Un Descanso entre los arboles (RP)

Lurr
Megara

Una sombra apareció en un claro que flotaba en el centro del claro, su llegada hizo que las hojas caídas se marchitasen, los arboles estuviesen algo debilitados y las flores muy debilitadas, la hierba tenia un color marrón enfermizo ante su presencia, de un gesto y un susurro de sus palabras la presencia empezó a tomar una forma humana, apareció con un chaleco de cuero, un sombrero, dos espadas en su vainas, unos pantalones de tela y unas sandalias, mire a mi alrededor pensativo mientras alzaba la mano y al hacerlo un diablillo apareció en su puño, enrosco su cola por su brazo y dijo unas palabras antes de desaparecer, entonces su ropaje cambio a una túnica negra, una capucha empezó a aparecer y tapo su rostro con unas sombras, entre las sombras se veían dos centellas rojizas, una capa empezó a surgir de la túnica y unas botas negras aparecieron también, de un gesto de su mano hizo aparecer al mismo diablillo pero esta vez en su hombro y la cola del diablillo se enrosco en el cuello de su Amo y poso su cabeza en la de su Amo.

¿Un gran reino eh Lucifero? que pena que vaya a abandonar mi gobierno para dejárselo a otra persona para volverme su consejero, aunque así sera mejor ¿no crees? Chasquee la lengua pensativo, estaba claro que el diablillo no le contestaría era todavía una cría.

Seguí andando sin rumbo, mirando al cielo, a las hermosas nubes que avisaban del atardecer. No podía apartar la vista, ni evitar una suave sonrisa, pero a la vez tenía que tener cuidado de vigilar el suelo. La tierra en aquella zona estaba plagada de rocas y raíces traicioneras que podían hacerme tropezar en cualquier momento, si no pisaba con cuidado.

"No hay nada más hermoso que las nubes" pensé con aire soñador. Aquel atardecer iba a ser precioso.

De repente, percibí una presencia cerca. A toda prisa, me quedé inmóvil en posición de alerta y miré alrededor rápidamente. Así, unos metros a mi derecha, descubrí una figura desconocida, con la cara oculta bajo una capucha negra. Parecía estar hablando solo... Entonces me di cuenta de que se dirigía a un pequeño diablillo que llevaba encima.

"Está hablando de un reino... será uno de esos "gobernantes" de los que se habla"

-¿Quién eres? -exigí saber, acercándome para llamar su atención- ¿De qué hablas, y qué haces aquí?

Era una zona despoblada. Tenía que traerse algo entre manos; no tenía pinta de estar de paso.

Mientras decía unas palabras a Lucifero escuche una voz y alce mi mirada, sus dos ojos rojos se posaron donde venia la voz, una trasga poco común diría yo, guarde silencio unos minutos y sin mas el diablillo desapareció: ¿Quien soy? Pues depende, puedo ser un antiguo mago, un mago oscuro, un archimago, un nigromante, una humilde persona que esta con su mascota paseando por el lugar, aunque me podéis llamar Lurr, y diría que uno de los pocos nigromantes de todo idhun, por no decir que soy el único diría yo, ¿que hago aquí? pues descansar un poco ¿y vos que hacéis por aquí humilde trasga? ¿tal vez lo mismo que yo? a saber, cada uno tiene sus cosas ¿no? pues solo te digo una cosa, espero que disfrutes de este pequeño bosque y descanses bien. me senté en el suelo mientras sacaba una botella de cristal llena de un liquido rojizo, de su bolsa saco una copa, echo un poco de vino y dio un sorbo ¿ Queréis un poco y así nos conocemos un poco mas mi poco atrevida trasga?

El extraño dijo llamarse Lurr. Tenía un aire oscuro, con una cordialidad fría, como si todo aquello no fuera más que una máscara que nadie se había esforzado en pulir... pero impenetrable.

"O tal vez él mismo no es más que una máscara. Dicen que los nigromantes no tienen alma"

Nada más tener aquel pensamiento, lo enjaulé a toda prisa. También decían que podían leer la mente y las intenciones de los demás. ¿Acaso podía ver dentro de mis pensamientos? Sabía que tanto los varu como los sangrefría tenían poderes mentales... principalmente los sheks. Pero se contaban muchas cosas de los magos, y de los magos oscuros había aún más leyendas que habían dado la vuelta a Idhún desde hacía siglos. Desde Talmannon a Ashran, pasando por todos los magos oscuros que nuestro mundo había llegado a conocer.

Pero yo confiaba en mí misma y en mi fuerza. No pensaba dejar que nadie me atemorizara, pudiera o no pudiera leer mi mente, aunque aquella idea me resultara inquietante.

-No me gusta que me juzguen tan pronto, nigromante -digo en un siseo-. ¿Cómo sabes que no pienso atacarte? ¿Cómo sabes que puedes estar tan tranquilo?

Yo no os he juzgado, solo os he preguntado algunas cositas, pero si no queréis decirme nada pues no me digáis nada, pues me resulta indiferente la verdad sea dicha, ¿Como se que no me quieres atacar? pues muy sencillo, si me quisieras atacar me habrías atacado por la espalda ¿no? ¿Y como se que puedo estar tranquilo? eso nadie lo sabe, pero yo estoy tranquilo, pues veo que no eres maga y un caballero o soldado no es nada comparado contra mi poder, encima no estoy seguro de que seas una hábil luchadora, tal vez lo eres y me equivoque, pero eso primero se demuestra, mas no has respondido a mis preguntas pero bueno, ¿Queréis sentaros y tomar una buena copa de vino? ¿O no te gusta el vino? si es así entonces me temo que no tengo nada mas, y bueno señorita trasga ¿Como os llamáis? ¿O he de seguir llamándoos señorita o trasga? Bueno, hace tiempo que no veo a ningún trasgo, bueno si, en la torre, pero no es que los mire mucho ¿Sabes? una sonrisa maligna cruzo su rostro, y mientras pensaba dio un sorbo al vino. Hm, un buen vino sin duda, bueno, ¿que os trae por estos parajes? ¿Tal vez vayáis a visitar el bosque trasgo?

-No... hace mucho que no voy allí. No puedo volver -dije sin emoción. A veces aún echaba de menos Trask-Ban... a la familia que me quedaba, a los amigos perdidos... y sobre todo a mi batallón... Pero ahora vivía otra vida, incluso aunque me negara a ser otra persona.

No, Trask-Ban ya no era una opción para mí, y tampoco era mi hogar. Me gustaría encontrar uno algún día... o eso pensaba cuando llegaba la noche y no podía ahogar los recuerdos en el ruido y el movimiento de la vida, de los viajes. Si cerraba los ojos cansados escuchaba, sin quererlo, el suave frufrú de los árboles de tela del poblado de los Trasgos Grises. Si prestaba atención, o si tenía demasiado sueño, también podía oír la voz de mi madre...

A veces, cuando tenía que moverme de prisa en un camino embarrado o un paraje rocoso, cuando me echaban de una aldea perdida por ser de mi especie, o cuando vagaba herida en mitad de la noche, agotada, porque no podía quedarme en ningún lugar... echaba de menos tener un lugar al que volver... un lugar en el que poder, por fin, descansar...

Tal vez aquel oscuro bosque sí que siguiera siendo mi hogar.

-Me llamo Megara -dije en voz baja, acercándome... pero sin dejar del todo a un lado mi desconfianza-. ¿Ofreces vino tan amablemente a todos los extraños, nigromante?

Depende del día, tienes suerte de que últimamente no este en los días grises, si no no habrías llegado al claro me temo, pero bueno, ¿Quieres o no? mi mirada se poso un momento en Megara, pero luego mire al cielo como pensativo, aunque los demás sentidos estaban en un estado de alerta por una posible emboscada, total, los trasgos nunca iban solos y peleaban con trampas, como el, y bueno Megara, ¿Que os trae por esta parte del bosque? ¿Tal vez ir a hablar con el gobernador? ¿Vas de camino para unirte a su ejercito? ¿Tal vez para darle información? ¿O solo estáis dando una vuelta por este hermoso bosque....? La copa se acerco a mis labios y mientras daba un sorbo y refrescaba la garganta empece a escuchar a Megara por si decía algo, volví a posar la mirada en ella con una sonrisa siniestra Últimamente todo esta muy aburrido ¿No crees? puede que vaya a dar una visita a los rebeldes, solo puede, y tal vez quieras venir, aunque no nos conocemos y puede que tengas reparos contra esto...

Decliné su oferta con un gesto rápido y me senté frente a él, sobre la hierba corta y ajada del bosque. Me gustaba el vino, pero no aceptaría bebida de un desconocido, y menos de un nigromante. La desconfianza no desaparecía tan fácilmente. Él pareció no darle importancia, y siguió bebiendo un sorbo de poco en poco. Escudriñé dentro de la copa y me pareció ver que el oscuro líquido rojo se movía, pero estaba segura de habérmelo imaginado.

-No quiero tratos con gobernadores, de momento. No tengo nada de interés -me encogí de hombros-. Sólo intento llegar a alguna parte donde alguien necesite una espada a la venta... si me entiendes.

Hice un gesto vago hacia mis armas para recalcar mis palabras. Tampoco había muchas cosas que un trasgo pudiera estar haciendo por aquella zona, y menos con mi vestimenta militar y con poco más equipaje que unas cuantas hojas de acero.

Lurr siguió hablando y lo que dijo atrajo mi atención. Hice un mohín indeterminado.

-¿Rebeldes? No tengo reparos en atacar ni dejar de atacar a nadie -reí-. Pero sólo actúo cuando puedo sacar beneficio. Como comprenderás -alcé las cejas.

¿No quieres tratos con los gobernadores? Vaya... di otro sorbo mientras escrutaba a la trasga, ¿Atacar? Oh me insultáis señorita Megara, yo no dije nada de atacar, yo solo dije de ir a verlos no dije nada de atacarlos, ains has herido mi pobre alma, si si, le has hecho daño, ¿Por que todos piensan que quiero atacar? ¿Tal vez sea por que soy nigromante? ains, ¿Acaso por que un solo nigromante haya extinguido a dos seres supremo o casi extinguido decís que todos los nigromantes atacamos? prejuicioos de los ignorantes, pero yo pensaba que los trasgos estaban por encima de esos prejuicios.... me eche en el suelo mientras dejaba la copa en el suelo, bueno, yo voy de camino allí por si os interesa señorita Megara, tal vez de camino encontremos algo de diversión de paso, pero bueno, he de hacer algunas cosas y he de marchar hacia una guerra, luego nos veremos si el destino así lo quiere...

y el nigromante desapareció entre las sombras de los arboles

Off: Dejo post.