~Espectativas~ ((Afueras de Nurgón))

-La vida de un dragón es larga Pero jamás olvidan el nombre de las flores, ni el de los arboles, ni el de los animales salvajes. Solo recuerdan los nombres de los seres más importantes que han pasado por su vida, y es que ellos solo viven con ese aspecto unos cuantos años, miseros dias para un dragón. Aunque puedan llegar a ser bagos y realmente sordos, una vida milenaria es lo que tienen que vivir y es dificil recordar algo que no se repite.
Le miré, confusa. ¿Que quería decir con eso? ¿A cuento de qué décía esas cosas? No era el mejor momento para tener un ataque de filosfo.
-Desgraciadamente, no conozco ningun dragón, así qeu esa información me sirve de poco. Ahora, si me disculpas, me retiro a mi habitación.-Dije, girandome rápidamente para marcharme. No quería permanecer más tiempo allí y seguir diciendo tonterias y escuchando otras tantas. Comencé a camniar a paso rápido hasta la puerta del balcón pero al llegar a esta me detuve, llevando la mano derecha, que antes sotenia los volantes, a la cabeza, porque me mareé. A pesar de que en pocos instantes ya estaba mejor, pensé en Reikren. Claro.. conocía a un dragón, pero seguramente.. ya no seguiría viva. ¿Habría recordado ella mi nombre?

Al escuchar sus palabras no pude evitar sonreir ampliamente, sin apartar la vista de la brillante luna de gran belleza que me había cautivado aquella noche. En realidad era verdad que ella no conocía a un dragón, sino a un muchacho cabezota y que le gustaba meterse con la gente y hacía cabrear a las damiselas más duras. Suspiré, dandome la vuelta manteniendo las manos tras mi nuca. No pude evitar ver como la muchacha se aferraba al marco de la puerta y se quedaba inmóvil, como yo hace unos momentos cuando me sentí mareado. Instintivamente me acerqué a ella para agarrarla de la cintura y el hombro con una delicada sonrisa, ayudandole a entrar en la sala de baile que ya había cambiado su ritmo. Atravesé sin soltarla la sala hasta salir por una puerta lateral, por la que horas atrás yo había entrado para llegar a las habitaciones.
-Si quieres ir a tu habitación, yo te acompaño -dije optimista, mientras intentaba que la muchacha no se me resvalara. Pensé en la idea de decirle algo relacionado con el alcohol, pero me callé. No sabía como iba a reaccionar aquella mujer borracha ante mis palabras. Subí los escalones cargando con el peso de ambos, algo que no me costó mucho y una vez arriba, esperé a que me indicara sus aposentos. Desgraciadamente, la muchacha se encontraba desubicada. ¿Qué narices habría tomado? ¿Hidromiel bien fermentada?
Decidí pues que iriamos a mi habitación y esta noche dormiría en mi cama. Chisté, que contraracional. Sería mi última noche allí y no podría disfrutar de su mullidez. Abrí como pude la habitación, para luego entrar en ella y posar con delicadeza a la muchacha.

Estaba totalmente inmersa en mis pensamientos, que cada vez se volvían más tristes y nostalgicos, y me daban ganas de llorar al pensar en mi amiga fallecida con casi total seguridad, y el hombre que me había abandonado hacía tanto tiempo ya. Al sentir unas calidas manos sobre mi cintura y mi hombro, sosteniendome, giré mi rostro hacía Alexander, a pesar de que mantenia la vista en el suelo. No quería que viera las inminentes ganas de echarme a llorar que sentía en aquel instante.
Si quieres ir a tu habitación, yo te acompaño

-N-no es neceario...-dije en voz baja, tan baja que ni siquiera Alexander lo escuchó, y si lo escuchó hizo caso omiso de mis palabras, y yo no repliqué nada más. Me dejé arrastras por la sala de baile y los pasillos hasta el ala de las habitaciones. Cuando llegamos arriva miré las habitaciones, un poco mareada.. ¿porqué no recordaba cual era la mia? Miré las puertas de roble de las disitntas haibtaciones una por una, pero mi memoria parecía estar bloqueada por la cantidad de alcohol ingerida.

Al escucharle chistar me giré hacía el mientras caminaba algo torpemente por donde el me indicaba, o más bien me arrastraba, porque practicamente era Alexander el que manejaba mi cuerpo en vez de yo.
Cuando entramos, la oscuridad que dominaba la estancia hizo que apenas disitnguiese los objetos hasta que me sentó en la cama y mis ojos se adaptaron medianamente a la luz. Alexander se acercó a mi con algo en la mano, de color blanco.
-Toma, ¿quieres una camiseta para cambiarte?-Ofreció amablemente, aunque parecía algo reticente a entregarme la pregnda. Sin saber que hacer la tomé y Alexander me guió hasta el pequeño baño de la habitación. Dento había una luz mágica de color dorado que se encendió en cuanto entré. Me miré en el espejo. Era yo, pero parecía otra persona, con tanta parafernalia.. ¿porque había hecho todo esto? ¿porqué?

Me quité el vestido como pude para dejar de pensar. Lo dejé delicadamente sobre el indoro y me puse la camiseta que me había dado Alexander. Me estaba grande. Uno de mis hombros quedab ala descubierto y la tela me cubría hasta la mitad de los muslos más o menos. Me quité los zapatos y la pinza del pelo. Cuando salí del baño, con todas mis cosas en las manos. Me las quitó y me hizo sentar otra vez en la cama. Me tumbé, tapandome con la sabana hasta la cintura, y fué cuando no pude controlar más mis pensamientos ni mis lágrimas, que nacieron silenciosas en mis ojos, deslizandose por las mejillas hasta tocar la almohada.

Quería saber que le había pasado a Reikren.. como había muerto, y si fuer aposible, vengar a mi amiga.. y Kira... tan solo quería entender porqué me había abandonado tan fríamente y no había vuelto a saber nunca de él.. si tan solo pudiera hablar una vez más con él....
-Hey...-Sentí su mano sobre mi hombro, el peso de un segundo cuerpo en la cama, y me giré, con las lágrimas en los ojos. Por un isntante no ví a aAlexander, sino a Kira. Me incorporé de golpe, abrazandole.
-Porfavor no te vayas...-susurré entre lágrimas, enterrando el rostro en su hombro.

Esperé sentado en una silla a que la muchacha volviera del baño, pensando en donde me debería de poner a dormir una vez ella ocupase mi cama. Cuando salió del baño, me levanté enseguida, acercandome a ella para quitarle las cosas de sus manos y apoyarlas sobre el escritorio con delicadeza. Me dí la vuelta entonces para agarrarla por los hombros con cuidado e introducirla en la cama, tapandola con suavidad hasta la cintura. No podía evitar verla un poco extrañado con aquél aura de tristeza sobre sus hombros, tan distinto al muro inquebrantable de una mujer dificil que me había visitado esta tarde en mi lugar de descanso. Comencé desvestirme con lentitud de espaldas a la muchacha para ponerme una ropa más comoda para pasar la noche en el suelo. Problemas de frío nunca tendría con el dragón de mi interior velando mis sueños.
Al quitarme la camiseta y lanzarla contra la silla, comencé a escuchar pequeños gemidos mal disimulados que me obligaron a darme la vuelta con una ceja levantada. El lloro llegaba desde la muchacha tumbada en mi cama. Me acerqué a ella con cuidado, mostrando una leve sonrisa amistosa con los ojos levemente entrecerrados.
-Hey... -susurré sentandome en la cama y apoyando una de mis manos sobre su hombro, en una mueca de intentar saber que ocurría y descubrir si podía hacer algo. Observé como Deteka se giraba, mirandome con unos ojos enormes y brillantes de pupila dilatada. Se medioirguió de golpe, enganchandose alrededor de mi cuello y hundiendo su rostro en mi pecho. Alcé los brazos a ambos lados en el aire, sin saber que hacer.

-Porfavor no te vayas...-susurró la muchacha muy cerca de mi oido entre gemidos. Alcé las cejas un tanto sorprendido, pero sin poder evitar sonreir y aguantar una carcajada interna. ¿Antes quería que me fuera y ahora me quería más cerca que nunca? Que graciosos eran los humanos con un exceso de alcohol por sus venas. Apoyé una de mis manos en mi pierna, mientras la otra la colocaba con suavidad sobre su hombro, notandolo frío. Era normal entendiendo que en mí había un ser de fuego que elevaba mi temperatura de más.
-No me voi a ir, al menos por ahora -dije con un tono de ironía en mis últimas palabras. La verdad era que me iría bien temprano, pero eso no venía al asunto. Coloqué la otra mano sobre su otro hombro, apartandola de mí y obligandola a tumbarse- Duerme, mañana estarás mejor.
Me intenté levantar listo para ir a mi lugar en el suelo, pero una frágil mano me agarró de la muñeca y tras una suplica porque me quedará me volví a sentar. Sonreí de nuevo, rascandome la cabeza. Eso de dormir hombre y mujer en la misma cama era visto como falta de respeto a los demás caballeros, pero no tenía otra. Que más da si ya me iba a ir mañana. Suspiré, quitandome los zapatos con mi mano libre y tumbandome a su lado, mirando por unos segundos su rostro apagado tras haber caido rendida para luego ponerme de espaldas a ella e intentar coger un sueño que no me costó mucho.

Aterrize en las afueras de nurgon en forma humana pero com mis alas de dragona para volar, cuando mis pies tocaron el suelo las hice desaparecer; llegava tarde a la fiesta pero eso no significava que pudiera entrar en el castillo con unas alas.

Silve para que mi dientes de sable jegen viniera, cuando llego monte sobre su lomo e hize que me llevara hasta el castillo una vez allí, tras cruzar las murallas deje a jegen en el establo y fui a mi habitacion donde deje mis armas y mi bolsa ;me duche y cambie rapidamente; ahora llevaba una ropa casi igual que la otra pero limpia y que parecia de gala, nunca me habia gustado llevar vestidos ni faldas me eran incomodas y no podia reacionar rapidamente con ellas.

Fui al salon rapidamente y entre sin que nadie se diera cuenta me diriji a donde estaba el rei y le presente mis respetos como dama de nurgon, cuando acabe de hablar con el fui a buscar al maestro de armas para pedirle perdon por llegar tarde, me disculpo pero no sin antes echarme bronca, me comento tambien que al dia siguiente llegarian nuevos aprendices de todo nandelt y que si queria fuera a ver su evaluacion inicial, la cual hacian todos los futuros caballeros de nurgon o intentavan llegar a serlo.

Poco despues de hablar con el maestro de armas se acabo la fiesta dejando el salon vacio en poco tiempo; sali del salon junto con todos los demas y fui a mi habitacion para pasar la noche, estaba agotada, entre en la habitacion y me meti directamente en la cama, no habia acabado de meterme y ya estaba dormida.

OFF ROL: Alsan, he estado buscando tu ficha de pj pero.. no la encuentro.. si no la has hecho deberias tenerla porque para rolear necesitas una ficha de personaje para que el resto de los user sepan lo minimo de tu pj (aspecto físico y cosas así) para poder rolear.

Duerme, mañana estarás mejor.
Me aferré a su muñeca con ambas manos, suplicandole con la mirada que se quedase a mi lado. Ahora su imagen cambiaba, durante unos segundos era Alexander, pero despues era Kira.. mi Kira. Sabía que no lo había superado. Ni siquiera había intentado enfrentarme a ello, y ahora que mi conciencia no podía dominar mi cuerpo por culpa del alcohol, aquello salía a la luz, haciendo que viese en otra persona a alguien que se le parecía ligeramente. Sabía que fisicamente se parecían ligeramente, pero era el espiritu de Alexander el que evocaba el de Kira, o viceversa.
Le observé mientras se quitaba loz zapatos y la camiseta, sin poder evitar alzar la mano para acariciar lentamente la piel de su espalda y hombros como habría hecho con Kira. Cuando se tumbó, me extrañó que fuera de espaldasa mi. Para mi mente, no era Alexander, sino Kira el que estaba aquella noche compartiendo lecho conmigo. Rodeé su cintura con los brazos algo temerosa de que en cualquier instante la imagen se volatilizase y vovliera a quedarme sola en aquella cama de frías sabanas. Apoyé la mejilla en su espalda, cerrando los ojos lentamente. Su piel era tersa, suave.. cálida, más calida de lo normal en una persona, pero me agradaba aquel calor que destilaba su cuerpo.

-Buenas noches...-susurré mientras mi mente se rendía al sueño, sin llegar a pronunciar el nombre que muró en mi mente antes de llegar a formularlo "Alexander"

Tras tener ya una postura minimamente cómoda para dormir no pude pegar un pequeño salto y sentir como un escalofrío placentero recorría mi espalda cuando un lento y delicado brazo me rodeó la cintura haciendo un mínimo de presión que me juntaba contra ella. Fruncí el ceño apurado sin poder evitar alzar la cabeza con rapidez para ver que hacía la muchacha. Ésta se juntó aún más a mí, pegando su rostro contra mi espalda y despidiendose por esa noche. No pude evitar sonreir mientras esperaba a que la fuerte respiración de la muchacha me declarará que se había quedado dormida. Con cuidado coloqué mi mano sobre la suya, levantando por completo la estructura del brazo y escabullendome hacia el suelo, quedando sentado. Esperé un poco allí para que volbiera a coger el sueño profundo y seguidamente me levanté, colocandola a un lado de la cama con cuidado de no despertarla para luego tumbarme de nuevo en su lado, de espaldas por segunda vez. Cerré los ojos con cuidado, un poco agitado por la situación comprometida de antes. Seguramente la muchacha influenciada por el alcohol se imaginase que yo era una de sus parejas de cama e intentase agarrarme como a un osito de dormir. Sonreí con ironía, colocandome bocarriba para ponerme en una postura más comoda. Como dragón no sentía nada por las humanas, pero como hombre, las respetaba en toda su forma y belleza, y por ello no podía dejar que aquello se pasase de un desliz.
Sin darme cuenta, entre pensamientos, me quedé profundamente dormido.

La luz del sol se filtraba delicadamente por la ventana, desparramandose por toda la habitación y haciendome sentir el tibio calor solar sobre mis parpados, lo cuál me hizo abrirlos lentamentes. Lo primero que ví al rbri los ojos fué a él. Alexander. Con su rostro a unos escaoss dos milimetros del mio, y su brazo aferrandome por la cintura. Me quedé totalmente de piedra. ¿Que hacía con aquel tipo en la misma cama? Intenté recordar algo pero mi mente estaba totalmente en blanco, solo recordaba haber bebido un par de copas bastante fuertecitas y despues... nada.. una gran laguna.

Bajé la vista un instante y al ver una camiseta en vez de mi vestido negro me quedé horrorizé. ¿¡Pero que había hehco aquella noche?!
-AAAAAAh!!-Grité a tiempo que empujaba a Alexander fuera de la cama, haciendo que se precipitase burscamente al suelo mientras yo me arrinconaba en en la cama, cubriendome con la sabana hasta el cuello. - ¡pervertido!-
Exclamé, atacada de los nervios. Miré bajo las sabas nuevamente, intentando obligarme a recordar, a despejar esa laguna, pero nada, mi memoria se nagaba areaccionar aquella mañana.

FDR: ahora termino mi ficha que la tengo a medias.

oí un grito que me desperto de golpe salte de la cama y coji mis armas, ya estaba vestida con lo cual supuse que la noche anterior me habia dormido vestida.

sali de la habitacion corriendo y me diriji al sitio de donde habia provenido el grito.
llame a la puerta de la habitacion sin entrar.
-ey, estas bien ¿que ocurre?- dije sin dejar de llamar, no sabia cuantas personas habia ahí dentro asi que me diriji a la que habia gritado

Había cogido un sueño muy dulce, tanto, que mis movimientos en la cama intentando buscar más sitio habían sido constantes a lo largo de la noche y por ello, mi brazo había aferrado un mullido bulto que aceptó como acompañante de la noche. Un cálido y profundo sueño que no se interrumpió hasta la mañana.
Un atronador grito muy cerca de mi odio me obligó a despertarme completamente sobresaltado sintiendo un enorme subidón de adrenalina que aceleró mi corazón como nunca antes lo había echo. Abrí los ojos de golpe, cegandome por la luz solar que entraba desde la ventana y obligandome a estrujarlos. Todo aquello en decimas de segundo interrumpidas por una enorme presión muy cerca de mis hombros y mi pecho que me expulsó hacia atrás, haciendome caer casi de cabeza de la cama y llevandome un buen golpe que resonó en toda la habitación. Me retorcí en el suelo como pude hasta conseguir apoyar los codos y enderezarme, aún con el corazón en un puño, con la vista algo nublosa y ahora un tremendo dolor de espalda.
-¡Pervertido! -gritó la muchacha con desesperación y un horrible temblor en su voz. No pude evitar sorprenderme en un principio, dandome cuenta de la situación. Puse una mano en la nuca, emitiendo una enorme sonrisa que estalló en una carcajada. Me puse de pie, agarrando la camiseta del día anterior de la silla y poniendomela encima. Me dí la vuelta, cruzando los brazos ante mi pecho.
-Tranquilizate, no ha pasado nada. Me pediste que durmiera contigo, nada más -comenté con una pequeña sonrisa ahora, dirigiendo mi mirada hacia la ventana. El segundo sol ya había amanecido. Era hora de mi partida. Picaron entonces a la puerta, a la cual me acerqué dispuesto a abrir pero al recordar a la muchacha semidesnuda en mi cama y lo comprometedor que podía llegar a ser, detení mi jugada.
-Etto... -crucé los brazos ante mi pecho- No ocurre nada. He resbalado y me he hecho daño, nada más.

oí una carcajada y luego la respuesta de un chico.
-la proxima vez intenta no despertar a todo el castillo-le reproche, cuando me despertavan de ese modo me ponia de mal humor hasta almenos la hora de comer- ni que te hubieras roto la cabeza!.
me di la vuela y volvi a mi habitacion, entre en ella y me puse ropa normal de viaje como la que llevaba el dia anterior cuando llegue al castillo, me puse las armas y sali de la habitacion para dirijirme al comedor a desayunar.

Cuando entre estaba casi todo lleno coji mi racion de comida y me sente en la unica mesa libre donde aun quedavan tres sillas libres; me puse a desayunar pensando en lo que tenia que hacer ese dia.

Tranquilizate, no ha pasado nada. Me pediste que durmiera contigo, nada más
-¡Pero que dices!?
Me quejé. Yo jamas le pediria a aquel tipo que me sacaba de quicio que durmiera conmigo.
Al escuchar como llamaban la a la puerta me cubrí todavía más con la sabana, alarmada, callandome al instante. No podía permitir que nadie me viera en aquella habitacion.. ¿que dirian los maestros de armas? Y aun peor... con tan escasa ropa puseta encima.
Me levanté de la cama arrastrando las sabanas conmigo y cubriendome con ella, a pesar de que llevaba la camiseta. Miré a Alexander con recelo. ¿Y si estaba mintinendo y aquella noche...
No queria ni pensarlo!
-¿Donde estan mi ropa?-Dije, buscando mi ropa por la habitación. Le miré un instante. La visión de su cuerpo perfectamente musuclado semidesnudo me hizo sonrojar un poco.-¿Y la tuya?

Suspiré con alivio cuando escuché como los pasos del que estaba tras la puerta se alejaban por el pasillo, lejos de la puerta de la habitación. Me separé de la puerta con tranquilidad, cruzando los brazos ante mi pecho para ver como la muchacha se revolvía nerviosa en la cama intentando taparse más de lo posible. Sus miradas vergonzosas y culpabilizadoras me hcicieron sonreir ampliamente. Puse las manos tras mi nuca y me dí la vuelta, buscando mi camiseta que había tirado la noche anterior en una silla. Escuché entonces su pregunta, por lo que alcé mi prenda de color perloso sacudiendolo en el aire para que lo viera mientras con la otra mano señalaba su ropa encima del escritorio.
-Anoche tu misma entraste en el cuarto de baño a quitartela y ponerte una de mis camisetas -dije con un pequeña sonrisa, dandome la vuelta y poniendome la camiseta de tirantes que estaba aún en mis manos. Me rasqué la nuca, acercandome a mi armario y abriendo las puertas para cruzar los brazos y quedarme unos momentos pensativo. Debía comenzar a preparar la maleta, un equipaje ligero. Me agaché para coger una mochila verdacea del piso de abajo y allí metí un par de camisetas, unos pantalones largos y otros más cortos, una manta, unas bolsas con diferentes cosas y agarrado a la mochila, el carcaj con flechas. Dejé la mochila sobre el escritorio, para seguidamente revisar mis collares y echando una ojeada por la ventana. El tercer sol ya había amanecido. Me debía ir enseguida.

Caminé hasta el escritorio, arrastrando las sabnas por el suelo tras d emi y tomé el vestido, delicadamente doblado con mis zapatos y demas parafenalia encima. No era plan de ponermelo y correr hasta mi habitación, ni arrastrar la sabana por todo pasillo. Me miré de arriba a abajo suspirando un mero isntante. ¿Tendría que correr en camiseta por los pasillos de la academia?
-Humillante...-definí la situación en un murmullo mientras me llevaba la mano a la cabeza, que empezaba a dolerme bastante. Me giré hacái Aelxander, el cuál ya llevaba toda su ropa puesta y se dedicaba a guardar cosas en una pequeña maleta de viaje. Ahora que lo recordaba.. yo también tenia que continuar con mi trayecto. Una pequeña parada en Nambre, y después, directo a Awinor.
Me acerqué a la puerta y me quié lasabana d eneicma, lanzandola en la cama algo burscamente.
-Adios. Que tengas suerte.
Dije, un segundo antes de abrir la puerta y echar a correr a mi habitación, cerrandola bruscamente tras de mi. Corrí hacía mi habitación portando conmigo el vestido y los zapatos, y cuando llegué tiré del pomo, pero este se resisitía a ceder, dejandome en aquella incomoda situación. Empecé a escuchar pasos y me alarmé. Al amanecer del tercer sol, los maestrso de armas despertarian a los nuevos alumnos, pare de los cuaes debian encontrarse en aquel ala, porque si no, no encontraba otro sentido a su presencia allí. El corazón se me encogió en el pecho y comencé a tironear del pomo, y justo cuando comenzaba a vislumbrar la sombre de algunas personas por la esquina del pasillo, conseguí abrir la puerta y entré como alma que lleva el diablo. Cerré la puerta de la misma forma y apoyé la espalda en ella, exhausta, y aun con el miedo en el cuerpo.
Mi espalda se deslizó por la superficie de madera hasta que acabé sentada en el suelo. Ashker se acercó a mi y me lamió la mejilla. Alcé la mano y palmeé cariñosamente su plumaje.
-Vamos chico... tenemos que volver a casa....
Susurré, levantandome del suelo para comenzar a prepararme para mi marcha.


Salgo del Poooost

No me giré cuando la muchacha se despidió, ya que desde un principio había parecido avergonzada por encontrarse tapada solo con mi camiseta, por lo que opté por no mirarla, simplemente sonreir para mí mismo mientras repasaba las cosas necesarias e inútiles. Volví al armario, ésta vez para coger la ropa que llevaría puesta, algo resistente pero cómodo y que me fuera lígero en el viaje. Rebusqué en las pocas pertenencias que me quedaban en el armario, optando por una camisa blanca y para debajo, una cota fina de malla. Complementaría aquello además con unos pantalones ajustados de color oscuro y unas botas reforzadas. Me puse la mochila en el hombro, acomodando de mejor manera el carcaj y poniendo a su lado mi arco. En el citurón enganché un par de bolsitas con diferentes cosas y mi espada sencilla. Revisé la habitación durante unos instantes, acariciando el colgante de Nurgón prendido en mi cuello. Allí acababa mi estancía entre los humanos, ya había aprendido suficiente.
Salí de la habitación, cerrando la puerta tras de mí y dejando la llave en la cerradura. Cuando algún Caballero pasase por allí comprendería que me había ido ya. Seguramente el rey hubiese dado la señal. Bajé las escaleras rapidamente para llegar al establo, donde me esperaba un silencioso Arissar ya ensillado y con los arreos en la boca. Con cierto acierto, un mozo de establo le habría sido asignada la tarea de prepararle para mi partida. Suspiré. Obviamente el rey me había cogido una cierta manía. Acaricié su barbilla como a él más le gustaba, intentando tranquilizarle y alegrarle. Enganché mi mochila a la parte trasera de la silla y me subí agilmente. Con un paseo suave, Arissar y yo marchamos de allí. ¿Destino? Llegar hasta Drackwen, torre a la que Milennas había deseado ir desde muy pequeña y donde las investigaciones me habían mandado ir. Aunque primero haría unas paradas...

Abandono post.

sali de comedor y me diriji a los establos donde estaba jegen, no pensava quedarme a ver a los nuevos.
monte en jegen tras asegurarme de que habia comido y me aleje de nurgon y su castillo

dejo post