Avanzando hacia el norte (RC)
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Avanzando hacia el norte (RC)
Ya casi habíamos llegado a los preciosos lagos conocidos como los Ojos de Neliam.
Habían pasado tres días y dos noches. Dos noches en las que no había podido apenas dormir. Alguna cabezada de unos minutos después de comer, alguna otra durante las cortas guardias nocturnas que podía soportar la agitada Ela...
Durante el primer dia de viaje, le había contado a Kronos lo relacionado con el conjuro de Ela... lo poco que yo, desconocedor de la magia y sus entresijos pude entender. Tal vez por eso, esperando que Ela estuviera en condiciones de contarselo más completamente, Kronos no había dicho gran cosa una vez le relaté lo sucedido. A mi parecer, el silfo estaba asimilandolo aun, y seguramente no quería hacerse ilusiones antes de tiempo...
Por ahora, no teníamos noticia de los agresivos varu que nos emboscaron.
En cuanto a la sombra... No podíamos saber si el hechizo de Ela había funcionado, pero no quisimos arriesgarnos. Como habíamos planeado juntos una vez comenté mis cavilaciones a mis compañeros, antes de cada anochecer ataba a Kronos con lianas y cuerdas que fuimos trenzando durante el viaje, sembraba hongos somníferos a su alrededor y, según sugirió él mismo, Ela y yo nos refugiábamos bajo su planta Erworn por turnos, para hacer guardia.
Por lo visto, los hongos funcionaban bien, ya que no tuvimos sobresaltos vespertinos.
Trepando a un alto roble, contemplé las bellas praderas verdes, salpicadas por sendos grupitos de árboles, en los que reposaban los dos lagos más meridionales.
-Ya hemos llegado, compañeros. Descansemos aquí un par de dias, por Wina
Habían pasado tres días y dos noches. Dos noches en las que no había podido apenas dormir. Alguna cabezada de unos minutos después de comer, alguna otra durante las cortas guardias nocturnas que podía soportar la agitada Ela...
Durante el primer dia de viaje, le había contado a Kronos lo relacionado con el conjuro de Ela... lo poco que yo, desconocedor de la magia y sus entresijos pude entender. Tal vez por eso, esperando que Ela estuviera en condiciones de contarselo más completamente, Kronos no había dicho gran cosa una vez le relaté lo sucedido. A mi parecer, el silfo estaba asimilandolo aun, y seguramente no quería hacerse ilusiones antes de tiempo...
Por ahora, no teníamos noticia de los agresivos varu que nos emboscaron.
En cuanto a la sombra... No podíamos saber si el hechizo de Ela había funcionado, pero no quisimos arriesgarnos. Como habíamos planeado juntos una vez comenté mis cavilaciones a mis compañeros, antes de cada anochecer ataba a Kronos con lianas y cuerdas que fuimos trenzando durante el viaje, sembraba hongos somníferos a su alrededor y, según sugirió él mismo, Ela y yo nos refugiábamos bajo su planta Erworn por turnos, para hacer guardia.
Por lo visto, los hongos funcionaban bien, ya que no tuvimos sobresaltos vespertinos.
Trepando a un alto roble, contemplé las bellas praderas verdes, salpicadas por sendos grupitos de árboles, en los que reposaban los dos lagos más meridionales.
-Ya hemos llegado, compañeros. Descansemos aquí un par de dias, por Wina
Invitado- Invitado
Re: Avanzando hacia el norte (RC)
Kronos sintió una pequeña sensación de alivio cuando alcanzaron por fin su primer destino. Ya quedaba menos para llegar a Celestia entonces, y tal vez allí encontraran la solución al problema de Ela.
El silfo se sentía cada vez más culpable por la situación. Ela no daba muchas señales de mejorar con su extraña discapacidad. Sólo en un par de ocasiones lograron captar algo en sus cabezas al tratar de comunicarse con la varu: un ligerísimo zumbido, casi nada apreciable en realidad, pero al menos aquello era algo esperanzador. Y por de pronto seguía sin poder hacer magia, desde luego.
No mejoraba su sensación de culpabilidad el hecho de que fuera Kronos el único que descansaba por las noches. Preso entre lianas y hongos somniferos, eso era cierto, pero al menos podía dormir mientras sus compañeros se turnaban para hacer las guardias nocturnas. Y realmente no tenía ni idea de si el conjuro de Ela había hecho efecto en él. No notaba nada anormal en realidad. Pero de hecho tampoco lo había notado en un principio, las primeras noches en que se transformaba en aquella bestia. No habría forma de saberlo hasta que se armaran de valor y decidieran dejar en libertad a Kronos durante una noche. Pero eso no era una opción, ahora que no contaban con la magia de Ela...
- Genial, entonces a descansar- Kronos se sentó sobre el cesped, satisfecho, y Pichu no tardó en incorporarse sobre su regazo.
El estómago le rugió entonces y recordó que todas sus reservas de comida se habían terminado durante el viaje hacia allí. Miró a sus dos compañeros. Realmente parecían agotados. Más que él incluso, ya que no habían podido dormir apenas aquella noche; aquellas ojeras lo decían todo. Así que tomó una decisión.
Se levantó de forma tan precipitada que Pichu practicamente salió volando.
- He cambiado de idea. Vosotros dos, a dormir ahora mismo. Todavía quedan horas de sol y será mejor que las aprovechéis. Yo iré mientras a buscar comida para la cena, ¿vale?. Supongo que en este bosque debe haber bayas o algo parecido... Vamos Pichu.
Sin dejar tiempo para rechistar a sus amigos (al menos a los que tenían voz para poder rechistar) salió dando zancadas entre los árboles y se perdió en la maleza. Pichu lo siguió de mala gana, todavía dolida por la caída.
No pasó mucho tiempo hasta que la ardillita chocó de pronto contra el silfo, que se había detenido en seco a mitad de un arbusto, mirando al frente con los ojos muy abiertos. Porque acababa de descubrir algo inquietante en aquel bosque.
Una flor lelebin se abría en el suelo frente a él. Kronos las conocía muy bien. Había muchas de ellas en el bosque de Awa. En tiempos de guerra habían sido útiles para defender el bosque, ya que transformaban la luz lunar en magia defensiva, aunque ahora la cúpula protectora féerica solía estar desactivada. Sin embargo no era el hecho de encontrar esa planta lo que le inquietaba, sino el estado en el que se encontraba.
Porque sus petalos estaban abiertos de par en par, extremadamente abiertos. Y Kronos, buen observador de las plantas que poblaban su preciado bosque, sólo había visto aquellas flores así en fechas muy señaladas. Y eso sólo podía significar una cosa. Algo que podría delatar de una vez la efectividad del hechizo de Ela.
Esa noche habría luna llena... y muy posiblemente fuera Erea, la luna mayor, la que desplegara todo su poder durante aquella misma noche.
El silfo se sentía cada vez más culpable por la situación. Ela no daba muchas señales de mejorar con su extraña discapacidad. Sólo en un par de ocasiones lograron captar algo en sus cabezas al tratar de comunicarse con la varu: un ligerísimo zumbido, casi nada apreciable en realidad, pero al menos aquello era algo esperanzador. Y por de pronto seguía sin poder hacer magia, desde luego.
No mejoraba su sensación de culpabilidad el hecho de que fuera Kronos el único que descansaba por las noches. Preso entre lianas y hongos somniferos, eso era cierto, pero al menos podía dormir mientras sus compañeros se turnaban para hacer las guardias nocturnas. Y realmente no tenía ni idea de si el conjuro de Ela había hecho efecto en él. No notaba nada anormal en realidad. Pero de hecho tampoco lo había notado en un principio, las primeras noches en que se transformaba en aquella bestia. No habría forma de saberlo hasta que se armaran de valor y decidieran dejar en libertad a Kronos durante una noche. Pero eso no era una opción, ahora que no contaban con la magia de Ela...
- Genial, entonces a descansar- Kronos se sentó sobre el cesped, satisfecho, y Pichu no tardó en incorporarse sobre su regazo.
El estómago le rugió entonces y recordó que todas sus reservas de comida se habían terminado durante el viaje hacia allí. Miró a sus dos compañeros. Realmente parecían agotados. Más que él incluso, ya que no habían podido dormir apenas aquella noche; aquellas ojeras lo decían todo. Así que tomó una decisión.
Se levantó de forma tan precipitada que Pichu practicamente salió volando.
- He cambiado de idea. Vosotros dos, a dormir ahora mismo. Todavía quedan horas de sol y será mejor que las aprovechéis. Yo iré mientras a buscar comida para la cena, ¿vale?. Supongo que en este bosque debe haber bayas o algo parecido... Vamos Pichu.
Sin dejar tiempo para rechistar a sus amigos (al menos a los que tenían voz para poder rechistar) salió dando zancadas entre los árboles y se perdió en la maleza. Pichu lo siguió de mala gana, todavía dolida por la caída.
No pasó mucho tiempo hasta que la ardillita chocó de pronto contra el silfo, que se había detenido en seco a mitad de un arbusto, mirando al frente con los ojos muy abiertos. Porque acababa de descubrir algo inquietante en aquel bosque.
Una flor lelebin se abría en el suelo frente a él. Kronos las conocía muy bien. Había muchas de ellas en el bosque de Awa. En tiempos de guerra habían sido útiles para defender el bosque, ya que transformaban la luz lunar en magia defensiva, aunque ahora la cúpula protectora féerica solía estar desactivada. Sin embargo no era el hecho de encontrar esa planta lo que le inquietaba, sino el estado en el que se encontraba.
Porque sus petalos estaban abiertos de par en par, extremadamente abiertos. Y Kronos, buen observador de las plantas que poblaban su preciado bosque, sólo había visto aquellas flores así en fechas muy señaladas. Y eso sólo podía significar una cosa. Algo que podría delatar de una vez la efectividad del hechizo de Ela.
Esa noche habría luna llena... y muy posiblemente fuera Erea, la luna mayor, la que desplegara todo su poder durante aquella misma noche.
Yandrak- Oráculo de Karevan
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Re: Avanzando hacia el norte (RC)
Por fin algo de descanso...
Me tumbé sobre la hierba y me dejé llevar por el sopor. Tras tanto tiempo de viaje con Kronos, y algunos días con Tirso, sabía que ambos chicos eran capaces de montar el campamento y prepararnos para la noche... Era bastante cómodo dejar hacer y despreocuparse de todo... Obviamente también era injusto y desesperante en ocasiones... por lo que deberíamos solucionarlo en Celestia lo antes posible. Pero de todos modos, ahora estaba prácticamente inútil y muuuy cansada, por lo que cerré mis grandes ojos y me dormí, sin importarme el hambre, los calambres en las piernas y la sequedad de mi piel; Tirso se encargaría de mojarme mientras dormía, como había hecho estas noches. Tampoco me apetecía seguir caminando los pocos kilómetros que nos separaban del lago, para descansar por fin en un manso estanque. Menos aún tuve tiempo de plantearme la idea de que la noche sorprendiera a mis compañeros desprevenidos... No. Después de varios días de viaje sin percances... ¿Qué podía pasar?
Me tumbé sobre la hierba y me dejé llevar por el sopor. Tras tanto tiempo de viaje con Kronos, y algunos días con Tirso, sabía que ambos chicos eran capaces de montar el campamento y prepararnos para la noche... Era bastante cómodo dejar hacer y despreocuparse de todo... Obviamente también era injusto y desesperante en ocasiones... por lo que deberíamos solucionarlo en Celestia lo antes posible. Pero de todos modos, ahora estaba prácticamente inútil y muuuy cansada, por lo que cerré mis grandes ojos y me dormí, sin importarme el hambre, los calambres en las piernas y la sequedad de mi piel; Tirso se encargaría de mojarme mientras dormía, como había hecho estas noches. Tampoco me apetecía seguir caminando los pocos kilómetros que nos separaban del lago, para descansar por fin en un manso estanque. Menos aún tuve tiempo de plantearme la idea de que la noche sorprendiera a mis compañeros desprevenidos... No. Después de varios días de viaje sin percances... ¿Qué podía pasar?
Invitado- Invitado
Re: Avanzando hacia el norte (RC)
Después de asentarnos en una pequeña colina, donde la hierba era verde y corría una brisa fresca y llena de aromas (si, ya se notaba la cercanía de Awa...), Kronos dijo que se encargaría de buscar provisiones mientras nosotros descansábamos un poco.
Casi en el acto, Ela se acostó y no tardé en escuchar su acompasado ritmo de respiración.
Estuve a punto de dejarme llevar por la tentación, pero me di cuenta de que la piel de la nuca y, por consiguiente, las branquias situadas detrás de las orejas de mi acuosa amiga se empezaba a resecar por lo que me levanté y recogí su odre, que por desgracia estaba vacío.
Con un suspiro de resignación, me encaminé al lago más cercano, del que apenas distábamos un kilómetro, pero que con el cansancio acumulado parecía un horizonte entero, dispuesto a recoger algunos litros del líquido elemento.
Cuando volví, humedecí la piel de Ela y puse un poco del agua sobrante en una de las cacerolas, por si Kronos traía esas hojas naranjas tan sabrosas con las que hacíamos infusiones (frías, eso si).
Me senté para esperar, sin mucho que hacer y bastantes menos ganas de hacer algo. Los soles aún estaban altos, a penas si había pasado el medio día... pero el cansancio pudo más que los bioritmos y, tras cerrar los ojos unos segundos... ya sabéis, para descansar la vista, caí dormido en una placentera siesta, a pierna suelta sobre el refrescante y mullido césped.
"Que cocine Kronos. Ya me despertará el olor de las bayas" pensé un segundo antes de rendirme por completo al abrazo Oniros.
Casi en el acto, Ela se acostó y no tardé en escuchar su acompasado ritmo de respiración.
Estuve a punto de dejarme llevar por la tentación, pero me di cuenta de que la piel de la nuca y, por consiguiente, las branquias situadas detrás de las orejas de mi acuosa amiga se empezaba a resecar por lo que me levanté y recogí su odre, que por desgracia estaba vacío.
Con un suspiro de resignación, me encaminé al lago más cercano, del que apenas distábamos un kilómetro, pero que con el cansancio acumulado parecía un horizonte entero, dispuesto a recoger algunos litros del líquido elemento.
Cuando volví, humedecí la piel de Ela y puse un poco del agua sobrante en una de las cacerolas, por si Kronos traía esas hojas naranjas tan sabrosas con las que hacíamos infusiones (frías, eso si).
Me senté para esperar, sin mucho que hacer y bastantes menos ganas de hacer algo. Los soles aún estaban altos, a penas si había pasado el medio día... pero el cansancio pudo más que los bioritmos y, tras cerrar los ojos unos segundos... ya sabéis, para descansar la vista, caí dormido en una placentera siesta, a pierna suelta sobre el refrescante y mullido césped.
"Que cocine Kronos. Ya me despertará el olor de las bayas" pensé un segundo antes de rendirme por completo al abrazo Oniros.
Invitado- Invitado
Re: Avanzando hacia el norte (RC)
Lo intentó una vez más.
Cerró los ojos con fuerza, tratando de concentrarse en ellas, impulsarlas con toda la fuerza de la que podía disponer. Ya tenía la cara roja por el esfuerzo.
"Si aprieto un poco más, explotaré..." pensó preocupado.
Pero no hacía falta más. Sus alas se movían. A una velocidad realmente rápida, la verdad. Y ya notaba como su cuerpo pesaba cada vez menos. Como sus pies se despegaban del suelo lentamente.
"¡Sí! ¡Lo estoy logrando!" ya se había elevado un par de centímetros del suelo... "¡Lo he conseguido!" ahora incluso un palmo más... "¡¡¡Puedo volar!!! ¡Puedo....!"
Plaf! El golpe contra el suelo fue monumental, a casi un metro de altura como estaba. Además se había estampado de morros.
- Malditas alas... No servís para nada...
Kronos se levantó a duras penas, con la barbilla magullada y una sensación de abatimiento en el pecho. Decidió rendirse por aquel día. Lo había intentado ya más de cuatro veces y todas habían tenido el mismo desastroso resultado.
Así que recogió las bayas que había recolectado, a buen recaudo junto a la vigilante Pichu (que había observado el increíble espectáculo del silfo quasi-volador con paciencia... aunque hurtando una de las bayas de vez en cuando) y emprendió el camino de regreso a su "campamento".
Tenía que conseguirlo. De hecho ya lo había conseguido, en parte. Tirso se lo había contado. Aquella noche, cuando la Sombra atacó por última vez, ellos estaban escondidos en lo alto de un árbol. ¡Y la Sombra les ataco desde el cielo! Si aquel parásito repelente había conseguido controlar sus alas a su antojo... ¿por qué no iba a poder hacerlo él mismo? Todos los silfos alados que conocía podían volar. ¿Por qué no él? ¡Ya no era un niño! Había pasado por cosas inimaginables, situaciones insufribles... Tenía que conseguirlo... Algún día...
Cuando llegó al lugar se encontró a sus dos compañeros rendidos al sueño. Trató de no hacer ruido, y aprovechando el agua que alguien había dejado en una de las cacerolas, comenzó a cocinar una deliciosa y refrescante infusión que el propio Tirso le había enseñado. Era un buen tipo en realidad. Tal vez al principio un poco cargante... pero cuando te acostumbrabas a escuchar sus enredosas historias tenía su chispa. Y además, había ayudado sin dudarlo a proteger a Ela de la Sombra... y a él de sí mismo. Cualquiera en su lugar, teniendo que enfrentarse a un terrible monstruo cada noche que le podía hacer pedazos, hubiera huido sin pensarlo.
Kronos suspiró. Sí... La verdad es que amigos como aquellos eran difíciles de encontrar. Tenía suerte.
Y se preguntó si seguiría teniendo suerte esa noche, cuando la luna mayor comenzara a brillar con todo su esplendor en el cielo estrellado de la noche. Kronos esperó pacientemente a que sus amigos despertaran de la siesta. A parte de saciar el apetito de la fatigosa caminata, tenían asuntos que atender sobre lo que ocurriría al anochecer...
Cerró los ojos con fuerza, tratando de concentrarse en ellas, impulsarlas con toda la fuerza de la que podía disponer. Ya tenía la cara roja por el esfuerzo.
"Si aprieto un poco más, explotaré..." pensó preocupado.
Pero no hacía falta más. Sus alas se movían. A una velocidad realmente rápida, la verdad. Y ya notaba como su cuerpo pesaba cada vez menos. Como sus pies se despegaban del suelo lentamente.
"¡Sí! ¡Lo estoy logrando!" ya se había elevado un par de centímetros del suelo... "¡Lo he conseguido!" ahora incluso un palmo más... "¡¡¡Puedo volar!!! ¡Puedo....!"
Plaf! El golpe contra el suelo fue monumental, a casi un metro de altura como estaba. Además se había estampado de morros.
- Malditas alas... No servís para nada...
Kronos se levantó a duras penas, con la barbilla magullada y una sensación de abatimiento en el pecho. Decidió rendirse por aquel día. Lo había intentado ya más de cuatro veces y todas habían tenido el mismo desastroso resultado.
Así que recogió las bayas que había recolectado, a buen recaudo junto a la vigilante Pichu (que había observado el increíble espectáculo del silfo quasi-volador con paciencia... aunque hurtando una de las bayas de vez en cuando) y emprendió el camino de regreso a su "campamento".
Tenía que conseguirlo. De hecho ya lo había conseguido, en parte. Tirso se lo había contado. Aquella noche, cuando la Sombra atacó por última vez, ellos estaban escondidos en lo alto de un árbol. ¡Y la Sombra les ataco desde el cielo! Si aquel parásito repelente había conseguido controlar sus alas a su antojo... ¿por qué no iba a poder hacerlo él mismo? Todos los silfos alados que conocía podían volar. ¿Por qué no él? ¡Ya no era un niño! Había pasado por cosas inimaginables, situaciones insufribles... Tenía que conseguirlo... Algún día...
Cuando llegó al lugar se encontró a sus dos compañeros rendidos al sueño. Trató de no hacer ruido, y aprovechando el agua que alguien había dejado en una de las cacerolas, comenzó a cocinar una deliciosa y refrescante infusión que el propio Tirso le había enseñado. Era un buen tipo en realidad. Tal vez al principio un poco cargante... pero cuando te acostumbrabas a escuchar sus enredosas historias tenía su chispa. Y además, había ayudado sin dudarlo a proteger a Ela de la Sombra... y a él de sí mismo. Cualquiera en su lugar, teniendo que enfrentarse a un terrible monstruo cada noche que le podía hacer pedazos, hubiera huido sin pensarlo.
Kronos suspiró. Sí... La verdad es que amigos como aquellos eran difíciles de encontrar. Tenía suerte.
Y se preguntó si seguiría teniendo suerte esa noche, cuando la luna mayor comenzara a brillar con todo su esplendor en el cielo estrellado de la noche. Kronos esperó pacientemente a que sus amigos despertaran de la siesta. A parte de saciar el apetito de la fatigosa caminata, tenían asuntos que atender sobre lo que ocurriría al anochecer...
Última edición por Yandrak el Miér Jun 27, 2012 6:08 pm, editado 2 veces
Yandrak- Oráculo de Karevan
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Re: Avanzando hacia el norte (RC)
Off: sigo yo, que hablé con Ela y está algo liada.
On:
Silencio. Un pájaro piando en la lejanía, agua... ¿removiéndose?
Abrí con cierta pena los ojos... por ganas seguiría durmiendo, pero mi cuerpo ya estaba recuperado y eso sería caer en la vagancia sin sentido. Había cosas por hacer y peligros que acechaban; no estaba en situación de dormir por placer.
Me incorporé y vi a Kronos, que removía enérgicamente la cacerola que había dejado preparada antes de dormir. El aroma era exquisito; el chico era atento y aprendía deprisa. Obviamente esa no era la receta oficial, ya que me la había enseñado mi abuela, mi abuela humana, y ella utilizaba fuego para hervir el agua y conseguir que la infusión tuviera más cuerpo y sabor, pero como sabía que los feéricos aborrecemos el fuego, pues nos enseñó a remover rápidamente y con vigor el agua fría para que las hojas se deshicieran por completo y soltaran sus sabrosos toques silvestres.
-Buenas, Kronos. Que bien huele eso... ¿Hemos dormido mucho? - dije mirando hacia el cielo, ubicando los soles. No estaban muy bajos aún, por lo que habrían pasado apenas cuatro o cinco horas. - Ummmm que a gusto se queda uno... ¿Que has hecho todo este tiempo, compai? - pero que buen humor!! por fin había descansado de verdad, y quedaba tiempo para el anochecer, por lo que había más tiempo aún para relajarse.
Estaba cuasi eufórico, tenía ganas de hablar, de hablar absurdamente como solía hacer antes de empezar este peligroso viaje, pero me contuve hasta saber si mi compañero sentía las mismas ganas de esparcimiento que yo... por no hablar de que Ela estaba dormida, y según tenía entendido, sus despertares no eran plato de buen gusto, por muy muda que estuviera.
On:
Silencio. Un pájaro piando en la lejanía, agua... ¿removiéndose?
Abrí con cierta pena los ojos... por ganas seguiría durmiendo, pero mi cuerpo ya estaba recuperado y eso sería caer en la vagancia sin sentido. Había cosas por hacer y peligros que acechaban; no estaba en situación de dormir por placer.
Me incorporé y vi a Kronos, que removía enérgicamente la cacerola que había dejado preparada antes de dormir. El aroma era exquisito; el chico era atento y aprendía deprisa. Obviamente esa no era la receta oficial, ya que me la había enseñado mi abuela, mi abuela humana, y ella utilizaba fuego para hervir el agua y conseguir que la infusión tuviera más cuerpo y sabor, pero como sabía que los feéricos aborrecemos el fuego, pues nos enseñó a remover rápidamente y con vigor el agua fría para que las hojas se deshicieran por completo y soltaran sus sabrosos toques silvestres.
-Buenas, Kronos. Que bien huele eso... ¿Hemos dormido mucho? - dije mirando hacia el cielo, ubicando los soles. No estaban muy bajos aún, por lo que habrían pasado apenas cuatro o cinco horas. - Ummmm que a gusto se queda uno... ¿Que has hecho todo este tiempo, compai? - pero que buen humor!! por fin había descansado de verdad, y quedaba tiempo para el anochecer, por lo que había más tiempo aún para relajarse.
Estaba cuasi eufórico, tenía ganas de hablar, de hablar absurdamente como solía hacer antes de empezar este peligroso viaje, pero me contuve hasta saber si mi compañero sentía las mismas ganas de esparcimiento que yo... por no hablar de que Ela estaba dormida, y según tenía entendido, sus despertares no eran plato de buen gusto, por muy muda que estuviera.
Invitado- Invitado
Re: Avanzando hacia el norte (RC)
- Intentaba volar...- respondió Kronos, con el rostro sombrío, sin apartar la mirada de la infusión que seguía agitando con vigor- ¡Pero no lo consigo, Tirso! Esa... maldita Sombra... No sé como lo hace. Creo que mis alas son todavía muy pequeñas... o que no tienen la suficiente fuerza o... en fin...
Anhelaba poder volar. Ya desde muy pequeñito lo había hecho. Admiraba a los féericos de su poblado cuando se elevaban entre las copas de los árboles, como buceando en el aire sin apenas esfuerzo.
Su padre también era capaz de hacerlo. Sus alas habían sido fuertes y vigorosas desde que le alcanzaba la memoria... e incluso en alguna ocasión había llevado a Kronos a dar paseos aéreos, montado a su espalda como si de un haai se tratara. Claro que el vuelo de un féerico no podía compararse con el de aquellas hermosas aves, pero aun así la sensación era increíble...
Kronos sacudió la cabeza, tratando de quitarse aquellos pensamientos de su mente. Sólo le traerían frustración y pesar. Además debía concentrarse en el presente... y en el futuro próximo que se les echaba encima.
- Cambiando de tema... Mientras recogía bayas en el bosque me he encontrado una flor lelebin- Kronos dejó de agitar entonces, y levantó su mirada hacia el silfo que lo miraba con curiosidad- Sus pétalos estaban extremadamente abiertos, Tirso. Casi expectantes. Se estaba preparando para captar la máxima cantidad de luz lunar... y ya sabes en qué circunstancias tienen las lelebin ese comportamiento...
Lo miró con preocupación. Si la Sombra se alzaba esa noche con todo su esplendor aquello sería una masacre. Estaría cargada de ira y con una sed de venganza imparable. No había podido matar a Tirso la última vez, pero sin duda esta vez lo haría, teniendo en cuenta el lamentable estado de Ela.
Claro que también podía haber funcionado el hechizo de la varu. Pero tampoco querían tener que averiguarlo, exponiéndose a tamaño peligro. Aquella sensación de impotencia, de saber que aquella noche podría de nuevo volver a dejar de ser él mismo, de saber que podría acabar con la vida de sus amigos... sólo de pensarlo se le ponían sus verdes pelos de punta.
- Creo que deberíamos continuar andando... Cuando Ela se despierte, al menos. Quedan muchas horas de luz. Podemos llegar hoy hasta orillas de los Ojos...- Kronos hizo un esfuerzo por sonreir- Además a Ela le sentará bien un chapuzón. Y luego... ya veremos lo que pasa luego- dejó de remover la infusión, acercó su prominente nariz a la cacerola y aspiró una bocanada de su aroma dulce. Tenía una pinta deliciosa. Todavía con una sonrisa, le ofreció el caldero a Tirso- ¿Quieres un poco?
Anhelaba poder volar. Ya desde muy pequeñito lo había hecho. Admiraba a los féericos de su poblado cuando se elevaban entre las copas de los árboles, como buceando en el aire sin apenas esfuerzo.
Su padre también era capaz de hacerlo. Sus alas habían sido fuertes y vigorosas desde que le alcanzaba la memoria... e incluso en alguna ocasión había llevado a Kronos a dar paseos aéreos, montado a su espalda como si de un haai se tratara. Claro que el vuelo de un féerico no podía compararse con el de aquellas hermosas aves, pero aun así la sensación era increíble...
Kronos sacudió la cabeza, tratando de quitarse aquellos pensamientos de su mente. Sólo le traerían frustración y pesar. Además debía concentrarse en el presente... y en el futuro próximo que se les echaba encima.
- Cambiando de tema... Mientras recogía bayas en el bosque me he encontrado una flor lelebin- Kronos dejó de agitar entonces, y levantó su mirada hacia el silfo que lo miraba con curiosidad- Sus pétalos estaban extremadamente abiertos, Tirso. Casi expectantes. Se estaba preparando para captar la máxima cantidad de luz lunar... y ya sabes en qué circunstancias tienen las lelebin ese comportamiento...
Lo miró con preocupación. Si la Sombra se alzaba esa noche con todo su esplendor aquello sería una masacre. Estaría cargada de ira y con una sed de venganza imparable. No había podido matar a Tirso la última vez, pero sin duda esta vez lo haría, teniendo en cuenta el lamentable estado de Ela.
Claro que también podía haber funcionado el hechizo de la varu. Pero tampoco querían tener que averiguarlo, exponiéndose a tamaño peligro. Aquella sensación de impotencia, de saber que aquella noche podría de nuevo volver a dejar de ser él mismo, de saber que podría acabar con la vida de sus amigos... sólo de pensarlo se le ponían sus verdes pelos de punta.
- Creo que deberíamos continuar andando... Cuando Ela se despierte, al menos. Quedan muchas horas de luz. Podemos llegar hoy hasta orillas de los Ojos...- Kronos hizo un esfuerzo por sonreir- Además a Ela le sentará bien un chapuzón. Y luego... ya veremos lo que pasa luego- dejó de remover la infusión, acercó su prominente nariz a la cacerola y aspiró una bocanada de su aroma dulce. Tenía una pinta deliciosa. Todavía con una sonrisa, le ofreció el caldero a Tirso- ¿Quieres un poco?
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Re: Avanzando hacia el norte (RC)
"Yo si que quiero un poco" pensé, con la esperanza de que mis pensamientos llegaran a las mentes de mis amigos... pero de nuevo, el silencio.
Resignada, me levanté un poco amodorrada y me acerqué con sigilo a los feéricos. Cuando toqué la espalda de Tirso, saltó como movido por un resorte. Reí en silencio.
Había un agradable clima y mis branquias estaban bien hidratadas. "Que majos". Se les veía contentos y descansados. A todos nos había venido bien este alto en el camino.
Abracé a ambos chicos y me senté en círculo alrededor de la cacerola. Un delicioso almuerzo para tomar fuerzas para el camino.
La noche aún tardaría en llegar, podíamos disfrutar un poco más de esta agradable tarde.
Cuando hubimos comido, nos preparamos y continuamos el viaje hacia el norte. Cuando pasamos cerca del primer lago nos detuvimos de nuevo. Fue un revitalizante y refrescante baño.
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Off: Hum, hum. Papi ha vuelto
Resignada, me levanté un poco amodorrada y me acerqué con sigilo a los feéricos. Cuando toqué la espalda de Tirso, saltó como movido por un resorte. Reí en silencio.
Había un agradable clima y mis branquias estaban bien hidratadas. "Que majos". Se les veía contentos y descansados. A todos nos había venido bien este alto en el camino.
Abracé a ambos chicos y me senté en círculo alrededor de la cacerola. Un delicioso almuerzo para tomar fuerzas para el camino.
La noche aún tardaría en llegar, podíamos disfrutar un poco más de esta agradable tarde.
Cuando hubimos comido, nos preparamos y continuamos el viaje hacia el norte. Cuando pasamos cerca del primer lago nos detuvimos de nuevo. Fue un revitalizante y refrescante baño.
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Off: Hum, hum. Papi ha vuelto
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Re: Avanzando hacia el norte (RC)
FDR: ¡Bieeeen, papi ha vuelto! (?)
Se pusieron en marcha con los preparativos cuando el primero de los soles empezaba a ocultarse por el horizonte. La imagen era preciosa, digna de admirar, con el reflejo de los tres soles dibujandose sobre las aguas del lago y aquel cielo espectacular, que se teñía de rosa progresivamente, cubriendo el paisaje con una belleza sobrecogedora.
Pero no hubo tiempo tiempo para disfrutar del hermoso atardecer. Había que ponerse manos a la obra cuanto antes.
Tirso y Kronos empezaron a plantar los hongos somníferos mientras Ela se daba el chapuzón. Le sentaría bien, de todas formas, después de tanta caminata por las secas llanuras. Kronos aprovechó para quedarse en el centro de su plantación fungiforme, a modo de refugio, y sembrar ahí su semilla Erworn, no sin antes despedirse de sus compañeros de viaje con un rostro que claramente les decía "buena suerte, chicos" con preocupación e impotencia. Una vez la planta hubo crecido, su cúpula vegetal protectora lo aisló del mundo.
Era entonces el turno de Tirso y Ela para colocar las protecciones en el exterior. Ela también colaboraría, a pesar de su carencia de magia. Había encontrado unas fuertes algas en fondo del lago, que sin duda servirían como resistentes cuerdas para fijar la planta Erworn al suelo. Siempre era bueno tomar precauciones.
Mientras escuchaba a sus amigos hacer las labores en el exterior, Kronos se tumbó boca-arriba sobre el césped que quedaba sin cubrir de hongos somníferos, en el interior de la cúpula Erworn. Inspiró profundamente, temiéndose lo peor. Sin embargo, no había nada que él pudiera hacer para evitar lo que quiera que fuera a pasar esa noche. Nadie podía evitar lo inevitable. Excepto los Dioses.
- Wina… Ayúdame… - suplicó en un susurro- Ayúdame y… ayúdalos a ellos. No permitas que les ocurra ningún mal… Por favor.
Casi como respuesta, un estremecimiento recorrió la espalda de Kronos, que se incorporó sobresaltado. No. Aquello no había sido un simple escalofrío. Era más bien como si el suelo se hubiera ondulado bajo su espalda, como si la hierba fuera la que le hubiera producido aquel cosquilleo.
Miró hacia allí, intrigado, pero no descubrió nada anormal. La hierba seguía inmóvil. El suelo, rígido. Tan sólo su sombra se movía ligeramente, al compás de sus respiraciones. Todavía perplejo, trató de recobrar la calma y se volvió a tumbar sobre el césped. No supo cuanto rato se quedó mirando al techo vegetal de su refugio, con la mente en blanco, pero cuando sus ojos se cerraron y el sueño por fin le ganó la partida, la luz había desaparecido por completo en el interior de la planta Erworn y las voces de sus compañeros se habían extinguido hacía ya un buen rato en el exterior.
Comenzaba la noche.
Se pusieron en marcha con los preparativos cuando el primero de los soles empezaba a ocultarse por el horizonte. La imagen era preciosa, digna de admirar, con el reflejo de los tres soles dibujandose sobre las aguas del lago y aquel cielo espectacular, que se teñía de rosa progresivamente, cubriendo el paisaje con una belleza sobrecogedora.
Pero no hubo tiempo tiempo para disfrutar del hermoso atardecer. Había que ponerse manos a la obra cuanto antes.
Tirso y Kronos empezaron a plantar los hongos somníferos mientras Ela se daba el chapuzón. Le sentaría bien, de todas formas, después de tanta caminata por las secas llanuras. Kronos aprovechó para quedarse en el centro de su plantación fungiforme, a modo de refugio, y sembrar ahí su semilla Erworn, no sin antes despedirse de sus compañeros de viaje con un rostro que claramente les decía "buena suerte, chicos" con preocupación e impotencia. Una vez la planta hubo crecido, su cúpula vegetal protectora lo aisló del mundo.
Era entonces el turno de Tirso y Ela para colocar las protecciones en el exterior. Ela también colaboraría, a pesar de su carencia de magia. Había encontrado unas fuertes algas en fondo del lago, que sin duda servirían como resistentes cuerdas para fijar la planta Erworn al suelo. Siempre era bueno tomar precauciones.
Mientras escuchaba a sus amigos hacer las labores en el exterior, Kronos se tumbó boca-arriba sobre el césped que quedaba sin cubrir de hongos somníferos, en el interior de la cúpula Erworn. Inspiró profundamente, temiéndose lo peor. Sin embargo, no había nada que él pudiera hacer para evitar lo que quiera que fuera a pasar esa noche. Nadie podía evitar lo inevitable. Excepto los Dioses.
- Wina… Ayúdame… - suplicó en un susurro- Ayúdame y… ayúdalos a ellos. No permitas que les ocurra ningún mal… Por favor.
Casi como respuesta, un estremecimiento recorrió la espalda de Kronos, que se incorporó sobresaltado. No. Aquello no había sido un simple escalofrío. Era más bien como si el suelo se hubiera ondulado bajo su espalda, como si la hierba fuera la que le hubiera producido aquel cosquilleo.
Miró hacia allí, intrigado, pero no descubrió nada anormal. La hierba seguía inmóvil. El suelo, rígido. Tan sólo su sombra se movía ligeramente, al compás de sus respiraciones. Todavía perplejo, trató de recobrar la calma y se volvió a tumbar sobre el césped. No supo cuanto rato se quedó mirando al techo vegetal de su refugio, con la mente en blanco, pero cuando sus ojos se cerraron y el sueño por fin le ganó la partida, la luz había desaparecido por completo en el interior de la planta Erworn y las voces de sus compañeros se habían extinguido hacía ya un buen rato en el exterior.
Comenzaba la noche.
Yandrak- Oráculo de Karevan
- Mensajes : 650
Puntos : 539
Fecha de inscripción : 04/07/2010
Edad : 32
Localización : Nanhai
Datos
Su personaje es: Ygoron Gorzan, gigante
Trabaja de: Desempleado
Pertenece a: Es neutral
Re: Avanzando hacia el norte (RC)
FDR: Me voy de este rol por la prolongada ausencia de Tirso y Ela... TO BE CONTINUED!!
Yandrak- Oráculo de Karevan
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