De nuevo en los Reinos Humanos [RC]

Me adelanté a los dos sangrecaliente, mientras el mago señalaba la escalera que conducía arriba, hasta una trampilla.

Subí por la escalera con pasos rápidos, con la ballesta en mi mano diestra. Cuando llegué arriba le hice una seña al mago con los dedos de mi zurda para que subiera y abriese la trampilla.

Sea lo que sea, tal vez la pillamos por sorpresa, pensó el medio shek, con su típico humor negro.


Créeme, celeste, le dije mentalmente al sangrecaliente inofensivo, tus sentidos como celeste notan los sentimientos de los humanos como intensos, toscos y demasiado fuertes... Pero si a eso le añades el espíritu de un unicornio, dragón o shek... notarás de verdad cómo pueden llegar de ser intensos los sentimientos.

FDR: Seré breve, me tengo que ir xD


Escuché callado las observaciones de Alderun: había un humano o algo parecido a un humano en el tejado. Subí silenciosamente la escalera de mano. Tenía un mal presentimiento, me habían estado siguiendo y ahora un humano rondaba por el tejado del almacén dónde me había refugiado: algo andaba mal allí.

Cuando me encontré justo debajo de Sai'el en la escalera estiré la mano en dirección a la trampilla y murmuré un hechizo de apertura, haciendo que se abriera con un chasquido.

Salimos a silenciosamente al tejado, pero allí no había nadie. Quien fuera que hubiera estado allí se había ido... y nos observaba desde el tejado del otro lado de la calle envuelto en las sombras de la noche.

Sabías palabras pensé. Era un mensaje para el shek, que aunque me daba desconfianza, poseía buenas palabras. Entonces, Sagan comenzó a subir por la escalera y el Shek y yo le seguimos. Yo iva en medio de los dos. Cuando llegamos a lo alto del tejado, vimos que no había nadie. No sabía que podía haber sido, pero justo en ese momento, ví a Sagan mirar hacia el tejado de enfrente, donde había una silueta oculta tras las sombras. Mis sentidos no llegaban bien, pero por lo poco que percibí de esa silueta, supe que había sido eso lo que había subido antes al tejado. Pero no sabía quién era ni por qué estaba aquí. Al contrario, parecía que Sagan le conocía... - ¿Quién es? - le pregunté. - Sé que no es la primera vez que le ves, y sé también que estás huyendo de él - le dije - Nunca subestimes el poder de un celeste, que aunque no leamos la mente, leemos el corazón, que es capaz de revelar más secretos que un gran cerebro - le dije. Era una buena frase, y hasta sabia se podría decir, en cualquier caso, ese era mi objetivo. Me quedé esperando una respuesta, aunque era probable que no la recibiese.

La cosa parecía ponerse interesante. Ya que hacía tiempo que no luchaba ni me enteraba de cosas de gran interés. Por ello me quedé allí, con el celeste y el humano.

A ver qué respuesta le da al amigo azul, me dije.

Caminé un metro más, internándome en la oscuridad iluminada por la luz de las estrellas y sonreí al notar el aire fresco. Me hacía recordar cuando estaba en mi otra forma y volaba a una gran altura y notar el frío de las corrientes de aire.

-Sea quién sea...-empezaba a sugerir-...¿por qué no le cazamos?

No se quién es - dije sinceramente a Alderun - tampoco estoy huyendo de él, pero probablemente me ha estado siguiendo.

Observé al individuo. Nos observaba inmóvil, pero probablemente arrancaría a correr si intentabamos acercarnos. Desde donde estaba no podía ver su aura.

- Hay que intentar llegar a él - dije - pero... no creo que se deje atrapar, fijaos: hace un rato estaba en este tejado y ahora está allí... no se como podríamos cazarle sin que salga corriendo y le perdamos de vista.

Escuché a Sagan. Decía la verdad. Entonces, oí las insinuaciones de cazarle y de irse a por él. Humanos, pensé. Solo piensan en luchas, guerras, caza,... Si pudiesen ponerse en el lugar de los demás, podrían darse cuenta de la inutilidad de estas guerras y harían algo más productivo, como dialogar... - ¿Por qué quereis ir tras él? - pregunté - La única posibilidad de hacer algo, sería que el shek se transformase y a lo mejor lograríamos algo. - dije arrepintiéndome d lo que había dicho y lo que iva a decir. Mi parte de sangre humana se apoderaba de mi - Pero creo que - me paré y tragué saliva - Lo mejor es tenderle una trampa - dije rápidamente. Intentaba controlarme, pero respondía más rápido de lo que yo intentaba pararme. En realidad, si les tendían una trampa, no habría guerras. - Creo que es mejor, una trampa - les dije más calmado. No les dije cómo aunque tenía una idea en la cabeza.

-¿Una trampa?-pregunté con mi voz vocal-. Eso sería sencillo.

Ya había ideado un plan, con pocos efectos de sufrir daño, al menos para mí. Pero ante lo que dijo el celeste, dejé que fuera él quien tomase la iniciativa

-Expresa tu idea.

Miré curioso a Alderun.

- ¿Que tienes en mente? - pregunté - No creo que que el shek se transforme en mitad de la capital de Vanissar sea una buena idea, no nos interesa llamar tanto la atención - reflexioné - pero quizás podría teletransportarme detrás suyo e intentar cogerle por sorpresa antes de que pueda huir, aunque tendríais que ser rápidos en cortarle todas las vías de huida que pueda tener.

Al otro lado de los tejados el individuo aguardaba sin moverse, observando nuestro lado del tejado.

Les miré a los dos. La he liado, pensé. Me arrepentía de dar mi opinión, porque no me gustaban este tipo de cosas, y no me sorprendí cuando Sagan habló de teletransportarse, ya que ya sabía yo que era un mago, de eso lo conocía, de cuando estudié 1º en la Torre de Kazlunn. - Yo había pensado que tú fueses el cebo - le dije a Sagan. Entonces, miré al tejado de enfrente y volví a ver a la silueta aguardándonos - Mi idea, era que, haber - dije, no me atrevía, pero debía hacerlo - Sal del almacén y echa a andar - susurré - Nosotros haremos como que te echamos por ser el culpable de que nos molestase este ser. Si mis suposiciones son buenas, él te seguirá hasta un callejón sin salida que hay dos calles más allá. Allí estaremos nosotros. Él - dije señalando al Shek, no sabía su nombre y eso resultaba desagradable en este momento - Le atacará desde arriba, se puede esconder entre unos agujeros que hay en una pared, cuando el desconocido entre, él atacará y yo me teletransprtaré y le agarraré. - dije, era necesario mi papel en ese caso, y estoy seguro de que sería capaz. - ¿Qué opinais?

-Está claro que para ser un celeste no eres estúpido como ciertos humanos que he conocido-reconocí, con una sonrisa de depredador, enseñando los dientes cual lobo-. No os gustará pero aquí no podré hacer nada... en ésta forma, así que seré shek para capturar al individuo.

Esperé a que dijeran algo alguno de los dos, pero no necesitaba su aprobación y ya hacía algunas noches que no era una serpiente alada y eso me estaba consumiendo; de ahí que haga bromas como lo haría un híbrido de dragón.

Me acerqué al celeste y sabía de sobra que no le gustaba la violencia, era digno de la única raza sangrecaliente pacifista, pero aun así adoraban a los dragones y no me gustaba nada, como a ningún otro shek.

Si no sabes mi nombre, solamente tienes que preguntarlo, le dije mentalmente.

- Está bien tener ideas, pero os recuerdo que quién quiera que sea el del otro lado del tejado sigue ahí, y si cada uno quiere hacer la suya no creo que nos pongamos de acuerdo - dije - así que que cada uno haga lo que crea conveniente. Bajaré ahí abajo a ver si me sigue, tu puedes perseguirlo - le dije a Alderun - y tu puedes acompañar a Alderun o transformarte en una gigantesca serpiente alada que media ciudad verá, incluyendo a los guardias y demás cazadores de sheks, como gustes - acabé, sin una gota de ironía en la voz.

Una vez acabé me acerqué al borde del tejado. Esperaría a que se movieran y después bajaría a la calle.

Escuché al shek, también cuando me lanzó sus palabras por telepatía. Siento no haberlo hecho antes, pero ¿cómo te llamas?, le dije, fue un mensaje telepático, pero estaba casi seguro de que me había oído. Pero entonces, habló Sagan. No me gustaron sus palabras. Eran toscas y no me gustaba la desorganización de sus ideas, en las que cada uno hacía lo que le daba la gana. - No - dije, les conocía de poco, pero era un celeste... - No vas a adentrarte a tu suerte en una misión suicida - le dije a Sagan - Debemos de ponernos de acuerdo con algo, aunque creo que es mejor que hablemos abajo, no sé si podrá oirnos. Si no nos ponemos de acuerdo, iré a hablar con él - dije con aire de seguridad - Creo que no me hará daño, aunque a lo mejor no me deja volver... - dije, no estaba seguro de que pudiese hablar con él, pero mejor eso que suicidarse.

Sai'el, le transmití al celeste.

Ante lo que dijo el mago, le sonreí con desgana. Su indiferencia era arrogante y ya me lo esperaba de un mago, teniendo el rango que tuviera.

No voy a transformarme en shek y ser visto por todos los humanos que habitan en esta ciudad, y por ende, llamar la atención, le dije mentalmente al humano.

Con una reverencia burlona, esperé a que él diera el primer paso, pero por si acaso, llevé la ballesta de mano en mi mano derecha.

Esperé su reacción, aunque ya tenía claro lo que iba a hacer. La discusión se estaba eternizando y prefería resolver el asunto ya y no dejarle mas margen de tiempo a quien nos observaba en silencio.

Escuché la respuesta del shek y asentí, me pareció una decisión inteligente, aunque Alderun parecía no estar de acuerdo y sugirió ir a hablar con él. Cuando escuché lo de misión suicida sonreí ligeramente.

- Me he enfrentado suficientes veces a la oscuridad y a la muerte para saber el que puede ser una misión suicida - dije suavemente, girandome para mirar al celeste a los ojos - y me parece que enfrentarme a alguien que huye por los tejados no es una de ellas - el intento de seguridad de Alderun no me convenció: como celeste quería sacrificarse por los demás, pero no se lo iba a permitir - además, tu mismo has tenido la idea. Nos vemos abajo - dije, y sin darle tiempo a responder salté por el borde del tejado.

Me enganché a una barra de madera que sobresalía de la pared del almacén destinada enganchar cuerdas, descendí un pequeño tramo de pared y di un salto. Llegué al suelo y dí una voltereta para evitar el golpe seco y enseguida me puse de pie y comencé a caminar por la calle. La agilidad feérica no me había abandonado, aunque aquel edificio tampoco era demasiado alto.

Avancé por la calle con paso veloz, y advertí de reojo que en el tejado mi perseguidor se ponía en movimiento también.

Sai'el, un nombre raro, pensé. Entonces, ví como le mandaba un mensaje al mago. Me inquietaba, los poderes de los shek me hacían estremecerme, igual que ellos. No tenía nada en contra de ellos, solo les temía, como cualquier celeste con sentido común. Entonces habló Sagan. No me gustaron sus palabras, aunque me dí cuenta de la culpa era mía. Se lanzó al suelo. Le ví caer y echar a andar, me quedé pensando en lo que debía hacer, entonces, miré al tejado y ya no había nadie, es más, me pareció ver una sombra que iva tras Sagan. Entonces lo tuve todo claro. - Voy a ayudarle - dije al shek - Si en verdad se va a ceñir al plan, irá al callejón - dije rápidamente, entonces vislumbré mentalmete el callejón para que el shek lo viese - No sé lo que harás, pero no puedo esperar aquí, si vienes, dimelo a través de la mente, tengo entendido que podeis hacerlo aunque estemos lejos, y el callejón está bastante cerca de aquí - le dije. Entonces entoné una especie de canto. Era bello, lleno de pureza y armonía y comencé a levitar, era uno de mis poderes de celeste. Así, llegué al suelo. Aunque podía, no quería arriesgarme a tirarme. Era cierto que yo era bastante atlético, pero quería guardar fuerzas. Salí corriendo, esperando una respuesta del shek. No seguí a Sagan y a su perseguidor, porque llegaría antes al callejón si utilizaba un atajo que había. Corrí por ese atajo, crucé dos esquinas y llegué al callejón del que había hablado. Estaba vacío y muy oscuro, subí por las escaleras hasta el tejado y allí esperé, escondido en la oscuridad, tan solo pudiendo ser encontrado por un shek y dudo que alguno lo hiciese. Estratégicamente era un buen sitio, ya que veía toda la calle y el callejón. Esperé atento.

FUERA DE ROL: Perdonad la tardanza.

La imagen mental del callejón que me transmitió el celeste fue clara y concisa. No lo demostré, pero pocos sangrecaliente sabían que los sheks podían ver imágenes a través de la mente de otros, o al menos lo sabían los listos, como los celestes o los magos, pero en Idhún habían mucho sangrecaliente demasiado estúpidos, como sus amos, los dragones.

Bajé con pasos rápidos y silenciosos en el tejado, luego me dejé caer a un balcón que había en el edificio enfrente del almacén y de ahí me tiré de la barandilla, para caer al suelo de una manera algo más pesada que una pluma, pero apenas causé ruido.

Y la idea de ayudar por otra vía al mago no era mala, nada mala y por eso no podía tener algo en contra, aún, con el celeste. Seguí sus pasos, con la ballesta de mano en la diestra.

Crucé las dos esquinas y todo recto, habían unas escaleras que conducirían al tejado de otro edificio. Subiendo con rapidez y me fundí con la oscuridad, poniéndome la capucha de mi capa y con la mano derecha al frente, apuntado con la primera flecha en mi arma.

Estaba apenas a un metro del celeste, a sus espaldas.

Lástima que los celestes no podáis causar daño, le dije mentalmente, ésta idea no es propia de uno de los tuyos... y aún así no podrías fundir tu alma con una serpiente alada.

FDR: Siento mucho el retraso, he tenido mil exámenes T.T
Bueno, ha sido un placer rolear con vosotros, espero que nos volvamos a cruzar por Idhún! (A poder ser posible teniendo mas tiempo!! XD)
Por cierto, le he dicho a una vieja amiga, alsan, que se una con vosotros para "sustituirme". Pasadlo bien =)


Caminé con paso rápido por las calles. Quién me siguiera estaba cada vez mas cerca. Al poco tiempo comencé a correr en dirección al callejón donde se suponía que me estaban esperando Alderun i Sai'el. Cuando llegué al callejón me giré bruscamente. Quién me siguiera se quedó plantado a unos diez metros, y como estaba envuelto en una capa negra no pude verle la cara.

Enfadado, le lancé un hechizo de ataque. El encapuchado hizo un movimiento con la mano, casi perezoso, y el conjuro se desvió, impactando y destruyendo un muro cercano. Di un paso adelante y él dio un paso atrás. Mas furioso que antes le lancé un potente conjuro de fuego. De nuevo, con un movimiento muy similar lo desvió hacia un lado. Avancé un poco mas y él retrocedió. Entonces, ya totalmente ciego de rabia me lancé a correr hacia él sin pensar en nada más.

El encapuchado retrocedió a la misma velocidad a la que me acercaba hacia él y corrió calle arriba. Me dispuse a seguirle, esperando que Alderun y Sai'el lo advirtieran. El individuo me llevó por varias calles hasta llegar a un callejón sin salida. Paré un poco el ritmo y me acerqué poco a poco.

- Ya eres mío - dije entre dientes

- Te equivocas - dijo una voz tras de mi - eres tu el que eres mío.

La voz me era vagamente familiar, como si sacada de un sueño del pasado, pero antes de que me pudiera girar todo se volvió negro. Antes de caer en las sombras vi una torre sumida en fiestas entre bosques y lagos... una laguna congelada con dos figuras oscuras acercándose a mi...


DEJO POST

FDR: si no os importa me uno a este rol

Volé, en forma humana con alas, al interior de Vanis, ya era de noche, así que no podía entrar por las puertas, ya cerradas; aterrice en un tejado y mire la ciudad, no había venido muchas veces; desde que salí de las llanuras submarinas, había estado dando vueltas por Idhun sin saber a donde ir ni que hacer, así que me decidí por ir a Nandelt, no había ido mucho por los reinos humanos y era hora de conocerlos un poco.

Al rato de estar mirando la ciudad me di cuenta de que había pasado mucho tiempo, la primera luna iba camino de ocultarse, pero aun quedaban un par de horas; fue entonces cuando lo vi, una luz que se encendió tan rápido como se apago, por su tono rojo-anaranjado, supuse que era fuego; oculte mis alas y salte de tejado en tejado hasta llegar al callejón donde hubo el fogonazo, pero no había nadie, solo detectaba una cosa, y no me gustaba nada, un Shek, cerca muy cerca, trate de controlarme y seguí corriendo por los tejados, buscando al causante de ese fogonazo, lo único que encontré fueron las sombras de la noche.

Volví al callejón del fogonazo y mire alrededor, no había nada, solo una pared algo chamuscada; instintivamente puse mi mano en la pared, esa quemada, solo me recordaba el fuego que anidaba en mi interior, y a su vez, que cerca había un Shek, trate de localizarlo, pero me fue imposible, en la oscuridad de la noche ellos tenían ventaja, sabían ocultarse.

Salí del callejón, preparada para desenfundar mi naginata doble (a partir de ahora la llamare Nylaysu directamente), nueva si era necesario, pero no vi a nadie ni parecía haber nada, excepto en un tejado, donde me pareció ver algo moverse, mi curiosidad, me hizo emprender el vuelo, en forma humana para aterrizar detrás del que había en el tejado; no era el Shek que notaba cerca, no sabia si alegrarme, o no.

Mire al chico que estaba frente a mí, era un Celeste, no sabia que hacia ahí un miembro de esa raza, aun así, trate de ocultar lo mejor posible mi odio hacia el Shek, que rondaba y me presente.

-Hola, me llamo Alsan, no pretendo atacarte, solo me preguntaba que hacia aquí un celeste-le dije tan amigablemente como pude, puesto que la presencia del Shek me estaba nublando , emocional y mentalmente, debía evitar luchar contra un Shek, sobretodo en una ciudad como Vanis, podría ser peligroso.

Seguí esperando, me tomé como algo bueno el comentario de Sai'el, pero no respondí. Aunque yo respetaba y me parecían bellas desde cierto punto las serpientes aladas, las temía, y por tanto, nunca podría ser una de ellas. Fue entonces cuando oí pasos, me giré y ví a Sagan corriendo tras un encapuchado. Bien, siguen el plan, pensé. Me alejé de mi escondite para situarme en un sitio más cerca donde pudiese actuar mejor. En ese momento, resbalé. No sonó nada, pero me lastimé el tobillo. Entonces ví como Sagan llegaba al callejón tras el encapuchado. Era mi momento, me moví, pero fui incapaz. Ví el fuego y me dispuse a lanzarle un hechizo al encapuchado, cuando de repente, desaparecieron. Fue raro, puesto que apareció una gran y temerosa nube negra y desaparecieron tras ella. Varias lágrimas salieron de mis ojos. Entonces, ví como una extraña chica llegaba al callejón. Me pareció que había llegado volando, pero con los ojos empañados, no pude ver nada. Aun así, me intenté mover para ocultarme mejor y volver junto al shek. Entonces la chica me vió y vino junto a mí. Volando. No sabía que era, pero no la ví peligrosa. Aun así intenté alejarme y me dirigió unas palabras al acercarse a mí.
- Me llamo Alderun - le dije - solo estaba mirando el firmamento - mentí. No solía hacerlo, pero lo ví necesario. Hice una mueca de dolor, ya que me dolía mucho el tobillo y me sentía mal por haber mentido a aquella humana, o lo que fuese. Pensé en Sai'el y esperé qeu volviese junto a mí.

Cuando vi cómo se desarrollaba el momento en el que me encontraba, escondido en las sombras; solamente podía imaginar que alguien o algo más poderoso que el mago e lo había llevado. Pues ya no se le veía por ningún lado, a la vez que una pared ardió al lado de donde estaba el sangrecaliente, y en ese lugar apareció una nube negra, haciendo desaparecer al arrogante mago.

Tal vez sea mejor así, me dije, un mago menos del que preocuparse.

Pronto algo familiar y odioso se notaba en el aire. Un olor que podía identificar en cualquier lugar, y apestaba.

Alderun, el celeste intercambió unas palabras con la criatura recién llegada. Una muchacha que apestaba, y que despertaba en mí un sentimiento muy cercano a mí corazón, y que me hacía estremecerme tras pensar en una lucha a muerte contra ésta nueva criatura.

No saldría de la oscuridad, detrás del propio celeste, a un metro justo, pero decidí estudiar un poco más a la recién llegada, pero no podía ocultar la naturaleza que yo sabía que poseía.

Con la ballesta de mano en la diestra, apunté a la chica.

No creo que te haga daño, celeste, le dije telepáticamente, pero para ella puedes parecer un vasallo, así que vigila lo que le dices... Porque seguramente ya sepa que yo estoy en alguna parte...

Mire a Alderun con toda la tranquilidad que pude, ese maldito Shek estaba muy cerca, pero no le veía, cuanto odiaba la oscuridad! El celeste hizo una mueca de dolor, al dar un paso atrás, mire su tobillo, se notaba algo hinchado.

-Tienes un tobillo, torcido, puede que un esguince-dije como quien no quiere la cosa- no creo que estuvieses admirando las estrellas, pero todo el mundo tiene secretos, no te preguntare la verdad si no quieres decírmela- me acerque a el- Creo que deberías tratar de curarte el tobillo, si no dudo que puedas bajar del tejado.

Cuando si un paso mas para acercarme a Alderun note la presencia del Shek mas cerca todavía, no venia del Celeste delante mio, sino de mas atrás, pero no veía a nadie, esa sensación no me gustaba nada, había un Shek cerca pero no sabia donde exactamente, podría estar acechando en ese momento y no lo tendría fácil para defenderme, seguro que el Shek me había detectado, a la vez que yo a el.

-Por cierto, ¿no habrás visto por aquí algún Shek?- Pregunte aun intentando averiguar donde estaba -quiero decir, mientras "mirabas el firmamento"-la verdad dudaba que el Celeste fuera a haber visto un Shek, si fuera así, posiblemente ahora no estaría hablando con el; en ese momento también dudaba de que fuera a reprimir mucho mas tiempo el odio que sentía hacia el Shek, eso no era bueno, en ningún sentido, el Celeste podría colapsarse por el sentimiento, y una pelea podría destruir media ciudad.

Recibí las palabras de Sai'el cuando la chica se me acercaba. No te preocupes, pensé, No puedo mentir, ya que soy celeste, pero sí que puedo no decir toda la verdad, continué. No tenía la más mínima intención de revelarle su localización ni ningún otro secreto a la chica que tenía delante. No porque no me fiase, puesto que tenía un buen corazón, lleno de dudas y cegado por el odio. Intentaba controlarse y además se preocupaba por mí. Aun así, no le podía revelar todo. - No te preocupes por mi tobillo - dije a Alsan - Tengo un remedio en mi bolsa - continué. Saqué de las dobleces de mi traje una bolsa bastante útil. Estaba echa de un material muy resistente y cabían muchas cosas dentro y era muy fácil de transportar (y de ocultar). Saqué una botella de dentro. No iba a servir más que de señuelo, entonces, la puse en mi tobillo y pensé en las palabras correctas. Era un mago poderoso, no Archimago, pero el escalón anterior, y se me daba muy bien la magia, por lo que no me fue difícil curarme sin que la chica se hubiese dado cuenta. Cuando me terminé de curar, cerré la botella, la guardé en la bolsa y guardé la bolsa en mi traje. Miré a Alsan y dije. - Estoy molesto por tu comentario - le dije. Ví su expresión, y me di cuenta de que no sabía a que me refería. - Me parece algo muy grave, que me acuses a mí, un celeste, de mentir. - Era verdad, aunque solo lo dije para cambiar el tema. En realidad, yo podía hacer cosas que otros celestes no podían, como decir medias verdades, pero no mentir, eso nunca. Esperé una respuesta, pero mientras, le envié otro pensamiento a Sai'el. ¿Qué vamos a hacer ahora?, le pregunté, Entiendo que quieras estar solo y que yo sea una molestia, pero no es eso lo que leo en tu corazón, le dije. Esperé su respuesta también. Moví la pierna ya sin ningún dolor y me "acomodé".

Mi vista estaba fija en la nueva recién llegada, la cuál llevaba en su interior algo odioso -por no hablar del olor-. Y ante todo esto, escuché cómo el celeste hablaba con la muchacha, sin descubrirme de mí escondite.

No sé qué podemos hacer, le respondí, además, que el camino de un medio shek no deja de ser peligroso por el simple hecho de tener parte de las criaturas del Séptimo como para de uno mismo.

Pese a todo, la soledad es pesada, incluso para alguien como yo. Si deseas puedes venir o irte y seguir tu camino y la dragona se encargará de protegerte, como vasallo suyo que sois tú y tu raza.

Me levanté, y caminé hacia la pareja, el celeste y la híbrida de dragón. Apuntaba a ésta última con la ballesta de mano, con el dedo muy cerca del gatillo.

-¿Y tú, dragona?-le pregunté-. ¿Has visto al shek?

El odio empezaba a ser casi imposible de reprimir; mire al Celeste, esperando que no lo notara en toda su intensidad.Vi como se curaba, me pareció oír que murmuraba algo, pero lo deje correr.

-En ningún momento he dicho que mintieras, eres un celeste, claro que no mentís, esta en contra de vuestra naturaleza, pero eso no te exime de no decir la verdad.-Dije como quien no quiere la cosa-Pero como ya he dicho, si no quieres decirme toda la verdad, no hace falta que me lo digas.

De repente note al Shek mucho mas cerca; Vi a un chico dar unos pasos adelante, desde detrás de Alderun, "así que se escondía ahí" pensé justo antes de levantar una pequeña barrera mental, no era gran cosa, pero lo suficiente para que no pudiera leerme los pensamientos; tenia una ballesta en la mano y me apuntaba con ella.

-Creo que lo tengo delante-respondí desenvainando, a Nylaysu y poniéndome en guardia-creo que eso que llevas en las manos, es un juguete un tanto peligroso.

Mire de reojo al celeste, sin dejar de mirar en ningún momento al Shek, no sabia que pensar, lo había estado encubriendo , el Shek lo había controlado o simplemente el celeste no sabia nada del Shek.

-Alderun, sera mejor que te vayas, no creo que puedas aguantar por mucho rato los sentimientos de odio-pase algo de mi energía a la naginata doble, que al momento, sus dos filos brillaron en un rojo fuego, muy potente, parecía que iban a quemar todo lo que los rodeaba-Creo que no te has presentado, Sangrefria, no te diré mi nombre, creo que ya lo has escuchado antes.

Recibí la respuesta de Sai'el y después la de Alsan, pero no me dio tiempo a responder a ninguno, porque en aquel momento Sai'el con su forma humana salió de su escondite. No podía aguantarlo más, el odio que salía de ambos era demasiado fuerte, principalmente el de Alsan. Sentía un gran dolor en mi interior. Lágrimas salían de mis ojos. - Por favor, no hagais nada - supliqué acurrucandome. - Estemos en paz, por favor - les dije - Intentar aguantaros. - les dije. Miré a Sai'el. Lo siento, me voy, pensé. No creo que pueda aguantar esta tensión y vosotros estais obligados a pelear. He de ir al Gran Oráculo, continué, Es una cuenta pendiente. Espero poder volver a verte a mi vuelta..... si todo me ha ido bien. Terminé. Aún me sentía mal, dolido por su odio e intenté bajar por la escalera supletoria por la que había dirigido. Me detuve antes de bajar. - No puedo aguantarlo más - les dije. - He de irme, pronto saldrá el primer sol -. Yo seguía llorando. Bajé por la escalera, y me desvanecí. Un hechizo sencillo de teletransportación. Nunca olvidaría a Sagan, ni a Sai'el y probablemente, tampoco a Alsan.

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