Contando luciérnagas...
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Re: Contando luciérnagas...
FDR: Aynss... siento no haberme pasado en tanto tiempo... He estado de examenes (horriible, ha sido horrible xD) pero ya por fin terminé y estaré más atento al rol ^^)
Las palabras de Night motivaron al joven féerico. Controlar a la Sombra... No era un disparate al fin y al cabo. Incluso a Night Baker le había parecido algo factible. Y bueno, tal vez se hubiera equivocado en alguna cosa más, como le había hecho ver Vannel, pero la idea de tener un plan, un objetivo que pudiera desarrollar, aunque con una mínima posibilidad de éxito, le llenaba de esperanza e ilusión.
La cuestión sería ahora cómo proceder. Antes había logrado infiltrarse en la conciencia de la sombra de forma inconsciente, sin planearlo. ¿Cómo hacer para tratar de activar esa conexión en el momento oportuno? Y si lo conseguía... ¿lo notaría la Sombra? ¿Podría resistirse a ser invadida por un huésped? Recordó con dolor que Ella había sido su huésped hasta hacía apenas un par de días. Un oscuro virus que latía en su interior, transformándolo en un monstruo infeliz y peligroso. Sombra del Dolor, la había llamado Vannel, y Kronos comprendía por experiencia porqué le habían elegido ese nombre...
- Creo que sí, es buena idea lo de empezar a "calentar"- murmuró Kronos mirando a Vannel. Observó que Night ya se había acomodado sobre la hierba para ver el espectáculo. No obstante, Kronos necesitaba su propio entrenamiento- Mientras tu practicas creo que yo me debería poner en marcha con el plan... Quiero decir, lo de infiltrarme en la mente de la Sombra y eso...- dicho en voz alta, en aquel momento le sonó ridículo. Infiltrarse en la mente de una Sombra. Seguramente algo imposible. No era un hechicero, ni siquiera tenía nociones básicas de magia, tan sólo era un crío, y sin embargo iba a intentar algo que ni siquiera se había probado antes en toda la historia de Idhún, probablemente.
"Aunque antes yo lo he logrado... involuntariamente"
Se dijo que por intentarlo no había nada que perder.
- Si me permites, echaré un vistazo más profundo a ese libro, el Libro Gris. Sino te importa, claro. Quiero saber más sobre esa Sombra del Dolor. Quiero saber cómo piensa, quiero saber sus motivaciones y sus ideales, y por qué me ha elegido a mí. Tal vez eso me ayude a comprenderla y me facilite el trabajo... Tal vez.
Tomó el libro de tapas grises que antes le había prestado Vannel y se sentó junto a Night para leerlo tranquilamente. Pichu todavía reposaba en su hombro, y seguía interesada todos sus movimientos. Kronos abrió primero el libro por el índice, y después comenzó a pasar páginas hasta hallar la sección deseada. Letras grandes y con florituras le mostraron el título de aquel capítulo "Sombras del Dolor". Un escalofrío le recorrió la espalda, seguido como en cadena por un rugido de su estómago vacío. Se percató entonces de que estaba hambriento, no había comido en horas, pero ya se ocuparía de ello más tarde.
Echó un último vistazo a Vannel, que al parecer se estaba preparando para practicar su magia- nada nuevo, se dijo, ya había visto grandes trucos de magia con su antigua compañera Elaguadelvalle, y antes más incluso con Sagan- y se centró de nuevo en la página repleta de letras.
Comenzó a leer en voz baja.
Las palabras de Night motivaron al joven féerico. Controlar a la Sombra... No era un disparate al fin y al cabo. Incluso a Night Baker le había parecido algo factible. Y bueno, tal vez se hubiera equivocado en alguna cosa más, como le había hecho ver Vannel, pero la idea de tener un plan, un objetivo que pudiera desarrollar, aunque con una mínima posibilidad de éxito, le llenaba de esperanza e ilusión.
La cuestión sería ahora cómo proceder. Antes había logrado infiltrarse en la conciencia de la sombra de forma inconsciente, sin planearlo. ¿Cómo hacer para tratar de activar esa conexión en el momento oportuno? Y si lo conseguía... ¿lo notaría la Sombra? ¿Podría resistirse a ser invadida por un huésped? Recordó con dolor que Ella había sido su huésped hasta hacía apenas un par de días. Un oscuro virus que latía en su interior, transformándolo en un monstruo infeliz y peligroso. Sombra del Dolor, la había llamado Vannel, y Kronos comprendía por experiencia porqué le habían elegido ese nombre...
- Creo que sí, es buena idea lo de empezar a "calentar"- murmuró Kronos mirando a Vannel. Observó que Night ya se había acomodado sobre la hierba para ver el espectáculo. No obstante, Kronos necesitaba su propio entrenamiento- Mientras tu practicas creo que yo me debería poner en marcha con el plan... Quiero decir, lo de infiltrarme en la mente de la Sombra y eso...- dicho en voz alta, en aquel momento le sonó ridículo. Infiltrarse en la mente de una Sombra. Seguramente algo imposible. No era un hechicero, ni siquiera tenía nociones básicas de magia, tan sólo era un crío, y sin embargo iba a intentar algo que ni siquiera se había probado antes en toda la historia de Idhún, probablemente.
"Aunque antes yo lo he logrado... involuntariamente"
Se dijo que por intentarlo no había nada que perder.
- Si me permites, echaré un vistazo más profundo a ese libro, el Libro Gris. Sino te importa, claro. Quiero saber más sobre esa Sombra del Dolor. Quiero saber cómo piensa, quiero saber sus motivaciones y sus ideales, y por qué me ha elegido a mí. Tal vez eso me ayude a comprenderla y me facilite el trabajo... Tal vez.
Tomó el libro de tapas grises que antes le había prestado Vannel y se sentó junto a Night para leerlo tranquilamente. Pichu todavía reposaba en su hombro, y seguía interesada todos sus movimientos. Kronos abrió primero el libro por el índice, y después comenzó a pasar páginas hasta hallar la sección deseada. Letras grandes y con florituras le mostraron el título de aquel capítulo "Sombras del Dolor". Un escalofrío le recorrió la espalda, seguido como en cadena por un rugido de su estómago vacío. Se percató entonces de que estaba hambriento, no había comido en horas, pero ya se ocuparía de ello más tarde.
Echó un último vistazo a Vannel, que al parecer se estaba preparando para practicar su magia- nada nuevo, se dijo, ya había visto grandes trucos de magia con su antigua compañera Elaguadelvalle, y antes más incluso con Sagan- y se centró de nuevo en la página repleta de letras.
Comenzó a leer en voz baja.
Yandrak- Oráculo de Karevan
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Su personaje es: Ygoron Gorzan, gigante
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Re: Contando luciérnagas...
[color=olive]-Pues claro que puedes, coge el libro cuando quieras- Le dije a Kronos, mire a Night y sonreí. La verdad era que no necesitaba calentar, la magia acuática fluía suavemente por mi en cualquier momento, lo que necesitaba era ordenar mis pensamientos, y no encontraba mejor forma de hacerlo que con una buena sesión de magia. Comencé a acumular energía y a cojer el ritmo del vals "Un, Dos, Tres, Un, Dos, Tres, Un, Dos . . . " -TRES- choque las manos violentamente creando una onda expansiva que llego lejos, pero no lo suficiente como para alcanzar a Night y a Kronos, después alcé las manos y un gran torrente de agua del lago vino hacia mi, puse las manos frente al agua y estar se trenzó qn forma de espiral en torno a mi, después eleve las manos y el agua formo dos anillos que giraban en torno a mi a gran velocidad, luego separe los brazos rápidamente y el agua estallo en pequeñas gotas que se expandieron por el espacio, levanté los brazos y el agua se vivió a juntar flotando en forma de bola sobre mi cabeza, lance el agua hacia arriba y cuando estaba cayendo pronuncie una sola palabra -Haifagnor- (Traducción: Centella de hielo) una centella de hielo salió de mis manos y choco contra la bola de agua haciendo que se congelase, cuando la bola estaba a punto de caerme encima interpuse mi mano y la bola de hielo se rompió en pequeños trozos de hielo que se repartieron por el espacio, era hora de practicar el hechizo para destruir a las sombras que no fueran la de Kronos, levanté las mano y cree una bola de luz, los rayos de luz del hechizo se reflejaron en los trozos de hielo haciendo que Kronos y Night se tuvieran que tapar los ojos, aquella luz podría destruir a qualquier sombra y dejar lo suficientemente devil a la de Kronos como para extraerla su sombra, después Night intentaría fundirse con ella y yo no lo impediría.
Había pensado mucho en ello durante la práctica "Alla e, si quiere poner en peligro su vida es cosa suya, no tienes por que ayudarle, ya se lo has insistido suficiente" decía la mente "No puedes dejar que haga eso, es peligroso, y sufrirá, y probablemente morirá y si muere tu sufrirás, recuerda que te enseñaron que los sentimientos son para dejarlos libres, no para encerrarlos bajo una capa de hielo como hiciste antaño" decía el corazón, pero ya había arriesgado demasiado por el amor, y nunca había recibido recompensa alguna, y a de más, Night no parecía interesado en mi, chico iluso.
Estaba de espaldas a ellos. Me desabroche un botón de la túnica y trace, en el lugar donde debería esta mi corazón, una runa de hielo, allí en mi piel se encontraba una cicatriz, me había trazado tantas veces aquella runa que me había dejado marca, al final terminaría teniendo un corazón de hielo, como me dijo mi hermano en su lecho de muerte. No te como el hielo cubría y ahogaba los sentimientos que Night había provocado en mi. Una vez el hielo término de congelar el sentimientos he provocaban en mi los bellísimos ojos de Night, me abroche el botón de la túnica, me di la vuelta y les mire. Sonreí a Kronos y mire a Night, mis ojos no decían nada, sólo había una cosa en ellos: Hielo.
Había pensado mucho en ello durante la práctica "Alla e, si quiere poner en peligro su vida es cosa suya, no tienes por que ayudarle, ya se lo has insistido suficiente" decía la mente "No puedes dejar que haga eso, es peligroso, y sufrirá, y probablemente morirá y si muere tu sufrirás, recuerda que te enseñaron que los sentimientos son para dejarlos libres, no para encerrarlos bajo una capa de hielo como hiciste antaño" decía el corazón, pero ya había arriesgado demasiado por el amor, y nunca había recibido recompensa alguna, y a de más, Night no parecía interesado en mi, chico iluso.
Estaba de espaldas a ellos. Me desabroche un botón de la túnica y trace, en el lugar donde debería esta mi corazón, una runa de hielo, allí en mi piel se encontraba una cicatriz, me había trazado tantas veces aquella runa que me había dejado marca, al final terminaría teniendo un corazón de hielo, como me dijo mi hermano en su lecho de muerte. No te como el hielo cubría y ahogaba los sentimientos que Night había provocado en mi. Una vez el hielo término de congelar el sentimientos he provocaban en mi los bellísimos ojos de Night, me abroche el botón de la túnica, me di la vuelta y les mire. Sonreí a Kronos y mire a Night, mis ojos no decían nada, sólo había una cosa en ellos: Hielo.
Invitado- Invitado
Re: Contando luciérnagas...
Kronos se sentó a mi lado con el extraño libro y empezó a hojearlo. Examiné con curiosidad las páginas, algo desgastadas y de un gris apagado, muy claro, casi blanco. Las pastas eran de un color más oscuro, y las letras parecían negras a primera vista, pero al acercarme más comprendí que era un gris muy, muy oscuro... pero gris.
-Es gris por completo -dije a Kronos en voz baja-. Le pega bastante.
"El Libro Gris" pensé dibujando una media sonrisa de diversión. Empecé a leer por encima del hombro de Kronos, señalando alguna ilustración o comentando un párrafo de vez en cuando, mientras miraba de hito en hito el entrenamiento mágico de Vannel, vigilando lo que hacía. Lo observé recoger energía (o al menos eso creía que estaba haciendo) y chocar las manos creando una onda expansiva que estuvo a punto de alcanzarnos, sobresaltándome. Di un salto en el sitio y me eché a reír a carcajadas.
-¡No quiero morir tan joven y guapo! -reí, mirando también a Kronos. Por fin un momento alegre...
Vannel siguió practicando, desprendiéndose del mundo a su alrededor. Seguí mirándolo con una sonrisa, pero poco a poco perdí la expresión, quedándome abstraído en el movimiento del agua, en sus propios movimientos. En un momento dado, él levantó las manos con suavidad y un gran torrente de agua del lago se elevó y empezó a trenzarse alrededor de su cuerpo, para después formar dos anillos que giraban en torno a él con rapidez... su rostro expresaba una extraña calma, como si nada de lo que le rodease fuese más que un sueño, o como si él mismo fuese algo irreal, un espíritu del agua, atemporal e inmortal...
Había algo en Vannel que no encajaba con nada de lo que yo conocía. No sabía si se debía al hecho de ser un mago, o porque parecía más maduro... o por qué. En mi vida apenas había conocido de verdad a unas cuantas personas. No se me daba tan bien la gente.
Recobré la consciencia de lo que ocurría cuando la bola de hielo que el mago sujetaba en el aire por encima de él se rompió en pequeños trozos de hielo que cayeron en cascada a su alrededor, como una lluvia de miles de diminutos diamantes... y entonces él alzó una mano y una luz irreal, mágica e intensa, surgió de la nada haciendo brillar cada pedazo de hielo con un fulgor nacarado.
El tiempo se detuvo un sólo instante. Noté que sus ojos miraban en mi dirección y levanté la vista hacia ellos, pero me di cuenta de que tenía la mirada perdida, y ya estaba girándose de nuevo hacia el lago.
Había pasado algo en aquel instante, pero mi subconsciente ya estaba trabajando a toda prisa por olvidarlo.
"No te acerques a nadie. No dejes que nadie se acerque" susurraron las hadas desde mis recuerdos con voz autoritaria, llenándome el pecho de miedo. Nunca me dejarían en paz. Nunca podría escapar de ellas.
Tenía que olvidar aquel tema. No quería pensar en ello. No debía pensar en ello. Fruncí el ceño sacudiendo la cabeza, y le hice una mueca absurda a la ardilla de Kronos, que parpadeó sorprendida. Él seguía inclinado sobre el libro, absorto en la información que éste prestaba de la Sombra del Dolor. Había un matiz amargo en su rostro, me percaté preocupado, y le palmeé la espalda amistosamente, intentando animarlo.
-Esa cosa no podrá nada contra nosotros -bromeé-. Tenemos una ardilla. Y también un mago.
Diciendo aquello burlonamente, levanté la cabeza hacia Vannel... pero mi sonrisa se congeló.
Porque él acababa de dirigir sus ojos hacia nosotros... y no eran los suyos.
No estaba el afable aura de Vannel. No estaba la serenidad amable y cordial de Vannel. No estaba Vannel.
Ahora sólo había... ¿qué? ¿Una pared de hielo que no dejaba ver nada al otro lado?
-No -solté sin pensar, y me di cuenta de que me había puesto en pie sin percatarme.
¿Acaso no podía haber ni un sólo momento feliz que durase más de unos minutos? Aquella era la maldición de la sombra, pero yo ya llevaba otras cuantas encima. Mi mente era un laberinto cada vez más peligroso. Giraba una esquina, y encontraba dolor. Si no iba con cuidado, el sufrimiento estaba en todas partes, extendiéndose, y yo no hacía más que volver corriendo e intentar seguir adelante sin olvidar el camino seguido. Algún día no quedarían rincones seguros en aquel laberinto. Y entonces...
Dejé a Kronos sentado en la hierba y corrí hacia Vannel. No sabía si el pequeño se había dado cuenta... pero tenía que haberlo hecho. Era demasiado evidente.
Me detuve frente a él y un soplo de viento frío me puso la piel de gallina. El cielo había empezado a oscurecerse; las nubes se arrastraban enroscándose a través del azul, cada vez más grisáceo, del firmamento. Olía a humedad, a bosque, y no se oía más que el susurro de los árboles mecidos por el viento. Iba a llover. Tal vez hubiera tormenta.
Ninguno de mis compañeros se movió. Yo estaba allí, de pie delante de Vannel, sin tener ni idea de lo que quería decir o hacer. Mis pensamientos eran un remolino confuso y sin sentido.
-¿Qué ha pasado? -pregunté inexpresivamente. Pero ya lo sabía, ¿no? Mi instinto nunca me había fallado; podía ver e intuir cosas que otros no eran capaces de percibir. Había visto aquella chispa en sus ojos cada vez que me hablaba, y la voz de las hadas la había acallado al instante.
Intenté volver a mirar a Vannel a los ojos, ver más allá de aquel muro de hielo que se había instalado en su mirada, y no lo conseguí.
"No te acerques a nadie. No dejes que nadie se acerque" gritaron las hadas, extendiéndose desde lo más profundo de mi pasado, desde la oscuridad primigenia que me había arropado hacía tantos años...
Avancé un paso hacia él.
"No te acerques a nadie"
Ya no os pertenezco, quise decirles, aunque no fueran reales. Me protegisteis... en una jaula. El peligro pasó hace años, pero vuestras voces siguen persiguiéndome hoy, y seguirán haciéndolo para siempre. Me salvasteis la vida, y me destruisteis. Siempre lo he perdido todo por vuestra culpa, y no quiero seguir haciéndolo. Ya no hay peligro. Quiero ser libre. Soy libre.
"No te acerques"
"Soy libre"
Me lancé sobre Vannel y lo besé, y noté que algo se rompía.
¿Era el hielo de sus ojos, o eran las voces de las hadas?
¿O eran ambos?
-Es gris por completo -dije a Kronos en voz baja-. Le pega bastante.
"El Libro Gris" pensé dibujando una media sonrisa de diversión. Empecé a leer por encima del hombro de Kronos, señalando alguna ilustración o comentando un párrafo de vez en cuando, mientras miraba de hito en hito el entrenamiento mágico de Vannel, vigilando lo que hacía. Lo observé recoger energía (o al menos eso creía que estaba haciendo) y chocar las manos creando una onda expansiva que estuvo a punto de alcanzarnos, sobresaltándome. Di un salto en el sitio y me eché a reír a carcajadas.
-¡No quiero morir tan joven y guapo! -reí, mirando también a Kronos. Por fin un momento alegre...
Vannel siguió practicando, desprendiéndose del mundo a su alrededor. Seguí mirándolo con una sonrisa, pero poco a poco perdí la expresión, quedándome abstraído en el movimiento del agua, en sus propios movimientos. En un momento dado, él levantó las manos con suavidad y un gran torrente de agua del lago se elevó y empezó a trenzarse alrededor de su cuerpo, para después formar dos anillos que giraban en torno a él con rapidez... su rostro expresaba una extraña calma, como si nada de lo que le rodease fuese más que un sueño, o como si él mismo fuese algo irreal, un espíritu del agua, atemporal e inmortal...
Había algo en Vannel que no encajaba con nada de lo que yo conocía. No sabía si se debía al hecho de ser un mago, o porque parecía más maduro... o por qué. En mi vida apenas había conocido de verdad a unas cuantas personas. No se me daba tan bien la gente.
Recobré la consciencia de lo que ocurría cuando la bola de hielo que el mago sujetaba en el aire por encima de él se rompió en pequeños trozos de hielo que cayeron en cascada a su alrededor, como una lluvia de miles de diminutos diamantes... y entonces él alzó una mano y una luz irreal, mágica e intensa, surgió de la nada haciendo brillar cada pedazo de hielo con un fulgor nacarado.
El tiempo se detuvo un sólo instante. Noté que sus ojos miraban en mi dirección y levanté la vista hacia ellos, pero me di cuenta de que tenía la mirada perdida, y ya estaba girándose de nuevo hacia el lago.
Había pasado algo en aquel instante, pero mi subconsciente ya estaba trabajando a toda prisa por olvidarlo.
"No te acerques a nadie. No dejes que nadie se acerque" susurraron las hadas desde mis recuerdos con voz autoritaria, llenándome el pecho de miedo. Nunca me dejarían en paz. Nunca podría escapar de ellas.
Tenía que olvidar aquel tema. No quería pensar en ello. No debía pensar en ello. Fruncí el ceño sacudiendo la cabeza, y le hice una mueca absurda a la ardilla de Kronos, que parpadeó sorprendida. Él seguía inclinado sobre el libro, absorto en la información que éste prestaba de la Sombra del Dolor. Había un matiz amargo en su rostro, me percaté preocupado, y le palmeé la espalda amistosamente, intentando animarlo.
-Esa cosa no podrá nada contra nosotros -bromeé-. Tenemos una ardilla. Y también un mago.
Diciendo aquello burlonamente, levanté la cabeza hacia Vannel... pero mi sonrisa se congeló.
Porque él acababa de dirigir sus ojos hacia nosotros... y no eran los suyos.
No estaba el afable aura de Vannel. No estaba la serenidad amable y cordial de Vannel. No estaba Vannel.
Ahora sólo había... ¿qué? ¿Una pared de hielo que no dejaba ver nada al otro lado?
-No -solté sin pensar, y me di cuenta de que me había puesto en pie sin percatarme.
¿Acaso no podía haber ni un sólo momento feliz que durase más de unos minutos? Aquella era la maldición de la sombra, pero yo ya llevaba otras cuantas encima. Mi mente era un laberinto cada vez más peligroso. Giraba una esquina, y encontraba dolor. Si no iba con cuidado, el sufrimiento estaba en todas partes, extendiéndose, y yo no hacía más que volver corriendo e intentar seguir adelante sin olvidar el camino seguido. Algún día no quedarían rincones seguros en aquel laberinto. Y entonces...
Dejé a Kronos sentado en la hierba y corrí hacia Vannel. No sabía si el pequeño se había dado cuenta... pero tenía que haberlo hecho. Era demasiado evidente.
Me detuve frente a él y un soplo de viento frío me puso la piel de gallina. El cielo había empezado a oscurecerse; las nubes se arrastraban enroscándose a través del azul, cada vez más grisáceo, del firmamento. Olía a humedad, a bosque, y no se oía más que el susurro de los árboles mecidos por el viento. Iba a llover. Tal vez hubiera tormenta.
Ninguno de mis compañeros se movió. Yo estaba allí, de pie delante de Vannel, sin tener ni idea de lo que quería decir o hacer. Mis pensamientos eran un remolino confuso y sin sentido.
-¿Qué ha pasado? -pregunté inexpresivamente. Pero ya lo sabía, ¿no? Mi instinto nunca me había fallado; podía ver e intuir cosas que otros no eran capaces de percibir. Había visto aquella chispa en sus ojos cada vez que me hablaba, y la voz de las hadas la había acallado al instante.
Intenté volver a mirar a Vannel a los ojos, ver más allá de aquel muro de hielo que se había instalado en su mirada, y no lo conseguí.
"No te acerques a nadie. No dejes que nadie se acerque" gritaron las hadas, extendiéndose desde lo más profundo de mi pasado, desde la oscuridad primigenia que me había arropado hacía tantos años...
Avancé un paso hacia él.
"No te acerques a nadie"
Ya no os pertenezco, quise decirles, aunque no fueran reales. Me protegisteis... en una jaula. El peligro pasó hace años, pero vuestras voces siguen persiguiéndome hoy, y seguirán haciéndolo para siempre. Me salvasteis la vida, y me destruisteis. Siempre lo he perdido todo por vuestra culpa, y no quiero seguir haciéndolo. Ya no hay peligro. Quiero ser libre. Soy libre.
"No te acerques"
"Soy libre"
Me lancé sobre Vannel y lo besé, y noté que algo se rompía.
¿Era el hielo de sus ojos, o eran las voces de las hadas?
¿O eran ambos?
Invitado- Invitado
Re: Contando luciérnagas...
Nacimiento de una Sombra del Dolor:
La creación de una de estas oscuras Sombras siempre ha estado ligada a la muerte de un ser maligno. Normalmente son casos en los que un poderoso hechicero, por lo común adorador del Séptimo o proclive a la magia negra, es privado de su vida en contra de su voluntad entre terrible agonía. Con menos frecuencia se han dado casos en que este tipo de Sombras nacen por la muerte de una criatura mágica corrompida por su poder. (...) En cualquier caso, siempre existe como factor común un profundo deseo de venganza que es usado como incentivo para fusionar el alma, ahora en el plano astral de los no-vivos, con las fuerzas de la oscuridad que allí se ocultan. Este extraño ritual, casi inconsciente para la víctima, otorga a ese alma el poder suficiente para regresar de entre los muertos, aunque sin un cuerpo vivo definido, sino en forma espectral, suficiente para vagar por el mundo e incluso habitar cuerpos que le son ajenos en caso de necesidad.
Kronos dio un respingo sobresaltado al escuchar un espantoso grito de dolor. Una insufrible agonía expresada a voces, y que le hizo estremecer de pies a cabeza. Levantó la mirada como un resorte, asustado de pronto, esperando encontrarse a alguno de sus compañeros en el suelo, destrozado por el dolor.
Para su sorpresa todo permanecía tranquilo. Frente a él todavía se encontraba Vannel, practicando su magia. Había convertido el agua del lago en una especie de trenza que ahora comenzaba a rodearlo para formar nuevos anillos que orbitarían a su alrededor como si de un planeta se tratara. Night también estaba sano y salvo, mirando hipnotizado el espectáculo.
¿De quién era el grito que había escuchado entonces? Nadie más parecía haberse percatado de ello. ¿Acaso lo habría oído solo él? ¿En su mente? Miró a su alrededor, esperando encontrar una respuesta lógica para aquel asunto. Nada. Estaban sólo ellos tres en aquel claro.
Volvió a posar la mirada en la página del libro. "La creación de una de estas oscuras Sombras siempre ha estado ligada a la muerte de un ser maligno". De pronto le vino una ráfaga de imagenes a la cabeza. Una cueva subterránea. Un hombre encapuchado lanzando rayos de luz, hechizos y maldiciones por sus manos. El monte Lunn. Un báculo fragmentado. Una fiesta en Derbhad. De nuevo aquel hombre, gritando de agonía al verse derrotado. Gritando de dolor mientras moría, mientras su cuerpo se fundía en la nada. Y después su propio dolor.
Algo lo golpeó en la espalda y aquello lo sacó repentinamente de sus pensamientos. Se giró con expresión asustada. Night le devolvió la mirada, aquellos ojos verdes suyos, y una sonrisa en la cara. Dijo algo, pero Kronos no sabría decir a ciencia cierta qué. Tenía la impresión de haber descubierto algo. Algo importante. Algo de su pasado. Había recordado... El vacío que había en su mente había comenzado a llenarse de alguna forma.
Porque había un vacío sin duda. Hacía meses, de pronto se había encontrado vagando por Vannisar, solo, sin rumbo y sin saber de dónde venía ni por qué estaba allí. Poco después averiguaría que una Sombra latía en su interior, pero nunca había logrado recordar cómo se introdujo en él.
Ahora recordó una batalla. En las entrañas del monte Lunn. Una misión: recuperar los fragmentos de un báculo robado. ¿Robado donde? ¡En Derbhad! Durante una fiesta... Su memoria comenzaba funcionar, como un engranaje oxidado que hubiera sido de nuevo engrasado y tratara de ponerse en marcha a duras penas. No fue sólo a esa misión. Había más gente, aunque ahora mismo no recordaba sus rostros ni sus nombres. Había magos entre ellos, de eso estaba seguro. Él era sólo un niño... Él era el más vulnerable, y cuando destruyeron a aquel hombre... a aquel hechicero oscuro...
- Ahora lo recuerdo todo...- murmuró para sí Kronos, sin creerselo todavía- ¡Lo recuerdo chicos! ¡Recuerdo de donde nació esa Sombra!
Se calló de pronto al alzar la mirada, porque lo que vio lo dejó con la boca abierta. Y es que fue testigo de como Night se acercaba a Vannel... y le daba un beso en los labios. Kronos se quedó sin habla. No sabía que hacer. No sabía que decir.
Finalmente optó por la risa, y soltó una estridente carcajada que le hizo caerse de espaldas sobre la hierba, haciendo saltar a Pichu por los aires.
- ¡Ja ja jaja! ¿Os habéis...? ¿Os habéis dado un beso???- exclamó sin parar de reir, dejando completamente de lado sus propios pensamientos y preocupaciones , y dejando salir por una momento el niño que tenía dentro. El niño juguetón y divertido que hacía tanto tiempo que estaba cautivo en su interior.
Lágrimas comenzaron a surcarle sus mejillas por la risa, amenizadas por sus carcajadas despiadadas.
La creación de una de estas oscuras Sombras siempre ha estado ligada a la muerte de un ser maligno. Normalmente son casos en los que un poderoso hechicero, por lo común adorador del Séptimo o proclive a la magia negra, es privado de su vida en contra de su voluntad entre terrible agonía. Con menos frecuencia se han dado casos en que este tipo de Sombras nacen por la muerte de una criatura mágica corrompida por su poder. (...) En cualquier caso, siempre existe como factor común un profundo deseo de venganza que es usado como incentivo para fusionar el alma, ahora en el plano astral de los no-vivos, con las fuerzas de la oscuridad que allí se ocultan. Este extraño ritual, casi inconsciente para la víctima, otorga a ese alma el poder suficiente para regresar de entre los muertos, aunque sin un cuerpo vivo definido, sino en forma espectral, suficiente para vagar por el mundo e incluso habitar cuerpos que le son ajenos en caso de necesidad.
Kronos dio un respingo sobresaltado al escuchar un espantoso grito de dolor. Una insufrible agonía expresada a voces, y que le hizo estremecer de pies a cabeza. Levantó la mirada como un resorte, asustado de pronto, esperando encontrarse a alguno de sus compañeros en el suelo, destrozado por el dolor.
Para su sorpresa todo permanecía tranquilo. Frente a él todavía se encontraba Vannel, practicando su magia. Había convertido el agua del lago en una especie de trenza que ahora comenzaba a rodearlo para formar nuevos anillos que orbitarían a su alrededor como si de un planeta se tratara. Night también estaba sano y salvo, mirando hipnotizado el espectáculo.
¿De quién era el grito que había escuchado entonces? Nadie más parecía haberse percatado de ello. ¿Acaso lo habría oído solo él? ¿En su mente? Miró a su alrededor, esperando encontrar una respuesta lógica para aquel asunto. Nada. Estaban sólo ellos tres en aquel claro.
Volvió a posar la mirada en la página del libro. "La creación de una de estas oscuras Sombras siempre ha estado ligada a la muerte de un ser maligno". De pronto le vino una ráfaga de imagenes a la cabeza. Una cueva subterránea. Un hombre encapuchado lanzando rayos de luz, hechizos y maldiciones por sus manos. El monte Lunn. Un báculo fragmentado. Una fiesta en Derbhad. De nuevo aquel hombre, gritando de agonía al verse derrotado. Gritando de dolor mientras moría, mientras su cuerpo se fundía en la nada. Y después su propio dolor.
Algo lo golpeó en la espalda y aquello lo sacó repentinamente de sus pensamientos. Se giró con expresión asustada. Night le devolvió la mirada, aquellos ojos verdes suyos, y una sonrisa en la cara. Dijo algo, pero Kronos no sabría decir a ciencia cierta qué. Tenía la impresión de haber descubierto algo. Algo importante. Algo de su pasado. Había recordado... El vacío que había en su mente había comenzado a llenarse de alguna forma.
Porque había un vacío sin duda. Hacía meses, de pronto se había encontrado vagando por Vannisar, solo, sin rumbo y sin saber de dónde venía ni por qué estaba allí. Poco después averiguaría que una Sombra latía en su interior, pero nunca había logrado recordar cómo se introdujo en él.
Ahora recordó una batalla. En las entrañas del monte Lunn. Una misión: recuperar los fragmentos de un báculo robado. ¿Robado donde? ¡En Derbhad! Durante una fiesta... Su memoria comenzaba funcionar, como un engranaje oxidado que hubiera sido de nuevo engrasado y tratara de ponerse en marcha a duras penas. No fue sólo a esa misión. Había más gente, aunque ahora mismo no recordaba sus rostros ni sus nombres. Había magos entre ellos, de eso estaba seguro. Él era sólo un niño... Él era el más vulnerable, y cuando destruyeron a aquel hombre... a aquel hechicero oscuro...
- Ahora lo recuerdo todo...- murmuró para sí Kronos, sin creerselo todavía- ¡Lo recuerdo chicos! ¡Recuerdo de donde nació esa Sombra!
Se calló de pronto al alzar la mirada, porque lo que vio lo dejó con la boca abierta. Y es que fue testigo de como Night se acercaba a Vannel... y le daba un beso en los labios. Kronos se quedó sin habla. No sabía que hacer. No sabía que decir.
Finalmente optó por la risa, y soltó una estridente carcajada que le hizo caerse de espaldas sobre la hierba, haciendo saltar a Pichu por los aires.
- ¡Ja ja jaja! ¿Os habéis...? ¿Os habéis dado un beso???- exclamó sin parar de reir, dejando completamente de lado sus propios pensamientos y preocupaciones , y dejando salir por una momento el niño que tenía dentro. El niño juguetón y divertido que hacía tanto tiempo que estaba cautivo en su interior.
Lágrimas comenzaron a surcarle sus mejillas por la risa, amenizadas por sus carcajadas despiadadas.
Yandrak- Oráculo de Karevan
- Mensajes : 650
Puntos : 539
Fecha de inscripción : 04/07/2010
Edad : 32
Localización : Nanhai
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Trabaja de: Desempleado
Pertenece a: Es neutral
Re: Contando luciérnagas...
"La maldición esta completa" susurro una voz en mi mente "La maldición esta completa" resonó por segunda vez aquel susurró casi inaudible. Me lleve una mano al pecho, donde debería latir mi corazón, pero comprobé que allí no se movía nada. Mi corazón había dejado de latir. La maldición de la runa de hielo se había completado. Aquella runa maldita había atrapado mi corazón, congelándolo por completo. Ya no sentía, no sentía nada, sólo ... Frío.
"Ten cuidado con esta runa, te ayudara a olvidar el dolor del pasado, mero si abusas de ella, tu corazón se transformara en hielo, y no volverás a sentir " reconocí la voz de mi cabeza. La voz de mi hermano hablándome desde mis recuerdos.
Levante la mirada y pude ver que Night se había acercado mucho a mi, me miraba con aquellos ojos verdes. Se inclinó un poco más y me beso. No sentí nada. Dos minutos antes aquel beso me habría provocado una gran sensación de amor. Pero ya no, ya no tenía corazón, ahora no tengo más que hielo.
Unos sonoros rayos callejón del cielo, y una torrencial lluvia callo de las negras nubes cuando Night me beso. No me importo la lluvia, es más agradecía el contacto con el agua. Note algo que hacia 'Crack'. Night se separó de mi, me miro a los ojos. Me pregunte que vería en ellos ¿Hielo, frío, soledad? O tal vez las tres cosas juntas. Advertí qué a sus ojos asomaban lágrimas cargadas de tristeza, me pregunte por que lloraba, no parecía estar herido. Levanto una mano y me acaricio la cara -¿Que te ha pasado?- me pregunto con un notable tono de tristeza en la voz "La maldición esta completa" resonó la voz de mi hermano en mi cabeza -La maldición esta completa- mi voz sonó extremadamente fría, sin sentimientos, como la voz artificial de una máquina. Night me miro extrañado. Me separe de el y avancé hacia donde estaba Kronos, que reía fuertemente, el sonido de su risa me parecía extraño, no sabía porque reía, no veía un porque a la risa, recordé momentos en los que yo mismo había reído, pero no lo entendí. Después de mirar al pequeño silfo con cara de extrañeza me incline sobre mi bolsa de viaje. Pichu y Glaciem me miraron extrañados, cuando yo les devolví la mirada, ellos se alejaron asustados por el aliento frío de mi mirada. Extraje de mi bolsa un libro con un anagrama en la cubierta que representaba una gota de agua 'Runas de Agua' decía el título. Me gire y avance hacia Night. Seguía lloviendo con fuerza. Me plante delante del pelirosa y abrí el libro por la página en la que se explicaba la runa que había empleado para ahogar mis sentimientos. Se la mostré. En la página de la izquierda se exponía el dibujo de una runa que parecía un gran colmillo resquebrajado, aunque si lo mirabas de lado parecía la boca de una pantera con infinidad de dientes. Me desabroche el botón de mi túnica y le mostré la cicatriz con la misma forma que la runa -La maldición esta completa- dije con la misma voz a corporal y fría de antes, y señale el párrafos once describía lo que pasaba cuando la maldición se completaba.
... El hielo se extiende por el corazón, ahoga todos los sentimientos y los confina a una cárcel de hielo eterno. (...) Esta maldición es una de las más peligrosas ya que hasta la fecha no se ha encontrado cura. Se dice que hace tiempo se conocía el remedio, pero esta milagrosa cura se perdió con el tiempo.
Mire a Night a los ojos, parecía destrozado por dentro, como si lo hubieran dado una paliza, lo cual asocie a una posible enfermedad. Mire al cielo -Deberíamos refugiarnos, no parece que valla a dejar de llover pronto- mi voz volvió a sonar fría y sin sentimientos, mire a Night a los ojos. Pero en mi interior, bajo esa enorme capa de hielo, mis sentimientos seguían vivos, esperando a que Night encontrara la solución, por que en el fondo sabía que el podría encontrar la cura.
Off: Dejo el tema de la maldición al aire por sí a alguno se le ocurre alguna cura, es que yo estoy en bancarrota creativa y no se me ocurre nada T.T
"Ten cuidado con esta runa, te ayudara a olvidar el dolor del pasado, mero si abusas de ella, tu corazón se transformara en hielo, y no volverás a sentir " reconocí la voz de mi cabeza. La voz de mi hermano hablándome desde mis recuerdos.
Levante la mirada y pude ver que Night se había acercado mucho a mi, me miraba con aquellos ojos verdes. Se inclinó un poco más y me beso. No sentí nada. Dos minutos antes aquel beso me habría provocado una gran sensación de amor. Pero ya no, ya no tenía corazón, ahora no tengo más que hielo.
Unos sonoros rayos callejón del cielo, y una torrencial lluvia callo de las negras nubes cuando Night me beso. No me importo la lluvia, es más agradecía el contacto con el agua. Note algo que hacia 'Crack'. Night se separó de mi, me miro a los ojos. Me pregunte que vería en ellos ¿Hielo, frío, soledad? O tal vez las tres cosas juntas. Advertí qué a sus ojos asomaban lágrimas cargadas de tristeza, me pregunte por que lloraba, no parecía estar herido. Levanto una mano y me acaricio la cara -¿Que te ha pasado?- me pregunto con un notable tono de tristeza en la voz "La maldición esta completa" resonó la voz de mi hermano en mi cabeza -La maldición esta completa- mi voz sonó extremadamente fría, sin sentimientos, como la voz artificial de una máquina. Night me miro extrañado. Me separe de el y avancé hacia donde estaba Kronos, que reía fuertemente, el sonido de su risa me parecía extraño, no sabía porque reía, no veía un porque a la risa, recordé momentos en los que yo mismo había reído, pero no lo entendí. Después de mirar al pequeño silfo con cara de extrañeza me incline sobre mi bolsa de viaje. Pichu y Glaciem me miraron extrañados, cuando yo les devolví la mirada, ellos se alejaron asustados por el aliento frío de mi mirada. Extraje de mi bolsa un libro con un anagrama en la cubierta que representaba una gota de agua 'Runas de Agua' decía el título. Me gire y avance hacia Night. Seguía lloviendo con fuerza. Me plante delante del pelirosa y abrí el libro por la página en la que se explicaba la runa que había empleado para ahogar mis sentimientos. Se la mostré. En la página de la izquierda se exponía el dibujo de una runa que parecía un gran colmillo resquebrajado, aunque si lo mirabas de lado parecía la boca de una pantera con infinidad de dientes. Me desabroche el botón de mi túnica y le mostré la cicatriz con la misma forma que la runa -La maldición esta completa- dije con la misma voz a corporal y fría de antes, y señale el párrafos once describía lo que pasaba cuando la maldición se completaba.
... El hielo se extiende por el corazón, ahoga todos los sentimientos y los confina a una cárcel de hielo eterno. (...) Esta maldición es una de las más peligrosas ya que hasta la fecha no se ha encontrado cura. Se dice que hace tiempo se conocía el remedio, pero esta milagrosa cura se perdió con el tiempo.
Mire a Night a los ojos, parecía destrozado por dentro, como si lo hubieran dado una paliza, lo cual asocie a una posible enfermedad. Mire al cielo -Deberíamos refugiarnos, no parece que valla a dejar de llover pronto- mi voz volvió a sonar fría y sin sentimientos, mire a Night a los ojos. Pero en mi interior, bajo esa enorme capa de hielo, mis sentimientos seguían vivos, esperando a que Night encontrara la solución, por que en el fondo sabía que el podría encontrar la cura.
Off: Dejo el tema de la maldición al aire por sí a alguno se le ocurre alguna cura, es que yo estoy en bancarrota creativa y no se me ocurre nada T.T
Invitado- Invitado
Re: Contando luciérnagas...
Pasé la mirada de Vannel al libro varias veces, con gesto desconsolado.
"No quiero quedarme mirando un libro. Quiero hacer algo para arreglarlo" pensé, pero me esforcé por mirar lo que quería enseñarme.
En la página de la izquierda había un inquietante dibujo de lo que me pareció la boca de un animal salvaje, tal vez un felino, con infinidad de dientes... Me recordó a mi propia sonrisa. Aquello estuvo a punto de hacerme sonreír, pero esa pequeña alegría quedó ahogada por el torbellino de preocupación, tristeza y dolor.
Vi que Vannel se movía y lo miré. Había apartado un poco su túnica, y podía ver, marcando su piel, una cicatriz con la misma forma que la runa del libro.
-La maldición esta completa- dijo con voz vacía, fría, y señaló el párrafo siguiente del libro.
... El hielo se extiende por el corazón, ahoga todos los sentimientos y los confina a una cárcel de hielo eterno. (...) Esta maldición es una de las más peligrosas ya que hasta la fecha no se ha encontrado cura. Se dice que hace tiempo se conocía el remedio, pero esta milagrosa cura se perdió con el tiempo.
-Deberíamos refugiarnos -añadió en el mismo tono. ¿Es que ya no podía ver dentro de mis ojos? -no parece que valla a dejar de llover pronto.
Cerré el libro con fuerza, sucumbiendo a una poderosa y repentina ira. Las páginas mágicas no se habían visto afectadas por la lluvia que caía sobre el claro, pero yo estaba ya empapado. Tiritaba, pero no me importaba el frío, ni la estúpida tormenta. Avancé a zancadas hacia Kronos, dispuesto a tirar el libro dentro de la bolsa del mago antes de que sintiese la necesidad de hacerlo trizas. Miré al niño con gesto serio. Había dejado de reír y se había quedado en silencio en cuanto Vannel se había acercado, con su expresión de hielo. Ahora me miraba callado, confuso. ¿Qué podía decirle? Ya se habría dado cuenta de que a nuestro compañero le ocurría algo extraño, pero las palabras parecían haber huido de mí. Volví a abrir el libro buscando el conjuro, y se lo enseñé en silencio antes de guardarlo por fin.
-Vamos a buscar algún buen árbol para resguardarnos -conseguí decir, articulando pesadamente-. Debería haber alguno por aquí, al borde del claro. Así nos cuentas lo que has recordado.
Miré al suelo mientras hablaba, y cuando levanté la mirada fue para empezar a buscar. Era consciente de mi repentina seriedad, y de que tal vez estuviera preocupando más a Kronos en lugar de calmarle, pero no podía evitarlo... No recordaba haber perdido así la sonrisa en años...
Era una suerte que todos tuviéramos sangre feérica. No nos costó mucho dar con un árbol hainor, una especie alta de ramas muy tupidas que formaban una cúpula, y que servirían perfectamente para protegernos de la tormenta. Mientras trepaba junto a mis compañeros, no pude evitar maldecir el nombre del árbol: hainor... "sol de hielo". Sabía que se llamaba así por la forma de sus flores, como trocitos de escarcha, que reflejaban la luz del sol... pero parecía una broma cruel.
Pronto los tres estuvimos agazapados en las fuertes ramas, y el viento y la lluvia se apoderaron de nuestro silencio. Miré otra vez a Vannel sin darme cuenta, y aparté la mirada al instante, cerrando los ojos con fuerza.
Jamás nada me había dolido tanto. En toda mi vida me había sentido tan estúpido, tan ridículo como cuando me di cuenta de que el beso que le había dado sin pensar sólo era correspondido con... frío.
Por un instante había creído tener éxito... por un triste, absurdo momento. Podía entender las carcajadas de Kronos. Yo mismo me habría reído si hubiera sido capaz. Resistí el impulso de rozarme los labios recordando aquel contacto, aquel primer beso robado por el hielo.
Glaciem y Pichu se habían hecho un ovillo en un hueco entre dos ramas, y aún ellos temblaban. Hacía frío, mucho frío. Ya no sabía si seguía fuera o lo llevaba dentro. Me froté los brazos con las manos en un intento de recuperar el calor perdido. Encontraría una solución... pero de momento sólo quería olvidarlo.
-Ya puedes contárnoslo -me dirigí a Kronos, al ver que seguía callado. Intenté infundirle más vida a mi voz, porque verdaderamente me interesaba saberlo. Quería centrarme en nuestro objetivo: la Sombra. El niño parecía verdaderamente afectado, y lo último que yo quería era verlo triste por mi culpa, porque yo no era capaz de guardarme mis preocupaciones para mí mismo. Tenía que sacar una sonrisa de donde fuera. Forcé una, consiguiendo un gesto agridulce, pero podía parecer que sólo estaba cansado-. ¿Te das cuenta? ¡Te dije que lo conseguiríamos sin problemas teniendo una ardilla y un mago! Cada vez estamos más cerca. ¿Qué has recordado? Estoy deseando hacerle probar a esa sombra su propia medicina...
"No quiero quedarme mirando un libro. Quiero hacer algo para arreglarlo" pensé, pero me esforcé por mirar lo que quería enseñarme.
En la página de la izquierda había un inquietante dibujo de lo que me pareció la boca de un animal salvaje, tal vez un felino, con infinidad de dientes... Me recordó a mi propia sonrisa. Aquello estuvo a punto de hacerme sonreír, pero esa pequeña alegría quedó ahogada por el torbellino de preocupación, tristeza y dolor.
Vi que Vannel se movía y lo miré. Había apartado un poco su túnica, y podía ver, marcando su piel, una cicatriz con la misma forma que la runa del libro.
-La maldición esta completa- dijo con voz vacía, fría, y señaló el párrafo siguiente del libro.
... El hielo se extiende por el corazón, ahoga todos los sentimientos y los confina a una cárcel de hielo eterno. (...) Esta maldición es una de las más peligrosas ya que hasta la fecha no se ha encontrado cura. Se dice que hace tiempo se conocía el remedio, pero esta milagrosa cura se perdió con el tiempo.
-Deberíamos refugiarnos -añadió en el mismo tono. ¿Es que ya no podía ver dentro de mis ojos? -no parece que valla a dejar de llover pronto.
Cerré el libro con fuerza, sucumbiendo a una poderosa y repentina ira. Las páginas mágicas no se habían visto afectadas por la lluvia que caía sobre el claro, pero yo estaba ya empapado. Tiritaba, pero no me importaba el frío, ni la estúpida tormenta. Avancé a zancadas hacia Kronos, dispuesto a tirar el libro dentro de la bolsa del mago antes de que sintiese la necesidad de hacerlo trizas. Miré al niño con gesto serio. Había dejado de reír y se había quedado en silencio en cuanto Vannel se había acercado, con su expresión de hielo. Ahora me miraba callado, confuso. ¿Qué podía decirle? Ya se habría dado cuenta de que a nuestro compañero le ocurría algo extraño, pero las palabras parecían haber huido de mí. Volví a abrir el libro buscando el conjuro, y se lo enseñé en silencio antes de guardarlo por fin.
-Vamos a buscar algún buen árbol para resguardarnos -conseguí decir, articulando pesadamente-. Debería haber alguno por aquí, al borde del claro. Así nos cuentas lo que has recordado.
Miré al suelo mientras hablaba, y cuando levanté la mirada fue para empezar a buscar. Era consciente de mi repentina seriedad, y de que tal vez estuviera preocupando más a Kronos en lugar de calmarle, pero no podía evitarlo... No recordaba haber perdido así la sonrisa en años...
Era una suerte que todos tuviéramos sangre feérica. No nos costó mucho dar con un árbol hainor, una especie alta de ramas muy tupidas que formaban una cúpula, y que servirían perfectamente para protegernos de la tormenta. Mientras trepaba junto a mis compañeros, no pude evitar maldecir el nombre del árbol: hainor... "sol de hielo". Sabía que se llamaba así por la forma de sus flores, como trocitos de escarcha, que reflejaban la luz del sol... pero parecía una broma cruel.
Pronto los tres estuvimos agazapados en las fuertes ramas, y el viento y la lluvia se apoderaron de nuestro silencio. Miré otra vez a Vannel sin darme cuenta, y aparté la mirada al instante, cerrando los ojos con fuerza.
Jamás nada me había dolido tanto. En toda mi vida me había sentido tan estúpido, tan ridículo como cuando me di cuenta de que el beso que le había dado sin pensar sólo era correspondido con... frío.
Por un instante había creído tener éxito... por un triste, absurdo momento. Podía entender las carcajadas de Kronos. Yo mismo me habría reído si hubiera sido capaz. Resistí el impulso de rozarme los labios recordando aquel contacto, aquel primer beso robado por el hielo.
Glaciem y Pichu se habían hecho un ovillo en un hueco entre dos ramas, y aún ellos temblaban. Hacía frío, mucho frío. Ya no sabía si seguía fuera o lo llevaba dentro. Me froté los brazos con las manos en un intento de recuperar el calor perdido. Encontraría una solución... pero de momento sólo quería olvidarlo.
-Ya puedes contárnoslo -me dirigí a Kronos, al ver que seguía callado. Intenté infundirle más vida a mi voz, porque verdaderamente me interesaba saberlo. Quería centrarme en nuestro objetivo: la Sombra. El niño parecía verdaderamente afectado, y lo último que yo quería era verlo triste por mi culpa, porque yo no era capaz de guardarme mis preocupaciones para mí mismo. Tenía que sacar una sonrisa de donde fuera. Forcé una, consiguiendo un gesto agridulce, pero podía parecer que sólo estaba cansado-. ¿Te das cuenta? ¡Te dije que lo conseguiríamos sin problemas teniendo una ardilla y un mago! Cada vez estamos más cerca. ¿Qué has recordado? Estoy deseando hacerle probar a esa sombra su propia medicina...
Invitado- Invitado
Re: Contando luciérnagas...
Kronos dejó de reir repentinamente cuando se percató de que las cosas volvían a ir mal. Aquel beso no era una broma. No era algo de lo que hacer ninguna gracia, sino un desesperado intento de Night por controlar algo que le estaba pasando a su amigo Vannel. Algo realmente malo. Un escalofrío recorrió los hombros de Kronos al ver el rostro del aludido. Sus ojos habían perdido todo el afecto y el calor que había conocido en él, dejando paso a una gélida mirada.
Observando acongojado aquellos ojos de hielo, ni siquiera se había dado cuenta de que comenzaba a llover. Y no parecía ser una tormenta ligera... La lluvia arreciaba por momentos, así que se apresuró por hacer caso a Night e ir en busca de un refugio.
Lo encontraron en un gran arbol que crecía en las inmediaciones del lago. Kronos recordaba haber jugado de pequeño (de más pequeño) entre las ramas de árboles como aquel, aunque ahora el nombre de la especie no le venía a la cabeza. De todas formas era ideal, con toda su copa proyectada como un enorme paraguas que les protegeria de la lluvia y el vendaval.
No obstante, cuando se asentaron entre las ramas de aquel enorme arbol, los cinco (incluyendo a Glaciem y a Pichu) estaban empapados hasta los huesos. Kronos no podía dejar de tiritar. Era increible como había cambiado el clima de un momento a otro, y se preguntó si aquello tendría algo que ver con el estado de Vannel. Si no era realmente el, el hielo que había aflorado misteriosamente en su interior, el que emitía aquellas oleadas gélidas a todo su alrededor.
Quería preguntar acerca de aquello. Quería comprender que le había pasado a Vannel, pero suponía que Night tampoco lo sabría. Y Vannel, con aquella mirada fría y perdida, no estaba en condiciones de responder. Además Night se apresuró en pedirle que contara lo que había averiguado. Por un momento no supo de que estaba hablando, por la conmocion del momento, pero entonces volvio a recordar todo su pasado perdido.
- Ocurrió hace unos meses. En realidad parece que hubieran pasado años, pero han ocurrido tantas cosas desde entonces... Acudí a una fiesta en la Torre de Derbhad, había mucha gente y lo estabamos pasando bien. Allí... guardaban algo valioso. Una especie de cetro mágico, o un orbe, no recuerdo bien los detalles. La cosa es que todo se torció cuando un hechicero maligno y poderoso irrumpió en la fiesta.- la mirada de Kronos se ensombreció, recordando el miedo que pasó en aquel momento- Quería el cetro. Ignoro para qué, pero sus intenciones no eran buenas. Hubo una pequeña pelea magica, y el cetro se fragmentó. Alguien envió los fragmentos con magia a distintos lugares de Idhun, para evitar que el mago los alcanzara. Así que nos dividieron. Por grupos, debíamos llegar hasta cada uno de los fragmentos y recuperarlos antes de que el hechicero oscuro lo hiciera. Nuestro destino fue el Monte Lunn. El fragmento estaba bajo tierra, recuerdo, en una intrincada galería de pasadizos subterráneos. Llegamos a alcanzarlo... pero el hechicero apareció entonces y tuvo lugar una lucha entre mis compañeros y él.- Sentía la mirada perdida. Ya no veía el bosque bajo sus pies, ni a Night. Ante sus ojos pasaban las imagenes de aquel día, como si lo estuviera reviviendo todo de nuevo.- Yo me sentí inútil... De un simple gesto aquel mago me inmovilizó contra la pared, no pude hacer nada por ayudar. Pero aún así lo derrotamos. Lo sé. Todavía recuerdo sus gritos de dolor al sentir la muerte comiendole las entrañas. Y creo que de esa muerte nació nuestra vieja amiga, la Sombra. Yo era el más vulnerable de aquel lugar y por eso vino a mí. Para vengarse por haber destruido su vida. Lo único que recuerdo después es haber despertado en Vannisar, desconcertado y confuso.- Kronos sacudió la cabeza, volviendo a la realidad. Dirigió su mirada hacia Night, que lo miraba boquiabierto. Pichu también lo observaba en silencio-No se si esta información nos servirá de algo, pero al menos puede significar un paso adelante. En conocer a nuestro enemigo. En saber porqué hace lo que hace. Puede que saber esto me ayude a tratar de internarme en su mente... si es que tiene una mente, ya me entendéis...
Observando acongojado aquellos ojos de hielo, ni siquiera se había dado cuenta de que comenzaba a llover. Y no parecía ser una tormenta ligera... La lluvia arreciaba por momentos, así que se apresuró por hacer caso a Night e ir en busca de un refugio.
Lo encontraron en un gran arbol que crecía en las inmediaciones del lago. Kronos recordaba haber jugado de pequeño (de más pequeño) entre las ramas de árboles como aquel, aunque ahora el nombre de la especie no le venía a la cabeza. De todas formas era ideal, con toda su copa proyectada como un enorme paraguas que les protegeria de la lluvia y el vendaval.
No obstante, cuando se asentaron entre las ramas de aquel enorme arbol, los cinco (incluyendo a Glaciem y a Pichu) estaban empapados hasta los huesos. Kronos no podía dejar de tiritar. Era increible como había cambiado el clima de un momento a otro, y se preguntó si aquello tendría algo que ver con el estado de Vannel. Si no era realmente el, el hielo que había aflorado misteriosamente en su interior, el que emitía aquellas oleadas gélidas a todo su alrededor.
Quería preguntar acerca de aquello. Quería comprender que le había pasado a Vannel, pero suponía que Night tampoco lo sabría. Y Vannel, con aquella mirada fría y perdida, no estaba en condiciones de responder. Además Night se apresuró en pedirle que contara lo que había averiguado. Por un momento no supo de que estaba hablando, por la conmocion del momento, pero entonces volvio a recordar todo su pasado perdido.
- Ocurrió hace unos meses. En realidad parece que hubieran pasado años, pero han ocurrido tantas cosas desde entonces... Acudí a una fiesta en la Torre de Derbhad, había mucha gente y lo estabamos pasando bien. Allí... guardaban algo valioso. Una especie de cetro mágico, o un orbe, no recuerdo bien los detalles. La cosa es que todo se torció cuando un hechicero maligno y poderoso irrumpió en la fiesta.- la mirada de Kronos se ensombreció, recordando el miedo que pasó en aquel momento- Quería el cetro. Ignoro para qué, pero sus intenciones no eran buenas. Hubo una pequeña pelea magica, y el cetro se fragmentó. Alguien envió los fragmentos con magia a distintos lugares de Idhun, para evitar que el mago los alcanzara. Así que nos dividieron. Por grupos, debíamos llegar hasta cada uno de los fragmentos y recuperarlos antes de que el hechicero oscuro lo hiciera. Nuestro destino fue el Monte Lunn. El fragmento estaba bajo tierra, recuerdo, en una intrincada galería de pasadizos subterráneos. Llegamos a alcanzarlo... pero el hechicero apareció entonces y tuvo lugar una lucha entre mis compañeros y él.- Sentía la mirada perdida. Ya no veía el bosque bajo sus pies, ni a Night. Ante sus ojos pasaban las imagenes de aquel día, como si lo estuviera reviviendo todo de nuevo.- Yo me sentí inútil... De un simple gesto aquel mago me inmovilizó contra la pared, no pude hacer nada por ayudar. Pero aún así lo derrotamos. Lo sé. Todavía recuerdo sus gritos de dolor al sentir la muerte comiendole las entrañas. Y creo que de esa muerte nació nuestra vieja amiga, la Sombra. Yo era el más vulnerable de aquel lugar y por eso vino a mí. Para vengarse por haber destruido su vida. Lo único que recuerdo después es haber despertado en Vannisar, desconcertado y confuso.- Kronos sacudió la cabeza, volviendo a la realidad. Dirigió su mirada hacia Night, que lo miraba boquiabierto. Pichu también lo observaba en silencio-No se si esta información nos servirá de algo, pero al menos puede significar un paso adelante. En conocer a nuestro enemigo. En saber porqué hace lo que hace. Puede que saber esto me ayude a tratar de internarme en su mente... si es que tiene una mente, ya me entendéis...
Yandrak- Oráculo de Karevan
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Puntos : 539
Fecha de inscripción : 04/07/2010
Edad : 32
Localización : Nanhai
Datos
Su personaje es: Ygoron Gorzan, gigante
Trabaja de: Desempleado
Pertenece a: Es neutral
Re: Contando luciérnagas...
Nos movimos rápido y al final encontramos un enorme árbol al que trepamos, sus ramas formaban una enorme cúpula que nos protegía de la lluvia, pero no del frío viento. Reconocí el árbol nada más ver aquellas flores, pequeñas y delicadas como un copo de nieve, pero que reflejaban la luz como si la emitieran en vez de reflejarla: un árbol Hainor.
Nos acurrucamos en un rincón que formaba una enorme rama y Kronos comenzó a relatar lo que había recordado, yo heche la cabeza hacia atrás buscando entre mis recuerdos, anécdotas o conocimientos que justificasen el comportamiento de la sombra y que tuvieran relación con los recuerdos de Kronos. Un ligero movimiento me saco de aquel trance. Night se frotaba los brazos para intentar recuperar el calor, me fije en que tanto las mascotas como mis compañeros sentían frío externo. Yo no sentía. Lo único que sentía era un enorme frío interior, como si mi cuerpo estuviera congelado por dentro. Me levanté y extendi suavemente los brazos, concentre energía mágica y en mi mente resonaron las palabras de un conjuro "Giscar" (traducción: escarcha) mis manos comenzaron a emitir un suave tono azulado. Entonces, en el lugar donde nacían las ramas del árbol, comenzó a crearse una cúpula de escarcha, la cúpula creció y creció hasta alcanzar a tocar las ojas del árbol. -La escarcha mantendrá caliente el aire del interior de la cúpula- sentencie aún de espaldas a mis compañeros. Cuando me asegure de que la cúpula no se caería baje los brazos, mis manos dejaron de brillar con aquel tono azul, me gire y me senté mirando hacia Night y Kronos.
Después de un largo rato de silencio en el que yo había estado pensando llegue a una conclusión de lo sucedido -Y dices que tu presenciaste la muerte de aquel mago oscuro- dije mirando a Kronos. Mi voz había sonado pétrea y fría de nuevo. Alcance a sacar el Libro Gris de mi bolsa y abrirlo por el final. Trace una runa en la contra portada interior del libro y esta brillo momentáneamente, después aparecieron tres ojas nuevas que parecían menos antiguas que el resto del libro -Algunos libros de magia contienen páginas ocultas- confirme ante la atónita mirada de Night y Kronos -Veras Kronos, cuando descubri que tu sombra era una sombra del dolr me extraño que te estuviera haciendo sufrir tanto, ya que con el sufrimiento normal le valdría a cualquier sombra para subsistir. Bien pues aquí esta la respuesta- les enseñe la página que había estado buscando.
Existe un extraño y peligroso ritual que las sombras llevan a cabo cuando la persona de la que nacieron muere, todo el odio que aquella persona contenía, da forma a su alma para después ser creada la sombra. Pero también existe el ritual inverso, si la sombra encuentra a alguien que presenciara su muerte y extraía suficiente energía de esa persona, la sombra estaría capacitada para volver a la vida. Lo único que necesitaría la sombra para volver a la vida sería: La energía suficiente como para resucitar, que es extraída del anfitrión, el recuerdo exacto de como murió y la sombra física de el anfitrión
Cerré el libro con fuerza ante las miradas de horror que Night y Kronos habían adoptado, parecía como si todo el mundo se les hubiera caído encima. Derepente comencé a tener hambre, trepe a lo más alto del árbol y recogí unos cuantos de los frutos que este tenía, baje otra vez con los demás y les ofreci unos cuantos. Después de comer algo me senté al lado de Night y lo mire a los ojos, el aparto la mirada y pude ver una chispa de dolor en su mirada. Me puse de rodillas delante de el -¿Te duele algo Night, estas herido? le pregunte con extrañeza ya que después de haber perdido mis propios sentimientos no entendía los de los demás. Le puse una mano en la frente para ver si tenía fiebre, pero lo note frío, a pesar de que la temperatura en el interior de la cúpula había aumentado un par de grados. Saque unas mantas de mi bolsa, una se la puse a Kronos, el cual parecía estar helado también, otra se la puse a las mascotas, que estaban hechas un ovillo en un rinconcito, y la última se la puse a Night. Yo no la necesitaba ya que en único frío que sentía, era un frío interno que no sabía como calentar.
Me senté al lado de Night y sin querer me quede dormido en su hombro, estaba cansado, y lo que más me convenía ahora era dormir, y no sabía por que, pero me sentí mejor con la cabeza apollada en el hombro de Night. Cuando ya estaba completamente dormido, los sentimientos que aun vivían en lo más hondo de mi corazón, hicieron que esbozara unsonrisade felicidad.
Nos acurrucamos en un rincón que formaba una enorme rama y Kronos comenzó a relatar lo que había recordado, yo heche la cabeza hacia atrás buscando entre mis recuerdos, anécdotas o conocimientos que justificasen el comportamiento de la sombra y que tuvieran relación con los recuerdos de Kronos. Un ligero movimiento me saco de aquel trance. Night se frotaba los brazos para intentar recuperar el calor, me fije en que tanto las mascotas como mis compañeros sentían frío externo. Yo no sentía. Lo único que sentía era un enorme frío interior, como si mi cuerpo estuviera congelado por dentro. Me levanté y extendi suavemente los brazos, concentre energía mágica y en mi mente resonaron las palabras de un conjuro "Giscar" (traducción: escarcha) mis manos comenzaron a emitir un suave tono azulado. Entonces, en el lugar donde nacían las ramas del árbol, comenzó a crearse una cúpula de escarcha, la cúpula creció y creció hasta alcanzar a tocar las ojas del árbol. -La escarcha mantendrá caliente el aire del interior de la cúpula- sentencie aún de espaldas a mis compañeros. Cuando me asegure de que la cúpula no se caería baje los brazos, mis manos dejaron de brillar con aquel tono azul, me gire y me senté mirando hacia Night y Kronos.
Después de un largo rato de silencio en el que yo había estado pensando llegue a una conclusión de lo sucedido -Y dices que tu presenciaste la muerte de aquel mago oscuro- dije mirando a Kronos. Mi voz había sonado pétrea y fría de nuevo. Alcance a sacar el Libro Gris de mi bolsa y abrirlo por el final. Trace una runa en la contra portada interior del libro y esta brillo momentáneamente, después aparecieron tres ojas nuevas que parecían menos antiguas que el resto del libro -Algunos libros de magia contienen páginas ocultas- confirme ante la atónita mirada de Night y Kronos -Veras Kronos, cuando descubri que tu sombra era una sombra del dolr me extraño que te estuviera haciendo sufrir tanto, ya que con el sufrimiento normal le valdría a cualquier sombra para subsistir. Bien pues aquí esta la respuesta- les enseñe la página que había estado buscando.
Existe un extraño y peligroso ritual que las sombras llevan a cabo cuando la persona de la que nacieron muere, todo el odio que aquella persona contenía, da forma a su alma para después ser creada la sombra. Pero también existe el ritual inverso, si la sombra encuentra a alguien que presenciara su muerte y extraía suficiente energía de esa persona, la sombra estaría capacitada para volver a la vida. Lo único que necesitaría la sombra para volver a la vida sería: La energía suficiente como para resucitar, que es extraída del anfitrión, el recuerdo exacto de como murió y la sombra física de el anfitrión
Cerré el libro con fuerza ante las miradas de horror que Night y Kronos habían adoptado, parecía como si todo el mundo se les hubiera caído encima. Derepente comencé a tener hambre, trepe a lo más alto del árbol y recogí unos cuantos de los frutos que este tenía, baje otra vez con los demás y les ofreci unos cuantos. Después de comer algo me senté al lado de Night y lo mire a los ojos, el aparto la mirada y pude ver una chispa de dolor en su mirada. Me puse de rodillas delante de el -¿Te duele algo Night, estas herido? le pregunte con extrañeza ya que después de haber perdido mis propios sentimientos no entendía los de los demás. Le puse una mano en la frente para ver si tenía fiebre, pero lo note frío, a pesar de que la temperatura en el interior de la cúpula había aumentado un par de grados. Saque unas mantas de mi bolsa, una se la puse a Kronos, el cual parecía estar helado también, otra se la puse a las mascotas, que estaban hechas un ovillo en un rinconcito, y la última se la puse a Night. Yo no la necesitaba ya que en único frío que sentía, era un frío interno que no sabía como calentar.
Me senté al lado de Night y sin querer me quede dormido en su hombro, estaba cansado, y lo que más me convenía ahora era dormir, y no sabía por que, pero me sentí mejor con la cabeza apollada en el hombro de Night. Cuando ya estaba completamente dormido, los sentimientos que aun vivían en lo más hondo de mi corazón, hicieron que esbozara unsonrisade felicidad.
Invitado- Invitado
Re: Contando luciérnagas...
Llevaba lo que me habían parecido años mirando inmóvil al vacío.
Una especie de manto helado de terror gobernaba mis músculos, impidiéndome moverme lo más mínimo. Además, mi orgullo había encontrado algún hueco para colarse entre el resto de pensamientos confusos y cambiantes, y me obligaba a permanecer firme, pasara lo que pasase...
Pero a pesar de todo, y por mucho que apretase los dientes y clavase la vista en Glaciem y Pichu, que seguían dormidos, intentando concentrarme en algo inmóvil y absorbente como, por ejemplo, contar las líneas de su pelaje... no conseguía, de ninguna forma, olvidarme de la presencia de Vannel justo a mi lado.
En cualquier otro momento anterior, habría sido un contacto cálido. Se había quedado durmiendo sobre mi hombro, incapaz de mantener los ojos abiertos. Debía de estar agotado...
Pero ahora, todo su cuerpo, su suave peso, su mera respiración... todo en él me transmitía una sensación terrible, una oscuridad eléctrica, heladora.
Dolía.
Podría haberle apartado, pero no me sentía capaz.
Miré un trozo de cielo por entre las ramas. Apenas caían unas gotas que chispeaban entre las hojas, pero no había dejado de llover, y el ambiente húmedo me había revuelto el pelo aún más, si es que era posible, y me había pegado la camisa helada al pecho, contribuyendo a la sensación de que en cuestión de horas estaría tan enfermo de pulmonía que moriría sin remedio.
Superado con creces por las circunstancias, decidí ser mártir y seguí mirando al cielo un rato, soportando el ansia de apartarme y acurrucarme en el rincón más oscuro del bosque, probablemente junto a una hoguera, si no dentro.
Mi mirada cayó lenta y casualmente hasta Kronos. Me sorprendí al verlo mover los ojos en mi dirección, pues pensaba que estaba durmiendo. Desde que nos había contado lo que recordaba, y desde que toda esperanza en mi mente se tambaleara ante el libro que nos mostró Vannel, el niño había estado callado y pensativo. Le sonreí y le hice un gesto para que se acercara.
-Habla en voz baja. El insomnio no nos ha alcanzado a todos -advertí mirando de reojo a Vannel-. Sé que estarás un poco... decepcionado conmigo. No estoy siendo de mucha utilidad, más que para ponernos a todos en peligro un poco más -fruncí el ceño-. Después de saber lo que sé, debería haber encontrado una solución a toda prisa... Pero después de tener todas las cartas en la mano, no se me ocurren muchas opciones.
Cerré la boca de golpe y aguanté un estremecimiento, cerrando los ojos. El frío eléctrico que emanaba de Vannel golpeaba mi voluntad en oleadas.
-Estoy pensando mejor ahora, de todas formas -aseguré a Kronos a toda prisa, para evitar que siquiera pensara en aquel instante de vacilación-. Sabes que corres peligro. El hechicero ya tiene tu sombra. Ahora que has recordado cómo murió, sólo tiene que acercarse otra vez... y lo sabrá. Y lo único que tendrá que hacer es absorber tu vida para regresar él. Y morirás.
Genial, pensé para mí mismo, ahora lo has asustado más todavía. ¿Contento, Night?
-Y lo único que se me ha ocurrido hasta ahora es volver a llamar a la oscuridad -seguí, muy serio-, buscar esa sombra y ver si, de una vez por todas, puedes controlarla y destruirla, conmigo y Vannel ayudándote. Pero no sería más que adelantar los acontecimientos. Si las cosas se ponen feas... haré lo que haga falta, aunque tenga que tirarme encima de esa sombra y tragármela -hice una mueca.
Él sonrió un poco, pero estaba demasiado preocupado como para reírse, y también intentaba no hacer ruido. Hablamos en voz baja un rato más, pero finalmente Kronos empezó a cabecear y yo también. Reposé la cabeza contra el tronco del árbol, suspirando y descansando la agotada vista. Menudo aspecto debíamos de tener, los tres allí, sentados hechos un ovillo entre las ramas, helados de frío... Ni siquiera sabía cómo podía dormirme así...
Soñé que era de día. Estaba de pie en el viejo bosque. Eché a correr sin saber a dónde, ni por qué. Unos pasos se unieron de repente a los míos, siguiéndome, pero cuando miré hacia atrás no había nadie. Vi a las hadas aparecer, surgiendo de los rincones oscuros entre las hojas de los matorrales. Volaron rodeándome, llamándome, pero por una vez, no podía entenderlas. ¿Me estaban diciendo que siguiera adelante o que no lo hiciera?
Fuera como fuera, seguí corriendo, como si el cansancio no existiera. Los árboles del bosque se apartaron ante mí, el bosque entero se movió, y vi aparecer, atrayente como el poder de una estrella, la roca rota, el interior de la oscuridad... el lugar donde morí y crecí, el lugar donde las sombras me crearon.
Me desperté.
No podía ver, no podía respirar. Me ahogaba, de rodillas en la hierba ensangrentada, y me di cuenta de que aquello no era un sueño. El pecho me ardía con un dolor intenso y palpitante. Retazos de información confusa bañaron mi mente. Estaba en un claro. En el bosque. Reconocía los árboles. No podía estar muy lejos. Tenía la piel llena de arañazos de ramas y piedras, y la hierba de la que me había levantado se había manchado con mi sangre. Era aún noche cerrada. No sabía qué hacía allí. Conseguí ponerme en pie, tropezando conmigo mismo, e intenté mirar a mi alrededor.
Algo insoportable al contacto me agarró de la nuca, como una mano hecha de dolor. Ni siquiera fui capaz de gritar, y eso me dejó oír...
...su voz.
-De rodillas, pequeño mío.
La posibilidad de no obedecer ni siquiera existía. Prácticamente me lancé al suelo, sin un ruido, incapaz de pensar en nada más que miedo.
-Quieres traicionarme -susurró la sombra. Su presencia estaba en todas partes, tragándose el bosque, el cielo, el aire.
No era una pregunta, y no esperaba más respuesta que la suya. Sus dedos se cerraron con más fuerza sobre mi piel y se clavaron, se hundieron como agujas de terror y hielo, demasiado dolorosas para pertenecer a la realidad. No hizo más que soltarme, y caí con fuerza al suelo. De alguna manera, reuní fuerzas para apoyarme en los brazos y levantar la mirada, temblando violentamente.
-No -siseé. La sombra, de nuevo con mi forma, me miraba impasible. Podía respirar su poder, palparlo en el aire. No poder moverme me quemaba por dentro. Ansiaba acercarme, arrastrarme hacia ella, sólo por estar más cerca de aquella fuerza antigua e imparable. Escupí palabras cargadas de ira y admiración-. Jamás te traicionaría. Jamás. Jamás podría.
La sombra entrecerró los ojos y creí ver en ellos una oscura risa.
-Ya lo sé.
Avanzó hacia mí y me estremecí. Se inclinó a mi lado, elegante y oscura como la noche. No podía dejar de mirarla.
-Te prometo el poder de las tinieblas más oscuras -susurró, acercándose-. Te prometo la vida eterna y la llave de la muerte. Te prometo que nunca más conocerás el miedo, ni la tristeza, ni el dolor. Todo lo que roces se doblegará ante tu voluntad... porque yo seré tú, y tú serás yo... Creíste que podías ir en mi contra, ayudar al niño y al mago, jugar a la luz y a la vida. Creíste que podías defenderte de mí, resistir mi voz. Pero en cuanto te llamé, tus sueños más ocultos te trajeron directamente hasta mí. Estás roto, pequeño mío, roto hasta las entrañas. Me necesitas -sonrió, y su mano atravesó mi pecho y agarró directamente mi corazón-. Déjame entrar.
Después no recordaría nada, sólo un torbellino oscuro y terrible en mi memoria, y varias punzadas de sensaciones perdidas a medias.
Y, de pronto, me encontré de pie en mitad de los árboles, y creí escuchar pasos que se acercaban. ¿Había gritado? No lo recordaba. ¿Se habían despertado Kronos y Vannel? ¿Me buscaban?
La oscuridad volvió a teñir mis pensamientos y noté que perdía la visión. ¿Qué ocurría? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué había salido mal?
-Kronos... Vannel... -tosí, incapaz de ver si se acercaban- No vengáis. ¡NO VENGÁIS!
Había alguien más dentro de la sombra, recordé en un momento horrible. Tal vez el nigromante no desapareció tanto como debería. Tal vez era tan fuerte que no necesitaba a Kronos para regresar. Tal vez había seguido dentro de la sombra...
...y se había hecho más fuerte que ella.
Tal vez había encontrado un cuerpo mayor al de un niño, un cuerpo marcado con magia oscura de hadas, un cuerpo que no opondría resistencia.
Tal vez quería venganza, y no le bastaba con beberse al niño, con una muerte rápida y dulce.
No sentía poder, ni triunfo. No sentía más que dolor.
Y entonces una voz oscura y grave, de nuevo viva, me devolvió la vista, y me hizo girarme hacia donde había venido. Sólo profirió seis palabras, negras como el carbón.
"Mata al niño. Haz que sufra"
Una especie de manto helado de terror gobernaba mis músculos, impidiéndome moverme lo más mínimo. Además, mi orgullo había encontrado algún hueco para colarse entre el resto de pensamientos confusos y cambiantes, y me obligaba a permanecer firme, pasara lo que pasase...
Pero a pesar de todo, y por mucho que apretase los dientes y clavase la vista en Glaciem y Pichu, que seguían dormidos, intentando concentrarme en algo inmóvil y absorbente como, por ejemplo, contar las líneas de su pelaje... no conseguía, de ninguna forma, olvidarme de la presencia de Vannel justo a mi lado.
En cualquier otro momento anterior, habría sido un contacto cálido. Se había quedado durmiendo sobre mi hombro, incapaz de mantener los ojos abiertos. Debía de estar agotado...
Pero ahora, todo su cuerpo, su suave peso, su mera respiración... todo en él me transmitía una sensación terrible, una oscuridad eléctrica, heladora.
Dolía.
Podría haberle apartado, pero no me sentía capaz.
Miré un trozo de cielo por entre las ramas. Apenas caían unas gotas que chispeaban entre las hojas, pero no había dejado de llover, y el ambiente húmedo me había revuelto el pelo aún más, si es que era posible, y me había pegado la camisa helada al pecho, contribuyendo a la sensación de que en cuestión de horas estaría tan enfermo de pulmonía que moriría sin remedio.
Superado con creces por las circunstancias, decidí ser mártir y seguí mirando al cielo un rato, soportando el ansia de apartarme y acurrucarme en el rincón más oscuro del bosque, probablemente junto a una hoguera, si no dentro.
Mi mirada cayó lenta y casualmente hasta Kronos. Me sorprendí al verlo mover los ojos en mi dirección, pues pensaba que estaba durmiendo. Desde que nos había contado lo que recordaba, y desde que toda esperanza en mi mente se tambaleara ante el libro que nos mostró Vannel, el niño había estado callado y pensativo. Le sonreí y le hice un gesto para que se acercara.
-Habla en voz baja. El insomnio no nos ha alcanzado a todos -advertí mirando de reojo a Vannel-. Sé que estarás un poco... decepcionado conmigo. No estoy siendo de mucha utilidad, más que para ponernos a todos en peligro un poco más -fruncí el ceño-. Después de saber lo que sé, debería haber encontrado una solución a toda prisa... Pero después de tener todas las cartas en la mano, no se me ocurren muchas opciones.
Cerré la boca de golpe y aguanté un estremecimiento, cerrando los ojos. El frío eléctrico que emanaba de Vannel golpeaba mi voluntad en oleadas.
-Estoy pensando mejor ahora, de todas formas -aseguré a Kronos a toda prisa, para evitar que siquiera pensara en aquel instante de vacilación-. Sabes que corres peligro. El hechicero ya tiene tu sombra. Ahora que has recordado cómo murió, sólo tiene que acercarse otra vez... y lo sabrá. Y lo único que tendrá que hacer es absorber tu vida para regresar él. Y morirás.
Genial, pensé para mí mismo, ahora lo has asustado más todavía. ¿Contento, Night?
-Y lo único que se me ha ocurrido hasta ahora es volver a llamar a la oscuridad -seguí, muy serio-, buscar esa sombra y ver si, de una vez por todas, puedes controlarla y destruirla, conmigo y Vannel ayudándote. Pero no sería más que adelantar los acontecimientos. Si las cosas se ponen feas... haré lo que haga falta, aunque tenga que tirarme encima de esa sombra y tragármela -hice una mueca.
Él sonrió un poco, pero estaba demasiado preocupado como para reírse, y también intentaba no hacer ruido. Hablamos en voz baja un rato más, pero finalmente Kronos empezó a cabecear y yo también. Reposé la cabeza contra el tronco del árbol, suspirando y descansando la agotada vista. Menudo aspecto debíamos de tener, los tres allí, sentados hechos un ovillo entre las ramas, helados de frío... Ni siquiera sabía cómo podía dormirme así...
Soñé que era de día. Estaba de pie en el viejo bosque. Eché a correr sin saber a dónde, ni por qué. Unos pasos se unieron de repente a los míos, siguiéndome, pero cuando miré hacia atrás no había nadie. Vi a las hadas aparecer, surgiendo de los rincones oscuros entre las hojas de los matorrales. Volaron rodeándome, llamándome, pero por una vez, no podía entenderlas. ¿Me estaban diciendo que siguiera adelante o que no lo hiciera?
Fuera como fuera, seguí corriendo, como si el cansancio no existiera. Los árboles del bosque se apartaron ante mí, el bosque entero se movió, y vi aparecer, atrayente como el poder de una estrella, la roca rota, el interior de la oscuridad... el lugar donde morí y crecí, el lugar donde las sombras me crearon.
Me desperté.
No podía ver, no podía respirar. Me ahogaba, de rodillas en la hierba ensangrentada, y me di cuenta de que aquello no era un sueño. El pecho me ardía con un dolor intenso y palpitante. Retazos de información confusa bañaron mi mente. Estaba en un claro. En el bosque. Reconocía los árboles. No podía estar muy lejos. Tenía la piel llena de arañazos de ramas y piedras, y la hierba de la que me había levantado se había manchado con mi sangre. Era aún noche cerrada. No sabía qué hacía allí. Conseguí ponerme en pie, tropezando conmigo mismo, e intenté mirar a mi alrededor.
Algo insoportable al contacto me agarró de la nuca, como una mano hecha de dolor. Ni siquiera fui capaz de gritar, y eso me dejó oír...
...su voz.
-De rodillas, pequeño mío.
La posibilidad de no obedecer ni siquiera existía. Prácticamente me lancé al suelo, sin un ruido, incapaz de pensar en nada más que miedo.
-Quieres traicionarme -susurró la sombra. Su presencia estaba en todas partes, tragándose el bosque, el cielo, el aire.
No era una pregunta, y no esperaba más respuesta que la suya. Sus dedos se cerraron con más fuerza sobre mi piel y se clavaron, se hundieron como agujas de terror y hielo, demasiado dolorosas para pertenecer a la realidad. No hizo más que soltarme, y caí con fuerza al suelo. De alguna manera, reuní fuerzas para apoyarme en los brazos y levantar la mirada, temblando violentamente.
-No -siseé. La sombra, de nuevo con mi forma, me miraba impasible. Podía respirar su poder, palparlo en el aire. No poder moverme me quemaba por dentro. Ansiaba acercarme, arrastrarme hacia ella, sólo por estar más cerca de aquella fuerza antigua e imparable. Escupí palabras cargadas de ira y admiración-. Jamás te traicionaría. Jamás. Jamás podría.
La sombra entrecerró los ojos y creí ver en ellos una oscura risa.
-Ya lo sé.
Avanzó hacia mí y me estremecí. Se inclinó a mi lado, elegante y oscura como la noche. No podía dejar de mirarla.
-Te prometo el poder de las tinieblas más oscuras -susurró, acercándose-. Te prometo la vida eterna y la llave de la muerte. Te prometo que nunca más conocerás el miedo, ni la tristeza, ni el dolor. Todo lo que roces se doblegará ante tu voluntad... porque yo seré tú, y tú serás yo... Creíste que podías ir en mi contra, ayudar al niño y al mago, jugar a la luz y a la vida. Creíste que podías defenderte de mí, resistir mi voz. Pero en cuanto te llamé, tus sueños más ocultos te trajeron directamente hasta mí. Estás roto, pequeño mío, roto hasta las entrañas. Me necesitas -sonrió, y su mano atravesó mi pecho y agarró directamente mi corazón-. Déjame entrar.
Después no recordaría nada, sólo un torbellino oscuro y terrible en mi memoria, y varias punzadas de sensaciones perdidas a medias.
Y, de pronto, me encontré de pie en mitad de los árboles, y creí escuchar pasos que se acercaban. ¿Había gritado? No lo recordaba. ¿Se habían despertado Kronos y Vannel? ¿Me buscaban?
La oscuridad volvió a teñir mis pensamientos y noté que perdía la visión. ¿Qué ocurría? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué había salido mal?
-Kronos... Vannel... -tosí, incapaz de ver si se acercaban- No vengáis. ¡NO VENGÁIS!
Había alguien más dentro de la sombra, recordé en un momento horrible. Tal vez el nigromante no desapareció tanto como debería. Tal vez era tan fuerte que no necesitaba a Kronos para regresar. Tal vez había seguido dentro de la sombra...
...y se había hecho más fuerte que ella.
Tal vez había encontrado un cuerpo mayor al de un niño, un cuerpo marcado con magia oscura de hadas, un cuerpo que no opondría resistencia.
Tal vez quería venganza, y no le bastaba con beberse al niño, con una muerte rápida y dulce.
No sentía poder, ni triunfo. No sentía más que dolor.
Y entonces una voz oscura y grave, de nuevo viva, me devolvió la vista, y me hizo girarme hacia donde había venido. Sólo profirió seis palabras, negras como el carbón.
"Mata al niño. Haz que sufra"
Invitado- Invitado
Re: Contando luciérnagas...
FDR: Uooh! Ese es Eric Saade!! xD tengo alguna canción suya en el mp3 jaja
Kronos palideció al oir lo que Vannel acaba de leer en el Libro Gris. No podía ser cierto. Tenía que ser una broma. Por fin había logrado recordar parte de su pasado olvidado, rellenar sus lagunas mentales. Se había sentido eufórico por aquel hecho, satisfecho de si mismo por primera vez en mucho tiempo. ¿Y ahora esto? ¿Resultaba que aquel paso adelante era en realidad un salto atrás? ¿Una llave para abrirle las puertas de su alma a la Sombra, para invitarla abiertamente a absorber su energía vital y debilitarlo hasta la muerte?
Las palabras de Night no lo tranquilizaron. Al contario, avivaron más la angustia en su interior. Se sentía desprotegido, desarmado. ¿Qué iba a hacer si se volvía a encontrar con la Sombra?
Miró a su alrededor inquieto, pensando que su perseguidora podía estar en cualquier sitio, entre la maleza, entre las hojas de aquel enorme árbol, acechándolo en la oscuridad. El miedo se apoderaba de él por momentos. Pegó un brinco cuando Vannel le ofreció una fruta.
- Gracias...- murmuró, aunque sin atreverse a mirar de nuevo aquellos ojos de hielo. Rozó sin querer sus dedos al tomar la pieza de fruta, y un escalofrío le recorrió la espalda. Se apartó rapidamente y se recostó contra el grueso tronco del árbol. Deboró la fruta con rapidez. Era de gran tamaño, casi el doble de su puño, y pronto su estómago quedó saciado.
Para cuando se dio cuenta, sus compañeros yacían dormidos a su lado, sobre la rama del árbol, uno apoyado en el otro. Trató de imitarles. Cerró los ojos, tratando que el cansancio de su cuerpo permitiera el paso al sueño. Pero no lo lograba. La inquietud de su interior era muy grande. El miedo lo mantenía despierto, y cada ligero sonido, incluso el imperceptible movimiento de los insectos, le hacía abrir los ojos de nuevo.
Finalmente desistió. Dormir en aquel momento iba a ser tarea imposible. Echó un último vistazo a sus compañeros, que seguían dormidos, y después miró al suelo de hierba, a varios metros bajo sus pies. De un salto se abalanzó hacia el avismo y trató de mover las alas con todas sus fuerzas para permitirle una caída ligera. Todavía no lograba volar, pero al menos había aprendido a planear para no darse de morros contra el suelo en tales situaciones.
Se alejó un poco del enorme árbol. No demasiado. No quería permanecer tan expuesto ante el peligro. Todavía podía contar con la ayuda de sus amigos en caso de necesidad, y no quería desaprovecharla internandose solo en el bosque.
Se preguntó si ahora lograría llevar a cabo su plan. Es decir, el plan de utilizar su mente para internarse en la conciencia de la Sombra... y poder manejarla a su antojo, si es que aquello era posible.
- No pierdo nada por intentarlo- se dijo. Se sentó sobre la húmeda hierba con las piernas cruzadas y lanzó una mirada al cielo, a las tres lunas que iluminaban tenuemente su rostro, antes de cerrar los ojos y concentrarse en su misión.
Trató de dejar la mente en blanco. Dejar de pensar en sus miedos, en sus preocupaciones, en sus ambiciones e ilusiones. Tan solo en la nada. Trató de desembarazarse de su cuerpo. Dejó caer sus brazos, muertos, sobre el suelo. Su cabeza tambien se inclinó hacia delante. Un ligero cosquilleo comenzó a invadirle las piernas, y se preguntó si aquello significaría algo. Siguio manteniendo la mente en blanco, concentrandose no en su cuerpo, sino en el interior de su envoltura carnal. Esa parte donde se recogen todas las emociones y sentimientos. Aquello que podía calificarse como alma. Trató de concentrarse en eso, aunque era una taréa dificil. Pero sabía que en su alma había algo que no encajaba, algo que no debería estar allí, y aquel era su objetivo.
Un residuo de Sombra. Un pedacito de oscuridad.
Intentó buscarlo con tranquilidad, dejando que su mente fluyera por los recobecos de su alma. El cosquilleo se iba extendiendo, desde las piernas hasta su cintura, pero en ningún momento permitió que aquello lo distrajera. Seguía buscando la oscuridad perdida en su interior. Aquel puente que lo conectaría con el alma de la Sombra.
Y, de alguna manera, casi sin llegar a creerlo siquiera, lo encontró.
Kronos palideció al oir lo que Vannel acaba de leer en el Libro Gris. No podía ser cierto. Tenía que ser una broma. Por fin había logrado recordar parte de su pasado olvidado, rellenar sus lagunas mentales. Se había sentido eufórico por aquel hecho, satisfecho de si mismo por primera vez en mucho tiempo. ¿Y ahora esto? ¿Resultaba que aquel paso adelante era en realidad un salto atrás? ¿Una llave para abrirle las puertas de su alma a la Sombra, para invitarla abiertamente a absorber su energía vital y debilitarlo hasta la muerte?
Las palabras de Night no lo tranquilizaron. Al contario, avivaron más la angustia en su interior. Se sentía desprotegido, desarmado. ¿Qué iba a hacer si se volvía a encontrar con la Sombra?
Miró a su alrededor inquieto, pensando que su perseguidora podía estar en cualquier sitio, entre la maleza, entre las hojas de aquel enorme árbol, acechándolo en la oscuridad. El miedo se apoderaba de él por momentos. Pegó un brinco cuando Vannel le ofreció una fruta.
- Gracias...- murmuró, aunque sin atreverse a mirar de nuevo aquellos ojos de hielo. Rozó sin querer sus dedos al tomar la pieza de fruta, y un escalofrío le recorrió la espalda. Se apartó rapidamente y se recostó contra el grueso tronco del árbol. Deboró la fruta con rapidez. Era de gran tamaño, casi el doble de su puño, y pronto su estómago quedó saciado.
Para cuando se dio cuenta, sus compañeros yacían dormidos a su lado, sobre la rama del árbol, uno apoyado en el otro. Trató de imitarles. Cerró los ojos, tratando que el cansancio de su cuerpo permitiera el paso al sueño. Pero no lo lograba. La inquietud de su interior era muy grande. El miedo lo mantenía despierto, y cada ligero sonido, incluso el imperceptible movimiento de los insectos, le hacía abrir los ojos de nuevo.
Finalmente desistió. Dormir en aquel momento iba a ser tarea imposible. Echó un último vistazo a sus compañeros, que seguían dormidos, y después miró al suelo de hierba, a varios metros bajo sus pies. De un salto se abalanzó hacia el avismo y trató de mover las alas con todas sus fuerzas para permitirle una caída ligera. Todavía no lograba volar, pero al menos había aprendido a planear para no darse de morros contra el suelo en tales situaciones.
Se alejó un poco del enorme árbol. No demasiado. No quería permanecer tan expuesto ante el peligro. Todavía podía contar con la ayuda de sus amigos en caso de necesidad, y no quería desaprovecharla internandose solo en el bosque.
Se preguntó si ahora lograría llevar a cabo su plan. Es decir, el plan de utilizar su mente para internarse en la conciencia de la Sombra... y poder manejarla a su antojo, si es que aquello era posible.
- No pierdo nada por intentarlo- se dijo. Se sentó sobre la húmeda hierba con las piernas cruzadas y lanzó una mirada al cielo, a las tres lunas que iluminaban tenuemente su rostro, antes de cerrar los ojos y concentrarse en su misión.
Trató de dejar la mente en blanco. Dejar de pensar en sus miedos, en sus preocupaciones, en sus ambiciones e ilusiones. Tan solo en la nada. Trató de desembarazarse de su cuerpo. Dejó caer sus brazos, muertos, sobre el suelo. Su cabeza tambien se inclinó hacia delante. Un ligero cosquilleo comenzó a invadirle las piernas, y se preguntó si aquello significaría algo. Siguio manteniendo la mente en blanco, concentrandose no en su cuerpo, sino en el interior de su envoltura carnal. Esa parte donde se recogen todas las emociones y sentimientos. Aquello que podía calificarse como alma. Trató de concentrarse en eso, aunque era una taréa dificil. Pero sabía que en su alma había algo que no encajaba, algo que no debería estar allí, y aquel era su objetivo.
Un residuo de Sombra. Un pedacito de oscuridad.
Intentó buscarlo con tranquilidad, dejando que su mente fluyera por los recobecos de su alma. El cosquilleo se iba extendiendo, desde las piernas hasta su cintura, pero en ningún momento permitió que aquello lo distrajera. Seguía buscando la oscuridad perdida en su interior. Aquel puente que lo conectaría con el alma de la Sombra.
Y, de alguna manera, casi sin llegar a creerlo siquiera, lo encontró.
Yandrak- Oráculo de Karevan
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Fecha de inscripción : 04/07/2010
Edad : 32
Localización : Nanhai
Datos
Su personaje es: Ygoron Gorzan, gigante
Trabaja de: Desempleado
Pertenece a: Es neutral
Re: Contando luciérnagas...
Los sueños se repetían uno detrás de otro, todos diferentes, pero todos con algo en común, Night, no paraba de soñar con el, y cada sueño era mejor que el anterior, mis sentimientos habían conseguido superar le hielo de mi corazón.
Note una extraña y oscura presencia a mi lado, fui abriendo los ojos despacio y note como los sentimientos volvían a encerrarse en mi corazón, y de nuevo a sentir frío. Levanté la mirada y pude ver que Night se había levantado y parecía marcharse -¿P-pero que pasa Night?- pregunte aún con algún resto de calidez en mi voz. Pero entonces abrí los ojos de golpe al darme cuenta de que la presencia oscura venía de Night, su aura se habia enturbiado con la oscuridad de la sombra - Night, no, quieto para- intente retenerle pero cuando puse la mano en su hombro una súbita descarga de oscuridad me hecho hacia atrás. Mire hacia todos los lados y me di cuenta de que Kronos no estaba y que las mascotas se habían despertado con el revuelo de mis gritos. Volví a mirar hacia Night, el se había girado, pero no me estaba mirando, es más, no estaba despierto, la sombra lo debería de estar controlando mientras dormía. Con un grito que contenía una mínima cantidad de ira alce las manos hacia delante para lanzar un rayo de hielo, en cuanto el rayo estaba a punto de chocar contra la espalda de Night, hice que se dividiera en dos y que le rodeará, cuando las dos puntas del rayo chocaron se creo una enorme barrera de hielo, yo sonreí pero la sonrisa se me helo en la cara cuando Night rompió el muro de hielo con una fuerza sobre humana, pero a mi me quedaban un par de ases en la manga, con mi magia feerica hice que las ramas del árbol atrapasen a Night en un abrazo paralizador, pero el se liberó de las ramas destruyéndolas con todo el cuerpo, pero aún no me iba a rendir, cree dos látigos de agua y los utilicé para inmovilizar a Night, pero el me lanzo por los aires agarrando los extremos de los látigos. Mi instinto de mago se disparó, y con una sola palabra los pedazos de hielo que había en el suelo salieron disparados en dirección a el, escuche un pequeño Crak, y un pequeño torrente de sentimientos se apoderó de mi, cuando quise hacer que los trozos de hielo se desviarán de su trayectoria ya era tarde. El hielo se clavó en el cuerpo de Night, yo me levanté y corrí hacia el, pero me pare en seco cuando le vi arrancarse los trozos de hielo del cuerpo dejando heridas sangrantes. Acto seguido se lanzó sobre mi, yo reaccione tarde y unas garras que le habían aparecido en las manos me hicieron cuatro arañazos en el pecho que comenzaron a sangrar, yo utilice un conjuro de impacto y le lancé contra una rama del árbol. Al instante Night se levantó y salto hacia el interior del bosque, me acerque corriendo hacia donde había saltado y pude alcanzar a ver la negra silueta de Night corriendo hacia lo más profundo del bosque, como si fuera una parte más de aquella inmensa y oscura noche quise alzaba sobre el bosque. Me volví y mire a las mascotas -Id a buscar a Kronos, yo me encargare de Night- les dije a Pichu y a Glaciem, al parecer me entendieron ya que salieron corriendo en dirección al bosque. Me gire para mirar a la noche y salte a la negrura mas profunda en busca de la maldad más insondable.
~{...}~
Corrí con una habilidad felina por entré los árboles, no me había sido muy difícil encontrar el rastro de Night, y que iba acompañado de la sombra y esta iba pudriendo cada planta que tocaba.
Cuándo llegue al claro donde se encontraba Night me pare en seco al ver que sus verdes ojos se habían convertido en dos inmensos pozos negros, la sombra me sonrió mostrando una hilera de blanquísimos y afilados dientes. Acto seguido la sombra se abalanzo sobre mi, yo fui más rápido e invoque a mi báculo de hielo, cristal y luz lo interpuse entre la sombra y mi cuerpo, sólo tuve que pronunciar una palabra en arcano para que la bola de cristal de mi báculo comenzara a brillar con una luz blanca e intensa como el núcleo de una estrella, la sombra se apartó de la luz y me miro con infiltro odio desde las sombras. Comenzamos a bailar en sinuoso tango de la muerte.
Pasada ya media hora de combate yo había ganado unos cuantos arañazos y mordiscos, pero cada vez que golpeaba a la sombra con la punta de mi báculo inflamada cono un lucero, un trozo del hielo de mi corazón se rompía. En uno de mis descuidos, la sombra me ataco por la espalda y me araño la espalda, me di la vuelta y la mire con infinito odio en mis ojos, por mi mente pasaron miles de imágenes, los bellos ojos de Night, su siniestra pero magnética sonrisa, su sinuoso y esbelto cuerpo. entonces escuche un Crak, pero no como los de antes, un Crak más grande y fuerte, sentí una súbita descarga den mi cuerpo, todos los sentimientos que habían quedado encerrados bajo aquel hielo salieron de mi corazón acabando con el poco hielo que quedaba, mire a la sombra con malicia en la mirada, ahora que mis sentimientos se habían liberado mi magia recibía un impulso extra ya que los sentimientos daban más fuerza a la magia. Seguimos luchando, esta vez en igualdad de condiciones, pero yo seguía cometiendo descuidos, los sentimientos potenciaban mi magia, pero también nublaban mis sentidos, en uno de estos descuidos la sombra me ataco por la espalda, pero yo ya conocía el estilo de lucha de la sombra, gire y aseste un fuerte golpe en el estómago de la sombra con la punta de mi báculo iluminada como una supernova. Una sonrisa de satisfacción se apoderó de mi boca, pero a la vez un linchado de dolor se apoderó de mi corazón, ya que en verdad me alegraba derrotar a la sombra, pero le estaba haciendo daño al cuerpo de Night. Un extraño sonido llamo mi atención, parecía como el grito de dolor más horrible del mundo ahogado en las más fría oscuridad, la risa de la sombra - Valla, es muy noble por tu parte luchar contra mi por intentar salvar a tu amado, mago. Oh, valla he conseguido acceder a la memoria del muchacho feerico, chico iluso, como pudo creer que te podía salvar de la runa maldita con un beso- la sombra volvió a reír con esa risa horrible, yo hirviendo de ira y con lágrimas en los ojos me abalance sobre ella . . . Y la bese, intente buscar en el interior de la sombra si aún quedaba algo de la esencia de Night con ese beso, y lo logre, conseguí que la conciencia de Night saliera al exterior durante un momento y le susurre al oído - En todo este tiempo, lo que hemos vivido sólo ha servido para una cosa, para que me enamore perdidamente de ti, a si que moriré por ti como juré aquel día en el he te vi por primera vez. Creo que ese será mi destino- en cuanto note que la presencia de la sombra volvía a tomar control del cuerpo de Night, yo utilice un conjuro que hizo que mi cuerpo brillara. Note como la sombra agonizaba intentando deshacerse de mi abrazo de luz, mi cuerpo brilló más y más y la sombra gritaba de dolor ante aquel ataque, incluso note que la sombra de mi interior desaparecía por la inmensidad de luz que estaba emitiendo - Si yo muero, tu morirás conmigo - le grite a la sombra, y mi cuerpo se ilumino más y más y empece a notar como mi carne se desgarraba, grite por el inmenso dolor, pero no me solté de la sombra que también gritaba, pude llegar a ver como mi cuerpo se empezaba a descomponer en pequeños retazos de luz.
Off: Por favor si no es mucho pedir, que alguien me salve, que no quiero morir.
Note una extraña y oscura presencia a mi lado, fui abriendo los ojos despacio y note como los sentimientos volvían a encerrarse en mi corazón, y de nuevo a sentir frío. Levanté la mirada y pude ver que Night se había levantado y parecía marcharse -¿P-pero que pasa Night?- pregunte aún con algún resto de calidez en mi voz. Pero entonces abrí los ojos de golpe al darme cuenta de que la presencia oscura venía de Night, su aura se habia enturbiado con la oscuridad de la sombra - Night, no, quieto para- intente retenerle pero cuando puse la mano en su hombro una súbita descarga de oscuridad me hecho hacia atrás. Mire hacia todos los lados y me di cuenta de que Kronos no estaba y que las mascotas se habían despertado con el revuelo de mis gritos. Volví a mirar hacia Night, el se había girado, pero no me estaba mirando, es más, no estaba despierto, la sombra lo debería de estar controlando mientras dormía. Con un grito que contenía una mínima cantidad de ira alce las manos hacia delante para lanzar un rayo de hielo, en cuanto el rayo estaba a punto de chocar contra la espalda de Night, hice que se dividiera en dos y que le rodeará, cuando las dos puntas del rayo chocaron se creo una enorme barrera de hielo, yo sonreí pero la sonrisa se me helo en la cara cuando Night rompió el muro de hielo con una fuerza sobre humana, pero a mi me quedaban un par de ases en la manga, con mi magia feerica hice que las ramas del árbol atrapasen a Night en un abrazo paralizador, pero el se liberó de las ramas destruyéndolas con todo el cuerpo, pero aún no me iba a rendir, cree dos látigos de agua y los utilicé para inmovilizar a Night, pero el me lanzo por los aires agarrando los extremos de los látigos. Mi instinto de mago se disparó, y con una sola palabra los pedazos de hielo que había en el suelo salieron disparados en dirección a el, escuche un pequeño Crak, y un pequeño torrente de sentimientos se apoderó de mi, cuando quise hacer que los trozos de hielo se desviarán de su trayectoria ya era tarde. El hielo se clavó en el cuerpo de Night, yo me levanté y corrí hacia el, pero me pare en seco cuando le vi arrancarse los trozos de hielo del cuerpo dejando heridas sangrantes. Acto seguido se lanzó sobre mi, yo reaccione tarde y unas garras que le habían aparecido en las manos me hicieron cuatro arañazos en el pecho que comenzaron a sangrar, yo utilice un conjuro de impacto y le lancé contra una rama del árbol. Al instante Night se levantó y salto hacia el interior del bosque, me acerque corriendo hacia donde había saltado y pude alcanzar a ver la negra silueta de Night corriendo hacia lo más profundo del bosque, como si fuera una parte más de aquella inmensa y oscura noche quise alzaba sobre el bosque. Me volví y mire a las mascotas -Id a buscar a Kronos, yo me encargare de Night- les dije a Pichu y a Glaciem, al parecer me entendieron ya que salieron corriendo en dirección al bosque. Me gire para mirar a la noche y salte a la negrura mas profunda en busca de la maldad más insondable.
~{...}~
Corrí con una habilidad felina por entré los árboles, no me había sido muy difícil encontrar el rastro de Night, y que iba acompañado de la sombra y esta iba pudriendo cada planta que tocaba.
Cuándo llegue al claro donde se encontraba Night me pare en seco al ver que sus verdes ojos se habían convertido en dos inmensos pozos negros, la sombra me sonrió mostrando una hilera de blanquísimos y afilados dientes. Acto seguido la sombra se abalanzo sobre mi, yo fui más rápido e invoque a mi báculo de hielo, cristal y luz lo interpuse entre la sombra y mi cuerpo, sólo tuve que pronunciar una palabra en arcano para que la bola de cristal de mi báculo comenzara a brillar con una luz blanca e intensa como el núcleo de una estrella, la sombra se apartó de la luz y me miro con infiltro odio desde las sombras. Comenzamos a bailar en sinuoso tango de la muerte.
Pasada ya media hora de combate yo había ganado unos cuantos arañazos y mordiscos, pero cada vez que golpeaba a la sombra con la punta de mi báculo inflamada cono un lucero, un trozo del hielo de mi corazón se rompía. En uno de mis descuidos, la sombra me ataco por la espalda y me araño la espalda, me di la vuelta y la mire con infinito odio en mis ojos, por mi mente pasaron miles de imágenes, los bellos ojos de Night, su siniestra pero magnética sonrisa, su sinuoso y esbelto cuerpo. entonces escuche un Crak, pero no como los de antes, un Crak más grande y fuerte, sentí una súbita descarga den mi cuerpo, todos los sentimientos que habían quedado encerrados bajo aquel hielo salieron de mi corazón acabando con el poco hielo que quedaba, mire a la sombra con malicia en la mirada, ahora que mis sentimientos se habían liberado mi magia recibía un impulso extra ya que los sentimientos daban más fuerza a la magia. Seguimos luchando, esta vez en igualdad de condiciones, pero yo seguía cometiendo descuidos, los sentimientos potenciaban mi magia, pero también nublaban mis sentidos, en uno de estos descuidos la sombra me ataco por la espalda, pero yo ya conocía el estilo de lucha de la sombra, gire y aseste un fuerte golpe en el estómago de la sombra con la punta de mi báculo iluminada como una supernova. Una sonrisa de satisfacción se apoderó de mi boca, pero a la vez un linchado de dolor se apoderó de mi corazón, ya que en verdad me alegraba derrotar a la sombra, pero le estaba haciendo daño al cuerpo de Night. Un extraño sonido llamo mi atención, parecía como el grito de dolor más horrible del mundo ahogado en las más fría oscuridad, la risa de la sombra - Valla, es muy noble por tu parte luchar contra mi por intentar salvar a tu amado, mago. Oh, valla he conseguido acceder a la memoria del muchacho feerico, chico iluso, como pudo creer que te podía salvar de la runa maldita con un beso- la sombra volvió a reír con esa risa horrible, yo hirviendo de ira y con lágrimas en los ojos me abalance sobre ella . . . Y la bese, intente buscar en el interior de la sombra si aún quedaba algo de la esencia de Night con ese beso, y lo logre, conseguí que la conciencia de Night saliera al exterior durante un momento y le susurre al oído - En todo este tiempo, lo que hemos vivido sólo ha servido para una cosa, para que me enamore perdidamente de ti, a si que moriré por ti como juré aquel día en el he te vi por primera vez. Creo que ese será mi destino- en cuanto note que la presencia de la sombra volvía a tomar control del cuerpo de Night, yo utilice un conjuro que hizo que mi cuerpo brillara. Note como la sombra agonizaba intentando deshacerse de mi abrazo de luz, mi cuerpo brilló más y más y la sombra gritaba de dolor ante aquel ataque, incluso note que la sombra de mi interior desaparecía por la inmensidad de luz que estaba emitiendo - Si yo muero, tu morirás conmigo - le grite a la sombra, y mi cuerpo se ilumino más y más y empece a notar como mi carne se desgarraba, grite por el inmenso dolor, pero no me solté de la sombra que también gritaba, pude llegar a ver como mi cuerpo se empezaba a descomponer en pequeños retazos de luz.
Off: Por favor si no es mucho pedir, que alguien me salve, que no quiero morir.
Invitado- Invitado
Re: Contando luciérnagas...
Oscuridad...
Era lo único que...
Miedo.
Oscuridad e ira.
Memoria...
Oscuridad y dolor.
Mis pensamientos eran demasiado confusos como para saber lo que ocurría. Encarcelado dentro de mi propia mente, apenas lograba ser consciente de lo que ocurría a mi alrededor. Veía sombras infinitas, y después árboles. Un bosque nocturno, un bosque muerto. Hadas. Luz. Mis manos clavándose en la tierra. Una cortina de pedazos de hielo hincándose en mi cuerpo. Un grito...
Los fragmentos eran pobres y dispersos, y no sabía si estaban conectados entre sí. Sólo las constantes punzadas de sufrimiento que me desgarraban me dejaban sentir que seguía vivo. Me aferré al dolor desesperado. Necesitaba saber que seguía vivo.
Y, de repente... la oscuridad se vio reemplazada por luz.
Y regresé a mí mismo. Fui consciente de la luminosidad penetrante y absoluta que me rodeaba, de la proximidad de Vannel, y de la dulce presión de sus labios contra los míos. Cerré con fuerza los ojos, luchando contra aquello que me controlaba, intentando recordar cómo hablar para decirle que me matara antes de que fuera tarde.
-En todo este tiempo, lo que hemos vivido sólo ha servido para una cosa, para que me enamore perdidamente de ti, a si que moriré por ti como juré aquel día en el he te vi por primera vez. Creo que ese será mi destino- sus palabras se perdieron en la oscuridad que me teñía de nuevo, apoderándose de mis gestos, de mi consciencia. Perdí la sensación de su contacto y lo busqué de nuevo sin éxito. Había perdido mi oportunidad... pero la parte de mí que se retorcía, gritándole a las sombras que la apresaban, aún alcanzó a oír sus últimas palabras...
-Si yo muero, tu morirás conmigo...
"Yo ya estoy muerto" quise decirle, pero antes de poder intentarlo, la oscuridad me tragó de nuevo.
.
..
...
"Creí que sería extremadamente más fácil" admitió el hechicero con voz cansada.
"Yo también" respondí en voz baja, sujetándome el pecho herido con los brazos. Él me dirigió una mirada oscura, pero serena.
"El niño ha encontrado el contacto conmigo"
"¿Contigo o con la Sombra?"
"Con ambos. Somos lo mismo... igual que tú, hijo"
Toda mi actitud adoptó un aire violento. Le clavé una mirada asesina.
"Yo no soy tu hijo"
El hechicero rió por lo bajo, sin alterarse.
"Soy más padre tuyo que ese feérico que te dio el nombre"
"Es mentira"
"No, no lo es. El niño que renació de la oscuridad de las hadas ya no era el mismo. Las sombras te marcaron, y yo soy esa oscuridad, siempre lo he sido... un hechicero, una sombra, ya no importa. Recuerdo la primera vez que abriste los ojos, verdes como el bosque. Recuerdo tus primeras palabras, y tu risa. Recuerdo haberte devuelto la vida, haberte ayudado a sobrevivir, y a crecer. Te conozco desde siempre... y aunque me marche ahora, siempre me pertenecerás, Night. Siento no haber podido darte el poder que te prometí... pero siempre queda tiempo"
Cerré los ojos y me tapé los oídos con las manos, pero su voz me perseguía.
"Ese mago tuyo quiere matarnos a ambos, pero no puedo permitírselo... Tal vez no pueda hacer sufrir al niño, pero la puerta a su alma ya está abierta... ya ha recordado mi muerte. Tú querías ayudarlo, pero no hay salvación para él. Este era su destino"
No quería responderle, pero lo hice de todos modos.
"No. Tengo que salvarlo. No puedo dejar que muera. Tengo que salvarlo. Se lo prometí"
Mi voz se rompió. No podría soportar la muerte de Kronos. Él había sido mi oportunidad de hacer las cosas bien. No viviría suficientes años como para redimirme por haberle fallado...
"No puedo dejar que muera..."
"¿Es que no lo entiendes? Tú lo has matado"
La dureza de su voz me obligó a abrir los ojos, pero no me atreví a mirarlo.
"¡No es cierto!" grité, sacudiendo la cabeza y encogiéndome aún más sobre mí mismo.
"Claro que lo es... y lo sabes. Eras débil, y no pudiste evitar acudir a mi llamada. Si hubieras resistido, si hubieras luchado, habrías podido salvar al niño. Había tanta luz en ti entonces... Por un momento, creí que no conseguiría vencerte. Juntos, acabaríais conmigo... Habríais podido derrotarme, habríais podido ser felices. Habrías cumplido tu promesa"
Cada palabra se me hundía en el alma como un cuchillo, afilado como la luz del metal. No quería creerlas, pero sentía la verdad brotando de ellas. Yo tenía la culpa.
"Los héroes existen, Night" siguió el hechicero, con voz profunda. Su mirada me atravesaba, impasible "Pero tú no eres uno. Eres débil, orgulloso, irresponsable y egoísta... Necesitas tiempo, tanto tiempo..." se detuvo un instante "El cuerpo de Kronos desaparecerá, pero su energía no. Utilizaré la mayoría para salvaros a ti y al mago, y enviaré lejos una parte de su consciencia... a algún lugar diferente, a un cuerpo diferente. Nanhai, tal vez, donde no vuelvas a encontrarlo. No voy a renunciar a mi venganza por ti pero, de alguna forma, seguirá vivo... Te lo prometo"
Noté un peso en el hombro y alcé los ojos, sorprendido. Encontré la mirada del hechicero, oscura y tranquila como el mar en la calma de la noche.
"Volveremos a encontrarnos. Da igual cuánto corras, o cuánto te escondas. Da igual que cambies de nombre, de vida, de aspecto. Siempre serás mi hijo"
Antes de que pudiera contestarle, todo se desvaneció, una vez más.
Me desperté. Mis ojos encontraron el cielo detrás de un dosel de ramas, y después se llenaron de lágrimas. No podía moverme, pero no me importaba. Estaba vivo. Y había fallado.
Al cabo de lo que podrían haber sido minutos o siglos, conseguí reunir fuerzas y arrastrarme hasta poder ponerme de rodillas, apoyándome en los brazos para no volver a caer al suelo. El llanto me venció y dejé caer la cabeza, llorando a gritos.
Si estaba vivo, si el hechicero se había marchado, entonces Kronos ya estaba muerto.
Por mi estupidez.
Por mi culpa.
Por mí.
En algún momento, perdido en mi dolor, fui consciente de que alguien me abrazaba. Reconocí el contacto al instante. Era la única persona que podía ayudarme a soportar aquel dolor. Levanté la mirada hacia sus ojos, con los míos inundados de lágrimas. El hielo había desaparecido.
-Vannel... no dejes que vuelva a equivocarme. No así. Por favor.
Lo abracé con fuerza, llorando, como si fuera a desvanecerse en cualquier momento, como si me estuviera ahogando y él fuese el único puerto seguro. Tal vez lo fuera.
Había cambiado. La sombra me había cambiado. Vannel me había cambiado. Kronos me había cambiado.
"Seguirá vivo..." recordé las palabras del hechicero. En algún lugar. En alguien vivo. Mi pequeño amigo seguía allí, en alguna parte.
"Perdóname... "
Algún día lo encontraría de nuevo. Estuviera donde estuviese, perdido inconscientemente entre las miles de consciencias que se encendían y apagaban a cada momento en Idhún... algún día volveríamos a encontrarnos.
Era lo único que...
Miedo.
Oscuridad e ira.
Memoria...
Oscuridad y dolor.
Mis pensamientos eran demasiado confusos como para saber lo que ocurría. Encarcelado dentro de mi propia mente, apenas lograba ser consciente de lo que ocurría a mi alrededor. Veía sombras infinitas, y después árboles. Un bosque nocturno, un bosque muerto. Hadas. Luz. Mis manos clavándose en la tierra. Una cortina de pedazos de hielo hincándose en mi cuerpo. Un grito...
Los fragmentos eran pobres y dispersos, y no sabía si estaban conectados entre sí. Sólo las constantes punzadas de sufrimiento que me desgarraban me dejaban sentir que seguía vivo. Me aferré al dolor desesperado. Necesitaba saber que seguía vivo.
Y, de repente... la oscuridad se vio reemplazada por luz.
Y regresé a mí mismo. Fui consciente de la luminosidad penetrante y absoluta que me rodeaba, de la proximidad de Vannel, y de la dulce presión de sus labios contra los míos. Cerré con fuerza los ojos, luchando contra aquello que me controlaba, intentando recordar cómo hablar para decirle que me matara antes de que fuera tarde.
-En todo este tiempo, lo que hemos vivido sólo ha servido para una cosa, para que me enamore perdidamente de ti, a si que moriré por ti como juré aquel día en el he te vi por primera vez. Creo que ese será mi destino- sus palabras se perdieron en la oscuridad que me teñía de nuevo, apoderándose de mis gestos, de mi consciencia. Perdí la sensación de su contacto y lo busqué de nuevo sin éxito. Había perdido mi oportunidad... pero la parte de mí que se retorcía, gritándole a las sombras que la apresaban, aún alcanzó a oír sus últimas palabras...
-Si yo muero, tu morirás conmigo...
"Yo ya estoy muerto" quise decirle, pero antes de poder intentarlo, la oscuridad me tragó de nuevo.
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"Creí que sería extremadamente más fácil" admitió el hechicero con voz cansada.
"Yo también" respondí en voz baja, sujetándome el pecho herido con los brazos. Él me dirigió una mirada oscura, pero serena.
"El niño ha encontrado el contacto conmigo"
"¿Contigo o con la Sombra?"
"Con ambos. Somos lo mismo... igual que tú, hijo"
Toda mi actitud adoptó un aire violento. Le clavé una mirada asesina.
"Yo no soy tu hijo"
El hechicero rió por lo bajo, sin alterarse.
"Soy más padre tuyo que ese feérico que te dio el nombre"
"Es mentira"
"No, no lo es. El niño que renació de la oscuridad de las hadas ya no era el mismo. Las sombras te marcaron, y yo soy esa oscuridad, siempre lo he sido... un hechicero, una sombra, ya no importa. Recuerdo la primera vez que abriste los ojos, verdes como el bosque. Recuerdo tus primeras palabras, y tu risa. Recuerdo haberte devuelto la vida, haberte ayudado a sobrevivir, y a crecer. Te conozco desde siempre... y aunque me marche ahora, siempre me pertenecerás, Night. Siento no haber podido darte el poder que te prometí... pero siempre queda tiempo"
Cerré los ojos y me tapé los oídos con las manos, pero su voz me perseguía.
"Ese mago tuyo quiere matarnos a ambos, pero no puedo permitírselo... Tal vez no pueda hacer sufrir al niño, pero la puerta a su alma ya está abierta... ya ha recordado mi muerte. Tú querías ayudarlo, pero no hay salvación para él. Este era su destino"
No quería responderle, pero lo hice de todos modos.
"No. Tengo que salvarlo. No puedo dejar que muera. Tengo que salvarlo. Se lo prometí"
Mi voz se rompió. No podría soportar la muerte de Kronos. Él había sido mi oportunidad de hacer las cosas bien. No viviría suficientes años como para redimirme por haberle fallado...
"No puedo dejar que muera..."
"¿Es que no lo entiendes? Tú lo has matado"
La dureza de su voz me obligó a abrir los ojos, pero no me atreví a mirarlo.
"¡No es cierto!" grité, sacudiendo la cabeza y encogiéndome aún más sobre mí mismo.
"Claro que lo es... y lo sabes. Eras débil, y no pudiste evitar acudir a mi llamada. Si hubieras resistido, si hubieras luchado, habrías podido salvar al niño. Había tanta luz en ti entonces... Por un momento, creí que no conseguiría vencerte. Juntos, acabaríais conmigo... Habríais podido derrotarme, habríais podido ser felices. Habrías cumplido tu promesa"
Cada palabra se me hundía en el alma como un cuchillo, afilado como la luz del metal. No quería creerlas, pero sentía la verdad brotando de ellas. Yo tenía la culpa.
"Los héroes existen, Night" siguió el hechicero, con voz profunda. Su mirada me atravesaba, impasible "Pero tú no eres uno. Eres débil, orgulloso, irresponsable y egoísta... Necesitas tiempo, tanto tiempo..." se detuvo un instante "El cuerpo de Kronos desaparecerá, pero su energía no. Utilizaré la mayoría para salvaros a ti y al mago, y enviaré lejos una parte de su consciencia... a algún lugar diferente, a un cuerpo diferente. Nanhai, tal vez, donde no vuelvas a encontrarlo. No voy a renunciar a mi venganza por ti pero, de alguna forma, seguirá vivo... Te lo prometo"
Noté un peso en el hombro y alcé los ojos, sorprendido. Encontré la mirada del hechicero, oscura y tranquila como el mar en la calma de la noche.
"Volveremos a encontrarnos. Da igual cuánto corras, o cuánto te escondas. Da igual que cambies de nombre, de vida, de aspecto. Siempre serás mi hijo"
Antes de que pudiera contestarle, todo se desvaneció, una vez más.
Me desperté. Mis ojos encontraron el cielo detrás de un dosel de ramas, y después se llenaron de lágrimas. No podía moverme, pero no me importaba. Estaba vivo. Y había fallado.
Al cabo de lo que podrían haber sido minutos o siglos, conseguí reunir fuerzas y arrastrarme hasta poder ponerme de rodillas, apoyándome en los brazos para no volver a caer al suelo. El llanto me venció y dejé caer la cabeza, llorando a gritos.
Si estaba vivo, si el hechicero se había marchado, entonces Kronos ya estaba muerto.
Por mi estupidez.
Por mi culpa.
Por mí.
En algún momento, perdido en mi dolor, fui consciente de que alguien me abrazaba. Reconocí el contacto al instante. Era la única persona que podía ayudarme a soportar aquel dolor. Levanté la mirada hacia sus ojos, con los míos inundados de lágrimas. El hielo había desaparecido.
-Vannel... no dejes que vuelva a equivocarme. No así. Por favor.
Lo abracé con fuerza, llorando, como si fuera a desvanecerse en cualquier momento, como si me estuviera ahogando y él fuese el único puerto seguro. Tal vez lo fuera.
Había cambiado. La sombra me había cambiado. Vannel me había cambiado. Kronos me había cambiado.
"Seguirá vivo..." recordé las palabras del hechicero. En algún lugar. En alguien vivo. Mi pequeño amigo seguía allí, en alguna parte.
"Perdóname... "
Algún día lo encontraría de nuevo. Estuviera donde estuviese, perdido inconscientemente entre las miles de consciencias que se encendían y apagaban a cada momento en Idhún... algún día volveríamos a encontrarnos.
Invitado- Invitado
Re: Contando luciérnagas...
Se abalanzó de nuevo sobre Vannel, asestándole un poderoso puñetazo en la cara. El mago retrodeció dolorido, pero no tardó en utilizar su báculo para lanzar un hechizo de contraataque que golpeó a Kronos en el pecho, derribandolo. Éste se levantó de nuevo, impasible ante el dolor, y se preparó para un nuevo ataque.
Kronos se preguntó por un momento porqué estaba luchando contra Vannel. Él no quería. Era su amigo. ¿Por qué se atacaban? Tardó unos segundos en recordar que ya no era Kronos. Que su experimento había tenido éxito, y que ahora había logrado introducirse en la mente de… la Sombra.
Un reflejo violeta cruzó su ojo derecho cuando esquivó un nuevo hechizo de Vannel, y comprendió que aquel reflejo no era sino un mechón de pelo. Pelo violeta. ¿Entonces…? La conciencia de Kronos ahogo un gemido al comprender que había ido a parar al cuerpo de Night Baker. De alguna forma la Sombra había logrado penetrar en el cuerpo del féerico, y ahora lo controlaba como un títere para luchar contra Vannel, que se resistía a duras penas. Y Kronos no podía hacer nada por evitarlo.
No obstante, se sorprendió cuando Vannel se abalanzó sobre él para plantarle un beso en los labios.
- En todo este tiempo, lo que hemos vivido sólo ha servido para una cosa, para que me enamore perdidamente de ti, a si que moriré por ti como juré aquel día en el que te vi por primera vez. Creo que ese será mi destino. – le susurró el mago al oído- Si yo muero, tu morirás conmigo.
Y acto seguido convocó a la luz.
“No…” pensó Kronos, horrorizado. Vannel se iba a sacrificar por salvarlos. Aquello era terrible. No podía permitirlo. “No…”
“… ha encontrado el contacto conmigo… lo mismo... igual que tú, hijo”
Una voz resonó de pronto en su cabeza. Le resultó terriblemente familiar, y pronto supo reconocer en ella el siniestro matiz de la Sombra.
“…soy más padre tuyo… las sombras te marcaron, y yo soy esa oscuridad…”
La voz le venía como a ráfagas, como si tratara de escuchar una conversación ajena y lejana. Una conversación interior entre Night y la Sombra, comprendió. Pero el sentido de las palabras que escuchaba lo dejaron boquiabierto… metafóricamente hablando.
“¿La Sombra era su padre?” se preguntó Kronos, anonadado “¿El hechicero que destruimos… era padre de Night?”
“…ese mago tuyo quiere matarnos a ambos… el niño… la puerta a su alma ya está abierta… no hay salvación para él…habrías podido salvar al niño”
Aquello no supuso un duro golpe para Kronos, puesto que ya sabía la verdad sobre el amargo destino que le esperaba. Frente a él, podía todavía observar a Vannel, que comenzaba a iluminar su cuerpo con una fluorescencia que iba tornando en una luz cegadora.
Comenzó a poner muecas de dolor, y Kronos comprendió que no resisitiría mucho más, si alguien no lo detenía pronto.
“…los héroes existen… el cuerpo de Kronos desaparecerá, pero su energía no...”
No quería seguir escuchando aquello. La Sombra planeaba no solo matarlo, sino también absorber su propia energía vital para hacerse más fuerte y poderosa. Aquello… le parecía terrible, inconcebible…
Vannel comenzaba a gritar por la desgarradora potencia de su propio hechizo, emitiendo ya una luz que hería a la vista, cuando la Sombra decidió por fin abandonar el cuerpo de Night, tal vez intimidada por la luz o por que su conversación con el féerico había llegado a su fin.
Kronos se vio de pronto arrastrado al vuelo por el bosque, a una velocidad sobrecogedora mientras sorteaba árboles y arbustos que obstaculizaban el camino, alejándose cada vez más del lugar donde había tenido lugar la lucha entre sus dos compañeros. La Sombra se marchaba, y la mente de Kronos viajaba con ella.
Giraron una vez más a la izquierda, y esquivaron un último árbol hasta que un pequeño claro quedó al descubierto ante sus ojos. Y Kronos contuvo la respiración al reconocer el claro, y sobre todo, al reconocerse a sí mismo, su cuerpo, sentado sobre la fresca hierba con la cabeza inerte, al igual que los brazos, y los ojos cerrados como si durmiera.
Pudo escuchar la risa de satisfacción de la Sombra al ver a su presa tan desprotegida, y sin esperar un instante más se abalanzó sobre el pequeño cuerpo del silfo para intoducirse en él sin más reparos.
(...)
Ahora todo estaba negro. Flotaba en un oscuro vacío, y no sabía donde se encontraba exactamente.
“Me has estado espiando” dijo de nuevo la voz de la Sombra. No era una pregunta, más bien una afirmación “No te he encontrado al llegar. Habías logrado intoducirte en mi conciencia… Reconozco que cada vez me impresionas más, Kronos” y añadió una irónica risotada que a Kronos le produjo un escalofrío.
El silfo no respondió. Se sentía incapaz de hablar, enmudecido de pronto por el miedo. Se preguntó de nuevo donde estaban. Si aquello era su mente… el interior de su cuerpo… estaba completamente perdido.
“Es lo que piensas Kronos” respondió la Sombra, como leyéndole los pensamientos “Pero no temas. No seré una inquilina por mucho más tiempo. Será la última vez que compartamos un cuerpo. Lástima, ¿verdad? Tu morirás, y tu vida me ayudará a ser más fuerte. No temas… te prometo que no dolerá”
Kronos se sintió desfallecer ante aquellas palabras. No veía escapatoria posible. Iba a morir. Estaba sentenciado. Trató de inspirar profundamente para enfrentarse a aquello con honor. Si realmente aquellos iban a ser sus últimos momentos de vida, no quería morir como un cobarde.
“Esos amigos tuyos no vendrán a ayudarte, ¿sabes? Ese féerico de pelo rosa… ha creído cada una de mis palabras. Él piensa que no desaparecerás para siempre. Jaja… ¿y entonces cómo sino iba a beneficiarme de tu muerte, si no es absorbiendo todo tu ser, todo lo que eres y has sido siempre? Pobre ingenuo… En verdad me arrepiento de haber tenido hijos.
¿Sabes? Cuando acabe contigo iré a por ellos. Y ya no podrán hacer NADA contra mí.- la Sombra soltó una nueva risotada- Pero en fin, vayamos al grano. No quiero perder más el tiempo. No creo que…”
“Los héroes existen”- murmuró Kronos.
Algo había comenzado a bullir en su interior. No sólo él, sino también sus amigos estaban en peligro, y eso era algo que no estaba dispuesto a tolerar. No otra vez.
“¿Cómo dices?”
“¡Los héroes existen!” repitió Kronos, esta vez en voz más alta y firme.
“¿Pero qué…?”
“ ¡Los héroes…!“
- ¡… EXISTEEEEEN!
Kronos abrió los ojos de pronto, empapado en sudor. Se encontraba de nuevo en el claro, había vuelto a despertar. Se sorprendió al encontrar a su lado las miradas expectantes de Glaciem y Pichu, que al parecer habían logrado encontrarlo. Pichu… Quería decirle tantas cosas… tranquilizarla… decirle que todo saldría bien. No obstante, la Sombra todavía seguía en su interior, y no había tiempo que perder, o sería demasiado tarde para todos.
Se levantó de un salto y se abalanzó sobre su bolsa de viaje. Un agudo pinchazo de dolor lo corroyó por dentro cuando se agachó para recoger su arco de flechas. Sin duda un intento de la Sombra por detenerle. Cayó al suelo con un gemido, y oyó de nuevo la voz de la Sombra en su mente.
“No podrás impedirlo, pequeño. No podrás escapar de tu destino”
Kronos se levantó a duras penas, imponiéndose al dolor que comenzaba a devorarle las entrañas y comenzó a preparar su arco Goy para el ataque.
- Ya te has divertido bastante, Sombra. Ya no te tengo miedo. No permitiré que me utilices. No permitiré que utilices a nadie más. No serás tú quien me arrebate la vida. ¡Los héroes existen!
Y dicho esto apuntó con una de sus flechas pro-natura al tronco de un grueso árbol que tenía enfrente. Y disparó. Y una vez más. Y una tercera vez.
Las tres flechas silbaron por el aire , ante la atenta mirada de Kronos y los dos animales que lo acompañaban. Cuando llegaron al árbol, la magia de las flechas hizo su trabajo, haciendo que éstas rebotaran con un cómico “boing”, devolviéndolas en la dirección contraria…
… hacia Kronos.
El silfo notó un ligero pinchazo cuando la primera flecha se clavó en su hombro derecho. La siguiente fue a clavarse en su estómago, y lo atravesó de parte a parte. Por último, una tercera flecha se clavó en su pecho, dejándole por un momento sin respiración.
Kronos se dejó caer hacia atrás, sobre la hierba, agarrotado por el dolor. Mientras la sangre teñía sus ropas y la vida se le escapaba por sus recientes heridas, escuchó en su mente los sorprendidos y aterrados gritos de impotencia de la Sombra.
FDR: Yo sí quiero que me dejéis morir, chicos. Este será mi penúltimo post como Kronos. Si queréis podéis venir a mi encuentro y despediros, porque a Kronos ya solo le queda un suspiro de vida... U.u
Kronos se preguntó por un momento porqué estaba luchando contra Vannel. Él no quería. Era su amigo. ¿Por qué se atacaban? Tardó unos segundos en recordar que ya no era Kronos. Que su experimento había tenido éxito, y que ahora había logrado introducirse en la mente de… la Sombra.
Un reflejo violeta cruzó su ojo derecho cuando esquivó un nuevo hechizo de Vannel, y comprendió que aquel reflejo no era sino un mechón de pelo. Pelo violeta. ¿Entonces…? La conciencia de Kronos ahogo un gemido al comprender que había ido a parar al cuerpo de Night Baker. De alguna forma la Sombra había logrado penetrar en el cuerpo del féerico, y ahora lo controlaba como un títere para luchar contra Vannel, que se resistía a duras penas. Y Kronos no podía hacer nada por evitarlo.
No obstante, se sorprendió cuando Vannel se abalanzó sobre él para plantarle un beso en los labios.
- En todo este tiempo, lo que hemos vivido sólo ha servido para una cosa, para que me enamore perdidamente de ti, a si que moriré por ti como juré aquel día en el que te vi por primera vez. Creo que ese será mi destino. – le susurró el mago al oído- Si yo muero, tu morirás conmigo.
Y acto seguido convocó a la luz.
“No…” pensó Kronos, horrorizado. Vannel se iba a sacrificar por salvarlos. Aquello era terrible. No podía permitirlo. “No…”
“… ha encontrado el contacto conmigo… lo mismo... igual que tú, hijo”
Una voz resonó de pronto en su cabeza. Le resultó terriblemente familiar, y pronto supo reconocer en ella el siniestro matiz de la Sombra.
“…soy más padre tuyo… las sombras te marcaron, y yo soy esa oscuridad…”
La voz le venía como a ráfagas, como si tratara de escuchar una conversación ajena y lejana. Una conversación interior entre Night y la Sombra, comprendió. Pero el sentido de las palabras que escuchaba lo dejaron boquiabierto… metafóricamente hablando.
“¿La Sombra era su padre?” se preguntó Kronos, anonadado “¿El hechicero que destruimos… era padre de Night?”
“…ese mago tuyo quiere matarnos a ambos… el niño… la puerta a su alma ya está abierta… no hay salvación para él…habrías podido salvar al niño”
Aquello no supuso un duro golpe para Kronos, puesto que ya sabía la verdad sobre el amargo destino que le esperaba. Frente a él, podía todavía observar a Vannel, que comenzaba a iluminar su cuerpo con una fluorescencia que iba tornando en una luz cegadora.
Comenzó a poner muecas de dolor, y Kronos comprendió que no resisitiría mucho más, si alguien no lo detenía pronto.
“…los héroes existen… el cuerpo de Kronos desaparecerá, pero su energía no...”
No quería seguir escuchando aquello. La Sombra planeaba no solo matarlo, sino también absorber su propia energía vital para hacerse más fuerte y poderosa. Aquello… le parecía terrible, inconcebible…
Vannel comenzaba a gritar por la desgarradora potencia de su propio hechizo, emitiendo ya una luz que hería a la vista, cuando la Sombra decidió por fin abandonar el cuerpo de Night, tal vez intimidada por la luz o por que su conversación con el féerico había llegado a su fin.
Kronos se vio de pronto arrastrado al vuelo por el bosque, a una velocidad sobrecogedora mientras sorteaba árboles y arbustos que obstaculizaban el camino, alejándose cada vez más del lugar donde había tenido lugar la lucha entre sus dos compañeros. La Sombra se marchaba, y la mente de Kronos viajaba con ella.
Giraron una vez más a la izquierda, y esquivaron un último árbol hasta que un pequeño claro quedó al descubierto ante sus ojos. Y Kronos contuvo la respiración al reconocer el claro, y sobre todo, al reconocerse a sí mismo, su cuerpo, sentado sobre la fresca hierba con la cabeza inerte, al igual que los brazos, y los ojos cerrados como si durmiera.
Pudo escuchar la risa de satisfacción de la Sombra al ver a su presa tan desprotegida, y sin esperar un instante más se abalanzó sobre el pequeño cuerpo del silfo para intoducirse en él sin más reparos.
(...)
Ahora todo estaba negro. Flotaba en un oscuro vacío, y no sabía donde se encontraba exactamente.
“Me has estado espiando” dijo de nuevo la voz de la Sombra. No era una pregunta, más bien una afirmación “No te he encontrado al llegar. Habías logrado intoducirte en mi conciencia… Reconozco que cada vez me impresionas más, Kronos” y añadió una irónica risotada que a Kronos le produjo un escalofrío.
El silfo no respondió. Se sentía incapaz de hablar, enmudecido de pronto por el miedo. Se preguntó de nuevo donde estaban. Si aquello era su mente… el interior de su cuerpo… estaba completamente perdido.
“Es lo que piensas Kronos” respondió la Sombra, como leyéndole los pensamientos “Pero no temas. No seré una inquilina por mucho más tiempo. Será la última vez que compartamos un cuerpo. Lástima, ¿verdad? Tu morirás, y tu vida me ayudará a ser más fuerte. No temas… te prometo que no dolerá”
Kronos se sintió desfallecer ante aquellas palabras. No veía escapatoria posible. Iba a morir. Estaba sentenciado. Trató de inspirar profundamente para enfrentarse a aquello con honor. Si realmente aquellos iban a ser sus últimos momentos de vida, no quería morir como un cobarde.
“Esos amigos tuyos no vendrán a ayudarte, ¿sabes? Ese féerico de pelo rosa… ha creído cada una de mis palabras. Él piensa que no desaparecerás para siempre. Jaja… ¿y entonces cómo sino iba a beneficiarme de tu muerte, si no es absorbiendo todo tu ser, todo lo que eres y has sido siempre? Pobre ingenuo… En verdad me arrepiento de haber tenido hijos.
¿Sabes? Cuando acabe contigo iré a por ellos. Y ya no podrán hacer NADA contra mí.- la Sombra soltó una nueva risotada- Pero en fin, vayamos al grano. No quiero perder más el tiempo. No creo que…”
“Los héroes existen”- murmuró Kronos.
Algo había comenzado a bullir en su interior. No sólo él, sino también sus amigos estaban en peligro, y eso era algo que no estaba dispuesto a tolerar. No otra vez.
“¿Cómo dices?”
“¡Los héroes existen!” repitió Kronos, esta vez en voz más alta y firme.
“¿Pero qué…?”
“ ¡Los héroes…!“
- ¡… EXISTEEEEEN!
Kronos abrió los ojos de pronto, empapado en sudor. Se encontraba de nuevo en el claro, había vuelto a despertar. Se sorprendió al encontrar a su lado las miradas expectantes de Glaciem y Pichu, que al parecer habían logrado encontrarlo. Pichu… Quería decirle tantas cosas… tranquilizarla… decirle que todo saldría bien. No obstante, la Sombra todavía seguía en su interior, y no había tiempo que perder, o sería demasiado tarde para todos.
Se levantó de un salto y se abalanzó sobre su bolsa de viaje. Un agudo pinchazo de dolor lo corroyó por dentro cuando se agachó para recoger su arco de flechas. Sin duda un intento de la Sombra por detenerle. Cayó al suelo con un gemido, y oyó de nuevo la voz de la Sombra en su mente.
“No podrás impedirlo, pequeño. No podrás escapar de tu destino”
Kronos se levantó a duras penas, imponiéndose al dolor que comenzaba a devorarle las entrañas y comenzó a preparar su arco Goy para el ataque.
- Ya te has divertido bastante, Sombra. Ya no te tengo miedo. No permitiré que me utilices. No permitiré que utilices a nadie más. No serás tú quien me arrebate la vida. ¡Los héroes existen!
Y dicho esto apuntó con una de sus flechas pro-natura al tronco de un grueso árbol que tenía enfrente. Y disparó. Y una vez más. Y una tercera vez.
Las tres flechas silbaron por el aire , ante la atenta mirada de Kronos y los dos animales que lo acompañaban. Cuando llegaron al árbol, la magia de las flechas hizo su trabajo, haciendo que éstas rebotaran con un cómico “boing”, devolviéndolas en la dirección contraria…
… hacia Kronos.
El silfo notó un ligero pinchazo cuando la primera flecha se clavó en su hombro derecho. La siguiente fue a clavarse en su estómago, y lo atravesó de parte a parte. Por último, una tercera flecha se clavó en su pecho, dejándole por un momento sin respiración.
Kronos se dejó caer hacia atrás, sobre la hierba, agarrotado por el dolor. Mientras la sangre teñía sus ropas y la vida se le escapaba por sus recientes heridas, escuchó en su mente los sorprendidos y aterrados gritos de impotencia de la Sombra.
FDR: Yo sí quiero que me dejéis morir, chicos. Este será mi penúltimo post como Kronos. Si queréis podéis venir a mi encuentro y despediros, porque a Kronos ya solo le queda un suspiro de vida... U.u
Yandrak- Oráculo de Karevan
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Localización : Nanhai
Datos
Su personaje es: Ygoron Gorzan, gigante
Trabaja de: Desempleado
Pertenece a: Es neutral
Re: Contando luciérnagas...
Luz Luz Luz Luz Luz Luz Dolor Luz Dlolor Luz Dolor Dolor Luz
Era lo único que sentía, una intensa y dolorosa luz y un horrible y agudo dolor. Mi cuerpo se desgarraba como un trapo viejo, notabaña sangre correr y las heridas abrirse, mi final estaba cerca, el único consuelo era que aún que muriera, lo haría por Night, eso me acompañaría ya que sería el último pensamiento de mi vida.
Pero de repente la luz paro, mi cuerpo dejo de brillar, las heridas cesaron de saltear y la samgre de correr. ¿Qué había pasado? ¿Mi magia se había agotado? ¿El conjuro había fallado? Un aluvión de preguntas asediaron mi mente cuando note que la sombra se había ido, aquella había sido la causa. Sin sombra, el conjuro de repulsión de sombras cesaba.
Caí de rodillas al suelo, las heridas de mis piernas me escocían al contacto con la hierva. Yo tenía la mirada perdida, manía estado tan cerca de la muerte. Recuerdo que todo se volvió negro y perdí la consciencia por un instante. Un súbito dolor me saco de aquel trauma, era Night, me abrazaba y me solían las heridas, pero no me importo, le abrace con fuerza sin importarme el dolor del contacto de mis heridas con su cuerpo -Tranquilo, tranquilo- acurruque la cabeza en su hombro, su pelo me hacia cosquillas en la cara, pero no me importaba, intente consolarle para que dejara de llorar, pero al final yo también termine llorando.
Pasado un rato me separe de el y me mire a los ojos, a aquellos ojos verdes que me hacían sentir como en el cielo cuando los miraba. Alce mi mano, que estaba cubierta de cortes por todas partes, y le sequé una cuantas lágrimas de la cara, suanvemente me acerque y deposite un suave beso en sus labios, fue casi una caricia que se término transformando en un ardiente beso.
Un oscuro pinchazo atravesó mi mente, Glaciem estaba en peligro, la sombra estaba cerca de el, y por tanto cerca de Kronos, me separe de Night y le mire con una expre sino sería en los ojos -Hay que ir a buscr a Kronos, esta en peligro- a duras penas me levanté apoyado en Night, el cual me paso un brazo por su hombro para ayudarme a caminar.
Mi túnica, que antes era de color azul marino, ahora estaba echa girones con rotos por todas partes, mi cuerpo engaña totalmente lleno de grietas y desgarros, pronuncie una palabra el arcano y las herniadas comenzaron a brillar con un tono verdoso y a curarse, pero al poco tiempo el brillo empezó a parpadear, mi magia estaba casi agotada, y había demasiadas grietas que curar como para que el hechizo funcionara bien.
Pensé que ayudándome de mi báculo podría absorber suficientemente energia como para curarme, pero cuando eche la vista a tras para ver donde había caído, la imagnen que vi me dejo sin aliento, mi báculo se había hecho añicos y estaba repartido por todo el claro, unas enormes lágrimas cayeron por mi cara. Vi que a mis pies estaba la bola de cristal del báculo con un enorme roto en su superficie, me agache y la recogí. Con una palabra todos los fragmentos del báculo levitaron en el aire y fueron a parar a un pequeño saquito que ahun quedaba intacto en uno de los pliegues de mi ajada túnica. Contemple un instante más la bola de cristal y luego la guarde en el saquito.
-Era una reliquia familiar, mis antepasados lo crearon con hielo, luz y cristal, que armonizaban perfectamente en conjunto, incluso añadieron algo de su sangre, por eso el báculo solo funciona con los descendientes. De mi familia- le explique a Night mientras caminábamos y me secaba una lágrima con lo que quedaba de la manga de mi túnica.
Por el camino le explique a Night que hace tiempo le había puesto un conjuro a Glaciem para que todo lo que el viera, escuchara y sintiera yo lo pudiera ver escuchar y sentir, por eso sabía exactamente donde estaba Kronos, pero lo que más me contó contarle fue que había sentido a la sombra a su lado, Night se alteró mucho cuando se lo conté, intente tranquilizarle diciéndole que gracias a mi intento de suicidio la sombra se había debilitado y que incluso podríamos llegar antes que ella a Kronos.
Nunca olvidare el momento en el que vi al pequeño Kronos tirado en el suelo congreso flechas clavadas en su pequeño cuerpecito. La sangre brotaba de ellas en un reguero negro iluminado por la luz de las lunas. No quise creer que Kronos podría estar muriendose, mi mente rebosaba de teorías de lo que podía ser aquel pequeño cuerpo que agonizaba. Alce la mano y prununcie otra palabra en arcano, una voluta de humo brotó de mi mano y comenzó a brillar con una luz cambiante y sutil, aquella luz ilumino el cuerpecito de Kronos, que se debatía entre la vida y la muerte. Rápidos como el rayo Night y yo nos acercamos al cuerpo y caímos de rodillas a su lado -N-no te preocupes Kronos y-yo te curare- con un increíble dolor en el alma le saque las tres flechas del cuerpo, la sangre brotaba espesa y roja de su interior, su respiración era entrecortada y rápida, el ultimate spool de vida se le escapaba de entré los dedos.
Puse las manos cerca de las heridas y comencé el cántico curativo más poderoso que conocía, una canción sin palabras que arrancaba la magia más poderosa de la tierra y la transformaba en un torrente de energía curativa.
Las heridas comenzaron a sanar, pero de repente el conjuro ceso de súbito y la voluta de luz titiló suavemente amenazando con apagarse. No podía ser, esto no estaba pasando, no podía hacer nada. Había sobre explotado mi magia y ahora no funcionaba, no podía hacer nada, mire a Night con expresión desesperada y lágrimas en los ojos. Lo intente hasta que la magia se me agoto y la voluta de humo se apagó. Con lágrimas en los ojos baje la cabeza para mirar a Kronos que nos miraba con una expresión indescriptible, le revolví el pelo con cariño como había acostumbrado a hacer -No tengas miedo pequeño, nos volveremos a encontrar, te prometo que en la próxima vida nos volveremos a encontrar, los tres- una aparva sonrisa afloró a mi rostro, la luz de los ojos de Kronos se fue apagando poco a poco hasta que aquella chispa de inocencia que habían tenido desapareció por completo. Mire a Night, el pobre estaba destrozado, le cogí la mano y suavemente le cerramos los ojos, aquel valiente niño se merecía más respeto incluso que el caballero más horado de Nurgon.
Era lo único que sentía, una intensa y dolorosa luz y un horrible y agudo dolor. Mi cuerpo se desgarraba como un trapo viejo, notabaña sangre correr y las heridas abrirse, mi final estaba cerca, el único consuelo era que aún que muriera, lo haría por Night, eso me acompañaría ya que sería el último pensamiento de mi vida.
Pero de repente la luz paro, mi cuerpo dejo de brillar, las heridas cesaron de saltear y la samgre de correr. ¿Qué había pasado? ¿Mi magia se había agotado? ¿El conjuro había fallado? Un aluvión de preguntas asediaron mi mente cuando note que la sombra se había ido, aquella había sido la causa. Sin sombra, el conjuro de repulsión de sombras cesaba.
Caí de rodillas al suelo, las heridas de mis piernas me escocían al contacto con la hierva. Yo tenía la mirada perdida, manía estado tan cerca de la muerte. Recuerdo que todo se volvió negro y perdí la consciencia por un instante. Un súbito dolor me saco de aquel trauma, era Night, me abrazaba y me solían las heridas, pero no me importo, le abrace con fuerza sin importarme el dolor del contacto de mis heridas con su cuerpo -Tranquilo, tranquilo- acurruque la cabeza en su hombro, su pelo me hacia cosquillas en la cara, pero no me importaba, intente consolarle para que dejara de llorar, pero al final yo también termine llorando.
Pasado un rato me separe de el y me mire a los ojos, a aquellos ojos verdes que me hacían sentir como en el cielo cuando los miraba. Alce mi mano, que estaba cubierta de cortes por todas partes, y le sequé una cuantas lágrimas de la cara, suanvemente me acerque y deposite un suave beso en sus labios, fue casi una caricia que se término transformando en un ardiente beso.
Un oscuro pinchazo atravesó mi mente, Glaciem estaba en peligro, la sombra estaba cerca de el, y por tanto cerca de Kronos, me separe de Night y le mire con una expre sino sería en los ojos -Hay que ir a buscr a Kronos, esta en peligro- a duras penas me levanté apoyado en Night, el cual me paso un brazo por su hombro para ayudarme a caminar.
Mi túnica, que antes era de color azul marino, ahora estaba echa girones con rotos por todas partes, mi cuerpo engaña totalmente lleno de grietas y desgarros, pronuncie una palabra el arcano y las herniadas comenzaron a brillar con un tono verdoso y a curarse, pero al poco tiempo el brillo empezó a parpadear, mi magia estaba casi agotada, y había demasiadas grietas que curar como para que el hechizo funcionara bien.
Pensé que ayudándome de mi báculo podría absorber suficientemente energia como para curarme, pero cuando eche la vista a tras para ver donde había caído, la imagnen que vi me dejo sin aliento, mi báculo se había hecho añicos y estaba repartido por todo el claro, unas enormes lágrimas cayeron por mi cara. Vi que a mis pies estaba la bola de cristal del báculo con un enorme roto en su superficie, me agache y la recogí. Con una palabra todos los fragmentos del báculo levitaron en el aire y fueron a parar a un pequeño saquito que ahun quedaba intacto en uno de los pliegues de mi ajada túnica. Contemple un instante más la bola de cristal y luego la guarde en el saquito.
-Era una reliquia familiar, mis antepasados lo crearon con hielo, luz y cristal, que armonizaban perfectamente en conjunto, incluso añadieron algo de su sangre, por eso el báculo solo funciona con los descendientes. De mi familia- le explique a Night mientras caminábamos y me secaba una lágrima con lo que quedaba de la manga de mi túnica.
Por el camino le explique a Night que hace tiempo le había puesto un conjuro a Glaciem para que todo lo que el viera, escuchara y sintiera yo lo pudiera ver escuchar y sentir, por eso sabía exactamente donde estaba Kronos, pero lo que más me contó contarle fue que había sentido a la sombra a su lado, Night se alteró mucho cuando se lo conté, intente tranquilizarle diciéndole que gracias a mi intento de suicidio la sombra se había debilitado y que incluso podríamos llegar antes que ella a Kronos.
Nunca olvidare el momento en el que vi al pequeño Kronos tirado en el suelo congreso flechas clavadas en su pequeño cuerpecito. La sangre brotaba de ellas en un reguero negro iluminado por la luz de las lunas. No quise creer que Kronos podría estar muriendose, mi mente rebosaba de teorías de lo que podía ser aquel pequeño cuerpo que agonizaba. Alce la mano y prununcie otra palabra en arcano, una voluta de humo brotó de mi mano y comenzó a brillar con una luz cambiante y sutil, aquella luz ilumino el cuerpecito de Kronos, que se debatía entre la vida y la muerte. Rápidos como el rayo Night y yo nos acercamos al cuerpo y caímos de rodillas a su lado -N-no te preocupes Kronos y-yo te curare- con un increíble dolor en el alma le saque las tres flechas del cuerpo, la sangre brotaba espesa y roja de su interior, su respiración era entrecortada y rápida, el ultimate spool de vida se le escapaba de entré los dedos.
Puse las manos cerca de las heridas y comencé el cántico curativo más poderoso que conocía, una canción sin palabras que arrancaba la magia más poderosa de la tierra y la transformaba en un torrente de energía curativa.
Las heridas comenzaron a sanar, pero de repente el conjuro ceso de súbito y la voluta de luz titiló suavemente amenazando con apagarse. No podía ser, esto no estaba pasando, no podía hacer nada. Había sobre explotado mi magia y ahora no funcionaba, no podía hacer nada, mire a Night con expresión desesperada y lágrimas en los ojos. Lo intente hasta que la magia se me agoto y la voluta de humo se apagó. Con lágrimas en los ojos baje la cabeza para mirar a Kronos que nos miraba con una expresión indescriptible, le revolví el pelo con cariño como había acostumbrado a hacer -No tengas miedo pequeño, nos volveremos a encontrar, te prometo que en la próxima vida nos volveremos a encontrar, los tres- una aparva sonrisa afloró a mi rostro, la luz de los ojos de Kronos se fue apagando poco a poco hasta que aquella chispa de inocencia que habían tenido desapareció por completo. Mire a Night, el pobre estaba destrozado, le cogí la mano y suavemente le cerramos los ojos, aquel valiente niño se merecía más respeto incluso que el caballero más horado de Nurgon.
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Re: Contando luciérnagas...
FDR: Espera, espera!! no me mates aun, k tengo k decir mis ultimas palabras cuando estéis los dos no?? tendré que despedirme! jaja xD
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Re: Contando luciérnagas...
Off: Si aún no estas muerto, lo digo bien claro: "El último soplo de vida se le escapaba de entré los dedos" todavía sigues vivo, (más muerto que vivo) pero sigues vivo
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Re: Contando luciérnagas...
FDR: Exactamente ^^ Aqui me muero cuando me da la gana a mi >.< xD
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Re: Contando luciérnagas...
Cuando Kronos apareció ante mis ojos, creí que el corazón se me volvía a romper en pedazos.
Durante un momento, un solo momento, había recuperado la esperanza, y me había aferrado a ella con tantas fuerzas que había cegado todos mis sentidos.
Había creído que llegaríamos a tiempo...
Ahora que volvía a derrumbarme, derrotado bajo el peso de la oscuridad, sentía que nunca más conseguiría resucitar mi sonrisa.
Flechas... Podía adivinar lo que había pasado. Pero eso no hacía que me sintiera menos culpable.
Al contrario.
"Di algo" traté de obligarme a mí mismo "Parpadea. Respira"
Hasta los gestos más básicos se me escapaban. Los músculos no me respondían, y mi rostro era una máscara inexpresiva, rota. Nada tenía sentido.
Vannel parecía al borde del llanto, pero de alguna forma conseguía mantener la entereza. Intentó curar a Kronos, pero pronto fue patente que no lo conseguiría. Su magia estaba al mínimo, a ninguno de los tres nos quedaban fuerzas... ni tiempo.
Tiempo... cuánto tiempo creía que teníamos cuando conocí a Kronos. Cuando sus gritos en mitad del bosque me sobresaltaron mientras flotaba en la laguna de las luciérnagas, haciendo que me hundiera, y salí del agua como un siniestro espantapájaros de pelo fucsia. Cuánto tiempo creía que había cuando el mago apareció de la nada para ayudarnos a resolver el misterio de la sombra...
Y ahora...
Ahora ya no quedaba tiempo.
No había tiempo.
Aquello me obsesionó, y una desesperada hambre de instantes, de recuerdos, se apoderó de todo mi ser. Conté cada segundo, cada respiración, cuyo valor superaba con creces a cualquier otra cosa que pudieran ofrecerme. Contemplé con amarga alteración los rasgos de Kronos, cada pequeño detalle que lo hacía ser quien era, esforzándome al máximo en recordar cada uno de ellos, forzando a mi memoria a grabarlos a fuego para siempre entre mis recuerdos. Eran sus últimos momentos. Por los Seis, no era más que un niño y se estaba muriendo allí mismo, sobre la hierba del claro...
Rompí a llorar de nuevo. Tal vez Vannel pensara que era débil, que cosas como aquellas no quedaba más remedio que aceptarlas. No sabía cómo podían quedarme lágrimas después de aquella noche.
-Kronos... -conseguí decir entrecortadamente, tratando en vano de controlar el llanto- Dime algo, por favor...
"Dime que es culpa mía. Dime que merezco soportar todo el dolor del mundo. Dime que podrías haberte salvado... Dime lo que me dijo la Sombra... Dime que no vas a irte del todo, por favor..."
No podría soportarlo de otra manera. No podría concebirlo de otro modo.
"Dime que me perdonas..."
Kronos había sido un reflejo de mí mismo. Había jurado a los cielos ayudarlo, conseguir que llegara a donde yo ya no podría, reparar su pasado y lo que había sufrido... Ahora contemplaba cómo se deshacían mis esperanzas y mis sueños igual que un castillo de arena ante el vendaval, y todo aquello no hacía sino hacerlo más y más doloroso...
Quise decirle mil cosas importantes, y mil estupideces sin importancia alguna. Quise decirle que no podía dejar allí a su ardilla. Quise decirle que no tuviera miedo, aunque sospechaba que era yo quien estaba asustado.
Pero al final lo único que dije fue:
-Recuerda que tenemos que vernos de nuevo -sollocé, y de alguna forma en mi rostro se abrió paso una sonrisa-. Tenemos que ir otra vez a la laguna y dejar que caiga la noche contando luciérnagas...
Fdr: Adieu ;-; Ahí va mi final dramático. Por si nadie se acuerda, el título del rol es "Contando luciérnagas..."
Durante un momento, un solo momento, había recuperado la esperanza, y me había aferrado a ella con tantas fuerzas que había cegado todos mis sentidos.
Había creído que llegaríamos a tiempo...
Ahora que volvía a derrumbarme, derrotado bajo el peso de la oscuridad, sentía que nunca más conseguiría resucitar mi sonrisa.
Flechas... Podía adivinar lo que había pasado. Pero eso no hacía que me sintiera menos culpable.
Al contrario.
"Di algo" traté de obligarme a mí mismo "Parpadea. Respira"
Hasta los gestos más básicos se me escapaban. Los músculos no me respondían, y mi rostro era una máscara inexpresiva, rota. Nada tenía sentido.
Vannel parecía al borde del llanto, pero de alguna forma conseguía mantener la entereza. Intentó curar a Kronos, pero pronto fue patente que no lo conseguiría. Su magia estaba al mínimo, a ninguno de los tres nos quedaban fuerzas... ni tiempo.
Tiempo... cuánto tiempo creía que teníamos cuando conocí a Kronos. Cuando sus gritos en mitad del bosque me sobresaltaron mientras flotaba en la laguna de las luciérnagas, haciendo que me hundiera, y salí del agua como un siniestro espantapájaros de pelo fucsia. Cuánto tiempo creía que había cuando el mago apareció de la nada para ayudarnos a resolver el misterio de la sombra...
Y ahora...
Ahora ya no quedaba tiempo.
No había tiempo.
Aquello me obsesionó, y una desesperada hambre de instantes, de recuerdos, se apoderó de todo mi ser. Conté cada segundo, cada respiración, cuyo valor superaba con creces a cualquier otra cosa que pudieran ofrecerme. Contemplé con amarga alteración los rasgos de Kronos, cada pequeño detalle que lo hacía ser quien era, esforzándome al máximo en recordar cada uno de ellos, forzando a mi memoria a grabarlos a fuego para siempre entre mis recuerdos. Eran sus últimos momentos. Por los Seis, no era más que un niño y se estaba muriendo allí mismo, sobre la hierba del claro...
Rompí a llorar de nuevo. Tal vez Vannel pensara que era débil, que cosas como aquellas no quedaba más remedio que aceptarlas. No sabía cómo podían quedarme lágrimas después de aquella noche.
-Kronos... -conseguí decir entrecortadamente, tratando en vano de controlar el llanto- Dime algo, por favor...
"Dime que es culpa mía. Dime que merezco soportar todo el dolor del mundo. Dime que podrías haberte salvado... Dime lo que me dijo la Sombra... Dime que no vas a irte del todo, por favor..."
No podría soportarlo de otra manera. No podría concebirlo de otro modo.
"Dime que me perdonas..."
Kronos había sido un reflejo de mí mismo. Había jurado a los cielos ayudarlo, conseguir que llegara a donde yo ya no podría, reparar su pasado y lo que había sufrido... Ahora contemplaba cómo se deshacían mis esperanzas y mis sueños igual que un castillo de arena ante el vendaval, y todo aquello no hacía sino hacerlo más y más doloroso...
Quise decirle mil cosas importantes, y mil estupideces sin importancia alguna. Quise decirle que no podía dejar allí a su ardilla. Quise decirle que no tuviera miedo, aunque sospechaba que era yo quien estaba asustado.
Pero al final lo único que dije fue:
-Recuerda que tenemos que vernos de nuevo -sollocé, y de alguna forma en mi rostro se abrió paso una sonrisa-. Tenemos que ir otra vez a la laguna y dejar que caiga la noche contando luciérnagas...
Fdr: Adieu ;-; Ahí va mi final dramático. Por si nadie se acuerda, el título del rol es "Contando luciérnagas..."
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Re: Contando luciérnagas...
Apenas fue consciente de que sus dos compañeros habían llegado al claro. Sólo cuando notó las punzadas de dolor abrió los ojos, que había mantenido cerrados hasta entonces, para encontrarse con el rostro de Vannel. Le estaba extrayendo las flechas de su cuerpo, y acto seguido trató de utilizar la magia para sanar sus heridas.
- No…- trató de resistirse Kronos, pero apenas un inaudible hilillo de voz acudió a su garganta. Intentó levantar los brazos para detenerlo, pero se quedaba sin fuerzas por momentos. Quería morir. Debía morir. No había otra solución.
Afortunadamente su amigo no logró lo que se proponía, y pronto abandonó su intento de curar al agonizante Kronos. Sonrió ligeramente cuando frente a él apareció el rostro de Night Baker. Sus ojos verdes lo miraban, empañados en lágrimas, y por una vez Kronos no sintió ningún estremecimiento ante aquella penetrante mirada.
- Night…- murmuró Kronos, poniendo todo su empeño en que su voz se escuchara- Has… sido… como un hermano… para mí. No hay... que perdonar. Es... hora. Es mi hora… mi destino- una rasposa tos interrumpió sus palabras, lo que le provocó una nueva punzada de dolor en sus heridas, y trató de inspirar profundamente antes de continuar- No… permitiré… que la Sombra os haga… más daño. No… permitiré…
Giró la cabeza cuando un nuevo arranque de tos le hizo escupir sangre sobre el suelo. Tragó saliva con dificultad, y esta vez miró a Vannel cuando comenzó a hablar:
- Vannel… No lo… habría logrado sin ti. Gra… cias… Eres un buen… amigo- trató de sonreir pero se dio cuenta de que aquello le costaba más esfuerzo que hablar.
Cuando una nueva tos le hizo encorvarse sobre la hierba, se topó casi por casualidad con los ojos de Pichu, que lo observaba con indecible angustia en su pequeño rostro. Kronos le devolvió la mirada, tratando de expresar con ella lo mucho que la quería, lo mucho que sentía abandonarla ahora, partir hacia aquel otro mundo desconocido sin ella, después de tantas aventuras vividas. Quería estrecharla entre sus brazos y llenarla de besos por el simple hecho de ser como era, su mascota, de haber estado siempre ahí acompañándolo en todo momento, y animándole con sus travesuras y sus juegos.
Bruscamente se giró de nuevo hacia Night.
- Cuida… de Pichu… por mí. Por favor. Cuídala…
Un último ataque de tos le hizo escupir una flema de sangre sobre su propia camisa y, derrotado, sin más fuerzas para moverse ni para hablar, dejó caer la cabeza sobre la húmeda hierba, mirando hacia arriba con la mirada perdida, disfrutando de sus últimos momentos de vida, disfrutando del cielo estrellado de la noche, del sonido de las hojas al mecerse con el viento, del fresco tacto de la hierba entre sus dedos y del sonido de los grillos en la lejanía… antes de que una luz blanca invadiera su campo visual y lo cegara por completo.
Dos tenues siluetas lo esperaban al final, y Kronos no tardó mucho en reconocerlas a pesar de la cegadora luminosidad.
- Mamá… papá… Por fin os encuentro…- dijo en un susurro, sintiendo en su interior ya no dolor, ni tristeza, sino una plena felicidad que lo embargó hasta su última célula, haciéndole sentir tranquilo y ligero, con una paz que no había experimentado en su vida.
Y Kronos voló, como nunca lo había hecho.
Voló hacia lo alto. Y se elevó hacia la luz hasta desvanecerse en la blanca pureza del otro mundo.
……………....................
La chispa de la vida se fue desvaneciendo de los ojos de Kronos cuando el pequeño silfo expiró su último aliento, y se hizo un silencio sepulcral en el claro.
Antes de que nadie pudiera hacer nada, algo comenzó a emerger de la boca entreabierta del cadáver. Algo oscuro… y maligno.
La Sombra salió con rapidez, ya sin una forma definida, sino más bien como un aura de oscuridad informe y tenue. No perdió un solo instante en escapar hacia la espesura del bosque como un alma en pena.
Kronos había muerto, y aquella pequeña parte de la Sombra que habitaba en su cuerpo había muerto con él, debilitando a ésta hasta el punto de perder prácticamente todos sus poderes.
Gracias al sacrificio de Kronos la Sombra ya no daría más problemas…
...por ahora.
FDR: Bueno!! Y aquí termina la historia del entrañable silfo Kronos! Eso es to-eso es to-eso es todo amigos!!! xD
Un placer haber podido rolear con vosotros y haber podido morir en tan buenas manos (?). Hasta otra!
Por cierto, Night, a Pichu te la regalo de verdad xD Te la dejo en herencia, si la quieres meter en tus roles futuros, porque con mi nuevo pj ya no va a estar... ¿Te la meto en tu inventario?
- No…- trató de resistirse Kronos, pero apenas un inaudible hilillo de voz acudió a su garganta. Intentó levantar los brazos para detenerlo, pero se quedaba sin fuerzas por momentos. Quería morir. Debía morir. No había otra solución.
Afortunadamente su amigo no logró lo que se proponía, y pronto abandonó su intento de curar al agonizante Kronos. Sonrió ligeramente cuando frente a él apareció el rostro de Night Baker. Sus ojos verdes lo miraban, empañados en lágrimas, y por una vez Kronos no sintió ningún estremecimiento ante aquella penetrante mirada.
- Night…- murmuró Kronos, poniendo todo su empeño en que su voz se escuchara- Has… sido… como un hermano… para mí. No hay... que perdonar. Es... hora. Es mi hora… mi destino- una rasposa tos interrumpió sus palabras, lo que le provocó una nueva punzada de dolor en sus heridas, y trató de inspirar profundamente antes de continuar- No… permitiré… que la Sombra os haga… más daño. No… permitiré…
Giró la cabeza cuando un nuevo arranque de tos le hizo escupir sangre sobre el suelo. Tragó saliva con dificultad, y esta vez miró a Vannel cuando comenzó a hablar:
- Vannel… No lo… habría logrado sin ti. Gra… cias… Eres un buen… amigo- trató de sonreir pero se dio cuenta de que aquello le costaba más esfuerzo que hablar.
Cuando una nueva tos le hizo encorvarse sobre la hierba, se topó casi por casualidad con los ojos de Pichu, que lo observaba con indecible angustia en su pequeño rostro. Kronos le devolvió la mirada, tratando de expresar con ella lo mucho que la quería, lo mucho que sentía abandonarla ahora, partir hacia aquel otro mundo desconocido sin ella, después de tantas aventuras vividas. Quería estrecharla entre sus brazos y llenarla de besos por el simple hecho de ser como era, su mascota, de haber estado siempre ahí acompañándolo en todo momento, y animándole con sus travesuras y sus juegos.
Bruscamente se giró de nuevo hacia Night.
- Cuida… de Pichu… por mí. Por favor. Cuídala…
Un último ataque de tos le hizo escupir una flema de sangre sobre su propia camisa y, derrotado, sin más fuerzas para moverse ni para hablar, dejó caer la cabeza sobre la húmeda hierba, mirando hacia arriba con la mirada perdida, disfrutando de sus últimos momentos de vida, disfrutando del cielo estrellado de la noche, del sonido de las hojas al mecerse con el viento, del fresco tacto de la hierba entre sus dedos y del sonido de los grillos en la lejanía… antes de que una luz blanca invadiera su campo visual y lo cegara por completo.
Dos tenues siluetas lo esperaban al final, y Kronos no tardó mucho en reconocerlas a pesar de la cegadora luminosidad.
- Mamá… papá… Por fin os encuentro…- dijo en un susurro, sintiendo en su interior ya no dolor, ni tristeza, sino una plena felicidad que lo embargó hasta su última célula, haciéndole sentir tranquilo y ligero, con una paz que no había experimentado en su vida.
Y Kronos voló, como nunca lo había hecho.
Voló hacia lo alto. Y se elevó hacia la luz hasta desvanecerse en la blanca pureza del otro mundo.
……………....................
La chispa de la vida se fue desvaneciendo de los ojos de Kronos cuando el pequeño silfo expiró su último aliento, y se hizo un silencio sepulcral en el claro.
Antes de que nadie pudiera hacer nada, algo comenzó a emerger de la boca entreabierta del cadáver. Algo oscuro… y maligno.
La Sombra salió con rapidez, ya sin una forma definida, sino más bien como un aura de oscuridad informe y tenue. No perdió un solo instante en escapar hacia la espesura del bosque como un alma en pena.
Kronos había muerto, y aquella pequeña parte de la Sombra que habitaba en su cuerpo había muerto con él, debilitando a ésta hasta el punto de perder prácticamente todos sus poderes.
Gracias al sacrificio de Kronos la Sombra ya no daría más problemas…
...por ahora.
FDR: Bueno!! Y aquí termina la historia del entrañable silfo Kronos! Eso es to-eso es to-eso es todo amigos!!! xD
Un placer haber podido rolear con vosotros y haber podido morir en tan buenas manos (?). Hasta otra!
Por cierto, Night, a Pichu te la regalo de verdad xD Te la dejo en herencia, si la quieres meter en tus roles futuros, porque con mi nuevo pj ya no va a estar... ¿Te la meto en tu inventario?
Yandrak- Oráculo de Karevan
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Datos
Su personaje es: Ygoron Gorzan, gigante
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