Ganándome la vida ~ Profesión
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Ganándome la vida ~ Profesión
ATENCIÓN: Este post pertenece a mi profesión de inventor, aquí tengo que narrar como invento algo.
Durante todo este viaje, cada vez que intentaba sumirme en mis pensamientos, terminaba pensando en dejarlo todo y volver allí. Pero a veces el destino tiene planes para ti, y recuerdas eso junto a tu misión y tu trabajo.
Todo este viaje habría sido mas dado de cualquier otra clase de persona, pero claro está que en todo hay excepciones y, como dije antes, existen algunas personas para las cuales el destino tiene planes.
-Hemos llegado, señor. -me dijo uno de los magos de la torre de Awinor que nos acompañaba.
Yo era uno de los pioneros de un nuevo campo de este mundo. La combinación de las asombrosas fuerzas mecánicas de los mundos sin magia con la agia misma. Había insistido en que me acompañaran maestros de Raheld, pero para encontrar magos nunca tuve mucha suerte hasta que unos magos de Awinor decidieron acompañarnos. ¿Mi suerte cambiaba? Eso estaba por ver.
Entonces de un pequeño salto, entré en la cueva y con una pequeña bola de luz flotante sigo los caminos buscando alguna zona donde la piedra de las paredes presente un brillo diferente. Metal.
Durante bastante tiempo, caminé por la cueva con mi pequeño equipo siguiendome de cerca. Cuando encontraba un pequeño yacimiento de metal, me paraba unos segundos junto a la pared. Con unos golpecitos de martillo y cincel junto con un pequeño vistazo a la luz, lo descartaba decepcionado y continuaba mi paseo.
Los soles estaban ya en lo alto cuando encontré un yacimiento algo diferente.
Con los ojos muy abiertos, me acerqué despacio a la pared de piedra, que relucía ligeramente a la tenue luz de la linterna.
Definitivamente, ahí estaba el mineral que andábamos buscando. El brillo rojo, la dureza y la textura.
Según los manuscritos de los maestros, no había duda. Tenia frente a mí un mineral tratado con magia.
En los mundos sin magia, donde la ciencia ha aumentado sin parangón se descubrieron productos naturales usables en sus tareas. Algo parecido está ocurriendo en Idhun a una menor medida con la revolución de los inventores. Pero existen productos como ese, enterrados durante eras, y resistiendo oleadas de magia perdida. Me agaché, recogí unas muestras de la piedra, las guardé en una pequeña bolsa de lino. Estaba listo para revolucionar Idhun una vez mas.
Lancé la esfera de luz al techo de la cueva, y permití que otorgara suficiente luz para trabajar en condiciones. Y entonces deje el maletín con mis herramientas en el suelo y comencé a trabajar.
Con un pequeño martillo, pulí la superficie del metal hasta crear una superficie lo más plana posible. Llegó el momento de la verdad, unos conductores de energía en forma de cable por allí, unas piedras de magia por allá... Ya estaba todo listo. Mi mayor creación.
-Aquí lo tenéis. El transformador de magia. les dije con una sonrisa de inevitable orgullo. Acto seguido les expliqué al pequeño y extraño equipo como funcionaba el artefacto.
La parte visible del transformador era un cubo redondeado con dos diales verticales que pueden desplazarse independientemente con opciones a elegir de los símbolos de todos los tipos de magia a cada lado, además de unos filamentos conductores de magia a cada lado, recubiertos en un tubo aislante para mayor seguridad.
-A cada lado se eligen dos tipos de magia. Después se aplica una fuerza mágica correspondiente a la elegida a un tubo, el sistema lo transforma a la escogida al otro extremo y la aplica al otro lado. Después de un par de pruebas con magos ígneos usando magia curativa a la perfección, observe la mirada asombrada de la gente, orgulloso.
Pero no estaba terminado, me lo repetí a mi mismo una y mil veces antes de que el orgullo me cegara. El transformador no estaba terminado ni de lejos. Cualquier anomalía acabaría por hacer estallar el invento, o algo peor.
No podía descuidarme habiendo otros inventores, y tanta competividad entre ellos. Mi mayor problema o mi mayor solución depende del punto de vista. Pero lo que más me llamaba la atención era aquel otra joven promesa de nuestro campo. Compartíamos taller y trabajos como los buenos amigos que éramos, tras la larga lista de discordancias y disputas que definieron nuestra relación.
De todas formas, ahora conpartimos trabajo y somos buenos compañeros, como dije antes. Hace poco Lurr partió a Kash-Tar tomando unos materiales prestados de mi taller.
Yo no podía ser menos.
No era una discusión propiamente dicha, pero habíamos decidido casi al mismo tiempo irnos a diferentes zonas del sur. Y se convirtió en una pronto, cuando los dos lo hicimos todo lo mejor y mas rápido posible para irse de Raheld a inventar.
Seguía intrigandome el por que Lurr decidió viajar a Kash-Tar, con tan pocos recursos y rastros de magia. Pero debía ser paciente y concentrarme en mi trabajo.
-Enviad a un grupo de magos a las cuevas de nuevo. Que busquen yacimientos de la roca, y que apenas la encuentren apliquen a cada pedazo un tipo de magia. Podéis ir.
Le ordené a uno de los ayudantes antes de sentarme para preparar los conductores mágicos.
Comencé a hilar conductores de metal, traído de Nanhai con un color rojo brillante. Cuidadosamente conseguí hacer un puñado de cuerdas preparadas.
Cuando apareció el grupo de magos y depositó cuatro piedras en mi mesa. Cada una con un brillo distinto, así como una sensibilidad a un cierto tipo de magia. Verde, azul, blanco y rojo.
Rápidamente agarre varios cables y uní las cuatro piedras con todas las combinaciones posibles. Con una pequeña sonrisa pedí que los demás se retiraran de la sala. Con una pequeña cuchilla, toque una de las piedras.
Esa piedra comenzó a brillar más de lo común, poco a poco y por culpa de los cables este efecto pasó a las otras tres. Un instante y esa zona de la mesa entró en llamas. Con un pequeño grito, ordene que apagaran el fuego.
Me acerque al otro ayudante, que seguía fuera y dije:
creó que mejor volvemos a Raheld.
Durante todo este viaje, cada vez que intentaba sumirme en mis pensamientos, terminaba pensando en dejarlo todo y volver allí. Pero a veces el destino tiene planes para ti, y recuerdas eso junto a tu misión y tu trabajo.
Todo este viaje habría sido mas dado de cualquier otra clase de persona, pero claro está que en todo hay excepciones y, como dije antes, existen algunas personas para las cuales el destino tiene planes.
-Hemos llegado, señor. -me dijo uno de los magos de la torre de Awinor que nos acompañaba.
Yo era uno de los pioneros de un nuevo campo de este mundo. La combinación de las asombrosas fuerzas mecánicas de los mundos sin magia con la agia misma. Había insistido en que me acompañaran maestros de Raheld, pero para encontrar magos nunca tuve mucha suerte hasta que unos magos de Awinor decidieron acompañarnos. ¿Mi suerte cambiaba? Eso estaba por ver.
Entonces de un pequeño salto, entré en la cueva y con una pequeña bola de luz flotante sigo los caminos buscando alguna zona donde la piedra de las paredes presente un brillo diferente. Metal.
Durante bastante tiempo, caminé por la cueva con mi pequeño equipo siguiendome de cerca. Cuando encontraba un pequeño yacimiento de metal, me paraba unos segundos junto a la pared. Con unos golpecitos de martillo y cincel junto con un pequeño vistazo a la luz, lo descartaba decepcionado y continuaba mi paseo.
Los soles estaban ya en lo alto cuando encontré un yacimiento algo diferente.
Con los ojos muy abiertos, me acerqué despacio a la pared de piedra, que relucía ligeramente a la tenue luz de la linterna.
Definitivamente, ahí estaba el mineral que andábamos buscando. El brillo rojo, la dureza y la textura.
Según los manuscritos de los maestros, no había duda. Tenia frente a mí un mineral tratado con magia.
En los mundos sin magia, donde la ciencia ha aumentado sin parangón se descubrieron productos naturales usables en sus tareas. Algo parecido está ocurriendo en Idhun a una menor medida con la revolución de los inventores. Pero existen productos como ese, enterrados durante eras, y resistiendo oleadas de magia perdida. Me agaché, recogí unas muestras de la piedra, las guardé en una pequeña bolsa de lino. Estaba listo para revolucionar Idhun una vez mas.
Lancé la esfera de luz al techo de la cueva, y permití que otorgara suficiente luz para trabajar en condiciones. Y entonces deje el maletín con mis herramientas en el suelo y comencé a trabajar.
Con un pequeño martillo, pulí la superficie del metal hasta crear una superficie lo más plana posible. Llegó el momento de la verdad, unos conductores de energía en forma de cable por allí, unas piedras de magia por allá... Ya estaba todo listo. Mi mayor creación.
-Aquí lo tenéis. El transformador de magia. les dije con una sonrisa de inevitable orgullo. Acto seguido les expliqué al pequeño y extraño equipo como funcionaba el artefacto.
La parte visible del transformador era un cubo redondeado con dos diales verticales que pueden desplazarse independientemente con opciones a elegir de los símbolos de todos los tipos de magia a cada lado, además de unos filamentos conductores de magia a cada lado, recubiertos en un tubo aislante para mayor seguridad.
-A cada lado se eligen dos tipos de magia. Después se aplica una fuerza mágica correspondiente a la elegida a un tubo, el sistema lo transforma a la escogida al otro extremo y la aplica al otro lado. Después de un par de pruebas con magos ígneos usando magia curativa a la perfección, observe la mirada asombrada de la gente, orgulloso.
Pero no estaba terminado, me lo repetí a mi mismo una y mil veces antes de que el orgullo me cegara. El transformador no estaba terminado ni de lejos. Cualquier anomalía acabaría por hacer estallar el invento, o algo peor.
No podía descuidarme habiendo otros inventores, y tanta competividad entre ellos. Mi mayor problema o mi mayor solución depende del punto de vista. Pero lo que más me llamaba la atención era aquel otra joven promesa de nuestro campo. Compartíamos taller y trabajos como los buenos amigos que éramos, tras la larga lista de discordancias y disputas que definieron nuestra relación.
De todas formas, ahora conpartimos trabajo y somos buenos compañeros, como dije antes. Hace poco Lurr partió a Kash-Tar tomando unos materiales prestados de mi taller.
Yo no podía ser menos.
No era una discusión propiamente dicha, pero habíamos decidido casi al mismo tiempo irnos a diferentes zonas del sur. Y se convirtió en una pronto, cuando los dos lo hicimos todo lo mejor y mas rápido posible para irse de Raheld a inventar.
Seguía intrigandome el por que Lurr decidió viajar a Kash-Tar, con tan pocos recursos y rastros de magia. Pero debía ser paciente y concentrarme en mi trabajo.
-Enviad a un grupo de magos a las cuevas de nuevo. Que busquen yacimientos de la roca, y que apenas la encuentren apliquen a cada pedazo un tipo de magia. Podéis ir.
Le ordené a uno de los ayudantes antes de sentarme para preparar los conductores mágicos.
Comencé a hilar conductores de metal, traído de Nanhai con un color rojo brillante. Cuidadosamente conseguí hacer un puñado de cuerdas preparadas.
Cuando apareció el grupo de magos y depositó cuatro piedras en mi mesa. Cada una con un brillo distinto, así como una sensibilidad a un cierto tipo de magia. Verde, azul, blanco y rojo.
Rápidamente agarre varios cables y uní las cuatro piedras con todas las combinaciones posibles. Con una pequeña sonrisa pedí que los demás se retiraran de la sala. Con una pequeña cuchilla, toque una de las piedras.
Esa piedra comenzó a brillar más de lo común, poco a poco y por culpa de los cables este efecto pasó a las otras tres. Un instante y esa zona de la mesa entró en llamas. Con un pequeño grito, ordene que apagaran el fuego.
Me acerque al otro ayudante, que seguía fuera y dije:
creó que mejor volvemos a Raheld.
naren-far- Nigromante
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Datos
Su personaje es: mestizo, mago de 1º lvl
Trabaja de: Sacerdote
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