Rol Memorias de Idhún
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Primer capítulo. En busca del Swanit "Diario de mis viajes"

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Mensaje  Eliwood Lun Mar 18, 2013 1:45 pm

Primer capítulo. En busca del Swanit "Diario de mis viajes" L_manzaras

En busca del Swanit

Volar. No había nada más placentero que volar por el cielo azul. Empezaba a volver a obtener responsabilidades, demasiadas pensaba a veces. Lo más gracioso era que hacía dos años estuve escapando de ellas y ahora me encuentro de lleno en ellas. Una pequeña sonrisa apareció en mi rostro de dragón, aunque en esa forma, parecía más a un gruñido.

Gracias a mi trabajo, me podía permitir desconectar de ellas y poder viajar allá donde quisiera. En mi caso, mi ruta era clara: marchar desde el mismo centro del desierto de Kash-Tar, el oasis de Kash-Tar, e ir hacia el oeste, en dirección a las ciudades yan más importantes de esa zona, Lumbak y Nin. Quería cambiar un poco la típica ruta de oasis-kosh. Estaba muy vigilada y protegida y no podría ver mi objetivo, un Swanit. Desde la infancia que no veía uno, y ahora, siendo domador de Haai, no podía ser.

Por suerte, en mi forma dragón no tardé demasiado en encontrar el oasis de Kash-Tar. No bajé en el mismo oasis, todo lo que veías era producto de la magia. Las palmeras con sus dátiles, los árboles frutales, agua fluyendo por todos lados. Allá donde parases la vista, veías peces de colores nunca vistos: amarillos, naranjas, violetas… Alimentándose de las algas que crecían allí. Pájaros volando de árbol en árbol con colores vivos también, a conjunto de los peces. Todo era un pequeño edén en medio de la nada. Pero… A mí no me interesaba eso, dos días sin mago y esos peces se marchitarían como un varu en el desierto. No, no, yo quería ver la verdadera fauna de Kash-Tar.
Aterricé detrás de una duna de arena para no poder ver el oasis y me dirigí hacia el desierto. El calor sofocante del desierto. La parte este del oasis no era muy concurrida por suerte. Las ciudades yan gozaban de plena autonomía, no había líder claro por encima de los demás. Aunque si alguna destacaba por algo, ésa era mi ciudad natal, Kosh. Era el núcleo mercantil de la zona suroeste de Idhún. Por eso, la mayoría de las caravanas del desierto se dirigían en dirección oeste, al contrario que yo. Además, a mi nivel ya habían disminuido en número radicalmente, en parte por la envidia malsana que había ido corrompiendo a los demás ante la “prosperidad” de Kosh.

En ese primer momento, sólo fui capaz de ver los típicos Torka. Con forma reptiliana, muchos ven cierta apariencia con el reptil terrestre llamado Iguana. Eran muy valiosos, sobre todo por su gran capacidad por aguantar el calor y recorrer distancias que ni los mismo yans son capaces de aguantar. Algunas caravanas fueron pasando a mí alrededor. Algunos me miraban con cara de avisarme: “¿¡Para donde vas!? ¡Es la dirección contraria!”. Yo seguía mi camino, tenía que llegar a mi destino.
Mi camino siguió más allá de esas dunas. Ya no se veía casi ni caravanas. Las que quedaban era de gente polvorienta, sin dinero, que viajaba por las diferentes ciudades para recaudar algo de dinero y que al día siguiente no se acordaran de ellos para poder sacar al cabo de unos meses otra tajada de esos mismos a los que ya habían pedido. Lo peor era en que se lo gastaban, en malas compañías y alcohol. Una vida digna de la peor de las comadrejas.

Sin descanso, seguí por las dunas, tenía suerte de ser limyati. Tenía la habilidad de lso yan de aguantar bien el calor, además, mi alma de dragón se sentía bien a gusto entre tanto calor, después de pasar tanto tiempo cerca del Anillo de Nanhai, en Puerto Esmeralda, donde el mejor día en esa temporada era un día nublado. No fue al cabo de mucho, que pude atisbar una pequeña caravana que se encontraba oculta debajo de unas piedras tapadas sólo por un lado por una duna de arena. Agudicé mejor la vista y vi que los miembros de la caravana me hacían gestos con los brazos y con saltos. Esos gestos iban dirigidos hacia mí porque en el desierto no suele haber mucha más gente, así que su intención era que me acercara a ellos, y, por la energía de los movimientos, lo antes posible.
Logré llegar a ellos en poco tiempo. El más grande me dirigió la palabra:

- ¡Corremuchacho, corre! – exclamó en un primer momento, pero después se le fue apagando más la voz – Acércatequesinotevanadescubrir.
- ¿Quiénmevaadescubrir? – pregunté yo, bajando un poco la voz, podía intuir qué era lo que la buena persona me intentaba transmitir, pero quería asegurarme del todo.
- Hemosvistoadoskilómetrosdeaquílosespías – acabó susurrando el pobre desgraciado.
- Muybien, quedaosaquíynosalgáisparanada, ¿deacuerdo? – no les di tiempo a responder ya que al acabar de decirlo salí del escondrijo dispuesto a subirme a la duna para avistar esos animales.

Los Kayasin, o espía dado que en idhunaico significan lo mismo, tienen una morfología de insecto. Son animales invertebrados, eso significa que tienen un exoesqueleto, para entenderlo mejor, sería una armadura para proteger sus órganos internos de posibles golpes y ayudar al buen funcionamiento de los músculos. Además, en el caso de los Kayasin, el exoesqueleto sirve para evitar su desecación ya que en el desierto deben de aguantar temperaturas extremas. Por eso, cuando uno se encuentra en el desierto, encontrarse con el cuerpo de un kayasin muerto puede suponer una fuente de agua considerable. A su vez, presentan un par de antenas, tres pares de patas y dos pares de alas. Las antenas y las alas son del mismo color rojizo, en cambio, las alas son transparentes. El color de su piel es rojizo, cobrizo, para no destacar por encima del paisaje ya que pueden ser presa fácil. En sí, no son animales peligrosos. No tienen patas fuertes con las que atacar ni duros colmillos con los que arrancar carne viva, por eso, se alimentan de carroña. Más bien, son unos animales cobardes y gregarios. Se desplazan en enjambres, grupos muy numerosos, por todo el desierto de Kash-Tar. La importancia de estos seres no va mucho más lejos de los estudiosos de los insectos, menos, para aquellos que se consideren unos suicidas. Éstos insectos son muy débiles por si solos, por eso, evolutivamente, han desarrollado una relación simbiótica con uno de los animales más temibles del desierto, el Swanit. Ésta relación se basa en que los Kayasin buscan la comida porque son animales muy rápidos volando, en un día pueden rodear una área de 100 kilometros a la redonda. Tampoco albergan áreas muy extensas porque el Swanit se encuentra en el centro de éstas y debe de poder ver a los Kayasin allá donde vayan.

Una vez subí a la duna pude ver a la distancia el enjambre de Kayasin. Con un simple silbido pude captar su atención. Se abalanzaron hacia mí sin dudarlo. Pude ver como llegaban disponiéndose en formación de V. Lo que no contaban ellas es con el don salvaje, habilidad que me otorga mi empleo. Cuando llegaron a la distancia adecuada, pude comunicarme mentalmente con la cabeza de la formación, el insecto que supuse que era el que guiaba la formación. Entré de lleno en su cabeza y le di una sola órden: “Llévame hasta tu Swanit”. No hizo falta decir nada más, en ese mismo instante el enjambre cambió radicalmente de dirección y puso rumbo al sud.
Estuve andando durante dos horas, siguiendo al enjambre. Hasta que al fin pude ver una sombra negra inmensa recortada encima de una duna. No me fue muy difícil resolver que era un Swanit. En seguida, el Swanit me vió venir y se dispuso a acercarse a mí. Aunque el animal era realmente desagradable, su movimiento era impecable. Años de evolución para conseguir una técnica tan perfecta.

El Swanit vuelve a ser un insecto, pero en este caso, inmenso, de la talla de un dragón joven. La forma de su cuerpo es fusiforme, el cuerpo es alargado con forma de elipse y con las extremidades más estrechas que el centro del cuerpo, a grandes rasgos, tienen la misma forma que el cuerpo de un delfín terrestre. Esta forma le proporciona una gran ventaja en el momento de moverse, como el Swanit se arrastra sobre las dunas sobre una docena de patas aserradas, la forma fusiforme le proporciona la mínima resistencia ante los medios por donde se desplaza (la arena de las dunas y el aire del desierto). Además, al tener una forma redondeada, tiene la mínima superficie de contacto con el aire y disipa mucho menos agua en forma de vapor, acabando en una mejor manera de reservar agua. Además, por pertenecer a la clase insecta, es invertebrado, con el exoesqueleto del material más duro de todo Idhún e inmune al fuego. Su exoesqueleto está conformado por placas córneas a modo de armadura. Le rodea casi todo el cuerpo menos por la parte de abajo, siendo éste su punto débil. A medida que se va haciendo más viejo, el caparazón pierde sus propiedades. Sólo una persona consiguió matar a un Swanit según las viejas leyendas, nuestro héroe Jack. Como seguía, por ser un insecto, le son características dos antenas a lado y lado de su cabeza. Además, una característica que tiene son sus múltiples y aterradores apéndices bucales en forma de cuatro pinzas. La relación Kayasin-Swanit funciona de la siguiente forma: los Kayasin buscan la comida y el Swanit mata la presa. El Swanit obtiene alimento y las sobras que no aprovecha el Swanit las aprovecha el enjambre. Además, los Kayasin obtienen protección ya que nadie se quiere meter con un Swanit.

Mi intención no era matarlo, son unos seres fascinantes y muy bien adaptados a su clima y medio. En general son agresivos, por eso les cuesta mucho encontrar una pareja. Por eso, su evolución se ha visto parada en éste punto desde hace mucho ya y, en parte, me gustaría hacer dos cosas: confirmar la descripción que nos proporcionan los libros y ver los posibles cambios que se han podido dar ya que la última vez que alguien pudo describir un Swanit con exactitud y pudo vivir para contarlo es fechada de hace 3 siglos.

Con estos objetivos muy claros, dejé que el Swanit se acercara. Con ésta acción, pude confirmar una cosa: El Swanit es un animal MUY agresivo. Hice el mismo movimiento con el Swanit que con el Kayasin: dejé que se acercara o suficiente como para establecer un contacto mental entre los dos y exigirle que se quedara quieto. Muchos domadores no han querido hacer este movimiento porque a muchos les han fallado y la gente no quiere arriesgar su vida para saber porque fallan. La verdad es que yo estaba muy seguro de mí y no vacilé. Cuando llegó a la distancia adecuada me planté y entré en contacto con su mente. Pero ésta vez fue diferente a la del Kayasin, él seguía acercándose y el contacto que establecimos no era unidireccional como en el Kayasin (el kayasin sólo oía lo que yo quería que oyera), más bien fue bidireccional (establecimos un vínculo, ambos sabíamos lo que estábamos pensando). Fue un descubrimiento muy grato, ahora comprendía muchas cosas. Dejé verle que no le quería hacer ningún daño, mis objetivos, y una vez los comprendió frenó su marcha y se dejó hacer.

En éste dejar hacer, claramente pude concluir que mis hipótesis estaban en lo cierto. Las descripciones que se habían dado podían ser confirmadas, no eran fruto de la tergiversación que sufrían las descripciones por el tiempo y que no había ningún tipo de signo de evolución, seguían siendo como siempre. Ante éste encuentro, pude despedirme del Swanit y ya marcharme en dirección a las ciudades yan para poder avituallarme y decidir mis siguientes movimientos.

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