Sheks en reinos humanos

- Creo que si Sai'el no quiere, deberías dejarlo tranquilo. Lo hará cuando quiera hacerlo. - contesto mientras voy desenrredando mi cuerpo bajando hacia el suelo. Me gusta la idea de que el híbrido no comparta con Eissen algo que yo si conozco. Me acerco a ellos lentamente-. Quizás tú seas un descastado que no aprecia a su familia, en cualquier caso yo puedo comprender lo que él siente, y si algo mezcla venganza y dragones puede contar conmigo- siseo mediante la red que compartimos los tres.

Recuerdo el cadáver de mi padre ardiendo, mis hermanos muertos, mi madre herida abandonándome y culpándome de todo. Lo mantengo en un nivel privado de mi mente, he revivido tantas veces aquellos momentos que ya parece que no dañan mi orgullo, pero si lo hace.

Puedo notar la enemistad entre ambos shek, quizás se deba a la proximidad física, tal vez a que son machos casi adultos y en el fondo existe una rivalidad natural entre ellos, más débil que la que tenemos contra los sangrecalientes, pero una rivalidad al fin y al cabo. Que se las apañen como puedan.

- Yo voto por rastrear a ese dragón, con la peste que desprenden y el revuelo que generan entre los seres inferiores no tendría que ser difícil dar con él.

La hembra, Koralie, se ofreció para unirse en mi caza contra el dragón, el cual solamente llegué a ver siendo una cría. Pero no podía aceptar ahora algo así. No era por desprecio a la ayuda ofrecida, pero era algo que por ahora debía hacer yo solo. En cambio, sí podíamos hacer otras cosas: yo, Eissen y Koralie.

-Perdí su pista en Shia, y hay solamente vagos rumores-dije hablando por la red que nos unía a los tres-. No queda nadie que tenga recuerdos o que haya tenido alguna relación con él...

Abrí los ojos, contemplándolos a los dos.
No voy a involucrarlos en mi misión, pensé para mí mismo. Salí de entre mis anillos, y repté acercándome a ellos, pero no lo bastante cerca como para notar su respiración.
-Habrá muchas cosas que se pueda hacer y...-hablé por la red, de nuevo- seguramente, vayamos adonde vayamos, encontremos algún enemigo, tal vez, al que yo estoy buscando...

Sai'el quiere derrotar a su dragón solo, y eso le honra. Eissen prefiere ir a buscar a un unicornio, nunca he visto uno y no sé si son tan bellos como dicen, o solamente se trata de una leyenda, un mito. Me apetece, y he de admitirlo.

- Prefiero estar entre humanos a estar entre sheks que han olvidado su lugar en el mundo y se esconden en lugar de pelear. Estuvimos demasiado tiempo en Umadhún como para ahora, que tenemos un mundo bello del que disfrutar, escondernos en el anillo de hielo. Puede que conlleve sus riesgos, pero merece la pena, y eso es lo que la élite de nuestra raza ha olvidado por completo.

Vuelvo a observarlos tras contestar a la provocación de Eissen en un tono neutro. Es cierto que no comparto la actitud general de mi raza, pero he aprendido a vivir con ello. Sé, por otra parte, que mi vida es mía y puedo utilizar mi tiempo como deseé.

- Los humanos son seres interesantes, aunque algo molestos cuando están cerca. Aún así, no son mis inferiores favoritos y no considero que esté acostumbrada a estar rodeada de ellos- zanjo el tema-. No me importaría visitar el hogar el hogar de los unicornios, de todos modos, no queda demasiado lejos. Si comenzamos a volar ahora, creo que podremos llegar al bosque antes del amanecer.

El bosque de los unicornios, me dije a mí mismo, nunca he pasado muy cerca del hogar de los unicornios, del lugar en el que reinaba nuestra raza...

-No estaría mal visitar el hogar de la magia-manifesté por la red telepática-. Iría con vosotros y poder disfrutar de la belleza de ése bosque.

Repté un poco más hacia ellos, interesado por la idea y por la imagen que tendría en mi memoria.
Poca belleza ha habido en mi vida..., pensé con furia, ... aprovecharé éste viaje para disfrutar de ésta experiencia... para luego seguir con mi caza.

Miré primero a Eissen, luego a Koralie, y una vez más, sucesivamente.
-Yo acepto ir-anuncié por la red, con la imagen de una sonrisa.

Me pongo a la cabeza de los sheks, al fin y al cabo creo que soy la que mejor conoce la zona. Sai'el pasa demasiado tiempo en su cuerpo humano para conocer bien los cielos y tal y como ha dicho Eissen, no es de aquí. Al adelantarme noto cierto recelo en Eissen, por lo que explico:

- No es la primera vez que viajo hacia Drackwen, conozco bien el camino- y les envío algunas imágenes de la ruta que tengo pensada, como gesto amistoso ya que viajaremos los tres juntos. Algo que puede considerarse insólito.

No percibo ninguna amenaza en los cielos, solo nosotros tres volamos sobre la zona, y siempre es agradable. Decido compartir algo de lo que he aprendido de los humanos con Eissen.

- La cautela es una virtud, siempre que no se convierta en miedo, y hay muchos, también entre los nuestros, que confunden ambos términos. Si te encuentras cerca del anillo de hielo, por ejemplo, o rondando la puerta que lleva a Umadhún debes de ser cauto, los sangrecalientes que están por la zona esperan encontrar sheks, y muchos incluso nos buscan para matarnos, y por eso se encuentran allí. Sin embargo, si te encuentran en un lugar que no esperan... los seres inferiores solo se asustarán y huirán despavoridos. Además, nosotros podemos detectarlos antes de que se acerquen, y ellos no saben ver las señales de nuestra presencia porque, simplemente, no esperan encontrarnos tan cerca de ellos. Los dragones son otra historia, pero nunca deberíamos olvidar que ellos y nosotros estamos al mismo nivel. Un dragón puede matar a un shek, pero también puede suceder a la inversa.

Sai'el continúa callado, pero nos escucha desde un poco más atrás. Miro hacia abajo y veo el río Estid, sobrevolándolo hacia su nacimiento y atravesando la cordillera de Nandelt, llegaremos pronto a nuestro destino.

- Eissen... has dicho que no eres de aquí. ¿De dónde eres entonces?

Escuchaba atentamente la conversación entre Koralie y Eissen. Aunque yo iba algo más atrasado -cosa que no me molestaba-, presté atención a lo que llegó a preguntarle Koralie a nuestro compañero.

¿No es de idhún?, me pregunté, ¿de dónde puede proceder?

Batí mis alas y me situé a una menor altura, poniéndome debajo de ellos. Estábamos como estábamos, parecíamos un triángulo y éso, sin saber cómo, me hizo gracia.

-¿Cuántos mundos pensáis que puede haber con las hermosas lunas de Idhún?- les pregunté por la red.
Antes de que me dieran una respuesta, volví a dirigirme a ellos:
-Las únicas cosas que veo más bellas en éste mundo, son sus noches, el brillo de las lunas iluminando mis escamas y la dulce brisa...

Un maldito dragón se acerca dispuesto a atacarnos. En un solo segundo puedo observar sus cuernos torneados y sus escamas azules, no tan distintas a las de mi cresta. Aleteo fuerte para elevarme en el aire y por un instante pego las alas a mi cuerpo, intentando mostrar menor superficie que el dragón pueda atacar.

El dragón se lanza a por Eissen sin dudarlo, lanza una llamarada que él esquiva. Puedo notar la alteración en la mente de mis compañeros, pero también sus ganas de destrozar al enorme sangrecaliente, nacidas en un instinto que es tan propio de nuestra raza como lo es esconderse de los seres inferiores para los unicornios. Unas ganas que yo siento del mismo modo.

Abro un canal de comunicación algo más intenso, para que Eissen y Sai'el puedan anticipar mis movimientos e incluso ver lo que yo veo si lo desean. Somos tres contra uno, pero un shek terrestre, un híbido y yo, que desde que mataron a mi padre y mis hermanos he conseguido no toparme con ningún dragón no somos exactamente los peores enemigos que el sangrecaliente pudiera encontrarse.

Debemos colaborar para acabar con él, decido adelantarme, y en cuanto el dragón se da cuenta de que Eissen ha esquivado su ataque, me tiro en picado sobre él para intentar ceñirlo con un abrazo que tendrá poco de cariñoso.

Spoiler:

Eissen fue el primero en ver al dragón de escamas azuladas y esquivó una de sus llamaradas. La conexión entre los tres aún seguía abierta, y se notaba la tensión de nuestros cuerpos al saber que tendríamos un obstáculo antes de poder llegar a nuestro destino.

El dragón perseguía a Eissen y Koralie se lanzó sobre el cuerpo azulado del enemigo, para darle uno de nuestros abrazos letales.

Aún no había reaccionado ante el enemigo, y solamente me puse a sisear con furia. Estaba por debajo del dragón y mis compañeros varios metros más arriba. El triángulo se rompió.

Ya es hora de que éste pruebe un regalo de los sheks, pensé. Imaginando lo que quería hacer.

Así que batí las alas con fuerza, para alcanzar al dragón por la espalda y morderle en el lomo. No supe cómo se lo hizo, pero el dragón batió sus alas con mas fuerza de lo que yo podría, pues una de mis alas tenía parte de la membrana resquebrajada y en vez de morderle el lomo, mordí el aire.

Spoiler:

Noto el dolor de Eissen, la furia que ha desatado en Sai'el y en mi que el dragón nos haya esquivado cuando le hemos atacado, y unido a todo eso, la llamada del instinto. "Es la hora de trabajar en equipo, como en las antiguas guerras." pienso.

Una idea cruza mi cabeza, como un rayo. Solo dura un instante. Los dragones tienen escamas, como nosotros. Lo diferente está en su interior, no en la superficie. Comprendo entonces que mi idea de congelar la membrana de sus alas, su parte más fina y aparentemente vulnerable, solo lo dañará superficialmente. Y quiero herirlo para que mis compañeros puedan atacar.

Envío un mensaje a mis compañeros mediante la red que nos une.

- Voy a congelar su ala derecha en la zona que se une con el cuerpo, allí no tiene escamas y podré dañarlo más. Aprovechad y atacad.

Me acerco e intentando confundir al dragón con mi poder mental, comienzo a helar la unión de su ala con el cuerpo. No funciona, consigue moverse lo suficientemente rápido para esquivar mi ataque. Aún así apremio a mis compañeros, necesito unos instantes para recuperarme del gran esfuerzo que he hecho. "Al menos lo estamos cansando", pienso.

- Ahora esta distraido, aprovechadlo.

Spoiler:

Mi ataque falló, Koralie ya tenía su objetivo claro y Eissen había resultado ser alcanzado por el dragón azulado.

El dolor que sintió en sus carnes Eissen, fue sentido por Koralie y por mí. Éso nos afectó de una manera a los dos, como si el dolor de Eissen fuese nuestro. La hembra intentó congelar la parte débil de una de las alas del maldito dragón. Ése tipo de ataque puede llegar a perder la concentración e incluso a cansarnos momentáneamente.

Mi mordisco no fue efectivo, y el dragón, aún estar poseído por el odio ancestral contra mi raza, se defendía como alguien que no está perdiendo el control.

El enemigo iba aún a por Eissen. Así que batí mis alas rápidamente para alcanzar al dragón por detrás, otra vez. Cuando estuvo casi a mi alcance, intenté darle un gran golpe con mi cola, pero el dragón fue más rápido que yo y siguió su contienda contra Eissen, poniéndose fuera de mi alcance.

Spoiler:

Siento lo que sienten mis compañeros, sé que ellos sienten todo lo que siento yo. "Se acabó el descanso" pienso para mi gracias al ataque eficaz de Eissen. La mezcla de temor, pero también las ganas de acabar con aquel dragón. Somos tres, pero a la vez, somos uno. Y como tal debemos atacar.

La tensión del enfrentamiento unido al siniestro placer que produce saber que luchamos como iguales contra un animal al que odio pero que he de admitir magnífico recorre, junto con mi sangre fría, cada una de mis venas.

Coloco mi cuerpo en una postura cómoda en el aire, esta vez estaré lista para reaccionar a tiempo si el dragón se mueve. Vuelvo a intentar congelar la parte más débil del ala, y esta vez no fallo. El dragón ruge, y yo, si pudiera, sonreiría.

Spoiler:

Seguía descendiendo, pero el dragón lanzó su fuego contra mí. El que llegué a sentir en mis propias escamas y chillé por el dolor.

Mientras, seguía cayendo en el vacío, pues dejé de batir mis alas. Las plegué junto a mi cuerpo y seguí dejándome caer. Hasta que decidí, por fin, desplegar mis alas y batirlas, dejándome llevar por la corriente de aire.

Ahora estaba lo bastante lejos, aunque a mi parecer era demasiado poco, e hice un un giro sobre mí mismo. Encarando al dragón, e intentado darle con mi cola en su hocico, antes de que pudiera escupir fuego de nuevo.

Pero el dragón fue más rápido y no tuve el espacio, ni el tiempo para poder llevar a cabo mi ataque.

Spoiler:

No contesto, pero mediante la red shek dejo que sientan, al igual que yo, cómo me lanzo hacia su cuello. Abro mis fauces, sintiendo cómo el aire acaricia mis colmillos y mi paladar, necesito traspasar sus escamas, desgarrar su carne y saborear su sangre. El dragón cae a gran velocidad, boca arriba, aleteando inutilmente con su ala sana. Pero ya es tarde.

Pego mis alas al cuerpo y me lanzo en picado sobre él, por un momento puedo mirarlo a los ojos, y soy capaz de transmitirle lo que vendrá después. Clavo los colmillos en su yugular, frenando por un instante su caida, y el dragón emite un último gruñido, sordo, antes de aceptar que ya está muerto.

Noto la excitación de Eissen y Sai'el. Los animo enviándoles un mensaje por la red.

- Vamos, tenéis que probar esto.

Pero el dragón ha muerto, y he sido yo quien lo ha rematado. Puede que después de todo, no seamos un equipo tan disparatado.

Spoiler:

La excitación que sentía era igual de mayor que como me sentiría a cuando yo alcanzase a cazar a mi enemigo jurado.

El dragón caía y ya habíamos acabado con él, pero aún así, yo no recibí mi parte de la sangre del dragón. Plegué las alas para descender más rápidamente, y poder morder el cadáver del escamoso azulado.

-Es hora de darte mi último regalo, aunque no puedas apreciarlo-dije por la red, con la imagen de una sonrisa de tiburón, enseñando los dientes.

Cuando llegué al cadáver que estaba a unos pocos metros del suelo, abrí mi boca y mordí, con fuerza una de las patas del dragón.

Ya cayó, inerte, y decidí darle un golpe con mi cuerpo. Como venganza por haber sufrido su odiado fuego.

Tras la pequeña reprimenda de Eissen a Sai'el, todo queda en silencio. A pesar de las duras palabras del shek terrestre, la red no transmitía enfado, y pronto nos relajamos. Cuando la esencia del dragón se desvaneció junto a su último estertor, el instinto asesino que despierta en nuestra raza se apagó, para dar paso a nuestra naturaleza paciente y sosegada. Había disfrutado de la pelea, pero también me gustó regresar a un estado de calma.

Entonces veo el lugar donde se cruza la Cordillera de Nandelt con los Picos de Fuego, y me doy cuenta de que no es tan extraño que aquel dragón rondase la zona, al fin y al cabo, ¿qué dragón no se sentiría a gusto entre ríos de lava?. Pero allí se encuentra también la puerta a Umadhún, y es muy posible que aquel joven dragón azul rondase la puerta para ir en busca de algunos nidos. Freno los recuerdos que se agolpan en mi mente, recuerdos de una llamarada devastando el cuerpo de mi padre, y los sustituyo por una pequeña alegría provocada por la muerte del dragón.

Decido explicar a mis compañeros un poco nuestra ubicación.

- Ese cruce de cadenas montañosas marca el límite de Celestia, el amplio territorio que se extiende hacia el este. La cordillera paralela al norte, es la de Nandelt, protege los reinos humanos por su parte sur. La que la cruza de norte a sur son los Picos de Fuego, pero no los sobrevolaremos, porque esa extensión de bosque que se extiende hasta la costa es Alis Lithban, el bosque de los unicornios. Sé que habéis sufrido heridas, pero no estamos lejos de los primeros árboles, si podéis aguantar hasta allí estaremos más seguros. Aunque si preferís parar ahora, seguro que entre estas montañas podremos encontrar alguna cueva. La decisión es vuestra.

Bato mis alas y dejo ondular mi cuerpo en el aire. La luz del este avisa de que pronto amanecerá.

Me alegré de lo que hice al dragón, aunque estuviera muerto y no lo hubiera notado. Me daba igual y no me avergonzaba. Lo que no me gustó fue la reprimenda de Eissen, y siseé algo irritado.

Volví a ascender, batiendo las alas y dejando que mi cuerpo se dejase llevar por el viento.

Las lunas..., dije admirado a todos, son hermosas.

Olvidé la reprimenda y llegué a situarme algo más atrás de Koralie y Eissen. Así podía observarlos a los dos. Era una parte de mi ser que jamás podría expulsar. Mientras los observaba, también los estudiaba. No solamente sus movimientos, sino su forma de comportarse.

Koralie habló por la red que nos unía y describió la zona que sobrevolábamos. Ofreció de parar si alguno de nosotros lo quería, pero yo ya deseaba llegar a ése bosque y observar, de verdad, si es bello como dicen.
-Continuemos-transmití.