Audiencia con el Señor de Kazlunn

Me agarré con todas mis fuerzas a Corvo, clavándole las uñas y las rodillas. Con los ojos cerrados a mas no poder y los labios apretados estuve durante un rato hasta que los abrí y me di cuenta que no habíamos muerto.

-Por poco... - dije casi sin aliento.

Después me levanté de la moto, aún con las piernas doloridas de hacer fuerza y me bajé de un salto. Miré el alrededor y vi a unos cuantos guardias amenazando a Sasha con sus alabardas. Saqué mis dagas de la liga y me dirigía rápidamente hacia allí cuando Sasha los ignoró y los guardias parecieron dejarlo en paz y entonces, me detuve y aún con las dagas en las manos pregunté en voz alta y serena.

-Disculpen caballeros - dije con voz dulce y serena. Me incliné levemente doblando las rodillas como me habían enseñado años de reuniones aristocráticas escondiendo a la vez las dagas en mi espalda - ¿sería mucha molestia presentarnos ante el Señor de éstas las tierras en las que nos encontramos?

Aguantando las dagas con una mano, activé mi colgante de esencia feerica, que provocó que se enamorasen de mí y se volvieran "receptivos" conmigo y mis peticiones.

Sharei me dijo que desactivara mi hechizo, pero al parecer era una pregunta retórica porque ni siquiera me dio tiempo, por lo que no lo desactivé. A penas clavé una de mis rodillas en el suelo cuando Sharei deshizo su encantamiento. Lo miré con una sonrisa falsa, apretando los dientes y acto seguido me levanté.

-Muy caballerosa su manera de recibir a una dama- dije exagerando movimientos femeninos como retocarme el pelo y mirarme las uñas, en tono de burla pues odiaba la soberbia con la que acababa de actuar y luego me puse seria- Nuestra intención no es la de ofenderos, sino a ayudar en la medida de lo posible a este caballero, que sólo pide vuestra humilde comprensión. Y si se ha sentido ofendido, me disculpo de todo corazón, pues únicamente me defendía.

Miré a Sasha después de hablar y tenía el ceño fruncido, asique me adentré en sus ojos y su interior demostraba molestia u odio hacia el Señor de Kazlunn. "¿Lo conocías de antes? Tranquilízate, ¿vale?"pensé esperando que lo oyera y le dediqué una sonrisa amable.

Luego miré a Corvo y le puse la mano en el brazo como gesto comprensivo cuando comenzó a hablar con Sharei. Una punzada de dolor me atizó en ese momento. Me miré el costado y vi que mi herida aún seguía abierta. Me puse la mano tapándome la herida y fingí estar bien. Podría aguantar hasta que encontrase un momento a solas y pudiera curarme la herida. Mientras tanto nadie más tenía por qué saber cuánto me dolía.

Corvo me curó amablemente la herida con su magia como pudo hasta el punto de agotarse tanto que tuvo que apoyarse en mí. Le sonreí y le di las gracias susurrando por el esfuerzo a la vez que sonreía. Ese gesto me había llegado al corazón.

A Sharei por su parte le dije que yo al igual que Sasha no quería cargos de ningún tipo, puesto que odio las ataduras y el deber de hacer algo porque me lo ordenen. "Espero que no te lo tomes a pecho, no intento despreciarte..." le dije un poco apenada por la idea de que me viera con actitud despreciante o altiva.

La chica que lo acompañaba se presentó a todos de manera amistosa y después se dirigió a mí:

-Tu debes ser la hermana de Aira, Celiel, encantada de conocerte. Nos vimos en la torre de Derbhad.

¡Era cierto, a aquella chica la conocí en la fiesta! Además, fue quien me proporcionó un arma para defenderme...
Acercándome más a ella con una sonrisa franca en los labios comencé a hablarle.

-Es verdad lo que dices de la fiesta. De hecho estoy muy agradecida por lo que hiciste por mí sin conocerme absolutamente de nada. Quién sabe si estaría aquí si no me hubieras dado esa espada -hice una pausa recordando lo sanguinaria que fue aquella noche y cuando luego estuve a punto de morir al caer de la torre, luego volví a mirarla a los ojos- así que quizá yo te deba un favor. Y sí, soy hermana de Aira. La hermana fea y azul de Aira.

Miré a Sasha significativamente cuando dije eso y estallé a carcajadas. Él se me acercó y terminó de curarme del todo las heridas con su magia. De pronto me sentí nueva, como si estuviera totalmente descansada y le agradecí
su gesto con un apretón a su mano antes de irse a hablar con Sharei.

"No hagas tonterías, ¿eh? No lo conocemos... de hecho, ni siquiera tú sabes cómo es ahora. Sé prudente y si pasa algo avísame" - pensé esperando que le diera por escuchar lo que pensaba aunque sabiendo que no me haría caso.

Corvo agradeció mi ayuda y justo en ese momento intervino Umea. Después se puso a hablar con Celiel. En ese momento, los dos (Sasha y Celiel) rechazaron la oferta de convertirse en mis agentes. Parece ser que no me expresé bien, así que les dije:

-El cargo de agentes no os obliga a nada, simplemente a acompañar a Corvo en su misión. Cuando tengáis éxito, venid a mi y os pagaré. Simplemente es eso. Ninguna cosa oculta, todo transparencia. En cuanto esteis listos para partir venid a buscarme y os daré equipo.

Al terminar de hablar, Sasha me pidió hablar en privado. Cuando alguien pide hablar en privado es porque le urge un asunto importante y no se debe demorar. Con un movimiento de cabeza le dije que me siguiera y me despedí de Umea con un beso y un "ahora vuelvo". En esos dos gestos, se notaba el profundo amor que sentía por ella. Con el vinculo que compartíamos por el okami, le indiqué dónde encontrarme si lo necesitaba.

Subí por unas escaleras rápido, pero lo suficiente lento como para que el shek me siguiese. En menos de un minuto, llegué a la cúspide y entré en las dependencias del Señor de la Torre, especialmente preparadas para mi. El sencillo pero elegante recibidor daba a tres puertas. Con paso firme me dirigí a la de la derecha y la abrí. Dicha puesta, daba a un sombrío pero confortable despacho, iluminado lo justo, para dejar un atmósfera de tranquilidad. Me senté en el sillón de detrás del escritorio y observé a Sasha mientras le invitaba a sentarse.

-Bueno. De que me querías hablar?

Off: desde ahora todo el mundo puede escribir cuando le de la gana mientras no se doble post.

Me quedé a solas con Corvo y Umea y el silencio después de hablar con ella era absoluto.
Cada uno estábamos inmersos en nuestros asuntos y de vez en cuando nos mirábamos entre nosotros sin decir mucho, así que decidí salir a la calle. De camino hacia la puerta le revolví el pelo a Corvo guiñándole un ojo, graciosa.
"Saldré un rato a tomar el aire, ¿sí?" le dije mientras seguía mi camino. Miré entonces mi cuello y cerré la fragancia de esencia con una sonrisa al acordarme de la que se había montado antes por ello y cerré la puerta tras de mí.

Estaba amaneciendo aún. Me senté en la rama de un árbol apoyando la cabeza en el tronco y miré con fascinación la escena. La suave brisa me acariciaba el pelo y me erizaba la piel. El gato que por lo visto se había salido de mi bolsa en algún momento que desconocía se acercó a donde estaba y se subió.
"Me alegro de tener alguien que me acompañe aún cuando quiero estar sola, pequeño".

Cerré los ojos y lo acaricié hasta caer en un profundísimo sueño que pudo durar horas.

Las palabras del shek parecían interesantes. Demasiado interesantes. Que interés puede tener para que yo me haga fuerte? Merecía de verdad mi esfuerzo? De que manera conseguiría lo que prometía?
Estas y muchas más preguntas bagaban por mi mente, protegidas detrás una fuerte barrera mental.

Con la velocidad de pensamiento que me caracterizaba, fui descartando posibilidades y, finalmente, tomé un decisión.

-Si de verdad quieres a Aira, sabrás que está con él por voluntad propia. Les he visto juntos y te puedo decir, que jamás se comportaría así si estuviera bajo un hechizo. Mi plan sabes que és sensato. Si la raptas, la puedes tener toda para ti y tendrás todo el tiempo del mundo para volverla a enamorar. Eso irritaría a Kvothe y le distraería. Seria el momento perfecto para acabar con él. Aun, si lo prefieres a tu manera, cuando vuelvas de tu actual misión, tendrás, a parte de un pago, un pelotón de shizh bajo tu servicio y dos magos, uno de agua y otro de aire.

Intentado adivinar sus pensamientos, escruto sus ojos con determinación.

-Eso si, te pediría que valorases todas las posibilidades antes de elegir.

Distraidamente, trazo un okami en el aire y lo dejo flotando unos segundos. Después desaparece como si fuera humo.

Off: okami es un habilidad de mi arma (mirad el último poder de las Hojas de la Tormenta).

Poco después de terminar de hablar, la semiyan que acompañaba a Sharei se presentó. Tenia un belleza inusual y parecía tan perdida como yo. Al parecer conocía a Celiel y se puso a hablar con ella. Cambiando mi atención a Sasha me fijé que estaba hablando con Sharei y que negaba convertirse en su agente. Reacción comprensible, partiendo de la base que Sharei le había traicionado anteriormente. Luego le pidió si podían hablar a solas.

-He oído bien? Primero rechaza su oferta y luego quiere hablar a solas? Quien sabe lo que pasa por la cabeza de un shek... -pensé.

Enseguida intervino Celiel, que dijo que no deseaba ser su agente y que no lo despreciaba ni nada. Las situación se estaba poniendo muy rara. Sharei pareció pensar lo mismo y rápidamente se explicó dejando claro que la única obligación que ofrecía el cargo, era la de prestarme ayuda en mi misión. Al terminar de hablar, se despidió de Umea, como si fueran novios o así, o incluso amantes e indicó a Sasha que le siguiera.

Cuando los dos desaparecieron de mi vista, reparé en el lobo y el dragón. Eran unos buenos ejemplares. El lobo, era un ser sómbrio y misterioso, que rezumaba oscuridad. Seguro que era muy útil en cuestiones de sigilo y de ataques sorpresa. Parecía ágil y fuerte y sus ojos destilaban una aguda inteligencia. Por su parte, el dragón, era un ser eléctrico, dotado de poderosas alas. Sus ojos dejaban entrever un sabiduría infinita. No eran animales normales. Se notaba a la legua.

Con decisión me aproximé a ellos. Cuando los tenía a un palmo, saltaron hacia mi convertidos en su elemento. Repentinamente, me vi golpeado por oscuridad y electricidad. El golpe me lanzó hacia atrás y quedé envuelto en dichos elementos. Tan rápido como llegaron, se esfumaron. Mis armas se pusieron a brillar y rápidamente obtuvieron poder. Por un impulso, saqué tanto mi espada como la ballesta. La espada estaba envuelta en un halo de electricidad y la ballesta en uno de oscuridad.

-Su que me serán útiles si -dije en voz baja para mi.

Levantándome del suelo, me percaté que Celiel estaba al lodo de la puerta, preparada para salir.

-Saldré un rato a tomar el aire, ¿sí? -dijo con voz graciosa

Y de eso hacia un rato, porque me quedé embobado viendo como se marchaba. Sacudí la cabeza alejando cualquier sentimiento de ella y me concentré en el recuerdo de Rylia.

-Mi reina, mi princesa... Hace ya dos meses que no se nada de ti, habrás enfermado como todos los demás? -pensé pesaroso. Una luz se iluminó dentro de mi.- Aguanta! Traigo ayuda!

Pensado disfrutar de los momentos de tranquilidad. Salí a buscar a Celiel. No tardé mucho. Se encontraba en la rama de un árbol cercano, durmiendo con un gato de fuego en su regazo. Una sonrisa picara se escapó de mi normalmente serio rostro. Con una agilidad pasmosa subí a otro árbol. Era muy diferente a escalar edificios, había muchas más zonas donde cogerse, pero lo malo es que se movían con el peso. En poco segundos me situé justo encima de Celiel y cogiéndome con los pies a la rama, me deje caer. Tal acto, me situó enfrente de ella, con a diferencia que yo estaba boca abajo. Canalizando la energía proveniente de mi espada con mis limitados poderes, conseguí que mi mano se electrificara ligeramente. Con un dedo, le toqué la nariz.

El pequeño calambre que provocó, despertó a Celiel de golpe, que casi se cae de la rama si no llega a ser porque la sujeto.

Off: si he echo metarol, es porque creo que es un acción lógica.

En la profundidad de mis sueños, mis deseos y mis miedos se entremezclaban. Recuerdos que parecían pesadillas, y pesadillas que se tornaban dulces al momento. Pero algo que caracterizaba mis sueños porque siempre ocurría alguna de las dos cosas era confundir la realidad con el sueño y meditar sobre mis preocupaciones.
Todo eso con sólo cerrar los ojos.

En aquel momento me encontraba soñando con los últimos días, en los que se había forjado una amistad bastante fuerte con Sasha, a quien al principio odiaba sin motivos reales. Era una amistad peligrosa, sí, parecía poder tambalear a cada instante... aunque aún así nada lo había conseguido totalmente. El despertar y no encontrarme sola como siempre, la oleada de bandidos derrumbada por otra oleada provocada por él mismo,
la visita a casa de mis padres, la pelea con el dragón y por último sus preocupaciones hacia mí, curando mis heridas... Todos esos recuerdos parecían ahora agradables, pero tenían un matiz de inseguridad a veces o quizá, miedo, a pesar de que me sentía protegida estando con él.
Por otro lado estaba Corvo, a quien conocía muy poco pero me inspiraba bastante confianza.
Sus sentimientos parecían verdaderos por lo que he visto y su amabilidad y preocupación al verme mal había creado un lazo quizá tan fuerte como el de Sasha, además, también era divertido. Sonreí en sueños.


Una descarga de electricidad me despertó de pronto rompiendo mis recuerdos y pensamientos. No pude evitar un gran sobresalto y casi caer de la rama si no fuera porque algo me sujetaba. ¿Sería un sueño aún?
Abrí los ojos como platos para comprobar si lo que acababa de pasar era real y ahí se encontraba Corvo, justo delante mía. Inmediatamente busqué con la mirada al gato, que había huído despavorido al notar demasiado alboroto.

-¡Eh!-dije inflando los mofletes y cruzando los brazos, de manera infantil- Te mereces un castigo...

Mis ojos brillaron por un instante y una media sonrisa pícara se dibujó en mi rostro. Entonces agarré a Corvo, que aún seguía colgado de la rama y tiré de él haciéndole caer al suelo. Estallé a carcajadas, pero me callé de pronto al pensar ya más claramente en el calambre. Desde arriba lo miré con curiosidad.

-Espera... ¿Cómo narices lo has hecho? No me habías dicho que tuvieras ese tipo de magia...

Esperé su respuesta y después, con una profunda angustia seguí hablándole, esta vez desde debajo del árbol, a su altura y con un abrazo fuerte:

-Corvo... no sé cómo decirte esto pero... antes de partir en busca de la cura, he de ir en busca de mi hermana Aira para saber si está bien... Puesto que ella desapareció dejándome con Sasha sin ninguna explicación, después de tantos años sin verla, no puedo permitirme empezar con algo sin saber cómo está... ¿entiendes? Luego prometo volver y ayudarte en todo lo que me sea posible. Pero para eso tengo que marchar cuanto antes pues el viaje será largo. ¿Aceptarás mi regreso si me voy?- le dije mirándole a los ojos dejando ver en ellos mi sinceridad y besé su mejilla con dulzura.

Después de eso, esperando que no me respondiera, deshice el abrazo y hablé a Sasha mentalmente para despedirme:

"Me marcho, Sasha. Espero verte pronto, ¿de acuerdo? Volveré para seguir con la misión pero... ahora tengo algo que hacer. Pórtate bien, no hagas tonterías y... cuídate".

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