Una juglar yan por Idhún.

Voy paseando por las calles de La Plaza de Vanis cuando tengo la magnífica idea de sentarme a contar una historia para que los aldeanos la escuchen:
- Acercaos y escuchar este trozo de una bella historia que de título tiene "Sucesos extraños", acercaos, acercaos...

Elizabeth volvía hacia casa cuando de repente escuchó que alguien decía:
-Auxilioooo... Socorrooo... ¡¡¡AYUDARME!!!
Elizabeth corrió todo lo que pudo siguiendo la misteriosa voz, se internó por el bosque sin saber adonde iba, casi se pierde pero eso le daba igual debía ayudar a aquella persona. Cuando llegó al lugar de donde provenían las voces no le gustó nada lo que observaba, era un chico, si, no cabía duda, lo más extraño era que las raíces de un gran árbol le agarraban y se lo tragaba, ella intentaba ayudarle, pero una barrera invisible, como si se tratara de magia la separaba de aquella persona...
-¡Haa!, ¡haa! ¿Qué ha pasado?, ¿Dónde estoy? *ha sido un sueño... pero parecía tan real...*
Elizabeth no pudo volver a dormir en toda la noche. No paraba de pensar en aquella pesadilla que la atormentaba desde bien pequeña.

Os contaré mas de esta historia en la próxima estación de Idhún, el invierno, así que bien abrigados debéis de venir si al enfermero no queréis perseguir.
Pero esperad, el show aún no ha acabado, para finalizar este poema os dedico:

Por el mar voy galopando
y silbando,
al son de las olas del mar
me estremezco como un calamar, mientras tanto
en sus aguas saladas voy nadando,
creo que seis versos son asi, mis monedas ya me están pagando.

Ya ha llegado otra estación y a contar más historias me dirigo, no es que me apetezca proseguir con la anterior, por lo que hoy en este dia, contaré una nueva.
Me acerco al mismo sitio en el que la otra vez me coloqué y espero a que haya suficiente gente. Comienzo a hablar...
Bueno, aquí estoy de nuevo con una pequeña historia, lo cual no significa que vaya ser aburrida, ni por asombro. S u título es... La princesa del Desierto.
Por las cálidas arenas del desierto de Kash-Tar vagaba una doncella, cuyo nombre era muy conocido por allí, ya que era la princesa. Tara se hacía llamar. Bagada desconsolada buscando un lugar al que ir, para estar a salvo, puesto que su padre la obligaba a casarse, pero ella no quería. Se había escapado y todos la buscaban, unos para capturarla y otros para ayudarla. Se ocultó en una cueva durante tres días, pero un joven yan la encontró. No la reconoció, por lo que ella se alegró. Solo le desveló que nadie debía verla, puesto que la querían muerta. El muchacho asustado por aquello la acogió en su casa y vivió junto a ella el tiempo suficiente para que la olvidaran. El día que Tara debía partir, le dijo al muchacho que no lo haría sin él. A los dos días hubo una gran boda, el padre de Tara la reconoció y mandó a unos matones a acabar con la vida de la pequeña. Lo consiguieron, pero el joven que acababa de prometerse con ella cayó en tal desespero que no tuvo otro pensamiento más que estar junto a ella, por lo que se quitó al vida para poder al fin descansar en paz con su amada.