Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
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Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
Me crucé de brazos, era la primera vez que estaba en un sitio como aquel. Viví durante un año en una casa celeste, pero no era nada comparado con aquello. La construcción me recordaba demasiado a Celestia, cuyas formas circulares que parecían flotar sobre el suelo al mismo tiempo que no se desmoronaban.
Había llegado a Limbhad con Gutts y Elenya. Sentí que hubiera preferido ir con Kylar, me hubiera sentido más segura; es decir, era al único que podía decirse que conocía. O al menos lo conocía más que al resto. Me apoyé en la pared de la biblioteca, contemplando el Alma. Era una mesa muy extraña, tampoco había visto algo similar, ni siquiera en Haai-sil. Había grabados con letras en el idioma Idhunita… o en el idioma de los magos. La verdad es que, como no sabía leer, no los diferenciaba. Y en esos momentos, al verme rodeada de libros, me dieron unas súbitas ganas de aprender por simple curiosidad. Sacudí la cabeza y sonreí. Leer no me iba a servir de mucho a la hora de sobrevivir, a no ser que pensara estudiar magia, claro.
Salí a los pasillos a dar una vuelta. Era un lugar amplio, y solo nos encontrábamos en él nosotros tres. O, si había alguien más, no se había tomado la molestia de presentarse ante mí. Salí a una gran terraza desde la cual se podía ver el cielo. Al fondo podía verse una pequeña colina, y sabía que más allá no habría nada. Inflé los mofletes, preguntándome cómo podía existir un micromundo como aquel. Recordé entonces las historias que se contaban de boca en boca en mi mundo y que escuchaba fascinada, aunque no sabía si eran reales o no: los magos exiliados de Idhún lo crearon para huir a un lugar seguro, escapando de los miembros de las Iglesias. Sacudí la cabeza, respiré hondo y volví adentro. No es que tuviera demasiado interés en hacer planes de rescate, sobretodo porque no sabía quién era Kvothe, ni por qué estaba encerrado.
De repente me pregunté dónde andarían el matón y Elenya. Corrí de nuevo por los pasillos, pero como me perdí volví a la biblioteca y me encerré hasta que alguien me encontrara. De nuevo con el Alma delante, sentí de alguna forma que no le agradaba demasiado. Suspiré y sonreí, estaba acostumbrada a no caer demasiado bien. Pero no gustar a una mesa nunca me había pasado, así que solté una pequeña y encantadora carcajada. La miré con cierta curiosidad; no obstante, no me acerqué demasiado. Sabía que, en el fondo, poseía inteligencia; si no, no hubiera protegido a los magos exiliados de aquellos que venían a por ellos.
Y allí me quedé, abriendo libros solo para mirar los dibujos, y colocándolos poco después en el mismo lugar en el que los encontré. Había muchos que eran solo texto, y supuse que eran teoría para hacer hechizos o algo por el estilo; pero otros muchos tenían dibujos de dragones, unicornios y sheks; otros, de diferentes animales de Idhún; y algunos llevaban imágenes sobre las razas, sus costumbres y su religión, deduje al ver imágenes de los Oráculos. Suspiré, había un montón y yo no sabía nada de nada. Solo conocía realmente la cultura yan y algo de la celeste, pero no estaba del todo segura ni de eso. Había pasado por demasiados sitios, y podía incluso haber mezclado recuerdos...
Me senté en el suelo, cansada de haber ido demasiado lejos acompañando al feérico, pero aún así miré el lado bueno: había salido de Idhún. Era la primera vez que lo hacía… y tal vez sería la única. Me pregunté cómo sería la Tierra, si de verdad era un mundo tan muerto como me habían contado, refiriéndose a la magia, o si aún quedaría algo mágico en él. Y allí, sin hacer nada más que pensar, me quedé un buen rato mientras esperaba.
Había llegado a Limbhad con Gutts y Elenya. Sentí que hubiera preferido ir con Kylar, me hubiera sentido más segura; es decir, era al único que podía decirse que conocía. O al menos lo conocía más que al resto. Me apoyé en la pared de la biblioteca, contemplando el Alma. Era una mesa muy extraña, tampoco había visto algo similar, ni siquiera en Haai-sil. Había grabados con letras en el idioma Idhunita… o en el idioma de los magos. La verdad es que, como no sabía leer, no los diferenciaba. Y en esos momentos, al verme rodeada de libros, me dieron unas súbitas ganas de aprender por simple curiosidad. Sacudí la cabeza y sonreí. Leer no me iba a servir de mucho a la hora de sobrevivir, a no ser que pensara estudiar magia, claro.
Salí a los pasillos a dar una vuelta. Era un lugar amplio, y solo nos encontrábamos en él nosotros tres. O, si había alguien más, no se había tomado la molestia de presentarse ante mí. Salí a una gran terraza desde la cual se podía ver el cielo. Al fondo podía verse una pequeña colina, y sabía que más allá no habría nada. Inflé los mofletes, preguntándome cómo podía existir un micromundo como aquel. Recordé entonces las historias que se contaban de boca en boca en mi mundo y que escuchaba fascinada, aunque no sabía si eran reales o no: los magos exiliados de Idhún lo crearon para huir a un lugar seguro, escapando de los miembros de las Iglesias. Sacudí la cabeza, respiré hondo y volví adentro. No es que tuviera demasiado interés en hacer planes de rescate, sobretodo porque no sabía quién era Kvothe, ni por qué estaba encerrado.
De repente me pregunté dónde andarían el matón y Elenya. Corrí de nuevo por los pasillos, pero como me perdí volví a la biblioteca y me encerré hasta que alguien me encontrara. De nuevo con el Alma delante, sentí de alguna forma que no le agradaba demasiado. Suspiré y sonreí, estaba acostumbrada a no caer demasiado bien. Pero no gustar a una mesa nunca me había pasado, así que solté una pequeña y encantadora carcajada. La miré con cierta curiosidad; no obstante, no me acerqué demasiado. Sabía que, en el fondo, poseía inteligencia; si no, no hubiera protegido a los magos exiliados de aquellos que venían a por ellos.
Y allí me quedé, abriendo libros solo para mirar los dibujos, y colocándolos poco después en el mismo lugar en el que los encontré. Había muchos que eran solo texto, y supuse que eran teoría para hacer hechizos o algo por el estilo; pero otros muchos tenían dibujos de dragones, unicornios y sheks; otros, de diferentes animales de Idhún; y algunos llevaban imágenes sobre las razas, sus costumbres y su religión, deduje al ver imágenes de los Oráculos. Suspiré, había un montón y yo no sabía nada de nada. Solo conocía realmente la cultura yan y algo de la celeste, pero no estaba del todo segura ni de eso. Había pasado por demasiados sitios, y podía incluso haber mezclado recuerdos...
Me senté en el suelo, cansada de haber ido demasiado lejos acompañando al feérico, pero aún así miré el lado bueno: había salido de Idhún. Era la primera vez que lo hacía… y tal vez sería la única. Me pregunté cómo sería la Tierra, si de verdad era un mundo tan muerto como me habían contado, refiriéndose a la magia, o si aún quedaría algo mágico en él. Y allí, sin hacer nada más que pensar, me quedé un buen rato mientras esperaba.
Shiro- Idhunita
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Fecha de inscripción : 17/03/2013
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Su personaje es: Shiro, Ayla Nuller, yan de baja clase
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Re: Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
Se había decido partir el grupo en dos. Kylar y Celeil, la chica celeste se habían ido por un lado, no sabíamos a donde mientras que Shiro, la chica yan, Gutts y yo habíamos llegado al limbo entre la Tierra e Idhún. Limbahd tenía mucho más de Idhún que de la Tierra, no por nada según había leído en su biblioteca estábamos en una brecha espacial creada por magos idhunitas en su huida de la iglesia, en tiempos pasados.
No terminaba de entender como íbamos a ayudar a Kvothe desde allí pero el sitio me había gustada. La casa estaba construida al estilo celeste pero superaba con creces cualquiera que había visto en Idhún, fuer había una extensión enorme de bosque, incluso un pequeño río. Dentro de la vivienda, la Biblioteca se había convertido en mi estancia preferida, también había una sala de armas, habitaciones, cocina y demás pero la biblioteca era especial, no solo por los libros que había allí. Rescatados por magos y ocultos para evitar su destrucción, sino también por el Alma, era literalmente el alma de la casa, tenía vida propia e incluso inteligencia, protegía Limbahd de quien quisiera entrar allí y no fuera bienvenido y llevaba a los inquilinos a cualquier parte tanto de Idhún como de la Tierra, pero solo funcionaba para los magos, o como muy poco para los semi-magos, si había alguien más allí, nosotros no sabíamos donde por lo que creía ser la única que podía usarla.
Y eso mismo había hecho hace un momento -Gracias alma - murmuré cuando me encontré de regreso en la biblioteca. Era la primera vez que estaba entre los dos mundos desde que dejé el mio para no volver. Viendo la rapidez del Alma, había decidido hacerle una visita a mi antigua vida. Mi casa estaba tal y como la dejé cuando me fui con Aira, todo ordenado y en su sitio, incluso había recogido algunas cosas de mi habitación que estaba tal y como lo deje, o puede que algo más ordenada. La única diferencia era que estaba vacía y con una capa de polvo cubriéndolo todo. Nunca la había sentido tan fría. Por un momento me había dedica a ir de habitación en habitación encendiendo las luces, el televisor, el equipo de música o cualquier cosa que le diera a mi hogar la calidez que recordaba pero no había servido de nada. Me alegraba de haber ido sola pues terminé llorando al darme cuenta de que esa casa nunca volvería a ser lo que era porque mis padres no iban a volver a la vida. Y así había recogido algunas pertenencias y ropa de la Tierra cuando había llamado al Alma.
Aparecí en la biblioteca con los ojos aún enrojecidos y vestida con unos vaqueros cortos, tenis y la primera camiseta que había pillado. Como había echado de menos la ropa normal. Llevaba el vestido guardado en la mochila que colgaba de mi espalda. "Podría haberme acercado a algún supermercado" la comida era otra de las cosas que había echado de menos de la Tierra, pero decidí que ahora que sabía como funcionaba el Alma podría hacerlo cuando quisiera.
Me encontré con que no estaba sola en la biblioteca, Shiro estaba sentada ojeando uno de los muchos libros que allí había. Le sonreí para disimular las marcas de las lágrimas, aún no conocía muy bien a la chica Yan así que tampoco sabía muy bien de que hablar con ella - Hola Shiro
No terminaba de entender como íbamos a ayudar a Kvothe desde allí pero el sitio me había gustada. La casa estaba construida al estilo celeste pero superaba con creces cualquiera que había visto en Idhún, fuer había una extensión enorme de bosque, incluso un pequeño río. Dentro de la vivienda, la Biblioteca se había convertido en mi estancia preferida, también había una sala de armas, habitaciones, cocina y demás pero la biblioteca era especial, no solo por los libros que había allí. Rescatados por magos y ocultos para evitar su destrucción, sino también por el Alma, era literalmente el alma de la casa, tenía vida propia e incluso inteligencia, protegía Limbahd de quien quisiera entrar allí y no fuera bienvenido y llevaba a los inquilinos a cualquier parte tanto de Idhún como de la Tierra, pero solo funcionaba para los magos, o como muy poco para los semi-magos, si había alguien más allí, nosotros no sabíamos donde por lo que creía ser la única que podía usarla.
Y eso mismo había hecho hace un momento -Gracias alma - murmuré cuando me encontré de regreso en la biblioteca. Era la primera vez que estaba entre los dos mundos desde que dejé el mio para no volver. Viendo la rapidez del Alma, había decidido hacerle una visita a mi antigua vida. Mi casa estaba tal y como la dejé cuando me fui con Aira, todo ordenado y en su sitio, incluso había recogido algunas cosas de mi habitación que estaba tal y como lo deje, o puede que algo más ordenada. La única diferencia era que estaba vacía y con una capa de polvo cubriéndolo todo. Nunca la había sentido tan fría. Por un momento me había dedica a ir de habitación en habitación encendiendo las luces, el televisor, el equipo de música o cualquier cosa que le diera a mi hogar la calidez que recordaba pero no había servido de nada. Me alegraba de haber ido sola pues terminé llorando al darme cuenta de que esa casa nunca volvería a ser lo que era porque mis padres no iban a volver a la vida. Y así había recogido algunas pertenencias y ropa de la Tierra cuando había llamado al Alma.
Aparecí en la biblioteca con los ojos aún enrojecidos y vestida con unos vaqueros cortos, tenis y la primera camiseta que había pillado. Como había echado de menos la ropa normal. Llevaba el vestido guardado en la mochila que colgaba de mi espalda. "Podría haberme acercado a algún supermercado" la comida era otra de las cosas que había echado de menos de la Tierra, pero decidí que ahora que sabía como funcionaba el Alma podría hacerlo cuando quisiera.
Me encontré con que no estaba sola en la biblioteca, Shiro estaba sentada ojeando uno de los muchos libros que allí había. Le sonreí para disimular las marcas de las lágrimas, aún no conocía muy bien a la chica Yan así que tampoco sabía muy bien de que hablar con ella - Hola Shiro
Elenya de Shia- Hechicero
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Su personaje es: Elenya de Shia, princesa en secreto/aprendiza de magia en la torre de kazlunn
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Re: Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
Alcé la mirada al escuchar al Alma emitir un sonido similar al viento del desierto. Me sorprendió bastante ver que se trataba de Elenya, que volvía de algún lugar vestida con ropa que nunca había visto en ninguna parte de Idhún. La saludé con la mano desde donde me encontraba, sonriente, y me acerqué rápidamente a ella. Estaba ya un poco aburrida de estar sola en la Biblioteca, aunque mirara librod que estaban en ella. Parecía que la chica no estaba demasiado bien, pero lo más seguro es que fueran inaginaciones mías. Me encogí de hombros y me senté en el suelo en lugar de en una silla, para no variar.
-¿Dónde estuviste? - pregunté con curiosidad mientras me acercaba a mirar los pantalones cortos que llevaba. La tela era muy rara...
No sabía si era de mala educación o no hacer algo así, y acercarme tanto, pero nunca en mi vida me había hecho falta ser educada, así que no distinguía los momentos en los que había que serlo de los que no. A pesar de eso, mientras esperaba su respuesta la miraba con una sonrisa que transmitía confianza. No tardé en ponerme en pie de nuevo, no soportaba estar quieta por mucho tiempo.
-Bueno, ¿y Gutts dónde está? No lo veo desde hace tiempo, y no sé dónde anda Kylar, ni quién es el tal Kvothe, ni por qué está encerrado. ¿Lo conocías? - la miré, divertida y curiosa.
Hacía un rato que había dejado de lado la capa que siempre llavaba para cubrirme de lado, y no la echaba de menos. Después de todo, no es que me gustara cubrirme, pero tampoco me gustaba mostrar demasiado mi color de pelo y piel. Entre los yan no eran normales, y yo lo sabía bien de sobra.
Estiré los brazos, animada. No tenía ni idea de cuánto hacía que no conocía a tanta gente nueva, así que volví a mirar a Elenya, aún sonriente, apoyándome en el Alma. "Me pregunto qué pasará con todos nosotros después de esto, qué pasará...". Volví la cabeza hacia el centro de la mesa, que sorprendentemente no me había hecho nada. Había creído que no le agradaba, y a mí cuando alguien no me terminaba de gustar lo consideraba alguien a quien debía evitar. Inflé los mofletes y di un largo suspiro, aburrida y sin saber muy bien de qué hablar con la chica.
-¿Dónde estuviste? - pregunté con curiosidad mientras me acercaba a mirar los pantalones cortos que llevaba. La tela era muy rara...
No sabía si era de mala educación o no hacer algo así, y acercarme tanto, pero nunca en mi vida me había hecho falta ser educada, así que no distinguía los momentos en los que había que serlo de los que no. A pesar de eso, mientras esperaba su respuesta la miraba con una sonrisa que transmitía confianza. No tardé en ponerme en pie de nuevo, no soportaba estar quieta por mucho tiempo.
-Bueno, ¿y Gutts dónde está? No lo veo desde hace tiempo, y no sé dónde anda Kylar, ni quién es el tal Kvothe, ni por qué está encerrado. ¿Lo conocías? - la miré, divertida y curiosa.
Hacía un rato que había dejado de lado la capa que siempre llavaba para cubrirme de lado, y no la echaba de menos. Después de todo, no es que me gustara cubrirme, pero tampoco me gustaba mostrar demasiado mi color de pelo y piel. Entre los yan no eran normales, y yo lo sabía bien de sobra.
Estiré los brazos, animada. No tenía ni idea de cuánto hacía que no conocía a tanta gente nueva, así que volví a mirar a Elenya, aún sonriente, apoyándome en el Alma. "Me pregunto qué pasará con todos nosotros después de esto, qué pasará...". Volví la cabeza hacia el centro de la mesa, que sorprendentemente no me había hecho nada. Había creído que no le agradaba, y a mí cuando alguien no me terminaba de gustar lo consideraba alguien a quien debía evitar. Inflé los mofletes y di un largo suspiro, aburrida y sin saber muy bien de qué hablar con la chica.
Off: Gutts no aparece, y me he cansado de esperar y que el rol esté parado. He escrito todo desde el móvil, así que me salió caca y encima estaba poco inspirada, pero eeeeeeeen fin =o= xD
Shiro- Idhunita
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Re: Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
La chica Yan se levantó sonriente nada más verme aparecer. Pude ver la sorpresa en un principio en su rostro pero no fue hasta pensarlo un poco después que me di cuenta de que se debía a mi ropa. Claro, imaginaba que ella era de Idhún 100% y allí no se había visto nunca nada así. O por lo menos yo no lo había encontrado durante mi estancia y creo que hubiera dado cualquier cosa por tener un armario así allí. La pregunta que hizo en un principio me incomodó, no me apetecía contar que me había hecho un ovillito en mi habitación mientras lloraba como una niña pequeña y quería llamar a mi madre. Pero no tenía por que decirle eso y a mi orgullo desde luego no le haría ninguna gracia.
-En casa - comenté con un suspiro - yo llegué a Idhún hará ya dos años - no lo tenía del todo claro, en Idhún los años eran mas cortos pero según había podido ver en el ordenador de mi casa debía haber pasado hace poco la fecha en la que me fui con Aira - pero la mayor parte de mi vida la he pasado en la Tierra - Y aunque me había adaptado bien a mi nuevo hogar, que era en realidad donde había nacido, la Tierra, Inglaterra siempre sería un lugar especial. Pero lo sería el de mis recuerdos por que no creía que fuera a regresar a mi vacía casa nunca más, ese lugar ya no era el que yo había conocido toda mi vida.
Vi como se fijaba en mis pantalones, era extraño que para ella fuera raro algo que para mi resultaba lo más normal del mundo pero fue lo primero que consiguió sacarme una sonrisa sincera desde que había decidido hacer mi pequeña excursión - ¿te gusta? - le pregunté mientras soltaba la mochila y daba una vuelta para que los viera - puedo conseguirte uno igual si quieres - aunque no fuera a mi casa si quería volver a la Tierra, por chocolate y porquerías varias para comer principalemente.
La chica parecía un manojo de nervios, lo mismo se sentaba que a los dos segundos estaba de pie, me recordó a mi misma cuando la vi sentarse en el suelo, yo hacía lo mismo antes de irme a Idhún y mi madre repetía constantemente que esos no eran los modales de una princesa y que me iba a resfriar, sobretodo en invierno donde el norte de Inglaterra era un lugar bastante frío. A pesar de que Shiro no dejaba de moverse yo me senté en el suelo con la espalda apoyada en el borde del sillón.
-¿Has mirado en la sala de armas? -no se me ocurriría otro lugar donde Gutts quisiera estar de aquella casa, no conocía muy bien al hombre y sinceramente prefería estar con Shiro y hablar con ella antes que con el mercenario, pero dada su profesión era el primer lugar donde se me ocurriría buscarlo. Pero aun recordaba bastante la noche en que lo conocí en aquel pueblo como para querer quedarme a solas con él. - Algo así, no se que relación tiene Kylar con él ni con los demás que lo buscan la verdad pero yo lo conocí hace mucho tiempo. Cuando llegué a Idhún lo hice de la mano de una mujer que fue practicamente como mi madre durante mi vida allí, me protegió, me dio un hogar, y cuando un unicornio me hizo maga me llevó a Kazlunn donde era señora de la torre para que aprendiera a usar mis nuevas habilidades. Kvothe era su pareja por aquel entonces. Aira desapareció hace tiempo y no he vuelto a saber nada más. Kvothe fue amable conmigo cuando lo conocí incluso me regaló su espada por si necesitaba protegerme, aunque no se muy bien como usarla -no pude evitar reír algo avergonzada - pero quizás el sepa donde esta Aira, y aunque no creo si estuviera aquí ella también querría ayudar a sacarlo de donde quiera que este - terminé de contar todo aquello y me quedé en silencio todo aquello había pasado hacía mucho tiempo ya. - por lo que oí creo que lo encerraron los dioses, el porque no lo se la verdad.
Miré la piel de Shiro sabiendo que algo fallaba en ella, fruncí el ceño, durante el tiempo que había pasado en Awinor estudiando la magia ignea me había topado con muchos personas del pueblo Yan, eran los que más trabajaban la magia ignea y a los que mejor se les daba en el fondo, había visto una infinidad de Yan distintos pero ninguno como ella - Shiro... tu eres una yan verdad? - pregunté, todo en ella indicaba eso pero al mismo tiempo tenía algo que ningún otro. Su piel y sus cabellos eran blancos completamente. - que te pasa con el Alma?-pregunté curiosa por la mirada que le había dirigido, como si esperaba que le hiciera algo por apoyarse en la mesa.
-En casa - comenté con un suspiro - yo llegué a Idhún hará ya dos años - no lo tenía del todo claro, en Idhún los años eran mas cortos pero según había podido ver en el ordenador de mi casa debía haber pasado hace poco la fecha en la que me fui con Aira - pero la mayor parte de mi vida la he pasado en la Tierra - Y aunque me había adaptado bien a mi nuevo hogar, que era en realidad donde había nacido, la Tierra, Inglaterra siempre sería un lugar especial. Pero lo sería el de mis recuerdos por que no creía que fuera a regresar a mi vacía casa nunca más, ese lugar ya no era el que yo había conocido toda mi vida.
Vi como se fijaba en mis pantalones, era extraño que para ella fuera raro algo que para mi resultaba lo más normal del mundo pero fue lo primero que consiguió sacarme una sonrisa sincera desde que había decidido hacer mi pequeña excursión - ¿te gusta? - le pregunté mientras soltaba la mochila y daba una vuelta para que los viera - puedo conseguirte uno igual si quieres - aunque no fuera a mi casa si quería volver a la Tierra, por chocolate y porquerías varias para comer principalemente.
La chica parecía un manojo de nervios, lo mismo se sentaba que a los dos segundos estaba de pie, me recordó a mi misma cuando la vi sentarse en el suelo, yo hacía lo mismo antes de irme a Idhún y mi madre repetía constantemente que esos no eran los modales de una princesa y que me iba a resfriar, sobretodo en invierno donde el norte de Inglaterra era un lugar bastante frío. A pesar de que Shiro no dejaba de moverse yo me senté en el suelo con la espalda apoyada en el borde del sillón.
-¿Has mirado en la sala de armas? -no se me ocurriría otro lugar donde Gutts quisiera estar de aquella casa, no conocía muy bien al hombre y sinceramente prefería estar con Shiro y hablar con ella antes que con el mercenario, pero dada su profesión era el primer lugar donde se me ocurriría buscarlo. Pero aun recordaba bastante la noche en que lo conocí en aquel pueblo como para querer quedarme a solas con él. - Algo así, no se que relación tiene Kylar con él ni con los demás que lo buscan la verdad pero yo lo conocí hace mucho tiempo. Cuando llegué a Idhún lo hice de la mano de una mujer que fue practicamente como mi madre durante mi vida allí, me protegió, me dio un hogar, y cuando un unicornio me hizo maga me llevó a Kazlunn donde era señora de la torre para que aprendiera a usar mis nuevas habilidades. Kvothe era su pareja por aquel entonces. Aira desapareció hace tiempo y no he vuelto a saber nada más. Kvothe fue amable conmigo cuando lo conocí incluso me regaló su espada por si necesitaba protegerme, aunque no se muy bien como usarla -no pude evitar reír algo avergonzada - pero quizás el sepa donde esta Aira, y aunque no creo si estuviera aquí ella también querría ayudar a sacarlo de donde quiera que este - terminé de contar todo aquello y me quedé en silencio todo aquello había pasado hacía mucho tiempo ya. - por lo que oí creo que lo encerraron los dioses, el porque no lo se la verdad.
Miré la piel de Shiro sabiendo que algo fallaba en ella, fruncí el ceño, durante el tiempo que había pasado en Awinor estudiando la magia ignea me había topado con muchos personas del pueblo Yan, eran los que más trabajaban la magia ignea y a los que mejor se les daba en el fondo, había visto una infinidad de Yan distintos pero ninguno como ella - Shiro... tu eres una yan verdad? - pregunté, todo en ella indicaba eso pero al mismo tiempo tenía algo que ningún otro. Su piel y sus cabellos eran blancos completamente. - que te pasa con el Alma?-pregunté curiosa por la mirada que le había dirigido, como si esperaba que le hiciera algo por apoyarse en la mesa.
Elenya de Shia- Hechicero
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Re: Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
Escuché todo lo que Elenya me contaba con atención. No hubiera imaginado que venía de la Tierra, y eso me hizo sorprenderme bastante. No sabía prácticamente nada de ese otro mundo, a pesar de que había oído hablar mucho de él. Me comentó que podía conseguirme unos pantalones como esos, pero negué riendo. En realidad prefería mi ropa, al menos me era conocida. Iba a preguntar muchas cosas, pero al ver que seguía hablando decidí escuchar todo lo que me contaba. Me comentó acerca de mirar en la sala de armas para buscar a Gutts, y me encogí de hombros. Realmente, no sabía dónde quedaba eso. “Si los Dioses le han encerrado tampoco es que importe, de todas formas no es que yo me lleve muy bien con ellos”, sonreí.
Presté más atención al escuchar que ella era ahora la que me preguntaba a mí. Me encogí de hombros.
-Claro que soy yan – me di cuenta de nuevo de que mi piel y mi pelo no eran normales, y entendí que lo preguntaba por eso. Suspiré, nunca sería una yan como los demás, al menos físicamente. – El color de pelo lo heredé de mi madre. - expliqué- El de piel… bueno, no nací con ella así de blanca, se me puso más tarde – miré a otro lado, omitiendo detalles que no quería dar. - Y el Alma… de dio la sensación de que no le caía bien al entrar, así que pensé que podía hacerme algo. No sé, algún calambrazo para apartarme o algo – inflé los mofletes al darme cuenta de mi estupidez, pero sacudí la cabeza y sonreí. – Es que los magos son muy raros, a saber lo que inventan – la miré aún sonriente, cuando me di cuenta de que ella era maga y a mí se me había pasado por alto. – Ay, lo siento, no quería decir eso… es que como no tengo mucho trato con ellos… - me despegué del Alma, suspirando. – Quisiera ir un día a la Tierra. – cambié de tema – Nunca he salido de Idhún, tengo curiosidad. Bueno – me di cuenta de que en realidad si había salido – al menos hasta ahora.
Me pregunté de repente si había aprendido a leer idhunaico en solo los dos años que llevaba viviendo en mi mundo, y si podría aprender yo algún día. “La curiosidad me matará si he de morir, estoy segura”, pensé, pero aún así sonreí.
-Vayamos a buscar a Gutts. Es decir, no es que quiera verle – me daba mal rollo ese tipo de espada grande -, pero creo que deberíamos ver qué hacer a hora… vamos, comento – me reí. –Esto… ¿sabes dónde está la sala de armas? Estoy un poco perdida – dije a modo de disculpa, mirando la puerta de la Biblioteca.
Salí por la puerta sin esperar una respuesta, así que ni sabré porque preguntaría eso. Estaba más acostumbrada a moverme por mi cuenta, sin que nadie me dijera qué hacer ni cómo hacerlo… y mucho menos a dónde ir. Creo que recorrí todos los pasillos de Limbhad, y miré en todas las habitaciones que encontraba hasta que encontré una que era lo más parecido a una sala de armas. Era un lugar amplio, con una puerta al fondo. Aún así, no estaba segura de haber llegado a donde dijimos. De todas formas, Gutts no estaba allí.
-Pues nada, este tío ni avisa que se larga nada – solté un bufido con el que hice notar que me rendía completamente. – Ya podía haber dicho algo antes de tenerme dando vueltas por aquí… - estiré los brazos y bostecé. Como en Limbhad no se sabía cuándo era de día y cuándo de noche, no tenía ni idea de si era la hora de dormir. Me giré hacia Elenya y alcé la mano - ¡Pues tengo un hambre de muerte y no sé dónde para la cocina! – dije, riendo – Bueno, ahora en serio, o Shiro come algo o morirá pronto – me llevé la mano a la tripa y puse cara de sufrimiento extremo.
Presté más atención al escuchar que ella era ahora la que me preguntaba a mí. Me encogí de hombros.
-Claro que soy yan – me di cuenta de nuevo de que mi piel y mi pelo no eran normales, y entendí que lo preguntaba por eso. Suspiré, nunca sería una yan como los demás, al menos físicamente. – El color de pelo lo heredé de mi madre. - expliqué- El de piel… bueno, no nací con ella así de blanca, se me puso más tarde – miré a otro lado, omitiendo detalles que no quería dar. - Y el Alma… de dio la sensación de que no le caía bien al entrar, así que pensé que podía hacerme algo. No sé, algún calambrazo para apartarme o algo – inflé los mofletes al darme cuenta de mi estupidez, pero sacudí la cabeza y sonreí. – Es que los magos son muy raros, a saber lo que inventan – la miré aún sonriente, cuando me di cuenta de que ella era maga y a mí se me había pasado por alto. – Ay, lo siento, no quería decir eso… es que como no tengo mucho trato con ellos… - me despegué del Alma, suspirando. – Quisiera ir un día a la Tierra. – cambié de tema – Nunca he salido de Idhún, tengo curiosidad. Bueno – me di cuenta de que en realidad si había salido – al menos hasta ahora.
Me pregunté de repente si había aprendido a leer idhunaico en solo los dos años que llevaba viviendo en mi mundo, y si podría aprender yo algún día. “La curiosidad me matará si he de morir, estoy segura”, pensé, pero aún así sonreí.
-Vayamos a buscar a Gutts. Es decir, no es que quiera verle – me daba mal rollo ese tipo de espada grande -, pero creo que deberíamos ver qué hacer a hora… vamos, comento – me reí. –Esto… ¿sabes dónde está la sala de armas? Estoy un poco perdida – dije a modo de disculpa, mirando la puerta de la Biblioteca.
Salí por la puerta sin esperar una respuesta, así que ni sabré porque preguntaría eso. Estaba más acostumbrada a moverme por mi cuenta, sin que nadie me dijera qué hacer ni cómo hacerlo… y mucho menos a dónde ir. Creo que recorrí todos los pasillos de Limbhad, y miré en todas las habitaciones que encontraba hasta que encontré una que era lo más parecido a una sala de armas. Era un lugar amplio, con una puerta al fondo. Aún así, no estaba segura de haber llegado a donde dijimos. De todas formas, Gutts no estaba allí.
-Pues nada, este tío ni avisa que se larga nada – solté un bufido con el que hice notar que me rendía completamente. – Ya podía haber dicho algo antes de tenerme dando vueltas por aquí… - estiré los brazos y bostecé. Como en Limbhad no se sabía cuándo era de día y cuándo de noche, no tenía ni idea de si era la hora de dormir. Me giré hacia Elenya y alcé la mano - ¡Pues tengo un hambre de muerte y no sé dónde para la cocina! – dije, riendo – Bueno, ahora en serio, o Shiro come algo o morirá pronto – me llevé la mano a la tripa y puse cara de sufrimiento extremo.
Shiro- Idhunita
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Re: Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
Sonreí cuando negó querer unos pantalones como los que yo llevaba. Siempre olvidaba lo raros que debía verlos ella al igual que tantas otras cosas. Yo había estado igual cuando pisé Idhún por primera vez, nada era como lo que yo conocía hasta entonces pero al final me había acostumbra y había crecido y madurado entre aquellas nuevas costumbres, era una de las pocas cosas buenas que había tenido mi traslado, conocía dos mundos y sabía como vivir tranquilamente en los dos. Habría mas cosas buenas en el fondo pero la mayoría quedaban eclipsada por el hecho de que por eso habían muerto mis padres y yo seguía allí, por que escapé o más bien me hicieron escapar antes. Limbadh y estar tan cerca de mi antiguo hogar no estaban haciendo más que traerme recuerdos que había enterrado durante los últimos dos años. No quería volver a desenterrarlos, pero seguían allí, nunca había conseguido dejar atrás los fantasmas del pasado, solo había aprendido a ignorarlos y ahora volvían a amenazar con hacer acto de presencia.
Puse toda mi atención en escuchar a Shiro y todo lo que ella me contaba sobre por qué siendo una yan parecía tan distinta. No me atreví a preguntarle como se le había cambiado así la piel, parecía un tema del que no quería hablar y sabía lo que era no querer contar algo. Algo por lo visto, en el fondo, teníamos en común. Reí al escuchar como hablaba del alma - normalmente no hace cosas así, o por lo menos eso he leído, solo hace daño a los enemigos de los magos que habiten dentro de Limbahd y solo desde fuera - mientras hablaba me acerqué a la mesa y pasé la mano por encima de esta, con cuidado. Aquello era uno de los objetos mágicos más increibles que había visto aunque al alma en si casi podía considerarsele un ser propio. - no te preocupes-le sonreí amable, me veía a mi misma reflejada cuando llegué a Idhun, había pensado eso mismo de los magos, en la Tierra la magia no era más que un mito al fin de cuentas, y cuando había empezado a estudiar magia ni siquiera conocía el idioma de Idhún, ni su historia, ni sus costumbres así que todo había sido el doble de extraño - yo pensaba lo mismo antes de ser maga, y ahora que lo soy toda creo que hay mas de uno que esta chiflado - le comenté como si fuera un secreto.
-Si seguimos sin tener noticias de Kylar y Celiel te llevaré un día de estos, si no cuando saquemos a Kvothe solo tendrás que decirme el día que quieres - yo misma ahora que había vuelto quería regresar más a menudo a la Tierra. No podía estar haciendo viajes entre mundos día si y día también, pero de vez en cuando...pasaba mucho tiempo sola de todas formas, en las torres, apenas se notaría.
Salí andando detrás de ella a cierta distancia, yo sabía donde estaba pero Shiro parecía tan decidida en encontrar la sala de armas ella misma que no me atreví a interferir, además eso le serviría para aprender e ir memorizando la distribución de la casa. Dentro de poco se sabría donde estaba cada habitación como si siempre hubiera vivido allí, era cuestión de practica.
-estará en algún lado, no puede salir a menos que sea mago - me encogí de hombros - ya aparecerá - comenté con despreocupación. Terminé riendo al escuchar a Shiro - esta por aquí - esta vez fui yo la que nos dirigió, llegamos a la cocina sin problema alguno. Me había sorprendido en un principio toparme con que había una nevera y hasta un microhondas, quien hubiera vivido allí antes si que había sabido montarselo bien. Los electrodomésticos funcionaban con la propia magia de la casa, como si fuera electricidad, pero no lo era. Aun no tenía del todo claro como habían logrado hacerlo, pero se lo agradecía a quien fuera. -vamos a ver que hay por aquí - habíamos llenado la nevera nada más llegar, con cosas tanto de Idhún como que yo había traído de la Tierra por lo que teníamos un variado surtido interdimensional para comer. De locos, completamente. - que crees que te gustará más, fideos chinos, pizza italiana o fruta de idhún? - le pregunté aunque estaba segura de que no sabría que eran los primeros, pero para mi todo aquello era de lo más curioso y divertido. Simplemente increíble, por malo que fuera el comienzo nadie podía negar que aquello no era un aventura de cuento en toda regla.
Puse toda mi atención en escuchar a Shiro y todo lo que ella me contaba sobre por qué siendo una yan parecía tan distinta. No me atreví a preguntarle como se le había cambiado así la piel, parecía un tema del que no quería hablar y sabía lo que era no querer contar algo. Algo por lo visto, en el fondo, teníamos en común. Reí al escuchar como hablaba del alma - normalmente no hace cosas así, o por lo menos eso he leído, solo hace daño a los enemigos de los magos que habiten dentro de Limbahd y solo desde fuera - mientras hablaba me acerqué a la mesa y pasé la mano por encima de esta, con cuidado. Aquello era uno de los objetos mágicos más increibles que había visto aunque al alma en si casi podía considerarsele un ser propio. - no te preocupes-le sonreí amable, me veía a mi misma reflejada cuando llegué a Idhun, había pensado eso mismo de los magos, en la Tierra la magia no era más que un mito al fin de cuentas, y cuando había empezado a estudiar magia ni siquiera conocía el idioma de Idhún, ni su historia, ni sus costumbres así que todo había sido el doble de extraño - yo pensaba lo mismo antes de ser maga, y ahora que lo soy toda creo que hay mas de uno que esta chiflado - le comenté como si fuera un secreto.
-Si seguimos sin tener noticias de Kylar y Celiel te llevaré un día de estos, si no cuando saquemos a Kvothe solo tendrás que decirme el día que quieres - yo misma ahora que había vuelto quería regresar más a menudo a la Tierra. No podía estar haciendo viajes entre mundos día si y día también, pero de vez en cuando...pasaba mucho tiempo sola de todas formas, en las torres, apenas se notaría.
Salí andando detrás de ella a cierta distancia, yo sabía donde estaba pero Shiro parecía tan decidida en encontrar la sala de armas ella misma que no me atreví a interferir, además eso le serviría para aprender e ir memorizando la distribución de la casa. Dentro de poco se sabría donde estaba cada habitación como si siempre hubiera vivido allí, era cuestión de practica.
-estará en algún lado, no puede salir a menos que sea mago - me encogí de hombros - ya aparecerá - comenté con despreocupación. Terminé riendo al escuchar a Shiro - esta por aquí - esta vez fui yo la que nos dirigió, llegamos a la cocina sin problema alguno. Me había sorprendido en un principio toparme con que había una nevera y hasta un microhondas, quien hubiera vivido allí antes si que había sabido montarselo bien. Los electrodomésticos funcionaban con la propia magia de la casa, como si fuera electricidad, pero no lo era. Aun no tenía del todo claro como habían logrado hacerlo, pero se lo agradecía a quien fuera. -vamos a ver que hay por aquí - habíamos llenado la nevera nada más llegar, con cosas tanto de Idhún como que yo había traído de la Tierra por lo que teníamos un variado surtido interdimensional para comer. De locos, completamente. - que crees que te gustará más, fideos chinos, pizza italiana o fruta de idhún? - le pregunté aunque estaba segura de que no sabría que eran los primeros, pero para mi todo aquello era de lo más curioso y divertido. Simplemente increíble, por malo que fuera el comienzo nadie podía negar que aquello no era un aventura de cuento en toda regla.
Elenya de Shia- Hechicero
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Su personaje es: Elenya de Shia, princesa en secreto/aprendiza de magia en la torre de kazlunn
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Re: Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
Cuando Elenya rió pensé que había dicho algo estúpido. Inflé los mofletes, un tanto avergonzada, pero en el momento que vi que sabía dónde se encontraba la cocina la seguí como un perrito. Tenía mucha, mucha hambre, y no quería morirme antes de volver a Idhún.
Cuando entré a lo que se suponía que era la cocina, me quedé en un principio en la puerta. La cantidad de cacharros raros que había ahí dentro, me dije, no era normal. Examiné de cerca una cosa de tamaño mayor que mi cabeza, cuadrada y con algo de cristal. No me atreví a tocarla sin saber qué era, sin embargo. Tenía letras, pero no sabía lo que significaban… pero aunque no sabía leer, casi podría afirmar que no eran símbolos que aparecieran en el abecedario idhunita.
- ¿Qué crees que te gustará más, fideos chinos, pizza italiana o fruta de Idhún? – escuché que Elenya preguntaba a mis espaldas.
-¿Yo? – pregunté, extrañada - ¿Fide… i… eeh? – dije por toda respuesta, sin entender nada – Fruta de Idhún lo conozco, pero lo demás no… ¿es de la Tierra o alguna comida de magos? – me reí, divertida.
Me acerqué al lugar donde se encontraba ella, porque quería ver qué había en el interior de lo que parecía un armario, pero hecho de metal… o algo parecido, porque era muy extraño aquel material. La abrí con un poco de miedo sin saber lo que podría haber, y cuando vi que era comida solté una exclamación sorprendida. Pero no era solo por la comida, sino por otra cosa.
-¡Está frío! – Exclamé, curiosa y abriendo mucho los ojos – Y da luz. ¿Qué es esto, magia? – lo miraba con la boca abierta, pero sonreí. Era la primera vez que veía algo como aquello – En Nanhai también hacía frío – recordé de repente, e inflé los mofletes al recordar a Kylar. -Shiro quiere saber por qué vinimos a este lugar – murmuré en voz muy baja.
Me senté en una silla que había, y esperé que Elenya me diera algo. No sabía qué eran la mayoría de cosas de aquel “armario”, pero no quería coger nada aún por si acaso. Solté algo parecido a un maullido, cansada, y estiré los brazos.
-¿No tienes hambre? ¿Y Gutts no tiene hambre? – pregunté mirando en dirección a la puerta – Me extraña que no diga nada. Igual está muerto o algo y no nos hemos enterado – comenté, encogiéndome de hombros. – Sería desagradable encontrar su cadáver, ¿no crees? – y me reí antes de que pudiera decir nada, porque en el fondo sabía que no iba a estar muerto.
Cuando entré a lo que se suponía que era la cocina, me quedé en un principio en la puerta. La cantidad de cacharros raros que había ahí dentro, me dije, no era normal. Examiné de cerca una cosa de tamaño mayor que mi cabeza, cuadrada y con algo de cristal. No me atreví a tocarla sin saber qué era, sin embargo. Tenía letras, pero no sabía lo que significaban… pero aunque no sabía leer, casi podría afirmar que no eran símbolos que aparecieran en el abecedario idhunita.
- ¿Qué crees que te gustará más, fideos chinos, pizza italiana o fruta de Idhún? – escuché que Elenya preguntaba a mis espaldas.
-¿Yo? – pregunté, extrañada - ¿Fide… i… eeh? – dije por toda respuesta, sin entender nada – Fruta de Idhún lo conozco, pero lo demás no… ¿es de la Tierra o alguna comida de magos? – me reí, divertida.
Me acerqué al lugar donde se encontraba ella, porque quería ver qué había en el interior de lo que parecía un armario, pero hecho de metal… o algo parecido, porque era muy extraño aquel material. La abrí con un poco de miedo sin saber lo que podría haber, y cuando vi que era comida solté una exclamación sorprendida. Pero no era solo por la comida, sino por otra cosa.
-¡Está frío! – Exclamé, curiosa y abriendo mucho los ojos – Y da luz. ¿Qué es esto, magia? – lo miraba con la boca abierta, pero sonreí. Era la primera vez que veía algo como aquello – En Nanhai también hacía frío – recordé de repente, e inflé los mofletes al recordar a Kylar. -Shiro quiere saber por qué vinimos a este lugar – murmuré en voz muy baja.
Me senté en una silla que había, y esperé que Elenya me diera algo. No sabía qué eran la mayoría de cosas de aquel “armario”, pero no quería coger nada aún por si acaso. Solté algo parecido a un maullido, cansada, y estiré los brazos.
-¿No tienes hambre? ¿Y Gutts no tiene hambre? – pregunté mirando en dirección a la puerta – Me extraña que no diga nada. Igual está muerto o algo y no nos hemos enterado – comenté, encogiéndome de hombros. – Sería desagradable encontrar su cadáver, ¿no crees? – y me reí antes de que pudiera decir nada, porque en el fondo sabía que no iba a estar muerto.
Shiro- Idhunita
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Su personaje es: Shiro, Ayla Nuller, yan de baja clase
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Re: Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
No pude evitar sonreír divertida mientras observaba a Shiro, era sin duda de lo más curioso ver como alguien con la misma edad que yo podía ser al mismo tiempo tan diferente. Ella se había criado en un mundo que distaba mucho del mio. Aunque verdaderamente mi origen estuviera en idhun y mi vida hubiera tomado un matiz mucho más real desde que había vuelto la Tierra era el mundo donde di mis primeros pasos y aprendí mis primeras palabras. En el fondo era afortunada, había podido quedarme con lo mejor de ambos mundos, comida, ropa, magia y tecnología, comodidad y extraodinariez, podía juntarlo todo.
Para mi desenvolverme en aquella cocina era lo más normal del mundo, nunca me detendría embobada mirando una nevera o un horno como Shiro, por que yo conocía aquello. - Fideos - la corregí risueña - son algo así como unas tiras muy largas de pasta que se comen con sopa de pollo, ternera o de gambas también ahí, aunque no se si por aquí - añadí rebuscando entre los armarios.- y la pizza es la comida más rica de la Tierra, masa como de pan aplanada como un circulo, con tomate, queso y se le puede echar lo casi todo lo que quieras- me estaba entrando un hambre atroz de tanto hablar de comida que además hacía años que no probaba. Aunque era raro tener que explicarle a alguien que eran fideos o una pizza - Aquí hay comida de ambos sitios por suerte.
Me eché a reír cuando descubrió que era una nevera - puede llamarse así, magia terrestre - realmente no existía algo así aunque había descubierto que la electricidad tenía casi el mismo principio que la magia en idhun, y por eso todos aquellos electrodomésticos funcionaban allí. Desde luego ninguna empresa eléctrica nos enviaría facturas cada mes pero la magia del propio Limbadh era un suministro constante - se llama nevera y sirve para conservar los alimentos por mas tiempo sin que se estropeen - le expliqué
Asentí lentamente - yo también la verdad.
Seguí escuchandola mientras sacaba cosas de la nevera y al final tuve que fruncir el ceño y no pude evitar estremecerme con sus últimas palabras -demasiado desagradable, espero que no este muerto, no me gustan los cadáveres - aunque Gutts tampoco me gustaba demasiado, era intimidante. Lo único capaz de hacerme estar allí con él después de todo lo que había visto en aquel pueblo era saber que yo era maga y por lo tanto estaba respaldada por el Alma y podría salir cuando quisiera si hacia falta. Además me necesitaba también para salir de allí. Shiro no tenía esa suerte, no entendía como parecía tan tranquila pero ella no había visto lo que yo así que en cierto modo tenía sentido. Y tampoco es que fuera a dejarla allí abandonada, por lo menos no si podía evitarlo. - y yo también me muero de hambre así que me alegro de decirte que vas a probar lo mejor de la comida rápida terrestre - le comenté recuperando la animosidad mientras llevaba lo que había sacado de la nevera a la mesa. - y si no te gusta me lo comeré yo solita - reí
Luego me puse a preparar cosas, nunca se me había dado bien la cocina pero había sido básico saber para la vida de cualquier adolescente. Saqué una pizza y la metí en el horno, saqué paquetes de patatas de los armarios, unas galletitas saldas y queso para untarlas, encontré también algunas latas con aceitunas, espárragos, mayonesa y casi empecé a dar saltos de alegría cuando me topé con un paquete de fideos chinos para preparar. Olían tan bien mientras los hacía. Me preocupé poco por que fuera demasiada comida para solo las dos, dioses echaba de menos la comida basura. Cuando hice una cosa freí también un par de hamburguesas. Me topé con una bolsa de preparado para burritos congelado y también la preparé tras encontrar lo de fuera y la salsa picante en otro armario. Lo fui poniendo todo sobre la mesa ante la mirada de Shiro. - bueno creo que ya esta todo...- pero entonces recordé algo básico y fundamental para comer y salí disparada hacia la nevera esperando que hubiera - si! - grité de alegría mientras sacaba un bote - nada mejor que ketchup con hamburguesa - reí para mi sola sabiendo en el fondo que Shiro no lo entendería pero preocupandome poco por ello. Estaba ilusionada como hacía tiempo que no lo había estado, me había olvidado casi del mal trago que había pasado en mi casa. Una buena cena de porquerías le levantaba el ánimo a cualquiera, más cuando lleva tanto tiempo viviendo a base de comida saludable.
- ahí un poco de lo más básico en la dieta de mi mundo, pizza, hamburguesa, fideos, burritos, queso y ketchup - le fui explicando como se llamaba cada cosa.
Para mi desenvolverme en aquella cocina era lo más normal del mundo, nunca me detendría embobada mirando una nevera o un horno como Shiro, por que yo conocía aquello. - Fideos - la corregí risueña - son algo así como unas tiras muy largas de pasta que se comen con sopa de pollo, ternera o de gambas también ahí, aunque no se si por aquí - añadí rebuscando entre los armarios.- y la pizza es la comida más rica de la Tierra, masa como de pan aplanada como un circulo, con tomate, queso y se le puede echar lo casi todo lo que quieras- me estaba entrando un hambre atroz de tanto hablar de comida que además hacía años que no probaba. Aunque era raro tener que explicarle a alguien que eran fideos o una pizza - Aquí hay comida de ambos sitios por suerte.
Me eché a reír cuando descubrió que era una nevera - puede llamarse así, magia terrestre - realmente no existía algo así aunque había descubierto que la electricidad tenía casi el mismo principio que la magia en idhun, y por eso todos aquellos electrodomésticos funcionaban allí. Desde luego ninguna empresa eléctrica nos enviaría facturas cada mes pero la magia del propio Limbadh era un suministro constante - se llama nevera y sirve para conservar los alimentos por mas tiempo sin que se estropeen - le expliqué
Asentí lentamente - yo también la verdad.
Seguí escuchandola mientras sacaba cosas de la nevera y al final tuve que fruncir el ceño y no pude evitar estremecerme con sus últimas palabras -demasiado desagradable, espero que no este muerto, no me gustan los cadáveres - aunque Gutts tampoco me gustaba demasiado, era intimidante. Lo único capaz de hacerme estar allí con él después de todo lo que había visto en aquel pueblo era saber que yo era maga y por lo tanto estaba respaldada por el Alma y podría salir cuando quisiera si hacia falta. Además me necesitaba también para salir de allí. Shiro no tenía esa suerte, no entendía como parecía tan tranquila pero ella no había visto lo que yo así que en cierto modo tenía sentido. Y tampoco es que fuera a dejarla allí abandonada, por lo menos no si podía evitarlo. - y yo también me muero de hambre así que me alegro de decirte que vas a probar lo mejor de la comida rápida terrestre - le comenté recuperando la animosidad mientras llevaba lo que había sacado de la nevera a la mesa. - y si no te gusta me lo comeré yo solita - reí
Luego me puse a preparar cosas, nunca se me había dado bien la cocina pero había sido básico saber para la vida de cualquier adolescente. Saqué una pizza y la metí en el horno, saqué paquetes de patatas de los armarios, unas galletitas saldas y queso para untarlas, encontré también algunas latas con aceitunas, espárragos, mayonesa y casi empecé a dar saltos de alegría cuando me topé con un paquete de fideos chinos para preparar. Olían tan bien mientras los hacía. Me preocupé poco por que fuera demasiada comida para solo las dos, dioses echaba de menos la comida basura. Cuando hice una cosa freí también un par de hamburguesas. Me topé con una bolsa de preparado para burritos congelado y también la preparé tras encontrar lo de fuera y la salsa picante en otro armario. Lo fui poniendo todo sobre la mesa ante la mirada de Shiro. - bueno creo que ya esta todo...- pero entonces recordé algo básico y fundamental para comer y salí disparada hacia la nevera esperando que hubiera - si! - grité de alegría mientras sacaba un bote - nada mejor que ketchup con hamburguesa - reí para mi sola sabiendo en el fondo que Shiro no lo entendería pero preocupandome poco por ello. Estaba ilusionada como hacía tiempo que no lo había estado, me había olvidado casi del mal trago que había pasado en mi casa. Una buena cena de porquerías le levantaba el ánimo a cualquiera, más cuando lleva tanto tiempo viviendo a base de comida saludable.
- ahí un poco de lo más básico en la dieta de mi mundo, pizza, hamburguesa, fideos, burritos, queso y ketchup - le fui explicando como se llamaba cada cosa.
Elenya de Shia- Hechicero
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Re: Preparaciones {Gutts, Elenya, Shiro}
Ladeé la cabeza desde mi asiento, contemplando a Nya mientras trataba de explicarme la comida de los habitantes de la Tierra. Yo la escuchaba con curiosidad, sin perderme ni uno de sus movimientos mientras cocinaba. Solo pensaba en que, si me quedaba sola en ese lugar, al menos debería aprender a manejar la caja mágica que calentaba las cosas. Cuando me puso delante algo que ella llamaba hamburguesa, la miré frunciendo el ceño. No obstante, no tenía mala pinta. Al menos para mí, que llevaba comiendo cualquier cosa que encontraba desde hacía años. Me lo llevé a la boca y abrí mucho los ojos.
-¿Carne? – la miré, incrédula y alegre al mismo tiempo – Hace años que Shiro no come carne – dije con voz dulce, como si recordara una época mejor de mi vida. Sonreí y me lo comí en dos bocados, con una nueva alegría reflejada en mi rostro. – ¡Gracias, Elenya! – y lo dije con sinceridad. Llevaba demasiado tiempo sin tomar comida caliente. Tal vez una eternidad.
Me alejé de la mesa y me puse a “investigar” de nuevo los aparatos que había en la sala. La caja mágica de frío me fascinaba, así que la abría y metía la cabeza dentro solo para sentir que se me helaba la nariz. La de calor, en cambio, me daba más respeto. Supongo que es porque soy yan, y los yan tenemos mucho respeto al fuego y a los dragones.
Me estiré como un gato, cansada de estar todo el día buscando alguna señal de gente en Limbhad. La casa de la frontera estaba totalmente deshabitada, al menos a simple vista. Una vez más pensé en Gutts. No es que me cayera bien, pero en el fondo me preocupaba un poco que hubiera podido pasarle algo. Sobretodo porque, si le había pasado algo, podría pasarme a mí también.
Supongo que es algo normal; tanto tiempo en las calles al final te hace más desconfiado de lo que quisieras. Llega un punto en el que no te fías de nadie, a veces ni de ti mismo. Al fin y al cabo, la persona que más daño puede hacerte eres tú. Me senté en el suelo con las piernas cruzadas; no podía aguantar estar demasiado tiempo sentada en un mismo sitio, otra de las cosas que tiene el ser yan. Miré a Nya torciendo la cabeza, y solo con la mirada le quise decir: ¿qué haces que no investigas? ¿Es que ya lo conoces todo? ¿Qué más cajas mágicas hay en la Tierra? ¿Hay cajas de chocolate?
Y después me limité a inflar mis mofletes de aire y mirar de nuevo hacia otro lado. Me cogí las piernas rodeándolas con los brazos y, sin saber muy bien por qué, empecé a tararear una canción que mi madre me cantaba de pequeña. La canté en voz tan baja que creía que Elenya no lo notaría. Últimamente mi estado de ánimo cambiaba tan deprisa como uno puede cambiarse de ropa; tal vez se debiera a que me estaban pasando demasiadas cosas a la vez, no lo sé. Pero el caso es que me quedé allí, prácticamente inmóvil, tarareando y sin atreverme a mirar a otro sitio que no fuera el suelo.
Off: siento haber tardado tanto, he tenido unas semanas... complicadas ;w; Pero a partir de ahora intentaré postear rápido...
-¿Carne? – la miré, incrédula y alegre al mismo tiempo – Hace años que Shiro no come carne – dije con voz dulce, como si recordara una época mejor de mi vida. Sonreí y me lo comí en dos bocados, con una nueva alegría reflejada en mi rostro. – ¡Gracias, Elenya! – y lo dije con sinceridad. Llevaba demasiado tiempo sin tomar comida caliente. Tal vez una eternidad.
Me alejé de la mesa y me puse a “investigar” de nuevo los aparatos que había en la sala. La caja mágica de frío me fascinaba, así que la abría y metía la cabeza dentro solo para sentir que se me helaba la nariz. La de calor, en cambio, me daba más respeto. Supongo que es porque soy yan, y los yan tenemos mucho respeto al fuego y a los dragones.
Me estiré como un gato, cansada de estar todo el día buscando alguna señal de gente en Limbhad. La casa de la frontera estaba totalmente deshabitada, al menos a simple vista. Una vez más pensé en Gutts. No es que me cayera bien, pero en el fondo me preocupaba un poco que hubiera podido pasarle algo. Sobretodo porque, si le había pasado algo, podría pasarme a mí también.
Supongo que es algo normal; tanto tiempo en las calles al final te hace más desconfiado de lo que quisieras. Llega un punto en el que no te fías de nadie, a veces ni de ti mismo. Al fin y al cabo, la persona que más daño puede hacerte eres tú. Me senté en el suelo con las piernas cruzadas; no podía aguantar estar demasiado tiempo sentada en un mismo sitio, otra de las cosas que tiene el ser yan. Miré a Nya torciendo la cabeza, y solo con la mirada le quise decir: ¿qué haces que no investigas? ¿Es que ya lo conoces todo? ¿Qué más cajas mágicas hay en la Tierra? ¿Hay cajas de chocolate?
Y después me limité a inflar mis mofletes de aire y mirar de nuevo hacia otro lado. Me cogí las piernas rodeándolas con los brazos y, sin saber muy bien por qué, empecé a tararear una canción que mi madre me cantaba de pequeña. La canté en voz tan baja que creía que Elenya no lo notaría. Últimamente mi estado de ánimo cambiaba tan deprisa como uno puede cambiarse de ropa; tal vez se debiera a que me estaban pasando demasiadas cosas a la vez, no lo sé. Pero el caso es que me quedé allí, prácticamente inmóvil, tarareando y sin atreverme a mirar a otro sitio que no fuera el suelo.
Off: siento haber tardado tanto, he tenido unas semanas... complicadas ;w; Pero a partir de ahora intentaré postear rápido...
EDIT: DEJO POST Y ME VOY AQUÍ
Shiro- Idhunita
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