Volver la vista atrás, y ver el camino que jamás debes de volver a tomar [RC]

Estaba en la biblioteca de Kazlunn, completamente absorto en un trado de Ethorn, un conocidísimo Archimago, que trataba sobre cómo la luz era una energía controlable como cualquier otro elemento (recordaba todas esas lecciones de mis clases para Archimago) y además aportaba distintos experimentos que había realizado, hasta el punto de curvar la luz para hacer algo invisible. Acudió a mi memoria la imagen de Woren, mi maestro, realizando este experimento, coloreando la luz con unos pigmentos amásicos ondulatorios (cuánto tiempo me costó entender estos conceptos en primer grado, qué tiempos aquellos, ahora parecía tan fácil) para que viéramos cómo esta se curvaba. Al acabar mis estudios, el Woren me confesó que Ethorn jamás había llogrado doblar la luz y que el experimento era tan solo una falacia en la que se usaban pigmentos que respondían a la energía mágica por una pequeña modificación y que en realidad, eran los pigmentos los que se curvaban y no la luz. Decepción...

Cerré el libro de golpe al oír un terrible estruendo fuera de la torre. Una nube de polvo inundó el aire, haciendo que me escociesen los ojos. Me pasé una mano por la mejilla, ya regenerada después del incendio al que se vio expuesta. La piel allí era suave y lisa, y tenía un tono verdoso como el de los bebés feéricos. Deposité el volumen de vuelta a la estantería de la que lo había sacado, Incantatiomorfología, es decir, estudio de la forma de los hechizos; y salía a ver qué era tal alboroto.

Al salir me encontré con un mestizo que me era conocido. Me acerqué a él todo lo rápido que mi túnica verde me permitía, que no era suficiente, por lo que me la arranqué, quedandóme con unos bombachos marrones, y salí corriendo hacia el semiyan. Me abalancé sobre él en un amistoso abrazo que casi nos tumbó al suelo.

-¡Que Aldun me deje el culo en llamas si tú no eres Eliwood! -exclamé, sosteniéndole por los hombros- ¡Pareces otro! ¿Cuánto tiempo llevabas desaparecido? ¡Ya creía que te habías perdido por Umadhún algo por el estilo! -le solté y me alejé para mirarle mejor- Dioses míos... Pasa, por Wina, pasa.

Le medio empujé hacia el interior de la torre y le senté en una mesa que había en un despacho desordenado que nadie usaba. Ahí le pedí que me contase lo que le había ocurrido en todo aquél tiempo, estaba deseoso de saber de alguien conocido.

Como siempre, pude disfrutar de la inmensa hospitalidad de Irkan. Irkan era ya como un hermano para mi. En mis tiempos en que había estado de andaduras por Idhún, había podido conocer a mucha gente, entre las que estaba él. Aunque me sorprendió tanto el amor que desprendía, era... contagioso. No soy un hombre dado a tratar tan a fondo con los sentimientos de una persona, pero no tardó mucho en calar en mi persona. Así que disfruté del abrazo y me dejé llevar por su guía.

Al poco, llegamos a un despacho un poco desordenado. Se notaba que nadie lo usaba desde hacía tiempo por el polvo que había en la vela a punto de terminar. Su pregunta me despertó de mi curioseo y intenté poner en orden mis pensamientos. ¿Qué me había ocurrido en todo ese tiempo? Podía explicar tantas cosas, y a la vez, tan pocas. Iba a empezar por la conquista de Puerto Esmeralda, sabía que era lo que más le interesaría porque Irkan no era partidario a los nuevo regímenes que se había impuesto por todo Idhún pero, sólo me dio tiempo a abrir la boca. Un personaje apareció por la puerta, apuntando a Irkan con el dedo de manera acosadora.

Me encaré a él, levantándome de la silla y mirando hacia el supuesto rostro que la capucha no dejaba ver. EN seguida saltó mi vena yan, no me daban buenas vibraciones ese nuevo personaje.
- ¿Qué quieres mago? - pregunté con tono altivo, relajé un poco la tensión de los músculos, ahora volvía a ser noble de Nanetten y hasta que no volviera a restablecer la Cambra de los Lores era el máximo representante de mi reino y tenía que comportarme como tal.

Eliwood parecía a punto de responder cuando una sombra encapuchada entró en el despachó como un torbellino. Mi rostró mutó en un rictus de sorpresa mientras el recién entrado en escena me señalaba de forma histérica gritando "¡Tuuuu!" Siguiendo su dedo, me señalé a mí mismo:

-¿Yo? -respondí, confuso.

Di un manotazo al aire y acto seguido unas ramas atraparon las muñecas del encapuchado contra la pared. Con otra floritura, una brisilla de aire levantó su capucha. De debajo la ropa emergió un conocido rostro de ojos verdes y pelo negro con el que ya me había topado tiempo atrás -estando yo borracho, para bochorno mío- en una taberna de Celestia.

-Oh Wina mía -solté, estupefacto, dejando una dramático suspense entre palabra y palabra. De inmediato solté las lianas que le retenían les muñecas y le recibí con un cariñoso abrazo que casi lo levantó del suelo- Dioses míos, los Seis me han tenido muy absorto, parece, que entre libros he pasado tanto tiempo que ni siquiero recordaba conocer a tanta gente. Por Wina, ¿cuánto tiempo llevaba sin verte, Sharei?

Miré a Eli, que se había levantado con postura protectora. Parecía una especie de hermano mayor y noble. Parecía mentira cómo me había reunido con tanta gente a la vez, estaba seguro de que los Seis habían planeado nuestro encuantro. Así se lo dije:

-Qué el Séptimo me tome si miento, que llevo tanto tiempo sin ver a nadie y ahora os tengo a los dos aquí que parece que los Seis hayan tomado partido en nuestro encuentro -me paré un momento, saboreando el regusto que me habían dejado esas palabras-. ¡Parezco un sacerdote, nombrando tantos dioses!

Me apresuré a salir de la sala, dirijiéndome a ellos antes de salir.

-Venid y tomad algo, parecéis ambos agotados. Dejadme que pregunta a Shila si tiene algo para beber... que no suba -concluí, rememorando mi primer encuentro con Sharei.

Volví al cabo de un rato con tres bheriks entre ambas manos, unos zumos de bayas muy propia del lejano Derbhad. Le di un tazón a cada uno y me senté con una sonrisa y aire expectante mientras miraba a Eliwood. Enarqué una ceja al ver que no respondía y le di un sorbo a mi bherik antes de inquirir:

-Eliwood iba a contarme algo, ¿me equivoco?

Todo ocurrió tan deprisa, de aquí te tiro una maldición, a te doy un abrazo. Irkan no dejaba nunca de sorprenderme, pero eso le delataba. Ya le conocía demasiado, y él no era dado a ponerse así, eso quería decir que algo le pesaba en su mente. No quise decir nada en el momento, ni se lo diría aquél día tal vez, esperaría a que volvieran a quedarse a solas para comentarle.

Con todo esto, se fue y nos dejó a solas. El chico se presentó como Sharei solamente. Mis años de andadura me hizo seguir sintiendo cierta desconfianza hacia él. Alguien que nos sigue por la espalda, no pertenecía a Kazlunn porque no llevaba la típica vestimenta de la torre, ni de ninguna otra, eso denotaba un cierta rebeldía, cosa intolerable en la Orden Mágica. Acerqué mi mano a la suya para encajar un apretón de manos y me presenté:

- Yo me llamo Eliwood de Nanetten, hijo de Karevan de Nanetten. Espero que no te haya molestado mi tono de voz, últimamente no sabes con quien puedes confiar y tienes que ir con los ojos bien abiertos.

Nos pasamos un rato mirándonos mutuamente hasta que Irkan llegó con su bebida. Aparté la mano para cogerla y me senté al lado de Irkan. Entonces, lo miré y empecé mi historia.

- ¿Quieres saber qué me ha pasado estos días? No se si te has enterado de la conquista del Puerto Esmeralda, pero yo fui el responsable de su caída. Ahora estoy volviendo a reconstruir el reino que una vez mi padre reinó. Esta todo muy maltrecho, el antiguo reinado cambió totalmente el régimen y hay que rehacer lo que deshizo.

Estaba orgulloso de mi batalla, sabía que no fue honrada del todo, ya que el otro contrincante nunca llegó a presentarse, ¿pero eso que más daba? Volvía a tener el reinado de mi pueblo y ahora los podría guiar hacia un camino mucho mejor.

Acababa Eliwood de narrarme sus batallitas en Puerto Esmeralda cuando un cuarto personaje entró en escena. Tras un rápido vistazo, reconocí la delicada figura de un celeste inmediatamente. La figura de EL celeste.

-¡La madre que me...! -me lancé al cuello del recién llegado en uno nuevo de mis efusivos abrazos, aún bon el bherik en la mano, mojando a todos en la sala- ¡Alderun! ¡A tí sí que llevaba tiempo sin verte! Dioses míos... ya solo me falta Alynn y todos mis conocidos habrán pasado por esa puerta hoy -miré la entrada un segundo para confirmar que no era así y reí ligeramente de mi poco ingenioso comentario.

Me alejé del celeste y me fui andando hasta el otro lado de la sala para allí apoyarme contra la pared. Repasé de nuevo los rostros de los presentes: Eliwood con su porte noble, Alderun y su sencillez celeste y Sharei, perfecto después de mi maldición. Cualquiera diría que en algún momento de mi vida me había enfadado con él, no tenía ningún tipo de marca que denotase mis anteriores hechizos sobre él ni mi comportamiento mostraba ningún tipo de rencor. Y esque había pasado demasiado tiempo entre libros como para guardarle rencor a un rostro conocido.

-¿Así que recuperando Puerto Esmeralda? -le dije a Eliwood, sin esperar respuesta- Qué suerte. Yo no he hecho más que esperar aquí a sanarme de mis heridas y parece que ha pasado ya un siglo desde que salí por última vez. Solo los dioses saben por cuántos manuscritos habré pasado desde que volví a Kazlunn. He estado leyendo, leyendo sobre magia, sobre hechizos, sobre la historia, sobre los Seis... He... aprendido.
»He llegado a realizar estudios que desafían les leyes de la magia... Ninguna ha dado resultado, por supuesto. Pero... hay un hechizo, el Eyshafileanak, las Seis Flores de Eysha, que podría interesaros, tal y como está el panorama. -miré fijamente a Eliwood-. No puedes recuperar un reino tú solo, pero el Eyshafileanak es un encantamiento tan poderoso que podría derrotar un solo ejército... sin gastar nada de energía propia. Obviamente, esto va contra la magia, "La cantidad de energía gastada en un hechizo produce un efecto de agotamiento en el mago emisor directamente proporcional al poder del hechizo e inversamente proporcional al poder el emisor" -recité, recordando mis años como estudiante-. Yo mismo traté de usar este hechizo contra una simple ardilla para probar su falsedad... casi me mata -concluí secamente-. Pero el autor, Eghyen, un conocidísimo Archimago e hiistoriador no concluía ahí su narración.
»Hay que decir que el volumen estaba escrito en unas runas arcanas que ya no se enseñan y que además, no eran ni más ni menos que tres cientas páginas de historia e ilustraciones de los anteriores usos de ese hechizo -coloqué mis manos horizontalmente y paralelas entre ellas, mostrando exageradamente el grosor del manuscrito-. El efecto es devastador, porque cambia completamente el uso de la energía tal y como la conocemos, pero ese cambio en las variables no lo puede proporcionar ningún ser conocido... pero sí un objeto. Una roca, más detalladamente, el orikleo. Aun así, nadie ha sabido de este mineral en más de setecientos años, pero eso no quiere decir que sea ilocalizable... -miré fijamente a los asistentes- ¿No os pica ni un poquillo la curiosidad?

Esperé a que mis palabras calaran en los presentes, animándoles con la mirada a unirse a mí en la búsqueda del que posiblemente ea el hechizo blanco más poderoso de la historia.

Off: Lo siento chicos, pero me tengo que ir para la re-conquista, me acompañáis o me dejáis ir solo xdd

Al acabar de decirle a Sharei mi conquista me sentí orgulloso y a la par insultado. Menospreciaba mi capacidad de defensa y estrategia. Pero lo que escuché decir a Irkan me dejó con la boca abierta, sin palabras. ¿Podríamos acabar con todo esto con tan solo un hechizo? Sabía que la magia era poderosa, pero hasta ese momento siempre había tendido a no tenerla en alta estima. La veía una forma un tanto facilona y otro cobarde de atacar a los problemas. Nada se podía comparar con lo que dos buenas manos podían hacer sin intervenir luces, energías, ni nada de eso. Pero la verdad es que en ese momento era una salvación.

Después vino Alderun, ¡que sorpresa! No me lo esperaba para nada. Hacía mucho, demasiado que no lo veía y eso no podía ser. Así que nada más verlo me dirigí a él, después de que Irkan lo espachurrara con otro abrazo de los suyos como siempre hacía, y le tendí mi mano.

- ¡Buenas Alderun, cuánto tiempo sin verte! - Escuché todo lo que dijo, como le había ido, nada mal por lo que parecía - ¡Me alegro pues que a todos os haya ido tan bien! Que bueno que volvamos a estar todos juntos otra vez.

Por mala suerte, no tenía mucho tiempo, por no decir que nada. Ni tan solo para una búsqueda de esa magnitud. Tan rápido como pensé eso, Saeta entró por la ventana con la carta que me temía. Al salir volando de Puerto Esmeralda como un dragón para poder venir hacia aquí vi que un ejército por territorio cercano a Nanetten. No me fue muy difícil llegar a la conclusión de que sería Kvothe con sus tropas para re-conquistar Puerto Esmeralda. Además de que ese número de unidades no eran difíciles de distinguir. Por eso, envié a Saeta para tener a la ciudad informada y preparada para un posible asalto. La llegada de Saeta podía significar dos cosas, que ya habían llegado las tropas o que había sido una falsa alarma. Pero ante la situación que nos encontrábamos, lo más probable es que significara la primera.

Con esto, no tardé a reunir a Irkan y a Alderun para decirles a los dos mi marcha. Sharei estaba ocupado con sus quehaceres con esa chica que acababa de venir.

- Amigos, tengo que deciros una cosa. Kvothe ha vuelto a Puerto Esmeralda para re-conquistarla. Tengo que partir de vuelta para defenderla. Irkan, tienes una idea genial y es la única forma de salvar a mi reino de la conquista de ese ruin. No podremos aguantar por mucho tiempo, ya que su maldad abarca demasiados recursos, recursos que no dispongo actualmente. Así que tenemos que reaccionar ya. Primero a lo primero, tenemos que salvar Puerto Esmeralda y unir nuestras fuerzas. Se que eres partidario de las ideas de los rebeldes. Así que creo que ambos deberíamos comandarlos juntando el reino de Nanetten y los rebeldes en una única estructura. ¡La unión hace la fuerza! Ahora ya me voy. Si me quereis acompañar os espero a bajo, en los jardines.

Con eso, me dirigí hacia los jardines sin despedirme de Sharei. Había oído su invitación para el combate, pero por delante estaba mi reino y no podía abandonarlo ahora por un combate. Una vez llegué allí, me transformé otra vez en dragón y dispuse la ala para aquéllos que me siguieron. Cuando se agarraron fuertemente, alcé el vuelo y me dirigí hacia Puerto Esmeralda, otra vez. Como no sabía qua era lo que me esperaba, utilicé el colgante Ocule que siempre llevaba en el cuello. Con esto me confirió invisibilidad a mi y al resto que venían conmigo para pasar desapercibido.