Ficha de personaje Piel azulada y escamosa. Branquias a ambos lados del cuello. Pelo largo y oscuro, que últimamente acostumbra a recogerse y que se riza si se seca al sol. Ojos color castaño oscuro. Generalmente usa ropa de viaje, barata ya que apenas tiene dinero.
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No se fía de nadie, y mucho menos de los hombres. Es seria, inteligente y orgullosa. Tiene un fuerte sentido de la honestidad y la moral, pero todas estas normas desaparecen contra una persona malvada. También es muy rencorosa y nunca olvida los agravios, por lo que siempre debe recordarse que su tiempo es demasiado valioso como para gastarlo ideando crueles venganzas. Le encantan todas las manifestaciones de arte, especialmente la pintura y la escritura, para las que tiene habilidad desde muy joven. |
Dibujar, escribir, razonar... Sabe algo de instrumentos de cuerda, y tiene un gran aguante caminando, no así corriendo. | Característicos rencor y desconfianza. También le cuesta despertarse, y suele mostrarse adusta con cualquier extraño. |
Leer, dibujar, imaginar historias y melodías, buscar paisajes hermosos, tratar de imaginar las vidas de quienes ve. | Las mentiras, los falsos amigos y, por encima de todo, los traidores. |
Descendiente de una larga lista de nobles solitarios, tristes y desafortunados, Roden Castilla huyó de las tierras que poseía acuciado por las deudas acumuladas de generaciones y la mala fortuna. Tras una epidemia que mermó la familia, sólo él, su anciana suegra y una de sus hijas quedaron con vida para huir a donde nadie los conociera. La enfermedad no tardó en llevárselo a él también, y la anciana se encontró sola en el mundo con una niña enferma que apenas podía caminar sin tambalearse. Echando mano de lo aprendido en su juventud en tiempos peores, recorrió caminos, bosques y encrucijadas trabajando de cocinera, niñera, doncella, costurera y curandera ocasional. Finalmente consiguió un trabajo estable como cocinera en una posada en un oscuro cruce dentro del bosque, donde atemorizó con sus historias a varias generaciones de viajeros antes de su tardía muerte. Hasta entonces, su nieta aprendió de ella todo lo posible, incluyendo el amor por las historias. Tras el fallecimiento de su abuela, Romanzha ocupó su puesto, pero su familia había aprendido ya que la estabilidad nunca llegaba para quedarse... Un buen día, rebuscando en el viejo baúl de su abuela, Romanzha encontró un viejo y pesado cuaderno con su nombre en la portada. Lo abrió, y encontró escritas más de cien páginas de relatos. El último contaba la historia de un noble que huyó con una niña y una anciana de la mala suerte... Tenía final, pero en la página siguiente había una palabra coronando la hoja vacía:
-EPÍLOGO- |
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