Ficha de Gerard Fernandes
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Ficha de Gerard Fernandes
Nombre:
Gerard Fernandes
Raza:
Humano
Edad:
21 años
Sexo:
Masculino
Descripción física:
Es un joven alto, de complexión media, delgado y esbelto, de rasgos finos, bastante atractivo. Tiene el pelo de color azul, un poco largo, que siempre lleva alborotado. Sus ojos son de un color amarillento algo oscuro, rasgados. En el lado derecho de su cara, sobre y bajo su ojo, se extiende un extraño tatuaje que tiene desde que era pequeño, de color rojo. Muestra una expresión astuta y maliciosa, a veces incluso arrogante, casi siempre da aspecto de no ser muy buena persona. Suele vestir con ropajes oscuros, casi siempre con capa o algo que le permita ocultar su rostro, sin perder la elegancia.
Descripción psicológica:
Realmente, Gerard es una persona amable y de buen corazón, pero no suele mostrarse así ya que desconfía bastante de la gente. Es realmente inteligente, posee una mente que puede llegar a ser muy fría y calculadora, además de una capacidad sorprendente para mantenerse sereno ante cualquier situación. A veces parece que no se toma las cosas en serio, como si todo fuera un juego, aunque está siempre pendiente de la situación, no se le escapa ni un detalle. Cada vez que traza un plan, lo hace calculándolo todo al milímetro, meticulosamente, incluso si ve necesario documentarse lo hará. Es algo perfeccionista, odia que algo no salga según lo que ha planeado. Tiene tendencia a ir siempre solo, estar con demasiada gente le incomoda. Siempre habla de manera educada, además de ser bastante culto. Las normas de los lugares a los que va no le importan mucho, a pesar de tener conocimientos de todas ellas, y siempre tendrá un plan de escape ante una situación en la que pueda ser descubierto saltándose una.
Sin embargo, cuando se siente a gusto, muestra su forma amable y simpática que casi siempre mantiene a un lado. Si considera que una persona vale la pena, hará lo que esté en su mano para ayudarla en lo que sea. A pesar de su comportamiento y su aspecto, es una persona en la que se puede confiar.
Habilidades:
*Es rápido, ágil y a pesar de no aparentarlo, bastante fuerte. No tendrá problemas en manejar algún puñal si es necesario.
*Tiene una gran capacidad para el engaño y para convencer a las personas.
*Se le da bastante bien pasar desapercibido, es muy silencioso y su costumbre de vestir casi siempre de oscuro le ayuda.
*Mantiene perfectamente la calma ante situaciones complicadas, al menos aparentemente.
*Tiene muchísima paciencia.
Defectos:
*Suele causar desconfianza a la gente.
*No aguanta los sitios con demasiada gente.
*A veces tiene la manía de desaparecer sin avisar.
Aficiones:
*Leer.
*Los retos, sobre todo los que le hagan echar mano de su ingenio.
*Aunque no lo aparente, le gusta estar con personas con las que se sienta cómodo, eso sí, no demasiadas personas juntas.
Cosas que odia:
*La gente que le recuerde a su padre.
*Que intenten forzarle a hacer algo que él no quiera.
*Las multitudes.
*Los piratas de Tares.
Pasado:
Nació en el reino de Nanetten, en la ciudad de Sanda. Sus padres no estaban casados, tan solo convivían juntos, en una humilde cabaña a las afueras de la ciudad. Su madre era una persona pacífica, de un gran corazón, humilde y sencilla, además de una pareja obediente y fiel. Sin embargo, su padre era un ser detestable: además de un borracho empedernido, era un mujeriego, dado a malgastar el poco dinero que conseguía, mediante sus trapicheos y sus trabajos sucios, en el juego. En cuanto se le cruzaban los cables, le daba palizas a su mujer, estuviese el pequeño delante o no. El hombre llevaba un enorme tatuaje tribal que le ocupaba toda la espalda, al igual que sus compinches. Por eso, cuando el pequeño cumplió los cuatro años, decidió que era hora de que ayudase en el 'negocio familiar' y quiso tatuarle de la misma manera, pero la madre se impuso. A pesar de sus ruegos, no consiguió quitarle de la cabeza al hombre de tatuar a su hijo siguiendo la costumbre del 'clan', pero, ya que su mujer no quería en la espalda, se lo hizo en la cara. Gerard recordará siempre las lágrimas recorriendo el rostro de su madre, mientras le acariciaba el rostro en el que habían trazado un extraño símbolo que se extendía desde la parte superior del ojo hasta casi el final de la cara.
-Mi niño... qué te han hecho...
-No te preocupes mamá... está bien así...
Su madre lo abrazó con fuerza, y él le correspondió. No le gustaba aquella seña, todo lo contrario, la aborrecía con toda su alma. Pero no quería demostrarlo delante de su madre.
En los siguientes años de su vida, Gerard no tuvo más remedio que acompañar a su padre en sus sucios negocios. Descubrió que la banda de su padre trataba con los piratas de la isla de Tares, los piratas, comerciando con mercancías robadas. Tenía que acompañar a su padre en aquellos 'intercambios de mercancía', además de que le había ensañado a robar a la gente de manera que no se diesen cuenta. Y aquello lo había conseguido con la amenaza de que, o lo hacía, o las consecuencias las pagaría su madre. Gerard aprendió a ser todo un pícaro, a engañar, a robar, a hacer cualquier cosa que tuviese que hacer... todo por su madre.
Hasta que un día, cuando él contaba con once años, su padre mató a su madre de una brutal paliza mientras estaba borracho. Gerard acababa de llegar a casa con una saquita con algunas monedas que había conseguido robar a un transeúnte medio despistado que había encontrado por el camino. Pero cuando vio a su padre asestarle el golpe final a su moribunda madre, la saca cayó al suelo y los ojos del muchacho se abrieron al máximo, desencajados en una mueca de horror.
-¡¡Madreeeee!!
Corrió hacia el cuerpo inerte de su madre, mientras su padre farfullaba cosas sin sentido y se reía. Mientras su hijo seguía con el cadáver de su madre en los brazos, salió de la casa dando un sonoro portazo. La sangre que brotaba de una enorme brecha en la cabeza de su madre manchó sus ropas y sus manos, mientras las lágrimas brotaban sin cesar de sus ojos. En aquel momento supo lo que debía hacer, la primera vez que tenía algo tan seguro en su vida. Sabiendo el lugar al que se había marchado su padre, una taberna en la que se solían reunir todos los de la banda, mandó a las autoridades hacia él, informándoles de todos los trapicheos que había tenido y el brutal asesinato que había cometido. Mientras arrestaban a su padre y a sus compañeros, Gerard mostraba una sonrisa casi siniestra de lado a lado de la cara. Su padre lo miró con odio mientras los oficiales se lo llevaban.
-Hijo maldito, ¡¡traidor!! En cuanto te ponga las manos encima morirás al igual que tu madre.
Al escuchar aquello, Gerard no pudo evitar soltar una irónica carcajada. Se alejó del lugar sin que nadie se diese cuenta de su desaparición. Mientras los oficiales llevaban a los presos al paso que podían por un camino oscuro, Gerard los esperaba encalomado a un árbol, junto a un arco y un carcaj de flechas que tenía su padre en casa. Gracias a aquellos años en los que había ejercido de pícaro, había desarrollado una puntería excelente. Sin vacilar, apuntó a la cabeza de su padre y disparó. El cuerpo de su padre cayó en medio de la multitud, con la cabeza atravesada mientras se sembraba el caos. Mientras todo aquello ocurría, Gerard se marchó de allí, lejos, muy lejos, lo más que pudo.
Hasta los 17 años, estuvo trabajando en una granja en las cercanías de la ciudad de Aren. Los dueños lo acogieron con cariño y simpatía, y el muchacho se lo agradeció ayudándolos en todo lo que podían. Eran una pareja de ancianos que no habían logrado tener descendencia, por lo que la presencia del joven les alegraba la vida. Tan solo le contó la verdad de su pasado a la mujer, con la cual había cogido mucha confianza. Se quedó con ellos hasta que, la muerte y su implacable eficacia, segó las vidas de los dos, primero el hombre y luego su esposa, cuando Gerard contaba con 20 años.
A partir de ahí, Gerard sobrevive como puede, planteándose el estudiar o trabajar en algún oráculo o para alguna escuela, aunque fuese ayudando en los trabajos más humildes. Pero cualquier trabajo sería mejor que aquel que había mantenido en los primeros años de su vida, y sabía que su madre se sentiría orgullosa se saber que había conseguido escapar de la vida en la que había querido atraparlo su padre. Decidió viajar al oráculo de Nanhai, ya que había escuchado que los gigantes eran una raza más bien independiente y solitaria, y prefería estar solo que en compañía. A pesar de todo, aun guardaba esa apariencia de pícaro, por lo que los gigantes tardaron en acostumbrarse a su compañía, pero al final vieron que no era peligroso y le dejaron quedarse. Se dedicó al estudio, allí le enseñaron con esfuerzo a leer y a escribir, y progresó pronto. Constantemente se marcha del oráculo a recorrer Idhún, a que 'le de un poco el aire', siempre acaba regresando con algún libro nuevo. Le fascina la magia, pero nunca se ha planteado el que pudiese llegar a tener la fortuna de toparse con un unicornio.
Sabe que, a pesar del tiempo transcurrido, los compinches de su padre que aun siguen sueltos y los piratas de Tares no tardarían en reconocerlo, gracias a aquella marca en su rostro, y no dudarían en atentar contra su vida. Eso es algo que tiene muy en cuenta. Por eso siempre que sale del oráculo lleva capucha, además... no sólo a ejercitado su mente, no ha desperdiciado el tiempo tampoco con su cuerpo. No tendría ningún problema en enfrentarse a alguno, y si la cosa se pone fea, es un experto en huidas estratégicas.
Gerard Fernandes
Raza:
Humano
Edad:
21 años
Sexo:
Masculino
Descripción física:
Es un joven alto, de complexión media, delgado y esbelto, de rasgos finos, bastante atractivo. Tiene el pelo de color azul, un poco largo, que siempre lleva alborotado. Sus ojos son de un color amarillento algo oscuro, rasgados. En el lado derecho de su cara, sobre y bajo su ojo, se extiende un extraño tatuaje que tiene desde que era pequeño, de color rojo. Muestra una expresión astuta y maliciosa, a veces incluso arrogante, casi siempre da aspecto de no ser muy buena persona. Suele vestir con ropajes oscuros, casi siempre con capa o algo que le permita ocultar su rostro, sin perder la elegancia.
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Descripción psicológica:
Realmente, Gerard es una persona amable y de buen corazón, pero no suele mostrarse así ya que desconfía bastante de la gente. Es realmente inteligente, posee una mente que puede llegar a ser muy fría y calculadora, además de una capacidad sorprendente para mantenerse sereno ante cualquier situación. A veces parece que no se toma las cosas en serio, como si todo fuera un juego, aunque está siempre pendiente de la situación, no se le escapa ni un detalle. Cada vez que traza un plan, lo hace calculándolo todo al milímetro, meticulosamente, incluso si ve necesario documentarse lo hará. Es algo perfeccionista, odia que algo no salga según lo que ha planeado. Tiene tendencia a ir siempre solo, estar con demasiada gente le incomoda. Siempre habla de manera educada, además de ser bastante culto. Las normas de los lugares a los que va no le importan mucho, a pesar de tener conocimientos de todas ellas, y siempre tendrá un plan de escape ante una situación en la que pueda ser descubierto saltándose una.
Sin embargo, cuando se siente a gusto, muestra su forma amable y simpática que casi siempre mantiene a un lado. Si considera que una persona vale la pena, hará lo que esté en su mano para ayudarla en lo que sea. A pesar de su comportamiento y su aspecto, es una persona en la que se puede confiar.
Habilidades:
*Es rápido, ágil y a pesar de no aparentarlo, bastante fuerte. No tendrá problemas en manejar algún puñal si es necesario.
*Tiene una gran capacidad para el engaño y para convencer a las personas.
*Se le da bastante bien pasar desapercibido, es muy silencioso y su costumbre de vestir casi siempre de oscuro le ayuda.
*Mantiene perfectamente la calma ante situaciones complicadas, al menos aparentemente.
*Tiene muchísima paciencia.
Defectos:
*Suele causar desconfianza a la gente.
*No aguanta los sitios con demasiada gente.
*A veces tiene la manía de desaparecer sin avisar.
Aficiones:
*Leer.
*Los retos, sobre todo los que le hagan echar mano de su ingenio.
*Aunque no lo aparente, le gusta estar con personas con las que se sienta cómodo, eso sí, no demasiadas personas juntas.
Cosas que odia:
*La gente que le recuerde a su padre.
*Que intenten forzarle a hacer algo que él no quiera.
*Las multitudes.
*Los piratas de Tares.
Pasado:
Nació en el reino de Nanetten, en la ciudad de Sanda. Sus padres no estaban casados, tan solo convivían juntos, en una humilde cabaña a las afueras de la ciudad. Su madre era una persona pacífica, de un gran corazón, humilde y sencilla, además de una pareja obediente y fiel. Sin embargo, su padre era un ser detestable: además de un borracho empedernido, era un mujeriego, dado a malgastar el poco dinero que conseguía, mediante sus trapicheos y sus trabajos sucios, en el juego. En cuanto se le cruzaban los cables, le daba palizas a su mujer, estuviese el pequeño delante o no. El hombre llevaba un enorme tatuaje tribal que le ocupaba toda la espalda, al igual que sus compinches. Por eso, cuando el pequeño cumplió los cuatro años, decidió que era hora de que ayudase en el 'negocio familiar' y quiso tatuarle de la misma manera, pero la madre se impuso. A pesar de sus ruegos, no consiguió quitarle de la cabeza al hombre de tatuar a su hijo siguiendo la costumbre del 'clan', pero, ya que su mujer no quería en la espalda, se lo hizo en la cara. Gerard recordará siempre las lágrimas recorriendo el rostro de su madre, mientras le acariciaba el rostro en el que habían trazado un extraño símbolo que se extendía desde la parte superior del ojo hasta casi el final de la cara.
-Mi niño... qué te han hecho...
-No te preocupes mamá... está bien así...
Su madre lo abrazó con fuerza, y él le correspondió. No le gustaba aquella seña, todo lo contrario, la aborrecía con toda su alma. Pero no quería demostrarlo delante de su madre.
En los siguientes años de su vida, Gerard no tuvo más remedio que acompañar a su padre en sus sucios negocios. Descubrió que la banda de su padre trataba con los piratas de la isla de Tares, los piratas, comerciando con mercancías robadas. Tenía que acompañar a su padre en aquellos 'intercambios de mercancía', además de que le había ensañado a robar a la gente de manera que no se diesen cuenta. Y aquello lo había conseguido con la amenaza de que, o lo hacía, o las consecuencias las pagaría su madre. Gerard aprendió a ser todo un pícaro, a engañar, a robar, a hacer cualquier cosa que tuviese que hacer... todo por su madre.
Hasta que un día, cuando él contaba con once años, su padre mató a su madre de una brutal paliza mientras estaba borracho. Gerard acababa de llegar a casa con una saquita con algunas monedas que había conseguido robar a un transeúnte medio despistado que había encontrado por el camino. Pero cuando vio a su padre asestarle el golpe final a su moribunda madre, la saca cayó al suelo y los ojos del muchacho se abrieron al máximo, desencajados en una mueca de horror.
-¡¡Madreeeee!!
Corrió hacia el cuerpo inerte de su madre, mientras su padre farfullaba cosas sin sentido y se reía. Mientras su hijo seguía con el cadáver de su madre en los brazos, salió de la casa dando un sonoro portazo. La sangre que brotaba de una enorme brecha en la cabeza de su madre manchó sus ropas y sus manos, mientras las lágrimas brotaban sin cesar de sus ojos. En aquel momento supo lo que debía hacer, la primera vez que tenía algo tan seguro en su vida. Sabiendo el lugar al que se había marchado su padre, una taberna en la que se solían reunir todos los de la banda, mandó a las autoridades hacia él, informándoles de todos los trapicheos que había tenido y el brutal asesinato que había cometido. Mientras arrestaban a su padre y a sus compañeros, Gerard mostraba una sonrisa casi siniestra de lado a lado de la cara. Su padre lo miró con odio mientras los oficiales se lo llevaban.
-Hijo maldito, ¡¡traidor!! En cuanto te ponga las manos encima morirás al igual que tu madre.
Al escuchar aquello, Gerard no pudo evitar soltar una irónica carcajada. Se alejó del lugar sin que nadie se diese cuenta de su desaparición. Mientras los oficiales llevaban a los presos al paso que podían por un camino oscuro, Gerard los esperaba encalomado a un árbol, junto a un arco y un carcaj de flechas que tenía su padre en casa. Gracias a aquellos años en los que había ejercido de pícaro, había desarrollado una puntería excelente. Sin vacilar, apuntó a la cabeza de su padre y disparó. El cuerpo de su padre cayó en medio de la multitud, con la cabeza atravesada mientras se sembraba el caos. Mientras todo aquello ocurría, Gerard se marchó de allí, lejos, muy lejos, lo más que pudo.
Hasta los 17 años, estuvo trabajando en una granja en las cercanías de la ciudad de Aren. Los dueños lo acogieron con cariño y simpatía, y el muchacho se lo agradeció ayudándolos en todo lo que podían. Eran una pareja de ancianos que no habían logrado tener descendencia, por lo que la presencia del joven les alegraba la vida. Tan solo le contó la verdad de su pasado a la mujer, con la cual había cogido mucha confianza. Se quedó con ellos hasta que, la muerte y su implacable eficacia, segó las vidas de los dos, primero el hombre y luego su esposa, cuando Gerard contaba con 20 años.
A partir de ahí, Gerard sobrevive como puede, planteándose el estudiar o trabajar en algún oráculo o para alguna escuela, aunque fuese ayudando en los trabajos más humildes. Pero cualquier trabajo sería mejor que aquel que había mantenido en los primeros años de su vida, y sabía que su madre se sentiría orgullosa se saber que había conseguido escapar de la vida en la que había querido atraparlo su padre. Decidió viajar al oráculo de Nanhai, ya que había escuchado que los gigantes eran una raza más bien independiente y solitaria, y prefería estar solo que en compañía. A pesar de todo, aun guardaba esa apariencia de pícaro, por lo que los gigantes tardaron en acostumbrarse a su compañía, pero al final vieron que no era peligroso y le dejaron quedarse. Se dedicó al estudio, allí le enseñaron con esfuerzo a leer y a escribir, y progresó pronto. Constantemente se marcha del oráculo a recorrer Idhún, a que 'le de un poco el aire', siempre acaba regresando con algún libro nuevo. Le fascina la magia, pero nunca se ha planteado el que pudiese llegar a tener la fortuna de toparse con un unicornio.
Sabe que, a pesar del tiempo transcurrido, los compinches de su padre que aun siguen sueltos y los piratas de Tares no tardarían en reconocerlo, gracias a aquella marca en su rostro, y no dudarían en atentar contra su vida. Eso es algo que tiene muy en cuenta. Por eso siempre que sale del oráculo lleva capucha, además... no sólo a ejercitado su mente, no ha desperdiciado el tiempo tampoco con su cuerpo. No tendría ningún problema en enfrentarse a alguno, y si la cosa se pone fea, es un experto en huidas estratégicas.
Invitado- Invitado
Re: Ficha de Gerard Fernandes
Apto! Muy buena historia, por cierto ;D
Celiel Dethei- Ella (única chica en Admin)
- Mensajes : 353
Puntos : 365
Fecha de inscripción : 06/11/2012
Edad : 29
Localización : Bailando un vals con el diablo
Datos
Su personaje es: Semi-celeste.
Trabaja de: Sanadora.
Pertenece a: Sí misma
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