Una visita inesperada

Ya de lejos vi la basta y enorme extension verde. Ese era mi hogar. El bosque de Awa siempre habia sido mi vida, y tambien parte de mi. El lugar donde pase mis momentos de soledad, donde llore la muerte de un amigo y donde me refugio del mal de este mundo.
Solo en la placided de aquel bosque me sentia seguro. Baje en un claro y pose mis garras sobre la fresca tierra, despues de bastante tiempo volando era un alivio sentir la hierba entre mis dedos.
Recogi las alas en torno a mi cuerpo y me dirigi a aquel arbol hueco tan impresionantemente grande.

Habia vuelto a mi hogar.

El rastro del dragón me había llevado hasta el bosque de Awa.
Era extraño que un ser así se ocultara en un lugar lleno de magia. Sinceramente esperaba que mi viaje continuara hasta las grandes llanuras de Awinor, pero no, ahora me tocaba buscarlo en el enorme pulmón de Idhún.
Cambié mi forma a humana, y saqué de mi bota el puñal. Con cuidado ande mirando hacia todos lados, un dragón sería difícil que encontrara un escondite fuera de mi vista, ya que además de su tamaño, aún poseía la capacidad de olfato de una serpiente.
Siguiendo mi instinto, me fui adentrando, hasta dar con un árbol extraño.
Con cautela, acerqué el puñal a la corteza.
No era ninguna ilusión mágica, estaba allí realmente.
Dí varias vueltas alrededor, examinando con cuidado, y aún atenta.
Aquel lugar, apestaba a dragón.

Estaba seguro de haberlo escuchado. Mis oidos nunca me habian traicionado antes. Algo habia tocado la corteza del arbol y yo lo sabia.

"Pero, ¿porque me preocupo tanto?"

No tenia sentido, podia ser un animal del bosque. Pero habia algo que me inquietaba. Entonces lo note: un tenue, casi imperceptible olor, que hacia tiempo que no olia. Era muy extraño, el olor se confundia con otros dos olores.
Aquello, me extraño mucho. Decidi volar hacia arriba para salir por la abertura del arbol y desde una rama, ver quien se acercaba.

Cuando me pose en la rama escudriñe a mi alrededor. No tarde mucho en ver una figura humana muy cerca de el arbol.

¿Quien eres tu y porque hueles a serpiente? - grite decidido a que me escuchara.

Un dragón no pasaba desapercibido ante mí, sobre todo por su tamaño, así que al ver como alzaba el vuelo, me puse en guardia con el puñal, totalmente dispuesta a usarlo si era necesario.
Escuché nuevamente algo que no me agradó, y con un gesto frio, sin rastro de emoción, le lancé una media sonrisa.

- ¿Qué tipo de dragón vive en un bosque? - Terminé la frase en una carcajada fingida, y en mis ojos se encendió una pequeña llama dorada. - Parece que el vivir en este lugar te ha confundido los sentidos, dragón, pues no es muy cortés equivocarse de tal manera ante alguien de tu propia especie.

Esperé paciente a que aquel extraño ser cayera en mi provocación, manteniendo mi media sonrisa aún.
Acaricié el ojo de la serpiente que se enroscaba en mi arma, y un poco más tranquila, pero aún alerta, me senté sobre una roca cercana para observarlo.

- Mi nombre es Nithy, humana y dragona. - Mi rostro tomó un aire cansado y despreocupado - No me gusta, pero soy híbrida, sí. - Nuevamente con mi sonrisa presidiendo, pensé en una nueva provocación. Hacía tiempo que no me divertía, y claramente, aquel dragón no me ganaría jamás. - Y a ti qué, ¿te cruzaron con un hada?

Dejé caer mi cuerpo de la rama provocando, al caer, una leve vibración en el suelo.

- Eres demasiado osada para ser tan joven - le dije a Nithy mientras le acercaba un ojo a su cara.

Pero aparté rápidamente mi cabeza de su cara, el olor de serpiente se acentuaba mientras más me acercaba a ella.

- Puedes ser una híbrida, pero sigues oliendo a serpiente.

Algo me decía que no me fiase de ella.

- La pregunta es, ¿porqué has venido?

Cuando el dragón se acercó, saqué la lengua y lamí su piel escamosa.

- Sabes a bosque...

Volví a reírme, y le guiñé un ojo.

- No estás tan mal... viejo.

Seguí jugueteando con el puñal y en mi mente murmuré las palabras que tenía que soltar en cualquier momento. Mi semblante ahora parecía algo más tranquilo, pero por dentro continuaba en guardia, atenta a todo lo que pudiese hacer cuando me descuidara.

- Eres un tanto maleducado. - Saqué de nuevo la lengua y sonreí. - Me he presentado, ¿que mínima que presentarte tu también? Además, me pareces... interesante. - Me quedé pensativa un momento, y después volví a mostrar la fachada que llevaba aparentando desde hacía un rato. - Es extraño encontrar un dragón viviendo en un bosque. En respuesta a porqué te sigo, simplemente tenía curiosidad. Y repito que soy un dragón, no puedo oler a serpiente.

Aparte la cabeza cuando ella lamio mis escamas.
Era muy extraña.

- Mi olfato no me engaña. Tienes algo que ver con las serpientes por muy medio-dragon que seas, enana.

Me quede mirandola, unos segundos, a los ojos.

- No sabes moverte por aqui. Haces mucho ruido, enana, las criaturas del bosque te observan, asi que no llames la atencion. Y yo no soy el que va lamiendo a quien desconoce, asi que no me digas maleducado.


Y adoptando su juego, dije:

- ¿Y en que te has fijado para segurime?

Miré con repugnancia al dragón. Me empezaba a poner nerviosa. Era una mezcla de curiosidad y desprecio, pero quizá sería más curiosa, y por ello continué, ahora menos provocativa.

- Antes era un híbrido szish, pero renuncié a ello por odio, el poder del dragón me cautivaba y no me pude negar a ello. Tú eres un dragón, deberías entenderlo - Mi vista se dirigió al suelo y avergonzada concluí con la frase que más daño me hizo al corazón, y con ello, traté de ocultar las lágrimas que amenazaban con surgir-. El amor mueve montañas, o eso dicen.

Una lágrima como un destello de una estrella apareció en mis ojos, y rápidamente la sequé. Recordaba la oportunidad que había tenido de continuar junto a Yandrak, y como la había desperdiciado. Aveces me odiaba por ello, pero volví a mis antiguos pensamientos, sabía que había hecho lo correcto.

- Volviendo a lo de antes - Intenté volver a mostrarme serena, pero aún así, un rastro de nostalgia continuaba dibujándose en mi rostro -, te seguí porque me pareció extraño encontrar un dragón sobrevolando Celestia, y sobre todo, porque recordé aquel oscuro tiempo en el que fui una serpiente.

Dudé durante unos segundos antes de hablar.

- Y si no es atrevimiento, ¿Qué hace un dragón en un bosque? - Me paré a pensar de nuevo y decidí decirlo también - Perdón por mis pocos modales, aveces suelo ser un poco impulsiva y me gusta vacilar de vez en cuando, quizá herencia szish. Si ahora quieres matarme, lo comprenderé.

Senti un escalofrio que me recorrio todas las vertebras de mi columna.
Ella habia sufrido en el pasado...mucho. Al igual que yo. Durante unos instantes, como un soplo de aire, como lo que dura un inspiracion, me senti conectado a ella.
Era diferente. Habia bien en su corazon y aceptaba la vergüenza de ser atraida por el poder.

- Tienes un honor perdido. Tiempo ha que estuve en la tierra y que volvi a Idhun. En ninguno de los dos mundos vi esta forma de sentir el dolor y de tener honor. No mereces la muerte por hablar con tanta sinceridad y aceptar la muerte cuando esta puede llegar. Por el mismo motivo, yo no soy merecedor de darte fin.

Ella, sin apenas conocerme, me habia contado su pasado, confiando en que fuera comprensivo o sabiendo la amenaza de su muerte. Recorde lo que unos momentos atras me habia dicho ella, y respondi:

- Y tienes razon, soy un maleducado. Me llamo Naethan. Vivo en este bosque porque aqui me siento seguro, al margen del exterior.

Inclinando la cabeza añadi:

- Eres la segunda, dragona, que se ha atrevido a hablarme en toda mi vida. Para mi eres bienvenida.

Mis ojos destellaron fugaces.

- Espero ser bienhallado.

No sabía como sentirme. Era un halo de desnudez y furia. Había dejado ver mis sentimientos sin ni siquiera desearlo, y como tal, me puse en pie, y mi humor cambió.
Me volví un tanto más fría y reservada, y, aunque lo deseé, no pude mirar con desconfianza a aquel dragón. ¿Porqué me recordaba tanto a Yandrak?

- Supongo... - vacilé durante unos segundos y, sin apartar la mirada de los ojos del dragón respiré hondo y continué - Sí, no habría un porque no te aceptase, quizá tu seas aún más extraño que yo, y eso es dificil de encontrar. - Volví a frenar de nuevo la conversación y analicé lo siguiente que iba a decir, y si aquello era adecuado después de todo. - Yo... supongo que me siento algo igual que tu... Solamente hay una persona que haya conocido de tus mismas características... Y, sinceramente fue algo de lo que en cierto modo he de estar orgullosa... Pero solo eso... en cierto modo.

Mi rostro cambió, y mostró entrever un rastro de nostalgia, y junto a ello, mi vista se dirigió hacia el cielo, intentando ver en el un dragón plateado sobrevolando el bosque.

- Perdón, creo que aveces suelo marcharme de las conversaciones... Traumas, por así decirlo.

Seguí la dirección de sus ojos hacia el cielo, "¿que esperaba encontrar allí arriba?" Sin embargo, sin poder evitarlo, me quedé mirando hacia arriba.
Sé que ella pensaba en su pasado, porque yo comencé a pensar en el mío.

No era normal mi comportamiento; yo siempre había sido frío, desconfiado y muy reservado, y sin embargo allí estaba con una desconocida a la que le había dado una mínima muestra de cariño.
De golpe me dí cuenta; la luz del cielo comenzaba a atenuarse, se hacía de noche.

No pensé si podía haber repercusiones, y sin pensar le dije:

- Dentro de no mucho comenzará a hacerse de noche. Desde el punto del bosque en el que nos encontramos es muy difícil salir del bosque, a menos que conozcas muy bien el bosque, cosa que dudo. Además es muy peligroso pasar la noche al aire libre aquí. ¿Verías correcto el que te invitase a quedarte en mi humilde guarida por esta noche, o prefieres seguir tu camino?

Dirigí mi vista hacia el cielo y ví que empezaba a oscurecer, y como Naethan había dicho, no conocía el bosque y no tenía muy claro el poder salir de allí en aquel momento, ya que había entrado siguiendo al dragón.
Aún así tampoco sabía si debía fiarme de aquel desconocido.

Empecé a pensarlo mejor, y a pesar de ser un completo desconocido para mi, me inspiraba algo de confianza, y veía a través de él, comprobando que bajo una fachada fría se escondía un corazón caliente.

¿Por qué me recordaba tanto a mí?

Quizá eso fue lo que más confianza me inspiró, y mostrando una pequeña máscara de indiferencia, hablé desde el corazón.

- Está bien - Agaché la cabeza y continué en pequeños susurros - Pero hasta que amanezca y pueda salir de aquí.