¿Y ahora, qué? {Kou y Kyna} [Continuación de Sin Rumbo]
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¿Y ahora, qué? {Kou y Kyna} [Continuación de Sin Rumbo]
Abrí los ojos y tosí cuando se esfumó el humo. ¿Qué había pasado?
A ver, hacía apenas dos segundos estábamos en un claro Aisha, Enoramay y yo, y bueno, el bandido de ojos color miel que me había "secuestrado". ¿Y ahora?
Miré a mi alrededor y me di cuenta de que él estaba tras de mí, vigilando la maleza como si hubiese alguien atrás.
-¿Qué has hecho? -le pregunté enfadada, cosa no muy normal en mí-. ¿Dónde están Aisha y Enoramay?
Me concentré en relajarme y respiré hondo. Enfadarme no me iba a hacer un gran favor así que pensé durante un momento.
Mi madre me había dicho que yo, como semi feérica, podía saber dónde me hallaba con exactitud, pero dudaba mucho de poder hacerlo.
A ver, a ver... Wina, ayúdame... pensé muy poco decidida mientras ignoraba al bandido y me centraba en intentar saber dónde estaba. Me giré apretando los ojos. ¿Dónde...?
Suspiré tras un minuto. No, al parecer ese don no venía en mi sangre.
Volví a darme la vuelta y algo me golpeó en el alma.
Había alguien con nosotros.
El bandido -que al parecer me estaba hablando-, se acercó a mí y me zarandeó.
-Eh... ¿qué? -pregunté sorprendida-. ¡Eh! ¿Qué haces? ¡Suéltame!
Me alejé de él y le miré de arriba a abajo.
-No sé qué has hecho ni por qué, pero...
Antes de acabar la frase me acordé de algo y le miré con el ceño fruncido.
-Aún tienes mi morral... -Le acusé-. ¿Por favor, me lo devuelves?
No pretendía sonar como una niña rica de cuna (en parte lo era y por lo que sabía eso "se notaba"), pero fue así como me salió. Había parecido una chiquilla malcriada. Me arrepentí al punto y agaché la cabeza enrojecida.
-Yo... lo siento.
A ver, hacía apenas dos segundos estábamos en un claro Aisha, Enoramay y yo, y bueno, el bandido de ojos color miel que me había "secuestrado". ¿Y ahora?
Miré a mi alrededor y me di cuenta de que él estaba tras de mí, vigilando la maleza como si hubiese alguien atrás.
-¿Qué has hecho? -le pregunté enfadada, cosa no muy normal en mí-. ¿Dónde están Aisha y Enoramay?
Me concentré en relajarme y respiré hondo. Enfadarme no me iba a hacer un gran favor así que pensé durante un momento.
Mi madre me había dicho que yo, como semi feérica, podía saber dónde me hallaba con exactitud, pero dudaba mucho de poder hacerlo.
A ver, a ver... Wina, ayúdame... pensé muy poco decidida mientras ignoraba al bandido y me centraba en intentar saber dónde estaba. Me giré apretando los ojos. ¿Dónde...?
Suspiré tras un minuto. No, al parecer ese don no venía en mi sangre.
Volví a darme la vuelta y algo me golpeó en el alma.
Había alguien con nosotros.
El bandido -que al parecer me estaba hablando-, se acercó a mí y me zarandeó.
-Eh... ¿qué? -pregunté sorprendida-. ¡Eh! ¿Qué haces? ¡Suéltame!
Me alejé de él y le miré de arriba a abajo.
-No sé qué has hecho ni por qué, pero...
Antes de acabar la frase me acordé de algo y le miré con el ceño fruncido.
-Aún tienes mi morral... -Le acusé-. ¿Por favor, me lo devuelves?
No pretendía sonar como una niña rica de cuna (en parte lo era y por lo que sabía eso "se notaba"), pero fue así como me salió. Había parecido una chiquilla malcriada. Me arrepentí al punto y agaché la cabeza enrojecida.
-Yo... lo siento.
Invitado- Invitado
Re: ¿Y ahora, qué? {Kou y Kyna} [Continuación de Sin Rumbo]
Mi prioridad principal era encontrar a mi padre. Hacía pocos dias había encontrado una noticia que hablaba de un hombre que habia sido desterrado por haber tenido una relación con otra raza. Esta noticia no era muy fiable de que se tratara de mi padre, ya que habían muchos casos así, pero tenía que intentarlo. Era mejor eso que nada.
Llevaba caminando desde entonces, desde Nanhai, al norte. No llevaba ni agua ni comida, pero eso no era un problema para mí. Intuia donde había agua debido al rechazo y la repugnancia que siento hacía este elemento. La comida, simplemente sabía cazar con ayuda de mis continuos errores y la experiencia. Nadie me había enseñado nunca a cazar.
Me dirigia hacía las Colinas de Gantadd cuando una pareja bastante curiosa y, para que mentir, extraña, me obligó a detenerme. Me escondí detrás de unos arbustos sigilosamente, de forma que yo pudiera verlos pero ellos a mi no. Él era un humano, nada en tener en cuenta, aunque llevaba una poderosa katanna en la cintura, y parecía que tenia mucha experiencia en usarla. Cuando de giró a mirar a la otra muchacha resaltó algo en su viril rostro: tenía colmillos. Fruncí el ceño. Era un humano, pero tenía cierto aire que me engatusaba. Ella, por otra parte, era muy diferente. ¿Una mestiza entre celeste y feérica? Parecía que sí. Pese a estar a una distancia prudente, era más alta que yo. Su piel era morena, pero intuía que de cerca podría ser diferente. Sus movimientos, a pesar de ser elegantes, también denotaban fuerza y bueno... mucha sensualidad. Era de ese tipo de mujeres que a los hombres volvían locos. Era una pareja extraña, y deduje que lo más seguro era que estubieran saliendo, o por lo menos aquel muchacho tarde o temprado sucumberia a la chica. Iva a marcharme, pero la soledad golpeó de nuevo. Por un instante desee con todas mis fuerzas tener unos amigos como ellos, pero hacía tiempo decidí que nunca se podía confiar en nadie.
Llevaba caminando desde entonces, desde Nanhai, al norte. No llevaba ni agua ni comida, pero eso no era un problema para mí. Intuia donde había agua debido al rechazo y la repugnancia que siento hacía este elemento. La comida, simplemente sabía cazar con ayuda de mis continuos errores y la experiencia. Nadie me había enseñado nunca a cazar.
Me dirigia hacía las Colinas de Gantadd cuando una pareja bastante curiosa y, para que mentir, extraña, me obligó a detenerme. Me escondí detrás de unos arbustos sigilosamente, de forma que yo pudiera verlos pero ellos a mi no. Él era un humano, nada en tener en cuenta, aunque llevaba una poderosa katanna en la cintura, y parecía que tenia mucha experiencia en usarla. Cuando de giró a mirar a la otra muchacha resaltó algo en su viril rostro: tenía colmillos. Fruncí el ceño. Era un humano, pero tenía cierto aire que me engatusaba. Ella, por otra parte, era muy diferente. ¿Una mestiza entre celeste y feérica? Parecía que sí. Pese a estar a una distancia prudente, era más alta que yo. Su piel era morena, pero intuía que de cerca podría ser diferente. Sus movimientos, a pesar de ser elegantes, también denotaban fuerza y bueno... mucha sensualidad. Era de ese tipo de mujeres que a los hombres volvían locos. Era una pareja extraña, y deduje que lo más seguro era que estubieran saliendo, o por lo menos aquel muchacho tarde o temprado sucumberia a la chica. Iva a marcharme, pero la soledad golpeó de nuevo. Por un instante desee con todas mis fuerzas tener unos amigos como ellos, pero hacía tiempo decidí que nunca se podía confiar en nadie.
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