Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
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Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Cuando el tercer sol había amanecido por completo nuestros pasos ya recorrían el camino. Cuando salí de la posada, de un agudo silbido, llamé a mi segundo compañero inseparable y mi montura alada, Ashker. El imponente grifo era un animal fuerte, imponente, de cuerpo leonido coronado con una cabeza de águila y unas hermosas y grandes alas de suaves y livianas plumas. Era un animal extremadamente inteligente y mucho más sensato que el travieso pero obediente lobo. Tenía un pico afilado y de color oscuro, duro como la piedra pero liso al tacto, y unos ojos tan dorados como el suave pelaje que le cubría desde el cuello hasta las garras.
De un salto me monté a la grupa del bello animal, podía sentir los músculos bajo mis piernas, ya que no lo montaba con ningún tipo de silla, no nos hacía falta. Yo lo había criado y entrenado igual que con Lindalote. Nuestro lenguaje corporal era único, solo yo podía montarle. Y solo él era capaz de traducir hasta el último de mis movimientos como las ordenes de un jinete con las riendas. Solo que aquella relación entre el animal y ello era mucho más personal, cargada de un amor mutuo, al igual que con Lindalote. Eran parte de mi, y yo parte de ellos.
Después de una pequeña presentación para Darkhal, al cual Ashker aceptó mucho más rápido y más cariñosamente que Lindalote, emprendimos la marcha. Pero Darkhal carecía de montura, problema del cual hubo que ocuparse mientras salíamos del pueblo, donde entre ambos pagamos un caballo bayo de color ámbar y crines negras con sus sillas y sus riendas para que pudiera montarlo hasta Dingra. Si quería allí podría venderlo o quedarse con él. Y ahora sí, emprendimos la marcha.
Darkhal y yo hablábamos a ratos durante el camino, de cosas banales en general. Era agradable tener un compañero que rompiera el silencio por mi, que compartiera sus pensamientos, aunque todavía no nos conocíamos bastante para tener la soltura de preguntarnos nada más personal. Y no lo podía evitar pero me intrigaba lo que nos esperaría en Dingra, o más allá. Resultaba un poco patético pensar que acompañaba a un completo desconocido en su viaje por el mero hecho de que huía de mi propio destino, pero intentaba obviarlo, y más aún, intentaba ignorarlo. Tal vez Darkhal tuviera algún asunto de magos en Drackwen, por eso nos dirigíamos a Dingra, y si era así, podría ver a mi hermano. Hacía años que no lo veía...
-Debemos tener cuidado por los caminos, sobre todo por las noches. Las tierras feéricas y más allá, en las mesetas Celestes, no es tan probable que nos ataquen por los caminos, pero desgraciadamente estamos en los reinos humanos, y no todos los humanos somos muy buenos.
Le advertí a mi compañero mientras íbamos a un ritmo tranquilo. Yo no tenía ninguna prisa por llegar, y prefería disfrutar del camino mientras fuera seguro, con la luz del mediodía de los tres soles sobre nuestras cabezas y el camino despejado. El sol me calentaba el pelo y la piel de forma amable, estaba ya completamente sobre nosotros, en un ángulo perfecto. Alcé la vista, con la mano como visera. Si... pronto comenzaría el descenso del sol, aunque lento, pero imparable.
-Paremos aquí.- Le dije a Darkhal cuando estábamos en pleno camino, con los prados verdes a un lado y a otro del camino de tierra, y los árboles formando conjuntos boscosos aquí y allá. - Vamos a comer algo... pero me apetece carne fresca, así que si me permites, me voy a ir de caza un rato a aquellos bosquecillos de allí. Así que yo traigo comida, y tu montas el fuego, trabajo en equipo, ¿no?
Le saqué la lengua divertida mientras me bajaba del grifo de la misma forma ágil que había montado. Tomé el arco y el carcaj, que rebosaba flechas como un erizo sus púas.
-No tardaré Darkhal, Lindalote, ¡vamos! -Le llamé mientras dejaba colgando el petate del pico de Ashker, que se apartó del camino para tumbarse en la mullida hierba verde de verano. Le pió a Darkhal con ojos amables, a la espera de que saliera del camino.
Yo eché a andar alegre hacía el bosque, con Lindalote correteando alegremente a mi alrededor. Le gustaban las cacerías, aunque normalmente el se comía algún animal mientras que yo cazaba la cena, por lo que más que ayudar, el animal me hacía la competencia, pero su instinto era magnifico para encontrar conejos y venados. Lo mejor de aquella actividad de adrenalina, fuerza y estrategia era poder llenarte el estomago con algo caliente y delicioso después de pasarte toda la mañana de viaje, y después cazando, y cuando llevabas una semana de viaje... cazar un venado era una jodida delicia.
En cuanto entré en el bosque observé, sin poder evitar sonreír, como cambiaba la actitud de Lindalote. Sus pasos se volvieron seguros y pesados, cautelosos mientras olfateaba el aire con la trufa negra. Sus ojos amarillos brillaron emocionados al sentir un olor y comenzó a caminar hacía el. Lo seguí, tomando una flecha del carcaj y colocándola en el arco, sin tensar la cuerda, simplemente preparándome por si tenía que actuar rápido. El animal comenzó a caminar con más rapidez y me obligué a seguirle el paso sigilosamente, buscando la presa que el animal había encontrado...
De un salto me monté a la grupa del bello animal, podía sentir los músculos bajo mis piernas, ya que no lo montaba con ningún tipo de silla, no nos hacía falta. Yo lo había criado y entrenado igual que con Lindalote. Nuestro lenguaje corporal era único, solo yo podía montarle. Y solo él era capaz de traducir hasta el último de mis movimientos como las ordenes de un jinete con las riendas. Solo que aquella relación entre el animal y ello era mucho más personal, cargada de un amor mutuo, al igual que con Lindalote. Eran parte de mi, y yo parte de ellos.
Después de una pequeña presentación para Darkhal, al cual Ashker aceptó mucho más rápido y más cariñosamente que Lindalote, emprendimos la marcha. Pero Darkhal carecía de montura, problema del cual hubo que ocuparse mientras salíamos del pueblo, donde entre ambos pagamos un caballo bayo de color ámbar y crines negras con sus sillas y sus riendas para que pudiera montarlo hasta Dingra. Si quería allí podría venderlo o quedarse con él. Y ahora sí, emprendimos la marcha.
Darkhal y yo hablábamos a ratos durante el camino, de cosas banales en general. Era agradable tener un compañero que rompiera el silencio por mi, que compartiera sus pensamientos, aunque todavía no nos conocíamos bastante para tener la soltura de preguntarnos nada más personal. Y no lo podía evitar pero me intrigaba lo que nos esperaría en Dingra, o más allá. Resultaba un poco patético pensar que acompañaba a un completo desconocido en su viaje por el mero hecho de que huía de mi propio destino, pero intentaba obviarlo, y más aún, intentaba ignorarlo. Tal vez Darkhal tuviera algún asunto de magos en Drackwen, por eso nos dirigíamos a Dingra, y si era así, podría ver a mi hermano. Hacía años que no lo veía...
-Debemos tener cuidado por los caminos, sobre todo por las noches. Las tierras feéricas y más allá, en las mesetas Celestes, no es tan probable que nos ataquen por los caminos, pero desgraciadamente estamos en los reinos humanos, y no todos los humanos somos muy buenos.
Le advertí a mi compañero mientras íbamos a un ritmo tranquilo. Yo no tenía ninguna prisa por llegar, y prefería disfrutar del camino mientras fuera seguro, con la luz del mediodía de los tres soles sobre nuestras cabezas y el camino despejado. El sol me calentaba el pelo y la piel de forma amable, estaba ya completamente sobre nosotros, en un ángulo perfecto. Alcé la vista, con la mano como visera. Si... pronto comenzaría el descenso del sol, aunque lento, pero imparable.
-Paremos aquí.- Le dije a Darkhal cuando estábamos en pleno camino, con los prados verdes a un lado y a otro del camino de tierra, y los árboles formando conjuntos boscosos aquí y allá. - Vamos a comer algo... pero me apetece carne fresca, así que si me permites, me voy a ir de caza un rato a aquellos bosquecillos de allí. Así que yo traigo comida, y tu montas el fuego, trabajo en equipo, ¿no?
Le saqué la lengua divertida mientras me bajaba del grifo de la misma forma ágil que había montado. Tomé el arco y el carcaj, que rebosaba flechas como un erizo sus púas.
-No tardaré Darkhal, Lindalote, ¡vamos! -Le llamé mientras dejaba colgando el petate del pico de Ashker, que se apartó del camino para tumbarse en la mullida hierba verde de verano. Le pió a Darkhal con ojos amables, a la espera de que saliera del camino.
Yo eché a andar alegre hacía el bosque, con Lindalote correteando alegremente a mi alrededor. Le gustaban las cacerías, aunque normalmente el se comía algún animal mientras que yo cazaba la cena, por lo que más que ayudar, el animal me hacía la competencia, pero su instinto era magnifico para encontrar conejos y venados. Lo mejor de aquella actividad de adrenalina, fuerza y estrategia era poder llenarte el estomago con algo caliente y delicioso después de pasarte toda la mañana de viaje, y después cazando, y cuando llevabas una semana de viaje... cazar un venado era una jodida delicia.
En cuanto entré en el bosque observé, sin poder evitar sonreír, como cambiaba la actitud de Lindalote. Sus pasos se volvieron seguros y pesados, cautelosos mientras olfateaba el aire con la trufa negra. Sus ojos amarillos brillaron emocionados al sentir un olor y comenzó a caminar hacía el. Lo seguí, tomando una flecha del carcaj y colocándola en el arco, sin tensar la cuerda, simplemente preparándome por si tenía que actuar rápido. El animal comenzó a caminar con más rapidez y me obligué a seguirle el paso sigilosamente, buscando la presa que el animal había encontrado...
Última edición por Deteka el Lun Feb 06, 2012 3:37 pm, editado 1 vez
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Un viento algo fuerte soplaba entre los arboles del bosque, haciendo que las hojas cayeran de sus ramas como si de una lluvia se tratara. Hace un tiempo me hubiera escandalizado por ello, digo, no estoy acostumbrado ni a la lluvia ni a las hojas, pero luego de 4 largos años de viaje, la cosa me parece de lo más normal. Tan normal que aburría...
Era mi día numero 24 en aquella región, y continuaba asentado en el mismo lugar: un pequeño bosque en mitad de los caminos que recorren el reino de los humanos. Aunque no fuera una gigantesca extensión de tierra, estaba bastante poblada por animales comestibles (Los animales en esta región son increíblemente más fáciles de cazar que los del desierto, claro, una vez que te acostumbras a tanto verdor), y cruzado por un pequeño la... lago, creo que así se decía, y aunque tanta agua me parecía un sueño hecho realidad, no podía evitar sentirme un poco perturbado al permanecer estático en un solo lugar; he pesado eso desde el primer día que me establecí en este lugar. La única razón que me obligaba a detener mi marcha en esa zona era para comer y dormir durante un tiempo antes de continuar caminando. Pero cuando intentaba continuar avanzando por el camino, me encontraba con hordas de ladrones humanos que me cerraban el paso, obligándome a retroceder antes de ser visto y asaltado. Y luego preguntan el por que de los malas comentarios sobre su raza.
Pensaba en el tema mientras acomodaba mis cosas a la sombra de un gigantesco roble, vigilando un gigantesco conejo que se asaba despellejado sobre una fogata, el fruto de la caza del día de hoy. En unos pocos minutos estaría listo, y si las cosas salían como lo planeaba, algún otro animal carnívoro vendría atraído por el olor y tendría algo para la noche. Los minutos pasaron impasibles, mientras esperaba a que algún estúpido animal se atravesara en el camino para quemarlo vivo. Pero al ver que luego de 5 minutos no pasaba nada, decidí dejarlo. Me levanté y, tomando mis dagas y mi laúd, avancé hacia el lago, dejando la cena enfriarse durante un rato en la improvisada hoguera. Si nadie había parecido en ese tiempo, seguro que nadie vendría después. Ademas, necesitaba un descanso luego de tanto caminar, así que decidí que probaría a bañarme un poco en el lago. En una de esas los humanos acertaban en algo y servía para relajarse.
Era mi día numero 24 en aquella región, y continuaba asentado en el mismo lugar: un pequeño bosque en mitad de los caminos que recorren el reino de los humanos. Aunque no fuera una gigantesca extensión de tierra, estaba bastante poblada por animales comestibles (Los animales en esta región son increíblemente más fáciles de cazar que los del desierto, claro, una vez que te acostumbras a tanto verdor), y cruzado por un pequeño la... lago, creo que así se decía, y aunque tanta agua me parecía un sueño hecho realidad, no podía evitar sentirme un poco perturbado al permanecer estático en un solo lugar; he pesado eso desde el primer día que me establecí en este lugar. La única razón que me obligaba a detener mi marcha en esa zona era para comer y dormir durante un tiempo antes de continuar caminando. Pero cuando intentaba continuar avanzando por el camino, me encontraba con hordas de ladrones humanos que me cerraban el paso, obligándome a retroceder antes de ser visto y asaltado. Y luego preguntan el por que de los malas comentarios sobre su raza.
Pensaba en el tema mientras acomodaba mis cosas a la sombra de un gigantesco roble, vigilando un gigantesco conejo que se asaba despellejado sobre una fogata, el fruto de la caza del día de hoy. En unos pocos minutos estaría listo, y si las cosas salían como lo planeaba, algún otro animal carnívoro vendría atraído por el olor y tendría algo para la noche. Los minutos pasaron impasibles, mientras esperaba a que algún estúpido animal se atravesara en el camino para quemarlo vivo. Pero al ver que luego de 5 minutos no pasaba nada, decidí dejarlo. Me levanté y, tomando mis dagas y mi laúd, avancé hacia el lago, dejando la cena enfriarse durante un rato en la improvisada hoguera. Si nadie había parecido en ese tiempo, seguro que nadie vendría después. Ademas, necesitaba un descanso luego de tanto caminar, así que decidí que probaría a bañarme un poco en el lago. En una de esas los humanos acertaban en algo y servía para relajarse.
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
FDR: Darkhal me ha dado permiso para saltar su turno, así que podemos continuar ^W^
El silencio era pesado y lleno de incertidumbre. Daba pasos lentos, ligeramente ladeada, examinandolo todo con paciencia infinita. Lindalote y yo nos movíamos en dirección contraria al aire, como buenos cazadores, esperando a encontrar la presa y no haciendo ni un solo ruido en el intento. Eramos como dos sombras moviéndonos en aquellos árboles. Mientras más nos adentrábamos, la hierba era más seca, dejaba paso a un terreno algo más terroso, de tierra húmeda y fértil.
Los árboles crecían más juntos y me servían de muro para ocultarme. Lindalote sin embargo se movía más ansioso de lo normal, algo frenético, intentando encontrar la dirección exacta de lo que olisqueaba sin descanso, con los ojos brillantes. O era algo grande o Lindalote tenía mucha hambre, por que no me podía explicar un comportamiento tan poco natural en el animal cuando cazaba. El lobo hacía más ruido del usual al olfatear, y ya no ponía cuidado en sus pasos. Hubiera lo que hubiera en aquel bosque, ¡me lo iba a espantar!
-Tss, Lindalote...-Susurré, pero el animal no pareció escucharme. Se metió dentro de unos matorrales altos, tras los cuales no era capaz de ver mucho. Veía su cuerpo entre el follaje verde y amarillento, el lomo ligeramente erizado, las patas tiesas, listo para...
"¿Que está viendo?" Me pregunté con ansiedad hasta que el olor llegó a mis fosas nasales. Era leve, apenas perceptible, pero olía a carne asandose. "No puede ser..."
Necesitaba ver lo que veía el animal, así que me obligué amoverme en circulo, alejandome de mi posici´pon para poder sortear los matojos altos.
Y en ese precioso tiempo Lindalote, sigiloso y paciente, se acercó a la pequeña fogata donde se estaba asando un conejo gordo de campo, bien desollado, listo para comer prácticamente, con la grasa chorreando hacía las llamas mientras se cocía.
El lobo negro como la noche estaba ya junto al jugoso animalito muerto y asadito, como si fuera comida rápida, y abrió las potentes mandíbulas, sin importarle la cercanía al fuego, lo pilló entre las fauces y echó a correr como alma que lleva el diablo, haciendo bastante ruido, por que sabía que si el humano le encontraba se iba a enterar. Se giró en la dirección en la que yo estaba, parándose un segundo para buscarme antes de retomar su camino.
Estaba enfadada, y sinceramente, ya no sabía si Lidnalote huía del pobre viajero que se había quedado sin almuerzo, o de mi, que iba a darle una buena reprimenda.
El silencio era pesado y lleno de incertidumbre. Daba pasos lentos, ligeramente ladeada, examinandolo todo con paciencia infinita. Lindalote y yo nos movíamos en dirección contraria al aire, como buenos cazadores, esperando a encontrar la presa y no haciendo ni un solo ruido en el intento. Eramos como dos sombras moviéndonos en aquellos árboles. Mientras más nos adentrábamos, la hierba era más seca, dejaba paso a un terreno algo más terroso, de tierra húmeda y fértil.
Los árboles crecían más juntos y me servían de muro para ocultarme. Lindalote sin embargo se movía más ansioso de lo normal, algo frenético, intentando encontrar la dirección exacta de lo que olisqueaba sin descanso, con los ojos brillantes. O era algo grande o Lindalote tenía mucha hambre, por que no me podía explicar un comportamiento tan poco natural en el animal cuando cazaba. El lobo hacía más ruido del usual al olfatear, y ya no ponía cuidado en sus pasos. Hubiera lo que hubiera en aquel bosque, ¡me lo iba a espantar!
-Tss, Lindalote...-Susurré, pero el animal no pareció escucharme. Se metió dentro de unos matorrales altos, tras los cuales no era capaz de ver mucho. Veía su cuerpo entre el follaje verde y amarillento, el lomo ligeramente erizado, las patas tiesas, listo para...
"¿Que está viendo?" Me pregunté con ansiedad hasta que el olor llegó a mis fosas nasales. Era leve, apenas perceptible, pero olía a carne asandose. "No puede ser..."
Necesitaba ver lo que veía el animal, así que me obligué amoverme en circulo, alejandome de mi posici´pon para poder sortear los matojos altos.
Y en ese precioso tiempo Lindalote, sigiloso y paciente, se acercó a la pequeña fogata donde se estaba asando un conejo gordo de campo, bien desollado, listo para comer prácticamente, con la grasa chorreando hacía las llamas mientras se cocía.
El lobo negro como la noche estaba ya junto al jugoso animalito muerto y asadito, como si fuera comida rápida, y abrió las potentes mandíbulas, sin importarle la cercanía al fuego, lo pilló entre las fauces y echó a correr como alma que lleva el diablo, haciendo bastante ruido, por que sabía que si el humano le encontraba se iba a enterar. Se giró en la dirección en la que yo estaba, parándose un segundo para buscarme antes de retomar su camino.
Estaba enfadada, y sinceramente, ya no sabía si Lidnalote huía del pobre viajero que se había quedado sin almuerzo, o de mi, que iba a darle una buena reprimenda.
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
El agua hervía en el lago mientras yo permanecía hundido en el desde el cuello hacia abajo, con los ojos cerrados. Realmente estaba cómodo, muy cómodo, tanto que quería no volver a salir del agua, al menos durante un par de minutos. Podía sentir como la fatiga se retiraba de mi cuerpo lentamente, al igual que la mugre acumulada. Claro, tuve que deshacerme de mis prendas para tirarme al agua, pero no me importaba estar desnudo un par de minutos por esto, creo que lo convertiré en una costumbre nueva para mi pueblo cuando regrese... si es que regreso. Decidí alejar esos pensamientos de mi mente cerrando los ojos, mientras el vapor formaba una niebla leve a mi alrededor. Podía oir el cantar de los animales, podía sentir las vibraciones en la tierra cercana, podía sentir el sabor de la briza, incluso podía... podía oler el sudor de un depredador exitoso, un lobo emocionado por una nueva presa obtenida...
- ... Enestazonanohaylobos...
Tuve que esperar unos tres segundos para asimilar la información y levantarme de golpe del agua, estirando la nariz y sintiendo los aromas a mi alrededor. Si, podía sentir la pestilencia de un animal de caza, bastante fino a decir verdad, demasiado como para ser un salvaje. También podía sentir a la lejanía el aroma de una mujer joven, pero lo más importante: Ya no sentía olor a conejo asandose.
- Ohmierda...¡MIERDALACENA!
Di un fuerte salto del agua y, sin molestarme en ponerme otra prenda que mi capa, cubrí mi rostro y mi cuerpo y salte a toda velocidad hacia el bosque, con el laúd colgando de mi espalda y las dagas ocultas cada una en una de mis mangas. Me moví en silencio pero rápidamente por entre los arboles, con la prenda cubriéndome hasta las rodillas, y me detuve cuando estuve lo suficientemente cerca como para observar la escena, oculto entre el follaje. Allí estaba, el estúpido animalejo, un lobo de piel negra azabache, sosteniendo mi cena entre sus fauces. No podía ver a la chica desde mi posición, pero podía olerla, estaba cerca. El animal corrió a toda velocidad, armando un escándalo que indicaba que sabía lo que le esperaba si llegaba a atraparlo, lo extraño es que tampoco corrió hacia la que se supone era su ama, posiblemente por miedo a una reprimenda o simplemente por estupidez. Tomé una astilla de un árbol cercano, la guarde en uno de los bolsillos del turbante, y luego salte a toda velocidad desde mi posición, persiguiendo al canino. Si, seguro que me haría un buen abrigo con su piel si llegaba a pillarlo.
- ... Enestazonanohaylobos...
Tuve que esperar unos tres segundos para asimilar la información y levantarme de golpe del agua, estirando la nariz y sintiendo los aromas a mi alrededor. Si, podía sentir la pestilencia de un animal de caza, bastante fino a decir verdad, demasiado como para ser un salvaje. También podía sentir a la lejanía el aroma de una mujer joven, pero lo más importante: Ya no sentía olor a conejo asandose.
- Ohmierda...¡MIERDALACENA!
Di un fuerte salto del agua y, sin molestarme en ponerme otra prenda que mi capa, cubrí mi rostro y mi cuerpo y salte a toda velocidad hacia el bosque, con el laúd colgando de mi espalda y las dagas ocultas cada una en una de mis mangas. Me moví en silencio pero rápidamente por entre los arboles, con la prenda cubriéndome hasta las rodillas, y me detuve cuando estuve lo suficientemente cerca como para observar la escena, oculto entre el follaje. Allí estaba, el estúpido animalejo, un lobo de piel negra azabache, sosteniendo mi cena entre sus fauces. No podía ver a la chica desde mi posición, pero podía olerla, estaba cerca. El animal corrió a toda velocidad, armando un escándalo que indicaba que sabía lo que le esperaba si llegaba a atraparlo, lo extraño es que tampoco corrió hacia la que se supone era su ama, posiblemente por miedo a una reprimenda o simplemente por estupidez. Tomé una astilla de un árbol cercano, la guarde en uno de los bolsillos del turbante, y luego salte a toda velocidad desde mi posición, persiguiendo al canino. Si, seguro que me haría un buen abrigo con su piel si llegaba a pillarlo.
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Eché a correr tras el lobo mientras escuchaba chapoteos a mi espalda y como alguien maldecía. Por la voz era un hombre. Mmm malo. Muy malo. Un hombre con hambre jamás permitiría que le robaran la cena y lo que fuera saliera de una pieza, y últimamente en las tierras humanas se pagaba demasiado bien la piel de lobo.
En la mano derecha la fina cuerda me estranguló la unión de las falanges los dedos con la presión cuando tensé el arco, con toda la fuerza de mi brazo, marcando los músculos desde la mano hasta el hombro. Corría detrás de Lindalote con todas mis fuerzas mientras aguantaba la tensión del arco, lo cual era bastante problemático durante una carrera, pero no me jugaría la vida de Lindalote por comodidad. Las ramas bajas de los árboles me arañaron la cara y los brazos en la carrera, y las ramitas de arbustos más bajos me pinchaban en las piernas.
Podía ver a Lindalote, era un animal demasiado grande como para no verlo, por muy sigiloso que pudiera ser el lobo huargo. En la carrera llegamos a las lindes del bosque prácticamente y el lobo se vio desprovisto de la escasa protección que pudieran brindarle los árboles y las ramas dentro del bosquecillo, ahora estaba por el lado contrario del cual habíamos entrado, el camino estaba lejos, solo había explanadas verdes y más agrupaciones de árboles a lo lejos.
Y tras él salió en una exasperación un joven de piel morena, agitado, visiblemente enfado. No, definitivamente no iba a pedirle la patita al "perrito". Salí de la sombra de los arboles con paso lento, apuntándole directamente a la cabeza, el arco compuesto con la madera elástica tensada hasta el extremo. Si lo soltaba la cuerda con facilidad la flecha atravesaría el cráneo. Era un arco muy potente.
A paso lento me coloqué junto a Lindalote, sin quitarle los ojos de encima a nuestro nuevo "acompañante". Y no fue hasta que lo analicé sin estar pensando en todas las cosas que podrían surgir para matarme a mi o a Lindalote que me di cuenta de que estaba prácticamente desnudo. Tenía la piel caoba, el color de piel más oscuro que había visto nunca en mi vida, y unos ojos tan rojos como el sol. Estaba empapado, el agua le corría por la piel hasta los pies, resbalando por la piel tostada hasta el suelo. Si, definitivamente era el caballero del almuerzo robado.
-Bueno, esta situación no es muy... cómoda que digamos. - Dije intentando no mirar más allá de lo debido. Al menos tenía la seguridad de que no portaba ningún arma peligrosamente mortal y grande.- El lobo es mio, y sintiéndolo mucho no será tu almuerzo de hoy. Pero si me dais un rato podría cazar algo para vos y quedar en tablas...
Intenté empezar una conversación medianamente educada y decente, no quería soltar aquella flecha.
En la mano derecha la fina cuerda me estranguló la unión de las falanges los dedos con la presión cuando tensé el arco, con toda la fuerza de mi brazo, marcando los músculos desde la mano hasta el hombro. Corría detrás de Lindalote con todas mis fuerzas mientras aguantaba la tensión del arco, lo cual era bastante problemático durante una carrera, pero no me jugaría la vida de Lindalote por comodidad. Las ramas bajas de los árboles me arañaron la cara y los brazos en la carrera, y las ramitas de arbustos más bajos me pinchaban en las piernas.
Podía ver a Lindalote, era un animal demasiado grande como para no verlo, por muy sigiloso que pudiera ser el lobo huargo. En la carrera llegamos a las lindes del bosque prácticamente y el lobo se vio desprovisto de la escasa protección que pudieran brindarle los árboles y las ramas dentro del bosquecillo, ahora estaba por el lado contrario del cual habíamos entrado, el camino estaba lejos, solo había explanadas verdes y más agrupaciones de árboles a lo lejos.
Y tras él salió en una exasperación un joven de piel morena, agitado, visiblemente enfado. No, definitivamente no iba a pedirle la patita al "perrito". Salí de la sombra de los arboles con paso lento, apuntándole directamente a la cabeza, el arco compuesto con la madera elástica tensada hasta el extremo. Si lo soltaba la cuerda con facilidad la flecha atravesaría el cráneo. Era un arco muy potente.
A paso lento me coloqué junto a Lindalote, sin quitarle los ojos de encima a nuestro nuevo "acompañante". Y no fue hasta que lo analicé sin estar pensando en todas las cosas que podrían surgir para matarme a mi o a Lindalote que me di cuenta de que estaba prácticamente desnudo. Tenía la piel caoba, el color de piel más oscuro que había visto nunca en mi vida, y unos ojos tan rojos como el sol. Estaba empapado, el agua le corría por la piel hasta los pies, resbalando por la piel tostada hasta el suelo. Si, definitivamente era el caballero del almuerzo robado.
-Bueno, esta situación no es muy... cómoda que digamos. - Dije intentando no mirar más allá de lo debido. Al menos tenía la seguridad de que no portaba ningún arma peligrosamente mortal y grande.- El lobo es mio, y sintiéndolo mucho no será tu almuerzo de hoy. Pero si me dais un rato podría cazar algo para vos y quedar en tablas...
Intenté empezar una conversación medianamente educada y decente, no quería soltar aquella flecha.
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Tuve que frenar bruscamente cuando tuve frente a mí a la chica, o mejor dicho su arco. Era una guerrera, eso ya estaba claro, pues no parecía titubear ni un segundo al sostener ese arco. Escuche sus palabras con impaciencia, el tiempo es algo preciado y la verdad no me gustaba perderlo en cosas tan banales como una conversación. Aún así, en la posición en que estaba, si hacía un movimiento en falso terminaría con una flecha atravesándome el cerebro. Respire profundamente, echándole una mirada al animal que se refugiaba tras ella. Quería que supiera que, por muy bien protegido que estuviera ahora, no se había librado de mi, al menos no para siempre. Un Yan nunca olvida.
- Mepareceinjusto... -tosí fuertemente, haciendo un esfuerzo por hablar con lentitud. La ultima vez que hablé en dialecto del desierto me sacaron de una taberna- ... Me parece injusto, de donde yo vengo esa clase de robos se castigan cortándole la mano al culpable... -dí un respiro- Ademas, con el escándalo que armó todos los conejos han huido, yo lo se
Y realmente lo sentía, el aroma a conejo se había esfumado del ambiente, lo más probable es que, al sentir el peligro, los animales hubieran huido o quizás solo se ocultaron en sus madrigueras. En ese caso, tomaría horas hacerlos regresar, horas que yo no tengo por que el hambre la tengo AHORA. Observe a la joven frente a mí de arriba a abajo, buscando armas o cualquier otro objeto peligroso que trajera encima. Se veía que estaría dispuesta a pelear por el lobo ese, y si empezábamos un conflicto lo más probable es que terminaríamos incendiando el lugar. Respiré calmadamente.
- Pero creo que podré hacer caso omiso del tema si me trae algo para comer rápido, si no voy a cobrar mi derecho y a cenarme a su animal... aunque créame que la carne de lobo sabe horrible
Mientras hablábamos, hacía un leve movimiento de muñeca para bajar poco a poco la daga de mi brazo izquierdo. Si necesitaría luchar, lo haría. No me importa si fuera contra una mujer...
- Mepareceinjusto... -tosí fuertemente, haciendo un esfuerzo por hablar con lentitud. La ultima vez que hablé en dialecto del desierto me sacaron de una taberna- ... Me parece injusto, de donde yo vengo esa clase de robos se castigan cortándole la mano al culpable... -dí un respiro- Ademas, con el escándalo que armó todos los conejos han huido, yo lo se
Y realmente lo sentía, el aroma a conejo se había esfumado del ambiente, lo más probable es que, al sentir el peligro, los animales hubieran huido o quizás solo se ocultaron en sus madrigueras. En ese caso, tomaría horas hacerlos regresar, horas que yo no tengo por que el hambre la tengo AHORA. Observe a la joven frente a mí de arriba a abajo, buscando armas o cualquier otro objeto peligroso que trajera encima. Se veía que estaría dispuesta a pelear por el lobo ese, y si empezábamos un conflicto lo más probable es que terminaríamos incendiando el lugar. Respiré calmadamente.
- Pero creo que podré hacer caso omiso del tema si me trae algo para comer rápido, si no voy a cobrar mi derecho y a cenarme a su animal... aunque créame que la carne de lobo sabe horrible
Mientras hablábamos, hacía un leve movimiento de muñeca para bajar poco a poco la daga de mi brazo izquierdo. Si necesitaría luchar, lo haría. No me importa si fuera contra una mujer...
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
El examen mutuo no nos tomó demasiado tiempo. El parecía ansioso por estrangular a Lindalote, lo cual podía resultar un peligro potencial al señor estrangulador dado que Lindalote tenía peligrosamente la cabeza cerca del cuello, y los colmillos no eran pequeños, que digamos. A pesar de la impresión que me había dado una piel tan oscura en una persona tan alta y no féerica, se descubrió a si mismo cuando escupió las palabras tan rápido como el vuelo de un dragón.
Mepareceinjusto...
Ni siquiera lo entendí. Escuche las palabras, pero todas juntas y tan rápido que perdieron sus significado como conjunto. Y volvió a delatarse al tomarse un segundo para forzarse ha hablar más lento, lo cual indicaba que sabía que los humanos no teníamos tanta velocidad de palabra, por lo que debía de llevar algún tiempo en las tierras humanas.
... Me parece injusto, de donde yo vengo esa clase de robos se castigan cortándole la mano al culpable...Ademas, con el escándalo que armó todos los conejos han huido, yo lo se. Pero creo que podré hacer caso omiso del tema si me trae algo para comer rápido, si no voy a cobrar mi derecho y a cenarme a su animal... aunque créame que la carne de lobo sabe horrible
-Donde yo nací también cortamos manos, pero mi animal solo tiene garras. Y el terreno es grande y las presas no se atreven a huir a terreno abierto, y seguro que puedo encontrar algo más grande que un conejo. Si me dais un momento compartiremos un buen venado... O al menos, eso esperaba yo.
Bajé lentamente el arco, con prudencia, destensando un poco la cuerda. Solo un poco, por que parecía receloso, realmente receloso, y no podía decir que me sintiera muy cómoda con él y sus instintos asesinos hacia Lindalote, aunque fueran culpa del lobo. Y su lenguaje corporal tampoco hablaba en su favor, y menos aún por el hecho de que estuviera semidesnudo, era algo realmente vergonzoso. No me resultaba vergonzoso su desnudez, había visto otros hombres completamente desnudos a lo largo de mi vida, pero hacía que aquella situación fuera un tanto muy... ridícula. Sin darle la espalda, di un paso atrás, y otro, lentamente, bajando más el arco.
-Lindalote, suelta el conejo y muévete.- Ordené al animal mientras alzaba una pierna para pasarla al otro lado de su lomo con un pequeño salto. Montarlo nunca me había gustado. Era casi tan alto como un caballo, de patas firmes y cuerpo robusto, un animal rápido, todo heredado de su condición de lobo huargo, una raza tan rara como cara en el mercado negro Idhunita. Pero era difícil ir a su lomo, era un animal que dificilmente podía amaestrarse para montarlo, demasiado fuerte, demasiado rebelde. Se guiaba completamente por sus instintos, sin importar lo que ordenara el jinete. Pero por ahora, aquellos instintos tal vez supusieran la diferencia entre el combate y la paz. - Deme solo un momento, caballero, y un voto de confianza.
Dije con una mirada seria, yo le daría un voto de confianza a él dandole la espalda, no quería que me clavasen ninguna daga desde atrás. Palmeé el lomo del lupino animal, ya con la cuerda del arco completamente destensada, y me incliné completamente sobre el lomo, pegando la mejilla al tupido pelaje.
-Un venado Lindalote. Búscame un buen venado. -Susurré en voz baja antes de que el animal, después de olfatear el aire unos cortos segundos, echara acorrer. La carrera era dura, tenía que aferrarme con todas mis fuerzas al pelaje, tensando brazos y piernas para mantenerme allí pegada. El viento a aquella velocidad era más frío, y a la sombra de los árboles, me hacía estremecer. Tenía que cerrar los ojos para que el viento no me hiriera los ojos. Lindalote frenó en seco y yo me erguí, tensando el arco nuevamente. La marcha se volvió mucho más pausada, silenciosa. La respiración de Lindalote era tan leve como el aleteo de una mariposa, y sentía como su lomo iba descendiendo para elevar los "hombros", en una actitud algo más agresiva. Y fue entonces cuando lo vi, pastando tranquilamente, y los ojos negros y grandes,confiados, mirando a ningún sitio en concreto. Los ciervos eran unos animales preciosos, pero tan bonitos como deliciosos al paladar del viajero.
Alcé el brazo con suavidad, apuntando lentamente, con calma. El ciervo alzó la vista tranquilo, y pareció realmente asustado al escuchar el chasquido que hizo la cuerda del arco.
La flecha dibujó una línea recta, perfecta, hacia mi presa, cortando el aire en su camino. Apenas sufrió un instante antes de morir. Me bajé de Lindalote y recogí la flecha del cuerpo inerte. Lo cargué al lomo de Lindalote. Y le indiqué que me guiara de nuevo. Tuve que correr con todas mis fuerzas detrás del animal, atravesando otro de aquellos grupillos de bosque y atravesando un buen terreno de hierba y flores. ¿Como podía correr tanto aquel lobo? Cuando llegué donde me había despedido del desnudo caballero híbrido, estaba despeinada y me faltaba el aire.
-Ya...arf...ya he vuelto - Dije, agradeciendo ahora el viento fresco que corría entre los árboles, porque estaba acalorada, con las manos llenas de sangres, la misma sangre que chorreaba caliente por el lomo de Lindalote antes de que se sacudiera el venado de encima. Apenas podía haber pasado más de media hora. Miré al animal, estricta. - Aleja tu hocico de esa presa, Lindalote. Es mía.
Le ordené. El lobo se sentó a mi lado y me apoyé en el, algo cansada, esperando la respuesta del moreno.
Mepareceinjusto...
Ni siquiera lo entendí. Escuche las palabras, pero todas juntas y tan rápido que perdieron sus significado como conjunto. Y volvió a delatarse al tomarse un segundo para forzarse ha hablar más lento, lo cual indicaba que sabía que los humanos no teníamos tanta velocidad de palabra, por lo que debía de llevar algún tiempo en las tierras humanas.
... Me parece injusto, de donde yo vengo esa clase de robos se castigan cortándole la mano al culpable...Ademas, con el escándalo que armó todos los conejos han huido, yo lo se. Pero creo que podré hacer caso omiso del tema si me trae algo para comer rápido, si no voy a cobrar mi derecho y a cenarme a su animal... aunque créame que la carne de lobo sabe horrible
-Donde yo nací también cortamos manos, pero mi animal solo tiene garras. Y el terreno es grande y las presas no se atreven a huir a terreno abierto, y seguro que puedo encontrar algo más grande que un conejo. Si me dais un momento compartiremos un buen venado... O al menos, eso esperaba yo.
Bajé lentamente el arco, con prudencia, destensando un poco la cuerda. Solo un poco, por que parecía receloso, realmente receloso, y no podía decir que me sintiera muy cómoda con él y sus instintos asesinos hacia Lindalote, aunque fueran culpa del lobo. Y su lenguaje corporal tampoco hablaba en su favor, y menos aún por el hecho de que estuviera semidesnudo, era algo realmente vergonzoso. No me resultaba vergonzoso su desnudez, había visto otros hombres completamente desnudos a lo largo de mi vida, pero hacía que aquella situación fuera un tanto muy... ridícula. Sin darle la espalda, di un paso atrás, y otro, lentamente, bajando más el arco.
-Lindalote, suelta el conejo y muévete.- Ordené al animal mientras alzaba una pierna para pasarla al otro lado de su lomo con un pequeño salto. Montarlo nunca me había gustado. Era casi tan alto como un caballo, de patas firmes y cuerpo robusto, un animal rápido, todo heredado de su condición de lobo huargo, una raza tan rara como cara en el mercado negro Idhunita. Pero era difícil ir a su lomo, era un animal que dificilmente podía amaestrarse para montarlo, demasiado fuerte, demasiado rebelde. Se guiaba completamente por sus instintos, sin importar lo que ordenara el jinete. Pero por ahora, aquellos instintos tal vez supusieran la diferencia entre el combate y la paz. - Deme solo un momento, caballero, y un voto de confianza.
Dije con una mirada seria, yo le daría un voto de confianza a él dandole la espalda, no quería que me clavasen ninguna daga desde atrás. Palmeé el lomo del lupino animal, ya con la cuerda del arco completamente destensada, y me incliné completamente sobre el lomo, pegando la mejilla al tupido pelaje.
-Un venado Lindalote. Búscame un buen venado. -Susurré en voz baja antes de que el animal, después de olfatear el aire unos cortos segundos, echara acorrer. La carrera era dura, tenía que aferrarme con todas mis fuerzas al pelaje, tensando brazos y piernas para mantenerme allí pegada. El viento a aquella velocidad era más frío, y a la sombra de los árboles, me hacía estremecer. Tenía que cerrar los ojos para que el viento no me hiriera los ojos. Lindalote frenó en seco y yo me erguí, tensando el arco nuevamente. La marcha se volvió mucho más pausada, silenciosa. La respiración de Lindalote era tan leve como el aleteo de una mariposa, y sentía como su lomo iba descendiendo para elevar los "hombros", en una actitud algo más agresiva. Y fue entonces cuando lo vi, pastando tranquilamente, y los ojos negros y grandes,confiados, mirando a ningún sitio en concreto. Los ciervos eran unos animales preciosos, pero tan bonitos como deliciosos al paladar del viajero.
Alcé el brazo con suavidad, apuntando lentamente, con calma. El ciervo alzó la vista tranquilo, y pareció realmente asustado al escuchar el chasquido que hizo la cuerda del arco.
La flecha dibujó una línea recta, perfecta, hacia mi presa, cortando el aire en su camino. Apenas sufrió un instante antes de morir. Me bajé de Lindalote y recogí la flecha del cuerpo inerte. Lo cargué al lomo de Lindalote. Y le indiqué que me guiara de nuevo. Tuve que correr con todas mis fuerzas detrás del animal, atravesando otro de aquellos grupillos de bosque y atravesando un buen terreno de hierba y flores. ¿Como podía correr tanto aquel lobo? Cuando llegué donde me había despedido del desnudo caballero híbrido, estaba despeinada y me faltaba el aire.
-Ya...arf...ya he vuelto - Dije, agradeciendo ahora el viento fresco que corría entre los árboles, porque estaba acalorada, con las manos llenas de sangres, la misma sangre que chorreaba caliente por el lomo de Lindalote antes de que se sacudiera el venado de encima. Apenas podía haber pasado más de media hora. Miré al animal, estricta. - Aleja tu hocico de esa presa, Lindalote. Es mía.
Le ordené. El lobo se sentó a mi lado y me apoyé en el, algo cansada, esperando la respuesta del moreno.
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
- Por mí esta bien, depositare mi confianza en usted...
Así como llegó, vi a la joven guerrera subirse en el lomo de aquel animal infernal y lanzarse a la casería en pocos minutos. Yo solo suspiré, dejándome caer lentamente sobre el suelo y ordenando las brazas de mi fogata para volverla a encender. Podía sentir una extraña brisa cruzando todo mi cuerpo, aunque asumí que se debería seguramente al agua que me cubría. Mientras más pronto pudiera terminar de hacer la fogata, mucho mejor. Mientras reunía las astillas y ponía mis manos sobre ellas para empezar a encender el fuego, no pude evitar pensar en los riegos que estaba tomando. A esa chica no la conocía de nada, y desde ya le había depositado mi confianza. Si hubiera pasado esto tan solo unos años antes quizás solo hubiera atacado al lobo cuando ella me diera la espalda, la verdad es que todo este viaje me había ablandado de sobremanera. Un repentino cosquilleo en mis manos me hizo reaccionar, al parecer el fuego ardía y mis manos comenzaban a resentirse un poco del calor del fuego. Las retire lentamente, pues a pesar de aquel cosquilleo me agradaba sentir el calor en mi cuerpo, me recordaba un poco a mi hogar. Como vi que la joven no regresaba, decidí hacer algo productivo y traer mis cosas de regreso al "campamento". Luego podría pensar en cazar a la chica si es que llegaba a pensar en nunca volver.
Pasaron un poco menos de treinta minutos antes de oír el paso del lobo en el bosque. El animal se detuvo frente a mí, observándome con recelo. La chica llego solo segundos después, cansada. Al parecer no estaba acostumbrada a correr grandes distancias a campo traviesa. Estaba cubierta de sangre y pequeñas ramitas, la verdad es que hice lo posible por evitar reírme a pesar de lo ridícula de su apariencia. En su lugar me concentré más en el venado que llevaba el lobo. Realmente una pieza hermosa, al parecer cazada con cuidado y que podría proporcionar comida para mucho tiempo si se le curtía y cocinaba con cuidado. Tomé lentamente la ofrenda y la examiné en busca de alguna falla, como veneno por ejemplo. Parecía limpio.
- ... Me parece bien -comenté, hablando con dificultad- Creo que bastará para cubrir lo que me debe ese... animal -intente reprimir cualquier otro comentario más peyorativo, no quería pelear todavía- ... Supongo que podríamos compartirlo, digo, si así lo quiere es libre de quedarse... pero ese animal no cenara del venado, ya tuvo suficiente con ese conejo
Y sin más comentarios, levante el venado y lo deje sobre una roca, cerca de la fogata. Acto seguido, saqué ambas dagas de mi capa y me dispuse a desollar al animal, dandole la espalda a la chica y a su animal. La verdad es que la mantenía vigilada en todo momento, si llegaba a escucharla tensar la cuerda del arco estaba dispuesto lanzar una daga directo entre sus ojos. Aunque a decir verdad no parecía una persona que atacara por la espalda, no podía olvidar el hecho de que era un ser humano... y ellos son unos sinvergüenzas por naturaleza.
Ambas dagas se movieron con suavidad pero con firmeza por sobre el animal, retirando con cuidado la piel y los cuernos y luego separando la carne comestible de los huesos. Las vísceras y otros despojos los deposité con cuidado sobre el pasto, pues utilizaría hasta el más mínimo recurso que el hermoso animal pudiera otorgarme. Una vez curtida la piel se vendería fácilmente. Los huesos y los cuernos también, aunque preferiría hacerme unas cuantas herramientas con ellos. Finalmente los despojos servirían como carnada para animales grandes en el resto del viaje. Pensaba en todo aquello mientras dejaba la carne atravesada por un palo y colgando sobre la fogata, asándose lentamente. Luego simplemente me deje caer al suelo, sin pronunciar palabra. Era en estos momentos en los cuales me gustaba disfrutar del silencio del bosque, pero decidí confirmar con la mirada si la joven seguía allí antes de relajarme demasiado. Tenía mi laúd en la mano cuando tantee el terreno mentalmente. No quería más sorpresas.
Así como llegó, vi a la joven guerrera subirse en el lomo de aquel animal infernal y lanzarse a la casería en pocos minutos. Yo solo suspiré, dejándome caer lentamente sobre el suelo y ordenando las brazas de mi fogata para volverla a encender. Podía sentir una extraña brisa cruzando todo mi cuerpo, aunque asumí que se debería seguramente al agua que me cubría. Mientras más pronto pudiera terminar de hacer la fogata, mucho mejor. Mientras reunía las astillas y ponía mis manos sobre ellas para empezar a encender el fuego, no pude evitar pensar en los riegos que estaba tomando. A esa chica no la conocía de nada, y desde ya le había depositado mi confianza. Si hubiera pasado esto tan solo unos años antes quizás solo hubiera atacado al lobo cuando ella me diera la espalda, la verdad es que todo este viaje me había ablandado de sobremanera. Un repentino cosquilleo en mis manos me hizo reaccionar, al parecer el fuego ardía y mis manos comenzaban a resentirse un poco del calor del fuego. Las retire lentamente, pues a pesar de aquel cosquilleo me agradaba sentir el calor en mi cuerpo, me recordaba un poco a mi hogar. Como vi que la joven no regresaba, decidí hacer algo productivo y traer mis cosas de regreso al "campamento". Luego podría pensar en cazar a la chica si es que llegaba a pensar en nunca volver.
Pasaron un poco menos de treinta minutos antes de oír el paso del lobo en el bosque. El animal se detuvo frente a mí, observándome con recelo. La chica llego solo segundos después, cansada. Al parecer no estaba acostumbrada a correr grandes distancias a campo traviesa. Estaba cubierta de sangre y pequeñas ramitas, la verdad es que hice lo posible por evitar reírme a pesar de lo ridícula de su apariencia. En su lugar me concentré más en el venado que llevaba el lobo. Realmente una pieza hermosa, al parecer cazada con cuidado y que podría proporcionar comida para mucho tiempo si se le curtía y cocinaba con cuidado. Tomé lentamente la ofrenda y la examiné en busca de alguna falla, como veneno por ejemplo. Parecía limpio.
- ... Me parece bien -comenté, hablando con dificultad- Creo que bastará para cubrir lo que me debe ese... animal -intente reprimir cualquier otro comentario más peyorativo, no quería pelear todavía- ... Supongo que podríamos compartirlo, digo, si así lo quiere es libre de quedarse... pero ese animal no cenara del venado, ya tuvo suficiente con ese conejo
Y sin más comentarios, levante el venado y lo deje sobre una roca, cerca de la fogata. Acto seguido, saqué ambas dagas de mi capa y me dispuse a desollar al animal, dandole la espalda a la chica y a su animal. La verdad es que la mantenía vigilada en todo momento, si llegaba a escucharla tensar la cuerda del arco estaba dispuesto lanzar una daga directo entre sus ojos. Aunque a decir verdad no parecía una persona que atacara por la espalda, no podía olvidar el hecho de que era un ser humano... y ellos son unos sinvergüenzas por naturaleza.
Ambas dagas se movieron con suavidad pero con firmeza por sobre el animal, retirando con cuidado la piel y los cuernos y luego separando la carne comestible de los huesos. Las vísceras y otros despojos los deposité con cuidado sobre el pasto, pues utilizaría hasta el más mínimo recurso que el hermoso animal pudiera otorgarme. Una vez curtida la piel se vendería fácilmente. Los huesos y los cuernos también, aunque preferiría hacerme unas cuantas herramientas con ellos. Finalmente los despojos servirían como carnada para animales grandes en el resto del viaje. Pensaba en todo aquello mientras dejaba la carne atravesada por un palo y colgando sobre la fogata, asándose lentamente. Luego simplemente me deje caer al suelo, sin pronunciar palabra. Era en estos momentos en los cuales me gustaba disfrutar del silencio del bosque, pero decidí confirmar con la mirada si la joven seguía allí antes de relajarme demasiado. Tenía mi laúd en la mano cuando tantee el terreno mentalmente. No quería más sorpresas.
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
El día había pasado sin demasiados problemas con un trote calmado. Pasaba con velocidad y las lunas pronto reclamarían su puesto. Darkhal había necesitado de una montura, había residido partir de casa sin ninguno de sus caballos y afrontaba las desventajas de tales decisiones. Este debía ser el tercer caballo que compraba en su viaje, se le hacia difícil no encariñarse con ellos pero al final terminaba vendiéndolos en momentos de apuros. Cocoa II era el nombre de su nueva adquisición se había llevado bien con el durante el viaje, un don innato con los animales, casi todos pensó cuando la imagen del cuervo le llegaba a la mente.
Darkhal seguía tirado en la hierva, lo había echo unos minutos después de que Det se fuera y no había tenido ganas para levantarse. Recordó que tenia la orden de encender una fogata... suerte que casi no necesitaba esfuerzo, por cosas como esa la magia era tan divertida. Decidió levantarse del suelo, aunque con la poca de ganas que tenia se le hizo raro hasta a el mismo el pararse. - Bien, la jefa mando a hacer una fogata... cosa de niños jo jo -hablaba solo para que el aburrimiento no terminara matándolo. Una habilidad de traslación y luego el poder de hacer fuego, fue lo primero que le llego a la mente, estaba bastante acostumbrado a usar la magia para cualquier cosa que tuviera que hacer según el "mas esfuerzo del necesario" igual era a Horus al que le tocaba las complicadas tareas como cazar o recolectar. Un perfecto niño mimado de la realeza, pensó para si mismo divertido mientras se adentraba un poco en el bosque.
-Ashker cuida de Cocoa mientas hago lo que me mando tu dueña - y seguido de esto saco una manzana de las de la noche anterior de su bulto que comenzó a comer y siguió caminando mas dentro del follaje. -Gaviotas!-dijo y de sus manos una energía transparente y brillante que empezaba a generar dos aves de cristal. La habilidad especifica de este hechizo era la de trasladar los objetos que tocara, en el caso de Deteka y el gigantesco lobo, le habían dado una sensación de vuelo. Ahora mas bien funcionaba para recoger las ramas que aparecieran en el bosque sin tener que ir a buscarlas.
La verdad Deteka y Lindalote se habían tardado demasiado en volver, en un principio no dudaba de sus habilidades de caza, pero con lo que llevaban dentro del bosque, como mínimo Lindalote se había comido a todos los conejos antes de que su ama tuviera oportunidad de atraparlos. Si buscarlos no implicara el tener que adentrarse tanto en zona desconocida lo hubiese hecho...
-Carne..- dijo en voz alta cuando el aroma de carne cosida lo empezó llamar desde algún lugar del bosque. En poco tiempo ya había dejado atrás al grifo y a su caballo y no tenia bastante idea de donde rallos estaba, inevitablemente siguió el olor a ver conque se encontraba y llego lo suficientemente cerca como para ver en parte el cuerpo de Lindalote. -Entonces dejas tirado a tu prin... sipe a la primera de cambio?- Hizo una pausa para cambiar de genero el sobre nombre que tanto le había gustado a su acompañante, al ver a otra persona cerca no valla a ser que empiece mas confusión de la cuenta.
Darkhal seguía tirado en la hierva, lo había echo unos minutos después de que Det se fuera y no había tenido ganas para levantarse. Recordó que tenia la orden de encender una fogata... suerte que casi no necesitaba esfuerzo, por cosas como esa la magia era tan divertida. Decidió levantarse del suelo, aunque con la poca de ganas que tenia se le hizo raro hasta a el mismo el pararse. - Bien, la jefa mando a hacer una fogata... cosa de niños jo jo -hablaba solo para que el aburrimiento no terminara matándolo. Una habilidad de traslación y luego el poder de hacer fuego, fue lo primero que le llego a la mente, estaba bastante acostumbrado a usar la magia para cualquier cosa que tuviera que hacer según el "mas esfuerzo del necesario" igual era a Horus al que le tocaba las complicadas tareas como cazar o recolectar. Un perfecto niño mimado de la realeza, pensó para si mismo divertido mientras se adentraba un poco en el bosque.
-Ashker cuida de Cocoa mientas hago lo que me mando tu dueña - y seguido de esto saco una manzana de las de la noche anterior de su bulto que comenzó a comer y siguió caminando mas dentro del follaje. -Gaviotas!-dijo y de sus manos una energía transparente y brillante que empezaba a generar dos aves de cristal. La habilidad especifica de este hechizo era la de trasladar los objetos que tocara, en el caso de Deteka y el gigantesco lobo, le habían dado una sensación de vuelo. Ahora mas bien funcionaba para recoger las ramas que aparecieran en el bosque sin tener que ir a buscarlas.
La verdad Deteka y Lindalote se habían tardado demasiado en volver, en un principio no dudaba de sus habilidades de caza, pero con lo que llevaban dentro del bosque, como mínimo Lindalote se había comido a todos los conejos antes de que su ama tuviera oportunidad de atraparlos. Si buscarlos no implicara el tener que adentrarse tanto en zona desconocida lo hubiese hecho...
-Carne..- dijo en voz alta cuando el aroma de carne cosida lo empezó llamar desde algún lugar del bosque. En poco tiempo ya había dejado atrás al grifo y a su caballo y no tenia bastante idea de donde rallos estaba, inevitablemente siguió el olor a ver conque se encontraba y llego lo suficientemente cerca como para ver en parte el cuerpo de Lindalote. -Entonces dejas tirado a tu prin... sipe a la primera de cambio?- Hizo una pausa para cambiar de genero el sobre nombre que tanto le había gustado a su acompañante, al ver a otra persona cerca no valla a ser que empiece mas confusión de la cuenta.
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
La tensión todavía se respiraba en el aire cuando la presa quedó expuesta a los críticos ojos del joven de piel caoba. Para mi gusto aquella hembra de venado podría haber comido más ultimamente, aunque no podía negar que era un ejemplar bastante bello.
... Me parece bien. Creo que bastará para cubrir lo que me debe ese... animal... Supongo que podríamos compartirlo, digo, si así lo quiere es libre de quedarse... pero ese animal no cenara del venado, ya tuvo suficiente con ese conejo
Mi orgullo se crispó echando chispas, ¿como podía hablar como si fuera él mismo el que hubiera cazado semejante ciervo y no un triste conejo delgacuho?!. Me giré y fulminé aquellos ojos rojos con una mirada severa.
-La presa es mía, yo la he matado. No supones que lo podríamos compartir, lo compartiremos. Puedes quedarte todo lo que quieras, pero la carne que te debo es la equivalente a un conejo, no más. -Dije en tono firme y seguro. El material bruto del animal, como piel y astas no me importaban un comino, el dinero no era un problema para mi, pero el almuerzo si.
Solté un bufido exasperado mientras me acercaba al río, con Lindalote pululando a mi alrededor, algo receloso.
-¿Cuando conseguiré enseñarte que cuando se caza busco algo vivo? - Regañé al lobo, más exasperada que otra cosa. Me senté a la orilla del lago, metiendo los brazos hasta el codo para lavar la sangre en el agua helada.- Al agua bicho -le exigí al lobo.- No iras chorreando de sangre mientras yo sea tu ama.
Lindalote entró en el agua como un gato a una bañera, a regañadientes. Tuve que tirar de él hasta que estuve metida en el agua hasta las rodillas, donde empecé a echarle agua por encima, y entonces se rindió y me dejó que lo lavar aun poco. Al terminar lucía realmente cómico. El espeso pelaje negro se le pegaba al cuerpo, pesado y húmedo, goteando, y parecía que lo hubiera lamido una vaca.
-Pero al menos estas limpio.- Le dije divertida mientras salía yo del lago, con el pantalón de cuero chorreándome en los pies desnudos. Lindalote se me adelantó, en un intento de huir del campamento para recuperar su conejo asado, babeado, y a estas alturas, frío.
Entonces dejas tirado a tu prin... sipe a la primera de cambio?
Alcé la cabeza, sorprendida de oír una voz conocida. Con tanta tensión se me había olvidado. Me acerqué a él tranquilamente, sin quitarle un ojo de encima al híbrido.
-Darkhal, perdóname... he tenido que hacer una partida doble de caza. Iba a ir a por ti ahora mismo, estaba limpiándome de sangre. -Le sonreí amablemente mientras señalaba hacía atrás, en dirección al viajero con el que tan accidentalmente me había topado. Realmente podía afirmar que tenía un problema moreno, pero si lo expresara en alto no sabría con certeza si me refería a Lindalote o al muchacho. Pensé que tenía que dejar de llamarlo "moreno" algún día, así que alcé la voz.
-Eh, cocinero, aún no me habéis dicho vuestro nombre aunque os haya conseguido la cena. Si vamos a comer juntos que menos que saber como os llamáis.
Miré a Darkhal otra vez, buscando tras él a su montura, o lo que fuera. Se había dejado los animales atrás... mm.. grave error. Un grifo impone respeto, los viajeros no lo robarían, pero un caballo con riendas en medio del camino es como una mendrugo de pan blanco en una plaza llena de palomas hambrientas.
-Darkhal, debería ir a por las monturas... ¿te encargas tu de echarle un vistazo a Lindalote si vuelve por aquí?
... Me parece bien. Creo que bastará para cubrir lo que me debe ese... animal... Supongo que podríamos compartirlo, digo, si así lo quiere es libre de quedarse... pero ese animal no cenara del venado, ya tuvo suficiente con ese conejo
Mi orgullo se crispó echando chispas, ¿como podía hablar como si fuera él mismo el que hubiera cazado semejante ciervo y no un triste conejo delgacuho?!. Me giré y fulminé aquellos ojos rojos con una mirada severa.
-La presa es mía, yo la he matado. No supones que lo podríamos compartir, lo compartiremos. Puedes quedarte todo lo que quieras, pero la carne que te debo es la equivalente a un conejo, no más. -Dije en tono firme y seguro. El material bruto del animal, como piel y astas no me importaban un comino, el dinero no era un problema para mi, pero el almuerzo si.
Solté un bufido exasperado mientras me acercaba al río, con Lindalote pululando a mi alrededor, algo receloso.
-¿Cuando conseguiré enseñarte que cuando se caza busco algo vivo? - Regañé al lobo, más exasperada que otra cosa. Me senté a la orilla del lago, metiendo los brazos hasta el codo para lavar la sangre en el agua helada.- Al agua bicho -le exigí al lobo.- No iras chorreando de sangre mientras yo sea tu ama.
Lindalote entró en el agua como un gato a una bañera, a regañadientes. Tuve que tirar de él hasta que estuve metida en el agua hasta las rodillas, donde empecé a echarle agua por encima, y entonces se rindió y me dejó que lo lavar aun poco. Al terminar lucía realmente cómico. El espeso pelaje negro se le pegaba al cuerpo, pesado y húmedo, goteando, y parecía que lo hubiera lamido una vaca.
-Pero al menos estas limpio.- Le dije divertida mientras salía yo del lago, con el pantalón de cuero chorreándome en los pies desnudos. Lindalote se me adelantó, en un intento de huir del campamento para recuperar su conejo asado, babeado, y a estas alturas, frío.
Entonces dejas tirado a tu prin... sipe a la primera de cambio?
Alcé la cabeza, sorprendida de oír una voz conocida. Con tanta tensión se me había olvidado. Me acerqué a él tranquilamente, sin quitarle un ojo de encima al híbrido.
-Darkhal, perdóname... he tenido que hacer una partida doble de caza. Iba a ir a por ti ahora mismo, estaba limpiándome de sangre. -Le sonreí amablemente mientras señalaba hacía atrás, en dirección al viajero con el que tan accidentalmente me había topado. Realmente podía afirmar que tenía un problema moreno, pero si lo expresara en alto no sabría con certeza si me refería a Lindalote o al muchacho. Pensé que tenía que dejar de llamarlo "moreno" algún día, así que alcé la voz.
-Eh, cocinero, aún no me habéis dicho vuestro nombre aunque os haya conseguido la cena. Si vamos a comer juntos que menos que saber como os llamáis.
Miré a Darkhal otra vez, buscando tras él a su montura, o lo que fuera. Se había dejado los animales atrás... mm.. grave error. Un grifo impone respeto, los viajeros no lo robarían, pero un caballo con riendas en medio del camino es como una mendrugo de pan blanco en una plaza llena de palomas hambrientas.
-Darkhal, debería ir a por las monturas... ¿te encargas tu de echarle un vistazo a Lindalote si vuelve por aquí?
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Ignorar las palabras de la humana fue fácil, después de todo he tenido que ignorar comentarios peores durante casi toda mi vida. Aún así, lo que me costó un poco más fue ocultar mi desdén al sentir la presencia de otro humano en las cercanías... que digo cercanías, estaba literalmente frente a mí. Lo analicé con la mirada cuando se acerco a la joven humana, quién caminaba hacia acá desde el bosque ¿Por que tienen que vivir tantos humanos en los reinos humanos? ... Creo que esa pregunta puedo respondermela yo mismo.
- Uno acostumbra a dar a conocer su propio nombre antes de preguntar otro ¿Sabe, señorita? -no disimulé mi molestia en lo más mínimo- Preséntese usted misma y luego hablamos de nombres y comida
Antes de que hubiera terminado la oración la joven ya se había marchado, a buscar algo al parecer, dejando atrás a su compañero humano. Aproveche para escudriñarlo con la mirada y el olfato, había algo extraño en el, algo que no correspondía a un humano común, aunque no alcanzaba a definir que era. De todas maneras no sentía hostilidad en él, por lo que decidí olvidar aquellas sospechas infundadas. Lo mejor sería concentrarme más en la cena que en mis invitados indeseados. La carne ya estaba lista para comerse, por lo que apague el fuego simplemente pisando las brazas con el pie desnudo hasta que se hubieron asfixiado. Si había algo que no podía soportar era el sabor de la carne chamuscada. Al cabo de unos segundos volví a mirar al humano, esta vez con algo de curiosidad. Podría decirse que era el primer ser humano con el que me había encontrado y que no me había apuntado con un arma en los primeros 3 minutos de conocernos.
- ¿Viajan juntos? -pregunte, señalando el camino por el que se había ido la chica- Debe ser difícil pasar el tiempo con una señorita con tanto carácter
Deje escapar una risa leve, estirando mis brazos con pereza mientras la capa que me cubría se levantaba un poco conmigo. Seguía sintiendo una extraña brisa recorriendo mi cuerpo, un frío inusual, como si faltara algo. Aunque la verdad no era incomodo del todo, así que mejor sería ignorarlo. Seguro era solo mi imaginación
- Uno acostumbra a dar a conocer su propio nombre antes de preguntar otro ¿Sabe, señorita? -no disimulé mi molestia en lo más mínimo- Preséntese usted misma y luego hablamos de nombres y comida
Antes de que hubiera terminado la oración la joven ya se había marchado, a buscar algo al parecer, dejando atrás a su compañero humano. Aproveche para escudriñarlo con la mirada y el olfato, había algo extraño en el, algo que no correspondía a un humano común, aunque no alcanzaba a definir que era. De todas maneras no sentía hostilidad en él, por lo que decidí olvidar aquellas sospechas infundadas. Lo mejor sería concentrarme más en la cena que en mis invitados indeseados. La carne ya estaba lista para comerse, por lo que apague el fuego simplemente pisando las brazas con el pie desnudo hasta que se hubieron asfixiado. Si había algo que no podía soportar era el sabor de la carne chamuscada. Al cabo de unos segundos volví a mirar al humano, esta vez con algo de curiosidad. Podría decirse que era el primer ser humano con el que me había encontrado y que no me había apuntado con un arma en los primeros 3 minutos de conocernos.
- ¿Viajan juntos? -pregunte, señalando el camino por el que se había ido la chica- Debe ser difícil pasar el tiempo con una señorita con tanto carácter
Deje escapar una risa leve, estirando mis brazos con pereza mientras la capa que me cubría se levantaba un poco conmigo. Seguía sintiendo una extraña brisa recorriendo mi cuerpo, un frío inusual, como si faltara algo. Aunque la verdad no era incomodo del todo, así que mejor sería ignorarlo. Seguro era solo mi imaginación
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
-Vengaa no me mires mal - Le dijo en broma a Det como si de un niño regañado por su mamá, pero con la poca confianza hacia la humanidad que tenia su caballero no dudaba que estubiera pensando -Igual confío en Ashker y se que no dejara que se lleven a mi pobre caballito.- puras escusas porque la verdad es que se le había olvidado por completo. Ese era el problema de solo andar como acompañante con un ave que se sabia cuidar incluso mejor que el.
Luego de ver irse a Deteka volteo para ver después al Yan. -Un saludo compañero- dijo mientras se sentaba en una roca a esperar a Lindalote. -Soy Darkhal un gusto conocerte... aunque sea en tan extrañas circunstancias -dijo divertido, no es que confiara al 100% en el joven desconocido que estaba frente a el. Pero difícilmente Deteka lo dejara con alguien que fuera a matarlo a la primera de paso... "o eso espero" pensó mientras analizaba al yan con la mirada.
-Gaviotas muévanse. Mira que Deteka me a puesto a trabajar sin necesidad -Dijo en voz alta para el mismo ignorando la presencia del desconocido. Las gaviotas de cristal salieron entonces del bosque con las ramas que habían recogido levitando debajo de ellas, la soltaron dejándola caer a los pies de Darkhal y se posaron en sus hombros.
- ¿Viajan juntos? Debe ser difícil pasar el tiempo con una señorita con tanto carácter -escucho decir al Yan que trataba de entablar conversación con el. Al parecer no era mal tipo. -Que va no se como te haya tratado, pero uno se costumbra a su tierno corazonsito- Le respondió riéndose, la verdad es que tenia poco tiempo de conocerla, pero ya le había tomado confianza a su caballera, aunque en su primera presentación había aterrorizado a mas de media taberna, no era nada que un día de cabalgar no pudiera solucionar. Pero la verdad era que casi no la conocía. No sabia a donde iba ella en realidad, desconocía su pasado o la razón en si de porque decidió acompañarlo, pero era divertido tener siempre nuevas cosas que descubrir.
Dark toco a las gaviotas y las aves de cristal se empezaron a agrietar y convertirse en polvo, era un malgasto de magia mantenerlas "vivas" si no estaban haciendo nada productivo. Entonces levanto la vista para hablar con el ojos rojos - Y digame.. señor Yan, no es raro ver a alguien como usted en un lugar como este? solo cosa de curiosidad.-Dijo regalado, a mucha gente no le gustaba que se metieran en sus vidas, pero quien sabe? igual de algo tenia que hablar en lo que regresara Det.
Luego de ver irse a Deteka volteo para ver después al Yan. -Un saludo compañero- dijo mientras se sentaba en una roca a esperar a Lindalote. -Soy Darkhal un gusto conocerte... aunque sea en tan extrañas circunstancias -dijo divertido, no es que confiara al 100% en el joven desconocido que estaba frente a el. Pero difícilmente Deteka lo dejara con alguien que fuera a matarlo a la primera de paso... "o eso espero" pensó mientras analizaba al yan con la mirada.
-Gaviotas muévanse. Mira que Deteka me a puesto a trabajar sin necesidad -Dijo en voz alta para el mismo ignorando la presencia del desconocido. Las gaviotas de cristal salieron entonces del bosque con las ramas que habían recogido levitando debajo de ellas, la soltaron dejándola caer a los pies de Darkhal y se posaron en sus hombros.
- ¿Viajan juntos? Debe ser difícil pasar el tiempo con una señorita con tanto carácter -escucho decir al Yan que trataba de entablar conversación con el. Al parecer no era mal tipo. -Que va no se como te haya tratado, pero uno se costumbra a su tierno corazonsito- Le respondió riéndose, la verdad es que tenia poco tiempo de conocerla, pero ya le había tomado confianza a su caballera, aunque en su primera presentación había aterrorizado a mas de media taberna, no era nada que un día de cabalgar no pudiera solucionar. Pero la verdad era que casi no la conocía. No sabia a donde iba ella en realidad, desconocía su pasado o la razón en si de porque decidió acompañarlo, pero era divertido tener siempre nuevas cosas que descubrir.
Dark toco a las gaviotas y las aves de cristal se empezaron a agrietar y convertirse en polvo, era un malgasto de magia mantenerlas "vivas" si no estaban haciendo nada productivo. Entonces levanto la vista para hablar con el ojos rojos - Y digame.. señor Yan, no es raro ver a alguien como usted en un lugar como este? solo cosa de curiosidad.-Dijo regalado, a mucha gente no le gustaba que se metieran en sus vidas, pero quien sabe? igual de algo tenia que hablar en lo que regresara Det.
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
FDR: Antes que nada avisar a cualquier otro usuario o moderador que vea este post, el usuario Darkhal me ha notificado que deja el post, y que continuemos sin él ya que es probable que no vuelva. Nos ha dado permiso para continuar el post y apartar su personaje de la trama de forma algo acelerada, pero bueno, esperemos que pueda volver pronto.
-Volveré pronto... antes que de la cacería, lo prometo.
Dije mientras echaba a caminar por el camino ya andado de vuelta al camino. La hierba crujía a mi paso suavemente, aplastada por mis pisadas. Mientras el bosque me cobijara andaba con presteza, poniendo cuidado en cada pisada pero sin ser lenta, no quería alterar el ecosistema en demasía con mi presencia y la de Lindalote y Ashker. El bosque era ciertamente tupido, las ramas se cruzaban, mezclándose, casi fundiéndose, como si aquel pequeño bosque hubiera nacido de un solo árbol. Aquel follaje se entretejía como una manta sobre mi cabeza, que cubría la luz del sol. A medida que salía la luz se abría hueco entre las hojas, bañando la hierba con su luz, que crecía más sana allí donde el sol le daba directamente. El campo se abría, y allí donde no había ramas de por medio, ni raíces raídas ni hierba ni madrigueras, eché a correr animadamente por el prado llano.
El aire me agitaba el pelo, me inflaba los pulmones de oxígeno mientras corría hacía el camino de graba y tierra amarilla. Las botas crujieron cuando frené sobre el camino. El caballo pastaba tranquilamente a un lado. Fui hacía él y tomé las riendas, apartándolo hacía el lado correcto donde estaba su dueño.
-Vamos pequeño- Le susurré, palmeando suavemente el morro del animal para que no se alterase. - Vamos al campamento.
Me llevé la mano a la boca, colocando indice y anular de la forma correcta, y silbé con fuerza. No muy lejos un aleteo cruzó el cielo y junto a mi se posó Ashker, imponente, como siempre. Le sonreí mientras le pasaba un brazo por el ancho cuello, donde las plumas se transformaban en un plumón más fino que iba transformándose en vello dorado allá donde se fusionaban águila y león. Guíe a ambos animales a través del corto tramo de colina, y después por el bosque, buscando las zonas donde les fuera más cómodo pasar a ambas monturas.
-¿Que es ese ruido? - Le pregunté a nadie ne particular cuando un pequeño pájaro cruzó el cielo, eclipsando la cálida luz con sus alas. Lo vi hundirse entre las ramas como una trucha remontando un río, en dirección al claro donde se encontraban el lago y el campamento del moreno.
Agarré las riendas con fuerza y aceleré el paso, pero a mitad de camino Darkhal se cruzó conmigo. Parecía apurado, llevaba sus cosas encima y el cuervo al hombro. En las manos tenía un papel arrugado, tan pequeño que probablemente el animalillo volador lo llevaría en sus garras.
-Eh de marcharme, lo siento, mi caballero.
-No te preocupes, ya se cruzarán de nuevo nuestros caminos, princesa.
Le dediqué una frugal sonrisa mientras el montaba su caballo bayo y salía del bosquecillo rápidamente. Ignoraba que decía aquel extraño mensaje, ni quien lo habría mandando, pero debía de ser muy importante para hacer que Darkhal se marchase así. Me senté en la grupa de Ashker y le indiqué que me llevase en la dirección del ciervo asado. Su olfato no era tan bueno como el de Lindalote, ni por asomo, su sentido desarrollado era la vista, pero no se asaban ciervos en muchos sitios por aquel bosque, así que no fue demasiado difíciles.
-Hombres...-me dije a mi misma. -[color=dodgerblue] Les salvas el culo y después te abandonan, lo típico... -Una maraña de pelos negra se lanzó encima mía, derribandome al suelo. Me abracé a Lindalote, incorporándome, entre carcajadas. - Ya sé que tu no me abandonaras, bicho insaciable.
Estábamos algo lejos del campamento, pero en aquel claro era muy probable que el híbrido de piel caoba hubiera vista la escena. No me importaba realmente, Lindalote y Ashker eran mis compañeros, no mis mascotas. Aún sentada en el suelo le miré, abrazada todavía al cuello del lobo, que se rascaba el cuello contra mi cariñosamente.
-¿Vos también me abandonareis antes de la cena, híbrido?
Me incorporé, sacuendiendome la tierra y las hierbecitas de encima mientras me acercaba al fuego con algo más de compostura que antes. Después de limpiarme mi propia mano en el cuero de mi pantalón se la ofrecí al joven de ojos rojos.
-Déteka Lark, natal de Nambre y Caballera de Nurgon desde hace algunos años, ¿y vos sois...?
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Observé con los ojos abiertos como platos cuando aquellos "seres de cristal" aparecieron desde lo más profundo del bosque y se posaron alrededor del humano, comandadas por el sonido de su voz. Intenté disimular mi asombro lo mejor que pude, aunque supongo que no podía evitar mirarlo como quien mira a un fantasma. Cuando las gaviotas (Supuse que lo eran) se desmoronaron a su alrededor como mero polvo, no pude evitar dar un salto del susto ¿Sería magia? No podía tratarse de otra cosa. Casi se me quemó la cena por la sorpresa que me causo ¿Y así el pensaba que verme a mí era raro? Creo que el más sorprendido de los dos era yo. Intenté dominar mis emociones y mi creciente curiosidad antes de abrir la boca. La verdad es que, de ser por mi, lo hubiera atiborrado de preguntas en el acto, pero por lo que se los humanos son criaturas "Algo lentas", y no están acostumbradas a una buena conversación a una velocidad normal. Iba a responder a su pregunta, cuando de pronto se levanto, como si se sintiera un poco nervioso por algo.
- ¿Ocurre algo? -pregunte, intentando ocultar mi creciente curiosidad-
El mago asintió con la cabeza, recogiendo sus cosas ¿Sería acaso uno de esos asuntos mágicos de la magi...cidad? O algo parecido... No conseguí sacarle información, pues antes de que pudiera comentar cualquier cosa, el joven se despidió, disculpándose por tener que partir tan rápidamente, y así como había llegado, se fue caminando con gran velocidad. Yo permanecí con una mirada confundida durante unos segundos, sintiendo el viento soplar. Realmente había sido una conversación rapida. Luego de mucho reflexionar, pensé que sería mejor así. Si el joven se iba, lo más probable es que aquella mujer tambien lo haría, y podría disfrutar del venado yo solo. Corté con cuidado la carne del hermoso animal, poniendo los trozos en varillas y dejándolas al fuego un poco más, solo por cosa de salud. Fue entonces cuando escuché el ruido de una caída, y luego la risa de una mujer. Miré con rapidez hacia el bosque, solo para encontrar la figura de aquella mujer, abrazando cariñosamente a su mascota. No pude evitar sonreir, me recordaba a los tiempos en que vivía en el desierto y jugaba con los animales que encontrábamos... Ah juventud, divino tesoro.
- ¿Vos también me abandonareis antes de la cena, híbrido? -Dejo la mujer mientras se acercaba a paso lento. No pude evitar desviar mi mirada hacia las largas piernas de la joven antes de volver a mi cocina, rojo como un tomate-
- Los Yan no tenemos la costumbre de incumplir los tratos, como los rateros del norte se han encargado de decir en todas partes... -respondí yo, alejando la comida del fuego para evitar que se quemara. Finalmente estaba lista-
Invité a la chica a sentarse en una roca alrededor del fuego y suspiré. Era la primera vez en mucho tiempo en que comía en compañía de otra persona, y la verdad es que había perdido muchas de las costumbres de cortesía o protocolo. La escuché presentarse, mirando su mano con la duda de si esperaba que la estrechara o si quería que se la besara, como había leído que hacían los hombres cuando se presentaban ante una dama. Pensé que sería algo vergonzoso dejarme llevar por un dogma tan antiguo, así que simplemente tome la mano de la chica y la estreché con fuerza, mirándola de forma penetrante a los ojos. Por alguna razón, empecé a pensar de que tendría que acostumbrarme a ese rostro durante un tiempo bastante largo.
- Eidan Midna, natal de las arenas de Kash-tar y cazador de recompensas desde que puedo recordar, a su servicio
Cuando la chica estuvo cerca de mí, me levanté y le extendí un trozo de carne bien cocinado, sin dejar de observar su rostro. La verdad es que el color de sus ojos me resultaba muy peculiar, un azul profundo que me llenaba nuevamente de curiosidad ¿Serían todos los humanos de esa manera? Mientras divagaba, una fuerte brisa levanto mi capa, casi hasta la altura de mis brazos. Di un bufido de fastidio y la bajé rápidamente, sosteniéndola hasta que el viento se detuvo. La verdad es que aquella briza no había hecho más que molestarme desde que llegué. Me hizo falta un poco de tiempo para percatarme que no llevaba nada debajo de aquella prenda... Mi rostro se enrojeció nuevamente por completo y, bufando con fuerza, até mi cinturón alrededor de mi cintura, para evitar que esto volviese a pasar. Quizás tuve suerte, y la humana no lo había notado ¿Por que se interesaría en el cuerpo de un Yan?
- ¿Ocurre algo? -pregunte, intentando ocultar mi creciente curiosidad-
El mago asintió con la cabeza, recogiendo sus cosas ¿Sería acaso uno de esos asuntos mágicos de la magi...cidad? O algo parecido... No conseguí sacarle información, pues antes de que pudiera comentar cualquier cosa, el joven se despidió, disculpándose por tener que partir tan rápidamente, y así como había llegado, se fue caminando con gran velocidad. Yo permanecí con una mirada confundida durante unos segundos, sintiendo el viento soplar. Realmente había sido una conversación rapida. Luego de mucho reflexionar, pensé que sería mejor así. Si el joven se iba, lo más probable es que aquella mujer tambien lo haría, y podría disfrutar del venado yo solo. Corté con cuidado la carne del hermoso animal, poniendo los trozos en varillas y dejándolas al fuego un poco más, solo por cosa de salud. Fue entonces cuando escuché el ruido de una caída, y luego la risa de una mujer. Miré con rapidez hacia el bosque, solo para encontrar la figura de aquella mujer, abrazando cariñosamente a su mascota. No pude evitar sonreir, me recordaba a los tiempos en que vivía en el desierto y jugaba con los animales que encontrábamos... Ah juventud, divino tesoro.
- ¿Vos también me abandonareis antes de la cena, híbrido? -Dejo la mujer mientras se acercaba a paso lento. No pude evitar desviar mi mirada hacia las largas piernas de la joven antes de volver a mi cocina, rojo como un tomate-
- Los Yan no tenemos la costumbre de incumplir los tratos, como los rateros del norte se han encargado de decir en todas partes... -respondí yo, alejando la comida del fuego para evitar que se quemara. Finalmente estaba lista-
Invité a la chica a sentarse en una roca alrededor del fuego y suspiré. Era la primera vez en mucho tiempo en que comía en compañía de otra persona, y la verdad es que había perdido muchas de las costumbres de cortesía o protocolo. La escuché presentarse, mirando su mano con la duda de si esperaba que la estrechara o si quería que se la besara, como había leído que hacían los hombres cuando se presentaban ante una dama. Pensé que sería algo vergonzoso dejarme llevar por un dogma tan antiguo, así que simplemente tome la mano de la chica y la estreché con fuerza, mirándola de forma penetrante a los ojos. Por alguna razón, empecé a pensar de que tendría que acostumbrarme a ese rostro durante un tiempo bastante largo.
- Eidan Midna, natal de las arenas de Kash-tar y cazador de recompensas desde que puedo recordar, a su servicio
Cuando la chica estuvo cerca de mí, me levanté y le extendí un trozo de carne bien cocinado, sin dejar de observar su rostro. La verdad es que el color de sus ojos me resultaba muy peculiar, un azul profundo que me llenaba nuevamente de curiosidad ¿Serían todos los humanos de esa manera? Mientras divagaba, una fuerte brisa levanto mi capa, casi hasta la altura de mis brazos. Di un bufido de fastidio y la bajé rápidamente, sosteniéndola hasta que el viento se detuvo. La verdad es que aquella briza no había hecho más que molestarme desde que llegué. Me hizo falta un poco de tiempo para percatarme que no llevaba nada debajo de aquella prenda... Mi rostro se enrojeció nuevamente por completo y, bufando con fuerza, até mi cinturón alrededor de mi cintura, para evitar que esto volviese a pasar. Quizás tuve suerte, y la humana no lo había notado ¿Por que se interesaría en el cuerpo de un Yan?
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Mientras esperaba a que el joven moreno me respondiera, para poder dejar de pensar en él como "el híbrido moreno" no se me escapó la mirada mal disimulada (mejor dicho, nada disimulada) y lo más curioso de todo era que se puso rojo, como un tómate maduro, me atrevería a decir, pero aquella piel morena disimulaba el rubor.
"Se ha puesto más rojo que una virgen" Pensé, no sin un deje de diversión, mentirás el atendía la comida nuevamente. La verdad que, aunque demasiado dorada para mi gusto, la carne tenía buena pinta, tostada a la brasa, con ribetes de grasa derretida bañándola como una salsa. No lo dude ni un segundo cuando me invitó a sentarme a su vera, dado que llevaba sin comer desde poco antes de salir antes de que el tercer sol estuviera completamente amanecido al alba.
El fuego frente a ambos crepitaba alegremente, con llamas no demasiado altas, y tampoco demasiado humo. A pesar de que era un día cálido aún, los fríos del otoño ya se sentían mañana y noche, y la luz del fuego nunca venía mal. Era agradable estar sentada frente a una hoguera y descansar con el estómago lleno.
Y mientras esperaba que el joven se presentara y me tomase la mano, pero la sombra de duda en sus ojos me hizo sentirme un tanto violenta. No sería el primer hombre que se comía mi puño por haber besado el dorso en vez de haberme estrechado la mano, pero, ¿que podía hacer? Me habían criado para ser peleona desde pequeña, y vivir la adolescencia en una academia rodeada de adolescentes hiperhormonados no había ayudado mucho a "afeminar" mi carácter. Y se me escapó una sonrisa de aprobación cuando la estrechó con fuerza, como un hombre, y yo correspondí el apretón. Sus ojos me miraban fijamente, de una forma profunda que me extrañó. Parecía que intentara sondearme a través de los ojos -lo cual, por cierto, no era demasiado difícil-. Finalmente, mi orgullo cedió y desvié la mirada, algo incomoda. Podía contar con los dedos de la mano cuantos hombres me habían mirado profundamente durante mi vida y más dedos me sobraban para contar cuantos habían merecido la pena.
Eidan Midna, natal de las arenas de Kash-tar y cazador de recompensas desde que puedo recordar, a su servicio
-je, cazador de recompensas... se parece mucho a mercenario, ¿no crees?- Dije con una sonrisa divertida, aceptando el humeante y delicioso trozo de carne. Probé un poco. La carne estaba algo dura, pero era lo que tenía hacerla a la brasa, a pesar de ello, estaba realmente deliciosa, o al menos, en comparación con mis dotes culinarias.- Mientras estes en tierras humanas puedo arrestarte y llevarte ante la justicia del rey, así que ve con cuidado.
Bromeé animadamente, ahora que empezaba a llenarme el estómago y a descansar de verdad, me sentía de mejor humor. La carne tenía un sabor excelente para acompañarla con un bien vinito especiado, así que me giré un instante hacía mis bártulos y saqué mi pellejo de vino. Iba a ofrecerle a mi acompañante en el mismo momento en que una brisa repentina que había estado dando la vara durante toda la mañana le levantó las vestiduras hasta las mismas narices, dejando su cuerpo a merced del viento. Su cuerpo completamente desnudo, de forma que allí, con una brocheta de carne asada en la mano, y en la otra un pellejo de vino, lo vi como su madre lo trajo al mundo; desnudo.
Eidan se giró, bufando molesto y se ató a la capa mientras yo le miraba, incrédula. Me miró un instante, supongo que deseando que no hubiera visto aquello, y fue entonces cuando no pude más.
Estallé a carcajada limpia en aquel mismo instante.
-Sabía que los yan erais pequeños, ¡pero no tanto!- Dije mientras me reía. No era el primer hombre desnudo que veía, y tampoco era pequeño, pero no había nada más fácil que meterse con un hombre a costa de su virilidad. Y la raza del joven Eidan dejaba muchos chistes fáciles a mano.
"Se ha puesto más rojo que una virgen" Pensé, no sin un deje de diversión, mentirás el atendía la comida nuevamente. La verdad que, aunque demasiado dorada para mi gusto, la carne tenía buena pinta, tostada a la brasa, con ribetes de grasa derretida bañándola como una salsa. No lo dude ni un segundo cuando me invitó a sentarme a su vera, dado que llevaba sin comer desde poco antes de salir antes de que el tercer sol estuviera completamente amanecido al alba.
El fuego frente a ambos crepitaba alegremente, con llamas no demasiado altas, y tampoco demasiado humo. A pesar de que era un día cálido aún, los fríos del otoño ya se sentían mañana y noche, y la luz del fuego nunca venía mal. Era agradable estar sentada frente a una hoguera y descansar con el estómago lleno.
Y mientras esperaba que el joven se presentara y me tomase la mano, pero la sombra de duda en sus ojos me hizo sentirme un tanto violenta. No sería el primer hombre que se comía mi puño por haber besado el dorso en vez de haberme estrechado la mano, pero, ¿que podía hacer? Me habían criado para ser peleona desde pequeña, y vivir la adolescencia en una academia rodeada de adolescentes hiperhormonados no había ayudado mucho a "afeminar" mi carácter. Y se me escapó una sonrisa de aprobación cuando la estrechó con fuerza, como un hombre, y yo correspondí el apretón. Sus ojos me miraban fijamente, de una forma profunda que me extrañó. Parecía que intentara sondearme a través de los ojos -lo cual, por cierto, no era demasiado difícil-. Finalmente, mi orgullo cedió y desvié la mirada, algo incomoda. Podía contar con los dedos de la mano cuantos hombres me habían mirado profundamente durante mi vida y más dedos me sobraban para contar cuantos habían merecido la pena.
Eidan Midna, natal de las arenas de Kash-tar y cazador de recompensas desde que puedo recordar, a su servicio
-je, cazador de recompensas... se parece mucho a mercenario, ¿no crees?- Dije con una sonrisa divertida, aceptando el humeante y delicioso trozo de carne. Probé un poco. La carne estaba algo dura, pero era lo que tenía hacerla a la brasa, a pesar de ello, estaba realmente deliciosa, o al menos, en comparación con mis dotes culinarias.- Mientras estes en tierras humanas puedo arrestarte y llevarte ante la justicia del rey, así que ve con cuidado.
Bromeé animadamente, ahora que empezaba a llenarme el estómago y a descansar de verdad, me sentía de mejor humor. La carne tenía un sabor excelente para acompañarla con un bien vinito especiado, así que me giré un instante hacía mis bártulos y saqué mi pellejo de vino. Iba a ofrecerle a mi acompañante en el mismo momento en que una brisa repentina que había estado dando la vara durante toda la mañana le levantó las vestiduras hasta las mismas narices, dejando su cuerpo a merced del viento. Su cuerpo completamente desnudo, de forma que allí, con una brocheta de carne asada en la mano, y en la otra un pellejo de vino, lo vi como su madre lo trajo al mundo; desnudo.
Eidan se giró, bufando molesto y se ató a la capa mientras yo le miraba, incrédula. Me miró un instante, supongo que deseando que no hubiera visto aquello, y fue entonces cuando no pude más.
Estallé a carcajada limpia en aquel mismo instante.
-Sabía que los yan erais pequeños, ¡pero no tanto!- Dije mientras me reía. No era el primer hombre desnudo que veía, y tampoco era pequeño, pero no había nada más fácil que meterse con un hombre a costa de su virilidad. Y la raza del joven Eidan dejaba muchos chistes fáciles a mano.
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
- Sabía que los yan erais pequeños, ¡pero no tanto!
Bufé con mucha fuerza al escucharle reír. La verdad es que jamás había bueno aceptando bromas, mucho menos cuando venían a costa mía. El rojo de mi rostro aumentó rápidamente, mientras le miraba ¿Quién se creía que era? Nos conocíamos de hace menos de unas horas, y a decir verdad no recordaba haberle dado el derecho de tratarme de esa forma. Pensé en responder violentamente, pero a decir verdad, nunca había sido de esos hombres que atacaban a otros por una razón tan poco fundada como una broma... me sentía bien ese día, así que preferí simplemente no hacer nada.
- ¿De que demonios estas hablando, niña? -dije, esforzándome por hablar a su ritmo- ¡Si soy mucho más alto que tú, enana!
Inflé mi pecho orgullosamente, mirándola al pararme frente a ella. Quizás se trataba de una diferencia de unos 10 centímetros o algo así, pero eso era suficiente como para considerarme mas "grande" que ella ¿A que demonios venía el comentario de los Yan? Suspiré con impaciencia, la verdad es que me habían dicho que los humanos estaban entre los seres más extraños e incoherentes que hay... aunque el mago de antes no parecía tan complicado como esta mujer. Le dí la espalda y me dirigí con rapidez hasta los arbustos donde oculte mi ropa y mis cosas, poniéndome lo que me faltaba de ropa e intentando entender todavía el comentario de la chica. Simplemente había algo en el que no me gustaba, y no tenía idea de lo que era.
- Quizásseamejorasí -murmuré entre los arbustos, acomodándome los holgados pantalones y regresando a mi lugar junto a la hoguera- Ahora sí, empezaba a sentir muchísimo frío a decir verdad... ¿No lo crees, niña?
Respiré tranquilamente y volví a morder mi trozo de carne, disfrutando enormemente del salado sabor del venado en su propio jugo. Odiaba admitirlo, pero era una presa mucho mejor que el conejo gordo que había encontrado antes, no habría comido tan bien de haberse quedado con esa presa... sip, la había hecho buena con las negociaciones. Sonrió levemente, y en muestra de agradecimiento tomo uno de los trozos de venado que aún se asaban y lo acerqué al lobo, dejándolo frente a el en silencio. No iba a faltarle al respeto, pero tampoco me agradaba lo suficiente como para que lo alimentara a la boca. Para eso estaba su ama. Devoré lo que quedaba de mi trozo y tomé otro al fuego, la verdad es que con todo el venado había alcanzado para asar 6 pedazos, así que podíamos repetir si era necesario. En este caso no lo era, pero tenía antojo y la verdad es que quería tener la boca ocupada para no tener que responderle a la humana. Eso sí, mis ojos jamas se apartaron de su figura, o más específicamente del pellejo que sostenía. La fragancia de uvas fermentadas llegó hasta mi nariz de inmediato, el aroma inconfundible del vino, algo de lo que me había vuelto adicto desde que llegué a las tierras del norte. Lo contemple con disimulo mientras comía, con la esperanza de que la joven se rindiera y compartiera un poco. Después de todo la invite a comer conmigo, tenía que retribuir ¿No?
Bufé con mucha fuerza al escucharle reír. La verdad es que jamás había bueno aceptando bromas, mucho menos cuando venían a costa mía. El rojo de mi rostro aumentó rápidamente, mientras le miraba ¿Quién se creía que era? Nos conocíamos de hace menos de unas horas, y a decir verdad no recordaba haberle dado el derecho de tratarme de esa forma. Pensé en responder violentamente, pero a decir verdad, nunca había sido de esos hombres que atacaban a otros por una razón tan poco fundada como una broma... me sentía bien ese día, así que preferí simplemente no hacer nada.
- ¿De que demonios estas hablando, niña? -dije, esforzándome por hablar a su ritmo- ¡Si soy mucho más alto que tú, enana!
Inflé mi pecho orgullosamente, mirándola al pararme frente a ella. Quizás se trataba de una diferencia de unos 10 centímetros o algo así, pero eso era suficiente como para considerarme mas "grande" que ella ¿A que demonios venía el comentario de los Yan? Suspiré con impaciencia, la verdad es que me habían dicho que los humanos estaban entre los seres más extraños e incoherentes que hay... aunque el mago de antes no parecía tan complicado como esta mujer. Le dí la espalda y me dirigí con rapidez hasta los arbustos donde oculte mi ropa y mis cosas, poniéndome lo que me faltaba de ropa e intentando entender todavía el comentario de la chica. Simplemente había algo en el que no me gustaba, y no tenía idea de lo que era.
- Quizásseamejorasí -murmuré entre los arbustos, acomodándome los holgados pantalones y regresando a mi lugar junto a la hoguera- Ahora sí, empezaba a sentir muchísimo frío a decir verdad... ¿No lo crees, niña?
Respiré tranquilamente y volví a morder mi trozo de carne, disfrutando enormemente del salado sabor del venado en su propio jugo. Odiaba admitirlo, pero era una presa mucho mejor que el conejo gordo que había encontrado antes, no habría comido tan bien de haberse quedado con esa presa... sip, la había hecho buena con las negociaciones. Sonrió levemente, y en muestra de agradecimiento tomo uno de los trozos de venado que aún se asaban y lo acerqué al lobo, dejándolo frente a el en silencio. No iba a faltarle al respeto, pero tampoco me agradaba lo suficiente como para que lo alimentara a la boca. Para eso estaba su ama. Devoré lo que quedaba de mi trozo y tomé otro al fuego, la verdad es que con todo el venado había alcanzado para asar 6 pedazos, así que podíamos repetir si era necesario. En este caso no lo era, pero tenía antojo y la verdad es que quería tener la boca ocupada para no tener que responderle a la humana. Eso sí, mis ojos jamas se apartaron de su figura, o más específicamente del pellejo que sostenía. La fragancia de uvas fermentadas llegó hasta mi nariz de inmediato, el aroma inconfundible del vino, algo de lo que me había vuelto adicto desde que llegué a las tierras del norte. Lo contemple con disimulo mientras comía, con la esperanza de que la joven se rindiera y compartiera un poco. Después de todo la invite a comer conmigo, tenía que retribuir ¿No?
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Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
No hizo más que bufar como un gato asustado, de nuevo. Se veía que en el desierto no eran mucho de palabras, pero al menos Eidan no hizo ademán de levantarme y darme una leche como cualquier hombre con un orgullo más grande que su cerebro (lo cual no es difícil de encontrar) habría hecho.
En mi boca estaba dibujada una impertinente y divertida sonrisa, no podía evitarlo, me divertía aquel "poder" sobre los demás.
¿De que demonios estas hablando, niña? ¡Si soy mucho más alto que tú, enana!
Le miré, no sin preguntarme en que demonios estaría pensando aquel joven cuando se paró delante de mi, inflando el pecho como un palomo y con los ojos cargados de orgullo. Si, hablando de altura, era un poco más alto que yo, algo insignificante. Le sonreí con suficiencia mientras el me daba la espalda, y volví a sentarme en el suelo. Fue entonces cuando caí.
Mfffjgh...-Intente ahogar la risa.Era demasiado divertido para poder creerlo.-Ai, criatura inocente- Dije entre carcajadas mientras el se escondía en unos arbustos para vestirse. - Yo no me refería a lo que mides de pies a cabeza, si no al tamaño de lo que te cuelga entre las piernas.
Me repatingué en la hierba del suelo mientras seguía comiéndome la carne antes de que se pusiera fría. Miré las pequeñas parcelas de cielo que se veían entre los árboles, algo incrédula. Eidan no podía haber sido tan inocente como para no entender la broma... ¿no? Bueno... parecía barbilampiño y algo más joven que yo, pero...
Ahora sí, empezaba a sentir muchísimo frío a decir verdad... ¿No lo crees, niña?
Le fulminé con una mirada mientras me incorporaba y le tiraba el palo donde anteriormente había estado la carne pinchada.
-Tengo un nombre y 21 largos veranos como para que sigas llamándome niña. -Exclamé antes de darle otro largo trago al pellejo de vino especiado, que me calentó el gaznate rápidamente con su ardiente sabor. Lindalote estaba tumbado, con las patas cruzadas bajo el hocico cuando el joven fue a llevarle más carne. El lobo esperó a que se hubiera alejado antes de tomarla, pero era natural la desconfianza en otro humano que no fuera yo. Y allí sentada no dejé escapar las disimuladas miradas sedientas que el joven le echaba al pellejo, así que después de otro trago se lo lancé.
- Es un buen vino, no lo desperdicies. Me tumbé de nuevo en la hierba, con el pelo negro como un manto alrededor de mi cabeza. El sol se movía en la bóveda celeste a pesar de que el tiempo transcurría lento, y mientras Eidan bebía había un agradable silencio en el bosque, donde solo los pajarillos y el crepitar del fuego eran los únicos sonidos. - ¿A donde os dirigís?
En mi boca estaba dibujada una impertinente y divertida sonrisa, no podía evitarlo, me divertía aquel "poder" sobre los demás.
¿De que demonios estas hablando, niña? ¡Si soy mucho más alto que tú, enana!
Le miré, no sin preguntarme en que demonios estaría pensando aquel joven cuando se paró delante de mi, inflando el pecho como un palomo y con los ojos cargados de orgullo. Si, hablando de altura, era un poco más alto que yo, algo insignificante. Le sonreí con suficiencia mientras el me daba la espalda, y volví a sentarme en el suelo. Fue entonces cuando caí.
Mfffjgh...-Intente ahogar la risa.Era demasiado divertido para poder creerlo.-Ai, criatura inocente- Dije entre carcajadas mientras el se escondía en unos arbustos para vestirse. - Yo no me refería a lo que mides de pies a cabeza, si no al tamaño de lo que te cuelga entre las piernas.
Me repatingué en la hierba del suelo mientras seguía comiéndome la carne antes de que se pusiera fría. Miré las pequeñas parcelas de cielo que se veían entre los árboles, algo incrédula. Eidan no podía haber sido tan inocente como para no entender la broma... ¿no? Bueno... parecía barbilampiño y algo más joven que yo, pero...
Ahora sí, empezaba a sentir muchísimo frío a decir verdad... ¿No lo crees, niña?
Le fulminé con una mirada mientras me incorporaba y le tiraba el palo donde anteriormente había estado la carne pinchada.
-Tengo un nombre y 21 largos veranos como para que sigas llamándome niña. -Exclamé antes de darle otro largo trago al pellejo de vino especiado, que me calentó el gaznate rápidamente con su ardiente sabor. Lindalote estaba tumbado, con las patas cruzadas bajo el hocico cuando el joven fue a llevarle más carne. El lobo esperó a que se hubiera alejado antes de tomarla, pero era natural la desconfianza en otro humano que no fuera yo. Y allí sentada no dejé escapar las disimuladas miradas sedientas que el joven le echaba al pellejo, así que después de otro trago se lo lancé.
- Es un buen vino, no lo desperdicies. Me tumbé de nuevo en la hierba, con el pelo negro como un manto alrededor de mi cabeza. El sol se movía en la bóveda celeste a pesar de que el tiempo transcurría lento, y mientras Eidan bebía había un agradable silencio en el bosque, donde solo los pajarillos y el crepitar del fuego eran los únicos sonidos. - ¿A donde os dirigís?
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
- Como diga, "Señorita Deteka"~ Yo sigo siendo 2 veranos mayor que usted~~ -No pude evitar reírme levemente mientras le respondía, acomodándome mejor frente a la fogata- Perdone mi falta de educación, de donde yo vengo no acostumbramos hablar demasiado...
Recibí inmediatamente el pellejo y, controlando mi ansiosa curiosidad, bebí un largo trago de vino, saboreando cada gota con cuidado. La verdad es que extrañaba un poco el sabor del alcohol en la boca, un poco amargo, un poco dulce, quizás una de las pocas cosas que iba a extrañar una vez que abandonara estas tierras llenas de ambientes verdes y climas impredecibles. Luego de un par de tragos permanecí unos minutos más en silencio, escuchando el viento pasar entre los arboles del bosque. Por instinto tomé el laud, dejando el pellejo cerrado en el cesped a mi lado, y empecé a afinarlo con cuidado. No estaba seguro de poder tocarlo con una persona frente a mí, pues siempre había sido un tanto nervioso con respecto a ello, pero afortunadamente la chica habló antes de que pudiera emitir una sola nota.
- ¿A donde os dirigís?
- Es una pregunta muy difícil... -Me lleve la mano al mentón durante unos minutos, pensando con cuidado- Para serte sincero, estoy perdido en estas tierras... hace poco salí de un bosque y por alguna razón termine internado en este otro... No lo se...
No pude evitar reírme de mi mismo y la situación en la que había terminado. La verdad es que mi reputación como navegante era más que terrible, y yo estaba totalmente consciente de ello al momento de emprender mi viaje y no me había esforzado en negarlo durante todos estos años. Sonreí con levedad, deslizando los dedos por las cuerdas de mi laud y tocando una melodía suave, evocando casi sin darme cuenta los viejos tiempos que pasé entre las arenas del desierto. En ocaciones no podía volverme algo melancolico, sobre todo cuando me recordaban estas cosas.
-Sea como sea, estoy buscando lugares interezantes aca... me gustaría visitar las torres de los magos, que tanto se hablan por aquí...¿Y que hay de vos, a donde os dirigís?
Recibí inmediatamente el pellejo y, controlando mi ansiosa curiosidad, bebí un largo trago de vino, saboreando cada gota con cuidado. La verdad es que extrañaba un poco el sabor del alcohol en la boca, un poco amargo, un poco dulce, quizás una de las pocas cosas que iba a extrañar una vez que abandonara estas tierras llenas de ambientes verdes y climas impredecibles. Luego de un par de tragos permanecí unos minutos más en silencio, escuchando el viento pasar entre los arboles del bosque. Por instinto tomé el laud, dejando el pellejo cerrado en el cesped a mi lado, y empecé a afinarlo con cuidado. No estaba seguro de poder tocarlo con una persona frente a mí, pues siempre había sido un tanto nervioso con respecto a ello, pero afortunadamente la chica habló antes de que pudiera emitir una sola nota.
- ¿A donde os dirigís?
- Es una pregunta muy difícil... -Me lleve la mano al mentón durante unos minutos, pensando con cuidado- Para serte sincero, estoy perdido en estas tierras... hace poco salí de un bosque y por alguna razón termine internado en este otro... No lo se...
No pude evitar reírme de mi mismo y la situación en la que había terminado. La verdad es que mi reputación como navegante era más que terrible, y yo estaba totalmente consciente de ello al momento de emprender mi viaje y no me había esforzado en negarlo durante todos estos años. Sonreí con levedad, deslizando los dedos por las cuerdas de mi laud y tocando una melodía suave, evocando casi sin darme cuenta los viejos tiempos que pasé entre las arenas del desierto. En ocaciones no podía volverme algo melancolico, sobre todo cuando me recordaban estas cosas.
-Sea como sea, estoy buscando lugares interezantes aca... me gustaría visitar las torres de los magos, que tanto se hablan por aquí...¿Y que hay de vos, a donde os dirigís?
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
-Yo no soy ninguna señorita- dije, ciertamente ofendida, aunque distraídamente, prestándole más atención a los pedazos de cielo que se divisaban entre las hojas de los árboles que a él.- Soy una caballera de Nurgon. Y ciertamente, los veranos y primaveras que lleves encima no significan nada si no maduras durante ellos.
Fruncí el ceño, molesta sin saber exactamente por qué. ¿Me refería a él o aquella frase estaba dirigida a mi misma?
Cuando Eidan acalló sus palabras para disfrutar de la pequeña hoguera preferí enterrarme en los sonidos que me rodeaban para dejar de pensar unos segundos. Escuchaba el viento entre las ramas, y el sutil aletear de Ashker mientras se arreglaba las plumas a picotazos. Escuchaba a Lindalote gruñir mientras dormía, soñando como un niño. Escuche el chorro de vino precipitarse contra la garganta de Eidan mientras bebía y el silencio se rompió con algo que hacía mucho que no escuchaba, música.
No podía negar que escuchar como afinaba el laud despertó mi curiosidad. Le miré con otros ojos, con ojos de músico, mientras él afinaba el sutil instrumento de cuerda. El instrumento parecía usado y viejo, pero sonaba como si fuera nuevo, pero a decir verdad, no entendía ni un ápice de instrumentos de cuerda. Bueno, algo si entendía, pero siempre había preferido los de viento. De pronto parecía que mi flauta travesera me llamara desde mi bolsa, enterrada entre ropajes, comida y artilugios de viajero, descansaba desde hacía demasiado envuelta en un buen paño. Sentí un sutil picor en los dedos, como si ya dibujaran notas sobre la hierba que tenía entre los dedos.
Es una pregunta muy difícil... Para serte sincero, estoy perdido en estas tierras... hace poco salí de un bosque y por alguna razón termine internado en este otro... No lo se... -Deseé que hubiera cerrado el pico se hubiera arrancado con alguna buena canción, pero me guardé mis pensamientos para mi mientras le miraba, ahora sí, escuchandole. -Sea como sea, estoy buscando lugares interezantes aca... me gustaría visitar las torres de los magos, que tanto se hablan por aquí...¿Y que hay de vos, a donde os dirigís?
Sonreí mientra escuchaba la melodía. La música era algo que siempre me había llegado al alma y casi sentía su propia melancolía a través de las notas. Mis ojos se separaron de él y volvieron al cielo.
-Yo siempre había pensado que era aquí donde la gente encuentra su camino... dicen que es donde brillan más las estrellas, tal vez sea por eso. - Comenté en voz alta, pensando en la diosa y madre de todos nosotros, los humanos.- Aunque tal vez sea la propia Irial la que nos lleve a perdernos, quien sabe...
Lindalote se acercó a mi, atraído por la música, y se tumbó a mi lado, con su cálido cuerpo pegado al mio. Tenía el oscuro pelaje calentado por la luz del sol, y era agradable. Le acaricié el largo hocico peludo, mientras el intentaba lamerme los dedos dulcemente. Era algo que hacía casi inconscientemente, pero agradecía la presencia del animal junto a mi. Con Darkhal tenía un destino fijo a corto plazo, algo con lo que dejar de pensar, pero ahora volvía estar en la misma tesitura... ¿a donde me dirigía? ¿A donde estaba llevando mi vida?
-No sé a donde voy, si te soy sincera... - El cielo me pareció inmenso, el mundo, demasiado grande para poder recorrerlo con los pies. Aquel anhelo que había sentido, aquella necesidad de vivir la vida al máximo, de viajar, de ver todo lo que la gente a mi alrededor desconocía, se había marchado, hacía mucho. Estaba sola en un lugar inmenso, y el único sitio al que podía volver me traía más dolor del que quería admitir que podía sentir. "Esto es muy confuso..." Pensé para mi misma.- Y tampoco sé a donde quiero ir. En la torre de Derhab hay alguien que se alegraría de verme y que hace mucho que no veo, pero creo que me aburriría de estar entre ratas de bibliotecas y estrictos archimagos. Jajaj... ni siquiera me dejaría desenvainar la espada, pero allí son más de magia y esas cosas que no entiendo. Supongo que soy demasiado bruta para que ningún unicornio se me acerque.
Le miré y le dediqué una sonrisa ladeada, simplemente por intentar relajar la frente y aclarar un poco las ideas.
Fruncí el ceño, molesta sin saber exactamente por qué. ¿Me refería a él o aquella frase estaba dirigida a mi misma?
Cuando Eidan acalló sus palabras para disfrutar de la pequeña hoguera preferí enterrarme en los sonidos que me rodeaban para dejar de pensar unos segundos. Escuchaba el viento entre las ramas, y el sutil aletear de Ashker mientras se arreglaba las plumas a picotazos. Escuchaba a Lindalote gruñir mientras dormía, soñando como un niño. Escuche el chorro de vino precipitarse contra la garganta de Eidan mientras bebía y el silencio se rompió con algo que hacía mucho que no escuchaba, música.
No podía negar que escuchar como afinaba el laud despertó mi curiosidad. Le miré con otros ojos, con ojos de músico, mientras él afinaba el sutil instrumento de cuerda. El instrumento parecía usado y viejo, pero sonaba como si fuera nuevo, pero a decir verdad, no entendía ni un ápice de instrumentos de cuerda. Bueno, algo si entendía, pero siempre había preferido los de viento. De pronto parecía que mi flauta travesera me llamara desde mi bolsa, enterrada entre ropajes, comida y artilugios de viajero, descansaba desde hacía demasiado envuelta en un buen paño. Sentí un sutil picor en los dedos, como si ya dibujaran notas sobre la hierba que tenía entre los dedos.
Es una pregunta muy difícil... Para serte sincero, estoy perdido en estas tierras... hace poco salí de un bosque y por alguna razón termine internado en este otro... No lo se... -Deseé que hubiera cerrado el pico se hubiera arrancado con alguna buena canción, pero me guardé mis pensamientos para mi mientras le miraba, ahora sí, escuchandole. -Sea como sea, estoy buscando lugares interezantes aca... me gustaría visitar las torres de los magos, que tanto se hablan por aquí...¿Y que hay de vos, a donde os dirigís?
Sonreí mientra escuchaba la melodía. La música era algo que siempre me había llegado al alma y casi sentía su propia melancolía a través de las notas. Mis ojos se separaron de él y volvieron al cielo.
-Yo siempre había pensado que era aquí donde la gente encuentra su camino... dicen que es donde brillan más las estrellas, tal vez sea por eso. - Comenté en voz alta, pensando en la diosa y madre de todos nosotros, los humanos.- Aunque tal vez sea la propia Irial la que nos lleve a perdernos, quien sabe...
Lindalote se acercó a mi, atraído por la música, y se tumbó a mi lado, con su cálido cuerpo pegado al mio. Tenía el oscuro pelaje calentado por la luz del sol, y era agradable. Le acaricié el largo hocico peludo, mientras el intentaba lamerme los dedos dulcemente. Era algo que hacía casi inconscientemente, pero agradecía la presencia del animal junto a mi. Con Darkhal tenía un destino fijo a corto plazo, algo con lo que dejar de pensar, pero ahora volvía estar en la misma tesitura... ¿a donde me dirigía? ¿A donde estaba llevando mi vida?
-No sé a donde voy, si te soy sincera... - El cielo me pareció inmenso, el mundo, demasiado grande para poder recorrerlo con los pies. Aquel anhelo que había sentido, aquella necesidad de vivir la vida al máximo, de viajar, de ver todo lo que la gente a mi alrededor desconocía, se había marchado, hacía mucho. Estaba sola en un lugar inmenso, y el único sitio al que podía volver me traía más dolor del que quería admitir que podía sentir. "Esto es muy confuso..." Pensé para mi misma.- Y tampoco sé a donde quiero ir. En la torre de Derhab hay alguien que se alegraría de verme y que hace mucho que no veo, pero creo que me aburriría de estar entre ratas de bibliotecas y estrictos archimagos. Jajaj... ni siquiera me dejaría desenvainar la espada, pero allí son más de magia y esas cosas que no entiendo. Supongo que soy demasiado bruta para que ningún unicornio se me acerque.
Le miré y le dediqué una sonrisa ladeada, simplemente por intentar relajar la frente y aclarar un poco las ideas.
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Escuché lo que la chica me decía mientras continuaba tocando aquella suave melodía del desierto. La música que tocaba con mi laúd me relajaba, y mucho; para mí era casi una necesidad el interpretar la menos un par de piezas cada día, quizás por añoranza a mi hogar, o quizás para simplemente no caer en la locura por la soledad. No necesité mucho tiempo para entender que la chica allí presente estaba en una situación algo parecida a la mía... no se lo iba a decir jamás en voz alta, pero aquel no era el punto. Una persona que no sabía a donde quería ir, pero que quería viajar y ya. No pude evitar mirarla con algo de simpatía por ello, pero de todas maneras no pensaba bajar la guardia ni un solo segundo, no mientras tuviera a ese animal a su lado. Si bien ya le había perdonado, eso no significaba que fuera a confiar al 100% en él. Me acomodé un poco mejor sobre el suelo, bebiendo del pellejo de vino mientras el último sol empezaba a bajar hacia el horizonte. La oscuridad nos rodearía pronto.
- Bueno, de todas maneras -Mencione, bostezando con levedad y afinando mi laúd un momento- si no se sabe a donde se quiere ir, no importa en que dirección uno viaje, por que siempre se llegará a algún sitio ¿O me equivoco?... Y sobre lo del unicornio no te preocupes -Le sonreí- Si yo pude ver uno en una ocasión, de seguro que tu podrías hacerlo. Soy más bruto que tú
Dejé escapar una leve risa mientras continuaba. La melodía que tocaba se volvió un poco más enérgica por unos segundos, a veces no podía contener esa clase de impulsos. Mis dedos se deslizaron con tranquilidad por las cuerdas a la vez que pensaba en las palabras de la chica. Mencionó que tenía a alguien que conocía en una de las torres de los magos... ¿Sería eso algo útil para mí? Un viento sopló entre los árboles, produciendo un suave silbido entre sus hojas. Cerré los ojos y detuve la música por unos minutos para escucharlo, pues era una de las pocas cosas que me agradaba de esta zona: El viento entre los arboles. Algo que nunca se podría escuchar en el desierto, y sin embargo era tan hermoso. Por unos minutos me pregunté como habría reaccionado mi familia al escuchar eso.
- ... Conocéis la torre de un mago... -susurré, tocando nuevamente mi laúd cuando el viento cesó- ¿Podríais dirigir vuestros pasos hasta allí, y guiarme? Solo sería por ese tramo, y a cambio he de concederle el favor que usted desee. No deseo abusar de su gentileza
- Bueno, de todas maneras -Mencione, bostezando con levedad y afinando mi laúd un momento- si no se sabe a donde se quiere ir, no importa en que dirección uno viaje, por que siempre se llegará a algún sitio ¿O me equivoco?... Y sobre lo del unicornio no te preocupes -Le sonreí- Si yo pude ver uno en una ocasión, de seguro que tu podrías hacerlo. Soy más bruto que tú
Dejé escapar una leve risa mientras continuaba. La melodía que tocaba se volvió un poco más enérgica por unos segundos, a veces no podía contener esa clase de impulsos. Mis dedos se deslizaron con tranquilidad por las cuerdas a la vez que pensaba en las palabras de la chica. Mencionó que tenía a alguien que conocía en una de las torres de los magos... ¿Sería eso algo útil para mí? Un viento sopló entre los árboles, produciendo un suave silbido entre sus hojas. Cerré los ojos y detuve la música por unos minutos para escucharlo, pues era una de las pocas cosas que me agradaba de esta zona: El viento entre los arboles. Algo que nunca se podría escuchar en el desierto, y sin embargo era tan hermoso. Por unos minutos me pregunté como habría reaccionado mi familia al escuchar eso.
- ... Conocéis la torre de un mago... -susurré, tocando nuevamente mi laúd cuando el viento cesó- ¿Podríais dirigir vuestros pasos hasta allí, y guiarme? Solo sería por ese tramo, y a cambio he de concederle el favor que usted desee. No deseo abusar de su gentileza
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Si tenía que juzgar, a ciencia cierta, aquella música no la había escuchado nunca antes. Era un ritmo diferente, un movimiento de manos rápido, algo que no había visto. Pensé como sería allá en las arenas del Kash-Tar la melodía para una flauta travesera, si es que acaso allí tocaban mi instrumento.
Aunque Eidan podía arrancarse a hablar respetaba el silencio de la música, no interrumpía mis pensamientos con palabras. Parecía que al menos una cosa teníamos en común: el gusto por el silencio.
No habías muchas personas que apreciaran el silencio en los reinos humanos. En el campo se tarareaba, y en las casas los que haceres viciaban el aire, las personas se acostumbraban a los ruidos, las tranquilizaban, pero yo prefería el silencio.
Hasta Darkhal había preferido una charla más animadora que aquel silencio de medio día.
Bueno, de todas maneras si no se sabe a donde se quiere ir, no importa en que dirección uno viaje, por que siempre se llegará a algún sitio ¿O me equivoco?... Y sobre lo del unicornio no te preocupes. Si yo pude ver uno en una ocasión, de seguro que tu podrías hacerlo. Soy más bruto que tú
Sonreí de lado al escucharle pensando que a aquellas alturas de la vida no había nada que me interesase menos que la magia. Había un tiempo para esas cosas, y mi arroz estaba más que pasado a base de espadazos, heridas y demasiadas veladas rodeada de hombres en el salón comedor de la Academia de Nurgon.
-Dejé de jugar a la veleta cuando tomé el camino equivocado demasiadas veces.- Le respondí pensativa mientras mis dedos se deslizaba distraídamente en el pelaje negro del lobo, siguiendo las curvas que hacía su cuerpo lupino.
... Conocéis la torre de un mago...¿Podríais dirigir vuestros pasos hasta allí, y guiarme? Solo sería por ese tramo, y a cambio he de concederle el favor que usted desee. No deseo abusar de su gentileza
No pude evitar soltar una carcajada mientras me incorporaba, mirándole directamente a aquellos ojos rojos.
-No pudo decir que la torre sea de mi hermano aunque lleve allí más años que los Dragones en Awinor.
No pude evitar mirarle de arriba a abajo, calculando mentalmente. ¿Cuanto tiempo nos llevaría llegar a la Torre de Derbhad con una sola montura? ¿Cuanto dinero podría costarme el trayecto? ¿Y verdaderamente merecía la pena ir tan lejos por un simple desconocido para el que había cazado un ciervo? No parecía más fuerte que yo físicamente, e infinitamente mi manejo del mandoble superaba sus tristes cuchillitos. No me daba miedo, no, nadie me daba miedo, pero no estaba dispuesta a arriesgarme.
-Mmmm... -Me levanté del suelo plantándome frente a él con una sonrisa ladeada.- Habrá condiciones. He de decir, caballero, que no os llevaré a ningún sitio si no me ofrecéis una garantía de que después cumpliréis con vuestra parte de me haréis el favor que desee. No me gustaría que cuando lleguemos decidáis plantaros allí como un árbol en medio de Awa. Si me ofrecéis la suficiente confianza tal vez sea suficiente para suplir vuestra garantía.
Hice una pequeña pausa para que fuera asimilando la información. Con Darkhal sabía lo que me esperaba, era ciertamente ligeramente previsible, pero Eidan... no veía más allá de lo que me dejaba ver. Prefería ser precavida, sobre todo teniendo en cuenta nuestras primeras impresiones.
Saqué un mapa de mi mochila para mostrarle el camino. Por otro lado el tramo del camino es largo. Una parada en Aren como primer destino para abastecernos, después un trayecto corto hasta el río Iveron y otro trayecto largo más allá de los territorios humanos. Evitaremos las montañas, pero no el bosque. Lo cual puede significar una camino esquivando piedras y otro fatigoso esquivando ramas. Cuando salgamos de Awa no deberíamos tardar mucho en llegar a la torre. A lo sumo unos... 7 u 8 días con los descansos justos, pero podría alargarse a 12 si paramos más de lo necesario.
Yo marco el ritmo y se siguen mis normas, por que dado que yo guío, yo lidero.
Extendí la mano derecha hacía el, esperando que, o aceptase la oportunidad o la rechazase. Hiciera lo que hiciese, había tomado la decisión de ir a Derbhab. Necesitaba ver a alguien que perteneciera a mi pasado, y mi hermano era la persona perfecta, por el momento.
-¿Que me dices?
Aunque Eidan podía arrancarse a hablar respetaba el silencio de la música, no interrumpía mis pensamientos con palabras. Parecía que al menos una cosa teníamos en común: el gusto por el silencio.
No habías muchas personas que apreciaran el silencio en los reinos humanos. En el campo se tarareaba, y en las casas los que haceres viciaban el aire, las personas se acostumbraban a los ruidos, las tranquilizaban, pero yo prefería el silencio.
Hasta Darkhal había preferido una charla más animadora que aquel silencio de medio día.
Bueno, de todas maneras si no se sabe a donde se quiere ir, no importa en que dirección uno viaje, por que siempre se llegará a algún sitio ¿O me equivoco?... Y sobre lo del unicornio no te preocupes. Si yo pude ver uno en una ocasión, de seguro que tu podrías hacerlo. Soy más bruto que tú
Sonreí de lado al escucharle pensando que a aquellas alturas de la vida no había nada que me interesase menos que la magia. Había un tiempo para esas cosas, y mi arroz estaba más que pasado a base de espadazos, heridas y demasiadas veladas rodeada de hombres en el salón comedor de la Academia de Nurgon.
-Dejé de jugar a la veleta cuando tomé el camino equivocado demasiadas veces.- Le respondí pensativa mientras mis dedos se deslizaba distraídamente en el pelaje negro del lobo, siguiendo las curvas que hacía su cuerpo lupino.
... Conocéis la torre de un mago...¿Podríais dirigir vuestros pasos hasta allí, y guiarme? Solo sería por ese tramo, y a cambio he de concederle el favor que usted desee. No deseo abusar de su gentileza
No pude evitar soltar una carcajada mientras me incorporaba, mirándole directamente a aquellos ojos rojos.
-No pudo decir que la torre sea de mi hermano aunque lleve allí más años que los Dragones en Awinor.
No pude evitar mirarle de arriba a abajo, calculando mentalmente. ¿Cuanto tiempo nos llevaría llegar a la Torre de Derbhad con una sola montura? ¿Cuanto dinero podría costarme el trayecto? ¿Y verdaderamente merecía la pena ir tan lejos por un simple desconocido para el que había cazado un ciervo? No parecía más fuerte que yo físicamente, e infinitamente mi manejo del mandoble superaba sus tristes cuchillitos. No me daba miedo, no, nadie me daba miedo, pero no estaba dispuesta a arriesgarme.
-Mmmm... -Me levanté del suelo plantándome frente a él con una sonrisa ladeada.- Habrá condiciones. He de decir, caballero, que no os llevaré a ningún sitio si no me ofrecéis una garantía de que después cumpliréis con vuestra parte de me haréis el favor que desee. No me gustaría que cuando lleguemos decidáis plantaros allí como un árbol en medio de Awa. Si me ofrecéis la suficiente confianza tal vez sea suficiente para suplir vuestra garantía.
Hice una pequeña pausa para que fuera asimilando la información. Con Darkhal sabía lo que me esperaba, era ciertamente ligeramente previsible, pero Eidan... no veía más allá de lo que me dejaba ver. Prefería ser precavida, sobre todo teniendo en cuenta nuestras primeras impresiones.
Saqué un mapa de mi mochila para mostrarle el camino. Por otro lado el tramo del camino es largo. Una parada en Aren como primer destino para abastecernos, después un trayecto corto hasta el río Iveron y otro trayecto largo más allá de los territorios humanos. Evitaremos las montañas, pero no el bosque. Lo cual puede significar una camino esquivando piedras y otro fatigoso esquivando ramas. Cuando salgamos de Awa no deberíamos tardar mucho en llegar a la torre. A lo sumo unos... 7 u 8 días con los descansos justos, pero podría alargarse a 12 si paramos más de lo necesario.
Yo marco el ritmo y se siguen mis normas, por que dado que yo guío, yo lidero.
Extendí la mano derecha hacía el, esperando que, o aceptase la oportunidad o la rechazase. Hiciera lo que hiciese, había tomado la decisión de ir a Derbhab. Necesitaba ver a alguien que perteneciera a mi pasado, y mi hermano era la persona perfecta, por el momento.
-¿Que me dices?
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Escuché sus palabras con paciencia infinita, pues en varias ocasiones estuve a punto de interrumpirla. Mire su mano fijamente, reflexionando los pros y los contras. Realmente, ella era mi boleto hasta una torre de magia, o como fuera que fuese que se decía. Sin ella me perdería, pero la idea de tener que hacer lo que se le viniera en gana simplemente no me gustaba. Aún así ¿Que otra opción podía tener? Su compañía seguro serviría para conocer mejor la zona, y me alejaría de la soledad aunque sea durante un tiempo... luego puede que consiga una mascota. Seguro que un caniche me escucharía más que la chica esta.
- ... -Miré a sus ojos con cierta duda, pero cuando apreté su mano todo aquello se esfumó de mi rostro- Hecho... Ahora en marcha~
No quise pensarlo dos veces, pues si dudaba ella respondería, así que tomé mis cosas y le levanté del suelo alzando la mano hacia la fogata y apagandola con un pulso de aire que envié desde mi mano, haciendo un movimiento fuerte con esta. Hasta ahora era lo único que había conseguido hacer con magia... pero ella no tenía por que saberlo, y si le daba más motivos para temerme sería más fácil hacerla dudar si es que deseaba traicionarme o cambiar los términos del trato con demasiada rapidez. Una vez apagado el fuego, moví mi cuello lentamente, tronando levemente los huesos de este y empezando a caminar, adentrandome en el bosque. Al poco rato después, regresé al mismo punto y miré a la chica con expresión perdida. Las palabras sobraban, por que los hechos eran obvios: No tenía ni jodida idea de por donde ir ahora.
- ... ¿Tienes una montura o algo parecido a ello? El viaje a pié sera demasiado largo y extenuante
- ... -Miré a sus ojos con cierta duda, pero cuando apreté su mano todo aquello se esfumó de mi rostro- Hecho... Ahora en marcha~
No quise pensarlo dos veces, pues si dudaba ella respondería, así que tomé mis cosas y le levanté del suelo alzando la mano hacia la fogata y apagandola con un pulso de aire que envié desde mi mano, haciendo un movimiento fuerte con esta. Hasta ahora era lo único que había conseguido hacer con magia... pero ella no tenía por que saberlo, y si le daba más motivos para temerme sería más fácil hacerla dudar si es que deseaba traicionarme o cambiar los términos del trato con demasiada rapidez. Una vez apagado el fuego, moví mi cuello lentamente, tronando levemente los huesos de este y empezando a caminar, adentrandome en el bosque. Al poco rato después, regresé al mismo punto y miré a la chica con expresión perdida. Las palabras sobraban, por que los hechos eran obvios: No tenía ni jodida idea de por donde ir ahora.
- ... ¿Tienes una montura o algo parecido a ello? El viaje a pié sera demasiado largo y extenuante
Invitado- Invitado
Re: Camino a Dingra [Priv. Déteka, Darkhal, Eidan] (FINALIZADO)
Estreché su mano con fuerza, como estaba acostumbrada ha hacer. Firmeza y fuerza, como un hombre, sin titubear ni dejar que te sacudieran la mano. No puedo evitar pensar que me resultó raro tomar su mano... era algo, inusual. Los hombres que conocía, mis compañeros caballeros de Nurgon, nos agarrábamos por el antebrazo, como era tradición.
"Realmente no sabe casi nada de esta parte del mundo..." Pensé sin poder evitar sonreír de forma enigmática. Eidan era virgen en todos los sentidos de la palabra.
Mientras él se encargaba de la hoguera yo me dediqué a recoger mis bártulos. Con el petate a la espalda y el arco al hombro, me llevé los dedos a la boca y silbé con fuerza. Lindalote y Ashker se levantaron del lugar donde cada uno descansaba y se acercaron a mi. Le acaricié el pico al hipogrifo mientras mi ahora nuevo compañero se crujía las cervicales y comenzaba a andar con seguridad en la dirección opuesta a nuestro camino. Miré por donde se estaba yendo y empecé a reírme cuando lo vi volver.
... ¿Tienes una montura o algo parecido a ello? El viaje a pié sera demasiado largo y extenuante
-Pues claro que tengo, pero Ashker es uniplaza.- Dije orgullosa mientras echaba a caminar, dándole la espalda.
El camino fue silencioso mientras salíamos del bosque. En cuanto hubo espacio entre los árboles yo monté en Ashker, el cual llevó mi peso el resto del día a un ritmo suave.
Si hubiera ido volando habría tardado mucho menos, pero a pie tardamos casi un día en llegar hasta Aren. Allí Eidan encontraría una montura adecuada, descansaríamos del día de viaje y nos quitaríamos el polvo del camino. Podríamos dormir por ultima vez en una cama de verdad, nos abasteceríamos de provisiones y lo que nos hiciera falta antes de tomar el camino carente de una habitación en condiciones hasta muchos días de viaje. Si llevábamos un buen ritmo, tal vez pudiéramos alcanzar la torre antes de lo que esperaba, ademas, si exagerabas y llegabas antes de lo dicho, una siempre quedaba bien.
"Realmente no sabe casi nada de esta parte del mundo..." Pensé sin poder evitar sonreír de forma enigmática. Eidan era virgen en todos los sentidos de la palabra.
Mientras él se encargaba de la hoguera yo me dediqué a recoger mis bártulos. Con el petate a la espalda y el arco al hombro, me llevé los dedos a la boca y silbé con fuerza. Lindalote y Ashker se levantaron del lugar donde cada uno descansaba y se acercaron a mi. Le acaricié el pico al hipogrifo mientras mi ahora nuevo compañero se crujía las cervicales y comenzaba a andar con seguridad en la dirección opuesta a nuestro camino. Miré por donde se estaba yendo y empecé a reírme cuando lo vi volver.
... ¿Tienes una montura o algo parecido a ello? El viaje a pié sera demasiado largo y extenuante
-Pues claro que tengo, pero Ashker es uniplaza.- Dije orgullosa mientras echaba a caminar, dándole la espalda.
El camino fue silencioso mientras salíamos del bosque. En cuanto hubo espacio entre los árboles yo monté en Ashker, el cual llevó mi peso el resto del día a un ritmo suave.
Si hubiera ido volando habría tardado mucho menos, pero a pie tardamos casi un día en llegar hasta Aren. Allí Eidan encontraría una montura adecuada, descansaríamos del día de viaje y nos quitaríamos el polvo del camino. Podríamos dormir por ultima vez en una cama de verdad, nos abasteceríamos de provisiones y lo que nos hiciera falta antes de tomar el camino carente de una habitación en condiciones hasta muchos días de viaje. Si llevábamos un buen ritmo, tal vez pudiéramos alcanzar la torre antes de lo que esperaba, ademas, si exagerabas y llegabas antes de lo dicho, una siempre quedaba bien.
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Salen los dos Personajes
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