Combate abierto - Aisha (combate libre)
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Combate abierto - Aisha (combate libre)
Mis pasos eran silenciosos y ligeros; cuando llegué a un árbol cualquiera me detuve, me senté, cerré los ojos y descansé un poco. Siempre alerta.
La luz del atardecer bañaba todo el lugar.
Era increíble pensar que en un lugar donde se luchaba día y noche pudiese llegar a haber tanta tranquilidad. Aún así, agradecí la paz que reinaba. Después del largo viaje que había hecho estaba deseosa de tener un respiro. Aunque mi cabeza me decía que debía descansar, mi cuerpo estaba al cien por cien. Tenía ganas de entablar un duelo amistoso. Nunca había peleado contra alguien fuera de la Academia de Nurgón, solo me había defendido de rufianes y ladrones que me había encontrado por el camino, pero nunca en un duelo “verdadero”.
El viento era suave y mi pelo se ondeó un poco al recibirlo.
Estaba un poco temerosa pero al mismo tiempo ilusionada. Hacía ya algún tiempo que tenía ganas de luchar contra alguien, no es quisiera hacerle daño ni nada por el estilo, solo quería probarme a mí misma, quería volver a empuñar mi espada y sentir aquella extraña sensación que tenía en los combates de prácticas que hacía en Nurgón. Solo quería eso, aparte de que no quería perder práctica con la espada.
De pronto, sentí a alguien cerca de mí. Mi instinto o mi cabeza, o lo que quisiera que fuera, me decía que alguien se aproximaba. Abrí los ojos y vi a una silueta unos cuantos árboles más allá. No podía distinguir como era, pero estaba segura de que venía a luchar contra mí.
La luz del atardecer bañaba todo el lugar.
Era increíble pensar que en un lugar donde se luchaba día y noche pudiese llegar a haber tanta tranquilidad. Aún así, agradecí la paz que reinaba. Después del largo viaje que había hecho estaba deseosa de tener un respiro. Aunque mi cabeza me decía que debía descansar, mi cuerpo estaba al cien por cien. Tenía ganas de entablar un duelo amistoso. Nunca había peleado contra alguien fuera de la Academia de Nurgón, solo me había defendido de rufianes y ladrones que me había encontrado por el camino, pero nunca en un duelo “verdadero”.
El viento era suave y mi pelo se ondeó un poco al recibirlo.
Estaba un poco temerosa pero al mismo tiempo ilusionada. Hacía ya algún tiempo que tenía ganas de luchar contra alguien, no es quisiera hacerle daño ni nada por el estilo, solo quería probarme a mí misma, quería volver a empuñar mi espada y sentir aquella extraña sensación que tenía en los combates de prácticas que hacía en Nurgón. Solo quería eso, aparte de que no quería perder práctica con la espada.
De pronto, sentí a alguien cerca de mí. Mi instinto o mi cabeza, o lo que quisiera que fuera, me decía que alguien se aproximaba. Abrí los ojos y vi a una silueta unos cuantos árboles más allá. No podía distinguir como era, pero estaba segura de que venía a luchar contra mí.
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Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Me acerqué a una zona donde reinaba el silencio. Mucho silencio. Eso solo quería decir que había un humano (o cualquier persona de otra raza) en las inmediaciones; de otro modo, lo animales que quedaran por los alrededores no contendrían de ese modo el aliento, guardando silencio.
Sea quien sea, pensé, si está en este lugar busca lo mismo que yo. Probar mis fuerzas, entrenar, desahogarse, o puede que todo a la vez.
Divisé sentada en un árbol a una muchacha. Me miraba.
Me acerqué un tanto más y saludé con la mano, en señal amistosa.
-Saludos. Supongo que estarás aquí para combatir. ¿Aceptas mi desafío?
Esperé a que la chica contestara, aunque sabía de antemano cual iba a ser la respuesta. Con la mano en la empuñadura de mi espada de madera, tan afilada como cualquier arma de metal, respiré hondo, comenzando a mentalizarme para la batalla.
Sea quien sea, pensé, si está en este lugar busca lo mismo que yo. Probar mis fuerzas, entrenar, desahogarse, o puede que todo a la vez.
Divisé sentada en un árbol a una muchacha. Me miraba.
Me acerqué un tanto más y saludé con la mano, en señal amistosa.
-Saludos. Supongo que estarás aquí para combatir. ¿Aceptas mi desafío?
Esperé a que la chica contestara, aunque sabía de antemano cual iba a ser la respuesta. Con la mano en la empuñadura de mi espada de madera, tan afilada como cualquier arma de metal, respiré hondo, comenzando a mentalizarme para la batalla.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
La silueta, poco a poco, se fue acercando a mí. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pude ver que era un feerico. Me saludó con la mano.
-Saludos. Supongo que estarás aquí para combatir. ¿Aceptas mi desafío?
Yo, al igual que él, conocía la respuesta. Me levanté con tranquilidad e intenté entablar una conversación. Quería conocerle un poco más, nada especial, pero no me gustaba atacar a las personas sin ni siquiera saber como se llamaban:
- Sí, lo acepto – respondí con firmeza, pero al mismo tiempo con serenidad y una cierta dulzura.
Algo en mi mente me hizo recordar las habilidades y los defectos de los feericos.
- Nurgón… - pensé con un poco de fastidio.
Aún sin querer, mis pensamientos vagaron por mi mente:
La magia que influye por ellos tiene que ver con la naturaleza. Son capaces de crear vida donde no la hay, haciendo crecer arboles y flores, hasta pueden llegar a crear estas mismas plantas en el cuerpo de un ser vivo.
De repente, caí en la cuenta:
- Tú tienes influencia sobre la naturaleza, – expliqué – yo en cambio, no. Así que, te agradecería que para tener un duelo justo, solo hiciésemos utilidad de nuestra espada.
Esperé a que contestara. No tenía ni idea cuál iba ser su respuesta. Si era que sí, agradecería su consideración y si era que no,… tendría que luchas con uñas y dientes. No sabía que podía esperar de un desconocido.
-Saludos. Supongo que estarás aquí para combatir. ¿Aceptas mi desafío?
Yo, al igual que él, conocía la respuesta. Me levanté con tranquilidad e intenté entablar una conversación. Quería conocerle un poco más, nada especial, pero no me gustaba atacar a las personas sin ni siquiera saber como se llamaban:
- Sí, lo acepto – respondí con firmeza, pero al mismo tiempo con serenidad y una cierta dulzura.
Algo en mi mente me hizo recordar las habilidades y los defectos de los feericos.
- Nurgón… - pensé con un poco de fastidio.
Aún sin querer, mis pensamientos vagaron por mi mente:
La magia que influye por ellos tiene que ver con la naturaleza. Son capaces de crear vida donde no la hay, haciendo crecer arboles y flores, hasta pueden llegar a crear estas mismas plantas en el cuerpo de un ser vivo.
De repente, caí en la cuenta:
- Tú tienes influencia sobre la naturaleza, – expliqué – yo en cambio, no. Así que, te agradecería que para tener un duelo justo, solo hiciésemos utilidad de nuestra espada.
Esperé a que contestara. No tenía ni idea cuál iba ser su respuesta. Si era que sí, agradecería su consideración y si era que no,… tendría que luchas con uñas y dientes. No sabía que podía esperar de un desconocido.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
La chica se plantó ante mi, y tras unos segundos en silencio tras aceptar mi desafío, me solicitó un combate equilibrado, preguntándome si estaba dispuesto a renunciar a utilizar la magia de Wina en la contienda.
-Me parece justo. - Asentí, pensando que tal vez no debería haberlo hecho. Aunque había entrenado con los centinelas de Awa y con mi familia, los feéricos no tenemos un arte en esgrima tan desarrollado como otras razas (sobre todo, lo humanos), y tal vez esa desventaja me costara el combate. De todas formas, ya había aceptado. No importaba, tenía mi agilidad y mi fiereza, así como un par de ases en la manga...
- Me llamo Tirso, por cierto. - Esperé a que la joven humana me diera su nombre y acto seguido me puse en guardia, flexionando las rodillas y desenvainando mi espada vegetal.
Cuando la joven me imitó, lancé un grito salvaje y arremetí contra ella, espada por delante. Las armas chocaron, pero contra todo pronóstico, el metal de su espada no cortó la madera de la mía. Sonreí satisfecho y repetí la acometida, fintando en el último instante para girar sobre mi mismo y colocarme en el lado desprotegido de la humana, aprovechando para darle un codazo en el costado.
Puede que fuera algo "ilegal" para las normas de combate humanas más estrictas, pero en Awa, todo valía en la guerra.
-Me parece justo. - Asentí, pensando que tal vez no debería haberlo hecho. Aunque había entrenado con los centinelas de Awa y con mi familia, los feéricos no tenemos un arte en esgrima tan desarrollado como otras razas (sobre todo, lo humanos), y tal vez esa desventaja me costara el combate. De todas formas, ya había aceptado. No importaba, tenía mi agilidad y mi fiereza, así como un par de ases en la manga...
- Me llamo Tirso, por cierto. - Esperé a que la joven humana me diera su nombre y acto seguido me puse en guardia, flexionando las rodillas y desenvainando mi espada vegetal.
Cuando la joven me imitó, lancé un grito salvaje y arremetí contra ella, espada por delante. Las armas chocaron, pero contra todo pronóstico, el metal de su espada no cortó la madera de la mía. Sonreí satisfecho y repetí la acometida, fintando en el último instante para girar sobre mi mismo y colocarme en el lado desprotegido de la humana, aprovechando para darle un codazo en el costado.
Puede que fuera algo "ilegal" para las normas de combate humanas más estrictas, pero en Awa, todo valía en la guerra.
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Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Cuando mi contrincante, Tirso, me dio un codazo, volví a la realidad. Ya no estás en Nurgón, Aisha – me reproché -. Estás en la vida real.
En la vida real… La vida era dura y algunas veces, injusta. Ya había vivido esa dureza durante todos mis años de destierro y me había adaptado bien. Ahora hacía falta que esa adaptación pasase a mi espada. Ese codazo me hizo reaccionar.
Me di la vuelta para plantarle cara. Cuando estuve frente a él, nuestras espadas volvieron a chocar. Los contrincantes empujábamos al otro para hacerlo desequilibrar, pero no dio resultado para ninguno de los dos. Rápidamente volví a la carga, mi acero cargó contra Tirso de forma vertical y él interpuso su arma entre su rostro y mi espada. Evitando el golpe, me asestó un mandoble, el cual lo paré con cierta dificultad. Al saltar hacia detrás instintivamente, después de parar el mandoble, él se acercó y yo asesté un golpe lateral pasando por su costado o muy cerca de su costado. No me paré a verlo. ¿Habré acertado en su costado? – pensé.
En la vida real… La vida era dura y algunas veces, injusta. Ya había vivido esa dureza durante todos mis años de destierro y me había adaptado bien. Ahora hacía falta que esa adaptación pasase a mi espada. Ese codazo me hizo reaccionar.
Me di la vuelta para plantarle cara. Cuando estuve frente a él, nuestras espadas volvieron a chocar. Los contrincantes empujábamos al otro para hacerlo desequilibrar, pero no dio resultado para ninguno de los dos. Rápidamente volví a la carga, mi acero cargó contra Tirso de forma vertical y él interpuso su arma entre su rostro y mi espada. Evitando el golpe, me asestó un mandoble, el cual lo paré con cierta dificultad. Al saltar hacia detrás instintivamente, después de parar el mandoble, él se acercó y yo asesté un golpe lateral pasando por su costado o muy cerca de su costado. No me paré a verlo. ¿Habré acertado en su costado? – pensé.
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Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Cuando se recuperó del codazo, atacó con furia y tras dos intentos consiguió rozar mi costillar. No fue, por fortuna una estocada del todo precisa, por lo que la herida, si bien muy dolorosa, no resultó grabe.
Retrocedí un poco, con un hilillo de sangre corriendo por mi abdomen. Le dediqué un gruñido por lo bajo y decidí que en embestidas de frente, su mayor maestría con la espada acabaría venciendo a mi imperfecto estilo.
Sin amedrentarme, salté como una gacela, con la espada alzada verticalmente para defenderme y en el último momento me estiré para llegar tumbado al suelo. La propulsión que llevaba me sirvió para "segar" los pies de la humana, haciéndola caer.
No sirvió de mucho, porque la muchacha demostró ser ágil y cuando quise alzarme de nuevo, también ella estaba prácticamente recuperada.
Con una mueca de disgusto, llevé la mano a mi cintura, donde llevaba atada mi cerbatana.
Mientras corría hacia los primeros árboles que crecían en las inmediaciones, logré superar el resuello y gritarle a mi contrincante; -¡¡Acepté no usar la fuerza de Wina, pero no acordamos nada sobre el arma a utilizar!!
Trepé rápidamente a las ramas más bajas de un gran árbol y cogí una semilla de mi saquito. Era de un marcado color púrpura. "Hum... esto le dará en que pensar"
Coloqué la semilla en la cerbatana y apunté. Aisha, que había iniciado la persecución rápidamente, comprobó horrorizada, que se había puesto ella misma muy a tiro. Giró sobre sí misma y corrió en zig zag para esquivar el disparo. Soplé y el proyectil vegetal salió disparado hacia ella... Le golpeó en el cuello, sin llegar a hacerle sangre, pero produciéndole un terrible escozor.
Ahora, estaba en una posición privilegiada, en la altura y con un arma a distancia, pero las semillas munición eran escasas y muy difíciles de conseguir. Solo me quedaban 4 más, y no pensaba gastarlas si no era totalmente necesario.
Por lo que salté del árbol y, al caer, propiné una patada en el estómago a la alterada Aisha, que se retorcía presa de una urticaria insoportable. El picor no duraría mucho más, por lo que aproveché para darle otro golpe en la espinilla, causándole gran daño, mientras ella intentaba defenderse y rascarse al mismo tiempo. Sin embargo, al intentar recular, giró su espada en un movimiento desesperado y me acertó en un brazo, haciéndome un corte peligroso. El brazo derecho me quedó inutilizado para el resto del combate. Afortunadamente, soy zurdo.
Retrocedí un poco, con un hilillo de sangre corriendo por mi abdomen. Le dediqué un gruñido por lo bajo y decidí que en embestidas de frente, su mayor maestría con la espada acabaría venciendo a mi imperfecto estilo.
Sin amedrentarme, salté como una gacela, con la espada alzada verticalmente para defenderme y en el último momento me estiré para llegar tumbado al suelo. La propulsión que llevaba me sirvió para "segar" los pies de la humana, haciéndola caer.
No sirvió de mucho, porque la muchacha demostró ser ágil y cuando quise alzarme de nuevo, también ella estaba prácticamente recuperada.
Con una mueca de disgusto, llevé la mano a mi cintura, donde llevaba atada mi cerbatana.
Mientras corría hacia los primeros árboles que crecían en las inmediaciones, logré superar el resuello y gritarle a mi contrincante; -¡¡Acepté no usar la fuerza de Wina, pero no acordamos nada sobre el arma a utilizar!!
Trepé rápidamente a las ramas más bajas de un gran árbol y cogí una semilla de mi saquito. Era de un marcado color púrpura. "Hum... esto le dará en que pensar"
Coloqué la semilla en la cerbatana y apunté. Aisha, que había iniciado la persecución rápidamente, comprobó horrorizada, que se había puesto ella misma muy a tiro. Giró sobre sí misma y corrió en zig zag para esquivar el disparo. Soplé y el proyectil vegetal salió disparado hacia ella... Le golpeó en el cuello, sin llegar a hacerle sangre, pero produciéndole un terrible escozor.
Ahora, estaba en una posición privilegiada, en la altura y con un arma a distancia, pero las semillas munición eran escasas y muy difíciles de conseguir. Solo me quedaban 4 más, y no pensaba gastarlas si no era totalmente necesario.
Por lo que salté del árbol y, al caer, propiné una patada en el estómago a la alterada Aisha, que se retorcía presa de una urticaria insoportable. El picor no duraría mucho más, por lo que aproveché para darle otro golpe en la espinilla, causándole gran daño, mientras ella intentaba defenderse y rascarse al mismo tiempo. Sin embargo, al intentar recular, giró su espada en un movimiento desesperado y me acertó en un brazo, haciéndome un corte peligroso. El brazo derecho me quedó inutilizado para el resto del combate. Afortunadamente, soy zurdo.
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Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Su brazo derecho quedó inutilizado hasta que acabó el combate, pero mientras seguía combatiendo, me di cuenta de que era zurdo. Que mala suerte.
Poco a poco, el escozor fue menguando hasta que ya no quedó nada. Cuando desapareció, de pronto, me inundó el dolor y el cansancio. Los golpes en el estómago y la espinilla habían causado su efecto, aparte de que no podía negar que Tirso era rápido y ágil.
Retrocedí, con mi espada en lo alto, en guardia. Los dos respirábamos entrecortadamente. Observé a mi adversario con atención. Intentaba detectar sus puntos débiles o, por lo menos, los puntos donde pudiera ganar ventaja. Cuando se dio cuenta de mi intención, corrió rápido y ágil hacia mí. Lo esperé con una mirada calculadora. Finté a la a la derecha pero finalmente, cuando lo tenía delante, me moví a la izquierda. Tirso reaccionó rápido y giró su espada de tal forma que me rozó el antebrazo izquierdo. Un hilillo de sangre recorrió mi brazo herido. No le hice caso, aunque escocía. Arremetí contra él, y las dos espadas chocaron. Fue un breve instante. Él se separó y volvió a atacar. Me agaché un poco, esquivando su golpe, y le propiné un fuerte codazo en la barriga. Eso le hizo retroceder. Aún agachada, lancé un golpe a los pies, el cual lo esquivó saltando. Rápidamente, me puse de pie. Él giró a la izquierda y se quedó detrás de mí. Su espada iba directa a mi espalda pero la conseguí desviar, no sin cierto esfuerzo. Aún así, no pude evitar una herida en el omóplato izquierda, dejando al descubierto mi tatuaje. Era algo profunda pero mi vida no dependía de ello. No me iba a detener. Me giré para tenerlo de frente. Nuestras miradas se cruzaron. Nuestros rostros estaban recubiertos de sudor y cansancio, pero, al mismo tiempo, de decisión a seguir luchando y de fiereza. Segundo después, con un grito de furia, corrimos el uno hacia el otro.
Poco a poco, el escozor fue menguando hasta que ya no quedó nada. Cuando desapareció, de pronto, me inundó el dolor y el cansancio. Los golpes en el estómago y la espinilla habían causado su efecto, aparte de que no podía negar que Tirso era rápido y ágil.
Retrocedí, con mi espada en lo alto, en guardia. Los dos respirábamos entrecortadamente. Observé a mi adversario con atención. Intentaba detectar sus puntos débiles o, por lo menos, los puntos donde pudiera ganar ventaja. Cuando se dio cuenta de mi intención, corrió rápido y ágil hacia mí. Lo esperé con una mirada calculadora. Finté a la a la derecha pero finalmente, cuando lo tenía delante, me moví a la izquierda. Tirso reaccionó rápido y giró su espada de tal forma que me rozó el antebrazo izquierdo. Un hilillo de sangre recorrió mi brazo herido. No le hice caso, aunque escocía. Arremetí contra él, y las dos espadas chocaron. Fue un breve instante. Él se separó y volvió a atacar. Me agaché un poco, esquivando su golpe, y le propiné un fuerte codazo en la barriga. Eso le hizo retroceder. Aún agachada, lancé un golpe a los pies, el cual lo esquivó saltando. Rápidamente, me puse de pie. Él giró a la izquierda y se quedó detrás de mí. Su espada iba directa a mi espalda pero la conseguí desviar, no sin cierto esfuerzo. Aún así, no pude evitar una herida en el omóplato izquierda, dejando al descubierto mi tatuaje. Era algo profunda pero mi vida no dependía de ello. No me iba a detener. Me giré para tenerlo de frente. Nuestras miradas se cruzaron. Nuestros rostros estaban recubiertos de sudor y cansancio, pero, al mismo tiempo, de decisión a seguir luchando y de fiereza. Segundo después, con un grito de furia, corrimos el uno hacia el otro.
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Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Empezaba a hacerme mella el cansancio. Mi brazo derecho dolía mucho y parecía que la humana cada vez estaba más ávida de victoria.
Tras un par de fintas y estocadas más, nos detuvimos unos instantes para recuperar el aliento y nos miramos, desafiantes. Comenzamos a correr el uno hacia el otro, con la espada en alto.
El choque fue bestial. Nuestras espadas lucharon por ganar el embate, pero yo solo podía sujetarla con mi diestra, y acabé cediendo. Mi espada de madera salió disparada y cayó unos metros más allá.
Rápida como el rayo, la mujer se acercó y puso su espada en mi garganta. Un mínimo movimiento y la cosa acabaría muy mal para mi... Por suerte, para jugar mi última carta no necesitaba moverme lo más mínimo.
-Parece que tu ganas... ¿o no? -Dije tranquilamente. Sin embargo, mi voz iba teñida de sensualidad, de una fuerza seductora que empapaba los sentidos de quien la escuchara. Un fuerte olor dulzón y penetrante inundó el ambiente y, a ojos de Aisha todo lo que nos rodeaba tenía un nuevo "color", como si se encontrara en un paraíso tropical, disfrutando de unas vacaciones... más bien de una Luna de Miel; por que en el centro de ese paraíso, estaba yo... y nuevo y desconocido sentimiento abotargaba sus entendederas. Olvidando de repente las ansias de pelea, los impulsos agresivos, el dolor físico y todo lo que había sido importante hasta ahora, la humana dejó caer la espada y se abalanzó sobre mi, rodeándo mi cuello con sus brazos, para besarme.
Cuando nuestros labios estaban a pocos milímetros de encontrarse, coloqué mi índice sobre su boca, parando su avance.
Podría decirse que la capacidad de seducción era un don de Wina, pero no creo que en nuestro improvisado pacto pre-batalla hubiéramos estipulado nada sobre ello. Aún así, le había pillado muy desprevenida y no me parecía justo abusar de la situación.
Parandola antes de besarnos, le daba la oportunidad de volver en sí, de recuperar la "cordura". Su corazón latía desenfrenado, henchido de deseo, pero en sus ojos atibé un rastro de lucidez.
Si se abandonaba a la lujuria, la batalla acabaría, coronándome vencedor. Si conseguía sobreponerse, al menos habría logrado volver a equilibrar la balanza, recuperar mi espada, y seguir combatiendo.
Tras un par de fintas y estocadas más, nos detuvimos unos instantes para recuperar el aliento y nos miramos, desafiantes. Comenzamos a correr el uno hacia el otro, con la espada en alto.
El choque fue bestial. Nuestras espadas lucharon por ganar el embate, pero yo solo podía sujetarla con mi diestra, y acabé cediendo. Mi espada de madera salió disparada y cayó unos metros más allá.
Rápida como el rayo, la mujer se acercó y puso su espada en mi garganta. Un mínimo movimiento y la cosa acabaría muy mal para mi... Por suerte, para jugar mi última carta no necesitaba moverme lo más mínimo.
-Parece que tu ganas... ¿o no? -Dije tranquilamente. Sin embargo, mi voz iba teñida de sensualidad, de una fuerza seductora que empapaba los sentidos de quien la escuchara. Un fuerte olor dulzón y penetrante inundó el ambiente y, a ojos de Aisha todo lo que nos rodeaba tenía un nuevo "color", como si se encontrara en un paraíso tropical, disfrutando de unas vacaciones... más bien de una Luna de Miel; por que en el centro de ese paraíso, estaba yo... y nuevo y desconocido sentimiento abotargaba sus entendederas. Olvidando de repente las ansias de pelea, los impulsos agresivos, el dolor físico y todo lo que había sido importante hasta ahora, la humana dejó caer la espada y se abalanzó sobre mi, rodeándo mi cuello con sus brazos, para besarme.
Cuando nuestros labios estaban a pocos milímetros de encontrarse, coloqué mi índice sobre su boca, parando su avance.
Podría decirse que la capacidad de seducción era un don de Wina, pero no creo que en nuestro improvisado pacto pre-batalla hubiéramos estipulado nada sobre ello. Aún así, le había pillado muy desprevenida y no me parecía justo abusar de la situación.
Parandola antes de besarnos, le daba la oportunidad de volver en sí, de recuperar la "cordura". Su corazón latía desenfrenado, henchido de deseo, pero en sus ojos atibé un rastro de lucidez.
Si se abandonaba a la lujuria, la batalla acabaría, coronándome vencedor. Si conseguía sobreponerse, al menos habría logrado volver a equilibrar la balanza, recuperar mi espada, y seguir combatiendo.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
- Parece que tú ganas… ¿o no?
Su voz no denotaba rendición ni ninguna clase de enfado, su voz… su voz era… su voz era seductora y llena de sensualidad.
De pronto, un olor dulzón se apoderó del ambiente y, de repente, perdí el control sobre mí misma. Mi mente pensaba, mi cuerpo no reaccionaba.
Me abalancé sobre él, pero no fue con furia ni con ansias de lucha, fue todo lo contrario. Fue con una especie de… amor, hechizo. Fuera lo que fuese, debía deshacerme de lo me que me hubiera hecho y volver a recuperar mi cordura. Pero cada vez era más difícil.
Mis labios se acercaron a los de él, pero me detuvo a pocos milímetros. Nos quedamos unos segundos así, mientras que el suave viento revoloteaba a nuestro alrededor. No podía hacer nada. Ninguno de nosotros dijo nada, pero yo sabía que él estaba en una posición privilegiada y que el combate acabaría muy pronto. Todo apuntaba a su victoria si yo no conseguía volver en mí, si mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes de mi mente.
Sin darme cuenta, el viento suave que nos acompañaba desde el principio de la batalla, se fue convirtiendo en una oleada de aire fuerte y raudo. Momentos después, el olor dulzón que se había apoderado del ambiente fue desapareciendo, obligado por el fuerte viento.
Los dos nos dimos cuenta al instante. El movió su espada de forma horizontal, rozándome la barriga y rasgando mi camiseta. Me moví hacia atrás y rodé por el suelo para coger mi espada. Todavía arrodillada, su espada cargó contra mí de forma vertical y me levanté a tiempo de ver como su espada rasgaba el aire. Arremetí contra él, pero me esquivó y me atacó de forma horizontal. Puse mi espada de forma vertical para parar el ataque. Segundos después, volvíamos a la feroz pelea. Nuestras condiciones volvían a ser las mismas y no pensaba volver a dejarme engatusar por sus trucos.
Su voz no denotaba rendición ni ninguna clase de enfado, su voz… su voz era… su voz era seductora y llena de sensualidad.
De pronto, un olor dulzón se apoderó del ambiente y, de repente, perdí el control sobre mí misma. Mi mente pensaba, mi cuerpo no reaccionaba.
Me abalancé sobre él, pero no fue con furia ni con ansias de lucha, fue todo lo contrario. Fue con una especie de… amor, hechizo. Fuera lo que fuese, debía deshacerme de lo me que me hubiera hecho y volver a recuperar mi cordura. Pero cada vez era más difícil.
Mis labios se acercaron a los de él, pero me detuvo a pocos milímetros. Nos quedamos unos segundos así, mientras que el suave viento revoloteaba a nuestro alrededor. No podía hacer nada. Ninguno de nosotros dijo nada, pero yo sabía que él estaba en una posición privilegiada y que el combate acabaría muy pronto. Todo apuntaba a su victoria si yo no conseguía volver en mí, si mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes de mi mente.
Sin darme cuenta, el viento suave que nos acompañaba desde el principio de la batalla, se fue convirtiendo en una oleada de aire fuerte y raudo. Momentos después, el olor dulzón que se había apoderado del ambiente fue desapareciendo, obligado por el fuerte viento.
Los dos nos dimos cuenta al instante. El movió su espada de forma horizontal, rozándome la barriga y rasgando mi camiseta. Me moví hacia atrás y rodé por el suelo para coger mi espada. Todavía arrodillada, su espada cargó contra mí de forma vertical y me levanté a tiempo de ver como su espada rasgaba el aire. Arremetí contra él, pero me esquivó y me atacó de forma horizontal. Puse mi espada de forma vertical para parar el ataque. Segundos después, volvíamos a la feroz pelea. Nuestras condiciones volvían a ser las mismas y no pensaba volver a dejarme engatusar por sus trucos.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Jm... La chica era lista, desde luego. Estaba satisfecho al comprobar que el don oculto de Wina me había permitido salvar el combate, al menos por unos minutos más. Pero empezaba a pensar que tal vez debería haber mantenido el "embrujo" todo lo que huviera sido posible... Ahora estaba libre (seguramente si la situación se huviera dado a la inversa, yo seguiría prendado...las mujeres siempre han.sido más espabiladas que los hombres...) y seguramente cabreada (si, las mujeres siempre han sido más vengativas que los hombres) se desquitaría contra mi con uñas y dientes. Mi plan había resultado ser un arma de doble filo.
Atacó con furia, pero la estaba esperando. Más acometidas, más fintas, ...más cansancio.
Empezaba a desear que huviera dañado un árbol... Así tendría muchas más ganas de vencerla.... Um, no. No era para tanto; las pobres plantas no tenían la culpa de que a mí me diera por pelearme por placer.
En una siguiente embestida, estuve a punto de rendirme. Pero no le iba a ser tan fácil a esta humana deshacerse de mi. La respetaba y la admiraba. Luchaba con honor y no se lamentaba de sus errores... Ni de mis "trampas". Tiraba para delante con arrojo.
Y eso empezaba a molestarme. No en el ámbito personal, de hecho, esperaba volver a verla en otra circunstancia, pero aquí y ahora, empezaba a odiarla.
Dejé que ese sentimiento me invadiera, y alzando mis gruñidos,casi animalescos, por encima del aullido del viento, me abandoné a la locura y al frenesí. Salté sobre ella, lanzando la espada como si de un suriken se tratase, y cuando alzó su espada para bloquearla, me tiré al suelo y con la mano que tenía útil arañe, mordí, pateé y golpeé a la asombrada joven, que se debatía, ahora derribada de bruces en el suelo, contra un contrincante que cada vez se asemejaba más a una alimaña del bosque.
Si no se le ocurría algún ingenioso plan para.zafarse de mi, en poco tiempo abría acabado acabado por pedir clemencia y rendirse...
La tunda de golpes y magulladuras que estabarecibiendo
Atacó con furia, pero la estaba esperando. Más acometidas, más fintas, ...más cansancio.
Empezaba a desear que huviera dañado un árbol... Así tendría muchas más ganas de vencerla.... Um, no. No era para tanto; las pobres plantas no tenían la culpa de que a mí me diera por pelearme por placer.
En una siguiente embestida, estuve a punto de rendirme. Pero no le iba a ser tan fácil a esta humana deshacerse de mi. La respetaba y la admiraba. Luchaba con honor y no se lamentaba de sus errores... Ni de mis "trampas". Tiraba para delante con arrojo.
Y eso empezaba a molestarme. No en el ámbito personal, de hecho, esperaba volver a verla en otra circunstancia, pero aquí y ahora, empezaba a odiarla.
Dejé que ese sentimiento me invadiera, y alzando mis gruñidos,casi animalescos, por encima del aullido del viento, me abandoné a la locura y al frenesí. Salté sobre ella, lanzando la espada como si de un suriken se tratase, y cuando alzó su espada para bloquearla, me tiré al suelo y con la mano que tenía útil arañe, mordí, pateé y golpeé a la asombrada joven, que se debatía, ahora derribada de bruces en el suelo, contra un contrincante que cada vez se asemejaba más a una alimaña del bosque.
Si no se le ocurría algún ingenioso plan para.zafarse de mi, en poco tiempo abría acabado acabado por pedir clemencia y rendirse...
La tunda de golpes y magulladuras que estabarecibiendo
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Off: perdon por el doble post, esto de escribir desde el movil tiene pocas ventajas y muuuchos inconvenientes... No pude acabar el post anterior.
On:... la tunda de magulladuras y golpes que estaba recibiendo no la soportaría mucho tiempo más ni el más templado de los caballeros.
On:... la tunda de magulladuras y golpes que estaba recibiendo no la soportaría mucho tiempo más ni el más templado de los caballeros.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Off: tranquilo, sé lo que se siente al escribir desde el móvil. A mí me desespera. XD No te preocupes.
On:
El chico cada vez estaba más furioso. Se le habían acabado los trucos. Ahora lo único que podía hacer era luchar con la espada,… y nada más. ¿O no? Me sorprendí al ver que cada vez usaba más la lucha cuerpo a cuerpo que la espada. Mis conocimientos sobre la lucha cuerpo a cuerpo eran bastante imperfectos. Debía pensar algo, y rápido. Sus golpes, arañazos y mordiscos eran cada vez más fuertes y dolorosos. La sangre empezaba a brotar, junto con la debilidad del cansancio de mis piernas.
Durante el tiempo que pensaba, intentaba esquivar sus ataques, pero era casi imposible. Sus furiosos ataques eran muy efectivos. Debía conseguir ventaja, pero ¿cómo?
- Haz lo que mejor sabes hacer – pensé -. Empuñar tu espada.
Me quedé pensativa, todavía recibiendo los ataques de Tirso.
- Si él utiliza los golpes cuerpo a cuerpo… - pensé con algo de picardía – seguro que no le importa cederme su espada un ratito.
Reaccioné al tiempo de esquivar una patada lateral. Volteé sobre él y me puse detrás de él. Con un grácil movimiento de mi espada, le desarmé. Él se dio la vuelta, para ver lo ocurrido, pero en su lugar recibió una patada en el estómago. Recibió el ataque con sorpresa, por tanto, retrocedió y clavó una rodilla en el suelo. Se disponía a volver a la batalla cunado sintió el frío acero de mi espada en su cuello.
- ¿Algún otro truco? – pregunté, intentando no esbozar una sonrisa.
On:
El chico cada vez estaba más furioso. Se le habían acabado los trucos. Ahora lo único que podía hacer era luchar con la espada,… y nada más. ¿O no? Me sorprendí al ver que cada vez usaba más la lucha cuerpo a cuerpo que la espada. Mis conocimientos sobre la lucha cuerpo a cuerpo eran bastante imperfectos. Debía pensar algo, y rápido. Sus golpes, arañazos y mordiscos eran cada vez más fuertes y dolorosos. La sangre empezaba a brotar, junto con la debilidad del cansancio de mis piernas.
Durante el tiempo que pensaba, intentaba esquivar sus ataques, pero era casi imposible. Sus furiosos ataques eran muy efectivos. Debía conseguir ventaja, pero ¿cómo?
- Haz lo que mejor sabes hacer – pensé -. Empuñar tu espada.
Me quedé pensativa, todavía recibiendo los ataques de Tirso.
- Si él utiliza los golpes cuerpo a cuerpo… - pensé con algo de picardía – seguro que no le importa cederme su espada un ratito.
Reaccioné al tiempo de esquivar una patada lateral. Volteé sobre él y me puse detrás de él. Con un grácil movimiento de mi espada, le desarmé. Él se dio la vuelta, para ver lo ocurrido, pero en su lugar recibió una patada en el estómago. Recibió el ataque con sorpresa, por tanto, retrocedió y clavó una rodilla en el suelo. Se disponía a volver a la batalla cunado sintió el frío acero de mi espada en su cuello.
- ¿Algún otro truco? – pregunté, intentando no esbozar una sonrisa.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Sin darme cuenta, me vi con el acero al cuello.
"¿Algún otro truco?" me dijo Aisha, con una clara expresión de satisfacción en la cara.
"Jum, no te reirás tanto cuando estés pidiendo clemencia" pensé, mientras evaluaba la situación.
Me dolía terriblemente la barriga debido al terrible golpe que me había dado, pero era eso; un golpe. En unos segundo el dolor remitiría lo suficiente como para quedar en un segundo plano de mi atención. Estaba arrodillado ante ella con la espada en el cuello... pero no estaba inmovilizado. Podía saltar hacia atrás sin que tuviera tiempo de reaccionar y degollarme (aunque no creo que lo hiciera, aún anticipándose a mi movimiento), pero no podía coger mi espada sin darle tiempo a ponerme la suya de nuevo en el gaznate. Pero no olvidemos que estaba arrodillado... casualmente al lado de un cardo que se debatía entre la vida del desierto y la del pequeño oasis en el que estábamos. Me dolía muchísimo dañar a una planta, pero no iba a "matarla", solo a coger uno de sus cogollos.
Dicho y hecho; en unos segundos, mi plan estaba en marcha. Sin moverme demasiado, puse cara de resignación para engañar a la humana, mientras cortaba con gran pesar uno de los tallos del cardo. Un segundo después, Aisha tenía unas puntiagudas púas clavadas en el pie derecho, del que salían grandes gotas de sangre (No sabía mucho de la flora de fuera de Awa, pero ojalá dicho cardo fuese urticante o un poco venenoso, para incharle el pie o algo así), yo había recuperado mi arma y me había separado unos metros de su afilado acero.
Antes de que se recuperara de la sorpresa y el dolor inicial del pie, corrí hacia ella, apartando su espada con un mandoble lateral de la mía, y aunque no estaba precisamente ágil tras el golpe en el estómago, logré llegar a tiempo antes de que se sacara las púas del pie para pisarlas y hundirlas aún más en su extremidad, con el propósito de dejarla coja para el resto del combate... un pago bastante justo por lo de mi brazo derecho.
Una vez lo hice, y ella soltó un desgarrador grito de dolor que hizo que me sintiera un salvaje y un perro, pero era la guerra y a pesar de parecer algo ruin, tenía las de perder contra una espadachina experta si no jugaba todas mis cartas.
Cuando se agachó para sacar ñas púas de su dolorido pie, aproveché para acercarme de nuevo, golpear otra ves lateralmente la espada de mi adversaria, que alzaba con la mano que no se agarraba el pie, para detenerme y me coloqué detrás de ella.
Puse el pie derecho al lado del suyo, con el talón apoyado pero la puntera oscilando a pocos milímetros de las gruesas y alargadas púas, dejando claro que al mínimo movimiento sospechoso, no dudaría en volver a pisarlas, introduciéndoselas más aún en su pie. La espada la coloqué en su nuca, estirando al máximo el brazo para ponerla en posición totalmente vertical.
-Jaque mate. - Susurré algo cansado
"¿Algún otro truco?" me dijo Aisha, con una clara expresión de satisfacción en la cara.
"Jum, no te reirás tanto cuando estés pidiendo clemencia" pensé, mientras evaluaba la situación.
Me dolía terriblemente la barriga debido al terrible golpe que me había dado, pero era eso; un golpe. En unos segundo el dolor remitiría lo suficiente como para quedar en un segundo plano de mi atención. Estaba arrodillado ante ella con la espada en el cuello... pero no estaba inmovilizado. Podía saltar hacia atrás sin que tuviera tiempo de reaccionar y degollarme (aunque no creo que lo hiciera, aún anticipándose a mi movimiento), pero no podía coger mi espada sin darle tiempo a ponerme la suya de nuevo en el gaznate. Pero no olvidemos que estaba arrodillado... casualmente al lado de un cardo que se debatía entre la vida del desierto y la del pequeño oasis en el que estábamos. Me dolía muchísimo dañar a una planta, pero no iba a "matarla", solo a coger uno de sus cogollos.
Dicho y hecho; en unos segundos, mi plan estaba en marcha. Sin moverme demasiado, puse cara de resignación para engañar a la humana, mientras cortaba con gran pesar uno de los tallos del cardo. Un segundo después, Aisha tenía unas puntiagudas púas clavadas en el pie derecho, del que salían grandes gotas de sangre (No sabía mucho de la flora de fuera de Awa, pero ojalá dicho cardo fuese urticante o un poco venenoso, para incharle el pie o algo así), yo había recuperado mi arma y me había separado unos metros de su afilado acero.
Antes de que se recuperara de la sorpresa y el dolor inicial del pie, corrí hacia ella, apartando su espada con un mandoble lateral de la mía, y aunque no estaba precisamente ágil tras el golpe en el estómago, logré llegar a tiempo antes de que se sacara las púas del pie para pisarlas y hundirlas aún más en su extremidad, con el propósito de dejarla coja para el resto del combate... un pago bastante justo por lo de mi brazo derecho.
Una vez lo hice, y ella soltó un desgarrador grito de dolor que hizo que me sintiera un salvaje y un perro, pero era la guerra y a pesar de parecer algo ruin, tenía las de perder contra una espadachina experta si no jugaba todas mis cartas.
Cuando se agachó para sacar ñas púas de su dolorido pie, aproveché para acercarme de nuevo, golpear otra ves lateralmente la espada de mi adversaria, que alzaba con la mano que no se agarraba el pie, para detenerme y me coloqué detrás de ella.
Puse el pie derecho al lado del suyo, con el talón apoyado pero la puntera oscilando a pocos milímetros de las gruesas y alargadas púas, dejando claro que al mínimo movimiento sospechoso, no dudaría en volver a pisarlas, introduciéndoselas más aún en su pie. La espada la coloqué en su nuca, estirando al máximo el brazo para ponerla en posición totalmente vertical.
-Jaque mate. - Susurré algo cansado
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Todo sucedió muy deprisa. Cuando me quise dar cuenta, nuestros papeles estaban a la inversa: ahora era yo quien estaba en el suelo mientras él era quien sujetaba la espada. Para mi desgracia, tenía unas púas clavadas en el pie derecho. Y, aunque me costase y doliese admitirlo, era un pago justo por lo ocurrido a su brazo.
Estaba en la cuerda floja. Su pie estaba a pocos milímetros del mío, amenazando con causarme más dolor mientras que su espada se colocaba en mi nuca, como guardiana.
Cerré los ojos, intentando pensar una forma de salir del embrollo. Reflexioné un poco, quizás unos cuantos segundos, quizás un par de minutos, no sabría decir. Al final, llegué a la conclusión de que no podía salir de allí sin ningún dolor. Debía arriesgarme.
Respiré profundamente, intentando concentrarme. Poco después, giré por el suelo, rápida como el rayo. Cuando él reaccionó, yo ya esta lo suficientemente lejos como para que él mismo no me causase ningún daño. Pero eso no significaba que no me lo causase yo misma. Me arrodillé y, con mucho valor y fuerza de voluntad agarré todas las púas con la mano derecha y tiré al exterior con fuerza. Reprimí un grito desgarrador, pero a cambio, unas cuantas lágrimas rodaron por mis mejillas. No quise mirar mi pie, pero intuía y sentía que de él brotaba sangre. Lo intenté ignorar. Antes de ponerme en pie, me sequé las lágrimas con la mano. Después, volví a la batalla.
Como un shek y un dragón antes de una batalla a muerte nos mirábamos nosotros mientras que lentamente nos acercábamos el uno al otro. Cuando estuvimos lo suficientemente cerca, asestamos un golpe vertical al mismo tiempo, causando que nuestras espadas chocasen. Fue muy breve. Nos volvimos a separar. Tirso, rápido como una hoja en medio de un vendaval, me atacó lateralmente, y yo lo detuve con un revés. Asesté un mandoble, el cual lo paró con algo de fuerza bruta.
Volvíamos al duelo. Y, aunque llevábamos bastante tiempo luchando, no había un vencedor. Eso estaba aún por decidir.
Estaba en la cuerda floja. Su pie estaba a pocos milímetros del mío, amenazando con causarme más dolor mientras que su espada se colocaba en mi nuca, como guardiana.
Cerré los ojos, intentando pensar una forma de salir del embrollo. Reflexioné un poco, quizás unos cuantos segundos, quizás un par de minutos, no sabría decir. Al final, llegué a la conclusión de que no podía salir de allí sin ningún dolor. Debía arriesgarme.
Respiré profundamente, intentando concentrarme. Poco después, giré por el suelo, rápida como el rayo. Cuando él reaccionó, yo ya esta lo suficientemente lejos como para que él mismo no me causase ningún daño. Pero eso no significaba que no me lo causase yo misma. Me arrodillé y, con mucho valor y fuerza de voluntad agarré todas las púas con la mano derecha y tiré al exterior con fuerza. Reprimí un grito desgarrador, pero a cambio, unas cuantas lágrimas rodaron por mis mejillas. No quise mirar mi pie, pero intuía y sentía que de él brotaba sangre. Lo intenté ignorar. Antes de ponerme en pie, me sequé las lágrimas con la mano. Después, volví a la batalla.
Como un shek y un dragón antes de una batalla a muerte nos mirábamos nosotros mientras que lentamente nos acercábamos el uno al otro. Cuando estuvimos lo suficientemente cerca, asestamos un golpe vertical al mismo tiempo, causando que nuestras espadas chocasen. Fue muy breve. Nos volvimos a separar. Tirso, rápido como una hoja en medio de un vendaval, me atacó lateralmente, y yo lo detuve con un revés. Asesté un mandoble, el cual lo paró con algo de fuerza bruta.
Volvíamos al duelo. Y, aunque llevábamos bastante tiempo luchando, no había un vencedor. Eso estaba aún por decidir.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Estaba agotado.
Mi brazo derecho seguía doliendo, pero el resto de dolores que tenía, mitigaron el proveniente de mi extremidad. Con gran esfuerzo, empujé a Aisha con mi maltrecho brazo, haciendo que un poco de sangre brotara por la cicatriz ya reseca, pero derribando a la mujer y ganando unos segundos preciosos. El dolorido pie de la chica le retardó lo suficiente como para cargar una segunda semilla en mi cerbatana y disparar.
A apenas un metro como estábamos, acerté de lleno en su sien, dejándola medio inconsciente. Como añadido, la semilla que había cogido por azar, tenía una extraña propiedad; una vez golpeó en la cabeza de la chica, comenzó a segregar una espesa y pegajosa sabia, que resbaló por el cuello de Aisha y más abajo, pegando su brazo derecho al cuerpo.
Aturdida como estaba, no me costó colocarme detrás de ella de nuevo y agarrar su cabeza por el lado izquierdo, evitando la pegajosa sabia, con mi dolorido brazo derecho y con el izquierdo poner mi espada de madera sobre su cuello. De una patada, alejé su arma de su inutilizado brazo.
- Ríndete, mujer. Estás agotada, desarmada y herida. Por no mencionar que mi espada está rozando tu cuello... - dije entre resoplidos de cansancio.
Había sido un combate interesante, duro... y extremadamente agotador. Si la muchacha no cedía de una vez, acabaríamos ambos muy mal.
Mi brazo derecho seguía doliendo, pero el resto de dolores que tenía, mitigaron el proveniente de mi extremidad. Con gran esfuerzo, empujé a Aisha con mi maltrecho brazo, haciendo que un poco de sangre brotara por la cicatriz ya reseca, pero derribando a la mujer y ganando unos segundos preciosos. El dolorido pie de la chica le retardó lo suficiente como para cargar una segunda semilla en mi cerbatana y disparar.
A apenas un metro como estábamos, acerté de lleno en su sien, dejándola medio inconsciente. Como añadido, la semilla que había cogido por azar, tenía una extraña propiedad; una vez golpeó en la cabeza de la chica, comenzó a segregar una espesa y pegajosa sabia, que resbaló por el cuello de Aisha y más abajo, pegando su brazo derecho al cuerpo.
Aturdida como estaba, no me costó colocarme detrás de ella de nuevo y agarrar su cabeza por el lado izquierdo, evitando la pegajosa sabia, con mi dolorido brazo derecho y con el izquierdo poner mi espada de madera sobre su cuello. De una patada, alejé su arma de su inutilizado brazo.
- Ríndete, mujer. Estás agotada, desarmada y herida. Por no mencionar que mi espada está rozando tu cuello... - dije entre resoplidos de cansancio.
Había sido un combate interesante, duro... y extremadamente agotador. Si la muchacha no cedía de una vez, acabaríamos ambos muy mal.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
- Ríndete, mujer. Estás agotada, desarmada y herida. Por no mencionar que mi espada está rozando tu cuello... – dijo Tirso entre resoplidos de cansancio.
Cerré los ojos, agotada. Quería seguir, no quería rendirme. No iba a permitir que después de tanto dolor y cansancio esto se terminara aquí. No. No lo iba a permitir. ¿Pero cómo?
Mi arma estaba fuera de mi alcance, tenía un brazo inmovilizado y una espada rozando mi cuello.
Pensé, intenté hacerlo rápido, ya que, mi cuerpo amenazaba con rendirse ante el dolor muscular.
De pronto, me acordé de la Cima de Fuego. Recordé que había guardado algo de ceniza por si ocurría algo parecido a esto y, sin duda alguna, ahora era el momento de utilizarlos. Con los ojos aún cerrados, fui acercando mi brazo izquierdo al bolsillo de mi pantalón. Cogí un poco y, lo más rápido que pude, tiré las cenizas volcánicas a los ojos de mi adversario.
La ceniza volcánica era negra como el azabache, densa y nublaba la vista durante algún tiempo y cuando esto desaparecía, escocían los ojos.
Tirso lo recibió con sorpresa y retrocedió, apartando su arma de mi cuello. Me levanté pero no me pude ponerme de pie, ya que, tenía inmovilizado mi brazo derecho. Me senté en el suelo y saqué mi daga, que guardaba en mi tobillo, con la mano izquierda. Corté la sabia como bien quita el embalaje de un paquete con un cuchillo y me levanté.
Mi brazo estaba adormilado pero por lo menos estaba de pie. Ese era el precio. Corrí hacia mi espada, la recogí y fui directamente hacia Tirso, el cual todavía se debatía entre las cenizas.
Arremetí contra él un golpe en su pierna izquierda, haciéndola sangrar un poco. Cuando se dio cuenta del golpe, despejó como pudo las cenizas e intentó dar una estocada, pero falló debido a su escozor. Golpeé su justo donde tenía la herida de su pierna con mi pierna derecha y le hice caer de espaldas. Le desarmé, incluido su cerbatana y sus semillas (había aprendido la lección) y me senté sobre su estómago inmovilizando sus brazos con mis piernas y sus piernas con mi trasero. Después, coloqué mi arma en su cuello.
Mientras sus ojos empezaban a dejar de escocer, llevé mi mano adormilada al bolsillo y saqué un colgante. Lo miré pensativa, pero al final me lo puse. Era un trozo de hielo de Nanhai. Según se decía, el frío hielo mantenía la cabeza despejada y la actitud serena Me lo había regalado Layla hacía muchos años. Nunca me lo había puesto porque no concordaba con mi ropa y en mi destierro, jamás me lo había puesto porque me recordaba a los buenos tiempos con ella. Pero esta vez sí me lo puse, por si se le ocurría volver a utilizar el olor dulzón.
Con el escozor cesó, le miré a los ojos, decidida y agotada. Pude ver que él, al igual yo, estaba cansado y respiraba entrecortadamente debido al esfuerzo.
Cerré los ojos, agotada. Quería seguir, no quería rendirme. No iba a permitir que después de tanto dolor y cansancio esto se terminara aquí. No. No lo iba a permitir. ¿Pero cómo?
Mi arma estaba fuera de mi alcance, tenía un brazo inmovilizado y una espada rozando mi cuello.
Pensé, intenté hacerlo rápido, ya que, mi cuerpo amenazaba con rendirse ante el dolor muscular.
De pronto, me acordé de la Cima de Fuego. Recordé que había guardado algo de ceniza por si ocurría algo parecido a esto y, sin duda alguna, ahora era el momento de utilizarlos. Con los ojos aún cerrados, fui acercando mi brazo izquierdo al bolsillo de mi pantalón. Cogí un poco y, lo más rápido que pude, tiré las cenizas volcánicas a los ojos de mi adversario.
La ceniza volcánica era negra como el azabache, densa y nublaba la vista durante algún tiempo y cuando esto desaparecía, escocían los ojos.
Tirso lo recibió con sorpresa y retrocedió, apartando su arma de mi cuello. Me levanté pero no me pude ponerme de pie, ya que, tenía inmovilizado mi brazo derecho. Me senté en el suelo y saqué mi daga, que guardaba en mi tobillo, con la mano izquierda. Corté la sabia como bien quita el embalaje de un paquete con un cuchillo y me levanté.
Mi brazo estaba adormilado pero por lo menos estaba de pie. Ese era el precio. Corrí hacia mi espada, la recogí y fui directamente hacia Tirso, el cual todavía se debatía entre las cenizas.
Arremetí contra él un golpe en su pierna izquierda, haciéndola sangrar un poco. Cuando se dio cuenta del golpe, despejó como pudo las cenizas e intentó dar una estocada, pero falló debido a su escozor. Golpeé su justo donde tenía la herida de su pierna con mi pierna derecha y le hice caer de espaldas. Le desarmé, incluido su cerbatana y sus semillas (había aprendido la lección) y me senté sobre su estómago inmovilizando sus brazos con mis piernas y sus piernas con mi trasero. Después, coloqué mi arma en su cuello.
Mientras sus ojos empezaban a dejar de escocer, llevé mi mano adormilada al bolsillo y saqué un colgante. Lo miré pensativa, pero al final me lo puse. Era un trozo de hielo de Nanhai. Según se decía, el frío hielo mantenía la cabeza despejada y la actitud serena Me lo había regalado Layla hacía muchos años. Nunca me lo había puesto porque no concordaba con mi ropa y en mi destierro, jamás me lo había puesto porque me recordaba a los buenos tiempos con ella. Pero esta vez sí me lo puse, por si se le ocurría volver a utilizar el olor dulzón.
Con el escozor cesó, le miré a los ojos, decidida y agotada. Pude ver que él, al igual yo, estaba cansado y respiraba entrecortadamente debido al esfuerzo.
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
Off: perdon por tardar tanto!! estoy algo descentrao!
On:
Estaba totalmente destrozado. Las múltiples heridas, el agotamiento y el escozor de ojos habían podido conmigo.
Cerrando los ojos unos segundos, suspiré y alcé la cabeza para mirar a la humana, que respiraba entrecortadamente, pero empuñando sin vacilar su afilada espada.
- Parece que esta vez has ganado. - Suspiré de nuevo. - Me rindo
On:
Estaba totalmente destrozado. Las múltiples heridas, el agotamiento y el escozor de ojos habían podido conmigo.
Cerrando los ojos unos segundos, suspiré y alcé la cabeza para mirar a la humana, que respiraba entrecortadamente, pero empuñando sin vacilar su afilada espada.
- Parece que esta vez has ganado. - Suspiré de nuevo. - Me rindo
Invitado- Invitado
Re: Combate abierto - Aisha (combate libre)
- Parece que esta vez has ganado. - suspiró. - Me rindo.
Me quité de encima y le tendí la mano para ayudarle a levantarse. Él la aceptó. Ya de pie, envainé mi arma y le dije:
- Buen combate - mi voz no expresaba no expresaba orgullo ni nada por el estilo, era serena y hasta cierto punto, fría.
Me quité de encima y le tendí la mano para ayudarle a levantarse. Él la aceptó. Ya de pie, envainé mi arma y le dije:
- Buen combate - mi voz no expresaba no expresaba orgullo ni nada por el estilo, era serena y hasta cierto punto, fría.
Invitado- Invitado
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