Primera Historia :3 La Octava Nota Musical.
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04032011
Primera Historia :3 La Octava Nota Musical.
Espero que les guste Es un poco corta, y tiene bastantes fallos asi que Igualmente espero k les guste
Esta historia empieza en un gran salón, en su interior había unos sillones, una gran mesa de madera marrón oscuro con sillas muy elegantes acorralándola, también una radio y una pequeña televisión, había una ventana cubierta por unas cortinas de terciopelo. En un sillón un hombre miraba la pantalla de la pequeña televisión, estaba hipnotizado, en las nubes, era robusto, vestía una camiseta y encima una chaqueta y unos pantalones marrones, con unos zapatos negros muy elegantes, sus ojos eran verdes y su pelo era negro, en la mano izquierda tenía una copa llena de vino, este se llamaba John, no había bebido aún. Junto a él una hermosa niña, tendría unos 8 o 9 años, sus ojos eran, al igual que los de su padre, verdes, su pelo era castaño, era de mediana estatura, esta observaba a su padre, tenía un vestido muy bonito, rosado y con un lazo en el pecho, la niña se llamaba Marian, solo el sonido de la televisión era la que perturbaba el silencio. Entonces Marian hablo.
- Papá, ¿cómo conociste a mamá?- Preguntó Marian.
El padre de repente reaccionó. Impresionado a la pregunta de su hija, luego él la miró, se encontró con los ojos de su hija, se quedaron así un rato, hasta que Marian habló de nuevo. – Papá… ¿Por qué mamá se fue?- Lo preguntó con voz ahogada, apenas tenía 3 años cuando su madre falleció, pero recordaba la hermosa cara de su madre y la echaba de menos… Entonces su padre miró al techo y luego de unos minutos habló. – Así que quieres saber como nos conocimos tu madre y yo, ¿eh?
- Sí… - Respondió Marian, entonces John sonrió, luego miró la copa, la niña también miró la copa, John mojó uno de sus dedos en el vino y luego empezó a recorrer con ese dedo el borde de su copa, un delicado y hermoso sonido se identificó, luego John miró de nuevo a su hija y empezó su relato:
- Pues… Tú sabes que la música es mi pasión, aunque trabaje en una oficina… Siempre me gustó más ser músico… Pero solo quería que esto fuera una afición, así disfrutaría más, al menos yo, tocaría para vosotras… Bueno… Muchas bandas sonoras, me contrataban, en esa época yo aceptaba los trabajos, por problemas económicos. Un día, estaba en la iglesia, practicando con el órgano, era muy hermoso aquel órgano, además su sonido era también muy hermoso, quedé hechizado por este y toqué bastante, después de unos minutos, bajé de donde estaba el órgano, fue entonces cuando ella me robó el corazón… Era tan hermosa… Sus ojos eran grises, su cabello castaño y le llegaba a la cintura… Iba vestida con un vestido blanco, en su pecho un lazo lucía muy hermoso, era similar a tu vestido… Pero el lazo que tenía ella era un poco más grande, en medio de aquel lazo, lucía un broche que tenía forma de rosa, de color blanco también, ella se quedó escuchando la melodía que tocaba en el órgano, después de unos minutos se percató que yo estaba observándola y se asustó, no sabía qué hacer, así que salió corriendo y yo fui tras ella, la alcancé y le sujeté de la muñeca.
- N-no se preocupe, no voy a hacerle daño…- Le dije; pero ella no me hizo caso, se deshizo de mi mano y se fue corriendo, pero se le cayó el broche, yo lo cogí y olí su aroma, era un aroma muy agradable, me hubiera quedado oliendo ese aroma todo el día, pero tenía que devolverle su broche, así que salí de la iglesia, pero no la vi, por lo tanto, entré de nuevo a la iglesia, y de nuevo me senté frente al órgano y antes de nada miré el broche, luego me lo guardé en un bolsillo y al final empecé a practicar de nuevo. Llegó la hora, yo toqué, todos estaban contentos con la melodía que toqué, pero yo seguía pensando en aquella chica y en el broche, luego de que no oí más ruido, bajé, creyendo que no habría nadie más, pero de nuevo me encontré con esa chica, estaba rezando frente al santo, la luz la iluminaba y parecía tener luz propia, luego abrió lentamente los ojos y se giro, me miró, en ese momento fui yo quién quería salir corriendo, pero no lo hice, saqué el broche y di un paso hacia delante, ella se disponía a retroceder, pero, antes de que retrocediera, yo fui quien, rápidamente, retrocediera.
- E-esto… Yo… Quería darle esto…- Le dije.
- G-gracias.- Respondió ella, su voz era angelical, pero yo fui hacia ella lentamente y extendí la mano, ella cogió su broche, pero también me rozó, noté su suave piel, yo retiré rápidamente la mano y me sonrojé, ella en cambio no, se puso el broche, yo la observaba, aún estaba sonrojado cuando le pregunté con timidez.
- ¿P-podría saber su nombre…?
Ella me miró y sonrió, luego contestó. – Mileva, me llamo Mileva.- Luego se fue, al pasar junto a mí olí de nuevo ese dulce aroma, también un escalofrío recorrió mi cuerpo… No sabía el por qué de ese escalofrío, pero me gustaba… Cuando ella estaba en la puerta de la iglesia yo la detuve. –D-disculpa… P-podríamos quedar… O-otro… Otro día… Si no le importa…- Luego me sonrojé y pensé que no debí haberle dicho eso tan rápido, era una estupidez…
Ella me miró y sonrió de nuevo.- Claro, ¿por qué no? Me gustaría escuchar de nuevo su música, si no es molestia.
- ¡No, no es molestia ninguna! ¡Para nada! Tocare para usted todas las veces que desee.- Dije yo, no pensaba en lo que decía, a ella le pareció gracioso y una risilla tímida se escuchó, luego habló- Oh, que amable por su parte, ¿podría saber su nombre yo también? -. Yo se lo dije, me acerqué a ella, aunque tímidamente, después la miré y le dije que quedaríamos en esa iglesia por la mañana, ella estuvo de acuerdo, a continuación se fue, me quedé observándola hasta que desapareció de mi vista, luego de unos minutos me fui a casa, no dormí, pensaba en Mileva.
Al siguiente día me fui a la iglesia, tal y como acordamos, esperé y esperé, estuve horas esperándola, pero no llegaba, justo cuando perdí las esperanzas de que ella apareciera, la vi, yo me acerqué a ella, cuando estuve cerca note que estaba sudando y respiraba fuertemente, yo la ayudé a que se sentara en un banco, luego de que ella recuperara el aliento me habló. –Siento la demora… Es que… Me quedé… Dormida…- Noté como se sonrojó, yo le sonreí.- No se preocupe, fui yo el que prepuso el tema de salir, es todo un honor que se haya molestado en venir.- Ella me miró y luego me sonrió, yo me sonrojé, así empecé a conocer a Mileva… Ese día tuvimos una agradable conversación, poco a poco nos conocíamos más y más, hasta que… Un día, sentí algo que nunca había sentido, un intenso amor por ella, no sabía como decírselo, pasaron los días, ella me notaba raro y se preocupaba, pero yo le dije que no pasaba nada, hasta que un día… No pude aguantar más y se lo dije, estábamos en un jardín, estaba lleno de flores, plantas… El parque tenía mucha vida, Mileva se quedó callada, sorprendida, no podía creerse lo que le había dicho, yo insistía.
- Yo… Te amo… Desde mucho tiempo… Desde el día que te conocí te amaba… Pero… Ahora te amo aún más y cada vez este amor es más y más fuerte, no puedo aguantar más… Tenía que decírtelo...- Cada vez estaba más y más rojo, hasta que ella también confesó su amor por mi… Nunca lo imaginaría… Ella enamorada de mí… Así pasamos los días juntos, hasta que… Una noche… La bese… Fue entonces cuando decidimos casarnos, yo estaba tan feliz… Todos los preparativos, días después, ya estaban listos, ese día… Fui tan feliz, al decir… “Sí, quiero” cuando ella lo dijo… Yo… Iba a brincar… Pero… No podría… Sería de mala educación, así que salimos de la iglesia, ella tiró el ramo y le cayó a una amiga, je, estaba que brincaba de alegría… Pero… Después de unos meses… Después de unos meses de felicidad… Ella… Enfermó… Su corazón… Enfermó… A ella le dolía mucho, cada dos por tres su corazón le hacía sufrir… Yo estaba desesperado… No podía hacer nada… Y eso me hacía sentir mal… Muy mal… Su dolencia duró mucho tiempo… Ya ni me acuerdo… Creo que unos meses… Pero… Luego… Misteriosamente dejaba de dolerle poco a poco… Cada día le dolía menos, hasta que parecía que se había recuperado, entonces le dieron el alta, nos fuimos, de nuevo estábamos muy contentos, desde ese momento disfrutamos de la vida al máximo, fuimos a muchos países, yo toqué para ella… Es más… Le dediqué una melodía… Ella decía que le encantaba… Que desde pequeña la oyó… Le dije que era de la “Escolanía del Real Monasterio” de San Lorenzo, y la canción “Nirvana”, ella entonces empezó a cantar la canción, cantaba muy bien, nunca olvidaré su voz… Así nos pasamos junto al piano horas incontables… Ella cerraba los ojos y escuchaba cada nota que sonaba en el piano, entonces naciste tú y yo te toqué la misma canción que la que le gustaba a tu madre… Pero… ella, un día, de repente… De nuevo su pecho empezaba a dolerle, llamé a urgencias, estos acudieron, afortunadamente ella no murió aún, yo la acompañé, su mano estaba entre las mías… Yo lloraba y lloraba… Pero ella me consolaba…
- No llores… Por favor, no quiero que llores por mí…- Me dijo, le vi su rostro, tenía dibujada una sonrisa y esa escena era… Era… Increíble, le hacía tremendamente bella… Más aún de lo que era… Ella siguió hablándome, como si nada… - Siento hacerte sufrir tanto… Seguro que es muy duro para ti… Pero parece que ya llegó mi hora…
- ¡No! ¡No puedes irte! ¡¿Y Marian?!- Le contesté con voz ahogada.
- Sé que la cuidarás y le darás todo el amor que necesita, eres un buen padre, podrás tocarle todas esas bellas melodías que me dedicabas, ella será muy feliz contigo, estoy segura.- Me dijo ella con firmeza.
- Pero… Te necesito… Te necesito más que a nada.- Le dije, entre sollozos.
- Yo estaré contigo, en cada nota que toques estaré yo.- Luego de esas palabras me sonrió, en cambio yo no estaba dispuesto a dejar que se fuera tan fácilmente.
- ¡No! ¡Por favor! ¡No te puedes ir! ¡Ella te necesita! ¡Marian te necesita!- Le dije entre sollozos, pero ella negó con la cabeza.
- Por favor… Sé que ella me necesita… Todo el mundo necesita una madre… Pero… Es inevitable… Pronto el hilo de mi vida se romperá, por favor, quiero que la cuides… Que le des todo el amor que yo no he podido darle… Sé que será difícil, pero… Lo conseguirás.- Ella seguía calmada, casi siempre se mantenía en calma en situaciones como esa… Pero yo sabía que en el fondo ella sufría mucho, pero no me lo quería transmitir… No quería que yo sufriera más…
Cada día yo le tocaba una parte de una de mis canciones… Y cada día… Ella… Se… Debilitaba… Pero ella decía que siguiera… Yo lloraba cada vez que ella se dormía… Así estuve meses y meses cuando tú no estabas… Ya que solo la viste una vez cuando ella estaba débil…
Y… Cuando tú cumpliste tres años… La luz de su vida… Se apagó… La melodía de su vida se cortó… Su corazón paró de latir… Después… En su entierro… Yo… No fui… Todos pensaron mal de mí… Pero… No podía… No podía verla… Aunque luego de que se fueran todos, fui capaz de presentarme en frente de ella… Tenía una flauta entre mis manos y empecé a tocarla…. Toqué la última parte de la canción… Y al final le dije:
- Antes… Creí que solo había siete notas musicales en la escala… Pero me equivoqué… Hay una nota más… La octava nota musical… Que eres tú…
Así, John terminó su relato… Su hija se quedó callada, más callada que nunca, luego ella lo abrazó.- Yo te quiero tanto como mi madre, siempre te querré tanto como ella… Quiero darte el cariño, que no te pudo dar…- Dijo con voz débil, estaba muy triste por el final, él también la abrazó y sonrió.- Sé que me lo das, pero tu madre está presente en cada una de las notas que suenan en el piano, en cada nota de cada canción.- Dijo John, entonces su hija lo miró y fue a por su flauta y se lo dio, este lo cogió.- Por favor… Quiero… Sentir a mi madre… Por favor.- Entonces John se puso la boquilla de la flauta en sus labios y empezó a tocar, era una hermosa canción, Marian cerró los ojos y sintió a su madre, su padre la observó y una lágrima recorrió su mejilla, le recordaba a Mileva… A la octava nota musical…
Esta historia empieza en un gran salón, en su interior había unos sillones, una gran mesa de madera marrón oscuro con sillas muy elegantes acorralándola, también una radio y una pequeña televisión, había una ventana cubierta por unas cortinas de terciopelo. En un sillón un hombre miraba la pantalla de la pequeña televisión, estaba hipnotizado, en las nubes, era robusto, vestía una camiseta y encima una chaqueta y unos pantalones marrones, con unos zapatos negros muy elegantes, sus ojos eran verdes y su pelo era negro, en la mano izquierda tenía una copa llena de vino, este se llamaba John, no había bebido aún. Junto a él una hermosa niña, tendría unos 8 o 9 años, sus ojos eran, al igual que los de su padre, verdes, su pelo era castaño, era de mediana estatura, esta observaba a su padre, tenía un vestido muy bonito, rosado y con un lazo en el pecho, la niña se llamaba Marian, solo el sonido de la televisión era la que perturbaba el silencio. Entonces Marian hablo.
- Papá, ¿cómo conociste a mamá?- Preguntó Marian.
El padre de repente reaccionó. Impresionado a la pregunta de su hija, luego él la miró, se encontró con los ojos de su hija, se quedaron así un rato, hasta que Marian habló de nuevo. – Papá… ¿Por qué mamá se fue?- Lo preguntó con voz ahogada, apenas tenía 3 años cuando su madre falleció, pero recordaba la hermosa cara de su madre y la echaba de menos… Entonces su padre miró al techo y luego de unos minutos habló. – Así que quieres saber como nos conocimos tu madre y yo, ¿eh?
- Sí… - Respondió Marian, entonces John sonrió, luego miró la copa, la niña también miró la copa, John mojó uno de sus dedos en el vino y luego empezó a recorrer con ese dedo el borde de su copa, un delicado y hermoso sonido se identificó, luego John miró de nuevo a su hija y empezó su relato:
- Pues… Tú sabes que la música es mi pasión, aunque trabaje en una oficina… Siempre me gustó más ser músico… Pero solo quería que esto fuera una afición, así disfrutaría más, al menos yo, tocaría para vosotras… Bueno… Muchas bandas sonoras, me contrataban, en esa época yo aceptaba los trabajos, por problemas económicos. Un día, estaba en la iglesia, practicando con el órgano, era muy hermoso aquel órgano, además su sonido era también muy hermoso, quedé hechizado por este y toqué bastante, después de unos minutos, bajé de donde estaba el órgano, fue entonces cuando ella me robó el corazón… Era tan hermosa… Sus ojos eran grises, su cabello castaño y le llegaba a la cintura… Iba vestida con un vestido blanco, en su pecho un lazo lucía muy hermoso, era similar a tu vestido… Pero el lazo que tenía ella era un poco más grande, en medio de aquel lazo, lucía un broche que tenía forma de rosa, de color blanco también, ella se quedó escuchando la melodía que tocaba en el órgano, después de unos minutos se percató que yo estaba observándola y se asustó, no sabía qué hacer, así que salió corriendo y yo fui tras ella, la alcancé y le sujeté de la muñeca.
- N-no se preocupe, no voy a hacerle daño…- Le dije; pero ella no me hizo caso, se deshizo de mi mano y se fue corriendo, pero se le cayó el broche, yo lo cogí y olí su aroma, era un aroma muy agradable, me hubiera quedado oliendo ese aroma todo el día, pero tenía que devolverle su broche, así que salí de la iglesia, pero no la vi, por lo tanto, entré de nuevo a la iglesia, y de nuevo me senté frente al órgano y antes de nada miré el broche, luego me lo guardé en un bolsillo y al final empecé a practicar de nuevo. Llegó la hora, yo toqué, todos estaban contentos con la melodía que toqué, pero yo seguía pensando en aquella chica y en el broche, luego de que no oí más ruido, bajé, creyendo que no habría nadie más, pero de nuevo me encontré con esa chica, estaba rezando frente al santo, la luz la iluminaba y parecía tener luz propia, luego abrió lentamente los ojos y se giro, me miró, en ese momento fui yo quién quería salir corriendo, pero no lo hice, saqué el broche y di un paso hacia delante, ella se disponía a retroceder, pero, antes de que retrocediera, yo fui quien, rápidamente, retrocediera.
- E-esto… Yo… Quería darle esto…- Le dije.
- G-gracias.- Respondió ella, su voz era angelical, pero yo fui hacia ella lentamente y extendí la mano, ella cogió su broche, pero también me rozó, noté su suave piel, yo retiré rápidamente la mano y me sonrojé, ella en cambio no, se puso el broche, yo la observaba, aún estaba sonrojado cuando le pregunté con timidez.
- ¿P-podría saber su nombre…?
Ella me miró y sonrió, luego contestó. – Mileva, me llamo Mileva.- Luego se fue, al pasar junto a mí olí de nuevo ese dulce aroma, también un escalofrío recorrió mi cuerpo… No sabía el por qué de ese escalofrío, pero me gustaba… Cuando ella estaba en la puerta de la iglesia yo la detuve. –D-disculpa… P-podríamos quedar… O-otro… Otro día… Si no le importa…- Luego me sonrojé y pensé que no debí haberle dicho eso tan rápido, era una estupidez…
Ella me miró y sonrió de nuevo.- Claro, ¿por qué no? Me gustaría escuchar de nuevo su música, si no es molestia.
- ¡No, no es molestia ninguna! ¡Para nada! Tocare para usted todas las veces que desee.- Dije yo, no pensaba en lo que decía, a ella le pareció gracioso y una risilla tímida se escuchó, luego habló- Oh, que amable por su parte, ¿podría saber su nombre yo también? -. Yo se lo dije, me acerqué a ella, aunque tímidamente, después la miré y le dije que quedaríamos en esa iglesia por la mañana, ella estuvo de acuerdo, a continuación se fue, me quedé observándola hasta que desapareció de mi vista, luego de unos minutos me fui a casa, no dormí, pensaba en Mileva.
Al siguiente día me fui a la iglesia, tal y como acordamos, esperé y esperé, estuve horas esperándola, pero no llegaba, justo cuando perdí las esperanzas de que ella apareciera, la vi, yo me acerqué a ella, cuando estuve cerca note que estaba sudando y respiraba fuertemente, yo la ayudé a que se sentara en un banco, luego de que ella recuperara el aliento me habló. –Siento la demora… Es que… Me quedé… Dormida…- Noté como se sonrojó, yo le sonreí.- No se preocupe, fui yo el que prepuso el tema de salir, es todo un honor que se haya molestado en venir.- Ella me miró y luego me sonrió, yo me sonrojé, así empecé a conocer a Mileva… Ese día tuvimos una agradable conversación, poco a poco nos conocíamos más y más, hasta que… Un día, sentí algo que nunca había sentido, un intenso amor por ella, no sabía como decírselo, pasaron los días, ella me notaba raro y se preocupaba, pero yo le dije que no pasaba nada, hasta que un día… No pude aguantar más y se lo dije, estábamos en un jardín, estaba lleno de flores, plantas… El parque tenía mucha vida, Mileva se quedó callada, sorprendida, no podía creerse lo que le había dicho, yo insistía.
- Yo… Te amo… Desde mucho tiempo… Desde el día que te conocí te amaba… Pero… Ahora te amo aún más y cada vez este amor es más y más fuerte, no puedo aguantar más… Tenía que decírtelo...- Cada vez estaba más y más rojo, hasta que ella también confesó su amor por mi… Nunca lo imaginaría… Ella enamorada de mí… Así pasamos los días juntos, hasta que… Una noche… La bese… Fue entonces cuando decidimos casarnos, yo estaba tan feliz… Todos los preparativos, días después, ya estaban listos, ese día… Fui tan feliz, al decir… “Sí, quiero” cuando ella lo dijo… Yo… Iba a brincar… Pero… No podría… Sería de mala educación, así que salimos de la iglesia, ella tiró el ramo y le cayó a una amiga, je, estaba que brincaba de alegría… Pero… Después de unos meses… Después de unos meses de felicidad… Ella… Enfermó… Su corazón… Enfermó… A ella le dolía mucho, cada dos por tres su corazón le hacía sufrir… Yo estaba desesperado… No podía hacer nada… Y eso me hacía sentir mal… Muy mal… Su dolencia duró mucho tiempo… Ya ni me acuerdo… Creo que unos meses… Pero… Luego… Misteriosamente dejaba de dolerle poco a poco… Cada día le dolía menos, hasta que parecía que se había recuperado, entonces le dieron el alta, nos fuimos, de nuevo estábamos muy contentos, desde ese momento disfrutamos de la vida al máximo, fuimos a muchos países, yo toqué para ella… Es más… Le dediqué una melodía… Ella decía que le encantaba… Que desde pequeña la oyó… Le dije que era de la “Escolanía del Real Monasterio” de San Lorenzo, y la canción “Nirvana”, ella entonces empezó a cantar la canción, cantaba muy bien, nunca olvidaré su voz… Así nos pasamos junto al piano horas incontables… Ella cerraba los ojos y escuchaba cada nota que sonaba en el piano, entonces naciste tú y yo te toqué la misma canción que la que le gustaba a tu madre… Pero… ella, un día, de repente… De nuevo su pecho empezaba a dolerle, llamé a urgencias, estos acudieron, afortunadamente ella no murió aún, yo la acompañé, su mano estaba entre las mías… Yo lloraba y lloraba… Pero ella me consolaba…
- No llores… Por favor, no quiero que llores por mí…- Me dijo, le vi su rostro, tenía dibujada una sonrisa y esa escena era… Era… Increíble, le hacía tremendamente bella… Más aún de lo que era… Ella siguió hablándome, como si nada… - Siento hacerte sufrir tanto… Seguro que es muy duro para ti… Pero parece que ya llegó mi hora…
- ¡No! ¡No puedes irte! ¡¿Y Marian?!- Le contesté con voz ahogada.
- Sé que la cuidarás y le darás todo el amor que necesita, eres un buen padre, podrás tocarle todas esas bellas melodías que me dedicabas, ella será muy feliz contigo, estoy segura.- Me dijo ella con firmeza.
- Pero… Te necesito… Te necesito más que a nada.- Le dije, entre sollozos.
- Yo estaré contigo, en cada nota que toques estaré yo.- Luego de esas palabras me sonrió, en cambio yo no estaba dispuesto a dejar que se fuera tan fácilmente.
- ¡No! ¡Por favor! ¡No te puedes ir! ¡Ella te necesita! ¡Marian te necesita!- Le dije entre sollozos, pero ella negó con la cabeza.
- Por favor… Sé que ella me necesita… Todo el mundo necesita una madre… Pero… Es inevitable… Pronto el hilo de mi vida se romperá, por favor, quiero que la cuides… Que le des todo el amor que yo no he podido darle… Sé que será difícil, pero… Lo conseguirás.- Ella seguía calmada, casi siempre se mantenía en calma en situaciones como esa… Pero yo sabía que en el fondo ella sufría mucho, pero no me lo quería transmitir… No quería que yo sufriera más…
Cada día yo le tocaba una parte de una de mis canciones… Y cada día… Ella… Se… Debilitaba… Pero ella decía que siguiera… Yo lloraba cada vez que ella se dormía… Así estuve meses y meses cuando tú no estabas… Ya que solo la viste una vez cuando ella estaba débil…
Y… Cuando tú cumpliste tres años… La luz de su vida… Se apagó… La melodía de su vida se cortó… Su corazón paró de latir… Después… En su entierro… Yo… No fui… Todos pensaron mal de mí… Pero… No podía… No podía verla… Aunque luego de que se fueran todos, fui capaz de presentarme en frente de ella… Tenía una flauta entre mis manos y empecé a tocarla…. Toqué la última parte de la canción… Y al final le dije:
- Antes… Creí que solo había siete notas musicales en la escala… Pero me equivoqué… Hay una nota más… La octava nota musical… Que eres tú…
Así, John terminó su relato… Su hija se quedó callada, más callada que nunca, luego ella lo abrazó.- Yo te quiero tanto como mi madre, siempre te querré tanto como ella… Quiero darte el cariño, que no te pudo dar…- Dijo con voz débil, estaba muy triste por el final, él también la abrazó y sonrió.- Sé que me lo das, pero tu madre está presente en cada una de las notas que suenan en el piano, en cada nota de cada canción.- Dijo John, entonces su hija lo miró y fue a por su flauta y se lo dio, este lo cogió.- Por favor… Quiero… Sentir a mi madre… Por favor.- Entonces John se puso la boquilla de la flauta en sus labios y empezó a tocar, era una hermosa canción, Marian cerró los ojos y sintió a su madre, su padre la observó y una lágrima recorrió su mejilla, le recordaba a Mileva… A la octava nota musical…
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me encanta super bien echa valeria de verdad casi me haces llorar
Muchas gracias ankira ^^, y lo de llorar no es para tanto XD!!!
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