Primas-Hermanas-Gemelas-Clon

Habia llegado a un oasis tras la larga travesia por el desierto. ¡Por fin! despues de varios dias atravesando esas tierras cálidas me habia quedado sin agua y llevaba facilmente un dia entero sin beber nada. Me acerqué a la charca y bebí hasta saciarme. me mojé el pelo, los brazos y la cara con intención de refrescarme. Un chasquido a mi espalda me alertó ante el ataque. Me giré justo a tiempo para ver como cinco Yans se me echaban encima. Todos ellos blandian puñales que podrian resultar mortíferos. Saqué rápidamente mi espada, a la que habia llamado Kasai. Me defendí como pude de mis atacantes, pero la herida de mi espalda aun no se me habia curado completamente y me impedia luchar con plena fuerza.

Un rugido atronador rasgó el cielo. Alcé la mirada y vi a un inmenso dragon rojo descender en picado hacia nosotros. Los yan huyeron despavoridos, dejandome sola junto a la charca. Los ojos se me abrieron como platos al ver al inmenso reptil posarse a mi lado. -Un... Dragon.- Murmuré estupefacta. Nunca habia visto uno de ellos de carne y hueso. Me quedé mirando a la elegante bestia con admiración y respeto. Habia viajado hasta las tierras de Kash-tarr con la intención de ver algun dragón. ¡Esto era mucho mejor! Tenia a uno de ellos a mi lado, tan cerca que casi podia tocarlo. Guardé a Kasai en su funda para demostrarle al dragón que no pretendia hacerle daño alguno. Mi sorpresa aumentó en el momento en el que el dragon decidió hablarme. -¡Hablas!- grité sorprendida mientra apuntaba al repitl con el dedo índice de forma acusatoria. -Creo que el calor no me sienta bien.- murmuré llevandome la mano a la cabeza. Nunca habia oido nada acerca de que los dragones supieran hablar. Seguramente me lo habia imaginado.

Decidí pasar eso por alto y miré de nuevo al elegante dragón rojo. -Gracias por salvarme, amiga.- Dije con una sonrisa de admiración. Pude identificar al dragon como a una hembra gracias a todos los libros que habia leido sobre esos reptiles. Sabia mucho acerca de ellos y sus características. Sin duda era un especimen muy bello de dragón joven.

La dragona agitó elegantemente las alas en mi dirección, creando una corriente de viento que e revolvió el pelo. Acto seguido se metamorfoseó en un ser humano. Las cosas no podian llegar a ser mas sorprendentes. No todos los dias se veia a un reptil inmenso transformarse en humano. Me cai de espaldas al ver el rostro de la chica que estaba ahora ante mi. -¡Soy yo!- Grité sin pensar. En efecto, la chica era idéntica a mi. -Debo de estar soñando.- Comenté frotandome los ojos con incredulidad. La joven, que debia tener mas o menos mi edad, poseia una espada muy parecida a la mia, puede que hasta idéntica. Su cabello del color del fuego y sus ojos como rubies tambien se asemejaban demasiado a los mios. ¿Seriamos parientes lejanas?

La chica dragona se presentó como Enoramay mientras se quitaba una de las múltiples capas de ropa. Me levante, mas tranquila. -Yo me llamo Kirah, Kirah Scarlet.- Le contesté con una sonrisa nerviosa. -¿Como has hecho eso?- Pregunté. -¿Como te transformas en dragón? ¿Y porque te pareces tanto a mi?- Pregunté en tono acosador pero al mismo tiempo divertido. Ahora ya me sentia mas confiada y relajada. -Por cierto, gracias por ayudarme.- Añadí con una sonrisa traviesa pero sincera.

La joven intentó explicarme como se transformaba en dragón, pero sin éxito. Ahora estabamos las dos mas confusas que al principio. Tras un silencio, ella se acercó a mi y se puso a inspeccionarme. Nuestro parecido era increible. Tras levantarme el pelo entre otras cosas, me preguntó acerca de mi colgante. -¿¡Eh!? ¿Que si habla?- Pregunté abriendo los ojos como platos y mirando a la chica dragona como si estuviera loca. -No que yo sepa- Contesté cogiendo mi colgante con una mano y llevandomelo a los labios. -Es el único recuerdo que me queda de mi famila... De mi hermana...- Añadí con nostalgia.

Acto seguido me miró a los ojos y se quedó un buen rato analizandome. Sin duda, era una chica muy rara, independientemente de que se transformara en dragón. Pero aun asi tenia un aire simpático y divertido. No sabia nada acerca de ella y sinembargo ya me atraia su forma de ser. ¿Podriamos ser amigas? Su siguiente movimiento me pilló por sorpresa. Se tiró encima de mi y me abrazó. Casi perdí el equilibrio, pero conseguí mantenerme en pie, sorprendida. -¿Encontrarme?- Pregunté, un poco perdida. Esta chica era una caja de sorpresas constante. Acto seguido me preguntó si me acordaba de ella. -¿Quien eres?- Le pregnté mirandola a los ojos. -Me resultas vagamente familiar, pero no consigo recordar quien eres.- Le susurré avergonzada. Al parecer ella si que recordaba quien era yo. ¿Porque yo no me acordaba de nada?

-Ammm

Decía mientra obserbaba el collar.Al parecer no ablaba.
Y resultaba que no me reconocía.A lomejor me e engañado a mi misma y no es un unicornio pero...tiene ese brillo en los ojos...

-Eres unicornio?

Le dije sin rodeos.
Anda que...soy una tonta impulsiva que no piensa las cosas.Y pensar que a lo mejor era aquella muchacha el unicornio que me congrasó la magia...que cosas tengo...

-Perdon por el abrazo repentino,creía que era el unicornio que me congrasó la magia

Off:Falta de inspiracion,lo siento

La joven se explicó. ¿Me habia confundido con otro unicornio? Habia escuchado historias acerca de ciertas personas y criaturas que podian ver luz en los ojos en los ojos de los unicornios híbridos. Lentamente me alejé de ella y su abrazo. -Soy un unicornio, no te lo voy a negar.- Le contesté mientras bajaba la mirada, avergonzada. -Pero soy extraña, muy extraña... Y aun no he consagrado a ningún mago. Sinceramente dudo mucho que yo sea ese unicornio.- Añadí. Sacudí la cabeza para apartar esos pensamientos lúgubres de mi mente. -Aunque me alegro de haber encontrado a una híbrida como yo.- Le dije con una sonrisa.

Le eché un vistazo al oasis en el que nos encontrábamos. -me gustaria pedirte un favor.- Le dije, insegura. -Me cuesta mucho avanzar por el desierto por mi condición de unicornio.- Me expliqué con señales. -Tengo que estar siempre cerca de zonas con agua y vida vegetal. He venido aqui para visitar la tierra de los dragones, criaturas que me fascinan. Sé que es mucho pedir pero... ¿Podrias llevarme volando hasta tu tierra?- Pregunté esperanzada y con los ojos brillando de ilusión.

-¿En serio?- Pregunté incrédula mientras mi acompañante se transformaba de nuevo en un bello dragón rojo. -¡Genial!- Añadí emocionada mientras acariciaba las escamas que brillaban como rubies. Subiendome a la pata de la dragona, y posteriormente a su lomo, me acomodé y me agarré a su cuello. Nunca le habia tenido miedo a las alturas, pero también era cierto que nunca jamás habia volado. En un abrir y cerrar de ojos estabamos en el aire, surcando los cielos sin miedo. Grité de felicidad mientras me separaba lentamente del cuello de la dragona y ganaba confianza en ese nuevo elemento. -¡Esto es fantástico!- Le grité, disfrutando del vuelo.

Le vuelo de la dragon a se estabilizó, y mantuvimos una conversación más seria. ¿El colgante de Enoramay hablaba? Eso me resultaba un tanto increible, aunque no imposible. -Tienes razón, es mucha coincidencia...- Le contesté pensativa, llevandome una mano a la barbilla. -Mis dos padres eran humanos.- Dije con una nota de dolor en mi voz. No era agradable recordar a mi familia, que habia muerto hace tan poco tiempo. -Pero mi abuela paterna era una Yan. ¿Crees que tiene algo que ver?- Le pregunté con curiosidad.

A lo lejos se divisaba la torre de Awinor, o lo que quedaba de ella. ¡Era increible! Para una chica de ciudad y bosque como lo era yo, el vasto desierto era un mundo por descubrir. Ya casi habia perdido toda esperanza de contemplar esa fantástica obra arquitectónica al descubrir que mi aguante en el desierto era limitado debido a mi forma de unicornio. Nightmare, el alma de unicornio que compartia mi cuerpo, era parte de mi, pero aun asi no era fácil convivir con ella. Cerré los ojos, queriendo disfrutar de la cálida brisa desértica.

Enoramay me contó algo acerca de sus raices. Sin duda era una casualidad muy graciosa. -Pues querida amiga mia, he de decir que ambas somos muy guapas.- Reí mientras le hacia ese cumplido. Yo no era la típica chica que se preocupara por su aspecto ni se mira al espejo, pero al ver a la chica peliroja me dí cuenta de que tal vez deberia cuidar mas mi aspecto. Aterrizamos junto a la imponente torre de Awinor. ME bajé de un salto de la espalda de la dragona roja, que prefirió no transformarse en dragon de nuevo.

-Me gustaria explorar un poco las ruinas, si me lo permites.- Le dije con educación al inmenso reptil rojizo que me observaba. Estar con ella era como hablar con una amiga. Yo nunca habia tenido amigas de verdad, y estar con la dragon me hacia sentir cómoda ademas de especial. Caminé hasta adentrarme en las ruinas, no muy segura de que la dragona me estuviera siguiendo. Siempre habia querido llegar hasta aqui, y ahora lo habia conseguido. Me paré en seco al notar un pinchazo de dolor en la base de la espalda, justo en el lugar en el que mi herida no terminaba de cerrarse. Me llevé la mano a la zona herida para comprobar que estaba sangrando. La lucha contra los Yan no habia sido buena idea. Tras soltar un quejido de dolor, regresé para reencontrarme con la dragona. -Creo que deberiamos irnos.- Le dije sin comentar mi situación. Empezaba a ver borroso y la herida seguramente se me estaba abriendo mas aun. Esto no podia ser bueno.

-E...Estoy bien... No me pasa nada...- Traté de disimular el dolor palpitante que me recorria. Apreté los puños con tal de no gritar. Mi vista se nublaba cada vez mas, oscureciendolo todo a pesar del ardiente sol que nos bañaba con su luz. ¡Tenia que aguantar! No podia desmayarme ahora. Fué inutil. Mis párpados se cerraron y me desplomé sobre la arena, inconsciente. La voz de Enoramay se alejaba, confundiendose con los ruidos del desierto. Escuché unaúltima cosa antes de que todo se volviera negro: Era el grito de Aqua.

Desperté sobresaltada. No hice amago de incorporarme, pero sí que miré al rededor. Estaba en un lugar distinto. ¿Donde? ¿Me habria traido Enoramay? Rápidamente me llevé la mano al pecho. Suspiré con alivio al ver que mi colgante aun seguia alli. Habia escuchado el grito de Aqua... Tan alto y claro como si ella estuviera a mi lado. Cerré de nuevo los ojos, tratando de concentrarme en un nítido recuerdo de mi hermana. ¡Aun tenia que encontrarla!

Me desperte en una cómoda cama al caer la noche. Por la ventana redonda se veian las tres lunas, con su característico brillo. Me desperecé y bostecé. ¿Como habia llegado alli? Noté que tenia varias vendas en la espalda, aunque la herida ya no me dolia. Apoyada sobre las sábanas y profundamente dormida estaba Enormaya, mi viva imagen. Sonreí al contemplar su rostro. Ella seguramente me habia salvado la vida. Si llego a estar sola en el desierto cuando me daba otro de esos ataques de dolor... -Eno... Eno...- Le susrré para despertarla. -¡Eno!- Dije en voz mas alta sacudiendola ligeramente. Nada, la chica ni se inmutaba. Suspiré irritada. ¿Como podia alguien dormir tan plácidamente? Un sonoro ronquido hizo que se me escapara una carcajada. Con cuidado cogí mi almohada y golpeé a la pelirroja con ella en la cabeza mientras gritaba. -¡Despierta!- Esto pareció funcionar, puesto que la chica cambió de posición. ¿Se habia despertado?