Tres palabras de despedida.
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06112012
Tres palabras de despedida.
Para leer esto... necesitáis escuchar esto: https://www.youtube.com/watch?v=wIJQT1nTn6A
¿Cómo podía seguir fingiendo si era la luna era mi único testigo?
¿Cómo podía seguir entonando canciones muertas, recortando palabras de fantasmas y matando flores tristes en sus pupilas para que se parecieran a ti?
No quiero que seas lo único y lo último. No quiero que todo acabe en ti. No quiero mirar por la ventana y no ser capaz de esperar otra cosa que tus pasos en la niebla, el calor en el corazón al saber que vienes a buscarme.
Porque no vas a venir a buscarme, ¿verdad?
No quiero que seas el último pensamiento de mis días, que te quedes como un recuerdo atrapado en mi mente hasta el amanecer. Yo no tengo la culpa. Yo nunca he tenido la culpa.
Entonces, ¿por qué me siento responsable por todas y cada una de nuestras lágrimas?
Perdóname.
Perdóname si voy a buscarte esta noche. Saldré corriendo de mi casa sin ponerme los zapatos, y los cristales rotos contra la lluvia me cortarán la carne, y marcarán las huellas de mis pasos con mi sangre. Le gritaré nuestros nombres a las nubes que lloran. Les diré que me marquen a mí, que soy el único culpable, que dejen ya de hacerte daño. Me hincaré de rodillas y del cielo lloverán piedras; no gritaré ante los golpes.
Ya estoy acostumbrado....
Perdóname si llamo a tu ventana como he soñado tantas veces, si rompo los barrotes con las manos y me hago un ovillo a los pies de tu cama, dejando que tus sueños me atrapen y me cojan prisionero... como antes.
Pero no... no lo haré. Sé que no lo haré.
Me das demasiado miedo. Siempre me has dado miedo. Desde que comprendí que tú eras mayor de lo que parecías, que tu piel encerraba menos heridas que tus recuerdos. Seguí riéndome de tus ojos azules hasta que me di cuenta de que no podía apartar la vista de ellos, de que me atravesaban y me clavaban a las paredes cada vez que me mirabas.
¿Cómo puedo ser tan cruel conmigo mismo para enamorarme de mi peor enemigo?
O tan cruel conmigo mismo como para enemistarme con mi mayor amor.
Perdóname... Por favor, perdóname. He perdido el miedo. Te quitaré las cargas de los hombros y te curaré las heridas, pero no vuelvas a mirarme. Si lo haces ya no podré irme nunca más, y yo no quiero estar a tu lado. Porque me mentiste, porque me heriste, porque siempre nos odiamos desde el principio. Porque a ojos de todos sigo haciéndote daño, riéndome de tu desgracia, tirándote puñales a la espalda y viendo cómo te tambaleas como un pajarillo abandonado. Y te lo mereces. Pero entonces, dime por qué tiemblo delante de tus ojos, por qué sueño con echarme a tus pies la próxima vez que te vea caminando y suplicarte que me mates.
No es justo tener que amar y odiar a la misma persona. No puedes hacerme esto...
No es justo que te hayas ganado cada una de las cuchilladas de la vida, y aun así yo le pida al viento que me deje ponerme en tu lugar y recibir las heridas. Yo mismo ansío empuñar el cuchillo que te hiere, pero no puedo soportar la visión de tu sangre. Tu muerte sería tan hermosa que yo caería sobre tu cadáver de mármol y granate, con el corazón atravesado, y no volvería a levantarme.
Cae la noche, y lo que más deseo en el mundo es apartarte el pelo de la cara y notar tu aliento frío en el dorso de la mano... Y dentro de un instante desearé estrangularte con mis propias manos y lanzarte al rincón más lejano del infierno. Y al momento siguiente sentiría la certeza inamovible de que, cuando lo hiciera, tarde o temprano volvería a buscarte.
Está prohibido quererte; no me extraña, si duele tanto.
Mátame, por favor. Antes de que te mate yo a ti. Antes de que me suicide derramando tu sangre.
Quise seguir fingiendo ante mí mismo igual que ante los demás... pero....
¿Cómo podía seguir fingiendo si la luna era mi único testigo?
¿Cómo podía seguir entonando canciones muertas, recortando palabras de fantasmas y matando flores tristes en sus pupilas para que se parecieran a ti?
No quiero que seas lo único y lo último. No quiero que todo acabe en ti. No quiero mirar por la ventana y no ser capaz de esperar otra cosa que tus pasos en la niebla, el calor en el corazón al saber que vienes a buscarme.
Porque no vas a venir a buscarme, ¿verdad?
¿Cómo podía seguir fingiendo si era la luna era mi único testigo?
¿Cómo podía seguir entonando canciones muertas, recortando palabras de fantasmas y matando flores tristes en sus pupilas para que se parecieran a ti?
No quiero que seas lo único y lo último. No quiero que todo acabe en ti. No quiero mirar por la ventana y no ser capaz de esperar otra cosa que tus pasos en la niebla, el calor en el corazón al saber que vienes a buscarme.
Porque no vas a venir a buscarme, ¿verdad?
No quiero que seas el último pensamiento de mis días, que te quedes como un recuerdo atrapado en mi mente hasta el amanecer. Yo no tengo la culpa. Yo nunca he tenido la culpa.
Entonces, ¿por qué me siento responsable por todas y cada una de nuestras lágrimas?
Perdóname.
Perdóname si voy a buscarte esta noche. Saldré corriendo de mi casa sin ponerme los zapatos, y los cristales rotos contra la lluvia me cortarán la carne, y marcarán las huellas de mis pasos con mi sangre. Le gritaré nuestros nombres a las nubes que lloran. Les diré que me marquen a mí, que soy el único culpable, que dejen ya de hacerte daño. Me hincaré de rodillas y del cielo lloverán piedras; no gritaré ante los golpes.
Ya estoy acostumbrado....
Perdóname si llamo a tu ventana como he soñado tantas veces, si rompo los barrotes con las manos y me hago un ovillo a los pies de tu cama, dejando que tus sueños me atrapen y me cojan prisionero... como antes.
Pero no... no lo haré. Sé que no lo haré.
Me das demasiado miedo. Siempre me has dado miedo. Desde que comprendí que tú eras mayor de lo que parecías, que tu piel encerraba menos heridas que tus recuerdos. Seguí riéndome de tus ojos azules hasta que me di cuenta de que no podía apartar la vista de ellos, de que me atravesaban y me clavaban a las paredes cada vez que me mirabas.
¿Cómo puedo ser tan cruel conmigo mismo para enamorarme de mi peor enemigo?
O tan cruel conmigo mismo como para enemistarme con mi mayor amor.
Perdóname... Por favor, perdóname. He perdido el miedo. Te quitaré las cargas de los hombros y te curaré las heridas, pero no vuelvas a mirarme. Si lo haces ya no podré irme nunca más, y yo no quiero estar a tu lado. Porque me mentiste, porque me heriste, porque siempre nos odiamos desde el principio. Porque a ojos de todos sigo haciéndote daño, riéndome de tu desgracia, tirándote puñales a la espalda y viendo cómo te tambaleas como un pajarillo abandonado. Y te lo mereces. Pero entonces, dime por qué tiemblo delante de tus ojos, por qué sueño con echarme a tus pies la próxima vez que te vea caminando y suplicarte que me mates.
No es justo tener que amar y odiar a la misma persona. No puedes hacerme esto...
No es justo que te hayas ganado cada una de las cuchilladas de la vida, y aun así yo le pida al viento que me deje ponerme en tu lugar y recibir las heridas. Yo mismo ansío empuñar el cuchillo que te hiere, pero no puedo soportar la visión de tu sangre. Tu muerte sería tan hermosa que yo caería sobre tu cadáver de mármol y granate, con el corazón atravesado, y no volvería a levantarme.
Cae la noche, y lo que más deseo en el mundo es apartarte el pelo de la cara y notar tu aliento frío en el dorso de la mano... Y dentro de un instante desearé estrangularte con mis propias manos y lanzarte al rincón más lejano del infierno. Y al momento siguiente sentiría la certeza inamovible de que, cuando lo hiciera, tarde o temprano volvería a buscarte.
Está prohibido quererte; no me extraña, si duele tanto.
Mátame, por favor. Antes de que te mate yo a ti. Antes de que me suicide derramando tu sangre.
Quise seguir fingiendo ante mí mismo igual que ante los demás... pero....
¿Cómo podía seguir fingiendo si la luna era mi único testigo?
¿Cómo podía seguir entonando canciones muertas, recortando palabras de fantasmas y matando flores tristes en sus pupilas para que se parecieran a ti?
No quiero que seas lo único y lo último. No quiero que todo acabe en ti. No quiero mirar por la ventana y no ser capaz de esperar otra cosa que tus pasos en la niebla, el calor en el corazón al saber que vienes a buscarme.
Porque no vas a venir a buscarme, ¿verdad?
Invitado- Invitado
Tres palabras de despedida. :: Comentarios
yo creo que precioso se queda corto... es increíblemente indescriptible, me encanta, es genial, sublime, impresionante, acabo de enamorarme completamente del texto y no exagero, es genial.
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