Sin rumbo {libre}
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Re: Sin rumbo {libre}
Noté que el hechizo de calor desaparecía y me fijé en las dos humanas, que me miraban sabiendo que yo tenía razón.
Cuando finalmente la mestiza "accedió" a pedirles el dinero a sus amiguitas me miró con odio, a lo que yo le respondí con una sonrisa de suficiencia y observe como les pedía el oro. Mientras ellas lo buscaban me dijo:
-Prométeme que no les harás daño- hice un gesto como diciéndole yo no atacaría si ellas no atacaban antes y cogí el dinero de las humanas cuando lo trajeron.
La mestiza murmuró algo, y dio un paso hacia atrás, al igual que yo, y salieron unas enredaderas que apresaron a las chicas, vi también como caían en un sueño producido por las plantas somníferas y escuché a la mestiza si la podía soltar ya, a lo que le respondí con una carcajada y agarrándola del brazo y empecé a andar a paso rápido. Fui alentando el paso a medida que avanzábamos hasta que mi rehén empezó a quejarse sobre que estaba cansada y que si podíamos parar, incluso me lo suplicó alegando que no se marcharía, que ella cumplía sus promesas.
La miré pero aparté la vista al ver sus ojos -me ponían de los nervios-, chasqueé la lengua y le solté el brazo antes de que se pusiera pesada. Vi como se sentó en el suelo, pero yo me quedé de pie, con los brazos cruzados. Me preguntó que por donde estaríamos y alcé una ceja; se suponía que ella era la medio-feérica, no yo, así que preferí no responderle.
Poco después me pregunto como me llamaba, añadiendo que entendía que no quisiera decírselo, que era para romper el silencio incomodo. Antes de que se pusiera más pesada decidí responderle.
-Genrō-dije solamente, ya que era mi sobrenombre, y ese no me importaba decirlo.
Vi que tenía intenciones de preguntarme más cosas, pero percibí una sombra moverse y un destello rojo entre la maleza. Fruncí el ceño cuando vi aparecer a las dos humanas de hacía un rato, cubriendo a la mestiza y con sus espadas en alto.
Sonreí de medio lado, y saqué el abanico. Solo lo podía usar una vez, ya que seguía estando en el bosque, así que moví el brazo y les lancé una llamarada.
Pero contra lo que podía prever, la humana pequeña movió su espada y ¿absorbió mi fuego? fruncí el ceño, pero seguí alerta por si me atacaban y así fue, pero el mandoble de la humana mayor no llegó por la simple -simplísima, más sorprendido no podía estar- razón de que la mestiza se había puesto en medio gritando "¡No!".
La humana que había lanzado el ataque paró a tiempo y vi la espada de la otra emitir chispas, cosa que no me gustó nada.
Aquí yo no me quedo pensé con el ceño fruncido. Con un rápido movimiento guarde el abanico, agarré a la mestiza de la cintura -no sé muy bien por qué-, lancé una bomba de humo para facilitar la huida y salí, junto con la mestiza, de allí "cagando leches".
Cuando finalmente la mestiza "accedió" a pedirles el dinero a sus amiguitas me miró con odio, a lo que yo le respondí con una sonrisa de suficiencia y observe como les pedía el oro. Mientras ellas lo buscaban me dijo:
-Prométeme que no les harás daño- hice un gesto como diciéndole yo no atacaría si ellas no atacaban antes y cogí el dinero de las humanas cuando lo trajeron.
La mestiza murmuró algo, y dio un paso hacia atrás, al igual que yo, y salieron unas enredaderas que apresaron a las chicas, vi también como caían en un sueño producido por las plantas somníferas y escuché a la mestiza si la podía soltar ya, a lo que le respondí con una carcajada y agarrándola del brazo y empecé a andar a paso rápido. Fui alentando el paso a medida que avanzábamos hasta que mi rehén empezó a quejarse sobre que estaba cansada y que si podíamos parar, incluso me lo suplicó alegando que no se marcharía, que ella cumplía sus promesas.
La miré pero aparté la vista al ver sus ojos -me ponían de los nervios-, chasqueé la lengua y le solté el brazo antes de que se pusiera pesada. Vi como se sentó en el suelo, pero yo me quedé de pie, con los brazos cruzados. Me preguntó que por donde estaríamos y alcé una ceja; se suponía que ella era la medio-feérica, no yo, así que preferí no responderle.
Poco después me pregunto como me llamaba, añadiendo que entendía que no quisiera decírselo, que era para romper el silencio incomodo. Antes de que se pusiera más pesada decidí responderle.
-Genrō-dije solamente, ya que era mi sobrenombre, y ese no me importaba decirlo.
Vi que tenía intenciones de preguntarme más cosas, pero percibí una sombra moverse y un destello rojo entre la maleza. Fruncí el ceño cuando vi aparecer a las dos humanas de hacía un rato, cubriendo a la mestiza y con sus espadas en alto.
Sonreí de medio lado, y saqué el abanico. Solo lo podía usar una vez, ya que seguía estando en el bosque, así que moví el brazo y les lancé una llamarada.
Pero contra lo que podía prever, la humana pequeña movió su espada y ¿absorbió mi fuego? fruncí el ceño, pero seguí alerta por si me atacaban y así fue, pero el mandoble de la humana mayor no llegó por la simple -simplísima, más sorprendido no podía estar- razón de que la mestiza se había puesto en medio gritando "¡No!".
La humana que había lanzado el ataque paró a tiempo y vi la espada de la otra emitir chispas, cosa que no me gustó nada.
Aquí yo no me quedo pensé con el ceño fruncido. Con un rápido movimiento guarde el abanico, agarré a la mestiza de la cintura -no sé muy bien por qué-, lancé una bomba de humo para facilitar la huida y salí, junto con la mestiza, de allí "cagando leches".
Invitado- Invitado
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