Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
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Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
-Un tiempo antes de la conjunción...-
La aldea de Vynt, en la frontera sur de Dingra, nunca había sido un lugar alegre... Esa alegría parecía escaparse por cada grieta de las paredes, ocultarse tras cada recodo y escapar hacia el camino, hacia el bosque o las colinas... La pobreza había marcado aquella comarca. La tierra era difícil de cultivar, seca, vieja. El aire se llevaba la poca humedad que el ambiente ganaba en los meses de calor y, durante el invierno, la escasa cosecha llamaba al hambre. Si los habitantes de Vynt eran felices, lo eran en silencio.
Sólo había una mazmorra en Vynt y, dentro de ella, una sola celda. Allí estaba yo ahora, tirado contra las rejas oxidadas... esperando.
"Imbéciles..." reí entre la vigilia y el sueño, apretando con más fuerza el gastado peto contra la herida del costado. Sólo me habían atrapado por culpa de aquella maldita herida, que me habría matado si me hubieran dejado en el camino. La espada del último bandido que encontré cerca de Shia estaba envenenada. Seguí viajando sin saber dónde me encontraba, y acabé dando con mis huesos en el sendero cercano a Vynt, el mismo pueblo que apenas unos meses antes otros cuantos y yo habíamos saqueado. Debería haberme despertado cuando se abriera la trampilla de la horca... y, sin embargo, me desperté en la única mazmorra de la aldea, en la única celda oxidada, con la herida limpia de veneno. Adiviné que me querían consciente cuando me colgaran.
Y por si fuera poco, sólo me habían quitado la espada...
-Ahí estás...
La voz me hizo abrir los ojos de inmediato, pero no me moví. Al otro lado de la sala se encendió una vela. El carcelero, un joven desgarbado al que no recordaba, se acercó a la celda con aspecto desconfiado.
-¿No vas a registrarme? -reí con voz ronca-. Podría tener armas escondidas... De hecho, nadie dice que no las tenga.
-No te seguiré el juego -sentenció él muy serio. Pobre idiota.
-Mira, chaval, no puedo moverme... -murmuré, grave- Ya estoy muerto. Estoy intentando hacerte un favor. Si me pillan armas encima cuando me saquéis de aquí, te despellejarán vivo.
El joven desconfiaba. Jugó con la mandíbula, pensativo.
-¿Y qué quieres a cambio?
-Sólo un trago -admití a regañadientes. El chaval pareció pensárselo y después se acercó, sacando un manojo de tres llaves y empezando a pelear contra la cerradura.
-Ni una palabra de... -empezó nada más abrir la puerta, pero ya me había levantado con un puñal en la mano, y le corté las palabras en la garganta. Cayó al suelo. Tan rápido como pude, recogí mi espada de un rincón de la sala y golpeé la puerta de madera, saliendo al exterior. Era una noche fría, con el cielo encapotado amenazando lluvia. No había nadie alrededor.
Iba a hacer pedazos aquel maldito rincón del mundo.
Avancé hasta mitad de la pequeña plaza, y entonces vi dos figuras en la penumbra. Una de ellas iba armada; la otra sostenía un puñado de fuego en una mano desnuda. Sabía que no los conocía, pero no importaba. La gente como nosotros éramos hermanos nada más vernos, si nos convenía. De un vistazo supe que sus intenciones no variaban mucho de las mías. Les dediqué una sonrisa torcida.
-¿Hacemos una hoguera para pasar la noche?
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
Una vez más... había tenido suerte, intentaba no pensar en ello pero mayoritaria mente estaba viva gracias a la suerte, quizás no fuera simple suerte y en fondo había algo en mi destino escrito por hacer... fuera lo que fuera estaba agradecida. Una vez más alguien había intervenido para que no terminase criando malvas cuando algunos caza-recompensas más ebrios que otra cosa se habían dado cuenta de que para el rey de Shia mi cabeza tenía un precio considerable. Por suerte para mi, había apredido bastante trucos en la Torre de Awinor pero seguía teniendo que mejorar mi resistencia en el uso de magia.
Al final una cosa llevó a la otra y sin tener muy claro como ahora había llegado a un pequeño pueblo en Dingra con un hombre llamado Gutts, no sabía mucho de él escepto que era bueno con la espada, yo era aceptable con la magia del fuego, y dos personas uniendo fuerzas sobrevivían mejor que una. Lo mejor para mi era alejarme de Shia, había sido una estupidez ir a verla pero sorprendentemente había sobrevivido y allí estaba.
No llevabamos mucho tiempo cuando un hombre se nos acercó, yo ya tenía una pequeña llama de fuego sobre la palma de la mano para poder alumbrar y ver algo en el oscuridad de la noche. El hombre se acercó a nosotros y preguntó si encendiamos una hoguera, pornto descubrí algo común en él. También huía, era facil distinguir a las personas que trataban de pasar desapercibidas por su propia seguridad, personas fugitivas, sobretodo cuando eras una de ellas, aún así desconfié, la mayoría de fugitivos no eran princesas exiliadas, la mayoría eran delincuentes - quién eres? - aumenté un poco la llama para que la lumbre del fuego iluminara lo suficiente para verle
Al final una cosa llevó a la otra y sin tener muy claro como ahora había llegado a un pequeño pueblo en Dingra con un hombre llamado Gutts, no sabía mucho de él escepto que era bueno con la espada, yo era aceptable con la magia del fuego, y dos personas uniendo fuerzas sobrevivían mejor que una. Lo mejor para mi era alejarme de Shia, había sido una estupidez ir a verla pero sorprendentemente había sobrevivido y allí estaba.
No llevabamos mucho tiempo cuando un hombre se nos acercó, yo ya tenía una pequeña llama de fuego sobre la palma de la mano para poder alumbrar y ver algo en el oscuridad de la noche. El hombre se acercó a nosotros y preguntó si encendiamos una hoguera, pornto descubrí algo común en él. También huía, era facil distinguir a las personas que trataban de pasar desapercibidas por su propia seguridad, personas fugitivas, sobretodo cuando eras una de ellas, aún así desconfié, la mayoría de fugitivos no eran princesas exiliadas, la mayoría eran delincuentes - quién eres? - aumenté un poco la llama para que la lumbre del fuego iluminara lo suficiente para verle
Elenya de Shia- Hechicero
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Su personaje es: Elenya de Shia, princesa en secreto/aprendiza de magia en la torre de kazlunn
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
Tras el incidente de Kosh tocó huir poniendo pies en polvorosa, no fuera que me encontrasen los dueños de aquel mapa, una cosa llevó a la otra y al final acabé dando tumbos en medio de ninguna parte hasta que por mero azar acabé encontrandome con una damisela en apuros: una chica rodeada por un par de bandidos, no es mi estilo hacerme el héroe, pero por una vez no hacía daño a nadie, excepto a los bandidos claro, resultó ser una bastante aceptable hechicera de fuego, lo que facilitó el trabajo, tras el incidente viajé con la maga hasta llegar a un pueblo bastante de mi estilo, escalofriante, en Dingra.
Me encontraba en el bosque con mi acompañante, mientras ella llevaba un poco de fuego en la mano para alumbrar nuestro camino, cuando se nos acercó de improviso un extraño, Elenya aumentó su llama y yo desenvainé mi arma en silencio, pues ella ya habia preguntado y sería una redundancia el hacerlo yo también, por lo que esperé en silencio, delante de la damisela, con mi arma desenfundada esperando por una posible pelea...
Me encontraba en el bosque con mi acompañante, mientras ella llevaba un poco de fuego en la mano para alumbrar nuestro camino, cuando se nos acercó de improviso un extraño, Elenya aumentó su llama y yo desenvainé mi arma en silencio, pues ella ya habia preguntado y sería una redundancia el hacerlo yo también, por lo que esperé en silencio, delante de la damisela, con mi arma desenfundada esperando por una posible pelea...
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
-Bronn Warg. Mercenario, si habláis de negocios. Amigo, si os interesa -me encogí de hombros y volví a sonreír. Caminé con paso despreocupado hacia un edificio cercano, la vieja taberna del pueblo. En aquella parte había una hilera de postes para los caballos. Arranqué uno de un fuerte tirón con la mano derecha y lo sopesé un momento. Serviría.
-Había pensado en quemar el pueblo... -comenté en tono desinteresado, dándoles la espalda para arrancar otro poste con un gruñido. Después me giré hacia ellos e hice una falsa reverencia, en tono burlesco- Espero que no os importe... y tal vez queráis uniros a la fiesta.
Ya había tenido bastante de aquella maldita aldea para el resto de mi vida; ahora tocaba cobrar las deudas. Y, en situaciones como aquella... prefería cobrar en sangre. Examiné de pasada la hoja desenvainada del desconocido. La chica no parecía hostil, pero también era cierto que nunca podías fiarte de los magos.
Sin esperar a que me respondieran, le lancé a ella uno de los postes de madera.
-¿Puedes encenderlo? Con la que ha caído, no creo que nada de este suelo prenda ni en un millón de años. A mí también se me da bien el fuego, pero estoy seguro de que es terreno tuyo, con diferencia...
-Había pensado en quemar el pueblo... -comenté en tono desinteresado, dándoles la espalda para arrancar otro poste con un gruñido. Después me giré hacia ellos e hice una falsa reverencia, en tono burlesco- Espero que no os importe... y tal vez queráis uniros a la fiesta.
Ya había tenido bastante de aquella maldita aldea para el resto de mi vida; ahora tocaba cobrar las deudas. Y, en situaciones como aquella... prefería cobrar en sangre. Examiné de pasada la hoja desenvainada del desconocido. La chica no parecía hostil, pero también era cierto que nunca podías fiarte de los magos.
Sin esperar a que me respondieran, le lancé a ella uno de los postes de madera.
-¿Puedes encenderlo? Con la que ha caído, no creo que nada de este suelo prenda ni en un millón de años. A mí también se me da bien el fuego, pero estoy seguro de que es terreno tuyo, con diferencia...
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
Mercenario... mierda. Negocio bueno sería el que haría conmigo y el actual rey de Shia. Dijo que era amigo, pero a saber por cuanto tiempo. No dije nada más ni me inmute, no había mucha gente que me reconociera a vista, mas quien quitando a aquellos que buscaban a conciencia nadie lo hacía, beneficios de haber vivido mas tiempo en la Tierra que allí.
Se puso a arrancar postes para caballos con toda la tranquilidad del mundo, me quedé mirando en un principio pensando que habíamos dado con uno bien loco pero al final explico la función de los postes, que si no imaginaba mal terminarían siendo improvisadas antorchas - que os ha hecho este pueblo? - pregunté con verdadera curiosidad - parece un lugar tranquilo - desde que habíamos llegado a penas había pasado nada, tampoco es que llevásemos mucho tiempo pero no parecía un pueblo mas especial que cualquier otro.
Me lanzó uno de los postes y como acto reflejo lo cogí con la mano donde tenía la llama por lo que esta se apagó y nos quedamos a oscuras por unos instantes hasta que volví a encenderla en la otra palma- puedo intentarlo, aunque esto está bastante mojado... no os importa un rato de oscuridad verdad? - no espere a que dijeran nada y apagué la llama para poner la mano sobre el poste y pronunciar un improvisado hechizo. Había supuesto bien, la madera esta mojada como para que encender la llama de inmediato, esperé a que la magia se filtrara hacia dentro que debería estar mas seco, pasó un rato aún más largo pero por fin saltaron un par de chispas y... fuego por arte de magia. Pero no se lo entregué a nuestro nuevo amigo.
Se puso a arrancar postes para caballos con toda la tranquilidad del mundo, me quedé mirando en un principio pensando que habíamos dado con uno bien loco pero al final explico la función de los postes, que si no imaginaba mal terminarían siendo improvisadas antorchas - que os ha hecho este pueblo? - pregunté con verdadera curiosidad - parece un lugar tranquilo - desde que habíamos llegado a penas había pasado nada, tampoco es que llevásemos mucho tiempo pero no parecía un pueblo mas especial que cualquier otro.
Me lanzó uno de los postes y como acto reflejo lo cogí con la mano donde tenía la llama por lo que esta se apagó y nos quedamos a oscuras por unos instantes hasta que volví a encenderla en la otra palma- puedo intentarlo, aunque esto está bastante mojado... no os importa un rato de oscuridad verdad? - no espere a que dijeran nada y apagué la llama para poner la mano sobre el poste y pronunciar un improvisado hechizo. Había supuesto bien, la madera esta mojada como para que encender la llama de inmediato, esperé a que la magia se filtrara hacia dentro que debería estar mas seco, pasó un rato aún más largo pero por fin saltaron un par de chispas y... fuego por arte de magia. Pero no se lo entregué a nuestro nuevo amigo.
Elenya de Shia- Hechicero
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Su personaje es: Elenya de Shia, princesa en secreto/aprendiza de magia en la torre de kazlunn
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
-Bronn Warg. Mercenario, si habláis de negocios. Amigo, si os interesa
No parece mal tio, por lo que envaino la espada, sin embargo Elenya sigue sin fiarse de el, algo bueno para mi, pues si me equivoco con él ella me podria cubrir, camina despreocupadamente, por lo que me decido presentar yo también
-Shadowind, Gutts Shadowind. Ladrón y bueno, quien sabe que más seré en el futuro...
De golpe se pone a arrancar postes de caballos y le tira uno a Ele mientras nos propone incendiar junto a él y arrasar el pueblo
"¿Arrasar el pueblo sin motivos?, este tipo me está cayendo MUY bien..."
Antes de decir nada espero a la reacción de Elenya, la miro y entonces le espeta:
- que os ha hecho este pueblo? parece un lugar tranquilo
Hace que internamente me averguenze un poco de haber ansiado tan rápido el querer destrozar a todo un pueblo y eso me hace pensar que quizás el pueda tener alguna razón que me interese oír antes de unirme a la cruzada, Elenya por su parte comienza a intentar prender el poste
-Cierto, si aquí hay algún interés me gustaria saberlo y ya si fuera económico no estaría mal compartirlo ¿no?, en cualquier caso, si argumentas bien tus motivos quizás me ganes como aliado en esta matanza...
No parece mal tio, por lo que envaino la espada, sin embargo Elenya sigue sin fiarse de el, algo bueno para mi, pues si me equivoco con él ella me podria cubrir, camina despreocupadamente, por lo que me decido presentar yo también
-Shadowind, Gutts Shadowind. Ladrón y bueno, quien sabe que más seré en el futuro...
De golpe se pone a arrancar postes de caballos y le tira uno a Ele mientras nos propone incendiar junto a él y arrasar el pueblo
"¿Arrasar el pueblo sin motivos?, este tipo me está cayendo MUY bien..."
Antes de decir nada espero a la reacción de Elenya, la miro y entonces le espeta:
- que os ha hecho este pueblo? parece un lugar tranquilo
Hace que internamente me averguenze un poco de haber ansiado tan rápido el querer destrozar a todo un pueblo y eso me hace pensar que quizás el pueda tener alguna razón que me interese oír antes de unirme a la cruzada, Elenya por su parte comienza a intentar prender el poste
-Cierto, si aquí hay algún interés me gustaria saberlo y ya si fuera económico no estaría mal compartirlo ¿no?, en cualquier caso, si argumentas bien tus motivos quizás me ganes como aliado en esta matanza...
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
-¿Qué me ha hecho este pueblo? ¿Me pedís motivos? -solté una carcajada, desenvainando de golpe mi espada. Sin comprobar si el brusco movimiento los había sobresaltado o no, hice un amplio gesto con ella señalando las casas de madera oscura a mi alrededor- Incluso aunque todos ellos no estuvieran esperando el amanecer para verme ahorcado, esta madera vieja seguiría pidiendo a gritos que alguien la hiciera arder. No se me da bien argumentar.
Clavé la espada en la tierra frente a mí y me apoyé en la empuñadura desganadamente.
-No creo que haya nada de interés por aquí -suspiré, con pesar-. Unos cuantos caballos, como mucho... y algo de plata y cobre. ¿Oro? Nah, no lo creo. No puedo prometeros otra cosa que diversión. No son más que campesinos, unos pocos comerciantes y algún artesano. Ah, y la soga.
Miré de medio lado al otro lado de la plaza, donde la horca vacía aguardaba como un pájaro viejo y siniestro. Hice un gesto hacia la maga, que ahora sostenía la estaca de madera encendida; las sombras del fuego se reflejaban en su rostro. Me había parecido una niña a primera vista, pero su expresión llevaba tanto fuego como aquellas mismas llamas.
-Hace frío -añadí en voz más baja, mirándola fijamente-. La madera está mojada por fuera, pero las casas arderán. Hace mucho frío... es hora de hacer una hoguera.
Extendí una mano hacia ella, pidiendo la antorcha.
Clavé la espada en la tierra frente a mí y me apoyé en la empuñadura desganadamente.
-No creo que haya nada de interés por aquí -suspiré, con pesar-. Unos cuantos caballos, como mucho... y algo de plata y cobre. ¿Oro? Nah, no lo creo. No puedo prometeros otra cosa que diversión. No son más que campesinos, unos pocos comerciantes y algún artesano. Ah, y la soga.
Miré de medio lado al otro lado de la plaza, donde la horca vacía aguardaba como un pájaro viejo y siniestro. Hice un gesto hacia la maga, que ahora sostenía la estaca de madera encendida; las sombras del fuego se reflejaban en su rostro. Me había parecido una niña a primera vista, pero su expresión llevaba tanto fuego como aquellas mismas llamas.
-Hace frío -añadí en voz más baja, mirándola fijamente-. La madera está mojada por fuera, pero las casas arderán. Hace mucho frío... es hora de hacer una hoguera.
Extendí una mano hacia ella, pidiendo la antorcha.
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
Entrecerré los ojos al oír sus carcajada, estaba hablando de la posibilidad de quemar un pueblo entero, arrasar con la vida de a saber cuantas personas ¿y se reía? Sin duda sabía que había gente para todo pero no podía evitar sorprenderme aún así - ¿Qué le habéis hecho pues a este pueblo para que quieran ahorcaros? - pregunté con tranquilidad
Tampoco me sorprendió mucho la pregunta de mi compañero de viaje, no dejaba de ser un ladrón a pesar de la ayuda que hubiera podido ofrecerme. Ladrones y mercenarios, no podía olvidar cual era la compañía que en estos momentos tenían, perfectamente podían ser la última compañía que tuviera. - Estamos hablando de personas no de muñecos - dije mientras la más mínima gota de sensatez en mi cabeza se iba a dormir un rato, dejando el escenario solitario para la imprudencia.
Apreté la mano entorno a la antorcha cuando tendió la mano para que se la entregase y comenzar con su "hoguera"
Tampoco me sorprendió mucho la pregunta de mi compañero de viaje, no dejaba de ser un ladrón a pesar de la ayuda que hubiera podido ofrecerme. Ladrones y mercenarios, no podía olvidar cual era la compañía que en estos momentos tenían, perfectamente podían ser la última compañía que tuviera. - Estamos hablando de personas no de muñecos - dije mientras la más mínima gota de sensatez en mi cabeza se iba a dormir un rato, dejando el escenario solitario para la imprudencia.
Apreté la mano entorno a la antorcha cuando tendió la mano para que se la entregase y comenzar con su "hoguera"
Elenya de Shia- Hechicero
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
Bronn hace un convicente alegato, logrando convencerme, aunque Elenya sigue sin parecer muy convencida, incluso contrariada o asqueada.
por mi parte, no necesito muchas explicaciones o motivos para arrasar y saquear un pueblo, por lo que me acerco hasta bronn y de una patada arranco otro poste y acercándolo al que sostenia Elenya lo mantuve hasta que este comenzó a arder, mientras el mercenario le tendia la mano a mi acompañante para que le cediese la antorcha que ya sujetaba.
Ajeno a ellos me situo en el centro de la calle mayor y desenvaino mi enorme espada, la cual dejo descender su punta hasta el suelo frente a mi.
-Si no os importa, os daré la apertura a la cacería...
La levanto ligeramente, y la dejo caer, repito esta acción cinco veces más y a la séptima todo comienza a temblar, haciendo gritar de pánico a la gente del interior de las casas.
-¡Se abre la veda!
por mi parte, no necesito muchas explicaciones o motivos para arrasar y saquear un pueblo, por lo que me acerco hasta bronn y de una patada arranco otro poste y acercándolo al que sostenia Elenya lo mantuve hasta que este comenzó a arder, mientras el mercenario le tendia la mano a mi acompañante para que le cediese la antorcha que ya sujetaba.
Ajeno a ellos me situo en el centro de la calle mayor y desenvaino mi enorme espada, la cual dejo descender su punta hasta el suelo frente a mi.
-Si no os importa, os daré la apertura a la cacería...
La levanto ligeramente, y la dejo caer, repito esta acción cinco veces más y a la séptima todo comienza a temblar, haciendo gritar de pánico a la gente del interior de las casas.
-¡Se abre la veda!
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
"Así me gusta, no confíes en mí"
Retiré la mano lentamente, sin apartar la mirada, pero no pude evitar una sonrisa mordaz. Empuñé la espada con más fuerza y me encogí de hombros. La maga no se movió.
-Antes de que salga el sol serás tú quien prenda en llamas estas casas. Te gusta más el fuego que a ninguno de nosotros, se ve a leguas de distancia -le aseguré, escupiendo cada palabra-. Si no me crees... apuesta. Quédate la antorcha. Me conformo con empezar por la sangre.
Rematando mis palabras, el suelo empezó a temblar bajo nuestros pies. Hice un saludo con la espada hacia Gutts, que ya tenía otra antorcha en las manos, y solté una carcajada como respuesta a sus palabras. Se abría la veda, y había pocas cosas mejores que... cazar.
-¡Confío en ti también para hacer arder todo esto! -le grité, haciendo bocina con una mano- ¡Vamos a divertirnos un rato!
Empezaron a iluminarse algunas ventanas cercanas a la plaza; la luz de velas encendidas con dedos torpes en mitad de la noche. Cuando el temblor de tierra remitió lo bastante para caminar, avancé a zancadas hacia una de las pocas casas de piedra, donde ya se había encendido un farol tras una de las ventanas, y tiré la puerta abajo con una patada. El crujido de la madera ahogó el primer grito. Un cuchillo surgió de la oscuridad del interior y me aparté a tiempo de su trayectoria, dejando que el chaval que lo empuñaba trastabillara hacia fuera y cayera sobre el barro.
-¡Yeon, no! -gritó una voz desgarrada de mujer desde dentro de la casa. El chaval intentó levantarse, y aparté el cuchillo de una patada, alejándolo de sus manos. Se giró hacia mí con una mueca de odio deformándole el rostro. No había una pizca de miedo.
-¡Déjanos en paz! -soltó, pero entonces sí oí el miedo. Una pena. Levanté la espada sobre él, pero vi a tiempo aquel brillo en sus ojos, y me giré a tiempo de detener a la mujer que se abalanzaba en aquel momento sobre mí con otro cuchillo. Mi espada atravesó limpiamente su pecho, arrancándole una exclamación de dolor y asombro. Al empujarla al suelo creí reconocer su rostro. Era una de los que me encontraron en el camino. Sin perder un segundo, me volví hacia el chico, cuyos dedos se cerraban en aquel momento en torno al cuchillo. Se dio la vuelta... y mi espada se enterró en su cráneo. La liberé con un tirón y volví a entrar en la casa, recogiendo el farol que la mujer había dejado caer al atacarme. Registré las escasas habitaciones con paso rápido. No quedaba nadie. Cuando volví a salir a la calle, con la ropa manchada de sangre, ya había muchas puertas abiertas, y los aldeanos corrían para salvarse.
Riendo, intercepté a dos chicas que corrían de la mano. Se detuvieron en seco, pero tenían demasiado miedo para gritar.
-Queríais verme colgando, ¿eh? -reí- Yo bailaré sobre vuestras tristes cenizas.
Con la última palabra, lancé un tajo lateral. El golpe fue tan brutal que atravesé a una de ellas y herí gravemente a la otra. La chica gritó y tropezó, y un segundo tajo le segó el cuello. Eché a correr. La sangre goteaba desde la espada, me manchaba las manos. Tenía que haber algo mejor que un niño y un par de doncellas. Iba a cobrar mis deudas en sangre y miedo, como mejor sabía el pago. Y la caza no había hecho más que empezar...
Retiré la mano lentamente, sin apartar la mirada, pero no pude evitar una sonrisa mordaz. Empuñé la espada con más fuerza y me encogí de hombros. La maga no se movió.
-Antes de que salga el sol serás tú quien prenda en llamas estas casas. Te gusta más el fuego que a ninguno de nosotros, se ve a leguas de distancia -le aseguré, escupiendo cada palabra-. Si no me crees... apuesta. Quédate la antorcha. Me conformo con empezar por la sangre.
Rematando mis palabras, el suelo empezó a temblar bajo nuestros pies. Hice un saludo con la espada hacia Gutts, que ya tenía otra antorcha en las manos, y solté una carcajada como respuesta a sus palabras. Se abría la veda, y había pocas cosas mejores que... cazar.
-¡Confío en ti también para hacer arder todo esto! -le grité, haciendo bocina con una mano- ¡Vamos a divertirnos un rato!
Empezaron a iluminarse algunas ventanas cercanas a la plaza; la luz de velas encendidas con dedos torpes en mitad de la noche. Cuando el temblor de tierra remitió lo bastante para caminar, avancé a zancadas hacia una de las pocas casas de piedra, donde ya se había encendido un farol tras una de las ventanas, y tiré la puerta abajo con una patada. El crujido de la madera ahogó el primer grito. Un cuchillo surgió de la oscuridad del interior y me aparté a tiempo de su trayectoria, dejando que el chaval que lo empuñaba trastabillara hacia fuera y cayera sobre el barro.
-¡Yeon, no! -gritó una voz desgarrada de mujer desde dentro de la casa. El chaval intentó levantarse, y aparté el cuchillo de una patada, alejándolo de sus manos. Se giró hacia mí con una mueca de odio deformándole el rostro. No había una pizca de miedo.
-¡Déjanos en paz! -soltó, pero entonces sí oí el miedo. Una pena. Levanté la espada sobre él, pero vi a tiempo aquel brillo en sus ojos, y me giré a tiempo de detener a la mujer que se abalanzaba en aquel momento sobre mí con otro cuchillo. Mi espada atravesó limpiamente su pecho, arrancándole una exclamación de dolor y asombro. Al empujarla al suelo creí reconocer su rostro. Era una de los que me encontraron en el camino. Sin perder un segundo, me volví hacia el chico, cuyos dedos se cerraban en aquel momento en torno al cuchillo. Se dio la vuelta... y mi espada se enterró en su cráneo. La liberé con un tirón y volví a entrar en la casa, recogiendo el farol que la mujer había dejado caer al atacarme. Registré las escasas habitaciones con paso rápido. No quedaba nadie. Cuando volví a salir a la calle, con la ropa manchada de sangre, ya había muchas puertas abiertas, y los aldeanos corrían para salvarse.
Riendo, intercepté a dos chicas que corrían de la mano. Se detuvieron en seco, pero tenían demasiado miedo para gritar.
-Queríais verme colgando, ¿eh? -reí- Yo bailaré sobre vuestras tristes cenizas.
Con la última palabra, lancé un tajo lateral. El golpe fue tan brutal que atravesé a una de ellas y herí gravemente a la otra. La chica gritó y tropezó, y un segundo tajo le segó el cuello. Eché a correr. La sangre goteaba desde la espada, me manchaba las manos. Tenía que haber algo mejor que un niño y un par de doncellas. Iba a cobrar mis deudas en sangre y miedo, como mejor sabía el pago. Y la caza no había hecho más que empezar...
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
Toda mi dignidad y mi puesta en escena se desvaneció en el tiempo en el que Gutts cogía un palo y con toda la facilidad del mundo encendía el fuego y ayudaba a Bronn a conseguir su objetivo de quemar el pueblo antes de que yo pudiera hacer nada por mantener las cosas como habían estado. Sinceramente me molestó más la facilidad con la que me había dejado Gutts por los suelos que el pueblo ardiendo.
En algo tenía Bronn razón, no había elegido Awinor, la torre del fuego, por simple capricho, el fuego era hermoso, incontrolable, fiero e impredecible, tenía una fiera belleza, un roce que marcaba pero aunque el fuego tuviera mucho de arte más aún tenía de arma, y una de las posibilidades que enseñaba Awinor, era a controlar esa arma.
No hice mucho más, me quedé observando sabiendo que no participaría en ese baño de sangre pero sin saber que hacer para evitarlo, vi la escena, asqueada en su mayoría, el fuego era precioso, pero muy destructivo, podía controlar algunos fuegos pero no demasiado si se seguía extendiendo. Avancé entre las casa pero al final lo que me decidió fue la escena que vi a manos de Bronn. Me quedé mirando los ojos vacíos del niño al que el mercenario acababa de asesinar. Yo venía de la tierra, de un buen barrio londinense, en uno de los países más desarrollados de la Tierra. Yo vivía muy lejos de todo aquello como para no horrorizarme ante lo que veía. Después de un rato volví a encontrar a bronn con la espada ensangrenta y dos chicas que no podrían ser mayores que yo, ambas muertas. Volvió a echar a correr. pronuncié un hechizo corto y sencillo y le cerré el paso con una pared de fuego, antes de que pudiera ir a buscar salida lo rodeé a una distancia prudente por un circulo de fuego, no lo quemaría pero no podría seguir haciendo daño, no sabía donde estaba Gutts pero mucho me iba a costar mantener a uno a base de hechizos sencillos para preocuparme por dos - para esto - le exigí algo nerviosa, ¿qué hacía yo allí?
En algo tenía Bronn razón, no había elegido Awinor, la torre del fuego, por simple capricho, el fuego era hermoso, incontrolable, fiero e impredecible, tenía una fiera belleza, un roce que marcaba pero aunque el fuego tuviera mucho de arte más aún tenía de arma, y una de las posibilidades que enseñaba Awinor, era a controlar esa arma.
No hice mucho más, me quedé observando sabiendo que no participaría en ese baño de sangre pero sin saber que hacer para evitarlo, vi la escena, asqueada en su mayoría, el fuego era precioso, pero muy destructivo, podía controlar algunos fuegos pero no demasiado si se seguía extendiendo. Avancé entre las casa pero al final lo que me decidió fue la escena que vi a manos de Bronn. Me quedé mirando los ojos vacíos del niño al que el mercenario acababa de asesinar. Yo venía de la tierra, de un buen barrio londinense, en uno de los países más desarrollados de la Tierra. Yo vivía muy lejos de todo aquello como para no horrorizarme ante lo que veía. Después de un rato volví a encontrar a bronn con la espada ensangrenta y dos chicas que no podrían ser mayores que yo, ambas muertas. Volvió a echar a correr. pronuncié un hechizo corto y sencillo y le cerré el paso con una pared de fuego, antes de que pudiera ir a buscar salida lo rodeé a una distancia prudente por un circulo de fuego, no lo quemaría pero no podría seguir haciendo daño, no sabía donde estaba Gutts pero mucho me iba a costar mantener a uno a base de hechizos sencillos para preocuparme por dos - para esto - le exigí algo nerviosa, ¿qué hacía yo allí?
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Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
Bronn ha comenzado a dar muerte a los habitantes del pueblo, por su parte Ele seguia paralizada en el sitio, impactada por algo que no consigo descifrar, me da bastante igual en estos momentos la chica y sus sentimientos, por lo que me pongo en marcha con el objetivo de bañar en sangre mi hoja.
Corro en dirección contraria a donde están Elenya y Bronn, agitando mi hoja sin ton ni son, cortando a todo cuanto se interponia en mi camino, hastiado de la matanza aleatoria, detengo mi carrera y me acerco a la puerta de una casa, de una patada la derribo y de su interior sale un hombre gritando como un energúmeno con un cuchillo en la mano, con gesto de aburrimiento, doy un tajo horizontal, partiéndolo a la altura del esternón. La sangre comienza a brotar de su pecho, empapando todos los alrrededores incluido yo, entro en la casa limpiando mi cara con el dorso de la mano izquierda, cuanto más avanzo mas claro se hace un sollozo, que aparentemente proviene del piso superior, lentamente y haciendo mucho ruido a propósito, subo las escaleras que conducen hacia arriba, cuando llego a la única habitación del segundo piso, en la esquina más alejada se hallan una mujer y dos niños abrazados, sollozando mientras se mecen agazapados en las sombras, con lento paso me acerco a ellos, provocando que el llanto de mis presas se haga más y más fuerte según me acerco.
Una vez me sitúo ante ellos levanto mi mandoble con ambas manos y de un fugaz movimiento sego la cabeza del niño que está a la izquierda de la mujer, y aprovechando la oscilación hago el movimiento contrario cortando el de la niña a la derecha.
Alzo una vez más el mandoble y pongo la punta en el pecho de la mujer.
-En nombre del séptimo, serás ejecutada, para mayor gloria de este y su regocijo, ¡muere por mi dios!
Al pronunciar las últimas palabras hago presión y la punta de mi hoja atraviesa el corazón de la mujer, pero antes de que me pueda regodear en la crapulencia de mis actos un fogonazo de luz proveniente del exterior se filtra desde la ventana que hay ante mi, me ciega ligeramente y me acerco a la ventana para echar un vistazo al exterior, ante mi veo como Elenya mantiene prisionero a Bronn en un círculo de fuego, ambos estan justo delante de la casa y de golpe se me ocurre una idea, saco medio cuerpo por la ventana y observo la fachada, hago unos cálculos rápidos que confirman que mis planes tendrían que salir bien, tomo mi espada del cadáver de la mujer y bajo corriendo al piso principal, dibujo una linea en el suelo con la punta del arma y levanto la hoja en un angulo de cuarenta y cinco grados con respecto al suelo.
"Empuje de Gaia"
Del suelo se alza una plataforma de tierra que golpea la fachada y la hace caer sobre Bronn y Ele, rezando porque haya salido bien salgo de detrás de la columna de tierra que se ha formado y veo como ambos están perfectamente bien, ya que han pasado por los huecos de las ventanas de la fachada y la caída del muro ha apagado el círculo de llamas que rodeaban a Bronn, poniendo gesto de aburrimiento envaino a Dragon Slayer en mi espalda y me acerco como si no hubiera hecho nada a Ele.
-¿Seguimos nuestro camino o quieres prenderle fuego a algo?
Corro en dirección contraria a donde están Elenya y Bronn, agitando mi hoja sin ton ni son, cortando a todo cuanto se interponia en mi camino, hastiado de la matanza aleatoria, detengo mi carrera y me acerco a la puerta de una casa, de una patada la derribo y de su interior sale un hombre gritando como un energúmeno con un cuchillo en la mano, con gesto de aburrimiento, doy un tajo horizontal, partiéndolo a la altura del esternón. La sangre comienza a brotar de su pecho, empapando todos los alrrededores incluido yo, entro en la casa limpiando mi cara con el dorso de la mano izquierda, cuanto más avanzo mas claro se hace un sollozo, que aparentemente proviene del piso superior, lentamente y haciendo mucho ruido a propósito, subo las escaleras que conducen hacia arriba, cuando llego a la única habitación del segundo piso, en la esquina más alejada se hallan una mujer y dos niños abrazados, sollozando mientras se mecen agazapados en las sombras, con lento paso me acerco a ellos, provocando que el llanto de mis presas se haga más y más fuerte según me acerco.
Una vez me sitúo ante ellos levanto mi mandoble con ambas manos y de un fugaz movimiento sego la cabeza del niño que está a la izquierda de la mujer, y aprovechando la oscilación hago el movimiento contrario cortando el de la niña a la derecha.
Alzo una vez más el mandoble y pongo la punta en el pecho de la mujer.
-En nombre del séptimo, serás ejecutada, para mayor gloria de este y su regocijo, ¡muere por mi dios!
Al pronunciar las últimas palabras hago presión y la punta de mi hoja atraviesa el corazón de la mujer, pero antes de que me pueda regodear en la crapulencia de mis actos un fogonazo de luz proveniente del exterior se filtra desde la ventana que hay ante mi, me ciega ligeramente y me acerco a la ventana para echar un vistazo al exterior, ante mi veo como Elenya mantiene prisionero a Bronn en un círculo de fuego, ambos estan justo delante de la casa y de golpe se me ocurre una idea, saco medio cuerpo por la ventana y observo la fachada, hago unos cálculos rápidos que confirman que mis planes tendrían que salir bien, tomo mi espada del cadáver de la mujer y bajo corriendo al piso principal, dibujo una linea en el suelo con la punta del arma y levanto la hoja en un angulo de cuarenta y cinco grados con respecto al suelo.
"Empuje de Gaia"
Del suelo se alza una plataforma de tierra que golpea la fachada y la hace caer sobre Bronn y Ele, rezando porque haya salido bien salgo de detrás de la columna de tierra que se ha formado y veo como ambos están perfectamente bien, ya que han pasado por los huecos de las ventanas de la fachada y la caída del muro ha apagado el círculo de llamas que rodeaban a Bronn, poniendo gesto de aburrimiento envaino a Dragon Slayer en mi espalda y me acerco como si no hubiera hecho nada a Ele.
-¿Seguimos nuestro camino o quieres prenderle fuego a algo?
Invitado- Invitado
Re: Canción de cuervos {Entrenamiento colectivo}
Me detuve en seco cuando el fuego me rodeó. Una voz que ya conocía puso firma al hechizo, y solté un resoplido de exasperación, pero no pude evitar reírme. Al girarme hacia Elenya sin prisa, apenas tuve tiempo de pensar una respuesta malsonante antes de que un chirrido inidentificable me pusiera en alerta. Aun así, no había llegado a dar ni dos pasos cuando un muro de tierra se levantó a mi derecha, golpeando la fachada cercana como si tuviera vida propia.
Cuando la pared se derrumbó, mi último pensamiento racional murió sin hacerse oír. Antes de saberlo, ya había saltado y caído, y cerré los brazos sobre la cabeza al atravesar el hueco de la ventana cerrada, rompiendo la madera. El instinto había vuelto a tomar las riendas para salvarme la vida una vez más. Solté una blasfemia por el golpe, pero la cota de malla me había librado de unos brazos atravesados de astillas. Evalué de un vistazo la escena, y descubrí a Gutts acercándose con gesto aburrido. La chica de fuego estaba allí, viva, pero no sus llamas mágicas. La miré fijamente, tratando de decidir si quería degollarla o no. Levanté hacia ella una mano goteante de sangre, en un saludo macabro.
-Tienes recursos, ¿no? -saludé a Gutts con el mismo gesto, levantando al tiempo mi espada- Ésta también tiene un par de trucos, pero la magia a veces le quita la gracia a la masacre en sí -bromeé. Supuse que me entendería. Tal vez un hechizo letal fuese útil, pero quitar una vida con las manos, con la realidad en cada movimiento, era muy diferente. O tal vez sólo se tratase de mí... pero la sangre derramada con magia siempre me sabía peor al recordarla. Trampas y cartones....
Eso no valía nada.
Saqué de un tirón un pedazo roto de viga de entre los escombros, y al hacerlo vislumbré algo demasiado claro para ser piedra. Una segunda mirada, y supe que era piel, blanca como el marfil. Una pierna doblada y un pedazo de tela de camisón, las únicas señales del cuerpo de la anciana que yacía entre los escombros. Tras un instante de vacilación, aparté las piedras de una patada, desvelando un rostro blanco como el hueso y viejo como el tiempo, enmarcado de nieve, e inmóvil... demasiado. Otra piedra perdió balance al remover los escombros, dejando a la vista un brazo arrugado, pero fuerte. También había un hombre. Otra vida a la cuenta. Levanté la vista hacia Gutts y supe que él también lo había visto.
"Estos son tuyos"
-Ya he perdido bastante tiempo -declaré, acercando el trozo de viga a las llamas aisladas que quedaban, bailando entre las piedras. La madera, seca, prendió fácilmente. Sopesé la antorcha con una mano y me dirigí a ambos antes de retomar la marcha-. Aprecio la compañía, pero estos gorriones se me van a escapar... si no los cazo rápido.
El fuego vibró en el aire al agitar la antorcha. La noche sonrió.
Al cabo de un rato, había vuelto a perder la pista de ambos, así como la cuenta de las vidas que había segado. No había esperado encontrar a nadie que me plantase cara, pero el herrero de la aldea me había pillado desprevenido y había estado a punto de estamparme los sesos contra el suelo. No sabía usar el cuchillo que me había clavado por la espalda, o ya estaría muerto... pero su letal martillo había terminado en mis manos, y sus huesos y los de muchos otros, molidos contra la tierra. La herida quemaba como el demonio... Sabía que algunos se me habían escapado ya, pero no podía quedarme contento mientras oyese un sólo paso asustado, mientras hubiese una pista que seguir.
Me había internado en el bosque que rodeaba la aldea, persiguiendo la última señal humana que había creído escuchar. Un jadeo asustado en mitad de la noche, entre las ramas, era mi objetivo. Una chica. Mientras ella corría, el perro en el que me había convertido la caza se lanzaba en su persecución con un hambre cada vez mayor, nacida de los sentidos alterados por la rabia, el dolor y la sangre. La locura me acechaba, si es que no se había apoderado ya de mí por completo.
"Te tengo". Cada vez estaba más cerca. Las ramas oscuras me dejaban vislumbrar el brillo nacarado de su piel cuando la alcanzaba la luna. No podía escapar de mí, y probablemente ambos lo supiéramos ya.
Sus pasos, erráticos y enloquecidos por el terror, eran más lentos a su pesar. Ahora podía verla mejor. Se había arañado la ropa y la piel con las ramas y las espinas del bosque. Tenía el pelo del color de la miel, ondeando desordenado con cada paso, y el color de mis pensamientos habría hecho santiguarse a un pirata. Al final, tan cerca que podía sentir su miedo, no tuve más que extender las manos y agarrarla. Pero cuando la tiré al suelo, se giró...
Era un rostro con colmillos y ojos demasiado brillantes, que se reía a carcajadas.
"Una bruja" me gritó la memoria. Retrocedí a toda prisa, a la vez que lanzaba un tajo sin objetivo. "Maldita sea..." Me había arrastrado hasta allí, y no había duda de que había conseguido que me perdiera en lo profundo del bosque. Tendría sangre feérica. Allí ella era más fuerte.
Mi espada no alcanzó a la bruja, que siseó en mi dirección. Jamás habría sospechado que habría una hechicera oscura en Vynt. Traté de atacarla de nuevo, y me esquivó, rápida como una serpiente. Una cuchillada de sus garras estuvo a punto de arrancarme la espada de la mano, y sentí el calor de la sangre en los dedos. Aguantando el dolor, le asesté un tercer golpe, y esta vez parecí pillarla por sorpresa. Mi espada desgarró la tela de su costado y saltó una sangre negra como la pez. La bruja chilló, y su voz, como un huracán, me hizo saltar por los aires.
Aterricé contra el suelo, con un golpe que me robó el aire de los pulmones. Arrastrándome y después tropezando, conseguí recuperar mi arma y echar a correr. El aullido helador de la bruja volvió a desestabilizarme, pero seguí adelante sin mirar atrás; sabía que me perseguía. Aferré el pomo de mi espada con ambas manos y llamé con todas mis fuerzas a su rastro mágico...
El poder legendario de Aullido despertó con un susurro azulado. Cuando noté la fuerza subirme por los brazos hasta el pecho, me di la vuelta con un rugido y mi espada cortó el aire y alcanzó de lleno a la bruja. Retrocedió alzándose en el aire, chillando, y su sangre quemó la hierba del suelo al caer. Retrocedí dos pasos, pensando rápido. No podía llamar a los lobos; no servirían de nada... pero sí que podía invocar su aullido.
- Te propongo un trato -grité a la bruja con una sonrisa salvaje. Ella se acercaba de nuevo volando, con la rabia escrita en la cara-. La voz de los lobos contra la tuya.
Acto seguido, atravesé el aire con la espada. El poder de la hoja saltó. Un aullido agudo, denso e insoportable se hizo oír en el bosque y la bruja chilló. Ambas fuerzas invisibles chocaron entre nosotros y el aire tembló con la fuerza de una ola, empujándome hacia atrás. Apreté los dientes, rezándole a los Seis, al Séptimo y a quien quisiera escucharme para que mi espada ganara la batalla, que se alargó durante unos segundos interminables. De repente, noté los brazos más ligeros. El poder de la bruja titilaba. Envalentonado, empecé a avanzar hacia ella, dejándome el alma en cada paso. Sus ojos se clavaron en mí con la fuerza de un hechizo antiguo, y aparté la mirada justo a tiempo. Volví a retroceder, trastabillando, y por un momento creí que me había vencido.
Y entonces me salvó el azar.
El zarpazo de la bruja había estado a punto de romper la vaina del puñal que llevaba sujeto al brazo. Al retroceder, un bandazo hizo que el arma se soltara definitivamente y cayera al suelo junto a mis pies. Una mirada me bastó para tener una idea, y de una patada levanté el puñal en el aire. Miré a la bruja, y todo sucedió en un instante menor a un parpadeo.
Solté la espada. La voz de la bruja me lanzo hacia atrás, pero yo ya había cogido el puñal, y lo lancé hacia ella. La hoja más certera de las tierras ganti no me falló, hundiéndose hasta el pomo bajo el cuello de la bruja... La magia de sangre se activó, y un centenar de heridas se abrieron por todo su cuerpo, derramando aquella sangre negra y densa sobre la noche. El chillido perdió toda su fuerza y se convirtió en el grito de agonía de una mujer, antes de que el cuerpo de la bruja cayera al suelo sin vida.
Jadeando, me dejé caer al suelo. Después de unos minutos, me acerqué al cadáver ensangrentado, recuperé el puñal, recogí mi espada del suelo, y me marché. Un tiempo después, y seguramente por pura casualidad, dejé atrás los últimos árboles. Estaba de vuelta en la aldea en llamas, donde ya no parecía quedar nadie...
Cuando la pared se derrumbó, mi último pensamiento racional murió sin hacerse oír. Antes de saberlo, ya había saltado y caído, y cerré los brazos sobre la cabeza al atravesar el hueco de la ventana cerrada, rompiendo la madera. El instinto había vuelto a tomar las riendas para salvarme la vida una vez más. Solté una blasfemia por el golpe, pero la cota de malla me había librado de unos brazos atravesados de astillas. Evalué de un vistazo la escena, y descubrí a Gutts acercándose con gesto aburrido. La chica de fuego estaba allí, viva, pero no sus llamas mágicas. La miré fijamente, tratando de decidir si quería degollarla o no. Levanté hacia ella una mano goteante de sangre, en un saludo macabro.
-Tienes recursos, ¿no? -saludé a Gutts con el mismo gesto, levantando al tiempo mi espada- Ésta también tiene un par de trucos, pero la magia a veces le quita la gracia a la masacre en sí -bromeé. Supuse que me entendería. Tal vez un hechizo letal fuese útil, pero quitar una vida con las manos, con la realidad en cada movimiento, era muy diferente. O tal vez sólo se tratase de mí... pero la sangre derramada con magia siempre me sabía peor al recordarla. Trampas y cartones....
Eso no valía nada.
Saqué de un tirón un pedazo roto de viga de entre los escombros, y al hacerlo vislumbré algo demasiado claro para ser piedra. Una segunda mirada, y supe que era piel, blanca como el marfil. Una pierna doblada y un pedazo de tela de camisón, las únicas señales del cuerpo de la anciana que yacía entre los escombros. Tras un instante de vacilación, aparté las piedras de una patada, desvelando un rostro blanco como el hueso y viejo como el tiempo, enmarcado de nieve, e inmóvil... demasiado. Otra piedra perdió balance al remover los escombros, dejando a la vista un brazo arrugado, pero fuerte. También había un hombre. Otra vida a la cuenta. Levanté la vista hacia Gutts y supe que él también lo había visto.
"Estos son tuyos"
-Ya he perdido bastante tiempo -declaré, acercando el trozo de viga a las llamas aisladas que quedaban, bailando entre las piedras. La madera, seca, prendió fácilmente. Sopesé la antorcha con una mano y me dirigí a ambos antes de retomar la marcha-. Aprecio la compañía, pero estos gorriones se me van a escapar... si no los cazo rápido.
El fuego vibró en el aire al agitar la antorcha. La noche sonrió.
Al cabo de un rato, había vuelto a perder la pista de ambos, así como la cuenta de las vidas que había segado. No había esperado encontrar a nadie que me plantase cara, pero el herrero de la aldea me había pillado desprevenido y había estado a punto de estamparme los sesos contra el suelo. No sabía usar el cuchillo que me había clavado por la espalda, o ya estaría muerto... pero su letal martillo había terminado en mis manos, y sus huesos y los de muchos otros, molidos contra la tierra. La herida quemaba como el demonio... Sabía que algunos se me habían escapado ya, pero no podía quedarme contento mientras oyese un sólo paso asustado, mientras hubiese una pista que seguir.
Me había internado en el bosque que rodeaba la aldea, persiguiendo la última señal humana que había creído escuchar. Un jadeo asustado en mitad de la noche, entre las ramas, era mi objetivo. Una chica. Mientras ella corría, el perro en el que me había convertido la caza se lanzaba en su persecución con un hambre cada vez mayor, nacida de los sentidos alterados por la rabia, el dolor y la sangre. La locura me acechaba, si es que no se había apoderado ya de mí por completo.
"Te tengo". Cada vez estaba más cerca. Las ramas oscuras me dejaban vislumbrar el brillo nacarado de su piel cuando la alcanzaba la luna. No podía escapar de mí, y probablemente ambos lo supiéramos ya.
Sus pasos, erráticos y enloquecidos por el terror, eran más lentos a su pesar. Ahora podía verla mejor. Se había arañado la ropa y la piel con las ramas y las espinas del bosque. Tenía el pelo del color de la miel, ondeando desordenado con cada paso, y el color de mis pensamientos habría hecho santiguarse a un pirata. Al final, tan cerca que podía sentir su miedo, no tuve más que extender las manos y agarrarla. Pero cuando la tiré al suelo, se giró...
Era un rostro con colmillos y ojos demasiado brillantes, que se reía a carcajadas.
"Una bruja" me gritó la memoria. Retrocedí a toda prisa, a la vez que lanzaba un tajo sin objetivo. "Maldita sea..." Me había arrastrado hasta allí, y no había duda de que había conseguido que me perdiera en lo profundo del bosque. Tendría sangre feérica. Allí ella era más fuerte.
Mi espada no alcanzó a la bruja, que siseó en mi dirección. Jamás habría sospechado que habría una hechicera oscura en Vynt. Traté de atacarla de nuevo, y me esquivó, rápida como una serpiente. Una cuchillada de sus garras estuvo a punto de arrancarme la espada de la mano, y sentí el calor de la sangre en los dedos. Aguantando el dolor, le asesté un tercer golpe, y esta vez parecí pillarla por sorpresa. Mi espada desgarró la tela de su costado y saltó una sangre negra como la pez. La bruja chilló, y su voz, como un huracán, me hizo saltar por los aires.
Aterricé contra el suelo, con un golpe que me robó el aire de los pulmones. Arrastrándome y después tropezando, conseguí recuperar mi arma y echar a correr. El aullido helador de la bruja volvió a desestabilizarme, pero seguí adelante sin mirar atrás; sabía que me perseguía. Aferré el pomo de mi espada con ambas manos y llamé con todas mis fuerzas a su rastro mágico...
El poder legendario de Aullido despertó con un susurro azulado. Cuando noté la fuerza subirme por los brazos hasta el pecho, me di la vuelta con un rugido y mi espada cortó el aire y alcanzó de lleno a la bruja. Retrocedió alzándose en el aire, chillando, y su sangre quemó la hierba del suelo al caer. Retrocedí dos pasos, pensando rápido. No podía llamar a los lobos; no servirían de nada... pero sí que podía invocar su aullido.
- Te propongo un trato -grité a la bruja con una sonrisa salvaje. Ella se acercaba de nuevo volando, con la rabia escrita en la cara-. La voz de los lobos contra la tuya.
Acto seguido, atravesé el aire con la espada. El poder de la hoja saltó. Un aullido agudo, denso e insoportable se hizo oír en el bosque y la bruja chilló. Ambas fuerzas invisibles chocaron entre nosotros y el aire tembló con la fuerza de una ola, empujándome hacia atrás. Apreté los dientes, rezándole a los Seis, al Séptimo y a quien quisiera escucharme para que mi espada ganara la batalla, que se alargó durante unos segundos interminables. De repente, noté los brazos más ligeros. El poder de la bruja titilaba. Envalentonado, empecé a avanzar hacia ella, dejándome el alma en cada paso. Sus ojos se clavaron en mí con la fuerza de un hechizo antiguo, y aparté la mirada justo a tiempo. Volví a retroceder, trastabillando, y por un momento creí que me había vencido.
Y entonces me salvó el azar.
El zarpazo de la bruja había estado a punto de romper la vaina del puñal que llevaba sujeto al brazo. Al retroceder, un bandazo hizo que el arma se soltara definitivamente y cayera al suelo junto a mis pies. Una mirada me bastó para tener una idea, y de una patada levanté el puñal en el aire. Miré a la bruja, y todo sucedió en un instante menor a un parpadeo.
Solté la espada. La voz de la bruja me lanzo hacia atrás, pero yo ya había cogido el puñal, y lo lancé hacia ella. La hoja más certera de las tierras ganti no me falló, hundiéndose hasta el pomo bajo el cuello de la bruja... La magia de sangre se activó, y un centenar de heridas se abrieron por todo su cuerpo, derramando aquella sangre negra y densa sobre la noche. El chillido perdió toda su fuerza y se convirtió en el grito de agonía de una mujer, antes de que el cuerpo de la bruja cayera al suelo sin vida.
Jadeando, me dejé caer al suelo. Después de unos minutos, me acerqué al cadáver ensangrentado, recuperé el puñal, recogí mi espada del suelo, y me marché. Un tiempo después, y seguramente por pura casualidad, dejé atrás los últimos árboles. Estaba de vuelta en la aldea en llamas, donde ya no parecía quedar nadie...
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