Ficha de personaje Rubio, ojos azules. Es alto, debido a su sangre de gigante. Y ya sabéis lo que dicen. Muy, muy delgado. Aun así, tiene una fuerza sorprendente para su constitución. Suele caerse muy a menudo, por lo que siempre se le ve con marcas de heridas. Tiene los brazos cubiertos de cicatrices... y de eso no le gusta hablar, así que casi siempre se los venda.
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Definido por todos como arisco y, ante todo, raro. Suele tener malos días y su afición al alcohol tiene bastante que ver en el asunto. Es muy directo y suelta las cosas como las siente y como le vienen a la cabeza, sin preocuparse de ser políticamente correcto, por lo que suene ganarse bastantes peleas. El mundo entero considera que no puede caer más bajo, pero él se lo ha buscado sabiendo lo que hacía, y está contento con ello. Suele echar mano de la ironía y el pragmatismo para su día a día... aunque casi nunca sabe en qué día vive. No tiene muchos amigos. |
Más bien pocas. Se le da bien el combate cuerpo a cuerpo, y sabe manejarse bastante bien con navajas y armas de corto alcance.
| Demasiados para enumerarlos todos. Entre los más destacables se cuentan su afición a la bebida (y demasiado a menudo a cosas peores), su interés inexistente por el mundo y por la gente, y su escaso sentido del tacto. |
Trepar a los tejados y pasarse allí el día entero... y la noche. Siente que es un mundo diferente, sin tiempo ni normas que lo atrapen. Un mundo que no lo juzga, que le pertenece... pero shhht, es un secreto... | El mundo entero. |
Su madre provenía de una familia noble de Nanhai ya olvidada (sobre todo por ella). Su padre era leñador, un mestizo con sangre de Shur-Ikail y de gigante, que siempre había vivido lejos del mundo hasta entonces. Pasó toda la infancia con su madre, que apenas salía de casa. Aprendió muy pronto a leer y pasó los ratos entre libros, en la vieja biblioteca de la casa. A pesar de que hubiera sido conveniente que aprendiera el oficio de su padre y empezara a trabajar lo antes posible, debido a la ajustada economía de la familia, sus padres prefirieron que estudiara como aprendiz con el médico del poblado. Era un oficio necesario y complicado, pero, sobre todo, seguro. Dariusz era inteligente y trabajador, aparte de un curioso incurable. Aprendía deprisa, y sus padres estaban encantados con sus progresos. Llegó entonces la adolescencia... y el desastre. Podría atribuirse a las malas compañías, pero la realidad fue que él solo se labró su caída hacia el pozo sin fondo más absoluto existente. Perdido en los vicios y la mala vida, abandonó sus brillantes estudios y todas sus expectativas, y consiguió que sus padres lo echaran a patadas de la casa antes de cumplir los diecisiete. Tuvo suerte, sin embargo. Con lo que ya había aprendido tuvo de sobra para viajar algo más al sur y establecerse como médico (envuelto en asuntos bastante turbios) en las calles de la capital de Nandelt. Los guerreros callejeros siempre necesitan a alguien que les haga un buen precio cosiéndoles las heridas después de una escaramuza, y siempre hay peleas callejeras, embarazos problemáticos, clientes extraños y hasta enfermos de sobras para abastecer una clínica de callejón... |
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