Rol de misión

Participantes: Lunnaris, Cloud Aerend, Irkan

Normas: Turnos durables dos horas. Una vez se pasen esas dos horas el siguiente al que le toque postear puede saltar turno. Tenéis que, haciendo un rol libre (con posibles intervenciones avisadas y pautadas de ambientación), cumplir los objetivos de la misión. Intentad rolear lo mejor que podáis, ya que se valorará el rol, no el objetivo que consigáis. Recordad que es una misión, por lo que las grandes presentaciones se tienen que reducir a un mensaje o como máximo dos.

Moderación: Ambientación

Los tres habéis recibido una nota con una misión. Una banda de asaltadores de caminos está poniendo en problema los accesos a la ciudad de Rud, en Shia. El reino, devastado por las guerras no tiene un gran ejército, pero tiene muchos frentes abiertos, y os ha encomendado esa misión a vosotros.

Os encontráis en las puertas de Rud. Tenéis que encontrar a los ladrones y llevarlos vivos o muertos ante la justicia. Suelen atacar por la zona boscosa que hay cerca de Rud. Os han dado un carro lleno de paja tapada con una manta para atraer su atención. Tendréis que internaros por los caminos del bosque para que os encuentren.

Buena suerte

Estaba a las puertas de Rud, junto con dos personas a las que no conocía de nada. El reino de Shia me seguía pareciendo lúgubre, y acaricié el colgante en mi cuello que mantenía un poco la esencia boscana, para que no me marchitase. Eché un vistazo en derredor, el carro que usaríamos de cebo y la chica y el chico que me acompañarían. Nada más. Aún no sabía como había llegado a aceptar la oferta, pero poco me importaba. Prefería ese poco de acción que la monotonía que empezaba a poblar mis días. Me dirigí a mis compañeros.
-Buenas, soy Irkan -saludé, tendiéndoles una mano mientras sonreía.

Hacía tiempo que mis días en mi preciado bosque se me habían hecho aburridos y eternos, por eso mismo creo que había aceptado aquella misión, había recorrido Alis Lithban bajo mi otra forma y pronto llegué a las montañas de Nangal allí retomé mi forma humana, Rud me dije a mi misma... Estaba un poco más allá de Shia capital, estuve tentada en ir a visitar la Posada de Lis, hacía mucho tiempo que no había ido a visitarla y me sentía un poco mal por ello, pero lo deje para otra ocasión, sino llegaría tarde al punto de encuentro para la misión. Conforme me acercaba, ví a un muchacho que estaba junto un carro lleno de paja el cual tenía un hermoso caballo. Supuse que sería mi compañero de misión, estaba ya ante él y muy simpaticamente me tendió la mano y me dijo su nombre, Irkan, -Encantanda de conocerte Irkan - y le sonreí - Mi nombre es Ariadne. Y me dirijí a acariciar al caballo me pareció tan bonito, pasé mi mano sobre sus crines y le dije al oído -Hola amigo, vamos a pasar una buena aventura juntos. El caballo giró sus orejas hacía atrás y soltó un relincho suave, me reí por lo bajo y me quedé apollada en él esperando... Por lo que sabía en esta misión ibamos a ser tres personas y faltaba una...

Recordad que si pasan dos horas tenéis que saltar turno: de momento seréis dos.

Llegó la primera de mis acompañantes, Ariadne, se llamaba. Un nombre realmente bonito. Ariadne se quedó jugando con el caballo y no pude evitar sonreir un poco en ver lo bien que le trataba. Miré a mi alrededor, para ver si llegaba el tercer llamado, pero parecía que no iba a aparecer. Me quedé bastante rato, o por lo menos eso me pareció, girando la cabeza de un lado a otro esperando ver aparecer una figura en los impertérritos horizontes shianos. Tras un rato de vigilancia, me acerqué a la muchacha.
-¿Ariadne? -pregunté, un poco tímido- ¿Crees que deberíamos seguir esperando al otro?
Ahora que caía en la cuenta, ni siquiera sabía quién era el tercer integrante del grupo, y me quedé un rato trantando de imaginar cómo sería mientras esperaba una respuesta de Ariadne.

Sumida en mis pensamientos el tiempo de espera se me estaba haciendo realmente corto, en eso Irkan me habló, percibí en su tono de voz un poco de timidez, me preguntó por la tercera persona que estábamos esperando y desperté de mis ensoñaciones...-Pues si te digo la verdad nose que sería lo mejor- me callé y me quedé pensando un rato en cual sería la mejor opción... -Quizás deberíamos de esperar un poco más, quizás se haya retrasado por algún motivo... ¿Tu que opinas? Y esbocé una sonrisa.

Estaba de acuerdo con ella, si se había retrasado, tendría un motivo. Pero también era cierto que no podíamos estar esperando eternamente a que llegase el último miembro. Lo mejor sería partir sin él. Me dirigí a la chica.
-Creo que será mejor partir ya. Le pediré a uno de los soldados que avise a quien debe llegar de que ya hemos marchado. Si no, nos retrasaremos muchos, creo -me di cuenta de que sonaba un poco rudo, así que añadí- ¿Tú qué opinas?

Irkan opinaba que era mejor partir ya, sino nos retrasaríamos mucho en nuestra misión a cumplir. En cierto modo yo también pensaba que si seguíamos esperando más retrasaríamos la misión, así que asentí con la cabeza... Mientras Irkan fue decirle a un soldado que partíamos ya, y que si llegaba una tercera persona le informase que ya nos habíamos ido. En eso, el cielo pareció oscurecerse un poco, alcé la cabeza y un escalofrió recorrió mi cuerpo... Era un Shek, y no me dio tiempo a avisar a Irkan, pues se posó a nuestro lado y cambió su forma a la de un humano, un híbrido, pensé... Y de una forma que ami me pareció un tanto abrupta se presentó. -Ho... Hola- había llegado tan derrepente que todavía estaba un tanto impresionada por su entrada y un poco como una autómata continué -El mio es Ariadne y estábamos apunto de partir ya. Desvié mi mirada hacía donde estaba Irkan y elevando la voz dije -Irkaann!! Ya no hace faltaaa!! Ya llegoooó. Y esbocé una sonrisa intentando aliviar un poco la tensión que se había acumulado dentro de mi.

Estaba hablando con el soldado cuando una sombra cubrió el cielo. Miré hacia arriba y vi a un shek sobrevolándonos. Nunca había visto ninguno, pero madre decía que no me debía fiar mucho de ellos. Se acercaba a nosotros y casi me da un ataque cuando se plantó junto a nosotros y se convirtió en un humano. Me quedé completamente de piedra, hasta que la voz de Ariadne me sacó de mi ensimismamiento. ¿Que ya había llegado? ¿No estaría diciendo que el shek, o el humano, era el que faltaba? Me acerqué al carro, donde estaban ellos y le tendí una mano vacilante al shek.
-Yo soy Irkan -dije, con voz más temblorosa de la que deseaba-. Te... te estabamos esperando -me giré hacia Ariadne y después volví a mirar al shek- Creo que... ¿deberíamos partir ya?

Parecía que al shek le había hacho gracia mi reacción. Dijo que estaba listo para partir, lo cual me pareció estupendo, pues nos habíamos demorado demasiado. Le observé un rato más y entonces hablé:
-Aún no nos has dicho tu nombre... -dije, para animar la conversación mientra avanzabamos.
Los desiertos parajes de Shia me ponían los pelos de punta (más que el shek, incluso), tan fríos y grises, tan faltos de vida... por lo menos eso me parecía a mí, que había vivido tanto tiempo en el verde bosque de Awa, tan plagado de vida y color. Comencé a murmurar una canción para animarme, y me cubrí con el manto que llevaba siempre colgado del cinturón, pues un escalofrío me había recorrido de parte a parte. Aún así, no dejé de cantar la alegre melodía...

Ya estábamos todos y listos para partir en nuestra misión. Nos internamos entre los árboles del bosque. Iba al lado del caballo, acariciando sus crines y su cuello suavemente, transmitiéndole la mayor tranquilidad posible. Irkan habló, pero no estaba prestándole atención, mis sentidos me advertían que algo había allí y no bueno...el bosque era un tanto lúgubre en comparación con mi bosque siempre brillante y lleno de vida. Irkan comenzó a murmurar una melodía alegre, me reconfortó, giré mi mirada hacía él y vi como se cubría con un manto. El también lo percibía, pensé, no hacía falta ser un ser especial para darse cuenta de las vibraciones que irradiaba aquel lugar. Me descolgué un asa de mi petate y rebusqué en él... -Aquí estás - susurré, y saqué mi capa especial, me la puse y me tapé la cabeza con ella, era mejor que nuestros atacantes no pudieran detectar lo extraordinario que había en mi en un primer momento.

Ariadne, la joven que nos acompañaba, también parecía mostrarse nerviosa. Yo seguía cantando, cantaría hasta el fin del mundo si hacía falta, pero, y menos en aquellos bosques, no dejaría de cantar para animar. Eran parajes demasiado lúgubres para un feérico como yo. Lunnaris se puso también su capa y, para mi sorpresa, ese suave brillo que se adivinaba desapareció. Me quedé un poco sorprendido, pero decidí no darle importancia y seguir cantando, cantar hasta que se pusiese el sol y hasta que volviese a nacer. Sentía aún esos horribles escalofríos que hacían temblar mi melodía, pero me limité a bajar el volumen y escrutar las sombras, nada más. Miré al shek, esperaba que un ser como ése supiese protegernos, o protegerse, no me importaba siempre y cuando a mí me salvara el pellejo. Desde mi aventurilla en Shur-Ikail sabía que me las podía apañar, pero seguía sin confiar en mis posibilidades...

Seguíamos andando, y no había por el momento nada sospechoso más allá de la sensación de inquietud que me embargaba. Irkan continuaba silbando con voz trémula y baja, ya no me parecía tan alegre como al principio y pude percibir en el ¿miedo? ¿inseguridad? no estaba segura. Eché una mirada hacia el shek, Sasha recordé, no había hablado en todo aquel tiempo, pero tampoco me parecía extraño, en su naturaleza no estaba el ser muy sociables. Deje de acariciar al caballo y me puse al lado de Irkan. Me apetecía hablar con alguien, además no podía soportar por mucho tiempo más aquel silencio sepulcral que nos rodeaba y la tensión de la espera ante el ataque que deberíamos de recibir me ponía los nervios a flor de piel y Irkan parecía mucho más sociable y recomendable para iniciar una conversación, así que le dije: -¿Como vas? - le sonreí dulcemente y añadí en un tono un poco más bajo por si las moscas - Este lugar me produce una sensación desagradable. Espero que se den prisa en atacarnos y así quitarnos esta cuestión de encima Y volví a sonreirle.

Ariadne se me acercó. Parecía como aburrida ya de aquella monotonía e inició una conversación conmigo, lo cual agradecí. Me preguntó qé tal iba y me comentó que tenía ganas de acabar con aquello.
-Voy bien -le respondí, devolviéndole la sonrisa-, asustado, pero bien. También tengo ganas de que esto acabe. Me... me pone nervioso tanto... ¿misterio? No sé, me da escalofríos.
Reí un poco y bajé la mirada. Esperaba que el silencio no volviese a reinar de nuevo, el problema era que yo no era muy bueno haciendo preguntas. La miré a los ojos como pidiéndole que dijese algo, y me sorprendí de nuevo que seguían sin aquel brillo que me había parecido ver antes.

Off Rol: A Ambientación, creo que esto necesita ambientación, porque sinó... esto no va a avanzar. Gracias^^

Irkan me contestó, se le notaba nervioso. Me miró a los ojos como esperando a que dijese algo más y pude percibir en su rostro un rasgo de sorpresa. Intuía porque sería, alguien como él se daría cuenta fácilmente lo extraordinario que había en mi y al ponerme la capa lo habría dejado de notar y eso siempre llamaba la atención... Mi rostro reveló una sonrisa pícara y le guiñé un ojo. Todo sucedió muy rápido, Sasha habló advirtiéndonos que teníamos compañía, me giré para ver donde estaba el peligro y vi como apuntaba con un su arco y sendas flechas hacía los arbustos. Agarré el báculo que siempre llevaba conmigo con las dos manos y empecé a acumular energía en él, formulé mentalmente el hechizo de protección que tiempo atrás me habían enseñado y empecé a extender un escudo de protección alrededor de nosotros...Seguí acumulando la energía que había en el ambiente para mantener el escudo el mayor tiempo posible.

Ariadne me sonrió, supuse que se daría cuenta de que estaba nervioso, no era muy difícil de ver. Entonces, oí en mi mente que teníamos compañía. Miré al shek y vi que tensaba sus flechas en el arco y Ariadne estaba acumulando energía en su báculo. Yo también tuve que prepararme. Primero me tapé con mi manto lo mejor que pude y me cubrí la cabeza con él. Saqué a Wylar, mi espada, y comecé a murmuraar un hechizo ofensivo para lo que pudiera pasar. Oí el suave crujido del suelo, alborotado por mi hechizo, y me centré en los arbustos a los que estaba apuntando el shek, esperando.