Mitos y leyendas II [RP - Eliwood, Irkan]
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Mitos y leyendas II [RP - Eliwood, Irkan]
El pelo se me revolvía con fiereza cada vez que Eli batía sus enormes alas membranosas. Sentía bajo mis piernas los músculos del dragón contrayéndose, las escamas susurrando al rozar unas con otras en el movimiento. Pese a lo presto del volar de Eli, la noche ya empezaba teñir el cielo de un intenso púrpura, y la primera de las lunas ya se había alzado sobre el horizonte. Nos habíamos desviado hacia el norte para evitar la cordillera de Nandelt y ahora volábamos sobre los reinos humanos, siguiendo el curso del río Estid hacia el este.
Me aferré con fuerza al lomo de Eli al descender para aterrizar en breve sobre una pradera despejada. Salté del dragón y hundí los dedos de los pies entre las briznas de hierba, disfrutando de la firmeza que el vuelo no me proporcionaba. Desde el aire había logrado vislumbrar un pequeño pueblo cerca que nos ofrecería alojamiento durante la noche.
Me aferré con fuerza al lomo de Eli al descender para aterrizar en breve sobre una pradera despejada. Salté del dragón y hundí los dedos de los pies entre las briznas de hierba, disfrutando de la firmeza que el vuelo no me proporcionaba. Desde el aire había logrado vislumbrar un pequeño pueblo cerca que nos ofrecería alojamiento durante la noche.
~♦♦♦~
Al llegar al pueblo comprobamos que tres calles eran más que suficientes para formar una población. Con una plaza empedrada como centro de tres ejes a los lados de los que se alzaban casas de piedra de dos pisos las más altas, el pueblo no era más que una posada cuyos huéspedes habían construido su propio hogar al pasar. La posada en cuestión estaba en la misma plaza, apenas alzándose sobre los edificios contiguos. Sobre la insulsa fachada de piedra gris lucía un cartel en el que se adivina el nombre del hostal, El Puente. Nos acercamos a la puerta, guardada por dos pilastras que no sujetaban nada y entramos.
El interior que nos recibió no era más que un salón con cuatro mesas y una barra tras la que se guardaba una mujer anciana cuyas altura y espalda combada apenas bastaban elevar sus ojos entrecerrados por encima del mostrador.
-¿Sí? -preguntó con voz rugosa.
-Una habitación para dos, si la tiene -pedí, hablando alta y pausadamente por miedo a que mi voz no traspasara la frontera de sus oídos.
-Habitación para dos, sí. Tengo una, sí. -Desapareció bajo el mostrador y apareció detrás de mí para arrastrarnos a Eli y a mí hacia unas escalaras al fondo de la habitación-. Tengo muchas, sí, pero nadie visita ya, no.
Un vistazo en derredor me bastó para comprobar que no mentía. Solo había una mujer en toda la estancia, sentada en una mesa mirando la pared, con un vestido rojo tan ligero que no hacía falta preguntarle el oficio, dándole vueltas al vino que quedaba en una botella. Subimos a la habitación, que resultó no ser más que cuatro paredes, dos camas estrechas un perchero y una ventana que daba a la diminuta plaza. Me encogí de hombros, me quité la túnica con un gesto rápido y me envolví en la manta de una de las dos camas. No tardé ni dos minutos en cerrar los ojos y dormirme.
El interior que nos recibió no era más que un salón con cuatro mesas y una barra tras la que se guardaba una mujer anciana cuyas altura y espalda combada apenas bastaban elevar sus ojos entrecerrados por encima del mostrador.
-¿Sí? -preguntó con voz rugosa.
-Una habitación para dos, si la tiene -pedí, hablando alta y pausadamente por miedo a que mi voz no traspasara la frontera de sus oídos.
-Habitación para dos, sí. Tengo una, sí. -Desapareció bajo el mostrador y apareció detrás de mí para arrastrarnos a Eli y a mí hacia unas escalaras al fondo de la habitación-. Tengo muchas, sí, pero nadie visita ya, no.
Un vistazo en derredor me bastó para comprobar que no mentía. Solo había una mujer en toda la estancia, sentada en una mesa mirando la pared, con un vestido rojo tan ligero que no hacía falta preguntarle el oficio, dándole vueltas al vino que quedaba en una botella. Subimos a la habitación, que resultó no ser más que cuatro paredes, dos camas estrechas un perchero y una ventana que daba a la diminuta plaza. Me encogí de hombros, me quité la túnica con un gesto rápido y me envolví en la manta de una de las dos camas. No tardé ni dos minutos en cerrar los ojos y dormirme.
Irkan- Señor de la Torre
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Fecha de inscripción : 07/08/2011
Edad : 28
Localización : Drackwen
Datos
Su personaje es: Irkan d'Ayora, mestizo feérico humano, Archimago (magia telúrica)
Trabaja de: Maestro de la Torre
Pertenece a: UUPSC Miembro #1, CDI Miembro #3
Re: Mitos y leyendas II [RP - Eliwood, Irkan]
Uno se sentía tan libre volando. Parecía que las temibles cadenas de la gravedad se rompían a velocidad pasmosa, dejando tras de si un corriente de polvo y suciedad. Mirar por encima de los árboles y ver a todo de hormiguitas trabajando, atareadas en banalidades y metas terrenales. Era un lujo al abasto de pocos poder volar. Por eso, me pareció más bien poco cuando llegamos al poblado y tubimos que aterrizar otra vez, para descansar. Lo hicimos fuera de la aldea, la gente de pueblo es muy cerrada y tienen miedo a lo desconocido. Nunca han visto un dragón, y mucho menos transformarse en un humano después. Mejor pasar desapercibido.
Una vez dentro, Irkan empezó a vociferar a la pobre abuelita para conseguir que le oyera y le diera una habitación para los dos. Mientras tanto, hice un repaso sobre la gente que había en ese hostal. Sólo quedaban ya tres personas muy variopintas, cada una separada de las demás. Eran dos hombres y una mujer. Uno de los hombres era flacucho, con chepa, nervioso y con una mata de pelo encima de la cabeza que se la enganchaba con gomina para que no se le cayera más. El otro hombre, en cambio, era fuerte, musculoso, alto, con ojeras y cabizbajo. Se olía aleguas que no estaba en este bar, recordando una noche de infortunio deshechada. Finalmente, la mujer no nos había quitado ojo de encima, ni a nosotros ni a nuestras carteras. Cuando acabé de mirar a la mujer, me di cuenta que los dos hombres que quedaban ya se habían ido, y solo quedaba la considerada mujer.
Cuando al fin la abuelita comprendió que lo que queríamos era una habitación en el piso de arriba y no limpiar la ropa en el fregadero fuimos a nuestra habitación. No estaba lejos de la escalera y rápidamente la abuela nos despachó. Me senté en la cama e Irkan se fue a dormir. Yo me quedé un rato esperando, mirando a través de la ventana con la poca luz que la luna traviesa, me proporcionaba para poder mirar al exterior. Dejándome ver la pobre mujer que se marchaba hacia casa por fin, esta vez sin movimiento de dinero.
Mañana llegarían por fin, tenía mucha curiosidad por saber que estaba pasando.
Una vez dentro, Irkan empezó a vociferar a la pobre abuelita para conseguir que le oyera y le diera una habitación para los dos. Mientras tanto, hice un repaso sobre la gente que había en ese hostal. Sólo quedaban ya tres personas muy variopintas, cada una separada de las demás. Eran dos hombres y una mujer. Uno de los hombres era flacucho, con chepa, nervioso y con una mata de pelo encima de la cabeza que se la enganchaba con gomina para que no se le cayera más. El otro hombre, en cambio, era fuerte, musculoso, alto, con ojeras y cabizbajo. Se olía aleguas que no estaba en este bar, recordando una noche de infortunio deshechada. Finalmente, la mujer no nos había quitado ojo de encima, ni a nosotros ni a nuestras carteras. Cuando acabé de mirar a la mujer, me di cuenta que los dos hombres que quedaban ya se habían ido, y solo quedaba la considerada mujer.
Cuando al fin la abuelita comprendió que lo que queríamos era una habitación en el piso de arriba y no limpiar la ropa en el fregadero fuimos a nuestra habitación. No estaba lejos de la escalera y rápidamente la abuela nos despachó. Me senté en la cama e Irkan se fue a dormir. Yo me quedé un rato esperando, mirando a través de la ventana con la poca luz que la luna traviesa, me proporcionaba para poder mirar al exterior. Dejándome ver la pobre mujer que se marchaba hacia casa por fin, esta vez sin movimiento de dinero.
Mañana llegarían por fin, tenía mucha curiosidad por saber que estaba pasando.
Eliwood- Señora de la Torre
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Fecha de inscripción : 25/04/2011
Edad : 30
Localización : Puerto Esmeralda
Datos
Su personaje es: Eliwood de Nanetten, noble de Puerto Esmeralda
Trabaja de: Domador de haai
Pertenece a: Fundador de IDHUN y elegido de Aldun
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