Sheks en reinos humanos

Con la caída de la noche, decidí abrir las alas y volar un poco. Después de pasar el día agazapada entre los árboles cercanos al río Estid, en la frontera de Shia. Adentrarme en los reinos humanos había sido una mala idea, pero la curiosidad, como siempre, había sido más fuerte: echaba de menos observarlos, aunque me repugnen.

Me había limitado a observar, en ocasiones mentalmente, evitado que los grupos de humanos que rondaban la zona notasen mi presencia, la mayoría solo caminaban a lo largo del río, serían comerciantes. También pasaron algunos caballeros. Ellos y sus monturas apestaban, y aún así, ni siquiera habrían podido dañarme en una pelea abierta.

Nunca me han gustado los reinos humanos, sus habitantes son tan carentes de... todo. Primero, son sangrecalientes, pero eso no es lo peor: solo son capaces de ver la belleza cuando es tan obvia que no tiene ningún interés, son simples, destructores, malos dirigentes. Lo peorcito de Idhún.

Aún así... resultan interesantes. Son capaces de controlar el fuego, y yo no. Quizás hibridarme con el alma de uno de ellos no sería tan malo, necesito conseguir el fuego de algún modo. Puede que si los observo... Qué tontería, tratar con humanos es frustrante. Los feéricos por lo menos tienen conocimientos, conversación... ¿qué tienen los humanos?

Bato las alas, vuelo alto para que no puedan distinguirme desde el suelo. La brisa fresca me acaricia y me relajo escuchando el tintineo de mi cola de cascabel.

Un momento... ¿qué es eso? ¿hay otro shek por aquí? Qué extraño... Puedo sentirlo, pero hay algo extraño en ese ser. Decido esconder mis pensamientos y abrir una conexión superficial mediante la red shek.

- ¿Quién y qué diablos eres? - No hay respuesta, pero sé que escucha mi mensaje, estoy segura -. De acuerdo, juguemos a tu modo.

Planeando en círculos desciendo poco a poco, para ponerme a la vista de cualquiera que esté cerca o escondido entre los árboles. Vuelvo a abrir la conexión y le envío imágenes de mi situación. Al cerrar la comunicación, afino mis sentidos por si es necesario atacar, no sé quién diablos es y no me fio.

Había vuelto al río Estid, al norte. Me alejé del grupo tan extraño en el que iba a formar parte. Conocí a alguien como yo, pero no lo era exactamente.
¿Qué clase de ser que tuviera parte de shek estaría de parte de los sangrecaliente?, me preguntaba constantemente, ¿por qué relacionarse con ellos después de lo que nos hicieron?

No estaba solo en aquél lugar. Escondido debajo de las copas de los árboles cercanos al río Estid, me llegó un mensaje telepático de la red telepática de los sheks. No contesté.
Después de todo... no soy igual a los otros sheks, pensé, porque la venganza me dominará y me consumirá durante toda mi vida... ¿Qué me quedaría, aparte de morir al vengarme?

Una shek, la que me había mandado el mensaje telepático preguntándome qué diablos era, se posó en el suelo. En la llanura desprotegida, sin ningún refugio.

Volvió a abrir la comunicación y envió imágenes de dónde se encontraba.
¿Por qué lo hace?, me pregunté. Al terminar de ver aquéllas imágenes procedentes de la shek, yo le envié a su vez, imágenes de dónde me encontraba, pero no me digné a hablar. Escondido en el bosque.

¿Qué tipo de juego este?, pienso desesperada en la parte más profunda de mi mente. Vale que los sheks no somos exactamente amorosos ni dados a reunirnos, pero estando aquí, expuesta no supongo ningún tipo de amenaza para otro shek, a no ser... ¿un szish? Estoy cansada de tantas intrigas. Y si no soy capaz de diferenciar a un shek de un szish es que llevo demasiado tiempo aquí, entre sangrecalientes.

Recibo una imagen, la hierba, los arbustos, los árboles, llegan a mi con claridad, sin olvidar un solo detalle. Los Szish no son capaces de ser tan claros, son seres inferiores. Me concentro y creo mi alucinación recurrente, una feérica de pelo verde azulado y ojos violetas. Puedo visualizarla, como lo hará él, sea lo que sea. Si es un shek se dará cuenta del engaño y me acercaré, si no... veremos qué es capaz de intentar antes de morir.

La falsa feérica aparece desde uno de los lados que él no observa, se que me mira, y aunque no me lo ha dicho, puedo notar que esta... ¿extrañado? Puede ser. Hago que la feérica se adentre en el bosque, caminando despacio, yendo hacia la zona que me ha enviado mentalmente. Coloco el señuelo en un pequeño claro, pero no puedo concentrarme en los ojos de la alucinación que he creado, ya que si lo hago quedaré completamente expuesta ante una emboscada.

Envío un mensaje mental mientras hago que la alucinación mueva los labios. Modulo la voz que quiero que le llegue, una voz armoniosa, hecha para ser escuchada con los oidos, cantarina y dulce.

- ¿Quién eres, dónde estás?- dejo un ensayado silencio, antes de gritar - ¡Muéstrate!

La shek ya recibió mis imágenes. Sabía que la observaba y que, tal vez, yo fuese una amenaza aún teniendo parte de shek.

No se alegrará saber que no soy del todo un shek, pensé con mi humor oscuro, como tantos otros.
Pasa un rato sin que pase nada. Cinco minutos apenas. Ahora no oigo más que el propio sonido del bosque y las mentes de los animales nocturnos que por allí merodean.

Aunque no oyera nada, notaba una presencia. Una presencia extraña, con una fuerza de ser más extraña aún. Muy diferente a la de un ser racional inferior a un shek y un dragón, y mucho más de un animal.

Me inquietaba, pero seguía observando la misma dirección.
¿Qué pensará para tener que hacer lo que hace?, me pregunté y pensé, se arriesga a un ataque demasiado expuesto.

Al poco rato, una voz se escuchó cerca de mí. Miré a la derecha, luego de nuevo a la shek, después arriba para finalmente mirar a la izquierda, en un claro.

Una feérica hablaba, preguntando quién era y dónde estaba, pero había algo raro en ella. Notaba aquélla fuerza de nuevo, y lo más extraño era que, no notaba sus pensamientos. No podía leerle los pensamientos. Ahora, la feérica de cabello verde azulado y ojos violetas, pedía que me mostrase.
Una ilusión, comprendí.

Dejo a la feérica allí parada, no pasa nada. ¡Nada! Que ser más extraño. Sigue escondido y no ha movido un músculo. Estoy cansada de hacer el canelo aquí parada, se acabó. Destruyo la ilusión de la feérica, que se diluye en el aire.

Estiro las alas para después pegarlas mucho a mi cuerpo y muevo toda mi columna. Comienzo a reptar en amplios círculos antes de dirigirme hacia dentro del bosque. Despacio. Al menos entre tanta maleza un dragón no podría ni acercarse, y me siento más tranquila que expuesta en el descampado. No intento ser sigilosa, no me hace falta, y el otro ser tampoco intenta huir, al contrario que todos los animales del bosque, que huyen de mi en espantada. Supongo que notan que no estoy para chistes.

Vamos a descubrir de qué va esto. Me acerco al claro donde antes estaba la feérica, y comienzo a levantar mi cuerpo, mostrando mi grandeza. Sé donde está, pero aunque su esencia es parecida a la mía, sigue habiendo algo raro, y es demasiado pequeño para ser un shek. Hago un movimiento rápido y lo descubro entre la maleza. Me sorprendo al mirarlo, pero no exteriorizo mis sorpresa. Su esencia es como la mia, puedo sentirlo, olerlo, incluso oirlo. Pero en el interior de ese extraño cuerpo que contiene mi esencia, hay algo más, que se exterioriza en el cuerpo de ese ser. Le envío una imagen de una sonrisa ladeada en mi rostro, las serpientes no tenemos mucha movilidad en el rostro, y las sonrisas de este tipo, lucidas por otros seres, me resultan sumamente ilustrativas. Después vuelvo a abrir la conexión, y siseo:

- ¿Me dices quien eres o te lo saco a mordiscos?

Estaba en mi cuerpo humano, y aún así me gustaba más mi cuerpo shek, pero era más difícil de ocultar a la vista de los enemigos o de cualquier ser. No estaba claro si aquélla shek era amiga o enemiga -de hecho, nunca se puede estar seguro de todo con otras personalidades-.

Ella me ve a su manera. Sé que no espera a alguien o algo como yo. Después de todo: ¿cuántas veces se ve a un hibrido de shek? La hembra shek me manda una imagen de un rostro sonriendo y yo , a su vez, le dedico una media sonrisa, pero no una media sonrisa agradable.
Podrías intentarlo con los mordiscos, pero no te lo recomiendo, hablé por la conexión telepática, soy un shek, como tú.

No volví a hablar, ni a pensar, pero sí seguía con aquélla media sonrisa en el rostro.

- No eres un shek. Como mucho, eres un MEDIO- recalco la palabra - shek.

Enrosco mi cuerpo para conseguir acomodarme un poco. Lo miro. Híbrido de humano, sin duda. El pelo blanco no está mal, pero la piel un poco oscura... creo que pasa demasiado tiempo como humano, si no sería más pálido. Supongo que estará con su cuerpo humano para desplazarse mejor por aquella zona, pero al percibir cierto enfado por su parte decido intentar calmar las cosas. Quizás haya sido un poco borde antes... para su parte humana. Río de mi propia ocurrencia.

- En cualquier caso, no te preocupes. No soy parte de los sheks puristas, no voy a juzgarte, sea cual sea la razón por la que ahora eres un... humano. Seamos justos, un medio humano.

Sigue en silencio. Decido preguntar, para satisfacer mi curiosidad.

- ¿Tienes tu usshak por aquí o simplemente estás de paso?

La hembra de shek preguntaba si tenía mi usshak cerca. Mi corazón, representante en el mundo. No tenía y, aún así, no iba a contestarle a eso.

-Digamos que siempre estoy de paso-dije simplemente.

Ahora dejé de sonreír y mostré un rostro serio. Llevé la mano derecha a un collar en forma de media luna y estrella. Me daba fuerzas a seguir en mi oscuro y triste camino. El camino que acabará por destruirme a mí mismo

¿Qué hace una shek aquí, en los reinos de los humanos?, pregunté por la conexión telepática que manteníamos, los humanos nunca han sido considerados dignos para los sheks y menos interesantes.

- Si te persiguen, lo mejor es esconderte en el lugar donde nunca te buscarían, y mas si ese lugar se encuentra entre pequeños seres ingenuos a los que es sencillo ocultar tu presencia. Los humanos de dignos tienen más bien poco, pero yo si los encuentro interesantes, son un dulce chiste de la existencia. No me buscan por algo que haya hecho, pero ya sabes... estamos en la lista negra- río, pero el híbrido continúa con su rostro inexpresivo, agarrando un pequeño colgante.

Noto su determinación. Parece decidido a algo, pero a saber a qué. Decido no preguntar, todavía.

- En cualquier caso, lo que necesitas saber de mi es que mi nombre es Koralie. Y creo que llevo demasiado tiempo entre unos humanos que ya me aburren. Supongo que un poco de compañía más parecida a mí no me vendría mal. ¿Te diriges a algún sitio en especial?

La shek no se comportaba de una manera fría como esperaba de otros sheks. Mas bien, parecía dispuesta a tener la compañía de un medio shek como yo. Lo acababa de manifestar ella misma, y eso me hizo sonreír, pero me esforcé en no parecer demasiado emotivo.

No me puedo permitir sentir los sentimientos que hay en los demás sheks, o las demás criaturas, me dije mentalmente, no soy como ellos y nunca lo seré.

La hembra se presentó y acababa de manifestar de nuevo que no quería compañía como la daban los humanos. A decir verdad, muchos de ellos se llevan la palma.

En realidad busco a alguien... que no soy capaz de encontrar por mucho que me esfuerce-expliqué por la red, enfurecido al recordar detalles de mi vida pasada-. Pero he perdido su rastro, de nuevo. No tengo adónde dirigirme ahora mismo.

Pasé unos segundos callado y de nuevo volví a hablar, ahora en voz alta.
-¿Y tú adónde te diriges?-pregunté-. Me sorprendería mucho que un shek puro quisiese compartir camino con un híbrido.

Busca a alguien. ¿Novia, enemigo...? ¿A quien lo hibridó? Si me ofrezco a ayudar un poco quizás le saque alguna, pero este híbrido nos conoce bien a los sheks puros, no puede parecer demasiado evidente.

- Siempre he vivido sin rumbo, y no me ha ido mal, así que no tengo ningún sitio. Estoy cansada de estar en este lugar. Normalmente me dirijo hacia el lado contrario de donde sopla el viento, me mantiene en forma, para posibles ataques. Eso sí, no pienso ir arrastrándome por ahí, a los sitios se llega antes volando. ¿Dónde le perdiste la pista a quien buscas?


*Off-rol: creo que se nos va a unir Eissen

¿No has vivido con un rumbo fijo?, le pregunté mentalmente, hay pocos que se comporten de ésa manera.

Tal vez, me hubiese excedido cuando dejé salir mi furia que siempre intento controlar. Dejé de acariciar mi collar y me crucé de brazos, llevando mi mano derecha a mi barbilla.

Aún tengo mucho que demostrar para ser un buen shek, pensé para mí mismo, y ésto de estar en compañía no es para mí. Me quedo consumido por la rabia y venganza que no habrá nada más...
Me quedé ensimismado con mis pensamientos, que olvidé por un momento que estaba en compañía de la hembra shek y se me olvidé algo más...

Yo soy Sai'el, me presenté por la conexión.



OFF-ROL:Aún podemos ser algunas más, así que no hay problema por si se une

- No soy una shek purista, ya te lo he dicho, Sai'el. Y parece que he atraído a alguien más, y no se si es purista o no. Aún se encuentra algo lejos de aquí, pero debo contestarle y no tardará mucho en llegar. Se supone que no debo decirte nada, pero bueno, a ti te encontré primero. No sé si quieres o no que te vea, en cualquier caso, debes transformarte en shek. Deja ese minicuerpo y estira las alas. Si quieres que nos pierda podremos viajar para que no nos alcance, pero quizás te atrevas a conocerlo.

"Debo contestar", me río de mi propia ocurrencia. Nada me obliga a dar mi localización a otro shek, pero noto algo extraño en su esencia, algo de lo que se ha nutrido, algo que nunca había notado antes. Algo tan diferente a toda la magia de Idhún que tengo curiosidad. Si perdemos al pobre híbrido será una lástima, pero quizás pueda divertirme un rato.

Abro la conexión superficial con el shek que me busca despues de pedir al híbrido que ponga la mente en blanco para que escuche sin que el otro shek lo perciba.

- Estoy en el bosque, cerca del río- le envío las imágenes de la zona que he visto antes, al alzar el vuelo-. Me acompaña Sai'el - cierro la conexión con el híbrido pero la dejo abierta con el otro shek y termino la frase-: mi nueva mascota.

Cortó la conexión.

Alguien más se acercaba, alguien más que no me respetaría, alguien quien despreciaría lo que soy... por ser un híbrido, un experimento llevado a cabo por los mismos humanos..., pensé, ... y me da igual, recibirán mi odio y mi desprecio como a enemigos que serán.

Sin decir nada más, dejé atrás mis pensamientos y mi cuerpo humano, para dar paso a mi otro cuerpo, la verdadera parte de mi ser. La parte que yo más apreciaba.
Ya no era humano, ahora mismo estaba en mi cuerpo de shek. Tenía las alas desplegadas y las plegué de nuevo, al tenerlas desplegadas, seguramente la shek habría visto el desgarrón de la membrana de una de mis alas.
Siseé, molesto. Sabía que aquél desconocido mantenía una comunicación con la hembra en la que yo no tomaba parte y que tendría que tener cuidado, aunque ambos fueran de mi "raza".
Veremos cómo se da a conocer, pensé dejando que la hembra lo oyese.

Freno mi cuerpo antes de adoptar una postura protectora sobre Sai'el, sería demasiado extraño tener esa actitud. No pienso que no pudiera defenderse, pero puedo notar curiosidad hacia él en Eissen y yo lo he encontrado primero.

Observo el resplandor del cuerpo plateado de Eissen y bato mi cola para que pueda oir mi cascabel. No es el único con un rasgo especial aquí, y quiero que quede claro. Repaso las imágenes que nos ha enviado. Ha dado un buen rodeo para llegar aquí desde Nanhai y eso solo puede significar dos cosas: o no conoce el terrero porque no es de por aquí o estaba observando a los humanos. "Sea lo que sea, vaya tres", pienso para mi.

Había dicho "humanos". Simplemente lo había dicho. Sin desprecio, sin rencor, sin escupir la palabra. Eso también era algo extraño.

- Él es Sai'el. Nos hemos cruzado en el camino, pero puede que continuemos juntos, sabe algunas cosas que podría enseñarme. Nosotros tambien estamos "de paso" en esta zona.

"Tiene que haber notado algo raro en Sai'el. Pero o no tiene de idea de dónde procede esa rareza, o no le importa" medito.

Recuerdo el desgarro en el ala de Sai'el. Para cualquier otro ser, significaría que aunque dañado, salió victorioso de una batalla. Para un shek, solo significa un punto débil. Le sacaré qué sucedió, pero este no es el momento.

Miro a los dos sheks alternativamente, esperando que alguno tome la iniciativa.

El recién llegado dijo que no conocía a nadie con mi nombre. No era extraño, después de todo, nunca he tenido un gran trato con alguien como para ser conocido por los demás; una de mis ventajas.

Repté hacia Eissen, el otro shek, puse mi cabeza a su altura y siseé, tranquilo. No mostré ningún tipo de agresividad como antes de que él llegase.

Pocos saben de mi existencia, no me extraña que no sepas nada de mí, le dije abriendo una conexión entre los que estábamos allí. Así que la hembra, Koralie, también podía oír.

Me cansé de estar tan alzado, así que, bajé la altura de mi cabeza a como había estado al principio, ni demasiado alta ni demasiado baja.

No vivo con los humanos y nunca viviría con ellos, manifesté hablando de nuevo por la red que nos unía, ...pero he de buscar a alguien que se esconde de una manera imposible entre ellos.

Me moví de nuevo e hice que mi cuerpo reptara hasta el límite donde empezaban los árboles. Alejándome de ellos y sumergiéndome entre los anillos de mi cola, apoyando mi cabeza en ella y siseando.

- Me parece una tontería presentarme ante alguien que me busca porque "ha oído hablar de mí"- le hice burla mientras repetía sus palabras, contestando de forma privada a su mensaje. El concepto "burla" no es utilizado por los sheks, pero era una de esas cosas humanas que siempre me había hecho gracia-. Pero si lo que quieres es un nombre, me llamo Koralie. Sai'el es la unión entre dos mundos enfrentados, siempre se puede aprender mucho de alguien así.

Decidí no ser demasiado explicita en cuanto a la naturaleza de Sai'el, al fin y al cabo era cosa suya, y si un shek no era capaz de descubrirlo por si mismo, tampoco debería saberlo. Todos se habían acomodado, Sai'el mantenía accesible la parte superficial de su mente, pero el resto lo había cerrado en banda. Utilicé mis ojos, el híbrido parecía ensimismado o turbado, mientras que Eissen destilaba en sus pulsos telepáticos curiosidad.

Subí a uno de los grandes árboles que nos rodeaban lentamente, y me acomodé dejando colgar mi cuerpo enroscado entre sus ramas, en una posición desde la que podía ver a ambos.

Continúo con la conversación privada con Eissen.

- Has dicho que estas de paso... ¿De paso hacia dónde?

Los dos mantenían una charla privada de la que yo no formaba parte. Me daba igual. Porque volvieron recuerdos de mi pasado. De cómo un dragón destruyó el nido en el que nací yo y mis hermanos. Donde mis padres murieron a su vez.

El odio acabará consumiéndome, al igual que el rencor..., pensé y siseando, molesto.

-¿Cómo se esconde?, repetí la pregunta de Eissen por la conexión-. Es muy sencillo. Utiliza a los humanos como sirvientes y ellos le esconden. No es un dragón cualquiera...

No seguí la frase. No quería dar demasiados detalles a alguien que apenas conozco, y que, seguramente, me despreciaría por no ser un shek puro.
-De todas maneras, ahora no tengo dónde buscar ni dónde dirigirme-hablé de nuevo por la red.

Miro a los dos machos mientras intercambian algunas palabras, acomodada entre las ramas. Nunca he creído que el suelo sea un lugar digno para nosotros, los sheks. Sai'el busca a un dragón, uno que se esconde entre humanos. Un dragón no es algo fácil de esconder. Después de que Eissen hable, pidiendo a Sai'el que le muestre su cuerpo humano, me meto en la conversación.

- Un dragón que necesita protección es un chiste. Una de dos Sai'el, o es un dragón de los legendarios visionarios, o es alguien como tú, no le encuentro más sentido. En cualquier caso, me niego a admitir que un dragón pueda burlar a un shek, y menos ahora que somos tres. Cuéntanos algo más de él, quizás si nos dirigimos hacia donde le perdiste el rastro podamos recuperarlo o rastrearlo.

"Porque ya estoy cansada de esta reunioncita en mitad del bosque", pienso.

No menciono lo de la educación, pero no me deja tranquila que haya oido hablar de mí, y tampoco entiendo su interés por conocerme. Al fin y al cabo, no soy de las mas apreciadas, y en ello influye que no me resigne a aceptar que los shek deben huir y esconderse para sobrevivir, como auténticas ratas. Quien le haya hablado de mi, posiblemente, no lo haya hecho bien al no tenerme en alta estima.

Sai'el permanece en silencio. Fijo mi vista en él, deseando oir sus respuestas.

Eissen "pidió" que manifestase mi otro cuerpo. No iba a darle ése gusto. Por encima de todo, quién cuenta solamente soy yo. Por ello no estoy ligado del todo a la red telepática shek, por ello no hago caso de los más ancianos.
Solamente importa mi deseo de venganza y acabar con todo, pensé irritado y siseando molesto.

-No voy a manifestar mi otro cuerpo, Eissen-le dije a él, pero a Koralie le dejaba escuchar, porque no había nada que esconder-. ¿Para qué quieres que te enseñe mi otro cuerpo? ¿Para despreciar lo que soy? ¿Para decirme que no soy como vosotros?...

Dejé de hacer preguntas que estaban cargadas de furia, y la cual seguramente tendrían las respuestas que ya tenía pensadas.

No le miré más y dediqué mi mirada a Koralie.
-Sí, es como... yo, como tú dices, pero yo no maté a los que alguien quería y que ya no estarán porque no si quiera pude conocerlos...

Siseé molesto, y dejé de hablar por la red. Hasta que cerré los ojos para no tener que mirar a ninguno de mis acompañantes. Les mostré la imagen de un dragón rojo, en las cavernas de Umadhun, siendo yo una cría, destrozando y matando a los que fueron mi familia.