Rol Memorias de Idhún
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Misión conjunta: ¡Búsqueda del Tesoro!

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Mensaje  Celiel Dethei Sáb Jun 07, 2014 9:10 pm

Cuenta la leyenda que en tiempos ya pasados en los que Alsan era rey, él mismo mandó crear un objeto muy especial, un arma que se adaptase al dueño al que pertenecía. El poder, que albergaba en el interior del propietario alcanzaba su luz en aquel objeto, que le serviría lealmente siempre que su causa fuera justa. Un arma poderosa, sin duda y al alcance de cualquiera. Aparentemente.
Pues sería escondido por él mismo en algún lugar recóndito de Idhún, esperando poder entregar el valioso poder que albergaba en su interior a quien fuera capaz de encontrarlo. Pero nadie lo hizo. Con el paso del tiempo, esta historia se convirtió en leyenda, la leyenda en mito y el mito en simples cuentos contados al alba por piratas ebrios.
Y así es como fue olvidada.
Actualmente nos encontramos en las Islas, concretamente en Tares, donde la piratería cobra su fuerza. Esta isla, caracterizada por la arena blanca de sus playas y el azul cristalino de sus mares está hoy tranquila, meciendo con suavidad las palmeras que, como torres presiden la zona. Más allá de la playa podemos ver una senda de plantas que ocultan el suelo y van aumentando su tamaño conforme nos adentramos en él. No parece que nos encontremos en una pequeña isla pirata cuando llegamos allí, pero cuando atravesamos dicha senda, aparece una zona de tierra parecida a una aldea. Una pequeña aldea pirata con un gran mercado que atraviesa casi toda la aldea, gran número de tabernas, zonas residenciales, hostales y por supuesto, banderas de distintos bandos piratas ondeando en las alturas de todo el territorio. Los mares están en calma y se respira una cierta armonía al menos de momento. 
Numerosos cazadores de tesoros, habitantes de Idhún y curiosos han viajado a las Islas para buscar el codiciado tesoro, pues se dice que tres personas han descubierto su paradero. Y todos, están ansiosos por encontrar al celeste, la mestiza y el nigromante que podrían llevarlos a la gloria.
________________________________________

Para encontrar el tesoro tenéis que encontrar a los tres personajes que os guiarán en la búsqueda. Cuando lo hagáis, ellos os irán dando instrucciones a seguir para realizar las pruebas que debéis superar para encontrar el tesoro. En cada prueba se irá descartando a gente hasta que solo quedéis tres personas. Cuando eso ocurra, deberéis hacer una prueba final y quien gane ésta, será el ganador del tesoro.


Las normas a seguir son sencillas.
- Pueden participar todos los usuarios del rol, pero los usuarios veteranos no optarán al premio.
-Habrá posteo libre, eso quiere decir que se puede postear las veces que se quiera, siempre y cuando dejéis al menos a una persona postear antes de hacerlo de nuevo.
-Todos los usuarios participantes ganarán experiencia y monedas en la medida que se crea conveniente en cada situación. Es decir, no puede ganar el mismo premio alguien que es eliminado en la primera prueba que alguien de la última.
-No es válido el metarol.
-Si un usuario está inactivo demasiado tiempo en la misión o no participa en la prueba que corresponda en ese momento, será eliminado de la misma. 
-Los usuarios pueden incorporarse cuando quieran mientras los moderadores no digan lo contrario.



PD: Gracias a todos una vez más por hacer posible este rol. Espero que lo disfrutéis. 




¡¡Suerte!! ¡Arrrr!

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Mensaje  Lurr Sáb Jun 07, 2014 10:41 pm

Había llegado unos días antes al puerto, me apetecía relajarme y descubrir un poco del lugar antes de esperar al machaque de preguntas, puesto que sabía que esto no podría hacerlo solo, aparte de que la espada jamás yo podría ostentarla, pues mis intenciones eran de todo menos justas.


Ya iba siendo hora de ir a la plaza, solté un suspiro y me obligue a beber del todo el líquido de la copa, la verdad es que no quería llegar tarde, daría una mala imagen a la gente que tendría que guiar hacia la espada, por que sin duda esto atraerá a bastantes aventureros intrépidos y a lo mejor a algún conocido.

Llegue a la plaza y me senté en un banco mientras posaba las manos en mi nuca, llevaba una túnica negra y portaba el símbolo de la orden oscura, para que cualquiera que me viese supiese donde encontrarme, yo de mientras me quedaba mirando a la gente y si alguno mostraba intención de acercarse, me quedaba mirando un tiempo, pero la mayoría giraba la cara y seguía su camino, sin duda me habrían reconocido algunos de ellos.
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Mensaje  Invitado Dom Jun 08, 2014 5:07 pm

Historias y rumores, era algo muy común de escuchar por parte de los aventureros que viajaban hacia los bosques de Idhun, claro para los interesados, y esta pequeña hada era amante de eso, siempre se le iba su aliento entre suspiros, anhelando viajar hacia esos rumbos de los cuales tanto escuchaba. Pues parecía que ya era su día, día de dejar los verdosos bosque que tanto quería y formar parte de las decenas de personas que se hacían llamar "aventureros", se coloco de pie sobre una ramita extendiendo sus pequeñas alas decidida y emprendió su viaje a lo desconocido.

Han pasado meses desde que la hada comenzó a escribir su propia aventura, y al aparecer el caprichoso destino la ha llevado a las islas, específicamente en Tares para descubrir una extraña historia entre los puertos... ¿un tesoro?, ¿como podría ser real un arma tan poderosa y mas aun que nadie la haya podido encontrar?, eran algunas de las interrogantes que pasaban por su mente, todo lucia tranquilo y animado en aquel lugar, por lo menos desde el puerto, la vista era increíble, el océano gigante, la brisa algo fuerte para su gusto sentía que capaz de un momento a otro la iba arrastrar a dios sabrá donde. Así pues, sin pensarlo mucho se comenzó adentrar en la isla, entre palmeas y malesas que parecía no llevarlas a ningún lugar queda asombrada al ver toda una aldea frente a ella, y con mucha vida ademas, cosa que le resulto algo problemático a la hora de estar por el mercado y no morir aplastada en el intento, porque ni siquiera sobrevolando sobre sus cabezas era sencillo y sus alas se estaban cansando de tanto maniobrar.

-... Es muy difícil estar en el mundo de los grandes- Comentaba mientras buscaba algún lugar donde descansar un poco
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Mensaje  Invitado Dom Jun 08, 2014 9:24 pm

"Un tesoro, ¿eh?", había pensado Muqijao cuando oyó esa historia de la mano de unos niños humanos. No sabía si realmente eso existía, y tampoco para que lo usaría, un shek no necesita un arma, pero de todos modos Muqijao no dejaba de ser un niño, un niño endurecido por el tiempo, pero un niño. Además a lo mejor si conseguía fama podría garantizarse un futuro.

Muqijao empezó a volar, tendría que llegar a la isla si quería conseguir algo. Cuando llegó a su destino estaba perdido, tendría que conseguir ayuda, y no se le daba muy bien conseguirse el favor de otros... Llegó a una plaza, alguna gente advirtió su presencia en el aire, y se fueron corriendo, pero de todos modos no le importaba, estaba acostumbrado. Se fue a la sombra de un árbol y ahí se colocó en forma de bola para descansar, había volado mucho rato, lo necesitaba.

Tendría que empezar a buscar la ayuda, empezaría por el nigromante, el más difícil, así no perdería esperanzas si no lo encontraba al final con los otros dos miembros.
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Mensaje  Roronoa Zoro Dom Jun 08, 2014 9:31 pm

-¡Tierra a estribor!-Gritó desde el vigía al ver una isla a su derecha, en la lejanía. Poco después el navío empezó a virar en aquella dirección, pero aun les tomó varias horas llegar a la costa.
En ese tiempo, el capitán de la tripulación, un semivaru que llevaba años como pirata, le explicó una vieja historia sobre un arma creada por el rey Alsan. Le dijo que era una historia muy antigua, que a él realmente no le interesaba mucho dicha arma, pero creía en su existencia.

-¿Por qué me cuentas esto? Ni que me interesara a mí tampoco ese arma, yo con las mías ya tengo suficiente.-Dijo Zoro, sin entender a qué venía aquello y colocando su mano sobre una de sus espadas.
-Maldito crío... A ver si aprecias más las cosas que te enseño aunque sean simples curiosidades idiota.-Y dicho eso, el semivaru le dio un golpe al semifeérico en la cabeza, a lo cual simplemente se sobó la zona golpeada.-Oye Zoro, Nos quedaremos un tiempo en la isla, este último abordaje casi destroza el trinquete y además hay que limpiar el casco y curar heridos y amputaciones.-Comentó en un tono más serio.-Estás libre hasta entonces ¿De acuerdo? Hiciste muy buen trabajo, pero primero da la orden de varar el navío.-El peliverde asintió con la cabeza y su capitán le dio un par de palmaditas fuertes en la espalda, aunque él ni se inmutó.

-¡A ver, cabrones!¡Primero pararemos en puerto para descargar y llevar a los heridos a un curandero y luego habrá que varar el barco en la playa, toca carenarlo!-Gritó para que se le oyese bien-Sé que todos tenéis ganas de pagarle una buena suma de nuestro último botín a alguna ramera cualquiera, pero eso tendrá que esperar. ¿Queda claro? Pues ahora arriad el foque, con la mayor tenemos suficiente.

Finalmente llegaron a puerto, donde bajaron los heridos y amputados y descargaron alguna mercancía innecesaria que más tarde venderían y, después de que le dieran una bolsa con algunas monedas, Zoro se fue a un bar donde comió y bebió mientras escuchaba unos rumores de fondo, algo sobre un celeste, una mestiza y un nigromante que habían descubierto el paradero del arma mencionada anteriormente por su capitán. Zoro alzó una ceja ante la coincidencia, pero no hizo mucho caso más, pues una bella dama humana, besada por el fuego, se paseó justo por delante suyo y captó toda su atención. De entre las mujeres de raza humana, las pelirrojas siempre habían sido sus preferidas, aunque ninguna de ellas se podía comparar a las feéricas, claro está.

Un rato después, salió del burdel, bebiendo ron a morro de una botella aunque sin notar a penas los efectos del alcohol cuando de pronto vio a un tipo con una túnica negra y con el distintivo de la orden oscura a la vista. Jamás había visto un nigromante, pero sí había visto el símbolo y no había muchos, así que simplemente se acercó, pues no tenía nada mejor que hacer.

-Oye ¿Tú eres el nigromante ese del que hablan que sabe dónde está el arma del rey Alsan?-Preguntó sin demasiados modales, al fin y al cabo era pirata, y ser educado era lo que menos le importaba.- ¿Qué sabes de ella?


Última edición por Roronoa Zoro el Lun Jun 09, 2014 12:00 am, editado 1 vez
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Mensaje  Irkan Dom Jun 08, 2014 9:56 pm

-¡Apuesta, semivaru asqueroso! -grité entre risas, dejando caer cinco monedas de plata en la mesa de la taberna, cubriéndolas con la mano para salvarlas del pillaje de la zona- Te digo que a ti y tus dos hombres os venzo en una batalla en menos de cinco minutos.

Andaba falto de dinero, y apostar contra tres piratas borrachos era la mejor forma de conseguirlo. El semivaru contra el que iban dirigidas mis insidias dejo caer sus cinco monedas sobre la mesa, cubriéndolas también con su mano de dedos largos unidos por finas membranas pálidas. Chasqueé la lengua con desaprobación mientras sacudía la cabeza de lado a lado, lentamente.

-No, no. Si voy a luchar contra tres, también voy a apostar contra tres -Los otros dos piratas dejaron caer sendas monedas junto a las demás, con cara de resignación-. Ahí me estáis gustando... -musité, contando mentalmente que quince monedas de oro no eran ni la mitad de lo que podía sacar de aquella taberna. Levantándome de la silla para mostrar a todos mi cuerpo frágil de feérico frente a aquellos piratas curtidos y ligeramente orondos, anuncié en voz alta- ¿Alguien más quiere apostar por el resultado de la batalla?

La taberna entera estalló en carcajadas, mientras llovían monedas sobre la mesa, caídas de manos ebrias de piratas torpes. Salté de mi silla y me coloqué en tensión. Llevaba una vestimenta muy liviana que consistía en unos pantalones blancos cortos con filigranas azules y una cinta añil atada a la cintura a modo de faja. Era como ir desnudo, pero con ropa. Los tres piratas también se levantaron, sacando el primero un hacha y sables los otros dos. Apreté los puños, a punto de comenzar. Me fijé en el tabernero, mirándome con tanta confianza que ni siquiera se había molestado en sacar la lid fuera del local. Cuando queráis, resoplé.

El del hacha fue el primero. Con un arma tan pesada, sus movimientos se resentían, así que no me costó demasiado hacerme a un lado y propinarle un rodillazo entre las piernas. Cayó al suelo redondo y se llevó las manos a sus partes, con los ojos llorosos. Me encogí de hombros y me centré en los otros dos. Usando un disimulado hechizo, imbuí fuerza a mis brazos para agarrar una mesa y lanzarla sobre los otros dos, que apenas sí pudieron zafarse del proyectil. Oí un gemido detrás de mí y me giré justo a tiempo de ver el hachazo que se me venía encima. En un acto reflejo, conjuré una enorme piedra que se interpuso entre el metal y mi piel. Mi acto fue seguido de un breve, inquietante silencio.

-¡Es un mago! restalló una voz. Enseguida se le unió un coro de ladridos e insultos. Presa del pánico, cogí de la mesa todas las monedas que pude y huí corriendo de la taberna, levantando un árbol ante la entrada para evitar ser perseguido.

Minutos después me encontraba en la plaza de aquel pueblo de pillaje y latrocinio, jadeando, metiendo en una bolsa las monedas que no se me habían caído. En verme poseedor de tanto oro, las voces de los comerciantes que tenían sus paradas en el foro se dirigieron a mí blandiendo ofertas que ocultaban timos. Les ignoré y me metí en un hostal, donde me prometí que no armaría tanto alboroto, si me daban una habitación, por supuesto.

Como era de esperar, me tocó la peor habitación del hostal, una pequeña en el segundo piso, con una ventana minúscula y una cama sin colchón. Menos mal que solo me habían cobrado dos monedas por aquello. Me cercioré de que tanto la puerta como la ventana estaban bien cerradas y me eché en la cama, dispuesto a dormir por imposible que pareciera. Lo incómodo del lecho me desveló incontables veces, pero lo más molesto fueron las dos visitas que acudieron a la puerta de mi cuarto. La primera fue la de un pirata borracho que sacudía la puerta a puñetazos, intentando traerla abajo. Como era mi costumbre dormir desnudo, me envolví en las sábanas y deambulé hacia la puerta, aún ensoñado, para explicarle que aquella no era su habitación. Sin embargo, para cuando abrí, el semivaru ya estaba durmiendo en el suelo en un charco de algo que no supe colocar entre orina y vino agrio.

La segunda visita fue aún peor. El anterior invitado había conseguido, queriendo o no, que dejara la puerta entreabierta, con lo que una silueta logró colarse en mi habitación. Nada más oír los pasos sobre la madera del suelo me levanté de la cama y me abalancé sobre el intruso que estaba rebuscando monedas en mi bolsa. Aun así, antes de poder propinarle un puñetazo, me di cuenta de que fisgón era una yan emperifollada como una ramera con un vestido rojo como sus ojos. Me dedicó una mirada desvergonzada que me hizo recordar mi costumbre a la hora de dormir. Tengo que dejar de dormir desnudo, pensé, lanzándome a por una sábana con que cubrirme.

-¿Qué hace alguien tan exótico como tú en Tares? -susurró la yan, acercándoseme con grandes movimientos de cadera- ¿Has venido tú también por el tesoro del rey legendario? -Su voz aguda me inquietaba mientras seguía buscando cobijo entre las ropas.

-¿Q-qué tesoro? -inquirí con voz queda, intentando desviar su atención de mi cuerpo.

-Ya sabes lo que cuentan... -Se me acercó- Aunque te puedo ofrecer más cosas que cuentos... -Sus provocaciones, cada vez más exageradas, me erizaban los pelos de puro terror.

-Dudo mucho que puedas ofrecerme algo... -solté. La yan tardó un rato en comprender el significado tras aquellas palabras, pero al comprender que lo que estaba intentando era en vano se levantó, recogiendo cómicamente la falda de su vestido y los fragmentos de su decencia, y salió de la habitación con muchos aires.

-Debería haber sabido que era de esos... un feérico... ¡agh! -iba musitando, enfadada. A veces disfrutaba de darles esas sorpresas a las cortesanas.

Me levanté de la cama y volví a cerrar la puerta. No quería ninguna intrusión más aquella noche.

~♦♦♦~

Al despertarme la mañana siguiente, estando los soles ya altos sobre el horizonte, me dirigí a la posada que había a la entrada del hostal, dispuesto a compensar la horrenda noche con un buen desayuno. Sentado en la mesa cavilé sobre la breve conversación que había mantenido con la yan la noche anterior. El tesoro de un rey legendario... Menudo asco de prostitutas, las de Tares. En Nandelt hablaban menos. Pero para el caso que les hacía siempre... Reí un rato pensando en todas las caras de sorpresa que había acumulado en mi vida, todas por la misma razón, y me llevé a la boca un cacho de lo que fuera que me habían servido. Al poco rato, un semivaru se me sentó al lado. Era de más buen ver que a los que había timado el día anterior, pero seguía siendo uno de esos piratas grimosos al fin y al cabo.

-Pocas veces vemos feéricos en esta isla... -murmuró el pirata. Fui a responder algo que aún no había decidido, pero el semivaru prosiguió- También vienes a por el tesoro, ¿verdad? -El maldito tesoro estaba empezando a hartarme. Pedí que me contara el rumor, que me hiciera parte de aquella especie de saber de todo el mundo menos yo. Y así lo hizo, después de una moneda de la que me costó desprenderme- Se dice que un rey de la época de Ashran hizo crear un arma poderosa que se amoldaba a su portador. Nadie sabe qué es exactamente, pero puedo asegurar que tiene valor, sí. Mucho. Un borracho cantaba el otro día sobre ello... "Hay que encontrar a tres" decía, "un celeste, una mestiza y un nigromante..." ¡Ja! Como si encontrar a un nigromante fuera el pan de cada día. Y menos aquí, en Tares. Pero qué se le va a hacer... la leyenda trae muchos incautos a los que estafar -Y se echó a reír a carcajadas.

Le agradecí la historia y salí de la posada, harto de curiosidad, queriendo llegar hasta el fondo de aquello.

Off: ¿A los tres personajes les encontraremos nosotros en el rol o los hará aparecer Ambientación?
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Mensaje  Celiel Dethei Dom Jun 08, 2014 10:59 pm

Dicen que el tiempo todo lo cura. Pero eso es siempre mentira. El tiempo hace olvidar, pero el olvido es temporal, lo cual convierte la existencia en un bucle que una y otra vez se repite, que hace que con las nuevas heridas las antiguas renazcan aunque solo sea por pensamiento. Y aunque cure, la cicatriz seguirá recordándote que ha estado ahí. 
La batalla de los dioses parecía haber sido en vano. Se pretendía acabar con el Septimo, pero aún seguía ocupando nuestro pensamiento en cada trozo de tierra que había tocado reconstruir, en cada familia y amistad rota, en la distancia que ahora separaba a unos de otros por asuntos que aún habían quedado por resolver. Pero sobre todo estaba ella: la tristeza.

La joven semiceleste estaba aún en la playa, recostada bajo una pequeña palmera que se esforzaba en crecer sin éxito en dicha empresa. El viento mecía sus cabellos de fuego con suavidad y las olas la calmaban hasta adormecerla, pero sus ojos del color del sol terrestre sabían que no tenían que hacerlo. Fire, el gato de fuego, por su parte jugueteaba con las olas desde una distancia prudente a perseguir olas y huir de las mismas cuando regresaban. Parecía creer que se trataba se seres con inteligencia que intentaban incordiarlo. Era divertido incluso para ella.
Miró hacia los cielos y se incorporó lentamente, sin prisa alguna, pues desde aquella batalla su ánimo estaba en desuso y su personalidad tierna, dulce y risueña había sido ligeramente corrompida. Ahora con su lado humano a flor de piel, los sentimientos negativos hacían doble mella en su corazón celeste.

Con tranquilidad caminó por la maleza, acariciando suavemente la flora que encontraba y animándola a crecer levemente. 
Al menos su magia ya no estaba corrompida. Sonrió para sí, satisfecha. Atravesó el bosque al cabo de un rato y suspiró ante la multitud.

Sabía por qué estaba allí, pero no tenía realmente ningún interés en poseer el tesoro, pues sabía, que su alma ya no era noble. Aún albergaba algo de odio hacia los Siete, los desencadenantes de la situación hostil que vivía Idhún y los únicos culpables directos de aquella masacre emocional. La muerte quizá hubiera sido menos cruel, pues vivir con el peso de lo ocurrido, de ver cómo tu alma se ensucia hasta el punto de acabar con la vida de alguien y después que él y tú tengáis a la fuerza que seguir con vida, tú para despreciarte y él para odiarte era el peor de los castigos existentes.
De alguna manera, Celiel se sentía en deuda con el resto y con ese gesto solo trataba de calmar de alguna manera el daño hecho quizá en parte, aunque egoístamente, para poder sentirme un poco mejor consigo misma y seguir adelante con su reconstrucción interna.

Había regresado a sus orígenes de vestidos elegantes, en ese caso era verde, vaporoso de estilo celeste que le permitiera movilidad, pero aún conservaba la capa negra de terciopelo para sentirse protegida en momentos oscuros, la diferencia es que ahora aunque reposara sobre sus hombros y cayera por la espalda hasta llegar al suelo, no ocultaba su rostro.


Última edición por Celiel Dethei el Lun Jun 09, 2014 5:58 pm, editado 1 vez
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Mensaje  Invitado Dom Jun 08, 2014 11:39 pm

Eldan Máximus sonreía mientras contemplaba desde el puerto la inmensidad del océano. Sus cabellos negros cortos se mecían con el viento mientras su capa ondeaba impulsada por la salina brisa marina dejando ver la cota de malla que portaba bajo su oscuro tabardo y que el sol hacía brillar. El joven tenía su mano izquierda apoyada sobre el pomo de una espada larga y recta, bellamente labrada.


Sus pensamientos se perdían en el infinito y, al igual que su mirada, vagaban sin rumbo entre el horizonte, el cielo y la tierra. Se permitió tiempo para tomar un largo respiro, sintiendo cómo el aire del océano entraba en sus pulmones y renovaba su cuerpo por dentro…pero aquel descanso era algo que él no tenía permitido conocer. La paz era un concepto vetado para él, y la tranquilidad poco menos que una abominación. Dos hombres vestidos con largos tabardos negros y plateados, como el suyo, se acercaron a él por la espalda.

Milord.–Dijo uno de ellos–Con el debido respeto, no estamos haciendo progresos en la misión que nos ha sido encomendad. Lord Leandros desea recibir un informe pronto.

Eldan cerró los ojos con frustración y resopló con hastío. En las Islas, la siniestra fama de la familia Máximus de Nandelt era menos conocida y confiaba en poder tomarse un descanso del inaguantable peso que suponía su apellido y su condición de hijo predilecto en aquellas tierras alejadas. Mientras él deseaba encontrarse a sí mismo, su padre sólo deseaba encontrar un arma más…Todo lo relativo a armas, poder y reliquias interesaba sobremanera a la familia Máximus y estaba bastante claro que su padre Leandros prescindiría de cualquier elemento con tal de obtener un arma como la que cuenta la leyenda de Alsan, que ahora le tocaba al joven Eldan investigar. Sus instrucciones eran claras. Triunfar o morir. Esa mentalidad extremista de su familia nunca había calado en el alma del joven, que deseaba más que lo que su educación le había dado.

–¿Cómo en un mundo como este…?–Musitó sin ser oído por sus dos guardaespaldas–¿Cómo podemos buscar reliquias y armas y no disfrutar de estos tesoros que están a la vista de todos?

Señor…–Dijo otro de los hombres–Deberíamos movernos ya.
–Sí. Comenzaremos inmediatamente la búsqueda. Barreremos el barrio del puerto y luego nos dirigiremos a la plaza, nos dividiremos para cubrir más terreno. Tened cuidado, estas islas pueden ser peligrosas, las frecuentan piratas y otros proscritos. No debemos hacer nada que comprometa esta misión.
Señor, a la orden, señor.
Recordad que vamos de incógnito, debemos reunir los datos que sean precisos para llevar a cabo esta misión y no llamar la atención más de lo estrictamente necesario. Tenemos suficiente provisión de fondos para la misión como para comprar la información y espadas afiladas para arrancarlas si fuera necesario ¿entendido?

–Señor, si señor
Por el honor y la gloria de los Máximus.

Los guardaespaldas y el joven se pusieron en camino. Eldan sabía que aquellos instantes que embelesaban su alma dejándose llevar por la naturaleza eran una debilidad manifiesta. Su alma tendía a emblandecerse en ocasiones y necesitaba hacerla de acero de nuevo para cumplir sus tareas con eficacia. Una batalla se libraba en el alma del joven, de la que él mismo era ajeno.

Al fin y al cabo, él era un Máximus, había sido educado desde pequeño para cumplir mecánicamente y no hacer más preguntas de las necesarias…Eldan veía grandes lagunas en su pasado, pero su futuro estaba lleno de encuentros y aventuras que el joven no iba a sacrificar por lo que quiera que hubiera sucedido en su pasado.
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Mensaje  Rione Dom Jun 08, 2014 11:49 pm

Rione había aprendido a hacer oídos sordos a lo que se decía de ella desde que era pequeña. Siempre se habían dicho cosas. Lo primero que aprendió a ignorar fueron los comentarios sobre sus concepción. En Vanissar había mucha noble gorda y aburrida cuyos maridos pasaban más tiempos frecuentando lechos en tabernas que sus propias alcobas. Siempre habían hablado sobre quien era y quien no su padre. Pero Rione dejó de hacerles caso. Más tarde fueron las hijas feas de esas nobles ya viejas las que hablaban de ellas, de sus idas y venidas con cierto príncipe, de su segura ausencia de honra... Rione aprendió que la envidia soltaba la lengua y que poco podía sacar de prestar atención a las charlas y burlas de niñas malcriadas a las que les esperaba un futuro igual de aburrido que a sus madres. Ella sabía que sería mucho más. No iba a quedarse como otra niña rica más en Vanissar con un matrimonio arreglado y criando mocosos berreantes.

Ahora lo último que había aprendido a ignorar eran comentarios sobre sus méritos. Era complicado guardar secretos con sirvientes todo el día para arriba y para abajo. Rione nunca les había prestado atención pero ese comportamiento no era recíproco. Que los sirvientes dijeran lo que quisieran mientras sirvieran. Pero finalmente había llegado a sus oído comentarios. Algunos de los demás investigadores ya la llamaban la favorita de Sharei y eso los más suaves. Rione volvía a ignorarlos a todos, estaba por encima de ellos, simple y llanamente ella era mejor. Los demás que hablaran lo que quisieran, más no podían hacer.

Eso sí quien la llamaba "la favorita" no tenía ni puñetera idea de dónde se encontraba en esos momentos. Rione había tenido una vida muy buena en su laboratorio abriendo muertos y experimentando con nuevas pociones, había aprendido magia y si, pasaba muy buenas noches con Sharei, pero ahora tenía muy claro que su maestro se podía olvidar de revolcones por un tiempo. Estaba de vuelta en Idhún, en misión de prueba. El trabajo de campo no era lo suyo y desde luego la había mandado con esperanza de que eso cambiara. Llevaba días siguiendo la señal del último aparato desarrollado en la Torre. Sharei esperaba dar con el tal Kvothe gracias a él y mandaba a Rione a ver si funcionaba.

Con el mini ordenador atado a la muñeca se había paseado por medio Idhún, por suerte la mitad lejos de Vanissar y ahora estaba en un barco llevando a la isla de Tares. "Piratas, humanos, magos de la orden mágica y demás basura... y mucho sol"
Había tenido que cambiar sus favorecedores vestidos por unos pantalones negros y una blusa, que aun se salieran de lo normal en su vestuario, también le sentaban bien. Llevaba el pelo trenzado y su rostro pálido estaba constantemente rojo por el sol. Si, se había quemado la cara... y los brazos, y no se había tostado más por que la ropa lo impedía.

¿Había dicho ya que no le gustaba el trabajo de campo?

Por si fuera poco no dejaba de cruzarse con gente por allí, pero a ninguna les prestó atención, no eran más que escoria, piratas y demás desechos, insignificantes para todo lo que Rione seguía. Desembarco y avanzó por la playa de arena blanca... hacía demasiado calor, demasiado sol. Lo primero que hizo fue buscar la sombra, allí se sentía más cómoda, más en su elemento y por lo menos podía ver y no estaba permanente cegada por los rayos de los tres astros reyes. En la sombra volvió a mirar el aparato y... estaba apagado - oh vamos... - pulsó los botones, trató de ponerlo en marcha y... nada - Maldito cacharro - le dio un golpe y como por arte de la mejor magia el chisme se encendió.

Siguió las indicaciones que daba. Había cosas que tenían que mejorarse pero de alguna manera parecía funcionar. Aunque eso también dependía de que Tares fuera el lugar correcto o no. Avanzó y avanzó pero cada vez se encontraba a más gente. ¿tan popular era una mierda de isla alejada de la civilización y poblada por lo peor de los mares? ¿Pero dónde estaba el cerebro de la civilización? Hubiera pasado de largo de todos ellos si una conversación no le hubiera llamado la atención. Una conversación que incluía la palabra "nigromante"

Rione se detuvo y encontró al sujeto dueño de aquella voz y a la persona a la persona con la que hablaba. Se acercó intentado no ser muy descarada y pronto no tuvo más remedio que darse de bruces contra la realidad. Era un nigromante, sin lugar a dudas. Solo un nigromante causaba esa sensación de absorber toda la vida a su alrededor. Rione la causaría algún día.

Alcanzó a oír lo que nigromante y criatura insignificante decían. Un tesoro... un tesoro que si su ordenador funcionaba bien podría no ser de plata y oro si no el hombre más poderosos de Idhún. Por lo menos eso era lo que le había dicho Sharei. El arma del rey Alsan, había dicho la criatura. Un rey de Nandelt, como lo era Kvothe... puede que estuviera más cerca de lo que creía. Permaneció lo suficientemente cerca para escuchar pero intentado permanecer al margen.
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Misión conjunta: ¡Búsqueda del Tesoro! Empty Re: Misión conjunta: ¡Búsqueda del Tesoro!

Mensaje  Invitado Lun Jun 09, 2014 6:07 am

Conocia muchas leyendas gracias a los mercaderes que llegaban a los desiertos de la colonia que el propio Kerdack solia frecuentar; pero de todas ellas, la que mas le llamaba la atencion era de aquellas armas legendarias creadar por el rey de Vanissar de antaño.

-Así que dicen que es imposible.... creo que solo hay una forma de saberlo...- pensó.

Ya antes había recorrido las tierras cercanas al desierto pero era la primera vez que viajaría tan lejos. Con la desición en mente de descubrir la verdad o el mito en aquellas leyendas, Kerdack iba armado y con las cosas necesarias en el morral que siempre llevába consigo a todos lados. No supo cuanto tiempo había pasado con exactitud... pero finalmente estaba allí.

La brisa húmeda lo incomodaba, se ajustó mas la manta que le cubría la boca, sentía como si respirase agua y aquello le desesperaba un poco. Sin embargo se movió con agilidad entre la gente, digna peculiaridad de los Yan, y sobretodo de un ladrón como el; finalmente decidió acercarse a la zona donde hubiera tabernas, se mantenía merodeando solo la parte exterior... la buena información siempre salía de esos sitios, solo debia prestar atención a las palabras de los lugareños... había dado con esa isla gracias a los rumores que habia escuchado en Kash-Tar, y sabía que de esa gente, pestilente y ebria, algún bocazas debía soltar algo de información, ya sea por querer alardear entre sus amigos, o sentirse orgulloso entre la bola de ebrios.
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Mensaje  Yandrak Lun Jun 09, 2014 12:32 pm

Ygoron no sabía de leyendas ni tesoros.
De hecho, tampoco sabía exactamente como había llegado a aquel lugar.
Con sus piernas tambaleándose como mantequilla por el constante movimiento del barco, Ygoron salió a cubierta para contemplar el lugar en el que habían atracado.
Era un puerto, a rebosar de gente. Gente rara, la mayoría. Podía ver en sus pieles y rostros mezclas de razas que jamás hubiera imaginado que existieran. Más allá del puerto, no obstante, parecía que la costa seguía en una extensa y tranquila playa de suave arena blanca. Las olas rompían contra la playa, impulsadas por la brisa salina.
- No... Más... no...
Ygoron sintió un escalofrío al ver el agua. No soportaba el agua. Era lo que más temor le producía. Aún no comprendía como había acabado en el interior de un barco, en medio del mar, dado su horrible fobia al agua. Bueno, sí lo sabía. Y todo había sido una terrible confusión.
La explicación era simple: sus pasos le habían llevado deambulando hasta Puerto Esmeralda. Demasiada gente para un solitario gigante. Su agobio le llevó a tomar la decisión de guarecerse en algún sitio tranquilo. Y aquellos extraños túneles que llevaban bajo tierra le recordaron demasiado a una de las cuevas de Nanhai. ¿Cómo iba a saber que se trataba de un puerto subterráneo? Debido a lo sombrío de aquella zona, ni se dio cuenta de que se encontraba junto al mar. Tan sólo se sintió atraído por aquellas extrañas construcciones talladas en madera. Nunca había visto un barco, y se montó en uno sin ser consciente de ello. Para cuando se quiso dar cuenta, el barco zarpaba y él estaba en mar abierto. Atenazado por el pánico, descendió a las bodegas, donde permaneció escondido durante todo el viaje.
Ahora tenía ganas de vomitar. Tierra firme. La añoraba. Cuando por fin posó sus grandes pies en el puerto, sintió un alivio inmenso en el interior de su cuerpo.
Un alivio que ascendió por su garganta y emergió por su boca, como un torrente.
- Brrrroaaaaaggggddddaaaarrgggg... Puaj!- fue el sonido que produjo Ygoron mientras vomitaba todo lo que había comido.
Caminando con pesadez, y pálido como un muerto, trató de alejarse del gentío, hacia la playa. Y se dejó caer sobre la arena, haciendo retumbar la playa entera por su enorme tamaño.
La cabeza le daba vueltas...
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Mensaje  Irkan Lun Jun 09, 2014 1:10 pm

El mercado, a aquellas horas del día, era un retumbar de voces pidiendo a voces alguna que otra compra. El aire estaba impregnado de olor a salitre, pero el hedor de los timos se podía husmear por encima de cualquier otro. Ignoré la rapiña y me paseé por aquel pueblo de pillaje, esperando encontrar alguna pista sobre la historia que parecía perseguirme. Respiré hondo, cerrando los ojos, para aspirar aquel curioso aroma tan impropio de mi bosque natal. Al abrir de nuevo los párpados, me topé con una sorpresa poco agradable: dos semivarus que habían estado curioseando en una de las tiendas me observaban ahora a mí con curiosidad. Les reconocí inmediatamente, y parecía que ellos también me asociaron con el mago que les había estafado. Al oír el desenfundarse un sable, no me cupo la menor duda de que, en efecto, aún guardaban mucha rabia contra mí. Viéndome rodeado de paraditas y gente no me atreví a usar magia -podría acabar en más piratas persiguiéndome-, así que salí corriendo con toda la velocidad con que mis pies pudieron llevarme.

En poco tiempo había salido del pueblo y estaba rodeado de palmeras y matorrales que crecían sobre arena árida. Los piratas seguían en pos de mí con las gargantas rugiendo en un feroz grito y sendas armas en ristre. Dejé escapar un chillido y seguí corriendo, presa del pánico y de un sueño aletargado fruto de la noche en el hostal. Sin darme cuenta, llegué a un puerto que indicaba el fin de mi trayecto, puesto que no tenía intención de caminar sobre el agua. Cuando la primera ola rozó mi pie descalzo, me giré y encaré a los dos semivarus. Sin embargo, al virar, descubrí que ya no eran dos los piratas, sino cinco.

Sobre mí cayo una lluvia de tacos e insultos, todos ellos relacionados con mi estafa del día anterior. Con un gesto de mi mano, un montón de arena se despegó del suelo y azotó como un látigo al pirata que andaba más adelantado. Chasqueé la lengua, disfrutando del silenció que aquello infundió en los otros cuatro. El azotado se levantó, mascullando aún más tacos. El pirata que se encontraba más a la izquierda fue el primero. Con un grito, se abalanzó sobre mí, alfanje en mano. Comencé a lanzar hechizos: la arena se separó bajo su pie, provocando la pérdida de su equilibrio. Mientras caía de bruces al suelo le propiné una patada en la mandíbula que casi le devolvió la verticalidad. Me dirigí hacia los otros. No estaba acostumbrado a usar la arena, una tierra tan fina, como fuente de mi magia, pero los resultados eran curiosos. Levanté un puñado de sablón, que tomó la forma de un animal cuadrúpedo, y lo dirigí hacia ellos. Dos se asustaron, pero el tercero le propinó un sablazo que lo devolvió al polvo. Aproveché para acercarme corriendo y propinarle un puñetazo en la barriga que, infundido con magia, lo mandó volando. Solo quedaban tres. Alcé las manos y tres raíces, una para cada uno, brotaron del suelo, retorciéndose en torno a ellos como pequeños sheks. Las raíces los lanzaron hacia el bosque con un gesto rápido y después regresaron al suelo.

Me sequé una gota de sudor con el dorso de la mano. Hay que ver qué calor cae en Tares, por Wina. Me dirigí hacia el puerto que había visto antes, dispuesto a retomar mi indagación. Con suerte, algún marinero sabría algo más sobre aquellos rumores. Sin embargo, la imagen que me recibió fue de lo más sorprendente. Un gigante, recién bajado de un barco, vomitando lo que parecía el equivalente a dos buenas comidas. Me acerqué, con la tripa revuelta por la curiosidad y el hedor.

-Wow. No todos los días se ve a un gigante vomitando tanto como para rellenar los Ojos de Neliam -le dije, divertido-. Déjame que te eche una mano.

Sin ni tan siquiera esperar una respuesta, le propiné un golpe en el abdomen. Mi mano llevaba un hechizo que iría directo a su estómago con intención de asentarlo.

-¿Qué hace un gigante tan lejos de Nanhai, si puede saberse? No es una vista habitual...
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Mensaje  Yandrak Lun Jun 09, 2014 1:46 pm

Cuando aquella personita se le acercó, la única idea en la mente de Ygoron era ignorarla y dejar que se marchara cuanto antes. Se sentía fatal. Peor incluso que cuando se comió aquel barbaj en mal estado, de niño.
No obstante, lo primero que hizo el individuo al llegar junto a él fue golpearle su voluminosa barriga... y entonces notó como una extraña calidez se extendía por su interior, recomponiendo la incomodidad de estómago de la que era víctima. Se incorporó un poco, algo aliviado (aunque la cabeza aún le daba vueltas por el mareo) y observó al recién llegado. Tenía el pelo verde como los árboles.
- Eres... un mago- no fue una pregunta. Ya había sido testigo de la magia en ocasiones anteriores. Y aquello que había hecho con su estómago era otro de aquellos trucos de hechicería.
El mago pelo-verde le estaba preguntado por qué se encontraba allí tirado, en una lejana isla tan lejos de su hogar. Él mismo se lo preguntaba también. Sintió un nudo en la garganta, porque no se sentía nada agusto en aquel lugar, tan cerca del agua, y hablando con un completo desconocido. Y de pelo verde.
- Yo no... quería. Fue un error. Yo...
- No le digas más- dijo una vocecilla. De nuevo, no le hizo falta comprobarlo para saber que la bolita de nieve blanca había regresado, y estaba sentada sobre su hombro susurrándole al oído- Sólo quiere entrometerse. Burlarse de tí. Tal vez incluso esté planeando robarte...
- Si me ha curado antes...- intentó razonar Ygoron, murmurando.
- Los magos son traicioneros. ¿Ya no te acuerdas de aquella chica? ¿Cómo sabes que el hechizo que te ha lanzado no te hará sino más daño dentro de un rato? Estás en una isla de piratas, grandullón. Aquí no debes confiar en nadie. Aléjate. Cuanto antes.
Ygoron miró un segundo al peliverde, y sin decir nada se levantó con dificultad para alejarse de él. No obstante, no pudo caminar muchos metros antes de volverse a derrumbar, víctima de terribles mareos que le hacían perder el equilibrio. Lanzó un suspiro de resignación y se sentó sobre la arena, mientras se toquiteaba su pulgar izquierdo como en un tic.
Lo tenía completamente gris. Pétreo. Ese dedo y su índice se habían convertido en roca. Pero él sabía que aquello no tenía nada que ver con el mago. Eso venía de más atrás. Y ya se estaba acostumbrando, de todas formas...
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Mensaje  Invitado Lun Jun 09, 2014 4:24 pm

Luego de descansar un par de horas debajo de un alero de una de las tabernas del lugar ya estaba lista para continuar su búsqueda, había aprovechado para observar el concurrido lugar, tantas razas, tantos tipos de personas, tantos... ¿piratas?, no estaba segura de ello, si, había escuchado de ellos pero no es como si se hubiera relacionado con algunos, todos parecían andar corriendo, incluso vio un grupo de personas perseguir hasta las afueras del pequeño pueblo o a una pobre chico, ¿que habrá pasado para que le persiguieran así?, se encogió de hombros y siguió observando... mas personas llegaban, y en el ambiente solo se escuchaba de la "leyenda"

-¿Realmente todas estas personas vienen para encontrar esa arma?...- se quedo pensativa mientras recordaba la historia que se escuchaba en cada rincón de ese lugar -Un nigromante, un celeste y una mestiza... pero hay de todo en este lugar!! ¿como sabre cual es cual? nnh...- Dejo salir un suspiro lleno de frustración cerrando sus ojos

Al abrir nuevamente sus ojos noto una chica algo peculiar, parecía tan calmada, con un andar pausado, se veía sumergida en sus pensamientos, las personas le podrían pasar a un lado a toda prisa pero era como si estuviera en otro plano y trasmitía, ¿armonía?... o ¿melancolía?... sea cual sea, era un comportamiento que hacia mucho contraste en ese lugar. Desplegó sus pequeñas alas y la comenzó a seguir a una distancia prudencial, ya que en ese ambiente no podría ocultarse tan bien a como estuviera en un bosque, y no sabia si podía ser peligrosa, aunque en cierta forma trasmitía todo lo contrario, su piel era azul, lo que podría indicar inmediatamente que era una celeste, eso explicaría porque trasmitiría tanta calma... pero, una hermosa melena ondulada pelirroja caía sobre sus hombros, eso... no era algo propio de su raza... ¿podría ser la mestiza de la que hablaba la historia?

Guiada por ese presentimiento se acerco mas a la chica, hasta quedar a la altura de hombro

-¿Tu eres la mestiza de que la leyenda habla?...- Le pregunta directamente la pequeña hada mientras se queda revoloteando a su alrededor
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Mensaje  Lurr Lun Jun 09, 2014 4:40 pm

Luego de un par de minutos de alguna gente parándose para mirarme con curiosidad y la mayoría largándose acto seguido, llego alguien, una persona entre la multitud que se atrevió a acercarse, en su mano portaba una botella de ron y el olor a alcohol salía de su boca mientras hablaba, y es que casi al instante de reojo me fije que una chica con la piel algo quemada se acercaba, pero no parecía interesada en lo que podría hacer o decir, al menos por ahora.

-¿Qué si soy el nigromante del que habla la leyenda? ¿acaso has visto a alguno más por esta isla? Si es así, dímelo, me apetece tener una charla inteligente con alguien que no tenga la mente confundida por el ron.-dije con un tono que destilaba aires de superioridad, mientras miraba al feérico.-y lo que se sobre ella, por ahora no lo diré, no quiero repetirme a cada persona que se acerca para preguntármelo, tendrás que esperar igual que todos.-

Con aires tranquilos busque en mi bolsa y saque una manzana de un color rojo carmesí, al que metí un buen mordisco.-¿Qué tal si te sientas a mi lado y esperamos a que vengan los demás, incluyendo los dos guías?-
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Misión conjunta: ¡Búsqueda del Tesoro! Empty Re: Misión conjunta: ¡Búsqueda del Tesoro!

Mensaje  Invitado Lun Jun 09, 2014 5:57 pm

El rumbo de Eldan, aunque de paso firme, no era en absoluto certero. Desprendido de sus dos hombres de armas, el joven estaba perdido entre la marea de gente que atestaba la isla. Sus manos enguantadas guardaban tanto su espada como la bolsa donde llevaba su dinero y demás posesiones pues funesta era la fama de los habitantes de aquel lugar. Apartándose de la corriente de gente, el joven guerrero sacó de una de sus alforjas su viejo libro de viajes, que abrió y consultó.

–Una mestiza, un celeste y un nigromante No me gusta la idea de mezclarme con nigromantes. Mi padre tiene que desear verdaderamente poseer ese arma…¡Por la empuñadura de mi espada! ¿Cómo se supone que voy a encontrar a uno de ellos por aquí…?
– Eldan ya había perdido suficiente tiempo y no estaba dispuesto a seguir perdiendo más.
Buscaba al nigromante en primer lugar, pues Eldan poseía unas nociones muy básicas de magia. Decían de él que era un semimago, aunque el joven no recordaba haber visto un unicornio en su vida, de modo que consideró que le sería más fácil encontrar a un nigromante primero que a un mestizo o a un celeste que costaría más identificar. Guardando de nuevo su códice, respiró profundamente y continuó caminando entre el gentío
.
Eldan lograba imponerse por su altura y su aspecto ante la marabunta de gente apresurada y ebria, pero aún así le costaba mantener el rumbo y localizar a alguien que le fuera útil hasta que por fin sus ojos se detuvieron en algo llamativo y peculiar. Una larga cabellera roja. Un segundo vistazo delató que pertenecía a una hermosa y pensativa dama cuya piel azulada era signo inequívoco de su origen. Eldan sonrió.

-Una celeste. Perfecto.

Apartando con poca educación a la gente en su camino y levantando no pocos insultos, se acercó todo lo que pudo a la pelirroja, pero se detuvo a una distancia prudencial, analizándola. Algo pequeño revoloteaba a su alrededor. Eldan optó por quedarse allí y volver a sacar su códice, echándole un rápido vistazo, por si tenía alguna descripción más profunda sobre la leyenda. Era consciente de que era imposible que su presencia no fuese percibida por la mujer, pero tampoco le importaba, ya que precisamente lo que quería era llamar su atención y estudiarla.
Si ella resultaba ser la correcta, su misión se habría facilitado mucho.
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Mensaje  Roronoa Zoro Lun Jun 09, 2014 8:35 pm

-No tengo la mente confundida por el alcohol, simplemente hace meses que no piso tierra firme, y menos aun habitada. Desde entonces podría haber habido una revolución y que hubiesen salido nigromantes de debajo de las piedras y no me habría enterado.-Chasqueó la lengua, pues era algo totalmente posible, vivía muy al margen de lo que sucedía en el continente, lo poco que sabía era de la información que podían sacar de después de saquear algún barco, donde había cartas explicando si había alguna revuelta, una abdicación, una matanza, etcétera.

Se encogió de hombros cuando le dijo que se sentara a su lado y eso hizo, dejándose caer en el banco después de quitarse las espadas del haramaki. Las abrazaba con su diestra mientras empinaba el codo izquierdo hasta acabarse la botella y dejarla en el suelo; si se acordaba luego de ella, podría rellenarla en vez de comprar una nueva.

No tardó en ponerse a dormitar, con las tres katanas bien pegadas a su pecho, guardándolas celosamente, pero no duró mucho su cabezada, tan sólo unos minutos, pues de repente pasó un tipo de pelo verde como él perseguido por varios semivarus, entre los cuales creyó reconocer a uno de sus camaradas.
-Menudo idiota.-Murmuró por lo bajo viendo cómo se alejaba, con los ojos entrecerrados. ¿Acaso no les he ordenado que las putas y las tabernas las dejaran para más tarde? Pensó para si mismo y acto seguido se dirigió al nigromante, aunque sin quitar la vista de enfrente, viendo a la gente pasar.- ¿Crees que tardarán mucho los demás?
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Mensaje  Invitado Lun Jun 09, 2014 10:04 pm

En verdad había oído hablar de esta aventura por pura casualidad en las rutas de comercio de Celestia, pero le dio tanta curiosidad que no pudo evitar apuntarse a la aventura para hacer amigos y simplemente disfrutar de un poco de emoción en su monótona vida que últimamente no tenía nada de divertido, por lo que, después de avisar a sus padres de su partida y coger el saco y llenarlo de utensilios de supervivencia básicos: una cacerola para cocinar, cantimplora de agua, una muda de ropa de abrigo y un futón para dormir, se puso en rumbo hacia las islas, donde parecía que iba a ser el principio de la aventura, según lo que había escuchado en la caravana de comercio.  

En verdad Yennielle no quería ser avariciosa, por eso no había dicho nada, ni siquiera a ella misma, sobre esa arma tan poderosa que el rey Aslan había escondido en algún lugar. Pero muy en el interior, una pequeña llama de curiosidad y deseo se removía en la boca de su estómago, cosa que le asustaba a Yennielle, no quería ser tentada por el poder y la fuerza, pero al fin y al cavo era humana y sus deseos muchas veces superaban su frialdad. Por ahora, los nervios del encuentro y la excitación de poder comenzar unas grandes aventuras podían con ella y eran más importantes, por lo que con una respiración profunda solo encontraba emociones positivas.

Tardó diez días en llegar a la isla Tares gracias a amigos y sus métodos de viaje, carros más veloces y atajos eran la principal causa de su rapidez, pero cuando llegó a la plaza acordada observó que ya se habían juntado para hablar (o discutir) con el que parecía ser el nigromante por su forma de vestir, de repente todo el nerviosismo que había estado controlando por todo el camino de desbordó de tal manera que no podía dar un paso más, se quedó ahí parada, entre las sombras de los edificios que entraban a la plaza, totalmente en blanco y muy nerviosa.

-¿Qué hago? – Se preguntó a ella misma en voz alta. Entonces se dio cuenta de que estar ahí parada no resolvería nada, por lo que hizo un gran esfuerzo mental y ordenó a su temblorosas piernas que se movieran hacia delante. Debería haberse acordado que moverse mientras sus piernas se agitaban de esa forma era una mala idea: las rodillas le fallaron cuando iba a apoyar su pie derecho y con un grito agudo cayó en el suelo dándose en la cabeza, justo cuando Yennielle se empezaba a frotar con la palma de su mano la cabeza dolorida, se dio cuenta de que su grito agudo aún se oía por toda la plaza por el eco y se puso roja como un tomate. - ¡Lo siento mucho!

"Vaya manera de presentarse". Es lo que pensó ella.
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Mensaje  Invitado Lun Jun 09, 2014 10:43 pm

Al parecer no había tenido suerte, comenzó a caminar alrededor de la Taberna cuando alcanzó a vislumbrar un feerico que hablaba con otra persona, aquello parecía inusual...

Se acercó disimuladamente hacia ellos pero la algarabía del lugar le hacía escuchar solo fracciones de lo que hablaban



"-¿Qué si .... nigromante .........bla la leyenda? ..... has visto ......más por esta .....la? Si ........dímelo, me apetece tener una ...... con alguien ........ confundida por el ron...... lo que se sobre ella........diré, no quiero.........a cada persona ....... para preguntármelo, tendrás que....... igual que todos.-


Kerdack se acercó un poco más y vio como el presunto nigromante que conocía la leyenda mordía la manzana, entonces les escuchó con claridad.

¿Qué tal si te sientas a mi lado y esperamos a que vengan los demás, incluyendo los dos guías?-

*Asi que esperan a alguien mas... bien, si estos tipos saben, de aqui soy*  Pensó

Finalmente se decidió por acercarse a ellos

-Estoybuscandoalnigromantedelquehablalaleyenda,nopudeevitarescucharqueerastu,soyKerdakyestoyaquiconelmismoobjetivoqueustedes-

Sin esperar respuesta, y como ya había escuchado lo que el nigromante dijo al feerico, se sentó a lado de ellos.
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Mensaje  Rione Lun Jun 09, 2014 11:28 pm

Podía ver su reflejo en las aguas cristalinas y no le hacía ninguna gracia. Era una maldita gamba, parecía que le fueran a estallar las mejillas de un momento a otro. Se presionó un moflete con los dedos, la piel se puso blanca pero cuando retiró la presión recuperó el rubor. Eso iba a ser muy gracioso dentro de unas horas.

Buscó la sombra, la protección frente al los soles que no dejaban de bañarlo todo con tanta luz y tanto calor. Ya podían extinguirse, destruirse uno a otro o desaparecer simplemente. Rione siempre había sido de vida nocturna, odiaba el calor, la claridad y sobretodo los rayos que hacían de su pálida piel un mar de rojeces y molestias. Y así desde la penumbra seguía escuchando la conversación entre nigromante y ... lo que fuera. Resopló, exasperada. ¿Tanto costaba repetir unas puñeteras palabras? ¿De verdad la iba a tener allí esperando junto a toda esa panda de...?

Miró de arriba abajo al nigromante, no parecía gran cosa visto sin más pero no dudaba de que no era alguien a menospreciar. Lo contrario, seguramente era la única persona por allí a la que debería tener en cuenta. Solo había que ver al hombretón que hablaba con él. Borracho, irrespetuoso... ohg y casi podía olerlo desde dónde estaba. Con lo bien que estaba Rione en su pulcro laboratorio...

Decidió que su mejor opción era permanecer por allí, no perder al nigromante de vista y seguir observando. Y observó y observó el desfile de incompetencia que pasaba por allí. Piratas y otras minucias peleándose, borrachos vomitando y bebiendo como si el mañana fuer aun lobo feroz al que quisieran olvidar antes incluso de que se abalanzara sobre ellos. rameras que habían olvidado que eran algo más que caballos de monta y bueno... todo un despliegue de rateros, ladrones, estafadores, saqueadores y cobardes de cualquier talla y modelo. Y había cosas de lo más interesantes. O por lo menos eso de pareció el resto de criaturillas que se acercaron al nigromante. Casi sintió lastima por él. Casi.

Primero fue un Yan tan errático como cualquier otro de su pueblo, no le entendió ni media palabra , pero ya lo que vino después fue el colmo. Otra humana, o por lo menos no parecía mucho más, de los nervios, como una niña en su noche de bodas. Con eso era suficiente ¿no?

Rione rodó los ojos, su paciencia nunca había brillado por ser abundante. Se acercó con paso firme, decidida hacia el nigromante y el séquito que había reunido en poco tiempo. Desbordaba en cada paso la elegancia de la sangre noble que no tenía más remedio que llevar en las venas. - ¿Te parecemos ya suficientes, nigromante, o vas a seguir haciéndonos esperar? - preguntó sin temor ninguno, desafiante incluso. Si iba a tener que aguantar mucho más aquel ambiente prefería ponerse a buscar a los otros dos guías antes de aguardar a que el ego de un gran mago estuviera suficientemente saciado.
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Mensaje  Lurr Lun Jun 09, 2014 11:47 pm

Di otro mordisco a la manzana, la verdad es que se estaba agrupando un buen grupo, entre el pirata, la llegada del Yan a lo que estuve que esperar un minuto para dar un ligero cabeceo de asentimiento a sus palabras, pues resultaban difíciles de descifrar, y luego la llegada de una humana bastante patosa, y luego ya no contamos con la chica quemada, muy irrespetuosa se podría decir, sin duda sus padres no le habían dado las azotainas suficientes y no la habrían lavado su boca con jabón.

-Como ya dije solo esperaba a la suficiente gente y la llegada de los otros dos guías, pero como parecéis tan impacientes por encontrar esa espada, solo os diré que os esperan grandes desafíos en el camino, algunos a lo mejor perezcáis por el camino, otros puede que sobrevivan lo suficiente como para encontrar cosas interesantes, pero solo uno se llevara la mejor parte, yo seré vuestro guía por el camino.-dije pacientemente, como si estuviera explicando una cosa sencilla a unos niños pequeños que no comprendían lo que quería decir, luego lance la manzana y me quede mirando a la chica irrespetuosa.-Por si queréis dirigiros hacia mí por algún nombre, me podéis llamar Lurr, líder de la orden oscura de los nigromantes, futuro director de la torre oscura, y otros tantos títulos por los que se me conoce y conocerá.-sin duda a todos les sonara ese nombre, por que si no, es que nunca han salido de su casa.
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Misión conjunta: ¡Búsqueda del Tesoro! Empty Re: Misión conjunta: ¡Búsqueda del Tesoro!

Mensaje  Invitado Mar Jun 10, 2014 10:51 am

Cuando despertó un grupo de niños humanos se habían agrupado a su alrededor, así que los hizo marchar en un momento enseñandoles los colmillos. Continuó moviendose, y entonces vió a un gurpo de gente, de diferentes razas, agrupados alrededor de un humano, Muqijao se acercó, pero como era pequeño no notaron su presencia. Estuvo escuchando la conversación, y se entero de muchas cosas, pistas para conseguir ese tesoro que haría de su vida, una buena vida. Resultaba que ese humano del centro era un nigromante, el que le conduciría a su destino, al igual que al resto de los allí presentes. Se hizo llamar Lurr, un nombre que nunca había oido, y por lo visto no le importaba mucho la modestia, y empezo a recitar algunos de sus títulos, "vaya humos se da" pensó para él mismo. Aunque daba igual, si quería conseguir su cometido, tendría que conseguir su ayuda, y si era verdad todo lo que decía de sus poderes, tendría que ir con cuidado. Finalmente se decidió por hablar:
-Porfavor ayudame, tengo que encontrar ese tesoro, sinó lo consigo, mi vida está perdida-dijo intentando dar pena para todos los presentes.
Y sin pensarlo más se juntó a los demás con actitud de niño pequeño, tendría que parecer indefenso, así evitaría sufrir mucho daño.
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Mensaje  Irkan Mar Jun 10, 2014 11:00 am

Eres... un mago –constató el gigante. Sentí que no le inspiraba mucha confianza. Aunque, a juzgar por sus miradas hacia mi pelo, no sabía si era mi magia o mis rasgos feéricos lo que más le inquietaba.

En realidad, soy un arch... –empecé a corregir, con los brazos en jarras y una sonrisa enorme, pero antes de poder terminar, el gigante se sumió en un estado extraño, de reflexión tal vez, ignorándome. Musitó un par de palabras y, tras un breve silencio, marchó. No tenía intención de perseguirlo, al fin y al cabo, un gigante recién llegado –y además enfermo de mar– poca información podría ofrecerme. Así que giré y me dispuse a regresar a la plaza.

Oí entonces un ruido sordo a mis espaldas. Me volví de nuevo para comprobar que el gigante estaba tendido en el suelo. A simple vista, parecía una enorme roca que alguien había dejado caer sobre la playa, tal vez el mismo Karevan. Me sentí en el deber de ayudarle, un gigante solo y débil como aquel en una isla de ladrones como aquella podía resultar en acontecimientos que prefería evitar. Así que, por segunda vez aquel día, me acerqué al gigante y le ayudé a ponerse en pie mediante la magia –no me atrevía a acercarme demasiado, por si decidía caer otra vez en mi dirección. Vi reflejado en su rostro –si es que el rostro de un gigante podía reflejar algo– el mareo que había provocado su anterior vómito, que seguía como recuerdo en el muelle. Repasé mis conocimientos de anatomía mentalmente, visualizando en mi cabeza cada órgano encargado del equilibrio hasta recordar el hechizo que hacía falta.

Acerqué la mano a su cabeza para pronunciar el hechizo, pero entonces me percaté de que, incluso de puntillas, no podía llegar su testa. Por Wina, esto mida al menos tres metros..., suspiré. Sin perder de vista el hechizo que debía pronunciar, lancé otro que elevó la arena bajo mis pies para llevarme a la altura de sus ojos. Hasta entonces no me había fijado, pero eran de un color violeta que solo había visto en un humano en la Torre de Drackwen. Coloqué la palma de mi mano sobre su oreja y dejé fluir mi magia hasta que su equilibrio se recuperó. Tardé más de lo que hubiera querido, pero aún así, no me costó ni medio minuto. Pocas veces usaba mi magia para sanar. Bajé de mi montón de arena y me dirigí a él.

No me fío de dejar un gigante en tu condición rondando por Tares –una segunda mirada me confirmó que aún no estaba recuperado en su entereza–, no me pegaré a ti ni te obligaré a venir conmigo... pero yo estoy buscando a un par de personas, tal vez quieras acompañarme.

Y, sin esperar respuesta, me volví y comencé a andar. Había sentido una gran fuente de magia en la plaza hacía pocos instantes, una magia que me sabía amarga en la boca. No quería perderle la pista al nigromante, y menos si era del que hablaba la leyenda.
Irkan
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Su personaje es: Irkan d'Ayora, mestizo feérico humano, Archimago (magia telúrica)
Trabaja de: Maestro de la Torre
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Mensaje  Invitado Mar Jun 10, 2014 2:25 pm

Había vagado por Nanetten sin rumbo, y sin objetivos, buscando un lugar donde cobijarse del viento por la noche, y procurando que nadie echase en falta la comida que robaba.
Pero un dia, en una taberna de Sanda escuchó una historia que le llamó la atención.
En los tiempos en los que los dragones y los unicornios dejaron Idhún, el rey de Vanissar creó un arma que se adaptara a su dueño, y que la escondió en algún lugar de Idhún.
Era una historia interesante si, pero apenas aportaba nada. En algún lugar de Idhún había un arma fabulosa, perfecta para cualquiera, pero Idhún era enorme.
Durante algunos dias recorrió Sanda, en busca de pistas sobre el paradero de aquella arma, pero no encontró nada, asi que viajó a Dart, quizás allí encontrase a alguien que tuviese información, pero su búsqueda acabó igual que en Sanda, asi que AlQamed se dirigió a Puerto Esmeralda, sabiendo que tendría que vérselas con su padre.
Aunque el destino de AlQamed lo llevaría a Puerto Esmeralda igualmente, no fue allí donde consiguió información sobre la leyenda del mágico arma de Alsan. De camino a la ciudad encontró una pequeña granja, a cambio de ayudar a su dueño a recoger los frutos de su tierra este le dio de cenar, y le proporcionó un lugar donde pasar la noche. En la casa vivía un anciano, seguramente el padre del granjero, además de su hijo, que aun era muy pequeño.
El anciano se interesó por AlQamed, a donde iva, y por qué.
Cuando aquel hombre escuchó su historia una sonrisa asomó a su arrugado rostro.
-Muchacho, has tenido mucha suerte, en mis tiempos mozos yo también andube tras tan fabulosa arma, pero nunca encontré nada. Uno de mis antiguos compañeros de aventuras me informó hace unos dias que en la isla de Tares se reunirían un celeste, una mestiza y un nigromante que conocen el paradero de dicha arma, sin embargo yo ya estoy viejo, tal vez quieras retomar la aventura donde yo la dejé.
AlQamed le dio las gracias al anciano, y se quedó el resto de la noche escuchando las aventuras de aquel hombre, a pesar de que en varios momentos esta rozaba ficción.
Dias después se encontraba en Tares, paseando por sus calles, sus pasos le levaron hasta la playa. Se quedó allí, de pie, contemplando el mar con temor, el era un habitante de Kosh, había viajado por el desierto, el mar no era su lugar, el viaje en barco fue horrible, pero allí estaba.
Se fijó en que allí cerca había una mujer, de cabellos rojos como el sol del desierto, pero no fue aquello lo que le llamó la atención, en uno de sus movimientos de cabeza pudo apreciar que su piel era azul, como el cielo.
-Una mestiza -pesó AlQamed.
Y con paso seguro se dirigió hacia ella.
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Mensaje  Celiel Dethei Mar Jun 10, 2014 6:35 pm

Algo, o más bien alguien interrumpió sus profundos pensamientos. Parpadeó varias veces al escuchar una pequeña y afinada voz que parecía proceder de un cuerpo demasiado pequeño, sin duda curioso para ella, pues a pesar de haber viajado por Awa nunca había tenido oportunidad de hablar con alguno de esos pequeños feericos de tamaño diminuto. Al verla, no pudo evitar esbozar una sonrisa amable y su rostro se iluminó. 

- Depende. Si te refieres a la leyenda de Alsan, el rey hechizado y su arma legendaria, estás hablando con la mestiza adecuada - le dice ofreciéndole el meñique a modo de saludo, pues la mano sería demasiado grande- Encantada de conocerte... ¿cuál es tu nombre? Lo cierto es que estaba encantada con la primera persona a la que ayudaría con la búsqueda del tesoro. Su empatía le había traído buenas sensaciones con aquella pequeña feerica. Ternura, alegría y sobre todo, curiosidad. 

- Debemos esperar al resto, pero antes vamos a encontrarnos con el resto de los guías, ¿de acuerdo? -continuó la joven semiceleste mientras miraba más allá de su nueva conocida, donde alguien las miraba desde una distancia prudente. Su armadura lo delataba, debía ser un caballero, pero si lo que pretendía era no llamar la atención con el brillo impoluto de su armadura reluciendo bajo la luz de los tres astros diurnos no lo estaba consiguiendo demasiado. "Si es el tesoro lo que busca, mejor será que tenga más iniciativa", pensó para sí.

Posteriormente hizo una señal con la mano a su pequeña compañera para que la siguiera y comenzaron a buscar indicios de algún otro guía a la vista y lo único que encontraron sus ojos fue al reconocido Lurr. Lo encontró entablando conversación con un grupo de féminas y algún que otro joven. Puso los ojos en blanco y habló mientras se acercaba a paso lento y decidido.

-"...Y otros tantos títulos por los que se me conoce y conocerá" -comentó repitiendo sus propias palabras con una media sonrisa misteriosa y que albergaba cierta maldad. Ella también sabía jugar a hacerse la interesante - Desde luego que no desaprovechas ningún momento para vanagloriarte de tus títulos, "Elegido". ¿Cómo no ibas a ser tú el nigromante del que habla la leyenda? Si tu ansia de poder es sobrehumano. Gracias a los dioses que la reliquia solo acepta a quienes albergan la justicia en su interior. De otro modo Idhún estaría perdido contigo - entrecerró los ojos, con el rencor asomando en cada gesto de su rostro. 

Comenzó a ser consciente de que aquellos oscuros sentimientos estaban aflorando de ella de nuevo y que sería difícil emprender este viaje, pues si tenía que colaborar con Lurr como uno de los otros guías, iba a ser bastante complicado poder retener dichos sentimientos. Se dio la vuelta para que no pudiera verla y cerró los ojos, tratando de serenarse, esperando que llegasen el resto de los viajeros.

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