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Tercer capítulo. Uno, dos y tres, ¡un Tektek! "Diario de mis viajes"

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Tercer capítulo. Uno, dos y tres, ¡un Tektek! "Diario de mis viajes" Empty Tercer capítulo. Uno, dos y tres, ¡un Tektek! "Diario de mis viajes"

Mensaje  Eliwood Mar Mayo 21, 2013 5:44 pm

Tercer capítulo. Uno, dos y tres, ¡un Tektek! "Diario de mis viajes" Panorama10blog

Uno, dos y tres, ¡un Tektek!


Seguía en Ganti. El transporte en esa zona se había masificado, y muchos vivían del turismo que proporcionaba la zona por ser un lugar de paso entre las rutas marítimas de Kosh a Puerto Esmeralda. Además, era la zona de descarga de los productos de los Reinos Oceánicos por antonomasia desde hacía eras. Aprovechando la cercanía con el mar, y por ser hombre de costumbres. Decidí bajar a los reinos oceánicos para visitar la fauna que me podía proporcionar, que no era poca. Fui paciente y pude ver maravillas muy insólitas, entre ellas los enkora. Bellos animales marinos que cuando llega el final de su vida se dirigen a un lugar concreto para pasar sus últimas horas de vida con serenidad y abandono. Estos no fueron los únicos animales que vi, pero fue el más impresionante.

Todo empezó con nuestra partida de Ganti mediante un barco mercantil. Una de las partes buenas de ser uno de los más altos nobles de Nanetten es que puedes aprovechar barcos nanettianos para poder desplazarte sin tener que pagar nada. Así que me planté ante el barco que más me gustó y le pregunté al capitán: “Perdone, ¿este barco va a zarpar pronto?”. En verdad, más que el barco, me fijé con el capitán. Evité todos aquellos que parecían bucaneros o corsarios. No quería ningún peligro adicional. Por suerte, los capitanes fieles a los nobles de Nanetten llevan una insignia que los distingue de todos. Cuando por fin encontré a uno, no tardó mucho el capitán en despacharme: “Sí caballero, por eso tengo que pedirle que se vaya de aquí porque estamos hasta arriba de trabajo y no damos abasto”. “Le tengo que insistir, no es urgente pero me gustaría partir con vosotros a los Reinos Oceánicos si ese es vuestro destino” le insistí. “Señor, no moleste más y váyase…” empezó enfadado el hombro pero de inmediato se paró. Al girarse en seguida me reconoció y su boca no pudo más que dibujar una caída en perpendicular al suelo. Pasaron los segundos hasta que torpemente alzó los brazos y con el cuerpo hizo una reverencia algo poco diestra. “… Lo, lo siento Eliwood, hijo de Karevan de Nanetten” continuó “No sabía de vuestra presencia en éstas tierras, si hubiera sido así, hubiese sido el primero en pedirle el honor de ser vuestro capitán en vuestra travesía”. Rápidamente, le puse la mano encima del hombro, en señal de acercamiento. “Tranquilo, te comprendo. No todos los días se presenta alguien así como así.” Respondí para tranquilizarlo, “Necesito viajar hacia los Reinos Oceánicos, es un viaje de investigación. ¿Así que de que mejor forma que utilizar uno de los barcos de mi tierra que están por aquí? Pensé que me ayudaríais pero si estáis muy atareados mejor pido ayuda en otro lugar”. “¡Ni hablar! Esto no sucede todos los días, ¡así que usted se viene con nosotros!” vociferó el capitán casi sin dejarme acabar la frase. Esa clase de hombres era la que me gustaba tener a mi lado: servicial, predispuesto y afable. Aún no tenía las ideas muy claras, pero al final del viaje decidí condecorarlo con el título de noble de media categoría por muchos sucesos que acontecieron más tarde. Sin más, partimos prestos del puerto de Ganti en ese mismo día. Con lo cual, la fiesta que quiso montar el capitán tuvo que empezar en la mar.

Al día siguiente quise bajar hacia la cabina del tektek. Estaba en las plantas más profundas del barco, pero por suerte no fue nada complicado ya que me llevó un varu.

Los Tektek son unos grandes animales marinos. También, son conisderados los animales más rápidos dentro del agua, tanto en agua salada como en agua dulce. Son una mezcla de los pulpos y los calamares, ambos animales terrestres. Son muy parecidos a ellos porque su cuerpo en gran parte es fusiforme pero con un inicio de punta de flecha. Esta morfología es importante para lo que vendrá a continuación y que más tarde amos a hablar. Como los pulpos y muy diferentes de nosotros que tan solo tenemos uno, son animales con tres corazones: dos corazones bombean sangre a las dos branquias que encontramos a lado y lado del cuerpo del Tektek y el tercero impulsa sangre al resto del cuerpo. Esto es porque necesitan un aporte alto de oxígeno para los músculos y las vísceras, y cuando ganan velocidades altas, el contacto con el agua es muy pequeño y se pierde la oxigenación de la sangre. Con lo que, con un corazón para cada branquia hace que haya mucha más sangre en las branquias para que la poca oxigenación de esta se vea compensada con una mayor atracción por parte de la sangre.

Pero su parecido no llega más allá de la piel y su esqueleto, básicamente porque no tienen. Los pulpos tiene ocho tentáculos y los calamares diez; en cambio, los Tektek tan sólo tres. Aunque esta puede llevar a diferenciar los tres animales entre ellos, hay otra diferencia muy importante. Los calamares tienen unos tentáculos musculosos y se ayudan de ellos para moverse por el agua al igual que los pulpos. Sin embargo, los Tektek poseen unos músculos muy diferentes. No son músculos de fuerza, sino de precisión. No les proporcionan fuerza para un impulso continuado, solo lo utilizan cuando se mueven por los arrecifes y necesitan unos movimientos acompasados y sincronizados. Son movimientos puntuales para coger comida y moverse para zonas más cálidas. Todos son movimientos que no llegan a metros y suele ser mayoritariamente arrastrándose por el suelo marino, de este modo pueden alcanzar distancias mayores. Pero tenemos la siguiente contradicción, los Tektek pueden remolcar barcos llenos con tripulación y mercancía y proporcionar una velocidad de crucero puntual superior a la de un mismo barco con el mejor viento a favor en sus velas. Entonces, muchos os preguntaréis, ¿cómo consiguen los Tektek estos desplazamientos tan rápidos si los tentáculos no sirven para nadar? Muy fácil, no utilizan los tentáculos, sino un mecanismo de retropropulsión autónomo. Funciona como un reactor de avión, por debajo de la boca tienen un orificio por donde entra el agua, esta agua que entra ya está en movimiento porque el Tektek se ha impulsado con los tentáculos. Dentro de él, tiene un mecanismo en forma de bomba por el cual, el agua entra por unos orificios que tienen unos músculos muy fuertes. Éstos comprimen la luz del conducto, comprimiendo el agua. Como el agua no es compresible tiene que expandirse hacia los lados. El único lado por donde puede salir es el orificio posterior del cuerpo del Tektek porqué el agua entra por el anterior y obliga a la que está en el interior a salir por el otro lado. Para añadir, la luz del conducto a medida que se acerca al orificio posterior tenemos un diámetro un tanto más pequeño que en el de la entrada, con lo que el agua sale con más presión. Esta presión evoca una fuerza al agua que tenemos detrás, haciendo que sea empujada. Esta agua tiene reticencia a ser empujada con lo que será como comprimir un muelle en una pared. Para que el muelle vuelva a la posición anterior, o empuja la pared o empuja al cuerpo que ejerce la fuerza de compresión. En este caso, el agua (muelle) empujara al Tektek (cuerpo que ejerce compresión al muelle).

Esto hace de los Tektek un animal muy importante para la navegación y por eso se utiliza como motor en los barco en aquellos momentos que se necesita una ayuda extra cuando el viento no suficiente aliado. Los Tektek proporcionan una potencia que mejora la velocidad de los barcos en un 50%. Aunque para que éste movimiento sea verdaderamente eficaz, necesitamos que el Tektek tenga una constitución realmente aerodinámica y ligera. Su cuerpo es un ejemplo perfecto, evita casi al cien por ciento la fricción del agua contra su cuerpo. Además, la forma de flecha de su cabeza ayuda a que el agua pueda deslizarse por su cuerpos sobretodo en dos direcciones, hacia arriba y hacia abajo. Cosa imprescindible porque el agua debe de entrar pro el orificio de entrada para mantener ese movimiento. Por desgracia, como se ha dicho antes, la fuerza muscular de los tentáculos del Tektek son muy pobres, con lo que el movimiento inicial es muy escaso. Esto hace que el arranque de este mecanismo cueste un poco y sea gradual. Este inconveniente se suple gracias a la gran precisión de sus tentáculos, que aunque no son fuertes puede adherirse en cualquier superficie y de forma casi permanente porque sus ventosas son muy potentes.
Además, los órganos son multifuncionales, no tenemos un órgano para cada cosa como los sangrecalientes. Por ejemplo, las funciones del hígado y del páncreas se encuentran en un mismo órgano para economizar espacio y obtener un menor peso para poder ser más eficientes en la velocidad. Además, el cerebro de los Tektek es muy simple, tenemos un cerebro que se ha desarrollado lo suficiente como para poder sobrevivir y reaccionar ante estímulos externos del dolor y supervivencia. Esto a ha conllevado que ante el desarrollo de las capacidades telepáticas de los varu les lleven a la posibilidad de poder controlar sus mentes a voluntad de una forma muy rudimentaria.


Di vueltas alrededor de la cuba donde se encontraba, admirando la belleza de ese animal. A la tercera vuelta, decidí comunicarme con él. Le pedí permiso al varu y él me cedió su puesto un poco a desgana. Seguro que debería de pensar que le quería quitar el sitio, ni loco aceptaría un trabajo como el suyo. El capitán se quedó a mi lado, fascinado porque para él eso era una máquina del Séptimo y no paraba de añorar esos tiempos en los que se viajaba solo con la fuerza del viento entre las telas de las velas. No le hice mayor caso, no podemos ser perfectos. El capitán se despidió de mí mientras el varu empezó a contarme los diferentes procedimientos que hacía para que el Tektek hiciera exactamente lo que él quería.

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Tercer capítulo. Uno, dos y tres, ¡un Tektek! "Diario de mis viajes" Empty Cuarto capítulo. Cementerios bajo el mar "Diario de mis viajes"

Mensaje  Eliwood Jue Jul 04, 2013 3:29 pm

Cementerios bajo el mar

La brisa del mar entrelazándose entre mis pelos. La sensación de libertad que sientes cuando estas en medio del mar son pacífica y encantadora. Aunque a la vez, si te paras a pensar, te das cuenta que solo unas cuantas piezas de madera te separan de miles de millones de litros de agua. De devastadora agua que pueden hacer de tu fin un infierno mojado y frío. Pensando en éstas cosas, el barco ya llevaba más de una semana viajando por los Reinos Oceánicos. Nos habíamos perdido y ahora no encontrábamos el poste donde teníamos que bajar hacia las ciudades submarinas. Era increíble la bronca que propinó el capitán al hombre encargado de leer las cartas náuticas. Por lo que los marineros me contaban, era un chico joven y hacía poco que había sido contratado para leer las cartas, de manera que se podía entender la ineptitud del chico. Al parecer, el capitán prefirió pagar a un chico barato y sin experiencia que a un experto en lecturas de cartas náuticas caro. Esta situación no me molestaba para nada, me ayudaba a no pensar en mis preocupaciones en Puerto Esmeralda. Empezaba todo a mejorar, por fin la Cambra de los Lores había vuelto a ser instaurada. Ahora que los reinos del Séptimo habían sido derrocados, aquellos que corrieron para salvar su vida volvieron para rehacer sus vidas. Veíamos caras nuevas y volvíamos a encontrarnos con caras que hacía mucho tiempo que no veía. Sorpresa para ambos bandos, ya que nadie se esperaba que detrás de todo estuviera yo, el hijo renegado de Karevan. 

Todo eso ocurría en un palo del mástil mayor. Me ayudaba a perder de vista a las caras familiares de los marineros y al empalagoso capitán que no paraba de pensar en mí. Sin embargo, todo eso paró en un instante cuando algo, por el horizonte divisé. No podía creer aquello que estaba viendo. Bajé para asegurarme hasta el camarote del capitán. Allí era donde el que leía las cartas náuticas ejercía su trabajo. No tenía mucho idea de cartas náuticas, aunque sí sabía que en las cartas suelen dibujar animales y los sitios donde suelen aparecer estos dibujos es donde puedes encontrarlos. 

- ¿Me dejas un momento ésta carta, por favor? – le preguntó al muchacho que con un gesto con una traza de asquerosidad me lo da. 

Empiezo a buscar por la carta, según los cálculos del chico, estábamos cerca de un cementerio de enkora. ¡Ya está, debía ser eso! La devolví la carta al muchacho y me dirigí hacia el capitán corriendo. No podía perder esta oportunidad. 

Los enkora son animales marinos. No necesitan salir al exterior para respirar, como los delfines o las orcas ya que las branquias les proporcionan el oxígeno para vivir. Solo salen al exterior una vez en su vida, y el significado es su muerte. Tienen la capacidad de poder sumergirse muchos kilómetros bajo la superficie del mar, aunque suelen estar cerca de los fondos marinos en las llanuras submarinas y poco más arriba. No puede subir al exterior porque están acomodados a las altas presiones de bajo el mar, de manera que si salen al exterior, la bolsa de aire que tienen en su interior para orientarse explota, provocándoles la muerte al instante. 

La gran importancia que tienen estos animales no radica en su forma de vida, sino en su forma de morir. Aunque son unos animales sorprendentes, ya que tienen un tamaño excepcional, les son característicos los cementerios que forman. Durante toda su vida, se dedican a desarrollar una concha gigantesca. Esta concha la forman a partir de los compuestos minerales que obtienen del agua del mar. A partir de las branquias, donde absorben el oxígeno del agua, hay una porción que no tienen otros animales que sirve para absorber estos compuestos presentes en el agua como la sal. Son conchas muy duras que les sirve de protección contra ataques externos de animales depredadores. La parte blanda está situada bajo esta concha, dejando un punto débil claro. Muchos marineros los consideran como los swanit del mar. Sin embargo, su gran diferencia es el carácter que tienen hacia los demás. Donde los swanit son fieros y no dudan ni un segundo en atacar, los enkora son pacíficos y extrañamente se ha visto a alguno atacando a otro animal. Se alimentan del plancton, animales marinos de tamaño muy pequeño en suspensión. De su concha sólo sobresale la cabeza gracias a un cuello muy largo. El cuello es una muestra de como es el cuerpo de un enkora en la realidad. El cuerpo de un enkora esta cubierto por una piel muy lisa y fina, por esta razón, su punto débil es atacarlo por debajo, al tener todo el vientre al descubierto. Esta piel es de color azul - grisácea, se confunde muy bien con el fondo marino y provoca una ilusión cuando estas dentro del agua que hace que tengas que fijar bien tu objetivo si quieres atacar porque podrías fallar. Tienen cuatro aletas que las utilizan para nadar muy potentes. Deben ser muy potentes porque teniendo en cuenta que la concha, en su máximo desarrollo, puede pesar tranquilamente una tonelada y el cuerpo de un enkora, que no es precisamente pequeño, puede pesar otra tranquilamente, han de tener mucha fuerza para poder moverse. Pueden sobresalir de la concha, pero son escasos aquellos enkora que presenten esta característica. 

Como hemos dicho antes, su gran peculiaridad son los cementerios. El ritual de los enkora en el momento de morir es muy bello y singular. Sus grandes esqueletos formados a partir de la concha que duramente han ido desarrollando son posados sobre la superficie de las llanuras submarinas, aunque no lo hacen desordenadamente. Todos van a morir en lugares concretos, formando verdaderos cementerios donde podemos encontrar esqueletos de los enkora desde el principio de los tiempos. Aún se desconoce porque los enkora siguen este ritual, algunos piensan que es para honrar a la diosa Neliam, cuyo elemento es el agua. Otros dicen que su razón es evolutiva, las conchas de los enkora son muy duras y tardan mucho tiempo en deshacerse, si cada enkora dejara su esqueleto allí donde quisiese tendríamos todas las llanuras submarinas cubiertas por esqueletos de enkora. En un primer momento, estos cementerios fueron utilizados por los varu como ciudades. Las conchas servían de construcciones ya que eran muy duras y su durabilidad era muy prolongada de modo que podían vivir muchas generaciones bajo el mismo techo sin peligro de derrumbe. Pero poco a poco, la arquitectura de los varu fue avanzando, y al final, las conchas de los enkora no fueron suficientes para poder aguantar la forma de vida que llevaban los varu. Además, no se suele hablar mucho, pero hay gente que dice que otra razón fue el problema de que algunos seguían estando en uso por los enkora, de modo que no era seguro vivir en un lugar donde te podía caer un enkora encima en cualquier momento y sin avisar… 

Actualmente, el uso que se le da a los cementerios de los enkora son dos: el primer uso se remonta al tiempo de la gran migración de los cementerios a las actuales ciudades submarinas. En verdad, nunca se han dejado de utilizar y por eso, actualmente se siguen utilizando como refugio para los varus en caso de emergencia. Las conchas de los enkora, al ser de un material tan duro, hacen que se conviertan en verdaderos búnkeres. El segundo uso es muy reciente. Actualmente, la gente empieza a tener dinero y es muy frecuente que la gente viaje por Idhún. Los cementerios de enkora son verdaderamente bonitos porque hay algunos que están abandonados y no se usan y se han convertido en una increíble reserva de animales marinos, como los arrecifes de coral en la Tierra. Por esta razón, son una atracción turística y de obligado ver si te pasas por las ciudades submarinas. No solo sirven como almacenes de animales acuáticos, también sirven para entender mejor la antigua civilización varu y poder entender de donde vienen y sus costumbres antes de las migraciones a las actuales ciudades. Pero aquí entramos en una verdadera discusión entre las autoridades locales. El uso de los cementerios para el turismo compromete gravemente al uso de los refugios, porque al saber la localización de estos pueden ser diana de ataques y perder la seguridad que deberían de proporcionar.  Por esta razón, no se conocen todos los cementerios que existen para poder usarlos como refugios en caso de emergencia.


Salí a la cubierta, mi mirada buscó al capitán. Una vez que nuestras miradas se entrecruzaron, no dejé que se me escapara: 

- ¡Capitán, un enkora! - grité con todas mis fuerzas. 

No podía perder esta oportunidad, el capitán lo entendió y hizo virar en dirección al enkora. Intenté establecer contacto con el animal, para poder saber qué era aquello que estaba pensando. Tal vez, de esta forma, podría saber porque los enkora realizaban este ritual. Sin embargo, la distancia no permitió el contacto. Deseé con todas mis fuerzas que el barco fuera más rápido. Si tardaba mucho más tiempo, no llegaríamos a tiempo. Y eso fue lo que sucedió, llegamos justo en el momento en que el enkora tenía sus últimos pensamientos de lucidez. Tan sólo pude escuchar: "Por fin, ya está...". 

El cuerpo del enkora empezó a submergirse dentro del agua. Primero la concha y luego el cuello. La cabeza fue lo último. Aunque... No iba a quedarme con los brazos cruzados. Me dirigí hacia la barandilla de la cubierta, puse un pie encima del pasamanos y salté hacia el agua. Una vez me zambullí, mis ropajes se transformaron, para poder perder la máxima fuerza ejercida por la fricción, en un traje de baño. Nadé con todas mis fuerzas y me cogí a la cabeza, ya que fue lo último en entrar al agua y aquello que estaba más cercano de la superficie aún. Una vez cogido, me dejé llevar por la fuerza del enkora hacia abajo. Bajamos y bajamos hasta que al final, viendo que ya llegábamos al fondo, me dejé ir y el enkora acabó estrellándose contra el cementerio. Había millares de peces nadando cerca de mí, el cementerio era un verdadero ecosistema de muchas especies de peces y otros animales subacuáticos relacionándose entre si. Había unos cuántos que conocía, otros que eran totalmente nuevos para mis ojos. En ese instante, no quería estar en ningún otro sitio. Ése era mi paraíso. Sin embargo, absorto en todos mis pensamientos, no pensé en que el oxígeno se me estaba acabando. Y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde, no tendría tiempo de salir del agua, ni en mi forma dragón. Al principio forcejeé y intenté subir unos metros, pero ya nada podía hacer. Lentamente, las fuerzas me fueron abandonando, que cabeza hueca estaba hecho, ¿como no podía haber pensado antes en eso, antes de lanzarme al agua a por el enkora? Ya era tarde de lamentaciones, dejé que la muerte se acercara a por mi y recogiera mi impetuosa alma. Quien diría que después de sobrevivir a una lucha entre dioses, mi fin sería así. Por suerte, mi cuerpo seguiría recogido en un cementerio al fin y al cabo. 

Mi cabeza empezaba a desvariar ya cuando un golpe seco me despertó. ¿Una burbuja, aire?
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