De camino a Celestia

Tras varios días de camino por el interminable desierto, el agua comenzaba a escasear, y los más sensibles a los lugares sin vida comenzábamos a notar las secuelas, a pesar de la magia y los amuletos. Por el momento la cosa seguía tranquila, pero la tensión se palpaba en el aire. Y la castigadora calor de los tres soles no ayudaba mucho.

Llegamos al desierto, yo estaba agotada... Aún con ayuda del amuleto, me costaba mucho avanzar, sentía como los tres solos me quemaban la piel, entonces me acorde de que en mi bolsa llevaba el vestido que me prestó Katherine, me dirigí a ella. - Katherine... Tu... Tu vestido... Gracias. - Le dije con dificultad, tendí su vestido y entonces empecé a ver todo borroso, acto seguido caí a la hirviente arena..."¿Qué me ocurre...? Tengo el amuleto, ¿por qué estoy tan mal...?" Pensé.

Continuamos nuestro viaje hacia Celestia por el desierto de Kash-tar. No me gustaba mucho aquel lugar y tras varios dias de viaje sin llegar a algún lugar con vida me hacia sentirme debil. Aún asi no dije nada, no queria preocupar a nadie cada uno teniamos nuestros problemas y yo seguía pensando en lo sucedido dias atras. De repente Aeris cayo al suelo y Kadei la ayudo. Estaría agotada de andar por el desierto sin casi energia del bosque. A algunos nos afectaba eso y era normal. Solo esperaba llegar a un oasis pronto.

Kadei me tendió la mano, pero estaba demasiado débil como para poder tender mi mano hacia ella, no podía levantarme... La arena quemaba mi piel, entonces sentí como Evelyn tomó el control de mi cuerpo.... - Cuidado... - Susurré, acto seguido cerré los ojos, y Evelyn los abrió... Se levantó.- Vaya... Así que estamos en un desierto. - Dijo Evelyn, mi voz se transformó en la suya... - Aeris está demasiado débil como para poder aguantar una caminata por el desierto. - Les explicó con una sonrisa, luego miró a Aeryn.

Kadei se alejó de mí, suponía que le daba miedo ahora que no era Aeris quien controlaba la situación, me reí. - Vamos, no os voy a hacer nada, por ahora. - Dije riendo, entonces sentí que la presencia de Aeris se hacía cada vez más pequeña. - Oh, venga, no fastidies... Aeris no puede desaparecer por un poco de calor... Menuda debilucha... - Me quejé, entonces me dirigí a todo el grupo. - ¿Alguien me ayuda a que Aeris no desaparezca por un poquito de calor? Quiero que desaparezca por mis propias manos, no ella sola. - Dije resignada, esperé la respuesta de las demás.

Aeris me devolvió el vestido que le había prestado el día que nos conocimos.
-de nada-
Poco después se cayó al suelo, pero Kadei la ayudó, y por lo que dijo la unicornio, pude deducir que era su parte "oscura"
-yo puedo llevaros volando, si quereis, y al tener el cuerpo frío no notareis tanto calor, Aile y Ankira, no se como vais, asi que si estais mal tambien os puedo llevar-
Les dije, no sabía muy bien si hablarle en singular o en plural a la unicornio, así que opté por añadir también a Aile y a Ankira al grupo,ya que a ella tambien le afectaría estar tan lejos del bosque.

cuando Kadei tendió la mano a Aeris para ayudarla , esta respondio con otra voz, ya no era la Aeris de siempre,seguramente era el unicornio oscuro. Kadei se aparto y se acerco a mi. Luego kath se ofreció a llevar a Aeris a Aile y a mi en su forma shek.

-Por mi no, pero gracias igualmente-dije con voz seca

No me sentia con fuerzas para seguir andando pero no me gustaba tener que ir subida a lomos de un shek. Sacando fuerzas de donde ya no habia continue caminando.

-Está bien. Muchísimas gracias Katherine.- le dije, agradecida. Tenía varias quemaduras en la piel por culpa de los soles, ya que mi piel era muy blanca, y no nos vendría mal la refrescante esencia de un shek.
-Si quieres yo puedo enfriar un poco el ambiente con mi magia. Ahora que no vamos a pie, no voy a necesitar tanta energía para seguir.- me ofrecí. Me sentía mal porque kath tuviera que cargar con todas nosotras, así que era lo mínimo que podía hacer en agradecimiento.

-No se si servirá, pero si quereis que lleve a alguien también estoy dispuesto.-dije yo también.
A mí no me molestaba el calor, mas bien me agradaba. Katherine se había dispuesto a llevar a algunos, y Aile a enfriar el ambiente. Aeris había sido poseida por su parte oscura, cosa que no me gustaba nada.

Sujeté con fuerza el amuleto de la magia y me concentré. A los pocos segundos, conseguí crear una leve zona de frescor alrededor de nosotros.
Escuché un leve zumbido. Cada vez era más y más intenso. Miré al horizonte. Una nube de kayasins avanzabva hacia nosostros.
- ¡¡Escondeos!!

Aile dijo que nos escondiesemos. Yo me eché al suelo y me cubrí parcialmente con arena como pude.
Esperé a ver por qué nos había dicho Aile que nos escondiesemos.

Aile hizo un hechizo y el ambiente mejoro, ya no costaba tanto respirar bajo el intenso calor de Kash-tar. Luego un grito me saco de mis pensamientos fue aile que dijo que nos escondieramos asi que sin pensarlo dos veces mi cuerpo reacciono y se agacho en el suelo. Me encogi y intente tapar mis coloridas ropas.

El enjambre de kayasins pasó por encima nuestra. No parecían haber visto nada. Suspiré, aliviada. Si llegaran a traer a un swanit...
De repente, fuí consciente de mi estado físico. Intenté levantarme de la arena, pero mis brazos y piernas apenas respondían. El ambiente falto de vida del desierto, la castigadora luz de los soles, a la que no estaba acostrumbrada, y el esfuerzo que había hecho usando aquel hechizo, que encima se había desbaratado al perder la concentración por la repentina aparición de los kayasins, habían minado mis fuerzas. Agarré con fuerza los dos amuletos, intentando recuperar algo de energía. Nada. Me debilitaba poco a poco, mi esencia feérica apenas podía resistir... ¿cuánto podría aguantar allí?

Aile estaba rendida.
Le ayudé a levantarse y la vi muy débil.

—¿Estás bien?—Le pregunté.

-Yo... no... no lo se...-le respondí, jadeando.
Coleh me ayudó a ponerme en pie, pero me fallaron las piernas. Me apoyé en él, y durante unos segundos pude sostenerme, pero cuando intenté dar un paso, caí al suelo. La arena estaba ardiendo. La zona por la que me había agarrado aquel árbol días atras me dolía intensamente. No había dejado de hacerlo, pero en aquel momento, lo hacía más que nunca. Movida por un presentimiento me día la vuelta hasta ponerme boca arriba, y me levanté un poco la ropa, para mirar que era lo que tenía. El corazón me dio un vuelco y comenzó a latir muy deprisa... porque la piel no estaba lisa y de su color, sino que presentaba una zona de un feo color negruzco. Poco a poco fui atando cabos. Estaba claro que los trasgos habían conseguido que el árbol envenenase a quien atrapase si lo agarraba durante bastante tiempo. En condiciones normales, cualquier feérico, o hasta humano, hubiera resistido la magia de los trasgos, ya que era muy tosca y fácil de contrarrestar. Pero el encontrarme en mitad de la nada en un sitio sin vida, con mi esencia feérica debilitándose por momentos, no creo que estuviese dentro de esas condiciones normales. Maldecí por lo bajo a aquellos enanos verdes. Los había subestimado. El dolor era muy intenso, y la vista comenzaba a nublárseme. Intenté comenzar un hechizo de autocuración, pero la energía seguía sin fluir. Los ojos se me humedecieron. Tenía miedo, mucho miedo.

Vi como la feérica se iba debilitando con el abrasador sol, suspiré. - ¡Qué débiles son por dios...! - Dije resignada, luego me acerqué a la feérica, mis poderes de curación ahora eran más poderosos, conjuré un hechizo, hice que el veneno dejara de correr por las venas de aquella feérica, miré a los dragones y a la shek. - ¿A qué esperáis? Adelante, llevadla a un lugar con plantas. - Dije ordenandoles, mientras tanto, Aeris era casi inperceptible. - Maldita humana débil... - Dije en voz alta, me convertí en unicornio. - Iré a algún bosque, ¿quién se viene conmigo? - Dije mirandolos a todos.

Aeris o Evelyn, no sabia como llamarla, curaron a Aile que se habia debilitado, tenia una marca en el vientre por donde aquel arbol la habia agarrado de color negro. Luego Evelyn exigió a alguno de los dragones o sheks que la ayudaran a llegar a un bosque. Y ofreció a que alguien le acompañara.

- Yo voy contigo-dije casi sin pensar-.

No me hacia mucha gracia tener que ir con ella, ya que ahora predominaba su parte maligna, pero aunque me hubiese negado a que nadie me llevara, yo tambien necessitava la energia del bosque. Pense que al ser medio feerica aguantaria más pero no era asi, por lo que me imaginaba como deberia estar agotada Aile.
Me acerqué a Evelyn.

Estaban cansados, Aeris se desmayó y cuando se incorporó era el unicornio, se hizo llamar Evelyn, si recuerdo bien... Entonces tuvimos unos problemas, Aile, la feérica consumió toda su energía protegiendo a los del grupo, yo cree una especie de esfera de hielo, luego, cuando todo pasó la hice desvanecer. Vi que Aile estaba en el suelo, incapaz de moverse, la shek y los dos dragones se convirtieron para llevar a los del grupo a un lugar mejor. Evelyn o Aeris curaron el envenenamiento de Aile, Evelyn se quejó de que Aeris iba desapareciendo poco a poco, yo suspiré. - La unicornio está muy débil, si Aeris y Aile quieren sobrevivir deberan ir a una zona de bosque, y bastante rápido. - Dije mirando hacia otro lado, Evelyn se convirtió en el unicornio y dijo que iba a ir al bosque, Ankira, la mestiza dijo que iría con ellas, mientras tanto yo seguía al grupo por el desierto.

-Gracias... eemm...¿Aeris? ¿O Evelyn? Bueno, da igual, ahora me siento mucho mejor, gracias...
Me incorporé de la ardiente arena, y me quedé sentada, dudando si lograría levantarme. Agarré con fuerza los dos amuletos. Suspiré, aliviada. Por fin notaba la energía fluyendo de ellos. Cerré los ojos, disfrutando de la sensación. Cuando los volví a abrir, me sentí mucho más recuperada, con las fuerzas renovadas. Me levanté y miré a mis compañeros. ''No lograrán aguantar mucho más'', me dije,'' y yo tampoco.'' Teníamos que salir de allí, costase lo que costase. Pero, ¿en qué tardaríamos más, en volver a Awa o en llegar a Celestia? Y, si alguien estaba intentando quitarnos de enmedio, seríamos más vulnerables si nos separábamos. Pero por otro lado... me mordí el labio, indecisa. Decidí hacer una comprobación. ''Seré estúpida, ¿cómo no se me ha ocurrido antes?'' La visión de los feericos era bastante buena, podía llegar a ver más allá que los demás. No mucho, pero algo es algo. Fijé la vista en el horizonte. ''Por favor, por favor...'' El corazón me dio un vuelco. Allí, no muy lejos, estaban los límites de Kash-Tar, y, si no me equivocaba, a lo lejos se distinguía la ciudad de Dyan.
Se lo dije a mis compañeros. No tardaríamos más de un día. La alegría y la esperanza me llenaron, y una nueva fuerza interior alimentaba mi espíritu. Me acerqué a Aeris y le pasé la larga cadena de mi Nied por la cabeza. Era lo suficientemente larga como para que pudiéramos caminar juntas. Me fijé en que ella también llevaba uno. Mejor, más efecto.
-Esto te ayudará. Lograrás aguantar, te lo aseguro.- Dije, sonriente. Dentro de poco se cabaría la arena y la castigadora calor de Kash-Tar. Por fin, estaríamos en Celestia.

Me había separado del grupo cuando nos atacaron los trasgos, no estaba segura por qué me había ido así sin más, pero no me importaba en absoluto. Habían pasado varios días desde que había llegado a Kash-Tar. Aquello si que era vida, adoraba estar en el desierto, en lo que para mí era mi verdadero hogar a juzgar de que me había criado en Celestia durante la mayor parte de mi vida.
Seguí caminando tranquilamente a un paso ágil. La capa, que estaba puesta del lado que era de color de la arena me cubría entera, solo se me podía ver los ojos, los pies y las manos, nada más. Incluso me había deshecho mis coletas para hacerme unas trenzas.
Un zumbido a lo lejos captó mi atención, eran kayasins. Suspiré y me agaché ocultándome del todo con la capa para esperar a que pasasen. Cuando se fueron, seguí caminando.
Me encontré con más yan que llevaban unos torkas, conseguí que me prestaran uno tras negociar con ellos y fui montada en él. Quedaba poco para llegar a los límites del desierto, las horas fueron pasando hasta que distinguí a lo lejos unas figuras. Curiosa, hice que el torka se acercara a ellos, cuando estuve lo suficientemente cerca, vi que era el grupo del que me había separado. Me acerqué aun más y decidí saludarles, no estaba segura de si iban a Celestia como habían dicho.
- ¡Hola!- les saludé aun sentada en el torka.

Iba caminando alegremente por el desierto, aunque hacía calor, tenía provisiones como para poder aguantar el sofocante calor del desierto. Entonces vi a un enooorme grupo, me puse la mano de visera y me incliné ligeramente hacia delante y agudicé mi vista, pude ver 2 dragones, 1 shek, 1 unicornio... ¿Negro? Me quedé boquiabierta, pero acto seguido vi a los demás, parecían bastantes razas muy diferentes entre sí, entonces corrí hacia ellos con una gran sonrisa y justo antes de chocar con una chica que parecía ser una metiza de celeste me detuve en seco, aún con mi gran sonrisa. - Holaaa ^w^ - Les dije a todas, de repente vi a varias de ellas que parecían estar débiles, busqué en mi pequeña mochila y vi una botella de agua, fui hacia ellas y se la di. - No es mucho, pero al menos os refrescará ^w^- Les dije, siempre con una gran sonrisa dibujada en mi rostro, luego me volví a todas y me incliné, luego me presenté. - ¡Encantada de conoceros! Me llamo Sakura, para los amigas Sakuu ^w^- Les dije, luego las miré con curiosidad, esperando a que se presentaran.