Despertar en Kazlunn

Sasha sonrió y asintió cuando Celiel se fue, el chico quería estar a solas unos ratos. Necesitaba soledad, la cual dejó de tener cuando empezó a relacionarse. La soledad para Sasha era "esencial" en algunas ocasiones, le calmaba, le hacía pensar mejor.

Después de unos segundos se transformó en Shek y fue a dar una vuelta desde el aire. Después de unas horas volvió al "campamento" y se acercó a Celiel para ver si estaba dormida, sonrió y se tumbó también, al lado de la hoguera. Cerró los ojos sin llegar a dormirse y esperó a que pasara la noche.

Off: Sorry post corto.

La luz de la mañana me hacía daño. Abrí los ojos con un guiño de los mismos tapándolos con las palmas de las manos. Parpadeé varias veces para aclararme la visión y únicamente vi a Sasha no muy lejos de mí. Me senté en el sitio y me desperecé.

-Qué bien he dormido... -dije tapándome con la mano un bostezo que se me escapaba-, ¿tú no has dormido bien?

Me levanté del todo y me dispuse a coger manzanas de uno de los árboles que había. Comencé a trepar por el árbol en silencio y con agilidad. Una vez arriba le lancé una manzana a Sasha y yo me senté en una de las ramas más gruesas que había a no mucha altura del suelo.

-Oye, Sasha... ¿por qué estamos aquí? ¿Hemos quedado en esperar aquí a alguien o nos han dejado aquí por algo especial? Es que no entiendo por qué aquí y por qué contigo, o por qué nos dejan aquí, en mitad del bosque si no hay una razón.

Mordisqueaba mi manzana mientras hablaba y balanceaba los pies. Me quedé varios largos segundos pensando en qué haríamos allí durante todo el tiempo y después sin motivo alguno empecé a tirarle hojas a Sasha desde arriba, divertida. A veces podía resultar infantil pero es que de vez en cuando florecía y se dejaba ver sin avisar, manifestándose por la infancia difícil que había tenido.

-Podríamos ir a la casa de mis padres luego, si quieres, para coger provisiones y al paso comer algo. Se encuentra a unos dos o tres kilómetros de aquí. Luego podremos volver aquí, si quieres, pero al menos nos servirían un rato.

Me fijé en cómo se intentaba quitar las hojas del pelo mientras hablaba y cuando Sasha intentó subir por el árbol yo aproveché para saltar en la rama para que el tronco se moviera y no pudiera subir.
Me reía a carcajadas y de vez en cuando me paraba un poco para lanzarle hojas de nuevo.
Yo era como una niña pequeña que hacía tiempo no jugaba con otros niños. Es bastante divertido. A veces, pensé. Dejé de lanzarle hojas para tirarle trocitos diminutos de rama para aumentar la dificultad de la tarea.

- ¿Terminaré teniendo que lanzarte manzanas enteras? Aunque bueno, quizá tengas razón y te estés haciendo viejo de verdad - dije para picarle con la voz entrecortada entre salto y salto.

Varias veces estuve a punto de caerme, por hacer estupideces perdiendo el equilibrio o resbalando, pero merecía la pena. Cuando yo hacía algo, el orgullo me cegaba y no me dejaba ganar por nadie.

Sasha cayó de pie en el suelo con un salto mortal aceptó mi oferta de ir a casa.
Yo, altiva sonreí mostrando mis dientes e hice el amago de bajar por entre las ramas para emprender el viaje, pero de pronto, cuando me encontraba de cuclillas y con la mano en el tronco preparada para saltar, noto movimiento y veo a Sasha a mi lado, restregándome que lo había conseguido. Lo traté de empujar con suavidad, como venganza, pero ya había bajado al suelo de nuevo.

Me puse en una zona lo suficientemente alta y escondida del árbol para que no pudiera verme y recogí unas seis manzanas que sujeté con el regazo de mi falda y después me situé en una posición en la que pudiera alcanzarlo, desde donde comencé a lanzárselas. Cuatro de ellas le cayeron encima y solo entonces bajé al suelo, cayendo justo enfrente de él de cuclillas. Me levanté y me reí a carcajadas satisfecha con mi victoria.

Había bajado conmigo una última manzana que le tiré a la cara sabiendo que la cogería antes de caer. Lo hice recalcando mi victoria.

- Le he traído el desayuno a la cama, señor. Me ha parecido lo más indicado después de su consideración al prepararme la cena anoche - le dije haciendo una reverencia de manera burlesca - Espero no haberlo molestado con mi falta de educación al no preguntarle qué quería desayunar, pero nunca es tarde, ¿no cree? -tosí para aclararme la garganta- Qué prefiere... ¿manzanas, sus propias palabras o mejor una rica derrota?

Me aguanté la risa y le pellizqué flojo la mejilla cariñosamente.

-¡En todo buen juego tiene que haber algo de trampas! -le respondí inflando las mejillas y cruzando los brazos como una niña pequeña.

Observé con curiosidad lo que hacía con el trozo de madera y proponía marchar hacia mi casa. Antes de responder, le dejé terminar su hazaña con tranquilidad. Me ofreció ayuda para levantarme y la acepté, cogiéndome de su mano para apoyarme. Le sonreí y me dispuse a mirarme una vez más antes de irnos en el reflejo del lago. Suspiré. Ahora mismo parecía más una yan que una celeste; descalza y despeinada. Miré a Sasha esperando que terminara de recoger lo que necesitaba y comencé a caminar a paso normal hacia el sur entrando en una zona más interna en el bosque. Tras caminar un rato divisamos, en un pequeño trozo de bosque despejado de árboles con una colina, una casa grande con cuatro pequeñas cabañas de madera a su alrededor. Un caballo blanco como la nieve que andaba paseando con otros salió a trote rápido a nuestro encuentro, llenándome de suaves empujones y rechinando alegremente. Lo acaricié, le hablé en su idioma para que se tranquilizase y después con la mano en su lomo seguí andando hasta la casa. Tras llamar a la casa salió una mujer de joven-mediana edad años, vestimenta noble y cabello rubio recogido que se sorprendió al vernos a Sasha y a mí.

- ¿Celiel, has vuelto a casa? ¡Qué aspecto tan dejado!, ¿dónde has estado, querida?- dijo mientras me observaba palmo a palmo desaprobando mi aspecto.

-Tienes razón mamá, pero en realidad solo hemos venido a prepararnos. Esta noche debemos estar en Kazlunn, pero habíamos pensado venir para reponer fuerzas, comer algo, coger provisiones y yo... -miré mi vestido de celeste hecho jirones y sucio- ponerme una ropa más adecuada para seguir el viaje.

Los ojos de ella se llenaron de luz cuando miró a Sasha.

- Así que no vas sola... -se dirigió a él- ¿Tú eres su compañero, chico?

Su mirada no me gustaba. Ella veía más de lo que había entre los dos. Posiblemente pensaría que me fugué de casa por algún amor adolescente. Suspiré de nuevo. Se lo explicaría más tarde a Sasha, para que al menos por el momento se quedara más tranquila. Lo miré a los ojos y sonreí. Si supieras...

Mi madre nos invitó a entrar después de lo bien que había quedado Sasha con su buena educación y mandó a los sirvientes hacer la cena y a las sirvientas preparar los baños.
El baño de la casa era una habitación amplia con suelo de mármol con una enorme bañera redonda en el centro del mismo, también de mármol.
Había una fina pared de madera que separaba un baño del otro, que estaba al lado y era igual.
Me dirigí al baño y a mitad de la escalera me giré.

-¿Quieres darte un baño tú también antes de cenar?

Una vez dentro me desvestí y disfruté durante un rato del baño caliente que habían preparado para mí. Los pétalos en la bañera, los aromas a rosas y la ventana abierta con el sol bañándote con su claridad eran cosas típicas en mi casa que acabaría echando de menos. No sabía si Sasha se encontraba al otro lado de la pared. Esperé con curiosidad algún indicio de su presencia.

Mis carcajadas retumbaron por la sala cuando escuché a Sasha presumiendo de sí mismo, a pesar de desconocer las razones. Cuando salí de la bañera me sentí perfectamente. Mi piel azulada parecía aún más de porcelana de lo que parecía normalmente. Mi cabello rojo resplandecía más que nunca, con un tono más rojo de lo habitual, caía como dos largas cascadas. Una sirvienta me hizo unas pocas trenzas diminutas sueltas por todo el cabello y me proporcionó un sencillo pero lujoso vestido azul cielo que era ceñido hasta las caderas y vaporoso hacia abajo. Me terminé de vestir y salí por la puerta del baño, alegre. Encontré a Sasha fuera, elegantemente vestido y no pude evitar quedarme boquiabierta.

-Dioses, no pareces el mismo.... ¡estás estupendo! Ojalá mi hermana pudiera verte así...-me aclaré la garganta, no era momento de hablar de eso- Bueno vamos a comer algo, estoy hambrienta...
Bajamos la escalera y al entrar al salón de actos nos encontramos la mesa puesta repleta de manjares de todo tipo. Mis padres nos esperaban para sentarse. Mi padre se acercó a Sasha y se presentó mientras la sirvienta hablaba conmigo.

-Señorita Dethei, sus pertenencias y demás cosas necesarias para el viaje está preparadas en su bolsa. Me he tomado la libertad de llenar otra al señor... -no supo que decir.

-...Sasha. - le sonreí, ayudándola. - muchas gracias por la molestia.

Después tomé asiento delicadamente cerca de Sasha y bebí un trago de vino antes de comenzar a comer.

Sasha parecía entenderse muy bien con mi padre. Habían charlado durante un rato y hasta lo habían invitado a una de las reuniones semanales para jugar al Póker y fumar. Pensé por un momento que Sasha no aceptaría una invitación a un evento tan aristocrático como tal pero me sorprendió. Eres tremendamente impredecible, ¿eh?, pensé.
Cuando miré hacia la ventana observé cómo los soles comenzaban a ponerse. Terminé de comer y lo miré para comprobar que había terminado también. Después me levanté de la silla.

-Padres, siento dejar la cena a media y ésta visita tan rápida, pero pronto comenzará a anochecer y debemos marcharnos. Gracias por la comida y demás... En cuanto pueda volveré a hacerles una visita, ¿de acuerdo?

Los despedí con un beso a cada uno y agarré del brazo a Sasha y lo llevé a las habitaciones de arriba. Abrí los armarios de la cómoda y busqué ropa para mí apresuradamente.

-Escoge la ropa que quieras, pero te recomiendo que sea más cómoda que la que llevas.- le dije con una sonrisa.

Me cambié rápido detrás del biombo que había para que Sasha no me viera. Opté por algo parecido a un corset de tela roja y unos pantalones ajustados de cuero de un marrón tan oscuro que parecía negro. Mientras se vestía él, cogí mis armas escondidas, las guardé y bajé para recoger nuestras cosas.
Abajo, nuestros caballos ya estaban preparados, por lo que solo tuve que poner las cosas en ellos y esperar que Sasha diera el paso de irnos.

Me despedí con la mano de mis padres antes de hablar al Laala, mi caballo en su idioma para que caminara.
Mi condición celeste me permitía comunicarme con él y cualquier ser inteligente en su idioma, lo cual me facilitaba mucho las cosas cuando viajaba. Recorrimos el mismo camino de esta mañana, aunque se nos hizo bastante más corto, ya que no teníamos que atravesarlo a pie. Al llegar la hoguera estaba encendida, como prometió Sasha.

Me bajé del caballo y comencé a quitarle la carga que llevaba encima para que descansara, pero en ese momento un estruendo y un batir de alas pesadas rompió nuestro silencio. Por el mar se acercaba un ser escamoso y enorme que parecía que algo le llamaba la atención. Miré a Sasha y recordando lo que era temí por que perdiera los estribos. El dragón estaba cerca y si nos movíamos demasiado nos descubriría. Inmediatamente agarré a Sasha por el brazo y lo hice esconderse conmigo detrás de un árbol.

-Está buscando algo... o a alguien...- le susurré al oído aún agarrándolo.

Como si me hubiera oído, un gruñido destrozó la paz del bosque.

Traté de agarrarlo de nuevo antes de que saliera en busca del dragón, pero fue imposible.
Indecisa, me quedé unos segundos pensando qué podía hacer y finalmente opté por tratar de ayudar.
Salí corriendo hacia mi bolsa y saqué mi abanico rúnico entre otras cosas para luego dirigirme al dragón, que se encontraba en los cielos como una nube negra y se lo lancé en los ojos al dragón, dejándolo ciego con las cuchillas que éste tenía.
Era el único arma a distancia que tenía y por tanto,una de las pocas cosas que podía hacer por ahora.
Veía las intenciones del dragón en cada momento gracias a mi empatía y traté de ir comunicándoselas a Sasha cada vez que podía con la mente.
Flotando de vez en cuando aunque perdiendo el equilibrio cada poco tiempo, me acercaba al dragón y lo hería con mis dos dagas para entretenerlo y darle tiempo a Sasha.

-¡Márchate! Ni él ni yo somos lo que buscas. Y él no será compasivo si te quedas... - grité al dragón en su idioma.

Observé atónita todo lo que acababa de ocurrir en poco tiempo. De nuevo, el espíritu sanguinario de Sasha había florecido destrozando sin piedad al dragón. El dragón había intentado huir... pero él no lo había dejado.
Su ensañamiento al principio me asustó muchísimo pero luego incluso lo comprendí. Era parte de él y no podía reprimirla.

Descendí despacio de los cielos dejándome caer suavemente a unos metros de él. Una vez que había vuelto a su forma humana me acerqué a él con intención de examinar las heridas.
Yo tenía el labio inferior partido por un coletazo del dragón y un arañazo en las costillas, debajo del pecho, pero al parecer estaba mejor que Sasha.
Escupí la sangre que llevaba en la boca y me limpié con la mano los restos de los labios.

Había oído sus palabras y no pude evitar saber de sus sensaciones, pero preferí callarme y sonreír para mis adentros. Tragué saliva y cogí la bolsa de cuero, de donde cogí unas cuantas vendas y agua limpia.
Fue entonces cuando lo vi abofetearse la cara y una carcajada salió de mi garganta. Me aclaré la garganta tosiendo y decidí cambiar de tema.

-Bueno, déjame hecharte un vistazo, ¿vale? - le dije con voz aterciopelada y con una sonrisa en los labios que me costó sacar, a la vez que me sentaba a su lado y lo examinaba con la mirada- ¿dónde te ha herido?

Curé las heridas de Sasha con suma delicadeza y eliminé algunas de ellas haciendo un corte perpendicular a éstas con mi daga noble y desaparecieron. Después puse vendas en las heridas que no pude curar del todo para que no se infectaran. Su torso se veía mucho más fuerte de lo que parecía y las (relativamente) pocas cicatrices eran la prueba de ello.
Después de ésto él mismo curó mi labio partido con sus propios dedos. Cerré los ojos al notar el alivio que me producía ese acto y cuando terminó pasé la lengua por donde debía estar la cicatriz, que había desaparecido. Sonreí y al abrir los ojos me di cuenta que Sasha me miraba. Descubrí en sus ojos un tinte de melancolía y...

-¿...decepción?- Pensé en voz alta aún mirándolo a los ojos para comprobar sus gestos si me mentía. -Entiendo que... no soy la compañía que esperas, pero... -hice una pausa y cambié de frase- Si quieres, puedes irte. Yo ya estoy bien como puedes ver. Si tienes cosas importantes que hacer lo comprenderé... Pero me siento mal, siento que te estoy reteniendo aquí, que te estoy obligando a estar conmigo.

Después de esto, corté el cruce de las miradas mirando hacia el fuego. Me puse seria y lo miré de nuevo con el gesto cambiado. Ahora estaba completamente seria.

- Lo entiendo, de verdad, pero no quiero obligarte a estar conmigo.

Sonreí con las palabras de Sasha. Parecían bastante sinceras. Él tenía razón, estábamos esperando a alguien que ni siquiera sabíamos si iba a aparecer.

-Está bien... podríamos irnos ya, total, no parece venir nadie. Además, Aira ni siquiera nos dijo quién era ni cuándo iba a venir, si es que dijo que vendrían, pero antes...

Me levanté e hice el amago de darme la vuelta pero en el último momento le dí un suave empujón en el pecho para hacerlo tumbarse y mantuve el pie ahí para retenerlo.

-¿Me dejarás ganarte una vez más antes de irnos? -le contesté con una sonrisa de oreja en oreja, retándolo.

No sabía si su respuesta iba a ser divertida como antes o después de la pelea con el dragón aún estaba algo alterado, pero no me importó. Algunas veces el peligro me atraía de una manera incontrolable y esa atracción me bloqueaba los sentidos, perdiendo la cordura.

Una sonrisa pícara inundó mi rostro.

-Venga, juguemos.

-No te dejare ganar y mas si haces trampas.

Dijo divertido, luego la cogió del pie y se lo retiro a la vez que se levantaba. Luego la miró con una sonrisa complice y salio corriendo, trepó por un arbol y se escondió. Despues cogio ramitas y se las lanzo a la par que saltaba de un arbol a otro. Luego se escondió y se hizo el muerto. Si algo le gustaba a Sasha era asustar a las personas de cualquier manera.

Y por que no, podria asustar a Celiel.

Off: vaya miiierda de post que me ha salido, pero no sabia que poner.