Ficha de Kyna Seelun

Invitado Vie Mar 30, 2012 5:53 pm

NOMBRE: Kyna Seelun.

RAZA: Mestiza, semiyan. Humana-yan.

EDAD: 17 años.

SEXO: Mujer.

DESCRIPCIÓN FÍSICA: Kyna es morena debido a la genética de su madre. También tiene los ojos rojizos y grandes. Su pelo es blanco debido también a ésta, aunque tiene algunas partes más oscuras por su padre, con trenzas azuladas. También ha heredado de éste su altura, cosa que ella agradece muchísimo, ya que la raza de los yan son, de media, más baja que los humanos. Le gusta llevar la ropa ceñida, siempre y cuando le quede bien y disimule esos pequeños “quilitos de más”. Le gustan los “corsés” pero no se los pone debido a la falta de dinero y porque son incómodos para la lucha. Como arma lleva una katanna hecha por los granos de arena de la mismísima tierra sagrada de Awinor, tierra de los dragones.

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DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA: Kyna, psicológicamente, es muy fuerte, aunque ella no se lo crea. Ha superado todo el desprecio que recibía de la gente desde bien pequeña. Suele ser superficial ya que tiene miedo a abrirse a la gente por si ésta le falla hiriendo su maltrecho corazón cómo hicieron cuando era más pequeña. Prefiere mantenerse lejos de ellos. No muestra sus emociones, salvo si estas son tan intensas que son difíciles de ocultar. Los amigos que mantiene cerca suele ser por convenencia, pocos; la mayoría es porque le caen bien y bueno... no se puede estar eternamente sola. Piensa las cosas antes de decirlas, es muy precavida, consiguiendo una estabilidad entre sus sentimientos y sus problemas. A pesar de su parte yan, al ser cuidada por su padre habla como un humano respecto en la velocidad, exceptuando las veces que se poner nerviosa o sus sentimientos son demasiado fuertes.

HABILIDADES: Como arma lleva una katanna hecha por los granos de arena de la mismísima tierra sagrada de Awinor, tierra de los dragones. Desde pequeña aprendió a usar esta arma debido a que no tenia amigos.

DEFECTOS: se enfada de forma rápida y tiene cambios de humor repentinos. Cree que todos los hombres son cómo su padre. No aman, simplemente se van cuando obtienen lo que quieren.

AFICIONES: bailar y jugar con el fuego. Tiene cierta debilidad por el fuego (yan). No puede evitar sentirse atraída por su belleza y su calidez. Le encanta pasar su mano por él sin llegar a quemarse. También le gusta bailar alrededor de una hoguera, mezclando el fuego con el baile. Sus sentidos se agudizan y se olvida de su entorno. Baila de forma tan sensual que hace que todos los hombres la observen cautivados por la magia del baile. Le gusta entrenar con la katanna cuando está sola.

COSAS QUE ODIAS: odia el agua. Le asusta lo violenta que puede llegar a ser y lo contaría que es del fuego. También tiene cierto recelo a los magos, puede ser a que ellos pueden crear tanto el fuego que ella tanto ama cómo el agua que tanto odia.

PASADO: El padre de Kyna nunca se había sentido atraído por las jóvenes de la aldea, hasta que conoció a su madre, una yan. Fue un poco difícil, al principio, pero cuando se declararon amor eterno decidieron presentarse a ambas familias. Además, Kyna estaba en camino. Sintieron temor, su padre era humano y su madre yan, sabían que no todos lo respetarían, pero cometieron el enorme error de creer que la familia podía con todo eso y más. La familia de su padre los repudiaron porque pensaban que su hijo no podía sentir ese amor por su madre, no querían una mezcla de razas en la familia. Defraudados, pusieron la última esperanza que les quedaba en la familia de su madre. Todo iba bien hasta que se dieron cuenta de la humanidad de su padre. Los yan son puros, y pensaron que su madre era impura por haber confraternizado con otra raza. Sus padres protestaron a ambas familias, pidiendo que cuidaran de ella cuando naciera, pero las dos familias se negaron por la extraña naturaleza de la hija.
Nació en las afueras de Kash-Tar, en un pequeño oasis donde vivían sus padres. La madre murió dandole luz a Kyna y su padre la abandonó al darse cuenta de todo el problema que le había causado. Kyna aprendió a sobrevivir por los continuos errores que cometía.