
Localización : Derbhad
Datos
Su personaje es: Sagan Limkaz, Humano semi-mestizo feerico, Archimago (Agua)
Trabaja de: Maestro en la Torre de Kazlunn
Pertenece a: La UVI-fundador, OPNI nº6
Re: Taberna en Nangal
FDR: Weeeeeeeeeeee soy un lector de maravillaaaaa!!!! xDDDD
Por fin había llegado uno de los magos... Era Sagan, lo detectó incluso cuando se estaba acercando a la posada, la magia en él era patente y contrastaba con el aburrimiento y la resequedad de Nangal, la Tierra Gris. El humano lo detectó y se dirigió a la mesa donde se encontraba, lo saludó y le preguntó un par de cosas...
Zirathon le respondió al saludo con un gesto de la cabeza, y luego apoyó la cabeza en el cristal de la ventana... ¿Qué tal el viaje? El viaje... No le respondería a eso le echó una mirada significativa al mago cuando le preguntó eso, del mismo modo el shek tampoco le preguntaría a él como había llegado hacia allí. Miró por la ventana... No se lograba ver gran cosa, los demás edificios del pueblo apenas si se podían ver bien... La niebla lo cubría absolutamente todo... Pero Zirathon esforzó la vista y logró ver más allá de la niebla y del pueblo, las sombras recortadas de los Picos de Fuego...
Nunca la había pasado peor en un viaje, sabía que los Picos de Fuego eran un lugar peligroso para los sheks y su parte shek se negaba a realizar aquel viaje por ese lugar tan arriesgado... Sin embargo las dos partes que convivían en su cuerpo: la humana y la shek sabían que para llegar a aquel poblado en el menor tiempo posible, la vía más rápida era volando sobre los Picos de Fuego... El viaje había sido todo menos sencillo, incluso para él... El calor que emanaban los volcanes de la cordillera, la ceniza que vomitaban hacia el cielo, cubierto por ese material casi en su totalidad... Sin embargo se dejó guiar por su instinto, y en varias ocasiones logró salir de aquella nube de perpetua ceniza que había sobre los Picos de Fuego, elevándose aún más por sobre ésta. Habían sido los únicos momentos del viaje que había disfrutado realmente.
Cuando todo hubo terminado y ya se encontraba allí sentado, esperando a los magos, tomó la determinación de que no volvería a repetir aquella experiencia y si tenía que volar sobre los Picos de Fuego solo lo haría a una altura lo suficientemente alejada de la nube de ceniza que provocaban los volcanes...
Aún con la mirada perdida en la ventana, volvió a prestarle atención a la niebla y a los pocos edificios que se divisaban entre ella... Nangal, una tierra estéril, gris y para desgracia del shek, terriblemente aburrida... Si no fuese por la repentina aparición de Sagan, Zirathon ya se hubiese levantado e ido apenas sentarse... Detestaba aquel lugar, aquella taberna sucia, maloliente y atestada conseguía poner de los nervios a su parte humana y el shek en su interior, por segunda vez en el día coincidía con ella, pero consideraba a aquellos humanos que pululaban por la taberna como insectos insignificantes y no les prestaba la menor atención... Lo que en verdad lo molestaba era la sensación de ahogo que aquella masa reunida en un espacio tan reducido para tanta gente, provocaba, sobre todo considerando que él se encontraba bajo un cuerpo humano. Aún con la cabeza sobre el cristal de la ventana, miró a Sagan y sonriendo con cinismo le dijo:
- ¿Acaso detectas a Kannos por aquí? Por que yo no... Creo que la respuesta es obvia- luego miró a la multitud que estaba en sus propios asuntos... Cerró los ojos, trató de aislarse de aquella horrible sensación de ahogo... Volvió a pensar en su fría cueva en el Anillo de Hielo y logró serenarse un poco, clavó su mirada en la de Sagan.
Por fin había llegado uno de los magos... Era Sagan, lo detectó incluso cuando se estaba acercando a la posada, la magia en él era patente y contrastaba con el aburrimiento y la resequedad de Nangal, la Tierra Gris. El humano lo detectó y se dirigió a la mesa donde se encontraba, lo saludó y le preguntó un par de cosas...
Zirathon le respondió al saludo con un gesto de la cabeza, y luego apoyó la cabeza en el cristal de la ventana... ¿Qué tal el viaje? El viaje... No le respondería a eso le echó una mirada significativa al mago cuando le preguntó eso, del mismo modo el shek tampoco le preguntaría a él como había llegado hacia allí. Miró por la ventana... No se lograba ver gran cosa, los demás edificios del pueblo apenas si se podían ver bien... La niebla lo cubría absolutamente todo... Pero Zirathon esforzó la vista y logró ver más allá de la niebla y del pueblo, las sombras recortadas de los Picos de Fuego...
Nunca la había pasado peor en un viaje, sabía que los Picos de Fuego eran un lugar peligroso para los sheks y su parte shek se negaba a realizar aquel viaje por ese lugar tan arriesgado... Sin embargo las dos partes que convivían en su cuerpo: la humana y la shek sabían que para llegar a aquel poblado en el menor tiempo posible, la vía más rápida era volando sobre los Picos de Fuego... El viaje había sido todo menos sencillo, incluso para él... El calor que emanaban los volcanes de la cordillera, la ceniza que vomitaban hacia el cielo, cubierto por ese material casi en su totalidad... Sin embargo se dejó guiar por su instinto, y en varias ocasiones logró salir de aquella nube de perpetua ceniza que había sobre los Picos de Fuego, elevándose aún más por sobre ésta. Habían sido los únicos momentos del viaje que había disfrutado realmente.
Cuando todo hubo terminado y ya se encontraba allí sentado, esperando a los magos, tomó la determinación de que no volvería a repetir aquella experiencia y si tenía que volar sobre los Picos de Fuego solo lo haría a una altura lo suficientemente alejada de la nube de ceniza que provocaban los volcanes...
Aún con la mirada perdida en la ventana, volvió a prestarle atención a la niebla y a los pocos edificios que se divisaban entre ella... Nangal, una tierra estéril, gris y para desgracia del shek, terriblemente aburrida... Si no fuese por la repentina aparición de Sagan, Zirathon ya se hubiese levantado e ido apenas sentarse... Detestaba aquel lugar, aquella taberna sucia, maloliente y atestada conseguía poner de los nervios a su parte humana y el shek en su interior, por segunda vez en el día coincidía con ella, pero consideraba a aquellos humanos que pululaban por la taberna como insectos insignificantes y no les prestaba la menor atención... Lo que en verdad lo molestaba era la sensación de ahogo que aquella masa reunida en un espacio tan reducido para tanta gente, provocaba, sobre todo considerando que él se encontraba bajo un cuerpo humano. Aún con la cabeza sobre el cristal de la ventana, miró a Sagan y sonriendo con cinismo le dijo:
- ¿Acaso detectas a Kannos por aquí? Por que yo no... Creo que la respuesta es obvia- luego miró a la multitud que estaba en sus propios asuntos... Cerró los ojos, trató de aislarse de aquella horrible sensación de ahogo... Volvió a pensar en su fría cueva en el Anillo de Hielo y logró serenarse un poco, clavó su mirada en la de Sagan.
Invitado- Invitado
Re: Taberna en Nangal
Sagan suspiró. Por su cara se podía deducir que esperaba la respuesta fría y seca del shek. Esperó un par de segundos, a que un hombre que pasaba por allí acabase de pasar para contestar, aunque era probable que con el ruido que había en la sala no lo hubiese entendido.
Los magos sabemos como ocultarnos a la mirada de los sheks - dijo, con voz impersonal, haciendo notar algo obvio - Y tal y como está la cosa lo más lógico es que lo hubiese hecho.
Pero aún así no está aquí por que en el caso de estarlo habría venido, por que no has tomado ninguna medida para mantener el anonimato, ¿Verdad? - dijo, refiriendose a los aldeanos que el shek había espantado minutos antes.
Se sentó en una silla, bastante cansado.
De todos modos ahora toca esperar - Concluyó. Como no esperaba respuesta por parte del shek apartó la vista y miró por la ventana.
El paisaje era desolador. Copos de ceniza caían como si de nieve se tratase. Sagan había oído que los picos de fuego se mantenían constantemente activos, llevando las cenizas sobre los cielos de Nangal. Aún así nunca había estado allí y no lo había comprobado. Se preguntó por un momento en la calidad de vida que llevaría esa gente, respirando ceniza constantemente. De inhalar tanta calaña debían estar enfermos constantemente y tendrían una esperanza de vida muy baja. Aún así había conocido a un anciano mago en la torre hacía años, que decía ser de aquella tierra. Se fijó que para salir se ajustaban unas bragas de tela para filtrar el aire y la pequeña intriga quedó resuelta.
Miró para otro lado. La taberna estaba llena a rebosar. Le recordaba vagamente a su época en la taberna de Arana. Siempre llena de gente gritando y hablando por todas partes, dando codazos y manteniendo la bandeja en alto para que el contenido llegase íntegro a su destinatario. Mas de una vez había tenido que sacar con ayuda del otro camarero por la fuerza a algún borracho que armaba problemas en el establecimiento. Alguna vez había tenido que separar a golpes a gente que se peleba embriagada por el fuerte alcohol que se servía en Nandelt. Era un trabajo complicado, pero era uno de los mejores que había conseguido en Idhún...
Incorporándose un poco en la silla Sagan recorrió a la gente con la mirada, esperando reconocer al mago entre el gentío.
Los magos sabemos como ocultarnos a la mirada de los sheks - dijo, con voz impersonal, haciendo notar algo obvio - Y tal y como está la cosa lo más lógico es que lo hubiese hecho.
Pero aún así no está aquí por que en el caso de estarlo habría venido, por que no has tomado ninguna medida para mantener el anonimato, ¿Verdad? - dijo, refiriendose a los aldeanos que el shek había espantado minutos antes.
Se sentó en una silla, bastante cansado.
De todos modos ahora toca esperar - Concluyó. Como no esperaba respuesta por parte del shek apartó la vista y miró por la ventana.
El paisaje era desolador. Copos de ceniza caían como si de nieve se tratase. Sagan había oído que los picos de fuego se mantenían constantemente activos, llevando las cenizas sobre los cielos de Nangal. Aún así nunca había estado allí y no lo había comprobado. Se preguntó por un momento en la calidad de vida que llevaría esa gente, respirando ceniza constantemente. De inhalar tanta calaña debían estar enfermos constantemente y tendrían una esperanza de vida muy baja. Aún así había conocido a un anciano mago en la torre hacía años, que decía ser de aquella tierra. Se fijó que para salir se ajustaban unas bragas de tela para filtrar el aire y la pequeña intriga quedó resuelta.
Miró para otro lado. La taberna estaba llena a rebosar. Le recordaba vagamente a su época en la taberna de Arana. Siempre llena de gente gritando y hablando por todas partes, dando codazos y manteniendo la bandeja en alto para que el contenido llegase íntegro a su destinatario. Mas de una vez había tenido que sacar con ayuda del otro camarero por la fuerza a algún borracho que armaba problemas en el establecimiento. Alguna vez había tenido que separar a golpes a gente que se peleba embriagada por el fuerte alcohol que se servía en Nandelt. Era un trabajo complicado, pero era uno de los mejores que había conseguido en Idhún...
Incorporándose un poco en la silla Sagan recorrió a la gente con la mirada, esperando reconocer al mago entre el gentío.
Sagan- Oráculo de Neliam
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Re: Taberna en Nangal
Un mago encapuchado entró por la puerta. Escrutó la sala con la mirada hasta encontrar al shek y al archimago. Avanzó hasta ellos y se sentó en la silla vacía.
Se quitó la capucha y les miró fijamente a los ojos.
Tenemos que averiguar donde se encuentran los demás fragmentos del báculo - dijo, tras unos segundos en silencio - Sé donde encontrar esa información pero tendréis que ir los dos solos hasta allí.
Kannos se mostraba inexpresivo, como siempre, y de vez en cuanto miraba por la ventana
- Tendremos que partir pronto. no hay mucho tiempo y este lugar no es seguro, la gente nos mira de una manera extraña. - añadió - Además tenemos que llegar antes que la gente del archimago o se nos adelantarán.
Se quitó la capucha y les miró fijamente a los ojos.
Tenemos que averiguar donde se encuentran los demás fragmentos del báculo - dijo, tras unos segundos en silencio - Sé donde encontrar esa información pero tendréis que ir los dos solos hasta allí.
Kannos se mostraba inexpresivo, como siempre, y de vez en cuanto miraba por la ventana
- Tendremos que partir pronto. no hay mucho tiempo y este lugar no es seguro, la gente nos mira de una manera extraña. - añadió - Además tenemos que llegar antes que la gente del archimago o se nos adelantarán.
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Re: Taberna en Nangal
El shek escuchó con atención todo lo que el recién llegado Kannos les dijo, lo alegró el hecho de que tuviesen que salir de aquella pestilente taberna de una vez por todas. Asi que... ¿tenía que ir con Sagan a recoger la información sobre los otros trozos del báculo? Parecía una tarea de lo más sencilla y tal vez algo aburrida, pero haría cualquier cosa con tal de escapar del hedor y la multitud reinante en esa pobre posada de Nangal, le dijo a Kannos:
- Díganos donde encontrar la información y partiremos cuanto antes, supongo... O por lo menos yo partiré de inmediato, aunque no creo que Sagan tenga mucho que hacer aquí...- dijo mirando interrogativamente a su compañero, quería irse de allí cuanto antes pero al tener que trabajar con Sagan implicaba tener que esperarlo aunque si decidía quedarse, él, Zirathon no se quedaría alli por mucho tiempo.
- Díganos donde encontrar la información y partiremos cuanto antes, supongo... O por lo menos yo partiré de inmediato, aunque no creo que Sagan tenga mucho que hacer aquí...- dijo mirando interrogativamente a su compañero, quería irse de allí cuanto antes pero al tener que trabajar con Sagan implicaba tener que esperarlo aunque si decidía quedarse, él, Zirathon no se quedaría alli por mucho tiempo.
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Re: Taberna en Nangal
Ir... ¿Ir a donde?
Sagan intuía a donde tenían que ir. Si Kannos no sabía donde estaban las demás partes solo podía haber un lugar donde encontrar aquella información. Podía que se equivocara pero había pocas probabilidades.
¿Hay que viajar a Derbhad? - Preguntó - Si es así iremos de inmediato, en cuanto nos explique lo que tenemos que hacer - añadió.
Sagan observó un momento a la gente que tenían alrededor. Aquella taberna se estava vaciando de gente por momentos pero aún seguían presentes el bullicio y la animación que los humanos sabían instalar allá donde iban.
Sagan intuía a donde tenían que ir. Si Kannos no sabía donde estaban las demás partes solo podía haber un lugar donde encontrar aquella información. Podía que se equivocara pero había pocas probabilidades.
¿Hay que viajar a Derbhad? - Preguntó - Si es así iremos de inmediato, en cuanto nos explique lo que tenemos que hacer - añadió.
Sagan observó un momento a la gente que tenían alrededor. Aquella taberna se estava vaciando de gente por momentos pero aún seguían presentes el bullicio y la animación que los humanos sabían instalar allá donde iban.
Sagan- Oráculo de Neliam
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Re: Taberna en Nangal
En efecto, los archivos se guardan en la sección oculta de la biblioteca de la torre de Derbhad - afirmó Kannos - Es un lugar oscuro y llenos de extrañas pruebas y criaturas que intentarán impedir que consigáis llegar al final. Además los grupos del archimago a los que he vencido partirán en breve por los túneles.
Deberéis encontrar la información. Yo no puedo acompañaros, pero tal vez me reúna con vosotros allí. Si no llego id a Puerto Esmeralda - indicó - Bien, me tengo que ir, que tengáis suerte - dijo, levantandose y marchándose, cubierto de nuevo por la capucha.
Instrucciones para este rol:
Este va a ser un rol ambientado. Por lo tanto se puede considerar a ambientación como casi un miembro de los grupos.
Al iniciar el rol podréis ir avanzando por el túnel. Podemos postear en cualquier momento planteándoos un reto o haciendo aparecer un combate. Recordad que avanzar es avanzar, no podréis encontrar mas que túnel hasta que no se os indique lo contrario. No os preocupéis por que Ariadna y yo (Sagan xD) intentaremos que el rol sea ágil y muy poco aburrido.
La puerta negra se encuentra al final de la biblioteca. Al atravesarla se llega a un pequeño rellano del que parten varios caminos. Cabe decir que es un lugar lúgubre y escalofriante.
Vuestro camino será del de la derecha.
Recordad que hasta que no se os indique no llegaréis al final del túnel, donde se encuentra el archivo. No os preocupéis por equivocaros, esto es muy nuevo, si hay cualquier problema se os indicará y a seguir sin mas complicaciones =)
En el siguiente rol dejad post y comenzad en el pasillo de la derecha. Intentad optar por el medio de transporte más rápido (En este caso un portal sería lo mas conveniente)
Deberéis encontrar la información. Yo no puedo acompañaros, pero tal vez me reúna con vosotros allí. Si no llego id a Puerto Esmeralda - indicó - Bien, me tengo que ir, que tengáis suerte - dijo, levantandose y marchándose, cubierto de nuevo por la capucha.
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Instrucciones para este rol:
Este va a ser un rol ambientado. Por lo tanto se puede considerar a ambientación como casi un miembro de los grupos.
Al iniciar el rol podréis ir avanzando por el túnel. Podemos postear en cualquier momento planteándoos un reto o haciendo aparecer un combate. Recordad que avanzar es avanzar, no podréis encontrar mas que túnel hasta que no se os indique lo contrario. No os preocupéis por que Ariadna y yo (Sagan xD) intentaremos que el rol sea ágil y muy poco aburrido.
La puerta negra se encuentra al final de la biblioteca. Al atravesarla se llega a un pequeño rellano del que parten varios caminos. Cabe decir que es un lugar lúgubre y escalofriante.
Vuestro camino será del de la derecha.
Recordad que hasta que no se os indique no llegaréis al final del túnel, donde se encuentra el archivo. No os preocupéis por equivocaros, esto es muy nuevo, si hay cualquier problema se os indicará y a seguir sin mas complicaciones =)
En el siguiente rol dejad post y comenzad en el pasillo de la derecha. Intentad optar por el medio de transporte más rápido (En este caso un portal sería lo mas conveniente)
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Re: Taberna en Nangal
Los dos salieron en cuanto Kannos terminó de hablar... Zirathon por fin podía respirar aire (no muy puro por las cenizas de los Picos de Fuego, pero aire al fin) sin viciar por los humos de la taberna. Sagan abrió un portal, el shek respiró hondo, al fin tenía un destino claro adonde viajar y algo que hacer... la Torre de Derbhad... Allí irían...
El shek atravesó con decisión el portal abierto por el mago y dejó aquellas tierras tan grises y aburridas.
Dejo Post
El shek atravesó con decisión el portal abierto por el mago y dejó aquellas tierras tan grises y aburridas.
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Re: Taberna en Nangal
DEJO POST ^^
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