La infancia de la humana Kokoro fue feliz. La abandonaron sus padres casi justo después de nacer, en Celestia, la recogieron unos Celestes, una pareja con una hija de la misma edad, pero al parecer no era una Celeste, si no otra humana como ella, se llamaba Ayame. Lo único que le quedaba era a Rowina, su prima, que la visitaba de vez en cuando desde que era una niña, ella también tenía los mismos años que ella. Recibió su educación correspondiente en la pacífica Celestia, rodeado de niños y profesores Celestes, excepto Ayame y ella. Poco a poco, las influencias pacíficas Celestes se dejaron influir sobre Kokoro, entonces, la frialdad y seriedad se ocultaron tras el rostro de niña buena que expresaba Kokoro, ya que esos sentimientos no salían desde hace años a la luz y, aunque quedaran como una parte de su alma, fueron quedados en el olvido. Ya en el instituto, Kokoro maduró, pero cuando cumlpió los 15, su edad actual, las cosas cambiaron. La gente se dio cuenta de que ella era Humana, de Ayame ya lo sabían, pero el ocultar las cosas en esa escuela era un grave delito y un gran error, todos la repudiaron, per Ayame no, de todas maneras, nunca había estrablecido gran conexión con ella. Un día, Kokoro, harta de la soledad y la marginación que la cubría, escapó de Celestia, quería buscar a sus padres con la ayuda de Rowina. Sus padres adoptivos, pensando que fue una traición por su parte, mandaron a Ayame capturarla y matarla. En la actualidad, Kokoro busca a Rowina, y Ayame busca a la traidora: Kokoro, para capturarla y matarla. |