Black Sound {Entrenamiento colectivo, priv}
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Black Sound {Entrenamiento colectivo, priv}
Kvothe Clemens
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Kvothe Clemens:
In the war...
Tan solo fue necesario un motivo para comenzar con aquella locura, entre bruscas palabras y respuestas ingeniosas... fue donde halló tal razón. Conjuró con sus labios el amago de una sonrisa, alejada de toda frialdad conocida asta el momento, y se dedicó a dar vueltas sin pausa al precioso fin que acariciaba su mente. Una parte de sí prestó atención al crujido de la madera bajo sus pies, el movimiento del galeón al ser acariciado por las olas. El sol se alzaba en el cielo, acariciando con sus rayos el cuerpo del joven Lord.
Así pasaron los segundos, minutos... tal vez horas. Tal era la maravillosa idea que se ilustraba en su mente, mientras el astro rey realizaba un perfecto arco sobre el cielo y se posaba en el horizonte, augurando su fín. Su corona de fuego salpicaba las nubes de un tono anaranjado, perdiendo color poco a poco y sin pausa...
Y solo ahí, postrado sobre el ocaso, dejó escapar las palabras que hacía tiempo amenazaban con salir. - Rumbo al horizonte. La muerte será nuestro refugio - Tal melodiosa voz no podía ser ignorada. Su tono musical alcanzó al oído de las siluetas que lo rodeaban, cuerpos curtidos por el trabajo y el sol. El ímpetu de sus palabras no admitía una sola negación, tal era su fuerza que solo era comparable al significado que portaban.
Las siluetas de los marineros respondieron al instante, recortados por la luz del ocaso. Se deslizaron con suma precisión entre los elementos del barco, como agua entre las rocas, y comenzaron su labor de alzar velas, soltar las amarras... toda una compleja serie de procesos que unidas, daban lugar al funcionamiento correcto del barco. Para desgracia de muchos, el viento soplaba a favor y pronto ya se encontraban perdidos en la mar, rumbo al sol poniente.
El barco dejaba un camino de estelas marinas a su paso, iluminadas por el astro rey al cual apenas le quedaban unos minutos más de vida... antes de ceder su reinado al frío y las sombras. El joven Kvothe avanzó entre los marineros asta el timón, sosteniéndolo con fuerza y dirigiendo al barco. Alzó una vista al cielo con ojo experto, observando el mal augurio que traían las nubes en el cielo. Todo parecía señalar a que no tendrían una noche tranquila, pero no hizo falta dar el aviso a la tripulación; sus años de experiencia los habían prevenido incluso antes de que Kvothe fuese capaz de notar las alteraciones del aire e intuir algo. - Capitán, disculpe la interrupción... - Pronunció un marinero alto y moreno, de ojos claros y pelo oscuro. Era el segundo al mando, aquel que le solía informar del estado de la tripulación en todo momento... y contarle los rumores que se cernían a bordo. - ... pero la tripulación se encuentra inquieta. ¿Qué nos aguarda tras el horizonte? - Solo entonces, con algo más de interés, Kvothe desvía su mirada asta el segundo al mando, situado a una distancia prudencial a su lado. - ¿Acaso no lo escuchas? el grito de los difuntos... la muerte no aguarda... - Murmura, alzando su voz con suficiente fuerza para que lo escuchase. Sus cabellos balanceados por la brisa marina se alborotaron sobre su rostro, los cuales apartó con un movimiento de cabeza.
Así pasaron las horas, bajo un silencio solo interrumpido por el viento y mar. No se molestó en contar el tiempo, tan solo en observar como una mancha oscura surgía en las lejanías. Era su objetivo, el destino que se había recerbado a sí mismo; una isla paradisíaca, en la cual según sus fuentes... el lugar donde se hospedaban los piratas, como una base donde podían vivir tranquilos tras su robo.
El galeón bordeó la costa y atracó en una zona de difícil acceso, dominaba por barrancos y pendientes pronunciadas. Las órdenes que Kvothe fueron explícitas, salvo él, nadie debía abandonar el barco... y así lo hicieron, su temor por el joven híbrido era mucho más fuerte que su curiosidad por aquella isla de asta hace pocos días, de origen desconocido. El joven manifestó sus alas de dragón, y con un solo aleteo de levantó vuelo, ascendiendo asta el fín del acantilado, donde consideró arriesgado continuar volando sin ser descubierto. La isla se encontraba dominada por un frondoso bosque tropical, que se extendía por doquier y terminaba oculto tras las montañas que salpicaba el paisaje.
Kvothe- Caballero
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Re: Black Sound {Entrenamiento colectivo, priv}
El tenue sonido del golpear de las gotas del agua rompía el silencio que manifestaba aquel lugar por naturaleza, no había animales, tan solo el melodioso sonido del ciclo del agua alrededor de todo el ambiente, rodeándonos e imbuyéndonos en parte de su ser, majestuoso observaba... Nos observaba con aires de suficiencia, sabiendo que sobreviviría a nosotros. ¿Pero qué importaba? Para qué vivir una vida eterna, la muerte era el refugio que deseaba alcanzar, sus labios muchas veces lo anhelaban y era su escusa primordial para no hacer aquello para lo que estaba preparado, una deliciosa y casi macabro recurso de complacencia. El aire denso y pesado descendía de los árboles y nutría a el pecho de aquel joven, expectante desde las sombras agudas de la isla. Su mirar imperioso recorrió la estructura del navío, un galeón, estructura simple, decorados majestuosos y detalles pulidos con gracia...genial se acercaba uno de los líderes de Idhún, nadie ni siquiera el viento era más presuntuoso que navegar con una obra de arte... un mueca surgió de su rostro, desarbolado y con manifiesto de cortes en su cuerpo contados por cientos. No recordaba la última vez que había ido a Idhún, iba...buscaba lo que necesitaba y volvía a donde pertenecía...no había motivos allí que reclamaran su presencia.
El dulce recuerdo de Idhún se abalanzó sobre su mente, su pueblo, o las ruinas de él era lo único que quedaba en su memoria, vestigios de antiguas paredes humildes, de personas aún más, tumbadas por acciones del tiempo y marea, estructuras...que nadie recordaría, ¿qué era un pueblo en contra de un imperio? ¿Qué importaban sus habitantes? Un suspiro melancólico cruzó su pecho y garganta, rasgando un suave gruñido con destino al viento. Su memoria le traicionaba, le hacía recordar aquello por lo que estaba aquí, pero no, lo que había pasado antes, las causas, eran necesarias pero no las nombraría, la servidumbre al pasado no era más que acciones de idiotas. Mas aquello no importaba, hablaría el viento de aquello, ahora...ante los ojos esmeralda del feerico por raza se hallaba el navío, algo que no era usual en aquella isla. Suspiró mientras levantaba su cuerpo, sin herramientas entre sus dedos, con la misma camisa que cuando había venido desgarrada el níveo pasar del tiempo de una vida colérica marcada por verdades que era mejor no pronunciar, su vestimenta daba asco...pero su rostro parecía aún más cuerdo que cuando marchó.
La respiración tranquila del joven desaparecía entre el rumor del agua, los movimientos cuidados y curtidos expresaron la sompesa de aquel que no había visto cosas tales, un humano viajando como un Dragón. El fuego apareció como recuerdo imponente en su mente, la indecisión de sus ojos ante la contestación de aquella insolencia contra una ísla no merecía ser nombrada. Desde la lejanía, observó a aquel ser, se movió tras sus pasos oculto entre los árboles que conocía y comentaba como hermano. La muerte y la esperanza en aquel lugar iban cogidas de la mano. Masculló una blasfemia, maldita su curiosidad pues le llevaría derecho a la muerte. Caminó tras sus pasos nada más caer al suelo. Alas de dragón, recordaba el mensaje de su madre:"Los dragones, hijo mío eran nuestros aliados, símbolo viviente de que los Dioses nos cuidaban". Y ahora, cuando el tiempo los ha renegado y puesto al servicio de aquellos que controlan todo lo que vemos...era de estúpidos seguir pensando que los dragones estaban allí para salvarnos y protegernos. Pero, aún así, la curiosidad invadía su mente como un germen imposible de contener...alas de dragón, cuerpo de humano...que hermosa profecía.
Allí estaba el joven, oculto entre las sombras, mostrando el poco respeto que le quedaba por los Dioses al no intentar matar a aquel ser por invadir el único espacio de presencia de los seis. Sus palabras restallaron entre las concurridas paredes de su mente:"¿Qué haces aquí?".Preguntó como si pudiera hablar mentalmente con él, pobre iluso de aquel Feerico.
El dulce recuerdo de Idhún se abalanzó sobre su mente, su pueblo, o las ruinas de él era lo único que quedaba en su memoria, vestigios de antiguas paredes humildes, de personas aún más, tumbadas por acciones del tiempo y marea, estructuras...que nadie recordaría, ¿qué era un pueblo en contra de un imperio? ¿Qué importaban sus habitantes? Un suspiro melancólico cruzó su pecho y garganta, rasgando un suave gruñido con destino al viento. Su memoria le traicionaba, le hacía recordar aquello por lo que estaba aquí, pero no, lo que había pasado antes, las causas, eran necesarias pero no las nombraría, la servidumbre al pasado no era más que acciones de idiotas. Mas aquello no importaba, hablaría el viento de aquello, ahora...ante los ojos esmeralda del feerico por raza se hallaba el navío, algo que no era usual en aquella isla. Suspiró mientras levantaba su cuerpo, sin herramientas entre sus dedos, con la misma camisa que cuando había venido desgarrada el níveo pasar del tiempo de una vida colérica marcada por verdades que era mejor no pronunciar, su vestimenta daba asco...pero su rostro parecía aún más cuerdo que cuando marchó.
La respiración tranquila del joven desaparecía entre el rumor del agua, los movimientos cuidados y curtidos expresaron la sompesa de aquel que no había visto cosas tales, un humano viajando como un Dragón. El fuego apareció como recuerdo imponente en su mente, la indecisión de sus ojos ante la contestación de aquella insolencia contra una ísla no merecía ser nombrada. Desde la lejanía, observó a aquel ser, se movió tras sus pasos oculto entre los árboles que conocía y comentaba como hermano. La muerte y la esperanza en aquel lugar iban cogidas de la mano. Masculló una blasfemia, maldita su curiosidad pues le llevaría derecho a la muerte. Caminó tras sus pasos nada más caer al suelo. Alas de dragón, recordaba el mensaje de su madre:"Los dragones, hijo mío eran nuestros aliados, símbolo viviente de que los Dioses nos cuidaban". Y ahora, cuando el tiempo los ha renegado y puesto al servicio de aquellos que controlan todo lo que vemos...era de estúpidos seguir pensando que los dragones estaban allí para salvarnos y protegernos. Pero, aún así, la curiosidad invadía su mente como un germen imposible de contener...alas de dragón, cuerpo de humano...que hermosa profecía.
Allí estaba el joven, oculto entre las sombras, mostrando el poco respeto que le quedaba por los Dioses al no intentar matar a aquel ser por invadir el único espacio de presencia de los seis. Sus palabras restallaron entre las concurridas paredes de su mente:"¿Qué haces aquí?".Preguntó como si pudiera hablar mentalmente con él, pobre iluso de aquel Feerico.
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Kylar Stern- Espíritu
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Re: Black Sound {Entrenamiento colectivo, priv}
Kvothe Clemens
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Kvothe Clemens:
In the war...
Frío... aquello fue lo primero en lo que pensó. En la forma cristalina del hielo, reflejando su luz cual piedra preciosa sobre su alrededor. Tan fría que arde en la mano, pero tan hermosa que uno no desearía soltarla. Resistente, pero, al mínimo calor era capaz de ceder.
Sin tener verdadera conciencia del sombrío personaje que lo rodeaba, el joven avanzó entre la maleza y los arboles a un ritmo constante. Sus ojos divagaban por el escenario con cautela, aún así, una parte de el se encontraba sumida en su mente. Aquel remoto paisaje le devolvía recuerdos de tiempos mejores, o al menos, de tiempos más felices. Tiempos en los que podía vivir en paz, ignorante a aquello que le rodeaba...
A así fue como aquellos recuerdos lo sumieron en un estado de meditación. Las imagenes alcanzaron a su mente como viejas amigas en rápida sucesión...
"El rumor de cientos de almas en pena entró por la sala con una alborotada y aleatoria formación, no eran enemigos... no eran más que personas embaucadas por el espíritu patriota. Eso le había dado cierto tono de comicismo al asunto. El tono grotesco de Kvothe parecía sacado de una de las representaciones teatrales de los libros, graciosos protagonistas que intentaban refrenar el paso de la historia... Una lástima que el evento había sido condenada al fracaso mucho antes de que ellos tuvieran noticias sobre ella, pero... aún así seguía siendo realmente divertido.
Los aires de misterio parecían agrandarse a cada paso que daba, y las palabras de sarcasmo del joven Kvothe sonaron como una brisa fresca en los oídos de sus acompañantes, indudablemente... sería entretenido. Su andanza lo sacó de las nevadas calles de la ciudad para atraerlo a un escenario mucho más lujoso, dominado por colores claros que no hacían más que señalar la festividad de aquellos días.
Era un salón de fiesta...
Mientras la larga fila de gente continuaba entrando, el joven admiró el cuidado de la extensa sala. Los muebles lucían un tallado hermoso y complejo, la alfombra roja se extendía a sus pies como un camino sin fín... cuadros de múltiples personajes históricos destacados reposaban sobre la pared, y finalmente, una enorme mesa cuyo final se encontraba refugiado por la calidez de un buen fuego.
La fiesta había comenzado. El ruído de fondo no hacía más que aumentar, mas pronto se convirtió en un tenue susurro cuando se abrieron las grandes puertas de golpe. Una figura erguida y musculosa se alzaba entrada, con ropas rojas y un sombrero de similar color pero decorado con una pluma blanca. Su barba negra y bien recortada sobre un rostro delgado y de expresiones duras como un alcón... nadie dudó que se trataba de el huesped."
Se tambaleó confuso, hacía mucho tiempo que era incapaz de recordar cosas cosas con tanta claridad. Casi con distracción acarició el filo de Suplicio, se permitió distraer su mente centrándose en el peso de la arma sobre su cadera y la estructura de la misma.
Kvothe- Caballero
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Re: Black Sound {Entrenamiento colectivo, priv}
Sus labios se movieron con la agonía propia de la incandescencia de la frialdad, quemaduras de agonía marchaban por su cabeza, cientos de palabras cruzaban su memoria con velocidades azarosas. Cruzó en un segundo tantas ideas que le hizo marear, la forma correcta de pisar una hoja, la idea misma de asesinar a Matareyes por decisión propia, irse de su preciada isla. Se preguntaba cómo había quedado su pueblo, machacado por las sombras del pasado, pero nadie recordaba aquel suceso, tan solo el joven con su mirada airada examinante del Dragón lo recordaba...y tan tenuemente que se confundían entre los recuerdos del pasado. Como una sonrisa difuminada, aquel recuerdo se perdía con dificultad, sus extrañas palabras, sus dichos y leyendas, sus tranquilas existencias se dispersaron dejando terribles recuerdos de gritos tortuosos, sangre y arena...un triste recuerdo del hogar. Recordaba sus esmeraldas celestes desapareciera entre el temor del tiempo y la lectura, un libro pesado de una belleza inescrutable y por supuesto angosto y difícil de entender, de procedencia extraña, forma aún más rara...sus ojos deslizantes se apoyaron en su lectura de abstracción, un libro era lo que le separaba de la cordura con un fino hilo que rompería en cualquier momento aquello que le guardaba con la realidad. El tiempo había desaparecido de entre sus objetos, y por supuesto no lo utilizaría aquella tarde intranquila, la tranquilidad quieta bajo sus labios resguardada del papel que deseaba manchar junto con la imagen de concentración era la composición de la concentración que no existía desde años en su rostro. Pronto, el temor de aquella sensación caló en su pecho, imbuyó su alma y recorrió su cuerpo...un suspiro largo de intranquilidad cruzó sin dificultad su garganta y abdomen...¿Cómo sería el barco de un rey de Idhún? Sería un buen motivo para marchar lejos de Matareyes, averiguar qué guardaba los recuerdos de su verdadero pasado, recordar por medio de un simple vistazo lo que nadie deseaba ver...un temor aceptable al regalo que se le ponía delante. Lo seguía inmerso entre sombras, luces y vegetación, confundía su piel entre los árboles esmeralda, observaba desde las alturas a aquel ser que exponía la curiosidad de la novedad en la isla, pero no era estúpido, no estaba a su espalda, no estaba a sus lados ni siquiera en su cabeza...allí donde él estaba, no lo encontraría.
El único resquicio de rastro que podrían ver de él, sería el de un sonido extraño. Tomó un pequeño guijarro entre sus dedos, marcados por lo níveo de sus heridas; alzó aquel brillante pedrusco y lo lanzó por la espalda de Kvothe desde las sombras en dirección a el lugar opuesto.Todos pensarían que es un animal...aquel segundo sería suficiente para poder marchar sin problemas. Sus pasos mostraban el misterio de sus historias, sus ropajes convertidos en harapos eran la única pertenencia útil de su cuerpo. No poseía armas, armadura y prácticamente había perdido su sombra, imbuido tan solo entre luces y árboles y marcado por aquellos que no habían caído en su existencia, sin embargo lo agradecía, cuando respiraba, agradecía aquello...le alegraba que nadie supiera de su existencia, más sencillo sería así hacer sus actos atroces. Borró su rastro inexistente mientras marchaba, un último vistazo al cuerpo de Kvothe antes de irse...¿cuántas historias serían ciertas de su existencia?¿Cuáles son verdaderas?...solo quien conoce los orígenes, puede jugar en el juego de reyes en el que no estaba invitado, y por supuesto...manejaría.
Sus dedos manejaron la ira, batalla y negación de todo lo que recordaba, daba igual su destino, tan solo necesitaba correr lejos de aquel lugar enrarecido, cambiado desde que la cordura se había abalanzado sobre los Lares que manejaba. Cruzaron recuerdos infelices de antiguas épocas por su mente, dibujos y escrituras de Idhún, leyendas sobre los nuevos gobernantes...y la respiración jadeante cruzaba todo aquello, como un filo muy real que reflejaba las historias lo que recordaba, pero no importaba.
Corrió atravesando silenciosamente el bosque, sus linderos se deshacían a sus pies. Las hojas parecían desaparecer con gentileza para evitar que los sonidos del bosque sobrepasaran los de todo el ambiente. Recorrió el bosque hasta llegar al navío del híbrido. Y de repente se hizo el silencio, agónico y brutalmente fingido tan solo limitado al absurdo máximo, sí, pero...un silencio perpetuo que duraría hasta el regreso del dragón. Sin embargo, no parecía ser parte de aquel débil juego, de un sutil ajedrez de reyes y reinas...apenas los colores se distinguían, pero los paradigmas de la situación eran cuanto menos, divertidos. Un asesinato contra lo establecido a sangre fría, algo divertido, pero un asesinato filosófico, era casi como justicia poética personificada, lo que no fue nada más que un simple gesto de poetización.
Inspiró llenando sus pulmones con una bocanada de aire colérica, olió las flores del prado que impregnaban el lugar de una añoranza por tiempos pasados, tiempos antiguos y quizás mejores donde la magia era más libre, más "solidaria" con quienes la portaban, pero qué importaba en aquel momento las velas o su olor aromático, era el navío la que le llamaba su atención, era ella quien estaba en su frente y eran los demás quien los observaban con silencio atroz. Focalizó su mirada hacia la tripulación y la concentró en sus ojos claros e impetuosos, inteligentes y brillantes ante la luz, suspiró y le tendió el plato de su compañero. Incluso así su gesto fue natural, pero la mirada tranquila fue estúpidamente tranquila, con una media sonrisa clarificadora y una brutalidad expresión en sus manos al dejarlo en su frente, con una sonrisa amable...¿qué importaba el otro?
-Interesante-Dijo con su voz clarificadora, su tono tranquilo y una mascullarte y bien vocalizada palabra. Relajó la mirada de resto con una simple respuesta significativa sin palabras, una mirada tranquila...un suspiro inerte que les haría tranquilizar y volver aunque sea de forma fingida a aquella paz que había antes de su llegada. Su taza de té, allí postrada era símbolo de su tranquilidad, apartada e hirviente tranquilidad pasmosa...tomó su tranquilidad con una sonrisa póstuma, una sonrisa de reyes y mendigos.
Observó la cuidada estructura del barco, la multitud de soldados apostados en sus respectivos puestos de vigilancia... con tan solo observarlos, uno era consciente de que habían sido bien entrenados. Sin embargo, cualquier entrenamiento previo no serviría de cara con lo que se iban a esperar...Descendió asta la costa con suma precaución, lanzando miradas cautelosas a su entero sin abandonar en absoluto la idea de que puede haber sido detectado. Pronto llegaría la parte complicada, como acercarse al barco y entrar... traspasando todo el sistema de vigilancia que lo organizaba. Saltó al agua desde el acantilado, sumergiéndose de forma silenciosa, cualquiera que lo hubiera oído pensaría que era un ser marino tomando una bocanada de aire...lo difícil fue subir al barco, se deslizó por los detalles de la madera y lo dorado del barco. Reconocía que no estaba haciéndolo demasiado bien, deslizó sus manos colérico mientras sus ojos revisaban los pasos de los combatientes de Matadragones, lanzó una objeto al lado opuesto aguardando y abrazando la cautela se deslizó hasta las habitaciones del capitán...no había sido fácil...pero sí divertido.
El único resquicio de rastro que podrían ver de él, sería el de un sonido extraño. Tomó un pequeño guijarro entre sus dedos, marcados por lo níveo de sus heridas; alzó aquel brillante pedrusco y lo lanzó por la espalda de Kvothe desde las sombras en dirección a el lugar opuesto.Todos pensarían que es un animal...aquel segundo sería suficiente para poder marchar sin problemas. Sus pasos mostraban el misterio de sus historias, sus ropajes convertidos en harapos eran la única pertenencia útil de su cuerpo. No poseía armas, armadura y prácticamente había perdido su sombra, imbuido tan solo entre luces y árboles y marcado por aquellos que no habían caído en su existencia, sin embargo lo agradecía, cuando respiraba, agradecía aquello...le alegraba que nadie supiera de su existencia, más sencillo sería así hacer sus actos atroces. Borró su rastro inexistente mientras marchaba, un último vistazo al cuerpo de Kvothe antes de irse...¿cuántas historias serían ciertas de su existencia?¿Cuáles son verdaderas?...solo quien conoce los orígenes, puede jugar en el juego de reyes en el que no estaba invitado, y por supuesto...manejaría.
Sus dedos manejaron la ira, batalla y negación de todo lo que recordaba, daba igual su destino, tan solo necesitaba correr lejos de aquel lugar enrarecido, cambiado desde que la cordura se había abalanzado sobre los Lares que manejaba. Cruzaron recuerdos infelices de antiguas épocas por su mente, dibujos y escrituras de Idhún, leyendas sobre los nuevos gobernantes...y la respiración jadeante cruzaba todo aquello, como un filo muy real que reflejaba las historias lo que recordaba, pero no importaba.
Corrió atravesando silenciosamente el bosque, sus linderos se deshacían a sus pies. Las hojas parecían desaparecer con gentileza para evitar que los sonidos del bosque sobrepasaran los de todo el ambiente. Recorrió el bosque hasta llegar al navío del híbrido. Y de repente se hizo el silencio, agónico y brutalmente fingido tan solo limitado al absurdo máximo, sí, pero...un silencio perpetuo que duraría hasta el regreso del dragón. Sin embargo, no parecía ser parte de aquel débil juego, de un sutil ajedrez de reyes y reinas...apenas los colores se distinguían, pero los paradigmas de la situación eran cuanto menos, divertidos. Un asesinato contra lo establecido a sangre fría, algo divertido, pero un asesinato filosófico, era casi como justicia poética personificada, lo que no fue nada más que un simple gesto de poetización.
Inspiró llenando sus pulmones con una bocanada de aire colérica, olió las flores del prado que impregnaban el lugar de una añoranza por tiempos pasados, tiempos antiguos y quizás mejores donde la magia era más libre, más "solidaria" con quienes la portaban, pero qué importaba en aquel momento las velas o su olor aromático, era el navío la que le llamaba su atención, era ella quien estaba en su frente y eran los demás quien los observaban con silencio atroz. Focalizó su mirada hacia la tripulación y la concentró en sus ojos claros e impetuosos, inteligentes y brillantes ante la luz, suspiró y le tendió el plato de su compañero. Incluso así su gesto fue natural, pero la mirada tranquila fue estúpidamente tranquila, con una media sonrisa clarificadora y una brutalidad expresión en sus manos al dejarlo en su frente, con una sonrisa amable...¿qué importaba el otro?
-Interesante-Dijo con su voz clarificadora, su tono tranquilo y una mascullarte y bien vocalizada palabra. Relajó la mirada de resto con una simple respuesta significativa sin palabras, una mirada tranquila...un suspiro inerte que les haría tranquilizar y volver aunque sea de forma fingida a aquella paz que había antes de su llegada. Su taza de té, allí postrada era símbolo de su tranquilidad, apartada e hirviente tranquilidad pasmosa...tomó su tranquilidad con una sonrisa póstuma, una sonrisa de reyes y mendigos.
Observó la cuidada estructura del barco, la multitud de soldados apostados en sus respectivos puestos de vigilancia... con tan solo observarlos, uno era consciente de que habían sido bien entrenados. Sin embargo, cualquier entrenamiento previo no serviría de cara con lo que se iban a esperar...Descendió asta la costa con suma precaución, lanzando miradas cautelosas a su entero sin abandonar en absoluto la idea de que puede haber sido detectado. Pronto llegaría la parte complicada, como acercarse al barco y entrar... traspasando todo el sistema de vigilancia que lo organizaba. Saltó al agua desde el acantilado, sumergiéndose de forma silenciosa, cualquiera que lo hubiera oído pensaría que era un ser marino tomando una bocanada de aire...lo difícil fue subir al barco, se deslizó por los detalles de la madera y lo dorado del barco. Reconocía que no estaba haciéndolo demasiado bien, deslizó sus manos colérico mientras sus ojos revisaban los pasos de los combatientes de Matadragones, lanzó una objeto al lado opuesto aguardando y abrazando la cautela se deslizó hasta las habitaciones del capitán...no había sido fácil...pero sí divertido.
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Kylar Stern- Espíritu
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Re: Black Sound {Entrenamiento colectivo, priv}
Kvothe Clemens
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Kvothe Clemens:
In the war...
Una y mil veces se maldijo a sí mismo en aquellos instantes, el tiempo casi parecía ralentizado a los ojos del Rey mientras el cuerpo por entero parecía difuminarse entre la vegetación. Pronto vislumbró el responsable del sonido; una simple roca, girando y rodando sobre sí misma asta cesar todo movimiento. Los ojos escarlatas del joven analizaron la roca y su entorno; por motivos primarios podría pensarse que fue provocado por animales, pero la respuesta no le parecía satisfactoria; un personaje observador se habría dado cuenta que no existía rastro reciente alguno de animales en las cercanías, son demasiado toscos para no dejar un rastro tangible. También podría deberse a un desprendimiento, sin embargo, la roca poseía cierto calor ajeno...
Alzó una ceja ante tal hecho, tales motivos podían señalar a una presencia humana la cual no había logrado detectar. Casi se sintió inquieto ¿cuantas personas en Idhun eran capaces de pasar desapercibidas a sus ojos? necesitaba más investigación sobre aquella isla, los individuos que podían habitar en aquella tierra desconocida. Así pues, se retiró entre las sombras, desapareciendo en unas y reapareciendo otras... no dejaba rastros... tan solo una extraña tensión en el aire.
Su llegada al barco fue recibida con inquietud. Ni una sola señal de vida, solo el viento agitando los árboles que se cernían desde las alturas. De vez en cuando, acusaban haber visto sombras moverse entre la espesura del bosque, pero nada parecía señalar a que fuera solo una simple ilusión... así pues, el joven rey dio sus instrucciones a todos, incluidos al capitán, antes de volver con paso cansado a sus aposentos. Las nubes se alzaban peligrosas sobre el cielo y el sol se ponía. Todos sabían que no sería una noche tranquila.
- O -
La tempestad arrecia al compás del frenesí relampaguéante de un cielo en agonía. La maldad se intensifico con cada resplandor azulado, magnificando cada rasgo de aquel ser enjaulado. Las emociones quedaron selladas ante la liberación de la verdad, su propia sombra es una burla de lo que fue. Desde su ventana, sus ojos se dirigían al cielo sin realmente mirarlo, completamente indiferentes a la lujosa habitación que se extendía a sus espaldas.
*Siempre han decidido por ti, las decisiones eran tomadas por los demás y tú has tenido que acatarlas y seguir adelante…* se curvaron sus labios en expresión de burla, esa voz interna se manifestaba en un movimiento irreal de la propia proyección física. La otra cara de una misma moneda.
Todo se cayó a pedazos. Detuvo cualquier línea de pensamientos solo para poder observar el reflejo tras el espejo. Desnudo, observa detenidamente aquella silueta, palidez extrema en la piel, rasgos duros en el rostro, y ojos fríos como el hielo capaces de traspasar muros e incluso derribarlos. Su cautivante y preocupante parentesco. Una insana reputación que tiene que ser sustentada a diario con la inicua vida para poder sobrevivir.
*Ellos te han modelado, tu forma de ser, tu carácter es fruto de las decisiones de los demás, y aunque en el fondo – muy en el fondo – algo dentro de ti rechazaba esa fachada, no hiciste nada para evitarlo…* La desnudez se cubre prenda por prenda, la observación de un cambio lento que transciende a una realidad abnegada, la vida se torna bajo la frialdad de un ser odiado.
Se miro de pies a cabeza, los mismos pantalones color negro que con el paso del tiempo habían adquirido un tono color violeta, el mismo protector frontal de su pecho, la camisa con cuello alto y redondo... aún ahí presente, descubrió que observaba a un completo desconocido. Toda paz había abandonado su rostro hace mucho, dejando una eterna expresión de templanza en él... a la espera de un nuevo cambio.
El hierro cortante rasgo el viento, los excesos que identificaban a esa falsa verdad, a ese falso ser, producto de engaños y manipulaciones empezaba a desaparecer con cada movimiento, con cada corte exacto de una espada que empuñada con odio. "Suplicio", su nombre alcanzó a sus oídos sin necesidad de pronunciar su nombre. Ahora era la hora de las sombras, tiempo de cuentos y leyendas de las cuales, algún día, formaría parte... si no lo era ya.
*De puertas para adentro, odiabas el cambio. No soportas a quienes te manipularon, a los que van detrás de ti, solo por quien eres, en realidad por quien representas ser, porque tú no eres ese que todos ven. Tú eres quien se refleja en el espejo…* El armamento de un asesino, estratégicamente ubicado en su lugar exacto.
El aspecto regreso a su antiguo molde, tal como en el reflejo del pasado. Un ser inconforme emerge aun mundo caótico. *El odio impulsa los engranes de tu corazón vacio… ¿Quién eres tu realmente?* la voz fue la misma de siempre. Suave y fría, un timbre acústico atrayente.
-¡Kvothe Clemens!- Su grito se alzó al cielo como ofrenda y sacrificio a todo mal causado con anterioridad. Sin embargo, carecía de arrepentimiento alguno... no tenía suficientes sentimientos para ello.
Kvothe- Caballero
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Re: Black Sound {Entrenamiento colectivo, priv}
Pasó sus dedos huesudos entre los pocos objetos de la cámara personal del capitan, no querría decir que el capitan fuera el mismísimo Kvothe, tan solo el dirigente del navio, aquel ser varu por lo que podía ver en sus pertenencias y arte.Pocos objetos interesantes, más de un astrolabio apostado sobre un mapa del lugar, algunos portulanos y mapas de corrientes marinas se amontonaban ente los rincones semisombríos de la habitación, aunque bien pensado, una habitación requería un lugar estático...y dentro de aquel barco alzado con ímpetu aquella mañana no cumplía tal requisito...mejor dicho, debía ser un camarote, sí eso sera...su desgastada lengua hacía crepitar sus labios inutilizados por el tiempo y lo angosto del destino. Masticó aquella idea durante minutos enteros: no lo extraño de haber usado habitación en vez de camarote, ni si quiera por qué estaba aún allí varado en aquella isla pudiendo haber salido hace tanto tiempo; no, definitivamente no era aquello que atosigaba su mente, era la inutilizaciónde parte de su habilidad lingüística.Añoraba aquellas tardes en las que podía hablar con alguien, las dríades de este bosque no eran una compañía que deseara mantener durante el tiempo suficiente como para entablar una conversación formal. Volviendo a los detalles de la habitación, añoraba el sonido a madera, añoraba inclusive las humedades de una habitación real, no una oquedad dentro de una montaña imponente. A pesar de eso quería permanecer allí durante mucho tiempo, no por motivos de imposición, sino por comodidad, no le gustaba ese lugar: civilizado y pomposo; igual que sus últimos recuerdos de Idhún. Enrealidad tan solo de la estupidez burócrata y de la aristocracia impuesta de manera forzosa a nuestra pobrísimo reino...ni eso, fuimos cogidos como ganado y entregados al "reynecillo" de turno como tal...simple ganado, no más que eso. Recuerdos de una sonrisa cadáver manchada por sangre y trozos de escombros esparcidos en rostro. Si puediera bufaría a su mente, lloraría a su alma y luego los mataría, a todos...sin excepción... Una intención formal y sin escrúpulos que se agolpaban entre los límites de su frágil y maltratada cordura.
Una débil respiración angustiada surgió de sus mismas entrañas. Indeciso por primera vez en su vida se situó en la cuerda floja de su subconsciente, este, el que nunca le había avandonado y había formado parte de su vida desde mucho antes de su propia conciencia le sugirió abrir la ventana, mejor dicho el ojo de buey que portaban en sus paredes todas los camarotes con perspectiva al casco del barco.Sus dedos dejaron en paz a las numerosas pertenencias del capitán, no tenía ningún sentido robarle nada; no exisitía ni un solo objeto que le ayudara en su tarea en estos momentos y con una vista más larga parecía evidente que se cumpliría a la larga. Esta no era su primera incursión en el plano de incógnito, recordaba múltiples aventuras todas ellas ordenadas con un gradiente de peligro y excentricidad mayor: cada vez métodos más sutiles y complicados de realizar; cada nuevo robo virlaje e incluso infiltración le aseguraban una reconpensa mayor por su cabeza...¡oh! Que dulce era oir ese sonido angustioso del que no sabía donde estaba su objeto más preciado, su arma más importante o su recuerdo de la infancia. Había saboreado la emoción de robar sin ser descubierto, de tomar un objeto que no te pertenece y desaparecer entre las sombras; pero sin duda los sentimientos que más impresos en su mente eran las persecuciones cuando le descubrían, los golpes cuando le cojína, los días de cárcel que había pasado en Idhún cuando ambas cosas sucedían.. mentiría sin dijera que esto no pasaba casi nunca, seguiría mintiendo si dijera que esto le había pasado pocas veces, sería sin embargo más acertado dar un leve margen a su habilidad, un acto de sensatez en su vida.
Una palabra maldita surcó el aire hasta sus propios oídos, caídos en la nada y expectantes al mundo. Observaba con suma tranquilidad el mundo que estaba en frente de sus ojos. Estaba anonadado , estaba escapando de forma involuntaria de su refugio y en cierto sentido, no le importaba en absoluto; era sumamente extraño concentrarse en un aspecto cuando la globalidad del juego te sumía en una intensa sensación de batalla. La humedad del mar calaba por el casco, anunciando una tormenta.
-"Algo debe de estar mal"- En efecto, todo estaba mal, la tranquilidad se había sumido en un forzoso viaje. Y esta empezó a romperse en el fulgor de los marineros, sus trabajos empezaron a desempeñarse con mayor agilidad y menor pereza; genial, Kvothe había vuelto, esto estaba mal, definitivamente estaba mal; aquel pensamiento erradicaba en que un juego tan perfecto puede derivar a intensiones más siniestras... ¿Qué está pasando? Sería extraño decir que confiaba en sus sentidos, y más en un artificio de la tecnología, pero la razón nunca ha mentido... nunca. Se mordió el labio con indecisión, mientras se apoyaba en el escritorio, frente a los cartas de corrientes de la isla.Al final la aceptación era lo único que nos quedaba, tras las decisiones de nuestros actos a veces tan solo nos queda la rendición; y en su caso...era marchar de la isla, todo debía empezar de nuevo.
La exclamación de súbito se adentró desde fuera, y el hormigueo que había sido indeciso al principio ahora era no más que un atrofiante dolor que empezaba a ser molesto. El pasaje se abrió casi de inmediato, no estaba acostumbrado a ello y... la teletransportación, era algo tan irreal que era casi imposible de describir. Los scripts eran extraños y enrevesados, eso seguro... esto era tan extraño como el paisaje perfecto.
Todos los marineros se pusieron en sus puestos, olló las vociferaciones del capitán:"A toda vela", y a sus órdenes el barco se deslizó sobre el agua. Nunca había estado en barco, su banvoleo , sus movimientos fluidos en torno al agua, el suave desliz en su navegar frágil...odió desde el primer momento esa sensación, y de forma análoga la amó con más profundidad que cualquier medio de transporte. Le liberaba de su mente, no podía predecir lo que pasaría luego, tan solo vaticinar que era un método de relajación más que curioso. Se quedó allí quieto, esperando a que llegara la tormenta...esperando a llegar a el continente en un barco en el que era intruso, sentado en el lugar del capitan...curiosa ironía.
Los segundos se convertían en minutos, y los minutos en horas sumido en una especie de sueño placiego en el que la nada dominaba frente a cualquier otra imagen. La descorazanadora historia de un joven que sobrevivió a una isla sería merecedora de la atención los marineros de alguna taberna cercana, las noches con las dríades alguna copa y un suave finjir con la mujer del tabernero le aseguraría un buen alojamiento por aquella noche. La curiosidad se extendió por sus labios, no había motivos para marchar todavía...necesitaba una puesta a punto y ropa nueva...
Fue entonces cuando el capitán apareció en su camarote, un varu horado de maneras adornadas y pomposas de la marina de la nación de Kvothe, atracarían como no en la capital humana:"El puerto Esmeralda" ; lugar favorito por cientos de humanos que apestaban a alcohol y tabaco del malo. Varu como ninguno, amante del mar y sus costumbres, confirmaba la imagen precisa que procedía de su mente sobre aquel personaje; ropas de capitán de barco, sable en una mano, daga en la otra y utensilios en todo su equipage, curioso ser...el que portaba la armadura de la elegancia. Pero el joven feerico ya no estaba a la vista, oyendo los pasos de aquel que buscaba su lugar se escondió tras las puertas del armarito del capitán, oculto entre ropas de gala y de combate, botas y guantes allí estaba él, aguardando su lugar. Solo cuando olló partir los pasos del joven Kvothe de la cubierta del barco, solo cuando los murmuros de sorpresa cruzaron las bocas de las señoritas que lo admiraban, él asaltó al capitán de la guardia.
No fue bonito, no fue ortodoxo, ni siquiera es digno de mención, tan solo el ruido de un quejido identificado desde lejos como el dolor del cansado su voz se apagó durante algunas horas...hasta que dsepertara, anonadado y sorprendido. Sus cuerpo, ahora estaba en posesión de los ropajes de aquel capitán, que tumbado en el suelo descansaba de manera forzada. Vestido como un marinero respetable, más que eso inclusive, un capitán de barco...saltó desde el ojo de buey hacia el agua...desapariciendo de aquel barco...marchando al fin hacia Idhún.
Salió del agua con la ropa empapada, cosa natural cuando te embuelves por su manto frío, se mezcló con los lugareños y dirijiéndose hacia la taberna más cercana pagó con el dinero del capitán una buena habitación, una copa y algo de comida decente. Búsquedas, intrigas y capturas, noches en vela corriendo, peleas desafortunadas, cuerpos insconscientes y otros augurios no eran más que vivencias que las recordarían en las yagas de sus manos, en las cicatrices de su espalda, en el ardor de su alma...una historia más que contar, una historia...
Una débil respiración angustiada surgió de sus mismas entrañas. Indeciso por primera vez en su vida se situó en la cuerda floja de su subconsciente, este, el que nunca le había avandonado y había formado parte de su vida desde mucho antes de su propia conciencia le sugirió abrir la ventana, mejor dicho el ojo de buey que portaban en sus paredes todas los camarotes con perspectiva al casco del barco.Sus dedos dejaron en paz a las numerosas pertenencias del capitán, no tenía ningún sentido robarle nada; no exisitía ni un solo objeto que le ayudara en su tarea en estos momentos y con una vista más larga parecía evidente que se cumpliría a la larga. Esta no era su primera incursión en el plano de incógnito, recordaba múltiples aventuras todas ellas ordenadas con un gradiente de peligro y excentricidad mayor: cada vez métodos más sutiles y complicados de realizar; cada nuevo robo virlaje e incluso infiltración le aseguraban una reconpensa mayor por su cabeza...¡oh! Que dulce era oir ese sonido angustioso del que no sabía donde estaba su objeto más preciado, su arma más importante o su recuerdo de la infancia. Había saboreado la emoción de robar sin ser descubierto, de tomar un objeto que no te pertenece y desaparecer entre las sombras; pero sin duda los sentimientos que más impresos en su mente eran las persecuciones cuando le descubrían, los golpes cuando le cojína, los días de cárcel que había pasado en Idhún cuando ambas cosas sucedían.. mentiría sin dijera que esto no pasaba casi nunca, seguiría mintiendo si dijera que esto le había pasado pocas veces, sería sin embargo más acertado dar un leve margen a su habilidad, un acto de sensatez en su vida.
Una palabra maldita surcó el aire hasta sus propios oídos, caídos en la nada y expectantes al mundo. Observaba con suma tranquilidad el mundo que estaba en frente de sus ojos. Estaba anonadado , estaba escapando de forma involuntaria de su refugio y en cierto sentido, no le importaba en absoluto; era sumamente extraño concentrarse en un aspecto cuando la globalidad del juego te sumía en una intensa sensación de batalla. La humedad del mar calaba por el casco, anunciando una tormenta.
-"Algo debe de estar mal"- En efecto, todo estaba mal, la tranquilidad se había sumido en un forzoso viaje. Y esta empezó a romperse en el fulgor de los marineros, sus trabajos empezaron a desempeñarse con mayor agilidad y menor pereza; genial, Kvothe había vuelto, esto estaba mal, definitivamente estaba mal; aquel pensamiento erradicaba en que un juego tan perfecto puede derivar a intensiones más siniestras... ¿Qué está pasando? Sería extraño decir que confiaba en sus sentidos, y más en un artificio de la tecnología, pero la razón nunca ha mentido... nunca. Se mordió el labio con indecisión, mientras se apoyaba en el escritorio, frente a los cartas de corrientes de la isla.Al final la aceptación era lo único que nos quedaba, tras las decisiones de nuestros actos a veces tan solo nos queda la rendición; y en su caso...era marchar de la isla, todo debía empezar de nuevo.
La exclamación de súbito se adentró desde fuera, y el hormigueo que había sido indeciso al principio ahora era no más que un atrofiante dolor que empezaba a ser molesto. El pasaje se abrió casi de inmediato, no estaba acostumbrado a ello y... la teletransportación, era algo tan irreal que era casi imposible de describir. Los scripts eran extraños y enrevesados, eso seguro... esto era tan extraño como el paisaje perfecto.
Todos los marineros se pusieron en sus puestos, olló las vociferaciones del capitán:"A toda vela", y a sus órdenes el barco se deslizó sobre el agua. Nunca había estado en barco, su banvoleo , sus movimientos fluidos en torno al agua, el suave desliz en su navegar frágil...odió desde el primer momento esa sensación, y de forma análoga la amó con más profundidad que cualquier medio de transporte. Le liberaba de su mente, no podía predecir lo que pasaría luego, tan solo vaticinar que era un método de relajación más que curioso. Se quedó allí quieto, esperando a que llegara la tormenta...esperando a llegar a el continente en un barco en el que era intruso, sentado en el lugar del capitan...curiosa ironía.
Los segundos se convertían en minutos, y los minutos en horas sumido en una especie de sueño placiego en el que la nada dominaba frente a cualquier otra imagen. La descorazanadora historia de un joven que sobrevivió a una isla sería merecedora de la atención los marineros de alguna taberna cercana, las noches con las dríades alguna copa y un suave finjir con la mujer del tabernero le aseguraría un buen alojamiento por aquella noche. La curiosidad se extendió por sus labios, no había motivos para marchar todavía...necesitaba una puesta a punto y ropa nueva...
Fue entonces cuando el capitán apareció en su camarote, un varu horado de maneras adornadas y pomposas de la marina de la nación de Kvothe, atracarían como no en la capital humana:"El puerto Esmeralda" ; lugar favorito por cientos de humanos que apestaban a alcohol y tabaco del malo. Varu como ninguno, amante del mar y sus costumbres, confirmaba la imagen precisa que procedía de su mente sobre aquel personaje; ropas de capitán de barco, sable en una mano, daga en la otra y utensilios en todo su equipage, curioso ser...el que portaba la armadura de la elegancia. Pero el joven feerico ya no estaba a la vista, oyendo los pasos de aquel que buscaba su lugar se escondió tras las puertas del armarito del capitán, oculto entre ropas de gala y de combate, botas y guantes allí estaba él, aguardando su lugar. Solo cuando olló partir los pasos del joven Kvothe de la cubierta del barco, solo cuando los murmuros de sorpresa cruzaron las bocas de las señoritas que lo admiraban, él asaltó al capitán de la guardia.
No fue bonito, no fue ortodoxo, ni siquiera es digno de mención, tan solo el ruido de un quejido identificado desde lejos como el dolor del cansado su voz se apagó durante algunas horas...hasta que dsepertara, anonadado y sorprendido. Sus cuerpo, ahora estaba en posesión de los ropajes de aquel capitán, que tumbado en el suelo descansaba de manera forzada. Vestido como un marinero respetable, más que eso inclusive, un capitán de barco...saltó desde el ojo de buey hacia el agua...desapariciendo de aquel barco...marchando al fin hacia Idhún.
Salió del agua con la ropa empapada, cosa natural cuando te embuelves por su manto frío, se mezcló con los lugareños y dirijiéndose hacia la taberna más cercana pagó con el dinero del capitán una buena habitación, una copa y algo de comida decente. Búsquedas, intrigas y capturas, noches en vela corriendo, peleas desafortunadas, cuerpos insconscientes y otros augurios no eran más que vivencias que las recordarían en las yagas de sus manos, en las cicatrices de su espalda, en el ardor de su alma...una historia más que contar, una historia...
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Kylar Stern- Espíritu
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