Expedición bajo el mar - Rol Colectivo (Tema único)

Aquí continúa el rol colectivo para todos los grupos. Recordad, aunque uséis el mismo tema no os encontraréis hasta que no se os indique.

Buena suerte.

Tras una larga caminata para coger el transporte al reino oceánico empezaba sentir como recuperaba la magia, nos adentrábamos en reino oceánico, le pedí al archimago que me dejara empujar la burbuja ya que como mago acuático podía respirar perfectamente en el medio acuático. Tras esperar a que subieran a la burbuja, me quite la chaqueta y la metí dentro de mi Zurron, entonces introduje el zurrón en la burbuja, no me hacía gracia que se mojara. En me subí a la barca y empezamos a avanzar cargando con la burbuja hasta que llegamos al punto donde me tocaba sumergir la burbuja, nos despedimos de las sacerdotisas que nos acompañaron y tras remangarme las mangas de la camiseta y de los pantalones y tras aplicarme un hechizo salte al agua y empecé a sumergir la burbuja. El agua estaba fresca y salada, empecé a sumergir la burbuja empujándola cuidadosamente mientras agitaba las piernas, el reino oceánico parecía tranquilo, bancos de peces, criaturas marinas, ya se empezaba ver el fondo del mar.

Aile se fue tranquilizando a medida que descendían, incluso comenzó a disfrutar del viaje, a pesar de la presión que notaba en los oídos. A aquella profundidad, las aguas estaban calmadas y cristalinas, todo lo contrario al fuerte oleaje de la superficie. Había bancos de peces que iban de aquí para allá, y extrañas plantas acuáticas que crecían entre las rocas. Aile nunca había imaginado el fondo del mar de aquella manera. Tan lleno de vida, tan hermoso. Parecía un mundo a parte, que no tenía nada que ver con Idhún. Seguramente, ya faltaría poco para llegar a Dagledu.

Descendían y descendían sin pausa entre aguas que se oscurecían lentamente mientras llegaban al reino de los varu. Al principio a Sagan le costó un poco acostumbrarse a respirar bajo el agua (No era algo que el hiciera muy a menudo) pero al cabo de unos minutos de nadar se acostumbró y pudo contemplar el sobrecogedor paisaje que le ofrecía el fondo marino.

Al cabo de un rato llegaron a Dagledu, pero Sagan siguió nadando y la pasó de largo por encima, ya que la Roca Maldita estaba fuera de la ciudad. Nadó, acercándose un poco mas al suelo a medida que se aproximaban a la roca.

Al cabo de unos minutos la gran roca negra, partida en dos pedazos, apareció ante ellos. Sagan se aproximó, sintiendo una extraña sensación de malestar al estar cerca de aquella cosa. Cuando estuvo cerca se giró hacia Aile. Él no podía hablar bajo el agua, pero si Aile hablaba él la escucharía, por lo que puso se giró hacia la burbuja y se encogió de hombros con cara de "¿Ahora que podemos hacer?" esperando que ella la interpretara y dijera algo.

Agua, bancos de peces, rocas con varios tipos de planta creciendo encima de las rocas, era la primera vez que estaba en el reino oceánico, de vez en cuando me quedaba fascinado con alguna de las maravillas que se escondía en el fondo del mar, pero debía centrarme en la tarea, había que encontrar cuanto antes ese fragmento del báculo para detener a Kannos. Me preguntaba que estaba haciendo mi halcón, él no podía seguirme bajo el agua por lo que se había quedado en la superficie, era más seguro que se mantuviera al margen si había una batalla pues podría haber resultado herido. Llevaba el amuleto Enev amarrado a la muñeca, sentí algo por ese amuleto, Aira había resultado herida pero ya se estaba siendo curada, por un momento dude si dejar esto e ir con mi querida Aira, pero había mucho en juego y al parecer Aira ahora estaba bien. Continúe empujando la burbuja hasta divisar Dagledu…

Tras varios minutos habíamos pasado Dagledu para ir a la piedra maldita, el lugar donde se suponía que se escondía el fragmento del báculo, poco a poco nos fuimos acercando y una extraña sensación me invadía, una sensación de querer dar media vuelta y salir corriendo. Me volví hacia el archimago, no podía hablar bajo el agua por lo que tendría que entenderme con gestos, mientras estábamos cerca de la roca le intente preguntar que se suponía que debíamos hacer.

Una desagradable opresión se apoderó del corazón de Aile según se iban acercando a la Roca Maldita. Se encogió sobre sí misma en el fondo de la burbuja, horrorizada. Siempre había sido sensible, y aquel malestar la turbaba profundamente.
Se dió cuenta de que Sagan la miraba como preguntándole qué era lo que podían hacer. Aile miró con desconfianza a la Roca, examinando su superficie. Pero no había ni rastro del báculo.
-¿Tienes idea de dónde puede estar? -preguntó.

Cerca de la roca maldita avistáis un agujero que se hunde por debajo de la roca. En la entrada hay una pared de burbuja, dentro de la cueva hay aire.

Sagan dijo que no con la cabeza, pero al acercarse un poco mas a la Roca Maldita vio la boca de una cueva cerca de la roca. Le hizo un gesto a Aile y empujó la burbuja con cuidado hacia la cueva hasta que atravesaron la pared de burbuja y entraron en un lugar seco. Sagan le hizo un gesto a Aile, y acostumbrándose de nuevo a respirar aire miro alrededor.

- Parece que hemos llegado - dijo - Ha sido una suerte que lo hayamos encontrado tan rápido - añadió, alegre.

La cueva se extendía ante ellos, húmeda y mal iluminada. El báculo estaba en alguna parte de esa cueva y Aile y Sagan tenían que encontrarlo antes de que llegara el grupo del Archimago. Sagan no perdió tiempo y convocó un fuego fatuo para que les iluminara el camino.

Tras unos minutos observando a mi alrededor y que al parecer el archimago estaba mirando igual que yo, me decidí acercar un poco a la Roca maldita aunque un poco a contra de mi voluntad pues ese lugar me daba mala sensación, entonces divise una entrada bajo la roca maldita, entonces agarre la burbuja donde se encontraba el archimago y empecé a empujarla en dirección a la entrada. Tras atravesarla con cuidado mi sorpresa fue ver que en esa cueva había aire, entonces tras atravesar la entrada empecé a respirar sintiéndome raro hasta que volví a respirar con normalidad, la cueva no es que fuera la más luminosa del mundo pues casi no se veía nada, con una palabra invoque a mi báculo y con otra la gema azulada del bacilo se ilumino dejando ver un luz.

A mí me parece que este es el único lugar posible donde ocultar el báculo-dije mientras alumbraba a mi alrededor en busca del camino, estaba empapado y encima la humedad de la cueva no me ayudaba, entonces se me ocurrió un idea, utilizando un hechizo sencillo extraje el agua de mi ropa formando una pequeña esfera que cayo al suelo salpicando un poco de agua, tras eso cogí mi Zurrón y me puse la chaqueta listo para avanzar por la cueva.

Ögak no había abierto la boca en todo el viaje. Le aterraba el océano más que otra cosa en el mundo. Se sentía en una carcel de agua, donde su elemento no tenía cabida, donde sólo podía salir con la ayuda de las burbujas que ni ella misma sabía como conseguir. Pese a eso la maravilló el paisaje marino con sus plantas, sus rocas y sus realmente extrañas criaturas.
Cuando llegaron a la cueva se levantó, ya que había estado acurrucada en el fondo de la burbuja todo el trayecto. Salió de ella con muchísimo cuidado, temiendo que el agua de fuera de la cueva pudiera entrar.
Al poner los pies en el suelo de la cueva se sintió un poco más segura, pero seguía pareciendo un cachorro asustado.
- Yo ahora mismo no sé dónde empezar a buscar...- se sentía aturidida y mareada.- Supongo que mientras buscamos me dará tiempo a encontrarme mejor... ¡espero! Porque ahora me siento realmente mal....

Aile agradeció el volver a encontrarse en un lugar seco y en el que pudiera moverse con normalidad, sin necesidad de estar metida dentro de una burbuja. El fuego fauto invocado por Sagan les iluminó el camino.
Aile seguía sintiendo una desagradable sensación a causa de aquella roca, y en aquel momento peor, ya que se encontraban nada menos que en su interior. No le extrañaba nada que las gentes del lugar evitaran acercarse.
-Sí, ha sido una suerte -respondió, aunque no estaba muy convencida de haber querido entrar.- Espero que encontremos el báculo tan rápido como la cueva. No creo que el archimago esté muy lejos.

De pronto tras Sagan y Aile con un chasquido apareció Kannos.

Ya está todo resuelto - dijo de pronto, dando un buen susto a la feérica y al humano - ¿Habéis localizado ya el paradero del fragmento? - preguntó, observando la cueva a la luz del fuego fatuo.

Con Kannos llegó otra persona, una mestiza.

Por cierto, os presento a Ariadna - añadió Kannos, presentandola




El archimago salió de la burbuja tras Ogadrak y observó la cueva con detenimiento.

- Parece que es aquí - dijo, pensativo - debemos encontrar el báculo antes de que llegue Kannos o ya no habrá salvación para la magia.

Sagan dio un pequeño bote cuando Kannos apareció de golpe tras ellos. El fuego fatuo parpadeó durante unos segundos, pero seguidamente se estabilizó y siguió flotando alrededor de ellos.

Acabamos de entrar en la cueva - dijo, una vez se repuso - aún no hemos encontrado el báculo, pero estamos en ello - respondió.

- Encantado de conocerte, Ariadna - dijo, cuando Kannos la presentó - Tienes razón, tenemos que encontrar el báculo cuanto antes si no queremos que se nos adelanten.

La cueva se extendía hacia delante, retorcida y angosta, describiendo eses hasta perderse de vista. Si seguían por aquel camino era probable que llegaran al báculo. Sagan no podía sentirlo en ninguna parte de la cueva, pero lo achacó al hecho de que la roca maldita se encontraba sobre ellos.

Sagan se extremeció al sentir la energía que desprendía la roca, pero sacudió la cabeza y se centró, comenzando a caminar con precaución por el húmedo suelo de roca.

Mientras yo sacaba mi zurrón y hacia las otras cosas Ogak salió de la burbuja con bastante cuidado, parecía que con algo de miedo, entonces me acerque a ella y apoye mi mano en su hombre para intentar tranquilizarla, ella dijo no sabía por dónde empezare a buscar, la mire a los ojos intentando tranquilizarla y tras eso dije: creo que la mejor opción es seguir por el único camino que veo. Entonces alumbre un poco adelante y se vio un camino serpenteante, quite la mano del hombro de Ogak y comenzaba a avanzar mientras escuchaba al archimago decir que si llegaba Kannos no habría salvación para la magia, di un suspiro, mi tercer encuentro con Kannos, esperaba al menos ahora estar a la altura de su magia pero resultaría difícil con el archimago de Kazlunn cerca. Estaba un poco ausente centrado en la pulsera, también un poco en el extraño ambiente y la energía que se notaba bajo la Roca maldita, seguía con la misma sensación de antes pero seguía avanzando.

Ögak dió las gracias a Alby por su apoyo con la voz cansada. Se estaba reponiendo pero sentía una gran claustrofobia al estar en un lugar como ese, encerrado y enterrado bajo el mar. "Me siento como si me hubieran encerrado en una caja y la hubieran enterrado bajo tierra sin escapatoria posible
" Pensó. Pero intentó serenarse y andó tras Alby.
- Espero que andar un poco por la cueva me siente bien, almenos puedo caminar un poco. - Dijo acercándose un poco más a sus compañeros. No quería admitirlo, pero dudaba estar preparada para un enfrentamiento. Se encontraba en el peor de los lugares de Idhun, bajo el agua. Se sentía tan fuera de lugar que camufló ese sentimiento de terror y desconcierto fingiendo estar bastante mareada. Pero decía la verdad, esperaba profundamente que el hecho de andar por tierra firme (aunque fuera en el fondo del mar y junto a una roca que había contenido al peor de los enemigos de los dioses) la ayudara un poco a recobrar la energía y el valor.

Aile se volvió hacia atrás sobresaltada, preparando mentalmente un hechizo defensivo. Se relajó al ver que era Kannos. Negó con la cabeza cuando preguntó por el fragmento que buscaban. Con él venía una chica, si Aile no se equivocaba, mestiza.
-Encantada, Ariadna -sonrió.- Ojalá nos hubiéramos conocido en otra situación...
Siguió caminando por la cueva. Puso mucho empeño en no rozar la pared de la cueva; ya era bastante desagradable sentirla, y no digamos tocarla. Rogó que ojalá llegasen pronto al báculo.

Al poco rato el grupo de Kannos llegó a una sala. El extremo contrario de la sala estaba taponado por lo que parecía una poderosa barrera mágica que les cortaba el camino.

Kannos se acercó un poco para examinar la barrera. Cuando volvió con los demás su cara no expresaba buenas noticias para ellos.

- No se puede continuar - determinó.


A los pocos segundos por detrás apareció el grupo del archimago. Kannos y el mago se mostraron cautelosos, observandose mutuamente sin actuar.

El archimago desvió un segundo la vista hacia la barrera.

- No podrás abrirla, ni un archimago podría abrir esa barrera - dijo Kannos - solo

El archimago retrocedió un par de pasos, y se quedó quieto unos poco segundos, meditando

- De acuerdo, colaboremos - dijo - Para conseguir el báculo necesitas ese último fragmento y para destruirlo necesitamos que esté completo.

Se giró mirando al resto de su grupo

- Los que sean magos que se coloquen a nuestro lado y lanzen un hechizo de ataque continuado contra el escudo - La magia de todos nosotros debería servir. Los que no sean magos que se aparten del escudo - dijo, poniéndose frente al escudo, mirando de reojo a Kannos en todo momento.

Ambos magos concentraron su magia y la lanzaron en forma de rayo contra el escudo.

Tras un rato caminando por la cueva, aun con la sensación que me producía la Roca maldita, tras varios minutos caminando nos topamos con Kannos y a los demás, lo que me sorprendió era que Ariadna iba con ellos. Entonces me fije en que el archimago y Kannos se miraban sin hacer ningún otro movimiento, tras unos segundos de silencio, este fue roto por Kannos que dijo que no podríamos abrir la barrera que ni un archimago podría… solo, entonces el archimago y Kannos entablaron una conversación que termino en que por el momento deberíamos colaborar todos los magos para romper la barrera. No me hacía mucha gracia tener que ayudar a los que pretendían arrebatar la magia Idhun pero era un momento de necesidad, siguiendo lo que nos decía el archimago me coloque junto a ellos dos (Kannos y el archimago) y también junto a ellos lance un hechizo continuo contra el escudo.

Aturdida miró al grupo que se encontraba delante. Kannos estaba con algunos compañeros de su viaje. No entendía nada! ¿Qué hacían con él? Se hizo a un lado para dejar a los magos actuar y esperó tratando de comprender lo que sucedía, pero no le entraba en la mente.
Puso su mano en la empuñadura de la espada dispuesta a luchar si hacía falta, esperando a ver cual sería el proximo paso a dar.

Sagan no se movió mientras el archimago y Kannos intercambiaban unas pocas palabras. Luego se pusieron de acuerdo en colaborar para abrir el escudo que cerraba el acceso al fragmento.

Entonces todos los magos comenzaron a lanzar ataques contra la barrera mágica. Sagan concentró su poder en las puntas de los dedos, preparándose para atacar. Cuando estuvo preparado pronunció las palabras del hechizo de ataque en arcano y de sus manos brotó un violento rayo que impactó violentamente contra la barrera.

Mientras mantenía el ataque para debilitar la barrera miró de reojo a sus adversarios, controlando que ni hicieran ningún movimiento sospechoso.

Aile se sobresaltó al ver que el grupo del archimago se encontraba allí, temiendo un enfrentamiento. Pero éste no llegó. Escuchó las palabras de Kannos y el archimago.
Observó como, uno a uno, los magos de allí se unían al archimago y a Kannos, lanzando hechizos de ataque contra la barrera.
Aile no perdió el tiempo e invocó proyectiles de fuego que estrellasen con la barrera. No le gustaba hacer mucho uso del fuego, pero aquella vez hizo de tripas corazón y atacó la barrera con todas sus fuerzas.

Lentamente en el escudo fue apareciendo una brecha.

El archimago y Kannos incrementaron la potencia de sus hechizos y comenzaron a caminar lentamente hacia el boquete que se había formado. Cuando estuvieron delante incrementaron aún mas la fuerza del rayo hasta que la brecha se hizo tan grande como para que pasaran dos personas. Y entonces...

Entonces los dos saltaron al unísono dentro de la barrera. Inmediatamente esta se cerró tras ellos, dejando atrás a dos confundidos grupos.

Ambos se giraron. Sus expresiones habían cambiado: la cara del archimago ya no expresaba preocupación y la de Kannos ya no expresaba aturdimiento. Ambos rostros componían un gesto de triunfo absoluto.

Al ver las caras de aturdimiento de los que habían quedado al otro lado de la barrera el archimago se adelantó.

- Gracias - les dijo - Hace tiempo que Kannos y yo queríamos reunir los fragmentos que nosotros mismos colocamos para absorber la magia de Idhún, pero un maldito mago varu colocó aquí esta barrera para que no pudieramos reunir todos los fragmentos. Y entonces se nos ocurrió montar una pequeña representación - dijo, con tono maligno.

- Habéis sido actores en una función cuidada al milímetro - intervino Kannos - y ahora presenciaréis el final en el que nosotros nos convertimos en amos absolutos de Idhún - sentenció, con una siniestra carcajada.

Dicho esto dieron media vuelta y se adentraron en la cueva, en busca del último fragmento del báculo, dejando atrás a los que habían engañado.

Aturdimiento, en aquel momento solo sentía aturdimiento, no sabía que hacía allí, no sabía lo que estaba haciendo en aquel momento.

El aturdimiento dejó paso a la confusión, por mi cabeza pasó todo un torrente de ideas desordenadas, no podía entender que estaba pasando en todo momento.

Y finalmente el aturdimiento dejó paso a la ira. Me lancé contra la barrera y la golpee con los puños con toda mi fuerza. Las partes de la barrera que golpee parpadearon levemente, pero esta siguió en el mismo sitio, impasible.

- No... nos han engañado - dije con rabia - Tenemos que atravesar esa cosa, y cuando lo hagamos le mataré - a medida que hablaba mi voz se iba haciendo mas grave y mi pelo y mis ojos parecían oscurecerse lentamente - ese idiota con delirios de grandeza me ha engañado y me ha usado para sus fines, le mataré y colgaré sus entrañas en el poste mas alto de la torre de Kazlunn - dije.

Hice un gesto brusco y lancé un violento ataque contra la barrera, que parpadeó un poco mas pero siguió en pie.

Algo mas calmado me volví hacia mis compañeros (Antiguos y nuevos), comprobando que estaban tan confusos y enfadados como yo.

- Tenemos que hacer algo - dije, con mi voz normal - No podemos dejar que se salgan con la suya como si nada, tenemos que presentar batalla... y exterminarlos - añadí, con voz baja y siniestra.