El encuentro
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Re: El encuentro
- Spoiler:
- No te preocupes ^ ^
En mi afán observador pude notar como su subconsciente lo tracionaba, acariciando con un par de dedos unas plumas que pendían de un colgante, amarrado a su cuello. Tenían un tono marrón grisáceo, un color algo ceniciento, como un objeto antiguo y hermoso que pierde el esplendor. Solté una carcajada.
-Tienes una bonita organización de justicia en los reinos humanos para saldar cuentas, ¿he de recordartelo? - No pude evitar bromear con aquello, teniendo en cuenta que yo era una de esas personas que "actuaban bajo la buena moral, la justicia, el orgullo y el honor de los reinos humanos". Me removí en la silla dándole otro trago a mi alcoholizada bebida. Había reparado en como la actitud de Darkhal cambiaba de una forma sutil, para volver a ser medida y controlada. Realmente debía ser una buena cuenta la que querría saldar.
No pude evitar pensar que era admirable el autocontrol que tenía sobre sí mismo y sus emociones. Cuando yo me enfadaba era como una bestia, incontrolable, arrasándolo con todo. Ojala fuera capaz de ser capaz de controlarme así algún día, antes de que uno e mis arrebatos me llevara a la desgracia.
-Pero no te preocupes, por esta vez, no diré nada. También soy de las que opina que hay veces que la justicia debe tomárselas uno por su mano.
Su pregunta me pilló por sorpresa, y no pude evitar que se me notara. Llevaba tanto tiempo sola que no recordaba como era tener un acompañante que no fuera a cuatro patas y gruñera cuando tuviera hambre. Lindalote puso su pesado hocico sobre mi pierna, e inconscientemente bajé la mano para acariciarle tras las orejas, pensativa. El animal parecía saciado y feliz, pero me miraba con aquellos grandes ojos amarillos, que parecían decir "necesitas una persona de verdad para retomar tu vida". No sabía si era mi impresión, pero empezaba a darle la razón al lupino animal.
Miré a Darkhal, y lo sopesé pacientemente. ¿Que debía hacer? No sabía si debía confiar o no en él... algo en mi interior me decía que si, y de una forma un poco cruel, saberme mayor que el en edad (y al menos físicamente) en fuerza me aportaba algo de seguridad para decirle un "sí".
-Debería consultarlo con la almohada, pero debo decirte que tienes bastantes cosas a tu favor. Por la mañana te responderé, ¿De acuerdo?
Respondí, respirando hondo. Necesitaba mentalizarme un poco en que iba a viajar junto a otra persona, después de casi un año de soledad. A nuestro alrededor la gente empezaba a subir a las habitaciones, agotados ya de la tensión de una noche de peleas y conflicto, o simplemente demasiado borrachos para atinar con la jarra en la boca para poder seguir bebiendo. Darkhal también parecía algo cansado mientras se levantaba de su silla, anunciando que se retiraba, justo antes de quedarse inerte.
Intenté levantarme para sostenerlo, pero con la cabeza del lobo encima lo único que conseguí fue darle un sobresalto al animal y casi terminar yo en el suelo junto a Darkhal. Cuando su cuerpo chocó contra la madera del suelo cerré los ojos.
-Vaya leche...-dije en alto acercándome a él mientras Lindalote le golpeaba la mano con el hocico, intentando averiguar si seguía vivo. Me acuclillé al lado de Darkhal y le tomé el pulso. Era constante, aunque un poco lento. -Bueno, esperemos que el golpe en la cabeza no te haya hecho mucho daño...
Le colgué el arco y mis bartulos a Lindalote al cuello, y tensé los musculos de lso brazos para calentarlos un poco.
-Un caballero rescatando a la princesa en apuros...-Pasé los brazos bajo la espalda de Darkhal y sus rodillas para alzarlo en volandas como si fuera una dama. Realmente estaba canijo, y yo tenía demasiada fuerza para ser una mujer, fuera lo que fuese, podía cargar con el con facilidad.
-¡Posadero! Una habitación con una cama grande, por favor-Exclamé mientras me abría paso entre las mesas y los escasos comensales, con Lindalote por detrás. - Con dos camas a ser posible.
El hombre amablemente me llevó hasta la habitación, ofreciéndose a cargar con el desfallecido joven, pero me negué. El posadero abrió la puerta de la habitación y dejó las llaves en la cerradura para que yo las tomase después.
Dejé a Darkhal sobre una mullida cama de matrimonio, con las sabanas de un blanco impoluto. La habitación debía de ser la mejor de la posada, pero no tenía más que una cama. En cambio tenía un arcón pequeño a los pies de esta, un balcón junto a una puerta que daba a un baño privado, un escritorio con su silla correspondiente y un sofá.
-El cuarto me va a costar un ojo de la cara y encima duermo en un sofá... que bien...
Suspiré antes de volver mi atención hacía Darkhal. Parecía estar simplemente mareado, no tenía fiebre, ni ninguna herida o hinchazón aparente, y no me atrevía a buscar algo más grave, más que nada por respeto a él. Los del bar debían haber pensado que estaba muy borracho, no era raro que se cayeran redondos sobre la mesa, pero yo sabía que estaba sobrio. ¿Habría sido de cansancio, tal vez?
Seguramente por la mañana estaría mejor.
Sin mucho más que hacer fui al baño con mi petate para ducharme, y cambiar la ajustada y sudada ropa de viaje por un suave vestido de gasa largo y cómodo, de color rojo, que jugaba con las formas de mi cuerpo, dulcificándolas. Lavé la ropa a mano y la tendí en la barra que sostenía la cortina de la bañera, por la mañana ya estaría seca. El pelo mojado lo desenredé con esmero y lo peiné en una larga trenza, tan larga como la noche.
Descalza, sentía el suelo cálido por la hoguera que caldeaba la sala de abajo, lo cual era realmente agradable. Abandoné las pesadar armas junto al escritorio, donde dejé tirado mi petate. Lindalote iba y venía detrás de mi como un perro guardián, y me hacía reír aquella actitud protectora del animal. Tomé unas mantas que estaban en el armario y las dispuse en el sofá.
-Bueno- le dije al inconsciente Darkhal.- Espero que me permitas que al menos te quite esa capa y las botas.
Con algo de esfuerzo y maña, lo sostuve con una mano y le retiré su capa, dejandola después sobre el respaldo de la silla, y a los pies de esta sus botas. Le abrí con cuidado las ropas para que no estuvieran asfixiandole el cuerpo, y le tapé hasta el vientre con la manta. Las noches se volvían frías en los reinos humanos, y no era recomendable que se quedara tan solo con lo puesto.
Volví al sofá y me senté, con un libro en una mano y una vela junto a mi para darme luz en la penumbra de la habitación. No estaba tan cansada como para irme a dormir directamente, y tal vez Darkhal se despertara en algún momento (puede que para gritarme por haberlo dejado casi semi-desnudo sin conocerlo de nada), así que seguí leyendo la novela, alzando la mirada al inconsciente joven de vez en cuando.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
Darkhal se vio sumergido hasta las rodillas en un mar de plumas blancas y en lo alto un cielo azul infinito era lo único que podía ver a su alrededor. La calma del lugar era increíble, acogedora y evidentemente... un sueño. igual lo tenia siempre que dormía y lamentablemente sabia lo que venia después, el cielo empezó a ennegrecer y con el las plumas. Las blancas plumas se tornaron negras y el cielo de un rojo sangre un tanto tenebroso. Hal veía los acontecimientos pasar como si de escenas repetidas se trataran.
-La pureza de sus plumas mostrará la blancura de tu alma-decía ya por costumbre como si de un rito se tratara. Una ola negra se formo y se dispuso a ahogarlo como cada noche..-estúpido sueño.-dijo cortante y todo desapareció.
Sus ojos trataban de adaptarse a la luz del entorno, no pudo evitar sentir lo mullida y suave de su cama haciendo querer a la nostalgia tomar el control de el por un momento. La cama en la que se encontraba le recordaba a la que el había usado desde su niñez hasta antes de "salir" de su casa."menos lujosa talvez pero no esta mal" pensó en broma mientras se intentaba hacer a la idea de porque rayos había despertado en un lugar así. Debían haber pasado algunas horas pues todo se sentía muy calmado, distinto al típico sonido de posada.
Empezó a recordar vagamente los encuentros y desencuentros del día hasta recordar a la chica caballero y a su peculiar mascota. Enfoco mejor la vista en donde veía la luz de una vela. Vio entonces a la joven no estaba seguro si estaba leyendo o se había quedado dormida. -mirlos dancen -dijo en un susurro, en el momento de sus dedos empezaron a brotar una especie de llamas blancas que se agrupaban para formar a pequeñas avecillas que empezaron a volar hacia Deteka, volando a su alrededor transmitiéndole un poco de paz y tranquilidad, única habilidad de tan patético hechizo.
-Te vez muy bonita!, me gusta el color. - Dijo divertido para llamar su atención. Intento sentarse en la cama y no tardo en notar que se encontraba mas ligero de ropa de lo que recordaba antes de haberse desmallado. -Valla, esto de estar tan descubierto es normal o ahí algo que no haya recordado aun? -Le parecía bastante interesante la situación actual por lo que no podía dejar de bromear, pero volvió a caer en la cuenta de que no tenia ni un día que conocía a la mujer y no sabia que tanta confianza hubiera para estar haciendo bromas.
-Perdón, suelo ser un poco molesto al despertarme- Le dijo a la joven para tratar de disculparse por si le había faltado el respeto. Intento ponerse las botas para poder levantarse de la cama, vio su bulto a un lado de la cama y saco una camisa mas ligera que utilizaba para dormir. -gracias por la ayuda, se me han gastado las reservas de energía si que necesitaba descansar un poco.- se acerco con las dos almohadas en los brazos y con una cara que demostraba que aun no estaba del todo despierto. Le dolía un poco la cabeza así que hizo que los mirlos danzaran a su alrededor también. -relajante verdad?- envió a los mirlos para que rodearan un poco a Lindalote antes de desaparecer.
-sera mejor que tu también vallas y duermas por mi no te preocupes estoy acostumbrado a dormir en peores cosas que un sofá- Entonces le paso una de las almohadas a ella -Ademas dijiste que consultarías mi propuesta de acompañamiento con ella.-La habitación se veía mas grande que la otra en la que había estado, debía haber sido carisimo y no conocía a muchas personas que pagaran eso por un desconocido. -Ve y disfruta de tu cama que si que esta cómoda.-Dijo mientras se sentaba a su lado en el sillón y empezaba adormirse otra vez con su almohada entre brazos.
-La pureza de sus plumas mostrará la blancura de tu alma-decía ya por costumbre como si de un rito se tratara. Una ola negra se formo y se dispuso a ahogarlo como cada noche..-estúpido sueño.-dijo cortante y todo desapareció.
Sus ojos trataban de adaptarse a la luz del entorno, no pudo evitar sentir lo mullida y suave de su cama haciendo querer a la nostalgia tomar el control de el por un momento. La cama en la que se encontraba le recordaba a la que el había usado desde su niñez hasta antes de "salir" de su casa."menos lujosa talvez pero no esta mal" pensó en broma mientras se intentaba hacer a la idea de porque rayos había despertado en un lugar así. Debían haber pasado algunas horas pues todo se sentía muy calmado, distinto al típico sonido de posada.
Empezó a recordar vagamente los encuentros y desencuentros del día hasta recordar a la chica caballero y a su peculiar mascota. Enfoco mejor la vista en donde veía la luz de una vela. Vio entonces a la joven no estaba seguro si estaba leyendo o se había quedado dormida. -mirlos dancen -dijo en un susurro, en el momento de sus dedos empezaron a brotar una especie de llamas blancas que se agrupaban para formar a pequeñas avecillas que empezaron a volar hacia Deteka, volando a su alrededor transmitiéndole un poco de paz y tranquilidad, única habilidad de tan patético hechizo.
-Te vez muy bonita!, me gusta el color. - Dijo divertido para llamar su atención. Intento sentarse en la cama y no tardo en notar que se encontraba mas ligero de ropa de lo que recordaba antes de haberse desmallado. -Valla, esto de estar tan descubierto es normal o ahí algo que no haya recordado aun? -Le parecía bastante interesante la situación actual por lo que no podía dejar de bromear, pero volvió a caer en la cuenta de que no tenia ni un día que conocía a la mujer y no sabia que tanta confianza hubiera para estar haciendo bromas.
-Perdón, suelo ser un poco molesto al despertarme- Le dijo a la joven para tratar de disculparse por si le había faltado el respeto. Intento ponerse las botas para poder levantarse de la cama, vio su bulto a un lado de la cama y saco una camisa mas ligera que utilizaba para dormir. -gracias por la ayuda, se me han gastado las reservas de energía si que necesitaba descansar un poco.- se acerco con las dos almohadas en los brazos y con una cara que demostraba que aun no estaba del todo despierto. Le dolía un poco la cabeza así que hizo que los mirlos danzaran a su alrededor también. -relajante verdad?- envió a los mirlos para que rodearan un poco a Lindalote antes de desaparecer.
-sera mejor que tu también vallas y duermas por mi no te preocupes estoy acostumbrado a dormir en peores cosas que un sofá- Entonces le paso una de las almohadas a ella -Ademas dijiste que consultarías mi propuesta de acompañamiento con ella.-La habitación se veía mas grande que la otra en la que había estado, debía haber sido carisimo y no conocía a muchas personas que pagaran eso por un desconocido. -Ve y disfruta de tu cama que si que esta cómoda.-Dijo mientras se sentaba a su lado en el sillón y empezaba adormirse otra vez con su almohada entre brazos.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
La noche fuera era oscura, y el viento suave mecía los árboles como una ,adre mece a su hijo antes de arroparlo en su cama, para que duerma tranquilo. El silencio en la habitación era aplastante, absoluto y frío, frío como mi corazón. La novela no conseguía evadirme de mi misma, ni del lugar de donde estaba, al contrario, parecía que todo fuera más real, más nítido a mis sentidos.
Hacía demasiado que no llevaba una vida ociosa, entre posadas y caballeros, borrachos y posaderos. Durante aquel largo no había habido ni una sola noche donde la supervivencia diaria de vivir sin casa no me hubiera hecho caer rendida al llegar la noche.
Y ahora estaba allí, sintiéndome más sola de lo que me había sentido nunca. Dicen que el tiempo cura las heridas, pero eso es mentira, y lo sabía bien. El tiempo puede secar la herida, puede hacer que la olvides un momento, pero siempre estará ahí, ardiendo dolorosamente, por que las heridas no hay que dejárselas al tiempo, hay que curarlas, dedicarles el tiempo que yo había dedicado a intentar olvidar. Y probablemente lo que más me dolía era el odio que sentía. Ver como un amor tan grande se había ido corrompiendo poco a poco, volviéndose negro, ponzoñoso, envenenándome, haciéndome odiar lo que había sido lo mejor de mi vida hasta ahora.
Cerré los ojos un solo segundo, dejando que mi cabeza se apoyara en el respaldo del sofá, y ya no estaba allí, estaba muy lejos, en una playa de arena dorada y sol ardiente, poniéndome morena al sol mientras los granitos arenosos se enredaban en mi pelo. El agua me acariciaba los talones de los pies y escuchaba su risa, su voz hablándome, llamándome, y sabía que no era real. Porque el dolor se había convertido en lo único real para mi, aquella felicidad había quedado fuera de mi alcance cuando me abandonó, pero en el fondo, toda mi amargura le daba las gracias por haberme enseñado como era el mundo en realidad.
Todo aquel torrente de sentimientos se calmó de pronto, como por arte de magia. Abrí los ojos, sintiéndome tranquila y en paz por primera vez en mucho tiempo. Vi las pequeñas avecitas revoloteando a mi alrededor y no pude evitar sonreír. Pues sí, al final si había sido magia.
-Gracias- Le dije aún sin mirarle. Realmente no le daba las gracias por el piropo, mi aspecto no era lo más importante, le daba las gracias por darme un poco de calma, por ayudarme a controlar aquellos sentimientos que se desbordaban. Definitivamente estar junto a alguien me ayudaba a controlarme un poco, mientras no hubiera un silencio tan oscuro.
Valla, esto de estar tan descubierto es normal o ahí algo que no haya recordado aun?
Le miré, ligeramente sorprendida, y no pude evitar echarme a reír. No esperaba que me saliera con esas, pero me ayudó a relajarme completamente y olvidar los malos sentimientos.
-Si, te he violado mientras dormías, no te asustes si ves sangre por ahí.
Le sonreí suavemente mientras se levantaba y tomaba la almohada que me ofrecía. No dije nada, escuchando sus argumentos hasa que se sentó a mi espalda. Le miré arqueando una ceja y hablé.
-¿Disculpa? Es usted la princesa la que he tenido que subir en volandas hasta la habitación por desfallecer, así que tu vuélvete a la cama que yo tengo energías de sobras para estar en este comodísimo sofá. Además, puedo consultarle a la almohada lo que quiera desde aquí.
Un gruñido en el otro punto de la habitación me hizo desviar la mirada. Unos ojos amarillentos nos miraban, molestos por haberlo despertado, la hilera de dientes también brilló en la oscuridad un segundo antes de que el sonido de las patas sucediese a la visión completa de Lindalote, que avanzó en la semi oscura habitación hasta montarse en la cama de un brinco ligero y elegante a pesar de su tamaño. El animal ocupaba casi toda la cama, además, se había estirando en diagonal. Me eché a reír como hacía mucho que no reía.
-¿Ves? Ahora los dos nos hemos quedado sin cama, princesa.
Hacía demasiado que no llevaba una vida ociosa, entre posadas y caballeros, borrachos y posaderos. Durante aquel largo no había habido ni una sola noche donde la supervivencia diaria de vivir sin casa no me hubiera hecho caer rendida al llegar la noche.
Y ahora estaba allí, sintiéndome más sola de lo que me había sentido nunca. Dicen que el tiempo cura las heridas, pero eso es mentira, y lo sabía bien. El tiempo puede secar la herida, puede hacer que la olvides un momento, pero siempre estará ahí, ardiendo dolorosamente, por que las heridas no hay que dejárselas al tiempo, hay que curarlas, dedicarles el tiempo que yo había dedicado a intentar olvidar. Y probablemente lo que más me dolía era el odio que sentía. Ver como un amor tan grande se había ido corrompiendo poco a poco, volviéndose negro, ponzoñoso, envenenándome, haciéndome odiar lo que había sido lo mejor de mi vida hasta ahora.
Cerré los ojos un solo segundo, dejando que mi cabeza se apoyara en el respaldo del sofá, y ya no estaba allí, estaba muy lejos, en una playa de arena dorada y sol ardiente, poniéndome morena al sol mientras los granitos arenosos se enredaban en mi pelo. El agua me acariciaba los talones de los pies y escuchaba su risa, su voz hablándome, llamándome, y sabía que no era real. Porque el dolor se había convertido en lo único real para mi, aquella felicidad había quedado fuera de mi alcance cuando me abandonó, pero en el fondo, toda mi amargura le daba las gracias por haberme enseñado como era el mundo en realidad.
Todo aquel torrente de sentimientos se calmó de pronto, como por arte de magia. Abrí los ojos, sintiéndome tranquila y en paz por primera vez en mucho tiempo. Vi las pequeñas avecitas revoloteando a mi alrededor y no pude evitar sonreír. Pues sí, al final si había sido magia.
-Gracias- Le dije aún sin mirarle. Realmente no le daba las gracias por el piropo, mi aspecto no era lo más importante, le daba las gracias por darme un poco de calma, por ayudarme a controlar aquellos sentimientos que se desbordaban. Definitivamente estar junto a alguien me ayudaba a controlarme un poco, mientras no hubiera un silencio tan oscuro.
Valla, esto de estar tan descubierto es normal o ahí algo que no haya recordado aun?
Le miré, ligeramente sorprendida, y no pude evitar echarme a reír. No esperaba que me saliera con esas, pero me ayudó a relajarme completamente y olvidar los malos sentimientos.
-Si, te he violado mientras dormías, no te asustes si ves sangre por ahí.
Le sonreí suavemente mientras se levantaba y tomaba la almohada que me ofrecía. No dije nada, escuchando sus argumentos hasa que se sentó a mi espalda. Le miré arqueando una ceja y hablé.
-¿Disculpa? Es usted la princesa la que he tenido que subir en volandas hasta la habitación por desfallecer, así que tu vuélvete a la cama que yo tengo energías de sobras para estar en este comodísimo sofá. Además, puedo consultarle a la almohada lo que quiera desde aquí.
Un gruñido en el otro punto de la habitación me hizo desviar la mirada. Unos ojos amarillentos nos miraban, molestos por haberlo despertado, la hilera de dientes también brilló en la oscuridad un segundo antes de que el sonido de las patas sucediese a la visión completa de Lindalote, que avanzó en la semi oscura habitación hasta montarse en la cama de un brinco ligero y elegante a pesar de su tamaño. El animal ocupaba casi toda la cama, además, se había estirando en diagonal. Me eché a reír como hacía mucho que no reía.
-¿Ves? Ahora los dos nos hemos quedado sin cama, princesa.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
No pudo evitar reírse al escuchar la respuesta del porque se encontraba tan ligero de ropa y acostado en esa cama. -jmm supongo que ya estamos en confianza como para respuestas así... -dijo divertido, mas que nada para intentar establecer cual era la relación de los dos. Se habían conocido hacia algunas horas, pero sentía que se podría llevar bien con la chica caballero.
escucho el sonido de las pisadas del gran animal y vio como termino siendo el el dueño de la cama, dejándolo a el sentado en el sillón al lado de Deteka. Era interesante como su día no se acababa incluso con lo entrada que estaba la noche, pero era divertido y le gustaba divertirse. Últimamente gracias a los trabajos no había podido tener momentos así. Necesitaba descansar, si, pero también necesitaba cosas que no se conseguían solo durmiendo.
-Entonces ahora soy la princesa de la chica caballero eh? - Dijo mientras organizaba ideas en su mente sobre todo lo ocurrido desde aquel momento hacia ya unos meses a el día de hoy. -Debo admitir que e tenido peores nombres, pero espero tu no te acostumbres a ese, recuerda que es Hal para los amigos. -le dijo con una sonrisa. entonces recordó el mensaje que había recibido del horrible cuervo hacia unas horas, aun no lo había leído, pero no le costaba suponer lo que diría. Mañana en la mañana se encargaría de eso.
-Dime entonces? dormiremos los dos en el sofá?- hal se remango la camisa y bostezo, sobre actuando como si fuera a invocar algún gran hechizo, muy diferente a lo que salio de sus manos en realidad -Gaviotas - chispas empezaron a salir de los dedos del mago y dos aves de cristal se formaron en sus palmas. -muevan con delicadeza al lindo perrito al cómodo suelo- y mientras hablaba las aves volaron hacia Lindalote y haciéndolo levitar lo colocaron en el suelo. -deberían hacer lo mismo con la señorita-dijo moviendo las manos hacia Deteka como si de un director de orquesta se tratara. Las gaviotas de cristal cambiaron su curso e hicieron levitar a la joven hasta la cama.
-Te digo que te mereces dormir un poco- La chica había pagado la habitación y pretendía dormir en un sofá. Igual era mejor llevarse bien desde el principio, y al final hal solo sentia que esa chica necesitaba un respiro de algo... -No digas que no que se que estabas dormida ahí en el sofá y mira a ver en que posición no puedo dejar que mi caballero pierda una batalla por no dormir como se debe.
Su pulso le tembló por un momento, por supuesto que el usar magia era lo que le causaba tal cansancio. Pero con tanta lucha sin sentido, su magia había dejado de ser una herramienta para su entretenimiento y se había convertido en el arma de otros. Y eso no podía soportarlo siempre... el cristal de las aves se cuarteo y rompió hasta volverse mero polvo, Hal se sentó en el borde de la cama para evitar caerse otra vez desmallado. -Demasiada diversión por hoy, no joven caballera?- Darkhal tomo la almohada que había dejado en el sofá y se tiro en un lado de la cama con ella en la cara. Aun faltaba la parte mas importante de su viaje y no estaba seguro de si lo tendría que hacer solo. Fuera el caso que fuera, tendría que descansar cuanto pudiera y era inevitable, la suave cama le inspiraba a dormirse y despertar dentro de algunos meses mas, Hal resistió un momento, pero al final lo derroto el deseo de dormir. Tal vez ese sueño volvería a estar presente en su mente, quien sabe tal vez podría tener un sueño mas bonito... pero dolo quería cerrar los ojos de una vez. - gracias- Le dijo hal ya dormido a la caballera.
escucho el sonido de las pisadas del gran animal y vio como termino siendo el el dueño de la cama, dejándolo a el sentado en el sillón al lado de Deteka. Era interesante como su día no se acababa incluso con lo entrada que estaba la noche, pero era divertido y le gustaba divertirse. Últimamente gracias a los trabajos no había podido tener momentos así. Necesitaba descansar, si, pero también necesitaba cosas que no se conseguían solo durmiendo.
-Entonces ahora soy la princesa de la chica caballero eh? - Dijo mientras organizaba ideas en su mente sobre todo lo ocurrido desde aquel momento hacia ya unos meses a el día de hoy. -Debo admitir que e tenido peores nombres, pero espero tu no te acostumbres a ese, recuerda que es Hal para los amigos. -le dijo con una sonrisa. entonces recordó el mensaje que había recibido del horrible cuervo hacia unas horas, aun no lo había leído, pero no le costaba suponer lo que diría. Mañana en la mañana se encargaría de eso.
-Dime entonces? dormiremos los dos en el sofá?- hal se remango la camisa y bostezo, sobre actuando como si fuera a invocar algún gran hechizo, muy diferente a lo que salio de sus manos en realidad -Gaviotas - chispas empezaron a salir de los dedos del mago y dos aves de cristal se formaron en sus palmas. -muevan con delicadeza al lindo perrito al cómodo suelo- y mientras hablaba las aves volaron hacia Lindalote y haciéndolo levitar lo colocaron en el suelo. -deberían hacer lo mismo con la señorita-dijo moviendo las manos hacia Deteka como si de un director de orquesta se tratara. Las gaviotas de cristal cambiaron su curso e hicieron levitar a la joven hasta la cama.
-Te digo que te mereces dormir un poco- La chica había pagado la habitación y pretendía dormir en un sofá. Igual era mejor llevarse bien desde el principio, y al final hal solo sentia que esa chica necesitaba un respiro de algo... -No digas que no que se que estabas dormida ahí en el sofá y mira a ver en que posición no puedo dejar que mi caballero pierda una batalla por no dormir como se debe.
Su pulso le tembló por un momento, por supuesto que el usar magia era lo que le causaba tal cansancio. Pero con tanta lucha sin sentido, su magia había dejado de ser una herramienta para su entretenimiento y se había convertido en el arma de otros. Y eso no podía soportarlo siempre... el cristal de las aves se cuarteo y rompió hasta volverse mero polvo, Hal se sentó en el borde de la cama para evitar caerse otra vez desmallado. -Demasiada diversión por hoy, no joven caballera?- Darkhal tomo la almohada que había dejado en el sofá y se tiro en un lado de la cama con ella en la cara. Aun faltaba la parte mas importante de su viaje y no estaba seguro de si lo tendría que hacer solo. Fuera el caso que fuera, tendría que descansar cuanto pudiera y era inevitable, la suave cama le inspiraba a dormirse y despertar dentro de algunos meses mas, Hal resistió un momento, pero al final lo derroto el deseo de dormir. Tal vez ese sueño volvería a estar presente en su mente, quien sabe tal vez podría tener un sueño mas bonito... pero dolo quería cerrar los ojos de una vez. - gracias- Le dijo hal ya dormido a la caballera.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
Dime entonces? dormiremos los dos en el sofá?-
Pues eso parece, "Hal"- Dije con cierta entonación a su nombre, afeminandolo un poco, ya que ahora era una princesa. Pero parecía que la princesa tenía más de un truco bajo la manga, por que un nuevo hechizo brotó de sus dedos en forma de dos aves cristalinas, que a las ordenes del pelirrojo se deslizaron por el aire hasta tomar a Lindalote y alzarlo en el aire, para depositarlo nuevamente en el suelo.
El animal se revolvió y gruñó un par de veces, extrañando la comodidad y la calidez de la cama, y cuando sus patas tocaron el suelo miró a Hal con cierto rencor en la mirada. Caminó serpenteante hacía nosotros, y cuando llegó le acaricié detrás de las orejas para calmarlo. Sabía que no le haría daño a nadie mientras yo se lo permitiera, pero aún así era capaz de quitar a Hal del sofá a empellones.
deberían hacer lo mismo con la señorita
Me giré hacía Hal.
-¡eh eh eh! - Exclamé mientras sentía como mi cuerpo se separaba de la superficie blanda del sofá, elevado por la tan desconocida para mi, magia. Las aves me llevaron por el aire suavemente hasta la cama, donde me depositaron con suavidad. Acaricié las sabanas blandas, cálidas por el cuerpo Lindalote, y ahora con algún que otro pelo oscuro del lobo. Hacía muchísimo tiempo que no dormía en una superficie tan suave y blanca, cómoda.
-Yo jamás pierdo una batalla. - Respondí sonriente, orgullosa. Eran escasas las batallas que había perdido, pero no importaba, por que las derrotas te hacen fuerte. Pero había una batalla que había lamentado perder, la única que lamentaba haber perdido había sido mi dura batalla sentimental.
Observé a mi ya derrotado por el cansancio compañero, que después de que las pequeñas aves se desintegrasen se sentó a mi lado y se dejo caer de bruce en la cama.
Me tumbé a su lado y me tapé con la sabana, cubriéndome hasta el pecho con la suave manta. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño, que empezaba a vencerme a mi también.
-De nada Hal, que descanses.
Murmuré antes de que el sueño pudiera conmigo y me cerrase los ojos, haciéndome dormir tranquila y plácidamente lo que quedaba de noche, sin despertarme ni una sola vez, sin soñar nada.
Descansé hasta que el sol comenzó a nacer por el horizonte, desplegando sus rallos y bañando la habitación de tibia luz.
Pues eso parece, "Hal"- Dije con cierta entonación a su nombre, afeminandolo un poco, ya que ahora era una princesa. Pero parecía que la princesa tenía más de un truco bajo la manga, por que un nuevo hechizo brotó de sus dedos en forma de dos aves cristalinas, que a las ordenes del pelirrojo se deslizaron por el aire hasta tomar a Lindalote y alzarlo en el aire, para depositarlo nuevamente en el suelo.
El animal se revolvió y gruñó un par de veces, extrañando la comodidad y la calidez de la cama, y cuando sus patas tocaron el suelo miró a Hal con cierto rencor en la mirada. Caminó serpenteante hacía nosotros, y cuando llegó le acaricié detrás de las orejas para calmarlo. Sabía que no le haría daño a nadie mientras yo se lo permitiera, pero aún así era capaz de quitar a Hal del sofá a empellones.
deberían hacer lo mismo con la señorita
Me giré hacía Hal.
-¡eh eh eh! - Exclamé mientras sentía como mi cuerpo se separaba de la superficie blanda del sofá, elevado por la tan desconocida para mi, magia. Las aves me llevaron por el aire suavemente hasta la cama, donde me depositaron con suavidad. Acaricié las sabanas blandas, cálidas por el cuerpo Lindalote, y ahora con algún que otro pelo oscuro del lobo. Hacía muchísimo tiempo que no dormía en una superficie tan suave y blanca, cómoda.
-Yo jamás pierdo una batalla. - Respondí sonriente, orgullosa. Eran escasas las batallas que había perdido, pero no importaba, por que las derrotas te hacen fuerte. Pero había una batalla que había lamentado perder, la única que lamentaba haber perdido había sido mi dura batalla sentimental.
Observé a mi ya derrotado por el cansancio compañero, que después de que las pequeñas aves se desintegrasen se sentó a mi lado y se dejo caer de bruce en la cama.
Me tumbé a su lado y me tapé con la sabana, cubriéndome hasta el pecho con la suave manta. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño, que empezaba a vencerme a mi también.
-De nada Hal, que descanses.
Murmuré antes de que el sueño pudiera conmigo y me cerrase los ojos, haciéndome dormir tranquila y plácidamente lo que quedaba de noche, sin despertarme ni una sola vez, sin soñar nada.
Descansé hasta que el sol comenzó a nacer por el horizonte, desplegando sus rallos y bañando la habitación de tibia luz.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
Hal veía por la ventana como nacía el nuevo día, estaba acostumbrado a despertarse temprano quisiera o no, así que ya le gustaba ver los amaneceres y los pueblos en los que se encontraba mientras salia el sol. Algunos madrugadores ya se veían salir de sus casas y los soles mostraban sus caras una vez mas en el cielo. El día anterior había sido muy cargado de demasiadas cosas y este día prometía aun mas. Antes de que su compañera despertara decidió ir a tomar un baño.
Mientras el agua caía por su piel, su mente empezó a ordenar las cosas que habían pasado y que pasarían. había leído hacia un tiempo el mensaje del cilindro y decía lo que el suponía lugar en el que se encontrarían, hablaba sobre el objeto que el tendría que entregar y demás cosas poco interesantes...
"Me alegro que podamos encontrarnos otra vez, quería verte y se de alguien que también quisiera. No me hagas caso, solo tráeme por favor eso que te pedí nos vemos."
Ese tipo insoportable ya lo tenia harto y era cuestión de tiempo para que pudiera dejar de una vez de trabajar con el. Toco el tatuaje de su brazo inconscientemente, era la marca de su familia. Un pasado lleno de reglas y obligaciones...
Salio de la bañera y empezó a vestirse, demasiado pensar en el pasado. se puso las botas y pantalones se dio cuenta de que no sabia donde estaba su abrigo con capucha... ella se lo había quitado la noche pasada y ahora no podía encontrarlo... Ella, apenas se sentía en al habitación, claro era diferente dormir acompañado en un cuarto que solo. Pero poca cosa habían tiradas en el cuarto... por supuesto la mirada penetrante de Lindalote no le dejaba olvidar que no estaba solo. Entonces vio que Deteka se empezaba a mover.
-Buenos días caballera durmiente te despiertas temprano -dijo mientras se acercaba a ella. Solo esperaba que Lindalote no le saltara encima por acercarse tanto a su dueña -espero hayas amanecido bien- dijo mientras se ponía frente a ella. Aun su pelo estaba mojado y dejaba caer algunas gotas sobre ella. -A no ser que te guste verme sin camisa, cosa que entiendo- dijo divertido para molestarla- me podrías devolver la ropa que me quitaste anoche?- Al parecer, la chica caballero había terminado siendo mas interesante de lo que parecía en un principio. No sabia aun si Det lo acompañaría en su viaje, pero evidentemente prometía ser una travesía divertida. Se sentó en el borde de la cama a esperar que Deteka se despertara por completo, era hora de ver en que había quedado la caballera con su almohada.
Mientras el agua caía por su piel, su mente empezó a ordenar las cosas que habían pasado y que pasarían. había leído hacia un tiempo el mensaje del cilindro y decía lo que el suponía lugar en el que se encontrarían, hablaba sobre el objeto que el tendría que entregar y demás cosas poco interesantes...
"Me alegro que podamos encontrarnos otra vez, quería verte y se de alguien que también quisiera. No me hagas caso, solo tráeme por favor eso que te pedí nos vemos."
Ese tipo insoportable ya lo tenia harto y era cuestión de tiempo para que pudiera dejar de una vez de trabajar con el. Toco el tatuaje de su brazo inconscientemente, era la marca de su familia. Un pasado lleno de reglas y obligaciones...
Salio de la bañera y empezó a vestirse, demasiado pensar en el pasado. se puso las botas y pantalones se dio cuenta de que no sabia donde estaba su abrigo con capucha... ella se lo había quitado la noche pasada y ahora no podía encontrarlo... Ella, apenas se sentía en al habitación, claro era diferente dormir acompañado en un cuarto que solo. Pero poca cosa habían tiradas en el cuarto... por supuesto la mirada penetrante de Lindalote no le dejaba olvidar que no estaba solo. Entonces vio que Deteka se empezaba a mover.
-Buenos días caballera durmiente te despiertas temprano -dijo mientras se acercaba a ella. Solo esperaba que Lindalote no le saltara encima por acercarse tanto a su dueña -espero hayas amanecido bien- dijo mientras se ponía frente a ella. Aun su pelo estaba mojado y dejaba caer algunas gotas sobre ella. -A no ser que te guste verme sin camisa, cosa que entiendo- dijo divertido para molestarla- me podrías devolver la ropa que me quitaste anoche?- Al parecer, la chica caballero había terminado siendo mas interesante de lo que parecía en un principio. No sabia aun si Det lo acompañaría en su viaje, pero evidentemente prometía ser una travesía divertida. Se sentó en el borde de la cama a esperar que Deteka se despertara por completo, era hora de ver en que había quedado la caballera con su almohada.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
La luz de los tres astros rey hacía rato que bañaba el suelo de la habitación, calentaban el aire y el ambiente. Había alguien/algo a mi espalda, emitiendo un tranquilizador y dulce calor. Me volví sobre mi misma, adormilada, y abracé a la peluda figura que emitía aquel calor tan reconfortante. Lindalote gruñó suavemente, lo cual podría haberse traducido como un amable "buenos días". Alcé la mano cansadamente a su cabeza y le rasqué detrás de las orejas, con la cara hundida en el espeso y crespo pelaje oscuro.
Me incorporé estirando los brazos, momento que Lindalote aprovechó para tirarse sobre mi regazo panza arriba. Le rasqué la barriga tranquilamente, riendo al ver al animal tan confiado. Hacía muchísimo tiempo que no dormía tan bien, sobre una cama mullida y caliente, con un techo sobre mi cabeza, con alguien... Miré en derredor buscando a mi compañero, hasta que reparé en el sonido del agua al otro lado de la puerta del baño.
-Quita de encima lupino.-le dije, sonriendo.- Estas llenando todo de pelos.
Lindalote se quitó de encima mía y volvió a acomodarse en la cama mientras yo me frotaba los ojos. Me sentía como nueva después de dormir tanto tiempo. El tercer sol ya casi había amanecido completamente, y en mi rutina diaria del ultimo año ya tenía abierto los ojos a los pocos segundos de que el primer sol naciera por el horizonte. Me eché otra vez en la cama, y cerré los ojos, pensativa, intentando disfrutar un segundo de aquella tranquilidad.
En medio del silencio el sonido del agua se acalló, y pocos minutos después la puerta se abrió. Entre abrí los parpados y me incorporé, mirando a mi compañero de habitación.
-Buenos días caballera durmiente te despiertas temprano, espero hayas amanecido bien-
Lindalote, tras una noche de paseos por la habitación y sus rutinarias vigías nocturnas, se había acostumbrado a la presencia del muchacho lo suficiente para ignorarlo
-Buenos días Hal.- dije pasándome las manos por el pelo, y retirando una pequeña gota de agua fría que cayó sobre mi mejilla, procedente del cabello de Darkhal. - Siento decepcionaros, princesa, pero vuestro busto desnudo no me llama la atención en ningún ámbito romántico/sexual. Renuncié a esas cosas hace mucho.
Le respondí con evidente diversión y una sonrisa ladeada mientras retiraba las sabanas de la cama y me levantaba. Mis pies estaban cálidos por la noche bajo las sabanas, y el suelo con el usual frío vespertino del amanecer. Me hizo estremecer aquella frialdad.
Realmente Darkhal no es que no fuera atractivo, no quería ofenderle, ni mucho menos. No era ningún Don Juan rompe corazones, ese tipo de hombres se cuidaban de tener cuerpos llenos de músculos trabajados, marcados y bronceados para que las muchachitas inocentes se derritieran -literalmente- y les ofrecieran su virginidad sin dudarlo un solo instante. Darkhal tenía una figura más alargada y estilizada que esos hombres-armarios de 2x2. Su musculatura era la típica de un viajero que tiene que mantener la forma, sus músculos se marcaban por su cuerpo, jugando con luces y sombras, ligeramente presentes, pero realmente no tenía el tipo de un hombre fuerte. Probablemente yo tuviera bastante más fuerza física que él, ya que mi arte era la espada, y no una ligera precisamente.
-Tal vez seas tú el que quiere verme a mi sin camisa, lo cual no me sorprendería.
Bromeé, ladinamente mientras tomaba su ropa del respaldo de la silla donde estaban colgando desde la noche. Se las dí con una sonrisilla mientras me dirigía al baño, cogiendo antes mi macuto para tener la ropa para vestirme después de la ducha que pensaba darme.
Me incorporé estirando los brazos, momento que Lindalote aprovechó para tirarse sobre mi regazo panza arriba. Le rasqué la barriga tranquilamente, riendo al ver al animal tan confiado. Hacía muchísimo tiempo que no dormía tan bien, sobre una cama mullida y caliente, con un techo sobre mi cabeza, con alguien... Miré en derredor buscando a mi compañero, hasta que reparé en el sonido del agua al otro lado de la puerta del baño.
-Quita de encima lupino.-le dije, sonriendo.- Estas llenando todo de pelos.
Lindalote se quitó de encima mía y volvió a acomodarse en la cama mientras yo me frotaba los ojos. Me sentía como nueva después de dormir tanto tiempo. El tercer sol ya casi había amanecido completamente, y en mi rutina diaria del ultimo año ya tenía abierto los ojos a los pocos segundos de que el primer sol naciera por el horizonte. Me eché otra vez en la cama, y cerré los ojos, pensativa, intentando disfrutar un segundo de aquella tranquilidad.
En medio del silencio el sonido del agua se acalló, y pocos minutos después la puerta se abrió. Entre abrí los parpados y me incorporé, mirando a mi compañero de habitación.
-Buenos días caballera durmiente te despiertas temprano, espero hayas amanecido bien-
Lindalote, tras una noche de paseos por la habitación y sus rutinarias vigías nocturnas, se había acostumbrado a la presencia del muchacho lo suficiente para ignorarlo
-Buenos días Hal.- dije pasándome las manos por el pelo, y retirando una pequeña gota de agua fría que cayó sobre mi mejilla, procedente del cabello de Darkhal. - Siento decepcionaros, princesa, pero vuestro busto desnudo no me llama la atención en ningún ámbito romántico/sexual. Renuncié a esas cosas hace mucho.
Le respondí con evidente diversión y una sonrisa ladeada mientras retiraba las sabanas de la cama y me levantaba. Mis pies estaban cálidos por la noche bajo las sabanas, y el suelo con el usual frío vespertino del amanecer. Me hizo estremecer aquella frialdad.
Realmente Darkhal no es que no fuera atractivo, no quería ofenderle, ni mucho menos. No era ningún Don Juan rompe corazones, ese tipo de hombres se cuidaban de tener cuerpos llenos de músculos trabajados, marcados y bronceados para que las muchachitas inocentes se derritieran -literalmente- y les ofrecieran su virginidad sin dudarlo un solo instante. Darkhal tenía una figura más alargada y estilizada que esos hombres-armarios de 2x2. Su musculatura era la típica de un viajero que tiene que mantener la forma, sus músculos se marcaban por su cuerpo, jugando con luces y sombras, ligeramente presentes, pero realmente no tenía el tipo de un hombre fuerte. Probablemente yo tuviera bastante más fuerza física que él, ya que mi arte era la espada, y no una ligera precisamente.
-Tal vez seas tú el que quiere verme a mi sin camisa, lo cual no me sorprendería.
Bromeé, ladinamente mientras tomaba su ropa del respaldo de la silla donde estaban colgando desde la noche. Se las dí con una sonrisilla mientras me dirigía al baño, cogiendo antes mi macuto para tener la ropa para vestirme después de la ducha que pensaba darme.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
-Niegas que quieres verme asi? que sepas que eres la primera - Con un aire de grandeza en broma se refirió al rechazo de Deteka. - Bueno tu te lo pierdes- dijo divertido mientras se ponía su ropa. Su cálido abrigo siempre lo hacia sentir bien, se coloco la capucha por instinto. Le traía verdaderamente muchos buenos recuerdos, Horus se posaba sobre su capucha majestuosamente y luego volvía a surcar el cielo en busca de un nuevo camino el cual seguir... Antes de dejar su imaginación volar un comentario de la chica lo devolvió al hogar.
-Yo? ver el cuerpo desnudo de mi caballero? pero como se le ocurre - y rió imitando a algún noble engreídos de tantos, siguiendo el juego de Deteka. - Que sepas que hace mucho tiempo deje atrás ese mundo de lujuria que citas y no eres la única que se acerca a mi con dichas intenciones! - Entonces hal recordó los tiempo en los que era conocido como el heredero de su familia. No podría asegurar jamas que la atracción era sentimental, las damas se acercaban a el como vampiros en busca de su dinero y el apellido de su familia... Cuanta idiotez y falsedad en un solo lugar, pensó para el mismo.
Reviso dentro de su mochila de viaje que llevaba con el, para revisar que no había dejado nada perdido en algún lugar. Encontró su bolsa del dinero a la que le hizo poco caso, Deteka no tenia mucha cara de ladrona y no es que tuviera demasiado dentro. Luego la caja sellada que había ido a buscar/robar al puerto el día anterior. Algunos objetos de poco valor... y la brújula que le había regalado Aira. Cogió la brújula y la abrió para ver a donde apuntaba, no había durado mas de unas horas con la chica el día anterior pero confiaba en que no lo engañaba con la habilidad de la brújula... se preguntaba porque se la había dado, pero igual agradecía el regalo, aun mas cerca de Horus.
Era divertido alejarse de la rutina de siempre y hacer bromas con alguien mas. Tenia tiempo que no andaba acompañado... mucho la verdad, porque Horus por inteligente y hábil que fuera no seria como una persona. Igual le había tocado de acompañante alguien interesante, quien sabe como podría cambiar el rumbo de las cosas... pero aun faltaba algo importante. - y dime entonces señorita Det, me acompañara en mi viaje?- le dijo a Deteka mientras veia que ella entraba al baño a ducharse. Por supuesto no la siguió, retrocedió otra vez y se sentó en la cama al lado de Lindalote.
- Dime perrito si te toco no me comerás un brazo verdad? - Comento con su amigo Lindalote, mientras acercaba su mano a la cabeza del animal como había visto que le hacia Det. No estaba demasiado asustado por los dientes del animal, después de todo, estaba acostumbrado a evitar las mordidas del cuervo ese, pero también tenia la costumbre de ser precavido con todo lo que lo rodeaba y un animal como Lindalote no era la excepción. A hal le encantaban los animales, a tal punto que tal vez lo único que lo desilusiono al irse de casa, fue dejar a todas sus mascotas... O a casi todas.
-Espero no tardes mucho, si me acompañas te prometo un viaje interesante -Dijo como si de un vendedor se tratara. -Y conmigo no te aburrirás eh - empezó a recitar palabras y de sus dedos distintos tipo de pequeñas flamas hacían formas entre sus manos, era una forma de entrenar su magia y pasar el tiempo a la vez, estaba un tanto preocupado y no podía mas que probar a distraerse.
-Yo? ver el cuerpo desnudo de mi caballero? pero como se le ocurre - y rió imitando a algún noble engreídos de tantos, siguiendo el juego de Deteka. - Que sepas que hace mucho tiempo deje atrás ese mundo de lujuria que citas y no eres la única que se acerca a mi con dichas intenciones! - Entonces hal recordó los tiempo en los que era conocido como el heredero de su familia. No podría asegurar jamas que la atracción era sentimental, las damas se acercaban a el como vampiros en busca de su dinero y el apellido de su familia... Cuanta idiotez y falsedad en un solo lugar, pensó para el mismo.
Reviso dentro de su mochila de viaje que llevaba con el, para revisar que no había dejado nada perdido en algún lugar. Encontró su bolsa del dinero a la que le hizo poco caso, Deteka no tenia mucha cara de ladrona y no es que tuviera demasiado dentro. Luego la caja sellada que había ido a buscar/robar al puerto el día anterior. Algunos objetos de poco valor... y la brújula que le había regalado Aira. Cogió la brújula y la abrió para ver a donde apuntaba, no había durado mas de unas horas con la chica el día anterior pero confiaba en que no lo engañaba con la habilidad de la brújula... se preguntaba porque se la había dado, pero igual agradecía el regalo, aun mas cerca de Horus.
Era divertido alejarse de la rutina de siempre y hacer bromas con alguien mas. Tenia tiempo que no andaba acompañado... mucho la verdad, porque Horus por inteligente y hábil que fuera no seria como una persona. Igual le había tocado de acompañante alguien interesante, quien sabe como podría cambiar el rumbo de las cosas... pero aun faltaba algo importante. - y dime entonces señorita Det, me acompañara en mi viaje?- le dijo a Deteka mientras veia que ella entraba al baño a ducharse. Por supuesto no la siguió, retrocedió otra vez y se sentó en la cama al lado de Lindalote.
- Dime perrito si te toco no me comerás un brazo verdad? - Comento con su amigo Lindalote, mientras acercaba su mano a la cabeza del animal como había visto que le hacia Det. No estaba demasiado asustado por los dientes del animal, después de todo, estaba acostumbrado a evitar las mordidas del cuervo ese, pero también tenia la costumbre de ser precavido con todo lo que lo rodeaba y un animal como Lindalote no era la excepción. A hal le encantaban los animales, a tal punto que tal vez lo único que lo desilusiono al irse de casa, fue dejar a todas sus mascotas... O a casi todas.
-Espero no tardes mucho, si me acompañas te prometo un viaje interesante -Dijo como si de un vendedor se tratara. -Y conmigo no te aburrirás eh - empezó a recitar palabras y de sus dedos distintos tipo de pequeñas flamas hacían formas entre sus manos, era una forma de entrenar su magia y pasar el tiempo a la vez, estaba un tanto preocupado y no podía mas que probar a distraerse.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
-Yo? ver el cuerpo desnudo de mi caballero? pero como se le ocurre. Que sepas que hace mucho tiempo deje atrás ese mundo de lujuria que citas y no eres la única que se acerca a mi con dichas intenciones!
Solté una profunda carcajada mientras sacudía la cabeza. Realmente la princesa fingía la mar de bien aquel tono arrogante de la alta cuna que formaban la corte que le limpiaban el culo al rey a lametazos. Sí, realmente no podía decir que todos fueran así, había conocido a señores nobles de honor, espada y orgullo, que tenían principios y eran justos, pero lamentablemente para el pueblo llano la nobleza no se caracterizaba por su justicia, sino por su avaricia.
-Darkhal, querida princesa, sois un hombre, y jamás podréis salir de ese mundo de lujuria mientras tengas la virilidad colgando entre las piernas.
Cuando cerraba la robusta puerta del baño, que tenía la parte interior humedecida por el agua condensada, que se había pegado a las paredes y empañaba el espejo, escuché la voz de Darkhal de nuevo.
y dime entonces señorita Det, me acompañara en mi viaje?
Cerré la puerta sin contestar y me quedé un segundo allí, en silencio, con el vaho que se había ido transformando en agua pegada a las paredes. Allí el aire era más espeso, caliente, y hacía el respirar una tarea algo más pesada y lenta. Dejé escapar un suspiro , que me pareció infinito mientras llevaba las manos a los cordones que enganchaban el vestido. Tenía una sujeción muy simple pero firme, fácil de quitar. Los cordones estaban en las tirantas del vestido, un simple tirón y le tela resbaló por mi cuerpo, cayendo como una cascada a mis pies. Lo recogí, dejándolo perfectamente doblado sobre un pequeño mueble con toallas limpias. Me quité la ropa interior y deshice la trenza enredada que era mi pelo.
Me deslicé dentro de la ducha y abría el grifo del agua caliente. Al principio salió fría, pero después empezó a calentarse paulatinamente. Cerré los ojos, dejando la mente en blanco.
sentía el agua chocar contra la tez y los hombros, resbalar por mi cuerpo, caliente, en pequeños riachuelos que se deslizaban en un camino cambiante, descendente a lo largo de mi cuerpo. Era la primera vez que me daba una ducha con agua caliente en mucho tiempo, y sinceramente, lo había echado de menos. No había punto de comparación con bañarse en un lago de agua helada machacando saponaria para que hiciera de jabón natural.
No estaba segura de que hacer. La noche había estado bien, le había dado un voto de confianza al joven mago y no me había defraudado por ahora. Era divertido, no podía negarlo, y Lindalote... lo toleraba, eso estaba bien. Si, había iniciado aquel viaje sola, con la intención de ir a Nambre a enfrentarme al pasado, pero... tal vez no fuera el mejor momento todavía. Me sentía como una cobarde, pero después de un año sabía que no estaba preparada para enfrentarme a mis demonios, y no era por que me faltara valor, ni odio, simplemente era por que en lo más profundo de mi corazón, seguía amando a aquel hombre que me había abandonado. Me abracé a mi misma, dejando que el cabello mojado me cayera sobre los ojos.
La soledad no había servido, ¿y si la compañía ayudara? ¿Que podía perder ya? Cogí la pastilla de jabón que había en el baño y me froté todo el cuerpo, sintiéndome algo más segura con mi decisión. Si, le acompañaría hasta donde tuviera que ir, y si entonces quería volvería sobre mis pasos, y continuaría otro camino diferente. Lo mio siempre había sido la improvisación. Me limpié el pelo también, con una ligera sonrisa. Tenía ganas de viajar con un compañero después de tanto tiempo, podría ser... divertido.
Cerré el grifo cuando estuve completamente limpia de jabón y de suciedad, con la piel suave de nuevo, tersa, y ligeramente enrojecida allí donde el agua caliente la había golpeado repetidas veces. Me sequé de arriba a abajo, con una toalla enredada en la cabeza como si fuera un turbante. Guardé el vestido fino y ligero en mi petate y saqué la ropa de viaje. Me coloqué unos pantalones ajustados, de cuero recio y curtido, que se pegaban a mis piernas y delineaban la figura hasta la cintura. Sobre él, un corsé de cuero negro bien apretado. Había encargado ese corsé especialmente para que tuviera los cordones por delante y pudiera quitarmelo y ponermelo sin la ayuda de nadie, y ademas, ofreciera mayor sujeción al prominente busto que me habían dado las diosas al nacer, aunque mi parte femenina lo apreciaba, mi espíritu de guerrera odiaba tener ese peso extra que dificultaba a veces el movimiento.
Retiré la toalla del pelo, con la cual mi imagen en el espejo era terriblemente ridícula, y lo sequé antes de peinarlo con delicadeza hasta que quedara fino y suave, todavía húmedo. Salí del baño y le dediqué una sonrisa a Darkhal.
-Querida princesa, he de deciros que me sentiría mal si os dejara a vuestra merced. No podría dormir tranquila sabiendo que os estarías desmayando en cada taberna que entrarais. Así que me veo obligada a acompañaros hasta vuestro destino. Así que pondré mi espada a vuestro servicio el tiempo que sea necesario. Pero por ahora, tengo que terminar de vestirme.
Me senté en la cama y me calcé las botas con dedos hábiles. Eran unas botas pesadas, firmes, y viejas, amoldadas a pies, cómodas como ninguna otras botas podrían serlo. Me puso unas muñequeras atadas con correas, la mano derecha el cuero se alargaba hasta proteger el dedo índice y el corazón como protección especial para el arco. Me levanté de la cama y coloqué la espada al cinto. Con una mano en la cadera le miré y sonreí.
-¿Listo para salir de aquí de una vez, princesa?
Lindalote saltó de la cama donde había estado plácidamente hasta ahora y se colocó detrás de mi, sacudiendo su cuerpo y desperezándose, listo para partir.
Solté una profunda carcajada mientras sacudía la cabeza. Realmente la princesa fingía la mar de bien aquel tono arrogante de la alta cuna que formaban la corte que le limpiaban el culo al rey a lametazos. Sí, realmente no podía decir que todos fueran así, había conocido a señores nobles de honor, espada y orgullo, que tenían principios y eran justos, pero lamentablemente para el pueblo llano la nobleza no se caracterizaba por su justicia, sino por su avaricia.
-Darkhal, querida princesa, sois un hombre, y jamás podréis salir de ese mundo de lujuria mientras tengas la virilidad colgando entre las piernas.
Cuando cerraba la robusta puerta del baño, que tenía la parte interior humedecida por el agua condensada, que se había pegado a las paredes y empañaba el espejo, escuché la voz de Darkhal de nuevo.
y dime entonces señorita Det, me acompañara en mi viaje?
Cerré la puerta sin contestar y me quedé un segundo allí, en silencio, con el vaho que se había ido transformando en agua pegada a las paredes. Allí el aire era más espeso, caliente, y hacía el respirar una tarea algo más pesada y lenta. Dejé escapar un suspiro , que me pareció infinito mientras llevaba las manos a los cordones que enganchaban el vestido. Tenía una sujeción muy simple pero firme, fácil de quitar. Los cordones estaban en las tirantas del vestido, un simple tirón y le tela resbaló por mi cuerpo, cayendo como una cascada a mis pies. Lo recogí, dejándolo perfectamente doblado sobre un pequeño mueble con toallas limpias. Me quité la ropa interior y deshice la trenza enredada que era mi pelo.
Me deslicé dentro de la ducha y abría el grifo del agua caliente. Al principio salió fría, pero después empezó a calentarse paulatinamente. Cerré los ojos, dejando la mente en blanco.
sentía el agua chocar contra la tez y los hombros, resbalar por mi cuerpo, caliente, en pequeños riachuelos que se deslizaban en un camino cambiante, descendente a lo largo de mi cuerpo. Era la primera vez que me daba una ducha con agua caliente en mucho tiempo, y sinceramente, lo había echado de menos. No había punto de comparación con bañarse en un lago de agua helada machacando saponaria para que hiciera de jabón natural.
No estaba segura de que hacer. La noche había estado bien, le había dado un voto de confianza al joven mago y no me había defraudado por ahora. Era divertido, no podía negarlo, y Lindalote... lo toleraba, eso estaba bien. Si, había iniciado aquel viaje sola, con la intención de ir a Nambre a enfrentarme al pasado, pero... tal vez no fuera el mejor momento todavía. Me sentía como una cobarde, pero después de un año sabía que no estaba preparada para enfrentarme a mis demonios, y no era por que me faltara valor, ni odio, simplemente era por que en lo más profundo de mi corazón, seguía amando a aquel hombre que me había abandonado. Me abracé a mi misma, dejando que el cabello mojado me cayera sobre los ojos.
La soledad no había servido, ¿y si la compañía ayudara? ¿Que podía perder ya? Cogí la pastilla de jabón que había en el baño y me froté todo el cuerpo, sintiéndome algo más segura con mi decisión. Si, le acompañaría hasta donde tuviera que ir, y si entonces quería volvería sobre mis pasos, y continuaría otro camino diferente. Lo mio siempre había sido la improvisación. Me limpié el pelo también, con una ligera sonrisa. Tenía ganas de viajar con un compañero después de tanto tiempo, podría ser... divertido.
Cerré el grifo cuando estuve completamente limpia de jabón y de suciedad, con la piel suave de nuevo, tersa, y ligeramente enrojecida allí donde el agua caliente la había golpeado repetidas veces. Me sequé de arriba a abajo, con una toalla enredada en la cabeza como si fuera un turbante. Guardé el vestido fino y ligero en mi petate y saqué la ropa de viaje. Me coloqué unos pantalones ajustados, de cuero recio y curtido, que se pegaban a mis piernas y delineaban la figura hasta la cintura. Sobre él, un corsé de cuero negro bien apretado. Había encargado ese corsé especialmente para que tuviera los cordones por delante y pudiera quitarmelo y ponermelo sin la ayuda de nadie, y ademas, ofreciera mayor sujeción al prominente busto que me habían dado las diosas al nacer, aunque mi parte femenina lo apreciaba, mi espíritu de guerrera odiaba tener ese peso extra que dificultaba a veces el movimiento.
Retiré la toalla del pelo, con la cual mi imagen en el espejo era terriblemente ridícula, y lo sequé antes de peinarlo con delicadeza hasta que quedara fino y suave, todavía húmedo. Salí del baño y le dediqué una sonrisa a Darkhal.
-Querida princesa, he de deciros que me sentiría mal si os dejara a vuestra merced. No podría dormir tranquila sabiendo que os estarías desmayando en cada taberna que entrarais. Así que me veo obligada a acompañaros hasta vuestro destino. Así que pondré mi espada a vuestro servicio el tiempo que sea necesario. Pero por ahora, tengo que terminar de vestirme.
Me senté en la cama y me calcé las botas con dedos hábiles. Eran unas botas pesadas, firmes, y viejas, amoldadas a pies, cómodas como ninguna otras botas podrían serlo. Me puso unas muñequeras atadas con correas, la mano derecha el cuero se alargaba hasta proteger el dedo índice y el corazón como protección especial para el arco. Me levanté de la cama y coloqué la espada al cinto. Con una mano en la cadera le miré y sonreí.
-¿Listo para salir de aquí de una vez, princesa?
Lindalote saltó de la cama donde había estado plácidamente hasta ahora y se colocó detrás de mi, sacudiendo su cuerpo y desperezándose, listo para partir.
Invitado- Invitado
Re: El encuentro
Hal vio salir a Deteka del baño y se hizo a un lado para dejar que se sentara en la cama. Rió de forma burlona después de escuchar el comentario de la joven, pero el caso era que había aceptado acompañarlo en su viaje. El cogió una almohada y se la tiro a Det. -jo jo jo! como te atreves? si todos los presentes incluido Lindalote sabemos que solo sigues queriendo verme sin camisa? pero se agradece su oferta, déjame pensarlo.. - dijo divertido mientras seguía copiando su actuación de princesa presumida. hizo una pausa dramática y se levanto de la cama para preparar su bulto.
Se colgó la mochila al hombro y volteo para ver nuevamente a su acompañante -Esta decidido seguro que eres una interesante compañera de viaje, y promesas son promesas. Cuando yo encuentre lo que busco te ayudo a ti a buscar lo que debes encontrar -dijo distraído mientras sacaba algo de la mochila -esto te podrá ayudar -dijo sonriendo e incitándola a ver lo que tenia en la mano. La brújula no era demasiado lujosa o llamativa. Era un decorado sencillo de madera y metal. No tenia que abrirla para saber que apuntaba a Dingra, pero en esta ocasión pretendía darle otro uso.
-Esta cosa te muestra el camino que debes tomar... así podrás saber donde esta lo que quieres... Pues te vi un tanto perdida ayer, luego te la presto para que la pruebes... a un módico precio! - Dijo como si de un comerciante intentando vender su producto se tratara. -Pero mientras no, no sea cosa que te me vallas por otro camino! -siguió divertido hasta que termino de alistarse para el viaje.
-Listo para partir señorita- Y abrió la puerta para bajar al primer piso y salir por fin hacia su destino. vio como Lindalote se apresuraba a tomar su puesto y no pudo evitar una pequeña risa, le recordaba a cuando andaba con Horus y se hizo a la idea de que lo tendría de vuelta nueva vez. Al bajar las escaleras se encontró con el posadero que se dirigió hacia ellos. -Se encuentra bien señor? Le a gustado a usted y a su pareja la habitación? es la mejor de nuestra posada, desea algo mas? - Por un momento tantas preguntas y tan rápidamente dichas por el hombre le confundió por un momento, no sin reírse del primer comentario de su pareja. -Eeh, si todo esta bien, gracias por su amabilidad si me espera un momento ahora le pago- No dejaría pagar Deteka considerando que el era el que se había necesitado la cama en un principio por lo menos. Noto entonces la preocupación del posadero al recordad lo que había pasado la noche anterior. Ella caballero de Nurgon y yo que le había explotado la cabeza a unos cuantos hacia una pareja perfecta para causar problemas si los molestaban. - No se preocupe! en agradecimiento por lo de ayudarnos anoche fue cortesía de la casa. -Hal amaba no tener que pagar nada por lo que no se quejo en lo absoluto, pero no era de los que le gustaban infundir miedo en los otros, por lo que dio un sencillo agradecimiento y se marcho del lugar.
Se iba haciendo hora de marcharse de ahí por fin y terminar con la misión que tenia encomendada. Por un momento pensó que era malo involucrar a la caballero en sus problemas, tal vez resultara que el intercambio parifico se volviera guerra y Deteka saliera lastimada por algo que no tenia nada que ver con ella. Se detuvo antes de salir por la puerta un momento. -Estas segura que quieres meterte en problemas molestos con un desconocido?... eres rara -Dijo pasando de un tono en su voz mas serio de lo habitual a su tono relajado de siempre. Ya vería la maneja de que ninguno tuviera que ensuciarse demasiado las manos, mientras no podía perderla.
[TEMA ACABADO]
Se colgó la mochila al hombro y volteo para ver nuevamente a su acompañante -Esta decidido seguro que eres una interesante compañera de viaje, y promesas son promesas. Cuando yo encuentre lo que busco te ayudo a ti a buscar lo que debes encontrar -dijo distraído mientras sacaba algo de la mochila -esto te podrá ayudar -dijo sonriendo e incitándola a ver lo que tenia en la mano. La brújula no era demasiado lujosa o llamativa. Era un decorado sencillo de madera y metal. No tenia que abrirla para saber que apuntaba a Dingra, pero en esta ocasión pretendía darle otro uso.
-Esta cosa te muestra el camino que debes tomar... así podrás saber donde esta lo que quieres... Pues te vi un tanto perdida ayer, luego te la presto para que la pruebes... a un módico precio! - Dijo como si de un comerciante intentando vender su producto se tratara. -Pero mientras no, no sea cosa que te me vallas por otro camino! -siguió divertido hasta que termino de alistarse para el viaje.
-Listo para partir señorita- Y abrió la puerta para bajar al primer piso y salir por fin hacia su destino. vio como Lindalote se apresuraba a tomar su puesto y no pudo evitar una pequeña risa, le recordaba a cuando andaba con Horus y se hizo a la idea de que lo tendría de vuelta nueva vez. Al bajar las escaleras se encontró con el posadero que se dirigió hacia ellos. -Se encuentra bien señor? Le a gustado a usted y a su pareja la habitación? es la mejor de nuestra posada, desea algo mas? - Por un momento tantas preguntas y tan rápidamente dichas por el hombre le confundió por un momento, no sin reírse del primer comentario de su pareja. -Eeh, si todo esta bien, gracias por su amabilidad si me espera un momento ahora le pago- No dejaría pagar Deteka considerando que el era el que se había necesitado la cama en un principio por lo menos. Noto entonces la preocupación del posadero al recordad lo que había pasado la noche anterior. Ella caballero de Nurgon y yo que le había explotado la cabeza a unos cuantos hacia una pareja perfecta para causar problemas si los molestaban. - No se preocupe! en agradecimiento por lo de ayudarnos anoche fue cortesía de la casa. -Hal amaba no tener que pagar nada por lo que no se quejo en lo absoluto, pero no era de los que le gustaban infundir miedo en los otros, por lo que dio un sencillo agradecimiento y se marcho del lugar.
Se iba haciendo hora de marcharse de ahí por fin y terminar con la misión que tenia encomendada. Por un momento pensó que era malo involucrar a la caballero en sus problemas, tal vez resultara que el intercambio parifico se volviera guerra y Deteka saliera lastimada por algo que no tenia nada que ver con ella. Se detuvo antes de salir por la puerta un momento. -Estas segura que quieres meterte en problemas molestos con un desconocido?... eres rara -Dijo pasando de un tono en su voz mas serio de lo habitual a su tono relajado de siempre. Ya vería la maneja de que ninguno tuviera que ensuciarse demasiado las manos, mientras no podía perderla.
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