Llegada...(libre)
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Llegada...(libre)
Sobrevolaba el cielo, notaba que los abrasadores soles ya empezaban a quemar mis escamas despues de tantas horas de vuelo sin descanzo, pero no queria parar hasta llegar. Cuando por fin divise la torre el primero de los soles ya estaba oculto y notaba calambres en las alas y cansada.
- Ya casi estamos- les avise
A medida que me fui acercando descendi con suavidad, no aterrize en la torre, pues podria molestar asi que aterrice cerca. Mis zarpas posaron con suavidad la arena del desierto y cuando ya habia aterrizado todo mi cuerpo baje la cabeza cansada, mientras esperaba a que los demas bajasen.
- Creo que me voy a dar un descanzo mientras os acomodais- dije con voz cansada
- Ya casi estamos- les avise
A medida que me fui acercando descendi con suavidad, no aterrize en la torre, pues podria molestar asi que aterrice cerca. Mis zarpas posaron con suavidad la arena del desierto y cuando ya habia aterrizado todo mi cuerpo baje la cabeza cansada, mientras esperaba a que los demas bajasen.
- Creo que me voy a dar un descanzo mientras os acomodais- dije con voz cansada
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
Por fin estábamos llegando. Sin embargo, no querría que el tiempo de vuelo desde el desierto hasta la Llanura de Awinor, que quedaba cerquísima a la torre, terminara. Sabía que aún me quedaban más vuelos de ese tipo, a lomos de Elissa, pero parecía que cuando bajara, todo acabaría por un tiempo, y esa idea me producía temor, no quería volver a perder a una amiga tan apreciada tan rápidamente ...
Al salir del oasis, encontramos una pequeña tienda donde vendían animales, y corriendo fue dentro a buscar un nuevo Hipogrifo, que me acompañaría en mi viaje. Lo llamé Luleir, y era un gran ejemplar, en el cual más de una persona podría montar. Agradecido con el dependiente, salimos de la tienda y mi nuevo Hipogrifo me seguía a todas partes, estaba bien criado ...
Aparte, al salir del desierto, sin prestar mucha atención, pues estaba un tanto enfadado con Aslan, supe que él nos acompañaría tambien. Le estaba muy agradecido por haberme curado todas las heridas, que seguramente hubieran tardado días en sanar. Pero por otro lado, el simple hecho de que alguien sucumbiera tan rápido a un sentimiento como era el de la rabia y la frustración, me producía dolor de cabeza. Una cosa era la frustración que sentía nuestra preciada unicornio por su enfermedad, y otra muy diferente la que sentía Aslan por ... ¿su hermano?
No quería darle más vueltas al asunto, el viaje me estaba despejando la mente y si yo no hacía nada por mi parte, se me llenaría de nuevo de diferentes tejemanejes que no harían más que aumentar mi dolor de cabeza. En todo el viaje no hice más que fijarme en todo lo que me rodeaba y en aspirar fuertemente aire, para despejarme por completo.
Sin embargo, duraría poco, pues Elissa cada vez estaba más cansada y no me parecía bien que cargara con tanto peso. Estuve tentado de decirle que parara y cogiéramos los caballos, pero estaba segura de que no pararía para unos pocos kilómetros que quedaban. Mientras llegábamos, acariciaba sus escamas, para darle ánimos, aunque siempre con una cara apenada en el rostro, se le veía muy cansada ...
- Ya falta poco - dije, mientras mi mirada se dirigía hacia la Torre, que estaba a pocos kilómetros nuestra. Elissa bajó el ritmo de vuelo, y fue descendiendo, hasta tocar tierra. Sin esperar a que desplegara las alas para que bajásemos, me tire hacia el suelo, sin preocuparme de hacerme daño. Estaba agotada, y cuanto más tiempo pasasemos encima de su lomo, más cansancio le produciría.
Cuando llegué al suelo, fue instintivo el que sacara la botella y de dentro de ella, a los caballos, que se morían por salir de aquella prisión tan mágica. Sonreí al verlos salir y luego preparé la tienda de árboles que preparé en el oasis donde anteriormente estábamos. Cuando hubieron bajado todos, Elissa dijo de retirarse a descansar.
- Ve tranquila, aquí estaremos bien - dije sonriéndole mientras me acercaba a sus alas y murmuraba unas palabras para intentar transmitirle parte de mi energía - Así te sentirás mejor y te recuperarás más rapido - y dicho esto volví a la tienda árbol, donde me senté en las hojas, mientras pensaba que sería lo siguiente, acariciando a Luleir, que no me dejaba de lado en ningún segundo ...
Al salir del oasis, encontramos una pequeña tienda donde vendían animales, y corriendo fue dentro a buscar un nuevo Hipogrifo, que me acompañaría en mi viaje. Lo llamé Luleir, y era un gran ejemplar, en el cual más de una persona podría montar. Agradecido con el dependiente, salimos de la tienda y mi nuevo Hipogrifo me seguía a todas partes, estaba bien criado ...
Aparte, al salir del desierto, sin prestar mucha atención, pues estaba un tanto enfadado con Aslan, supe que él nos acompañaría tambien. Le estaba muy agradecido por haberme curado todas las heridas, que seguramente hubieran tardado días en sanar. Pero por otro lado, el simple hecho de que alguien sucumbiera tan rápido a un sentimiento como era el de la rabia y la frustración, me producía dolor de cabeza. Una cosa era la frustración que sentía nuestra preciada unicornio por su enfermedad, y otra muy diferente la que sentía Aslan por ... ¿su hermano?
No quería darle más vueltas al asunto, el viaje me estaba despejando la mente y si yo no hacía nada por mi parte, se me llenaría de nuevo de diferentes tejemanejes que no harían más que aumentar mi dolor de cabeza. En todo el viaje no hice más que fijarme en todo lo que me rodeaba y en aspirar fuertemente aire, para despejarme por completo.
Sin embargo, duraría poco, pues Elissa cada vez estaba más cansada y no me parecía bien que cargara con tanto peso. Estuve tentado de decirle que parara y cogiéramos los caballos, pero estaba segura de que no pararía para unos pocos kilómetros que quedaban. Mientras llegábamos, acariciaba sus escamas, para darle ánimos, aunque siempre con una cara apenada en el rostro, se le veía muy cansada ...
- Ya falta poco - dije, mientras mi mirada se dirigía hacia la Torre, que estaba a pocos kilómetros nuestra. Elissa bajó el ritmo de vuelo, y fue descendiendo, hasta tocar tierra. Sin esperar a que desplegara las alas para que bajásemos, me tire hacia el suelo, sin preocuparme de hacerme daño. Estaba agotada, y cuanto más tiempo pasasemos encima de su lomo, más cansancio le produciría.
Cuando llegué al suelo, fue instintivo el que sacara la botella y de dentro de ella, a los caballos, que se morían por salir de aquella prisión tan mágica. Sonreí al verlos salir y luego preparé la tienda de árboles que preparé en el oasis donde anteriormente estábamos. Cuando hubieron bajado todos, Elissa dijo de retirarse a descansar.
- Ve tranquila, aquí estaremos bien - dije sonriéndole mientras me acercaba a sus alas y murmuraba unas palabras para intentar transmitirle parte de mi energía - Así te sentirás mejor y te recuperarás más rapido - y dicho esto volví a la tienda árbol, donde me senté en las hojas, mientras pensaba que sería lo siguiente, acariciando a Luleir, que no me dejaba de lado en ningún segundo ...
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
- Mensajes : 437
Puntos : 639
Fecha de inscripción : 01/05/2010
Edad : 30
Localización : San Fernando
Datos
Su personaje es: Dragon Droican, Mago 1er Grado (Magia Telúrica)
Trabaja de: Juglar - Plaza de Vanis
Pertenece a: La OPNI, nº 13. Miembro de la UVI.
Re: Llegada...(libre)
Cuando bajaron Dragon poso su mano sobre una de mis alas y note un pequeño torrente de energia que me daba fuerzas al menos para cambiar a mi forma mestiza y llegar a la tienda. Clave mi mirada azul en la suya violacea.
- Gracias- dije
Volvi a mi cuerpo mestizo, habia aterrizado al lado de un oasis cercano a la torre, me acerque a los arboles y me subi a ellos, me acomode entre las ramas que daban sombra y al cerrar los ojos me dormi casi al instante, agotada, pues sentia los musculos agarrotados, pero con un tiempo de descanzo se me pasaria.
- Gracias- dije
Volvi a mi cuerpo mestizo, habia aterrizado al lado de un oasis cercano a la torre, me acerque a los arboles y me subi a ellos, me acomode entre las ramas que daban sombra y al cerrar los ojos me dormi casi al instante, agotada, pues sentia los musculos agarrotados, pero con un tiempo de descanzo se me pasaria.
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
FdR: Toooooochazoo a la vistaaaaa xD (Gracias por vuestro valor al leer mis posteos u.u ^^)
El viaje se me hizo demasiado corto. Al fin y al cabo, eso es lo que siempre sucede cuando te lo pasas bien. A pesar de que Elissa tardó casi medio día en cruzar el trecho que nos quedaba hasta la entrada a las tierras de los dragones, a mi me pareció media hora, exagerando por supuesto. Pero era cierto que, aunque las conversaciones eran cortas y abundaba el silencio, ya que el sonido del batir de las alas y del aire que aullaba en nuestros oídos nos impedía escuchar nada a no ser que gritásemos (y aún así, tampoco); me encantó la experiencia.
Pronto recorrimos las dunas que quedaban muy abajo a una velocidad de vértigo, y los soles parecía que corrían hacia el ocaso, como si les persiguiese la triada de las diosas que les tenía que sustituir en pocas horas. Casi sin advertirlo los tres astros habían perdido su brillante fuerza y ahora buscaban esconderse por el Oeste, que nos quedaba a la derecha, ya que nos dirigíamos cara al Sur.
Fue entonces cuando la torre Wenawinor apareció más cerca y alta de lo que había previsto como dándonos la bienvenida. Un ejército de escarpadas montañas antiguas como sus moradores le seguiá por detrás. Me fijé en que sus riscos formaban caprichosas formas, como modeladas por un escultor de gusto exquisito, que había hurgado también multitud de cuevas aquí y allá. Sorprendida, fui testigo de cómo de una de aquellas grutas emergía un dragón para lanzarse al vuelo.
Aterrizamos en la entrada, al abrigo de una colina. La torre era visible desde allí, aunque Elissa había preferido mantener un margen de seguridad con ella, alejándose prudentemente. cuando me volví hacia ella me fijé que tenía la mirada cansada pero feliz, y casi podía ver que le temblaban ligeramente los músculos de las alas por la tensión del esfuerzo. Mientras me acercaba a ella, volvió a su pequeño cuerpo -en comparación- de mestiza.
-Muchas gracias por traernos, Elissa. No sabes cuanto agradezco tu esfuerzo. Descansa tranquila, estaremos todos bien. -mumuré detrás de Dragon, que le había dicho algo similar.
Miré un momento a mi alrededor. En dirección al sur Awinor se expandía con una llana y amplia llanura hasta que alcanzaban mis ojos. A sus lados, la cordillera parecía delimitar ese espacio como una muralla protectora. No parecía que hubiese ningun otro hueco entre las montañas aparte del que ocupábamos nosotros en ese momento, pero tal vez sí hubiese algún pequeño desfiladero para entrar en Awinor. Desde aquí no podía verlo.
También me fijé con alegría de que, si bien Awinor era tan caluroso como el desierto que le precedía, ofreciá una tierra más o menos fértil donde la hirba peinaba la llanura en abundancia e incluso podiá llegarse a ver algún árbol acondicionado a aquel clima tan asfixiante. Al menos, me dije, habían muchos más lugares a la sombra donde resguardarte de los soles que en el desierto.
Mi vistazo circular del paisaje me devolvió al lugar de origen: La torre Wenawinor. Recordé de golpe que no estaba de vacaciones, que tenía un propósito en mente. Sin embargo, no sabía cómo empezar. Se suponía que los dragones eran los únicos que podrían ayudarme. O eso pensaba Milennas, el dragon que latiá en Reikren compartiendo el mismo corazón.
Lo mejor sería empezar por lo básico: preguntaría a los maestres de la Torre de Awinor. Eruditos como eran que habían estado estudiando magia toda su vida tenían que estar al tanto de la pasada epidemia que sufrimos los uniconios, y con suerte, una forma de tratarla.
Avancé unos pasos, pero me detube. Estaba cansada, pero no podía esperar al día siguiente. Avancé de nuevo. Y volví a parar. Lo cierto es que tenía miedo de cómo me recibirian los Archimagos de la torre. ¿Y si trataban de usarme como un experimento, o de retenerme contra mi voluntad? No, sabía que no era eso lo que me temía. Tenía miedo de que me dijesen que no. Que no podía hacer nada. "Eso no ocurrirá..."
Oí entonces a Dragon, que pululaba por ahí con su nuevo hipogrifo (apenas me había fijado cuando se lo habiá comprado) y con los caballos de las botellas, los cuales liberaba ahora. Me acerqué silenciosamente a él y palmeé el cuello de su nueva montura, al tiempo que ella me olfateaba, curiosa.
-Dragon... me gustaría pedirte un favor como mago -Señalé la torre a nuestra derecha - ¿Podriás acompañarme...? necesito recopilar todo lo que sepan ahí sobre mi... esto... enfermedad -cuando pronuncié esta palabra bajé la mirada sin pensarlo -Me sentiré con más valor de hacerlo si me acompañas... pero tampoco me gustaría que entrasemos todos. Me da... mucho apuro este tema, y prefiero tratarlo con intimidad. -dije, cada vez con la voz más baja al igual que mi cabeza.
En ese momento, el hipogrifo de Dragon soltó un chillido de pánico y se alejó de mí varios metros, encabritándose de terror y cada vez más nervioso. Sin duda el sexto sentido del animal había percibido algo en mí que era peligroso. Los animales eran criaturas simples y sinceras: si algo no les gustaba, no tenían reparo en mostrar su adversión. No lo culpaba, era cierto: soy peligrosa.
Traté de fingir en balde que no me había dado cuenta, pero me sentía rota por dentro.
El viaje se me hizo demasiado corto. Al fin y al cabo, eso es lo que siempre sucede cuando te lo pasas bien. A pesar de que Elissa tardó casi medio día en cruzar el trecho que nos quedaba hasta la entrada a las tierras de los dragones, a mi me pareció media hora, exagerando por supuesto. Pero era cierto que, aunque las conversaciones eran cortas y abundaba el silencio, ya que el sonido del batir de las alas y del aire que aullaba en nuestros oídos nos impedía escuchar nada a no ser que gritásemos (y aún así, tampoco); me encantó la experiencia.
Pronto recorrimos las dunas que quedaban muy abajo a una velocidad de vértigo, y los soles parecía que corrían hacia el ocaso, como si les persiguiese la triada de las diosas que les tenía que sustituir en pocas horas. Casi sin advertirlo los tres astros habían perdido su brillante fuerza y ahora buscaban esconderse por el Oeste, que nos quedaba a la derecha, ya que nos dirigíamos cara al Sur.
Fue entonces cuando la torre Wenawinor apareció más cerca y alta de lo que había previsto como dándonos la bienvenida. Un ejército de escarpadas montañas antiguas como sus moradores le seguiá por detrás. Me fijé en que sus riscos formaban caprichosas formas, como modeladas por un escultor de gusto exquisito, que había hurgado también multitud de cuevas aquí y allá. Sorprendida, fui testigo de cómo de una de aquellas grutas emergía un dragón para lanzarse al vuelo.
Aterrizamos en la entrada, al abrigo de una colina. La torre era visible desde allí, aunque Elissa había preferido mantener un margen de seguridad con ella, alejándose prudentemente. cuando me volví hacia ella me fijé que tenía la mirada cansada pero feliz, y casi podía ver que le temblaban ligeramente los músculos de las alas por la tensión del esfuerzo. Mientras me acercaba a ella, volvió a su pequeño cuerpo -en comparación- de mestiza.
-Muchas gracias por traernos, Elissa. No sabes cuanto agradezco tu esfuerzo. Descansa tranquila, estaremos todos bien. -mumuré detrás de Dragon, que le había dicho algo similar.
Miré un momento a mi alrededor. En dirección al sur Awinor se expandía con una llana y amplia llanura hasta que alcanzaban mis ojos. A sus lados, la cordillera parecía delimitar ese espacio como una muralla protectora. No parecía que hubiese ningun otro hueco entre las montañas aparte del que ocupábamos nosotros en ese momento, pero tal vez sí hubiese algún pequeño desfiladero para entrar en Awinor. Desde aquí no podía verlo.
También me fijé con alegría de que, si bien Awinor era tan caluroso como el desierto que le precedía, ofreciá una tierra más o menos fértil donde la hirba peinaba la llanura en abundancia e incluso podiá llegarse a ver algún árbol acondicionado a aquel clima tan asfixiante. Al menos, me dije, habían muchos más lugares a la sombra donde resguardarte de los soles que en el desierto.
Mi vistazo circular del paisaje me devolvió al lugar de origen: La torre Wenawinor. Recordé de golpe que no estaba de vacaciones, que tenía un propósito en mente. Sin embargo, no sabía cómo empezar. Se suponía que los dragones eran los únicos que podrían ayudarme. O eso pensaba Milennas, el dragon que latiá en Reikren compartiendo el mismo corazón.
Lo mejor sería empezar por lo básico: preguntaría a los maestres de la Torre de Awinor. Eruditos como eran que habían estado estudiando magia toda su vida tenían que estar al tanto de la pasada epidemia que sufrimos los uniconios, y con suerte, una forma de tratarla.
Avancé unos pasos, pero me detube. Estaba cansada, pero no podía esperar al día siguiente. Avancé de nuevo. Y volví a parar. Lo cierto es que tenía miedo de cómo me recibirian los Archimagos de la torre. ¿Y si trataban de usarme como un experimento, o de retenerme contra mi voluntad? No, sabía que no era eso lo que me temía. Tenía miedo de que me dijesen que no. Que no podía hacer nada. "Eso no ocurrirá..."
Oí entonces a Dragon, que pululaba por ahí con su nuevo hipogrifo (apenas me había fijado cuando se lo habiá comprado) y con los caballos de las botellas, los cuales liberaba ahora. Me acerqué silenciosamente a él y palmeé el cuello de su nueva montura, al tiempo que ella me olfateaba, curiosa.
-Dragon... me gustaría pedirte un favor como mago -Señalé la torre a nuestra derecha - ¿Podriás acompañarme...? necesito recopilar todo lo que sepan ahí sobre mi... esto... enfermedad -cuando pronuncié esta palabra bajé la mirada sin pensarlo -Me sentiré con más valor de hacerlo si me acompañas... pero tampoco me gustaría que entrasemos todos. Me da... mucho apuro este tema, y prefiero tratarlo con intimidad. -dije, cada vez con la voz más baja al igual que mi cabeza.
En ese momento, el hipogrifo de Dragon soltó un chillido de pánico y se alejó de mí varios metros, encabritándose de terror y cada vez más nervioso. Sin duda el sexto sentido del animal había percibido algo en mí que era peligroso. Los animales eran criaturas simples y sinceras: si algo no les gustaba, no tenían reparo en mostrar su adversión. No lo culpaba, era cierto: soy peligrosa.
Traté de fingir en balde que no me había dado cuenta, pero me sentía rota por dentro.
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
Habia oido las palabras de agradecimiento de Koral por haberles traido poco antes de dormirme en el arbol. Tuve un sueño agradable, al menos en un principio, donde yo bajo mi forma de dragona bagaba por las zonas de la tierra de los dragones, encontrandome con algun que otro dragon que saludaba con respeto al igual que el a mi, veia a algun que otro pequeño dragoncillo junto a sus hermanos jugando y me hacia sonreir feliz.
Pero en ese momento un siseo estremecedor rompia la armonia y al alzar la vista al cielo como el resto de los dragones nos encontramos con enormes serpientes aladas, con nuestros enemigos. Los dragones rugian desafiantes y furiosos, las crias a pesar de que su instinto les pedia luchar, se resguardaban en sus cuevas pues sabian que seria una lucha perdida si combatian; los dragones mas jovenes y fuertes como los de mi edad alzabamos el vuelo y empezamos una pelea encarnizada, donde se mezclavan los siseos, rugios y ruido de llamaradas o arañasos.
En ese momento por mis oidos y no por mi cabeza como habia oido en mis sueños escuche una especie de chillido de panico, de un animal. Abri los ojos de golpe y me levante con rapidez sobre la rama, con una mano ya puesta en la empuñadura y con un brillo salvaje y amenazador en mi mirada azul; intente averiguar la causa del chillido y vi que resulto ser el hipogrifo de Dragon, se habia asustado de algo, o mejor dicho, de alguien. El animal miraba a Koral con panico, supuse que seria por esa extraña oscuridad de su mirada, me pase la mano por los ojos algo sonnolienta.
-Mm... Dragon ponle un bozal a tu hipogrifo, me a dado un buen susto- dije
Entre el grito de panico del animal y mi sueño se me habian quitado las ganas de dormir, seguramente apenas habia dormido, pero no queria volver a soñar con amasacres ni sangre. Me baje de un salto de la rama, cayendo en silencio sobre la arena, me acerque al pequeño oasis y me eche agua en la cara para despejarme, despues del sueño preferia estar alerta.
Pero en ese momento un siseo estremecedor rompia la armonia y al alzar la vista al cielo como el resto de los dragones nos encontramos con enormes serpientes aladas, con nuestros enemigos. Los dragones rugian desafiantes y furiosos, las crias a pesar de que su instinto les pedia luchar, se resguardaban en sus cuevas pues sabian que seria una lucha perdida si combatian; los dragones mas jovenes y fuertes como los de mi edad alzabamos el vuelo y empezamos una pelea encarnizada, donde se mezclavan los siseos, rugios y ruido de llamaradas o arañasos.
En ese momento por mis oidos y no por mi cabeza como habia oido en mis sueños escuche una especie de chillido de panico, de un animal. Abri los ojos de golpe y me levante con rapidez sobre la rama, con una mano ya puesta en la empuñadura y con un brillo salvaje y amenazador en mi mirada azul; intente averiguar la causa del chillido y vi que resulto ser el hipogrifo de Dragon, se habia asustado de algo, o mejor dicho, de alguien. El animal miraba a Koral con panico, supuse que seria por esa extraña oscuridad de su mirada, me pase la mano por los ojos algo sonnolienta.
-Mm... Dragon ponle un bozal a tu hipogrifo, me a dado un buen susto- dije
Entre el grito de panico del animal y mi sueño se me habian quitado las ganas de dormir, seguramente apenas habia dormido, pero no queria volver a soñar con amasacres ni sangre. Me baje de un salto de la rama, cayendo en silencio sobre la arena, me acerque al pequeño oasis y me eche agua en la cara para despejarme, despues del sueño preferia estar alerta.
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
No hice más que relajarme un poco. El plan de como haríamos para pedir información y saber como curar a Lunnawi surgiría solo, cuando menos te lo esperaras. Me recosté sobre las hojas con los brazos sobre la nuca, mientras miraba los liós que los árboles que acababan de salir mágicamente hacían entre sí. Me gustaba admirar la naturaleza, supongo que sería algo que compartí con los feéricos, aunque que mis padres supieran, no corría nada de esa sangre por mis venas.
No le dí mucha importancia, simplemente me gustaba admirarla y todo lo que estuviera relacionada con ella. Mientras pensaba, mi mano daba círculos sobre el pelaje gris de Luleir. El pájaro, no hacía más que acurrucarse cerca mía, y me incitaba con el hocico a seguir acariciándole. No había visto en la vida un hipogrifo tan amaestrado, aparte de Shira, mi antigua compañera ... Esta vez había querido comprar un macho, pues una hembra me hubiera recordado tanto a Shira, que no lo hubiera podido soportar.
Cuando me cansé de estar tumbado, y hube descansado lo bastante como para poder seguir moviéndome, me levanté del colchón de hojas y me dispuse a salir de la tienda, siempre con Luleir a mi lado, que no hacía más que resoplar de un lado para otro. Cuando salí, afuera ví como Elissa dormia, y como Koral parecía estar pensando, y muy profundamente.
Luleir se acercó a Koral mientras la olfateaba y jugueteaba con sus cabellos, y Koral se acercaba a mi para hacerme unas preguntas. Cuando las hube escuchado todas, sonreí abiertamente y fruncí el ceño, pues en ese mismo instante, Luleir acababa de proferir un chillido aterrado, y sentí lo que Luleir sentía en ese momento, mezclado con la amargura de Koral y la sorpresa de Elissa, que se acababa de despertar.
Corrí hacia Luleir y lo tranquilicé, mientras lo mandaba en silencio hacia la zona donde los árboles daban sombra. Tiré algo de comida que Elissa llevaba de las provisiones hacia donde estaba él, y el Hipogrifo se la fué comiendo poco a poco, mientras echaba miradas raras a Koral, que en ese momento había bajado la cabeza. Instintivamente, me acerqué a ella y alcé su rostro poniendo mi mano derecha sobre su barbilla.
- Tranquila ... no tienes porque preocuparte por nada, sólo fue un chillido, nada más - dije restándole importancia a su enfermedad, para no preocuparla más, mientras sonreía con cara feliz - En cuanto a lo de la Torre, supongo que no habrá problemas en que si yo voy contigo a la Torre para pedir información, a fin de cuentas ... soy mago - y sonreí de nuevo, mientras enseñaba mi túnica que me habían dado el día que aprobé el exámen - Aunque doy por hecho que eso ya lo sabías ...
Acto seguido, volví a donde estaba Elissa, y con gesto serio, aunque un poco divertido, le dije:
- Liss, sabes perfectamente que si le pusiera un bozal a mi Luleir, no sería yo ... estaríamos quitándole libertad a un hipogrifo que no te ha hecho nada, simplemente se asustó un poco - y luego le dí unos golpecitos amistosos en el hombro, a la par de que volvía la mirada hacia donde mi montura descansaba, con la cabeza entre las piernas - Y ahora bien, tengo que pedirte un favor ... Tienes que quedarte con él aquí, voy con Koral a la Torre, a pedir información ... - dije cuidadosamente - ¿Querrás? - dije, aunque di por hecho de que Liss diría que si, pero con la condición de que tuvieramos cuidado, por lo que le dije - Y tranquila, estaremos bien, llevaré mi magia y si me falla, está el Colgante que porta Koral ... no me faltará - y dicho esto me volví hacia donde estaba Koral.
Le cogí de la mano y, aunque me costará pues su enfermedad me afectaba, con una amplia sonrisa le dije:
- ¿Vamos? - y empecé a andar con paso decidido, hacia la Torre, que no estaba a más de un kilometro de nuestra posición ...
No le dí mucha importancia, simplemente me gustaba admirarla y todo lo que estuviera relacionada con ella. Mientras pensaba, mi mano daba círculos sobre el pelaje gris de Luleir. El pájaro, no hacía más que acurrucarse cerca mía, y me incitaba con el hocico a seguir acariciándole. No había visto en la vida un hipogrifo tan amaestrado, aparte de Shira, mi antigua compañera ... Esta vez había querido comprar un macho, pues una hembra me hubiera recordado tanto a Shira, que no lo hubiera podido soportar.
Cuando me cansé de estar tumbado, y hube descansado lo bastante como para poder seguir moviéndome, me levanté del colchón de hojas y me dispuse a salir de la tienda, siempre con Luleir a mi lado, que no hacía más que resoplar de un lado para otro. Cuando salí, afuera ví como Elissa dormia, y como Koral parecía estar pensando, y muy profundamente.
Luleir se acercó a Koral mientras la olfateaba y jugueteaba con sus cabellos, y Koral se acercaba a mi para hacerme unas preguntas. Cuando las hube escuchado todas, sonreí abiertamente y fruncí el ceño, pues en ese mismo instante, Luleir acababa de proferir un chillido aterrado, y sentí lo que Luleir sentía en ese momento, mezclado con la amargura de Koral y la sorpresa de Elissa, que se acababa de despertar.
Corrí hacia Luleir y lo tranquilicé, mientras lo mandaba en silencio hacia la zona donde los árboles daban sombra. Tiré algo de comida que Elissa llevaba de las provisiones hacia donde estaba él, y el Hipogrifo se la fué comiendo poco a poco, mientras echaba miradas raras a Koral, que en ese momento había bajado la cabeza. Instintivamente, me acerqué a ella y alcé su rostro poniendo mi mano derecha sobre su barbilla.
- Tranquila ... no tienes porque preocuparte por nada, sólo fue un chillido, nada más - dije restándole importancia a su enfermedad, para no preocuparla más, mientras sonreía con cara feliz - En cuanto a lo de la Torre, supongo que no habrá problemas en que si yo voy contigo a la Torre para pedir información, a fin de cuentas ... soy mago - y sonreí de nuevo, mientras enseñaba mi túnica que me habían dado el día que aprobé el exámen - Aunque doy por hecho que eso ya lo sabías ...
Acto seguido, volví a donde estaba Elissa, y con gesto serio, aunque un poco divertido, le dije:
- Liss, sabes perfectamente que si le pusiera un bozal a mi Luleir, no sería yo ... estaríamos quitándole libertad a un hipogrifo que no te ha hecho nada, simplemente se asustó un poco - y luego le dí unos golpecitos amistosos en el hombro, a la par de que volvía la mirada hacia donde mi montura descansaba, con la cabeza entre las piernas - Y ahora bien, tengo que pedirte un favor ... Tienes que quedarte con él aquí, voy con Koral a la Torre, a pedir información ... - dije cuidadosamente - ¿Querrás? - dije, aunque di por hecho de que Liss diría que si, pero con la condición de que tuvieramos cuidado, por lo que le dije - Y tranquila, estaremos bien, llevaré mi magia y si me falla, está el Colgante que porta Koral ... no me faltará - y dicho esto me volví hacia donde estaba Koral.
Le cogí de la mano y, aunque me costará pues su enfermedad me afectaba, con una amplia sonrisa le dije:
- ¿Vamos? - y empecé a andar con paso decidido, hacia la Torre, que no estaba a más de un kilometro de nuestra posición ...
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
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Re: Llegada...(libre)
Oi la respuesta de Dragon a mi comentario sobre ponerle un bozal a su hipogrifo y puse los ojos en blanco, cuando me dijo que me queria pedir un favor le mire con atencion, al oir lo que dijo frunci un poco el ceño, no queria que me dejasen sola, pero tampoco podia negarme.
- Esta bien, me quedare cuidando del pajarito mutado con caballo- dije ironica
Mire al hipogrifo, el cual me miro indignado y se alejo de mi, rode los ojos y me fui a la sombra de un arbol, observando como Dragon y Koral se marchaban a la torre, podrian haber cogido a alguno de mis caballos, no hubiera sido nada.
- Esta bien, me quedare cuidando del pajarito mutado con caballo- dije ironica
Mire al hipogrifo, el cual me miro indignado y se alejo de mi, rode los ojos y me fui a la sombra de un arbol, observando como Dragon y Koral se marchaban a la torre, podrian haber cogido a alguno de mis caballos, no hubiera sido nada.
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
Observé la reacción de Elissa ante el súbito miedo del hipogrifo y cómo Dragon lo tranquilizaba, mientras yo permanecía sin intervenir, como si mis pies hubiesen quedado encallados en el polvo del suelo. Lo veía todo como si estuviese muy lejos, casi sin acordarme de que yo también perteneciá a aquel pequeño grupo que fórmabamos. Dragon no tardó en dar a su nuevo compañero algo de comer para distraerle.
Dragon se me acercó, colocando su mano sobre mi barbilla, lo que hizo disparar todas mis alarmas y devolverme de golpe a la realidad. Hacía mucho tiempo que no sentía el contacto de otra persona piel con piel, pues mi mero contacto provocaba oleadas de dolor al que se atreviese a rozarme. Seguro que Dragon lo sentía a hora, pero por no parecer demasiado brusca, y dado que Dragon no mostraba signos de dolor, escuché lo que me decía y disimuladamente aparté la barbilla hacia un lado, lejos de la mano de Dragon.
-Claro, solo un chillido. Debe de estar un poco nervioso porque lo acabas de comprar y no nos tiene confianza. -forcé una sonrisa, mientras le seguiá el juego.
Dragon me mostró con orgullo su túnica.
-Sí, lo sabía. No solo por tu uniforme ni por tus hechizos -señalé a la nueva tienda vegetal que había hecho crecer -sino porque... bueno, tengo un sexto sentido para percibir la magia dentro de alguien. Ya sabes, por lo que soy... -dije con un poco de timidez, como siempre que hablaba de mi yo unicornio. Para nuestra raza, los temas de magia entregada siempre resultaba algo íntimo, aunque el mago con el que estubieses hablando no hubiese sido concedido por ti. -Muchas gracias por tu ayuda, Dragon.
Dragon informó a Elissa de nuestro propósito. Cuando terminó de hablar, añadí para tratar de aliviarla, sin poder reprimir una sonrisa ante su comentario sobre el hipogrifo:
-Intentaremos no entretenernos con tonterías sin importancia -dije, con una sonrisa. -No quiero que te quedes sola mucho tiempo.
Me giré hacia la figura de la Torre, y Dragon me tomó la mano y me ofreció continuar. Sin previo aviso y sin poderlo evitar, mi energía negativa se expandió hacia el celeste. Me puse rígida, y a los pocos pasos ya no podía consentir que aquel contacto durase más tiempo. No podía hacerle daño... ya habiá causado bastantes estragos. Dejé que mi mano se escurriese como quien no quiere la cosa, separándola de la de Dragon. Murmuré alguna tonteriá sobre que tenía que comprovar una cosa y me descolgué la bolsa de viaje del hombro para rebuscar mis guantes. Maldita la hora que me los quité. Por el séptimo, no los encontraba.
Sin darme cuanta cada vez estábamos mas cerca de la torre, y durante ese rato yo había mantenido la cabeza casi dentro de mi mochila, en busca de mis guantes. Me los habría dejado al pie de alguna roca al aterrizar. Cuando abandoné la búsqueda y me giré hacia Dragon, me ruboricé ligeramente de vergüenza. Casi no me acordaba de que él caminaba a mi lado, y no le había prestado atención. Qué descortés por mi parte. Sin embargo, no llegué a pronunciar ninguna disculpa.
Estábamos ya ante las puertas, las dos puertas de madera recia y gruesa más altas que jamás había visto. Estaban decoradas con motivos vegetales por los marcos, y la figura de unicornio alzado sobre sus dos patas traseras ocupaba la parte central. El resto estaba esculpido con una compleja red de dragones en miniatura representando distintas escenas. Si uno se fijaba demasiado, pareciá que hasta se moviesen.
apresada por el efecto óptico, bizqueé un momento, atontada, y luego me puse seria. Miré a Dragon un momento sin decir nada, y sin esperar a su aprovación, golpeé la puerta con un pesado aldabón con forma de garras de dragón.
El pofundo sonido vibró un momento entre nosotros y se perdió por dentor de los pasillos de la torre, más lejos de lo que podián alcanzar nuestros oídos desde allí.
Ahora tocaba esperar.
Dragon se me acercó, colocando su mano sobre mi barbilla, lo que hizo disparar todas mis alarmas y devolverme de golpe a la realidad. Hacía mucho tiempo que no sentía el contacto de otra persona piel con piel, pues mi mero contacto provocaba oleadas de dolor al que se atreviese a rozarme. Seguro que Dragon lo sentía a hora, pero por no parecer demasiado brusca, y dado que Dragon no mostraba signos de dolor, escuché lo que me decía y disimuladamente aparté la barbilla hacia un lado, lejos de la mano de Dragon.
-Claro, solo un chillido. Debe de estar un poco nervioso porque lo acabas de comprar y no nos tiene confianza. -forcé una sonrisa, mientras le seguiá el juego.
Dragon me mostró con orgullo su túnica.
-Sí, lo sabía. No solo por tu uniforme ni por tus hechizos -señalé a la nueva tienda vegetal que había hecho crecer -sino porque... bueno, tengo un sexto sentido para percibir la magia dentro de alguien. Ya sabes, por lo que soy... -dije con un poco de timidez, como siempre que hablaba de mi yo unicornio. Para nuestra raza, los temas de magia entregada siempre resultaba algo íntimo, aunque el mago con el que estubieses hablando no hubiese sido concedido por ti. -Muchas gracias por tu ayuda, Dragon.
Dragon informó a Elissa de nuestro propósito. Cuando terminó de hablar, añadí para tratar de aliviarla, sin poder reprimir una sonrisa ante su comentario sobre el hipogrifo:
-Intentaremos no entretenernos con tonterías sin importancia -dije, con una sonrisa. -No quiero que te quedes sola mucho tiempo.
Me giré hacia la figura de la Torre, y Dragon me tomó la mano y me ofreció continuar. Sin previo aviso y sin poderlo evitar, mi energía negativa se expandió hacia el celeste. Me puse rígida, y a los pocos pasos ya no podía consentir que aquel contacto durase más tiempo. No podía hacerle daño... ya habiá causado bastantes estragos. Dejé que mi mano se escurriese como quien no quiere la cosa, separándola de la de Dragon. Murmuré alguna tonteriá sobre que tenía que comprovar una cosa y me descolgué la bolsa de viaje del hombro para rebuscar mis guantes. Maldita la hora que me los quité. Por el séptimo, no los encontraba.
Sin darme cuanta cada vez estábamos mas cerca de la torre, y durante ese rato yo había mantenido la cabeza casi dentro de mi mochila, en busca de mis guantes. Me los habría dejado al pie de alguna roca al aterrizar. Cuando abandoné la búsqueda y me giré hacia Dragon, me ruboricé ligeramente de vergüenza. Casi no me acordaba de que él caminaba a mi lado, y no le había prestado atención. Qué descortés por mi parte. Sin embargo, no llegué a pronunciar ninguna disculpa.
Estábamos ya ante las puertas, las dos puertas de madera recia y gruesa más altas que jamás había visto. Estaban decoradas con motivos vegetales por los marcos, y la figura de unicornio alzado sobre sus dos patas traseras ocupaba la parte central. El resto estaba esculpido con una compleja red de dragones en miniatura representando distintas escenas. Si uno se fijaba demasiado, pareciá que hasta se moviesen.
apresada por el efecto óptico, bizqueé un momento, atontada, y luego me puse seria. Miré a Dragon un momento sin decir nada, y sin esperar a su aprovación, golpeé la puerta con un pesado aldabón con forma de garras de dragón.
El pofundo sonido vibró un momento entre nosotros y se perdió por dentor de los pasillos de la torre, más lejos de lo que podián alcanzar nuestros oídos desde allí.
Ahora tocaba esperar.
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
Off: caaaacho post XDD (algo tenia k acer mientras estabais en la torre =P )
Mire como ambos se marchaban, hasta convertirse en unos puntos y despues desaparecer, cuando los deje de ver suspire y me quede con la mirada perdida, estaba aburrida y no sabia que hacer, mire un segundo al hipogrifo de Dragon, el cual me devolvio la mirada, pero hizo un sonido parecido a un resoplo y me dio la espalda, parecia algo indiganado aun por mi comentario de antes.
Solte un resoplo, desde luego ahora mismo el aburrimiento era maximo, a pesar de las palabras de Koral de que tardarian lo menos posible deduje que eso seria al menos hasta la caida de los soles, osea todo un dia sin hacer nada? no, ademas queria hacer una cosa aprovechando que estaba cerca. Mire al hipogrifo de Dragon con una mirada astuta, saque una cuerda que tenia en mi mochila (ni si quiera recordaba para que la meti), fui sigilosa hasta el animal el cual no se dio cuenta de nada hasta que un rapido movimiento pase la cuerda por su cuello; al animal se revolvio, pero mi mirada que brillaba con intensidad hizo que el animal dejase de revolverse, lo ate a uno de los arboles y deje un papel cogido a la cuerda, en el que ponia que volveria cuando los soles cayesen o por la noche. Me acerque a mis caballos y les acaricie el morro.
- Quedaos aqui hasta que vuelva- susurre
Los animales resoplaron y sonrei, me aleje del oasis y en un momento me converti en dragona, echando a volar y adentrandome mas en Awinor, me dirigi a la tierra donde estaban todos los dragones. Durante mi estancia alli habia conocido a varios dragones con los que me habia llevado bien y me habian ayudado a socializarme con todos.
Cuando divise la morada de los dragones note algo extraño, no habia visto aun a ningun dragon zurcar el cielo, ni un rugido, nada; un mal presentimiento se apodero de mi mente y me esforze a continuar, batiendo mis alas con fuerza, tenia que saber que pasaba. Cuando aterrize note como un extraño frio recorria mi espalda, no volvi a mi cuerpo mestizo, camine en mi forma de dragona, no oia nada ¿donde demonios se habian metido los dragones? Al pasar unas rocas que dejaban ver las guaridas de los dragones pense que mi mundo (o al menos el de mi parte dragona) se le caia el alma a los pies; ante mi las arenas del desierto estaban en algunas zonas tintadas de sangre, vi cadaveres de mas de un dragon.
"No..." pense, ni si quiera podia hablar, me habia quedado muda del horror.
Baje la colina y camine entre los dragones fallecidos, mire con atencion intentando ver algun lomo que se inchase aunque fuera levemente, alguna señal de vida, nada, parecia que como hace muchos años los dragones habian caido muertos desde los cielos, pero estos no estaban calcinados. Segui caminando, cuando vi unos reflejos azules note como las lagrimas se acumulaban en mis ojos frios, "No Flieser no..." pense; aunque asi era, un enorme dragon de escamas como el safiro estaba sobre la arena del desierto, con la garganta abierta de alguna tremenda pelea. "Que te han hecho?" pense horrorizada.
Me acerque al cuerpo del dragon, no habia vida en el, habia muerto desangrado, las lagrimas abundaron mucho mas mis ojos y solte un rugido lleno de dolor, apoye mi cabeza sobre su cuello inerte. No se cuantos minutos me pase apoyada en su cuello, pero no queria moverme, sentia el corazon roto ante la perdida de mi mejor amigo dragon, pero un sonido me saco de mi ausencia, o mejor dicho un siseo; en cuanto mis oidos escucharon aquel siseo mis ojos ardieron con una furia salvaje, nunca habia sentido tantos deseos de venganza. El sonido procedia de una de las cuevas, de la de Flieser, me acerque con paso decidido, notando que la furia crecia en mi, al pararme frente a la puerta solte un potente rugido desafiante; de repente de entre las sombras una enorme serpiente alada salio con las fauces abiertas, ya estaba preparada y una llamarada salio de mi boca. La serpiente giro con brusquedad para esquivar mi llama. Nos miramos fijamente, yo rugia con furia y ese maldito ser siseaba con frialdad, salte hacia el shek, queria matarlo, destruirle y que no quedase nada de el; la serpiente tambien parecia deseosa de matarme, pues tambien se lanzo.
Nos peleamos con furia, yo no me cansaba, los deseos de venganza y odio me daban fuerzas para matar a aquel shek; senti sus mordiscos en mis patas y en mi costado, pero ignoraba el dolor y solo daba zarpazos y llamaradas. No se cuanto tiempo peleamos, pero cuando la serpiente cayo al cielo con la garganta abierta mi furia y mi odio parecio irse tan rapido como vino, en ese momento si que senti en dolor de las heridas y como mi cuerpo se paralizaba por los mordiscos del shek, pero tenia que volver al campamento, casi se habian puesto los soles.
Con dificultad alce el vuelo, sintiendo un profundo dolor en el pecho al dejar a mis antiguos compañeros ahi, pero Aldun se encargaria de guiar sus fuertes y ardientes almas a un lugar mejor, y Yohavir de enterrar sus cuerpos con arena transportada con el viento. Aun asi, perder a aquellos dragones habia sido un golpe en mi cabeza, como un martillo, que me habia dejado afectada.
Cuando divise el campamento la ultima luna ya habia salido, cuando quise darme cuenta las alas ya no me respondian por culpa del veneno y la sangre que habia perdido. "Mierda!"pense, aunque lo intente, no pude evitar que mi cuerpo de dragon cayera a las arenas del desierto, por suerte cai algo mas lejos del campamento, aunque la arena ma resulto mas dura que nunca; quede sobre las frias arenas con el cuerpo inerte, inconscientemente, mi cuerpo de dragon desaparecido y quedo mi cuerpo de semi-yan, que daba aun mas lastima que el de dragon. Tenia las ropas ensangrentadas de mi sangre y de la del shek, tenia heridas por todo el cuerpo por la pelea y la estrepitosa caida, la mas grave era la herida abierta de mi cuello, por la cual habia perdido la mayoria de la sangre, y el veneno ya no me dejaba moverme. No pude estar mas tiempo consciente y mis parpados cayeron, dando por echo que de esta no salia.
Mire como ambos se marchaban, hasta convertirse en unos puntos y despues desaparecer, cuando los deje de ver suspire y me quede con la mirada perdida, estaba aburrida y no sabia que hacer, mire un segundo al hipogrifo de Dragon, el cual me devolvio la mirada, pero hizo un sonido parecido a un resoplo y me dio la espalda, parecia algo indiganado aun por mi comentario de antes.
Solte un resoplo, desde luego ahora mismo el aburrimiento era maximo, a pesar de las palabras de Koral de que tardarian lo menos posible deduje que eso seria al menos hasta la caida de los soles, osea todo un dia sin hacer nada? no, ademas queria hacer una cosa aprovechando que estaba cerca. Mire al hipogrifo de Dragon con una mirada astuta, saque una cuerda que tenia en mi mochila (ni si quiera recordaba para que la meti), fui sigilosa hasta el animal el cual no se dio cuenta de nada hasta que un rapido movimiento pase la cuerda por su cuello; al animal se revolvio, pero mi mirada que brillaba con intensidad hizo que el animal dejase de revolverse, lo ate a uno de los arboles y deje un papel cogido a la cuerda, en el que ponia que volveria cuando los soles cayesen o por la noche. Me acerque a mis caballos y les acaricie el morro.
- Quedaos aqui hasta que vuelva- susurre
Los animales resoplaron y sonrei, me aleje del oasis y en un momento me converti en dragona, echando a volar y adentrandome mas en Awinor, me dirigi a la tierra donde estaban todos los dragones. Durante mi estancia alli habia conocido a varios dragones con los que me habia llevado bien y me habian ayudado a socializarme con todos.
Cuando divise la morada de los dragones note algo extraño, no habia visto aun a ningun dragon zurcar el cielo, ni un rugido, nada; un mal presentimiento se apodero de mi mente y me esforze a continuar, batiendo mis alas con fuerza, tenia que saber que pasaba. Cuando aterrize note como un extraño frio recorria mi espalda, no volvi a mi cuerpo mestizo, camine en mi forma de dragona, no oia nada ¿donde demonios se habian metido los dragones? Al pasar unas rocas que dejaban ver las guaridas de los dragones pense que mi mundo (o al menos el de mi parte dragona) se le caia el alma a los pies; ante mi las arenas del desierto estaban en algunas zonas tintadas de sangre, vi cadaveres de mas de un dragon.
"No..." pense, ni si quiera podia hablar, me habia quedado muda del horror.
Baje la colina y camine entre los dragones fallecidos, mire con atencion intentando ver algun lomo que se inchase aunque fuera levemente, alguna señal de vida, nada, parecia que como hace muchos años los dragones habian caido muertos desde los cielos, pero estos no estaban calcinados. Segui caminando, cuando vi unos reflejos azules note como las lagrimas se acumulaban en mis ojos frios, "No Flieser no..." pense; aunque asi era, un enorme dragon de escamas como el safiro estaba sobre la arena del desierto, con la garganta abierta de alguna tremenda pelea. "Que te han hecho?" pense horrorizada.
Me acerque al cuerpo del dragon, no habia vida en el, habia muerto desangrado, las lagrimas abundaron mucho mas mis ojos y solte un rugido lleno de dolor, apoye mi cabeza sobre su cuello inerte. No se cuantos minutos me pase apoyada en su cuello, pero no queria moverme, sentia el corazon roto ante la perdida de mi mejor amigo dragon, pero un sonido me saco de mi ausencia, o mejor dicho un siseo; en cuanto mis oidos escucharon aquel siseo mis ojos ardieron con una furia salvaje, nunca habia sentido tantos deseos de venganza. El sonido procedia de una de las cuevas, de la de Flieser, me acerque con paso decidido, notando que la furia crecia en mi, al pararme frente a la puerta solte un potente rugido desafiante; de repente de entre las sombras una enorme serpiente alada salio con las fauces abiertas, ya estaba preparada y una llamarada salio de mi boca. La serpiente giro con brusquedad para esquivar mi llama. Nos miramos fijamente, yo rugia con furia y ese maldito ser siseaba con frialdad, salte hacia el shek, queria matarlo, destruirle y que no quedase nada de el; la serpiente tambien parecia deseosa de matarme, pues tambien se lanzo.
Nos peleamos con furia, yo no me cansaba, los deseos de venganza y odio me daban fuerzas para matar a aquel shek; senti sus mordiscos en mis patas y en mi costado, pero ignoraba el dolor y solo daba zarpazos y llamaradas. No se cuanto tiempo peleamos, pero cuando la serpiente cayo al cielo con la garganta abierta mi furia y mi odio parecio irse tan rapido como vino, en ese momento si que senti en dolor de las heridas y como mi cuerpo se paralizaba por los mordiscos del shek, pero tenia que volver al campamento, casi se habian puesto los soles.
Con dificultad alce el vuelo, sintiendo un profundo dolor en el pecho al dejar a mis antiguos compañeros ahi, pero Aldun se encargaria de guiar sus fuertes y ardientes almas a un lugar mejor, y Yohavir de enterrar sus cuerpos con arena transportada con el viento. Aun asi, perder a aquellos dragones habia sido un golpe en mi cabeza, como un martillo, que me habia dejado afectada.
Cuando divise el campamento la ultima luna ya habia salido, cuando quise darme cuenta las alas ya no me respondian por culpa del veneno y la sangre que habia perdido. "Mierda!"pense, aunque lo intente, no pude evitar que mi cuerpo de dragon cayera a las arenas del desierto, por suerte cai algo mas lejos del campamento, aunque la arena ma resulto mas dura que nunca; quede sobre las frias arenas con el cuerpo inerte, inconscientemente, mi cuerpo de dragon desaparecido y quedo mi cuerpo de semi-yan, que daba aun mas lastima que el de dragon. Tenia las ropas ensangrentadas de mi sangre y de la del shek, tenia heridas por todo el cuerpo por la pelea y la estrepitosa caida, la mas grave era la herida abierta de mi cuello, por la cual habia perdido la mayoria de la sangre, y el veneno ya no me dejaba moverme. No pude estar mas tiempo consciente y mis parpados cayeron, dando por echo que de esta no salia.
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
Off: Esto ... ToooooooooooooochoPost ... xDD Pasaron muchas cosas, Ains ! Elissa !!
Antes de partir, eché una mirada de reojo, algo indignado por el comentario que Elissa había hecho sobre mi Hipogrifo. Sin embargo, no le di más importancia, sabía que no lo hacía a mal intención, sino más bien para chincharme un poco, cosas que agradecía, pues el buen humor dentro de un pequeño grupo nunca le sobraba a nadie, es más, en esos momentos, tenía la sensación de que cada vez faltaba más. Permanecí más tiempo cogido de la mano de Koral, la cual poco a poco me producía un ligero cosquilleo mezclado con una pizca de dolor, pero no le presté importancia. Luego, contesté al agradecimiento de Koral:
- No hay nada que agradecer pequeña criatura – dije con una media sonrisa, mientras mi mano se aferraba fuertemente a la suya, para transmitirle seguridad y confianza – Cuando se trata de una persona a la que consideras importante, toda cosa que hagas es poca … pero sin embargo, por cada poca cosa que hagas, vas forjando una cosa grande, y quien sabe … a lo mejor hoy conseguimos algo muy grande para ti y para Idhún – y dejé que las palabras flotaran en el aire, a la vez que dejaba de apretar su mano, pero no separándola de ella.
Sin embargo, notaba la frustración y el miedo que sentía Koral por poder hacerme daño, así que cuando fingió que me soltaba de casualidad para asegurarse de una cosa en su bolsa de viaje, simplemente murmure unas palabras para decirle que no pasaba nada y seguí caminando, mientras veía a Elissa en la lejanía, que volvió de nuevo a acostarse bajo un árbol, y Luleir descansaba, con ojos tristes, como ambos partíamos hacia la torre, y él tenía que quedarse allí. Hubiera dado toda la comida del mundo por seguirnos, pero no quería que Koral se sintiera mal, así que vi que la mejor opción sería dejarlo allí, con Elissa estaría bien.
Caminamos durante una hora, y apenas se escuchó nada mientras lo hacíamos. No quise molestar a Koral, así que no le di tema de conversación, sino que simplemente dejé que pensara mientras yo, como muchas otras veces, me dedicaba a mirar el paisaje, que por una vez era diferente. Como en toda Torre de Hechicería, había una zona dedicada a unos cuantos árboles, por si los unicornios curiosos querían acercarse, se sintieran como en casa. Sonreí, pues era un detalle precioso, y cualquiera que lo viera lo agradecería. El camino hacia la torre apenas fue animado por el cantar de los pájaros, y eché de menos los Bosques de Alis Lithban, e incluso mi hogar, donde pasaba las horas y horas sentado a la sombra, cerca de los frescos árboles. “Estás ayudando a una persona a salvar su vida, ¿qué es mejor que eso?” pensé, para darme ánimos a mi mismo, mientras llegábamos a la Torre.
Ante nosotros se erguía una torre de grandes proporciones, en la cual los motivos decorativos de sus puertas te daban a entender en donde te encontrabas. El unicornio central presidía la puerta maciza que se erguía imponente como la Torre. Ví como Koral me miraba, y asentí tranquilamente, cuando de repente, Koral llamó a la puerta, esperando respuesta de los altos magos de la Torre.
Pasó una media hora, a la vez que el sol cada vez apretaba más fuerte, y nadie parecía salir a recibirnos, así que pensé que dar señales de que algún mago intentaba entrar en la torre, podríamos hacernos notar y conseguir que nos tomaran atención. Me preparé y concentré mi magia, para realizar un hechizo básico, que consistía en una pequeña luz que volaba hasta el mago más cercano de la torre y lo conducía hacia donde estaba el mago que lo conjuraba. Cuando estuvo listo, solté las palabras con delicadeza, y el haz de luz salió de mis manos, entrando por la ventana más próxima a donde nos encontrábamos.
- No tardaran mucho en llegar – dije, mientras sonreía a Koral y esperaba que el mago que reconociera el hechizo, llegara pronto para atendernos. Mientras esperábamos, un rugido desgarrador arrancó a Yohavir sus vientos, quedándose todo parado. Miré a Koral asustado, pues nunca había estado tan cerca de la morada de los dragones, y suspiré, pues no nos harían nada, eran nuestros aliados.
Al poco tiempo del rugido, un crujido en la puerta se escuchó, y ambas se abrieron de par en par, para dejar ver el rostro larguilucho y aguileño de un mago que parecía que se pasaba el día encerrado en la biblioteca. Agradecí a Yohavir que no hubieran tardado tanto, y presenté a Koral. Acto seguido, me presenté yo y el mago nos invitó a entrar.
- Venimos a ver al Archimago de la Torre, queremos ver si podemos tener una cita con él … ¿Podría ser? – dije, con palabras amables, mientras miraba a Koral, que permanecía a mi lado. El mago asintió con la cabeza y nos incitó a esperar mientras llamaba al archimago, le agradecí y me dirigí con Koral hacia el banco más cercano, mientras esperábamos.
******************************************************************************************************
Aunque que Elissa hubiera atado a Luleir le hubiera molestado al gran animal, cuando la vió caer del cielo y se transformó en su forma humana, no pudo más que proferir chillidos y se deshizo de la cuerda lo más rápidamente posible. Se acercó a Elissa y le acarició la cara con el hocico, para ver si seguía viva.
Al ver que aún respiraba, alzó el vuelo a grandes batidas y puso camino a la Torre de Awinor, donde esperaba encontrar a su amo para que pudiera ayudar a Elissa, que parecía herida y muy cansada…
******************************************************************************************************
Esperamos durante dos horas. Parecía que todos nos estaban dejando de lado, y me estaba empezando a molestar. Sin embargo, cuando la primera de las lunas se alzó en el cielo, el mago llegó de nuevo. Nos condujo por un pasillo largo, y nos llevó a una sala, con un gran escritorio. Sin embargo, en ese momento, un chillido sonó en el vestíbulo, y Luleir apareció dando coces y chillidos, acercándose a mi, aún volando. Cuando llegó, lo acaricié tranquilizándolo.
- Eh, eh, amigo … ¿Qué te pasa? – y no hicieron falta más palabras, un chillido salió de mi boca, y monté rápidamente en Luleir, dispuesto a volver a la base – Algo ha pasado en el campamento … Y algo grave, Luleir está preocupado, no puedo quedarme más … Dile al archimago que vienes de mi parte, yo volveré a recogerte en cuanto pueda – dije – Mucha suerte – y acto seguido, alcé el vuelo con Luleir, y salí por la ventana del pasillo, rumbo hacia el campamento, donde me esperaba algo que nunca jamás olvidaría …
Antes de partir, eché una mirada de reojo, algo indignado por el comentario que Elissa había hecho sobre mi Hipogrifo. Sin embargo, no le di más importancia, sabía que no lo hacía a mal intención, sino más bien para chincharme un poco, cosas que agradecía, pues el buen humor dentro de un pequeño grupo nunca le sobraba a nadie, es más, en esos momentos, tenía la sensación de que cada vez faltaba más. Permanecí más tiempo cogido de la mano de Koral, la cual poco a poco me producía un ligero cosquilleo mezclado con una pizca de dolor, pero no le presté importancia. Luego, contesté al agradecimiento de Koral:
- No hay nada que agradecer pequeña criatura – dije con una media sonrisa, mientras mi mano se aferraba fuertemente a la suya, para transmitirle seguridad y confianza – Cuando se trata de una persona a la que consideras importante, toda cosa que hagas es poca … pero sin embargo, por cada poca cosa que hagas, vas forjando una cosa grande, y quien sabe … a lo mejor hoy conseguimos algo muy grande para ti y para Idhún – y dejé que las palabras flotaran en el aire, a la vez que dejaba de apretar su mano, pero no separándola de ella.
Sin embargo, notaba la frustración y el miedo que sentía Koral por poder hacerme daño, así que cuando fingió que me soltaba de casualidad para asegurarse de una cosa en su bolsa de viaje, simplemente murmure unas palabras para decirle que no pasaba nada y seguí caminando, mientras veía a Elissa en la lejanía, que volvió de nuevo a acostarse bajo un árbol, y Luleir descansaba, con ojos tristes, como ambos partíamos hacia la torre, y él tenía que quedarse allí. Hubiera dado toda la comida del mundo por seguirnos, pero no quería que Koral se sintiera mal, así que vi que la mejor opción sería dejarlo allí, con Elissa estaría bien.
Caminamos durante una hora, y apenas se escuchó nada mientras lo hacíamos. No quise molestar a Koral, así que no le di tema de conversación, sino que simplemente dejé que pensara mientras yo, como muchas otras veces, me dedicaba a mirar el paisaje, que por una vez era diferente. Como en toda Torre de Hechicería, había una zona dedicada a unos cuantos árboles, por si los unicornios curiosos querían acercarse, se sintieran como en casa. Sonreí, pues era un detalle precioso, y cualquiera que lo viera lo agradecería. El camino hacia la torre apenas fue animado por el cantar de los pájaros, y eché de menos los Bosques de Alis Lithban, e incluso mi hogar, donde pasaba las horas y horas sentado a la sombra, cerca de los frescos árboles. “Estás ayudando a una persona a salvar su vida, ¿qué es mejor que eso?” pensé, para darme ánimos a mi mismo, mientras llegábamos a la Torre.
Ante nosotros se erguía una torre de grandes proporciones, en la cual los motivos decorativos de sus puertas te daban a entender en donde te encontrabas. El unicornio central presidía la puerta maciza que se erguía imponente como la Torre. Ví como Koral me miraba, y asentí tranquilamente, cuando de repente, Koral llamó a la puerta, esperando respuesta de los altos magos de la Torre.
Pasó una media hora, a la vez que el sol cada vez apretaba más fuerte, y nadie parecía salir a recibirnos, así que pensé que dar señales de que algún mago intentaba entrar en la torre, podríamos hacernos notar y conseguir que nos tomaran atención. Me preparé y concentré mi magia, para realizar un hechizo básico, que consistía en una pequeña luz que volaba hasta el mago más cercano de la torre y lo conducía hacia donde estaba el mago que lo conjuraba. Cuando estuvo listo, solté las palabras con delicadeza, y el haz de luz salió de mis manos, entrando por la ventana más próxima a donde nos encontrábamos.
- No tardaran mucho en llegar – dije, mientras sonreía a Koral y esperaba que el mago que reconociera el hechizo, llegara pronto para atendernos. Mientras esperábamos, un rugido desgarrador arrancó a Yohavir sus vientos, quedándose todo parado. Miré a Koral asustado, pues nunca había estado tan cerca de la morada de los dragones, y suspiré, pues no nos harían nada, eran nuestros aliados.
Al poco tiempo del rugido, un crujido en la puerta se escuchó, y ambas se abrieron de par en par, para dejar ver el rostro larguilucho y aguileño de un mago que parecía que se pasaba el día encerrado en la biblioteca. Agradecí a Yohavir que no hubieran tardado tanto, y presenté a Koral. Acto seguido, me presenté yo y el mago nos invitó a entrar.
- Venimos a ver al Archimago de la Torre, queremos ver si podemos tener una cita con él … ¿Podría ser? – dije, con palabras amables, mientras miraba a Koral, que permanecía a mi lado. El mago asintió con la cabeza y nos incitó a esperar mientras llamaba al archimago, le agradecí y me dirigí con Koral hacia el banco más cercano, mientras esperábamos.
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Aunque que Elissa hubiera atado a Luleir le hubiera molestado al gran animal, cuando la vió caer del cielo y se transformó en su forma humana, no pudo más que proferir chillidos y se deshizo de la cuerda lo más rápidamente posible. Se acercó a Elissa y le acarició la cara con el hocico, para ver si seguía viva.
Al ver que aún respiraba, alzó el vuelo a grandes batidas y puso camino a la Torre de Awinor, donde esperaba encontrar a su amo para que pudiera ayudar a Elissa, que parecía herida y muy cansada…
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Esperamos durante dos horas. Parecía que todos nos estaban dejando de lado, y me estaba empezando a molestar. Sin embargo, cuando la primera de las lunas se alzó en el cielo, el mago llegó de nuevo. Nos condujo por un pasillo largo, y nos llevó a una sala, con un gran escritorio. Sin embargo, en ese momento, un chillido sonó en el vestíbulo, y Luleir apareció dando coces y chillidos, acercándose a mi, aún volando. Cuando llegó, lo acaricié tranquilizándolo.
- Eh, eh, amigo … ¿Qué te pasa? – y no hicieron falta más palabras, un chillido salió de mi boca, y monté rápidamente en Luleir, dispuesto a volver a la base – Algo ha pasado en el campamento … Y algo grave, Luleir está preocupado, no puedo quedarme más … Dile al archimago que vienes de mi parte, yo volveré a recogerte en cuanto pueda – dije – Mucha suerte – y acto seguido, alcé el vuelo con Luleir, y salí por la ventana del pasillo, rumbo hacia el campamento, donde me esperaba algo que nunca jamás olvidaría …
Última edición por Dragon Quest el Jue Mayo 27, 2010 6:59 pm, editado 1 vez
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
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Puntos : 639
Fecha de inscripción : 01/05/2010
Edad : 30
Localización : San Fernando
Datos
Su personaje es: Dragon Droican, Mago 1er Grado (Magia Telúrica)
Trabaja de: Juglar - Plaza de Vanis
Pertenece a: La OPNI, nº 13. Miembro de la UVI.
Re: Llegada...(libre)
Off: Dragon, segun mi post llege al campamento cuando la ultima luna ya habia salido, dudo que en cinco minutos valla a las cuevas d Awinor, pelee contra un dragon, vuelva y me estampe contra la arena, soy medio dragona, no super man XDDD
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
Off: Ya está editado, ahora si parecerá creíble xDD Perdonenme !!
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
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Trabaja de: Juglar - Plaza de Vanis
Pertenece a: La OPNI, nº 13. Miembro de la UVI.
Re: Llegada...(libre)
FdR': ¡WARNING! ¡GRAN TOCHO!
FdR'': El diálogo del mago va en cursiva.
Después de la llamada, aún tuvimos que esperar bastante tiempo. Yo marcaba el paso de los segundo con el pie, ligeramente impaciente, aunque el suelo arenoso amortiguaba los golpes y apenas se oían. Tal vez no hubiese nadie. Tal vez no lo hubiesen oído. O a lo mejor no querían abrir. ¡No! ¿Y si habían percibido quién era y qué me pasaba y no me querían ayudar, o tenián miedo de mí...? No, no podía ser, seguramente lo único que ocurría era que....
Dragon cortó el hilo de mis pensamientos cuando invocó una pequeña bola luminosa como uno de los soles gemelos en miniatura. Sin previo aviso, flotó de las manos de Dragon y se filtró por una ventana de torre. Me quedé mirando el lugar por el que se había perdido, con asombro y curiosidad en mi mirada. Nunca había visto nada semejante, y me pregunté que utilidad tendría. Tal vez sirviera para abrir la puerta desde dentro, pero lo dudaba. Hice conjeturas. Seguramente serviria para llamar la atención de alguien para que se percatase de nuestra presencia, me parecía más probable, en especial cuando Dragon aseguró que no tardarían en llegar.
En ese momento se oyó un rugido terrible, y los dos dimos un respingo de sorpresa. Ambos nos miramos, per sabíamos que debía de tratarse de un dragón. Suspiré tranquila, pues aquí aquel sonido debía resultar tan común como el canto de las aves en Derbhad, aunque fuesen sonidos tan dispares. En el fondo teniá gracia, que nos hubiese asustado, aunque fuese un poco.
Al poco se abrió con lentitud la pesada puerta de la torre, y un hombre con aspecto de águila mortecina nos observó sin interés. Sin embargo, no parecía molesto ni aburrido. Simplemente, su rostro permanecía imperturbable, sin ninguna emoción. Me sorprendió su piel tan pálida viviendo en aquel lugar, donde los soles nunca quitaban ojo a la tierra, y supuse que pasaría los meses, sino años, encerrado en la torre sin parar de estudiar. En fin, era un modo de vivir, aunque yo nunca podría quedarme estancada en el mismo sitio. Necesitaría viajar continuamente, conocer mundo y personas para... para... entregar la magia. Si es que algún día podría entregar algo puro a Idhún.
Dragon hizo su petición, y me pareció adecuado dejarle tutear a él. El mago desapareció escaleras arriba en busca del Archimago, y Dragon me condujo hasta un asiento para esperar. Otra vez. Y durante demasiado tiempo. Esta vez, mi golpeteo constante con el pie si que resonaba en las pulidad baldosas, pero no me importaba.
El hombre volvió a aparecer. Sin ninguna emoción, nos guió hasta una sala amplia y vacía en cuanto a personas. Un enorme escritori presidía la estancia forrada de estanterías en las que se almacenaban desde libros hasta colgantes mágicos y diversos cachivaches que no había visto nunca. Antes de que pudiese nadie decir nada, un chillida rasgó en silencio como una lanza y con la misma velocidad que esta se precipitó Luleir, el hipogrifo de Dragon , en la sala. Todos, hasta el mago, nos sorprendimos. Bueno, en realidad el mago parecía más molesto que otra cosa.
Casi me perdí ante lo que sucedió a continuación. Dragon se puso a parlotear, nervioso, y montó en su animal para desaparecer por la ventana en la que habiá llegado Luleir con un rápido "buena suerte". Me quedé paralizada un segundo. ¿Qué había pasado? El mago se levantó con pesar y con un gruñido grave plantó las manos ante la abertura de la ventana y la selló con un conjuro, con un material que parecía cristal, pero cuando el hechicero pasó el dedo por el supuesto cristal, este de abombaba ligeramente como su fuese elástico.
-Así ya no pasarán más bichos molestos -y soltó una carcajada desganada, como si hubiese dicho un chiste. Yo funcí en ceño.
Volvió a sentarse y me indicó que hiciese lo mismo al otro lado del escritorio. Se presentó:
-Soy Zurag, maestro de los magos de segundo nivel. Me temo que el verdadero mestro de la torre no se encuentra en casa -parecía ligeramente sorprendido, como si acabase de descubrir de su señor no estaba. "¿Tanto tiempo pasa estudiando para no haberse dado cuanta antes?" me pregunté -, así que soy yo quien ocupa temporalmente su cargo. Si desea esperar a su amigo el celeste, le puedo llevar a una sala donde descansar hasta entonces, señorita...
-Koral. Pero resulta que tengo algo de prisa, ¿sabe? -dudé antes de continuar, insgura -No puedo esperarle, y mi amigo ya lo sabe.
-Señorita, la paciencia es la madre de la magia. Nada de prisas. Sin el debido estudio y dedicación, jamás logrará realizar el hechizo más sencillo. De momento, no está dando muy buena impresión para entrar en nuestra comunidad de...
Me impacienté. Su vez lenta y desapasionada me sacaba de mis casillas, y aunque pretendía resultar amable, este erudito podiá conmigo: -¡No lo entiende! No vengo para instruirme, ¡Es algo mucho más importante!
Pareció sorprendido, aunque no tardó en recomponerse: -Percibo que eres una iniciada... aunque también me había dado cuanta de que hay algo que no encaja. Tal vez pueda, si me permites....
No acabó la frase. Se levantó a una velocidad que jamás creí que podría poseer, y colocó una mano sobre mi frente. Al poco, retrocedió, horrorizado."Ya está. Ahora me dirá lo que siempre he temido, que nadie puede..." Pero el mago esbozó de golpe una expresión de odio.
-¡Tú! cómo te atreves a llegar aquí, hija del séptimo. No eres más que una parodia de los unicornios. ¡Jamás podrás vencer al poder de ellos, y te lo demostraré... con el poder que me entregaron los de verdad!
Retrocedí al tiempo que él avabanzaba hacia mí. No había comprendido bien lo que decía, aunque algo me decía que la cosa estaba llendo mal, muy mal...
FdR: Vosotros a lo vuestro, no os preocupéis por venir corriendo a la torre xD
FdR'': El diálogo del mago va en cursiva.
Después de la llamada, aún tuvimos que esperar bastante tiempo. Yo marcaba el paso de los segundo con el pie, ligeramente impaciente, aunque el suelo arenoso amortiguaba los golpes y apenas se oían. Tal vez no hubiese nadie. Tal vez no lo hubiesen oído. O a lo mejor no querían abrir. ¡No! ¿Y si habían percibido quién era y qué me pasaba y no me querían ayudar, o tenián miedo de mí...? No, no podía ser, seguramente lo único que ocurría era que....
Dragon cortó el hilo de mis pensamientos cuando invocó una pequeña bola luminosa como uno de los soles gemelos en miniatura. Sin previo aviso, flotó de las manos de Dragon y se filtró por una ventana de torre. Me quedé mirando el lugar por el que se había perdido, con asombro y curiosidad en mi mirada. Nunca había visto nada semejante, y me pregunté que utilidad tendría. Tal vez sirviera para abrir la puerta desde dentro, pero lo dudaba. Hice conjeturas. Seguramente serviria para llamar la atención de alguien para que se percatase de nuestra presencia, me parecía más probable, en especial cuando Dragon aseguró que no tardarían en llegar.
En ese momento se oyó un rugido terrible, y los dos dimos un respingo de sorpresa. Ambos nos miramos, per sabíamos que debía de tratarse de un dragón. Suspiré tranquila, pues aquí aquel sonido debía resultar tan común como el canto de las aves en Derbhad, aunque fuesen sonidos tan dispares. En el fondo teniá gracia, que nos hubiese asustado, aunque fuese un poco.
Al poco se abrió con lentitud la pesada puerta de la torre, y un hombre con aspecto de águila mortecina nos observó sin interés. Sin embargo, no parecía molesto ni aburrido. Simplemente, su rostro permanecía imperturbable, sin ninguna emoción. Me sorprendió su piel tan pálida viviendo en aquel lugar, donde los soles nunca quitaban ojo a la tierra, y supuse que pasaría los meses, sino años, encerrado en la torre sin parar de estudiar. En fin, era un modo de vivir, aunque yo nunca podría quedarme estancada en el mismo sitio. Necesitaría viajar continuamente, conocer mundo y personas para... para... entregar la magia. Si es que algún día podría entregar algo puro a Idhún.
Dragon hizo su petición, y me pareció adecuado dejarle tutear a él. El mago desapareció escaleras arriba en busca del Archimago, y Dragon me condujo hasta un asiento para esperar. Otra vez. Y durante demasiado tiempo. Esta vez, mi golpeteo constante con el pie si que resonaba en las pulidad baldosas, pero no me importaba.
El hombre volvió a aparecer. Sin ninguna emoción, nos guió hasta una sala amplia y vacía en cuanto a personas. Un enorme escritori presidía la estancia forrada de estanterías en las que se almacenaban desde libros hasta colgantes mágicos y diversos cachivaches que no había visto nunca. Antes de que pudiese nadie decir nada, un chillida rasgó en silencio como una lanza y con la misma velocidad que esta se precipitó Luleir, el hipogrifo de Dragon , en la sala. Todos, hasta el mago, nos sorprendimos. Bueno, en realidad el mago parecía más molesto que otra cosa.
Casi me perdí ante lo que sucedió a continuación. Dragon se puso a parlotear, nervioso, y montó en su animal para desaparecer por la ventana en la que habiá llegado Luleir con un rápido "buena suerte". Me quedé paralizada un segundo. ¿Qué había pasado? El mago se levantó con pesar y con un gruñido grave plantó las manos ante la abertura de la ventana y la selló con un conjuro, con un material que parecía cristal, pero cuando el hechicero pasó el dedo por el supuesto cristal, este de abombaba ligeramente como su fuese elástico.
-Así ya no pasarán más bichos molestos -y soltó una carcajada desganada, como si hubiese dicho un chiste. Yo funcí en ceño.
Volvió a sentarse y me indicó que hiciese lo mismo al otro lado del escritorio. Se presentó:
-Soy Zurag, maestro de los magos de segundo nivel. Me temo que el verdadero mestro de la torre no se encuentra en casa -parecía ligeramente sorprendido, como si acabase de descubrir de su señor no estaba. "¿Tanto tiempo pasa estudiando para no haberse dado cuanta antes?" me pregunté -, así que soy yo quien ocupa temporalmente su cargo. Si desea esperar a su amigo el celeste, le puedo llevar a una sala donde descansar hasta entonces, señorita...
-Koral. Pero resulta que tengo algo de prisa, ¿sabe? -dudé antes de continuar, insgura -No puedo esperarle, y mi amigo ya lo sabe.
-Señorita, la paciencia es la madre de la magia. Nada de prisas. Sin el debido estudio y dedicación, jamás logrará realizar el hechizo más sencillo. De momento, no está dando muy buena impresión para entrar en nuestra comunidad de...
Me impacienté. Su vez lenta y desapasionada me sacaba de mis casillas, y aunque pretendía resultar amable, este erudito podiá conmigo: -¡No lo entiende! No vengo para instruirme, ¡Es algo mucho más importante!
Pareció sorprendido, aunque no tardó en recomponerse: -Percibo que eres una iniciada... aunque también me había dado cuanta de que hay algo que no encaja. Tal vez pueda, si me permites....
No acabó la frase. Se levantó a una velocidad que jamás creí que podría poseer, y colocó una mano sobre mi frente. Al poco, retrocedió, horrorizado."Ya está. Ahora me dirá lo que siempre he temido, que nadie puede..." Pero el mago esbozó de golpe una expresión de odio.
-¡Tú! cómo te atreves a llegar aquí, hija del séptimo. No eres más que una parodia de los unicornios. ¡Jamás podrás vencer al poder de ellos, y te lo demostraré... con el poder que me entregaron los de verdad!
Retrocedí al tiempo que él avabanzaba hacia mí. No había comprendido bien lo que decía, aunque algo me decía que la cosa estaba llendo mal, muy mal...
FdR: Vosotros a lo vuestro, no os preocupéis por venir corriendo a la torre xD
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
El cielo estaba totalmente despejado, y las numerosas estrellas brillaban tenuezmente, como si poco a poco fueran muriendo. Sin embargo, no me fijé en el cielo, mi vista iba siempre hacia delante, buscando cualquier bulto, cualquier muestra de fuego, o de cualquier otra cosa que hubiera podido pasar en el campamente. Luleir volaba rápido, pero no tanto como lo hacía Elissa, por lo que me llevó bastante tiempo llegar.
En todo el viaje, no hacía más que respirar entrecortadamente, mientras me sujetaba fuertemente a Luleir para no caer, y buscaba cualquier rastro de sentimiento con mi mente, para ver si la persona que estuviera en peligro, o la persona que merodeara por el desierto, era peligrosa o no, aunque tenía la sensación de que muy peligroso no era, pues no encontraba rastros por ningún lado, y todo parecía tan silencioso que hasta pensé si Luleir no se habría puesto de nuevo nervioso y había venido volando hacia donde Koral y yo estábamos sin más dilaciones ...
Koral ... pensé en ella, pues la había dejado un poco cortado, y encima sola, en la torre ... Pero para cuando me quise dar cuenta de lo peligroso que era dejarla en la Torre, sola, y con la enfermedad que tenía, que podrían usarla para experimentos, ya era demasiado tarde, y por fin ví el árbol tienda, a lo lejos, como un bulto muy pequeño ... Recé a Yohavir para que estuviera bien, y animé a Luleir a ir más rápido, para llegar contra antes a donde me esperaba lo que fuera.
Llegué justo cuando la Segunda luna apareció por el horizonte, y un grito de horror, acompañado de un salto al suelo, me llevó a ver un bulto peculiar y muy conocido en el suelo. Elissa, era Elissa, y estaba totalmente herida y llena de sangre. Tenía un gran corte en el cuello, por el cual estaba perdiendo mucha mucha sangre. Sin pensarlo más, y con un rostro nervioso y con miedo, cogí a Elissa como pude y la metí en el arbol tienda, mientras decía a Luleir que trajera agua, para intentar cubrir sus heridas. Nada más traer Luleir el agua, que no tenía ni idea de donde la había sacado, empecé a desvestir parte del cuerpo de la chica, sin desvelar sus dotes femeninas, y me dispuse a curarla, no sin antes limpiarle las heridas.
- Espero que esto sirva - susurré con ojos lagrimosos, mientras Luleir permanecía a mi lado, dándome leves toques con su ala izquierda, para darme confianza. Cuando estuve preparado, canalicé toda la energía posible del ambiente, que no era poco, pues estaba cubierto de los árboles que formaban la tienda. Poco a poco, noté como se movía por todo mi cuerpo, me recorría y me reconfortaba, y entonces, cuando me quise dar cuenta, ya había empezado a curar las partes más difíciles de hacer regenerar. Confié en mi mismo y recordé cuando el primer unicornio me entregó este don, y todo pareció salir bien - Quien te habrá hecho todo esto - murmuré, como si Elissa me escuchara.
La herida del cuello empezó a cerrarse, aunque llegó un momento que ya no cerró mas, y solo un pequeño corte quedó abierto en su cuello. La cubrí con vendas mojadas, para que no siguiera sangrando y seguí reconfortando su cuerpo, para sanar las heridas superficiales. Luego, cuando hube terminado, me sentí un poco cansado, así que descanse cinco minutos, para luego limpiar las heridas de Elissa con vendas y cubrirla con las hojas, para que no pasara frío. Cuando hube terminado, suspiré profundamente y salí fuera ...
Todo estaba tranquilo, nadie parecía haber ido allí para atacar a Elissa, pero estaba seguro de que algo, muy grande, le había atacado. Aún permanecía la sangre donde antes Elissa había estado tumbada, insconciente. Y luego, como si por arte de magia fuera, todo se volvió frío, y quise morir ... Todo en el ambiente cambió, y del cielo, una serpiente de grandes proporciones, apareció lanzada hacia donde yo estaba, con los colmillos ensangrentados.
"¡¡Un Shek!!" pensé horrorizado, intentando no mirarle a los ojos para que me dejara paralizado "Este ha tenido que ser el que ha herido a Elissa" pensé, furioso, mientras me preparaba para preparar un conjuro para mantenerlo atado ... Sin embargo, tal y como esperaba, el hechizo no sirvió de mucho. Dí de lleno en el cuello del shek, pero a los pocos segundos se había desatado y volvía amenazador a por mi. "¡¡¡Vara de Yohavir!!!" pensé fuertemente, para hacer aparecer mi vara y parar los colmillos del shek, que en ese momento acometía sobre mí.
Estaba sudando, y no sabía que podía hacer ... Aparte, tenía el presentimiento de que a Koral las cosas le estaban yendo mal, y no podía estar en dos sitios a la vez ... En ese instante, Luleir apareció y clavó su pico en el cuerpo fino del sheck, haciéndole chillar. Aproveché la ocasión para lanzar otra red de plantas, con el objetivo de ganar tiempo y poder salir de allí en cuanto pudiera. Eché de menos a Aslan, no sabía donde estaba y podría habernos ayudado con su forma de Dragón ... Cuando el hechizo impactó sobre el shek, fuí corriendo hacia la tienda, donde Elissa seguía durmiendo. Alcé mis manos, para tocar los árboles pequeños que había formado y grité palabras en idhunaico para hacerla más maciza.
Esperé a que Luleir entrara en la tienda, y acto seguido, la tienda se cerró, dejándonos a Elissa, Luleir y a mi dentro de ella, sumidos en una profunda oscuridad, que duró poco, pues encendí en ese momento una luz con mi magia. Agotado, descansé un rato y seguí concentrado en mantener nuestra "fortaleza" en activo, mientras fuera, se escuchaban los chillidos del shek y las acometidas que lanzaba contra la tienda-árbol.
- Que Yohavir y Wina me den valor para salir de esta - dije entre súplicas, mientras dos lágrimas recorrían mi cara, haciéndolas caer sobre el cuerpo inconsciente de Elissa ...
En todo el viaje, no hacía más que respirar entrecortadamente, mientras me sujetaba fuertemente a Luleir para no caer, y buscaba cualquier rastro de sentimiento con mi mente, para ver si la persona que estuviera en peligro, o la persona que merodeara por el desierto, era peligrosa o no, aunque tenía la sensación de que muy peligroso no era, pues no encontraba rastros por ningún lado, y todo parecía tan silencioso que hasta pensé si Luleir no se habría puesto de nuevo nervioso y había venido volando hacia donde Koral y yo estábamos sin más dilaciones ...
Koral ... pensé en ella, pues la había dejado un poco cortado, y encima sola, en la torre ... Pero para cuando me quise dar cuenta de lo peligroso que era dejarla en la Torre, sola, y con la enfermedad que tenía, que podrían usarla para experimentos, ya era demasiado tarde, y por fin ví el árbol tienda, a lo lejos, como un bulto muy pequeño ... Recé a Yohavir para que estuviera bien, y animé a Luleir a ir más rápido, para llegar contra antes a donde me esperaba lo que fuera.
Llegué justo cuando la Segunda luna apareció por el horizonte, y un grito de horror, acompañado de un salto al suelo, me llevó a ver un bulto peculiar y muy conocido en el suelo. Elissa, era Elissa, y estaba totalmente herida y llena de sangre. Tenía un gran corte en el cuello, por el cual estaba perdiendo mucha mucha sangre. Sin pensarlo más, y con un rostro nervioso y con miedo, cogí a Elissa como pude y la metí en el arbol tienda, mientras decía a Luleir que trajera agua, para intentar cubrir sus heridas. Nada más traer Luleir el agua, que no tenía ni idea de donde la había sacado, empecé a desvestir parte del cuerpo de la chica, sin desvelar sus dotes femeninas, y me dispuse a curarla, no sin antes limpiarle las heridas.
- Espero que esto sirva - susurré con ojos lagrimosos, mientras Luleir permanecía a mi lado, dándome leves toques con su ala izquierda, para darme confianza. Cuando estuve preparado, canalicé toda la energía posible del ambiente, que no era poco, pues estaba cubierto de los árboles que formaban la tienda. Poco a poco, noté como se movía por todo mi cuerpo, me recorría y me reconfortaba, y entonces, cuando me quise dar cuenta, ya había empezado a curar las partes más difíciles de hacer regenerar. Confié en mi mismo y recordé cuando el primer unicornio me entregó este don, y todo pareció salir bien - Quien te habrá hecho todo esto - murmuré, como si Elissa me escuchara.
La herida del cuello empezó a cerrarse, aunque llegó un momento que ya no cerró mas, y solo un pequeño corte quedó abierto en su cuello. La cubrí con vendas mojadas, para que no siguiera sangrando y seguí reconfortando su cuerpo, para sanar las heridas superficiales. Luego, cuando hube terminado, me sentí un poco cansado, así que descanse cinco minutos, para luego limpiar las heridas de Elissa con vendas y cubrirla con las hojas, para que no pasara frío. Cuando hube terminado, suspiré profundamente y salí fuera ...
Todo estaba tranquilo, nadie parecía haber ido allí para atacar a Elissa, pero estaba seguro de que algo, muy grande, le había atacado. Aún permanecía la sangre donde antes Elissa había estado tumbada, insconciente. Y luego, como si por arte de magia fuera, todo se volvió frío, y quise morir ... Todo en el ambiente cambió, y del cielo, una serpiente de grandes proporciones, apareció lanzada hacia donde yo estaba, con los colmillos ensangrentados.
"¡¡Un Shek!!" pensé horrorizado, intentando no mirarle a los ojos para que me dejara paralizado "Este ha tenido que ser el que ha herido a Elissa" pensé, furioso, mientras me preparaba para preparar un conjuro para mantenerlo atado ... Sin embargo, tal y como esperaba, el hechizo no sirvió de mucho. Dí de lleno en el cuello del shek, pero a los pocos segundos se había desatado y volvía amenazador a por mi. "¡¡¡Vara de Yohavir!!!" pensé fuertemente, para hacer aparecer mi vara y parar los colmillos del shek, que en ese momento acometía sobre mí.
Estaba sudando, y no sabía que podía hacer ... Aparte, tenía el presentimiento de que a Koral las cosas le estaban yendo mal, y no podía estar en dos sitios a la vez ... En ese instante, Luleir apareció y clavó su pico en el cuerpo fino del sheck, haciéndole chillar. Aproveché la ocasión para lanzar otra red de plantas, con el objetivo de ganar tiempo y poder salir de allí en cuanto pudiera. Eché de menos a Aslan, no sabía donde estaba y podría habernos ayudado con su forma de Dragón ... Cuando el hechizo impactó sobre el shek, fuí corriendo hacia la tienda, donde Elissa seguía durmiendo. Alcé mis manos, para tocar los árboles pequeños que había formado y grité palabras en idhunaico para hacerla más maciza.
Esperé a que Luleir entrara en la tienda, y acto seguido, la tienda se cerró, dejándonos a Elissa, Luleir y a mi dentro de ella, sumidos en una profunda oscuridad, que duró poco, pues encendí en ese momento una luz con mi magia. Agotado, descansé un rato y seguí concentrado en mantener nuestra "fortaleza" en activo, mientras fuera, se escuchaban los chillidos del shek y las acometidas que lanzaba contra la tienda-árbol.
- Que Yohavir y Wina me den valor para salir de esta - dije entre súplicas, mientras dos lágrimas recorrían mi cara, haciéndolas caer sobre el cuerpo inconsciente de Elissa ...
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
- Mensajes : 437
Puntos : 639
Fecha de inscripción : 01/05/2010
Edad : 30
Localización : San Fernando
Datos
Su personaje es: Dragon Droican, Mago 1er Grado (Magia Telúrica)
Trabaja de: Juglar - Plaza de Vanis
Pertenece a: La OPNI, nº 13. Miembro de la UVI.
Re: Llegada...(libre)
Todo estaba oscuro, la horrenda pesadilla de los cuerpos inertes de los dragones sobre las arenas me acosaba, pense que estaba muerta y estaba en el mismo infierno por no haber protegido a los mios; el dolor de las heridas era insoportable y el veneno del shek era como si quemase mis venas.
Tras un rato agonico note que el dolor de las heridas remitia, pero no el veneno, el veneno no se curaba facilmente. Pense que me perdonaban en parte por no haber protegido a los mios, pero tarde o temprano el veneno haria su tarea y me paralizaria, dejandome morir. Note como humedad, como si una fina lluvia cayera sobre mi, eso fue raro, en el desierto no llovia, nunca llovia.
Mis ojos se abrieron con lentitud, lo veia todo borroso, pero no estaba en donde habia aterrizado, parecia como si estuviese en alguna tienda ¿me habria recogido algun yan? tal vez, pero mi vision se fue haciendo mas nitida y pude comprobar que la piel azulada que veia no era ni por asomo la de un yan. Cuando mi vision volvio a la normalidad, me di cuenta que era Dragon.
- Dra..gon?- dije confusa
Me sentia mareada, el olor a sangre seca se hacia notar y arruge la nariz con desagrado. Mire que tenia vendas y la herida de mi cuello increiblemente estaba mucho mejor, quedando en un corte; habia algo anormal, Luleir, su hipogrifo estaba dentro de la tienda. Parecia como si se hubiese creado una tormenta de arena, pues la tienda se agitaba como si resiviese toda la fuerza de los vientos del desierto; pero cuando mi nariz se desperto y capte un desagradable olor me di cuenta que no era el viento. Habia un shek fuera.
Mis ojos ardieron de furia y en un momento pense en volver a transformarme, pero Dragon y Luleir estaban muy cerca, por no decir que el veneno de aquel shek que habia creido matar corria por mis venas paralizandome.
- No os movais..- dije con voz ronca, mi voz se parecio mas al gruñido de un dragon que la voz de una persona.
Me incorpore apoyandome un poco en el hombro de Dragon, cogi mi espada de fuego, la cual refulgio con furia al igual que yo. En un rapido movimiento que incluso llego a marearme por mi estado, rompi la tienda para salir y pillar por sorpresa al shek; la serpiente estaba desprevenida y al ver repentino ataque solto un chillido sorprendido. Mis ojos ardian como el fuego como mi espada, y en otro movimiento alce la espada y lance contra el shek, que impacto en su cara escamosa.
El animal profirio un agudo chillido, pense que me reventaria los timpanos; mi espada le habia producido un profundo corte en la cara y quemandolo profundamente, seguramente no volveria a ver por el ojo que habia alcanzado. El shek se sacudio profiriendo chillidos de dolor y alzo el vuelo huyendo, en un vano intento de que la herida que le habia echo sanase, ingenuo; deje caer la espada y yo cai debil al suelo casi al mismo tiempo. Respire jadeante, tenia que encontrar algo para el veneno. Todo me daba nuevamente vueltas y sentia que me iba.
Tras un rato agonico note que el dolor de las heridas remitia, pero no el veneno, el veneno no se curaba facilmente. Pense que me perdonaban en parte por no haber protegido a los mios, pero tarde o temprano el veneno haria su tarea y me paralizaria, dejandome morir. Note como humedad, como si una fina lluvia cayera sobre mi, eso fue raro, en el desierto no llovia, nunca llovia.
Mis ojos se abrieron con lentitud, lo veia todo borroso, pero no estaba en donde habia aterrizado, parecia como si estuviese en alguna tienda ¿me habria recogido algun yan? tal vez, pero mi vision se fue haciendo mas nitida y pude comprobar que la piel azulada que veia no era ni por asomo la de un yan. Cuando mi vision volvio a la normalidad, me di cuenta que era Dragon.
- Dra..gon?- dije confusa
Me sentia mareada, el olor a sangre seca se hacia notar y arruge la nariz con desagrado. Mire que tenia vendas y la herida de mi cuello increiblemente estaba mucho mejor, quedando en un corte; habia algo anormal, Luleir, su hipogrifo estaba dentro de la tienda. Parecia como si se hubiese creado una tormenta de arena, pues la tienda se agitaba como si resiviese toda la fuerza de los vientos del desierto; pero cuando mi nariz se desperto y capte un desagradable olor me di cuenta que no era el viento. Habia un shek fuera.
Mis ojos ardieron de furia y en un momento pense en volver a transformarme, pero Dragon y Luleir estaban muy cerca, por no decir que el veneno de aquel shek que habia creido matar corria por mis venas paralizandome.
- No os movais..- dije con voz ronca, mi voz se parecio mas al gruñido de un dragon que la voz de una persona.
Me incorpore apoyandome un poco en el hombro de Dragon, cogi mi espada de fuego, la cual refulgio con furia al igual que yo. En un rapido movimiento que incluso llego a marearme por mi estado, rompi la tienda para salir y pillar por sorpresa al shek; la serpiente estaba desprevenida y al ver repentino ataque solto un chillido sorprendido. Mis ojos ardian como el fuego como mi espada, y en otro movimiento alce la espada y lance contra el shek, que impacto en su cara escamosa.
El animal profirio un agudo chillido, pense que me reventaria los timpanos; mi espada le habia producido un profundo corte en la cara y quemandolo profundamente, seguramente no volveria a ver por el ojo que habia alcanzado. El shek se sacudio profiriendo chillidos de dolor y alzo el vuelo huyendo, en un vano intento de que la herida que le habia echo sanase, ingenuo; deje caer la espada y yo cai debil al suelo casi al mismo tiempo. Respire jadeante, tenia que encontrar algo para el veneno. Todo me daba nuevamente vueltas y sentia que me iba.
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
Parecía que el mundo entero se me estaba cayendo encima. Por muy débil que el shek o la shek estuviera, no hacía más que embestir profundamente en la pared vegetal que había conseguido formar. Gracias a Wina, era resistente, y si encima yo mismo la estaba conservando con mi magia, mejor que mejor. Pero sin embargo, el poder de mi magia no era infinito, y ya estaba empezando a flaquear.
Por otro lado, Luleir se mostraba tranquilo, impasible. La criatura alada no parecía producirle temor, es más, se le veía en la cara que quería salir ahí afuera para darle su merecido a la bestia, pues había hecho daño a una persona muy importante para mi, y al parecer, mi montura, aunque por muy poco, lo notaba, y de alguna que otra forma, quería cobrar venganza. Aun así, mantuve a Luleir cerca mía, para acariciarlo mientras seguía manteniendo estable la fortaleza vegetal, con el fin de aguantar a que alguien pudiera ayudarnos.
La ayuda llegó pronto, y al parecer llegó del interior de la tienda. Poco a poco, noté como Elissa iba abriendo los ojos, y aunque aún mareada, se incorporaba, susurrando mi nombre. No alcancé a decir nada, pues lo siguiente ocurrió todo muy rápido. Elissa se apoyó en mi hombro cuidadosamente y sacó su espada, y sin más dilaciones, acabó con mi pared vegetal. Yo caí al suelo, pues estaba agotado, y Luleir se posó enfrente mia, con ojos amenazadores. Mientras tanto, Elissa arremetía contra el shek, que silbaba furioso contra nosotros, mostrándonos los colmillos, ensangrentados de haber mordido anteriormente a la pobre Elissa.
En un abrir y cerrar de ojos, Elissa acabó con el shek, y poco a poco su instinto, aplacado un poco por su forma de semi-yan, se fué apagando, hasta dejarla exhausta. Poco a poco, fué cayendo, pero cuando parecía que iba a chocar contra el suelo, Luleir corrió rápido hacia ella, cogiéndola en el ultimo minuto. Suspiré aliviado, y me acerqué rápido, como pude, a Elissa.
- ¿Que ha pasado? - dije entrecortado, pero sabía que no encontraría respuesta, pues estaba mareada y cansada, y a punto de caer rendida en el suelo, al igual que yo - No me puedo dar por vencido, seguramente haya veneno dentro de ella - me dije, y miré a Luleir, que aún la llevaba consigo - Traela hacia aquí, y cuando la traigas, corre hacia la torre ... hay que avisar a Koral - dije con seguridad, mientras caminábamos a los restos de mi árbol tienda. La depositó entre los restos, y con una caricia en su pelaje, hice que Luleir remontara el vuelo, de camino hacia la Torre, en busca de Koral.
Mientras tanto, me acomodé cerca de Elissa, y me preparé para transmitirle todo lo posible de mi energía, y así sanarla. Sabía perfectamente que corría el riesgo de entrar en un sueño profundo, y que me costaría despertar al menos unas horas, pero no me importaba si con eso conseguía salvar a mi amiga. Preparado y estirado, agarré con fuerza la mano de Elissa, y empecé a murmurar palabras inintilegibles a cualquier idhunita, mientras cerraba los ojos, para empezar a curarla, y para empezar a entrar en un sueño profundo ...
Luleir volaba deprisa, pero el cansancio que llevaba encima le hacía ir cada vez más lento. Sin embargo, no decayó en su intentó de llegar a la Torre, y en unas horas llegó a ella. Sin embargo, no podía entrar a la Torre, las habían recubierto con unas capas impermeables y elásticas, que impedían entrar a cualquiera, así que paró enfrente de la puerta, para ver si alguien le abría, o para ver si por lo menos, tenía la misma suerte que antes y podía entrar dando coces a la puerta ...
Por otro lado, Luleir se mostraba tranquilo, impasible. La criatura alada no parecía producirle temor, es más, se le veía en la cara que quería salir ahí afuera para darle su merecido a la bestia, pues había hecho daño a una persona muy importante para mi, y al parecer, mi montura, aunque por muy poco, lo notaba, y de alguna que otra forma, quería cobrar venganza. Aun así, mantuve a Luleir cerca mía, para acariciarlo mientras seguía manteniendo estable la fortaleza vegetal, con el fin de aguantar a que alguien pudiera ayudarnos.
La ayuda llegó pronto, y al parecer llegó del interior de la tienda. Poco a poco, noté como Elissa iba abriendo los ojos, y aunque aún mareada, se incorporaba, susurrando mi nombre. No alcancé a decir nada, pues lo siguiente ocurrió todo muy rápido. Elissa se apoyó en mi hombro cuidadosamente y sacó su espada, y sin más dilaciones, acabó con mi pared vegetal. Yo caí al suelo, pues estaba agotado, y Luleir se posó enfrente mia, con ojos amenazadores. Mientras tanto, Elissa arremetía contra el shek, que silbaba furioso contra nosotros, mostrándonos los colmillos, ensangrentados de haber mordido anteriormente a la pobre Elissa.
En un abrir y cerrar de ojos, Elissa acabó con el shek, y poco a poco su instinto, aplacado un poco por su forma de semi-yan, se fué apagando, hasta dejarla exhausta. Poco a poco, fué cayendo, pero cuando parecía que iba a chocar contra el suelo, Luleir corrió rápido hacia ella, cogiéndola en el ultimo minuto. Suspiré aliviado, y me acerqué rápido, como pude, a Elissa.
- ¿Que ha pasado? - dije entrecortado, pero sabía que no encontraría respuesta, pues estaba mareada y cansada, y a punto de caer rendida en el suelo, al igual que yo - No me puedo dar por vencido, seguramente haya veneno dentro de ella - me dije, y miré a Luleir, que aún la llevaba consigo - Traela hacia aquí, y cuando la traigas, corre hacia la torre ... hay que avisar a Koral - dije con seguridad, mientras caminábamos a los restos de mi árbol tienda. La depositó entre los restos, y con una caricia en su pelaje, hice que Luleir remontara el vuelo, de camino hacia la Torre, en busca de Koral.
Mientras tanto, me acomodé cerca de Elissa, y me preparé para transmitirle todo lo posible de mi energía, y así sanarla. Sabía perfectamente que corría el riesgo de entrar en un sueño profundo, y que me costaría despertar al menos unas horas, pero no me importaba si con eso conseguía salvar a mi amiga. Preparado y estirado, agarré con fuerza la mano de Elissa, y empecé a murmurar palabras inintilegibles a cualquier idhunita, mientras cerraba los ojos, para empezar a curarla, y para empezar a entrar en un sueño profundo ...
***
Luleir volaba deprisa, pero el cansancio que llevaba encima le hacía ir cada vez más lento. Sin embargo, no decayó en su intentó de llegar a la Torre, y en unas horas llegó a ella. Sin embargo, no podía entrar a la Torre, las habían recubierto con unas capas impermeables y elásticas, que impedían entrar a cualquiera, así que paró enfrente de la puerta, para ver si alguien le abría, o para ver si por lo menos, tenía la misma suerte que antes y podía entrar dando coces a la puerta ...
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
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Re: Llegada...(libre)
Antes de que pudiese hablar siquiera, un destello me cegó durante un segunto e intentes después me invadió un terrible sopor. Traté desesperadamente de aferrarme a algo, pero para cuando mis dedos rozaron la pulida superficie de una de las estanterías, ya estaba dormida.
Desperté lo que serían horas más tarde en un catre inesperadamente cómodo. Tardé unos segundos en asimilar lo que había ocurrido, y más aún dónde estaba. El mago debió de hechizarme para que perdiese el sentido, y ahora estaba en una especie de... ¿habitación? Miré a mi alrededor: Al lado de la cama donde descansaba había una mesita, a la izquierda de ésta, un armario. En la pared de enfrente un escritorio y una estantería, ambos vacíos. En la pared de la derecha una ventana, y en la de la izquierda, la puerta de salida. La decoración era austera y los muebles sencillos, imaginé que debía de tratarse de una de las habitaciones de estudiantes. Con cuidado, pues aún estaba mareada, me levanté de la cama y, ayudándome del apoyo que me brindaban las paredes, me dirigí a la ventana. Apoyé la mano en el cristal, que se abombó suavemente por la ligera presión de mi palma. Lo estudié con atención, pero no vi ninguna forma de abrir aquella ventana de forma manual, supuse, que sólo se podría hacer con la magia. También traté de romperlo, pero el cristal flexible se adaptaba a todos los golpes, abombándose exageradamente, pero nunca conseguía provocarle el menor rasguño.
Probé suerte con la puerta, pero aunque golpeé sin cesar el picaporte, este no cedió, la puerta estaba cerrada. Examiné el fino hueco entre la puerta y el marco, a la altura del picaporte, y entreví que estaba la llave echada. Genial, estaba atrapada. Pero, ¿por qué? Aquel maldito mago no me había dejado ni escplicarme.
Hice lo único que se me ocurrió para entretenerme, ya que tras revisar el armario y los cajones y no encontrar nada con lo que entretenerme, solo me quedaba una opción: mirar por la ventana. Acerqué la silla del escritorio y me senté allí. Sólo veía una extensión de montañas y los rayos de uno de los soles filtrándose entre las cumbres. A veces se veía una figura en el cielo, pero no podía determinar si era un dragón o un pájaro, pero en cualquier caso estaba muy lejos de mi.
Entonces una figura ocupó todo mi campo de visión a través de la ventana. Luleir, el hipogrofo de Dragon, había estado asomándose a todas las ventanas, y al verme, trató de romper el cristal a picotazos. Tuve que apartarme de la ventana, pues embestía con tanta fuerza que lograba meter la cabeza entera dentro de la habitación, aunque se veía obstaculizado siempre por el cristal elástico.
En ese momento oí tras de mi la puerta de mi habitación abrirse, y dí un respingo, presa del miedo. Miré por la ventana, pero Luleir ya había desaparecido. Una figura entró sin decir palabra y depositó una bandeja con comida sobre el escritorio, y casi sin mirarme, volvió a marcharse. Cerró la puerta de nuevo, y cuando oí la llave cerrando al otro lado, sentí deseos de gritar algún improperio, aunque no fuese algo propio de mí. Esta situación me recordaba al desagradable rapto que sufrí en el desierto.
Luleir reapareció, la punta de su pico rasgaba el cristal, pero aparte de dibujar finas rayaduras en él, no lograba hacer nada más. "Tengo que romperlo" me dije, y me miré las manos, desolada. No sabía cómo usar la magia, pese a ser una maga. Y no se me ocurría otra manera de desbaratar aquel hechizo, sino con magia.
Bueno, tal vez sí se me ocurriese otra cosa, pero era muy arriesgado. Tenía que pensarlo...
Hice una señal al hipogrifo para que se marchase y y se escondiese, y él entendió. Gracias a mi sangre feérica, los animales solían tener una conexión especial conmigo para comunicarse y entenderme. Observé la comida que me habían dejado: un cuenco con sopa, queso, pan y agua. Me bebí el agua y mordí un poco de pan. Después cerré los ojos y me tumbé en la cama, todavía me sentía débil para hacer lo que tenía en mente y escapar de allí.
Desperté lo que serían horas más tarde en un catre inesperadamente cómodo. Tardé unos segundos en asimilar lo que había ocurrido, y más aún dónde estaba. El mago debió de hechizarme para que perdiese el sentido, y ahora estaba en una especie de... ¿habitación? Miré a mi alrededor: Al lado de la cama donde descansaba había una mesita, a la izquierda de ésta, un armario. En la pared de enfrente un escritorio y una estantería, ambos vacíos. En la pared de la derecha una ventana, y en la de la izquierda, la puerta de salida. La decoración era austera y los muebles sencillos, imaginé que debía de tratarse de una de las habitaciones de estudiantes. Con cuidado, pues aún estaba mareada, me levanté de la cama y, ayudándome del apoyo que me brindaban las paredes, me dirigí a la ventana. Apoyé la mano en el cristal, que se abombó suavemente por la ligera presión de mi palma. Lo estudié con atención, pero no vi ninguna forma de abrir aquella ventana de forma manual, supuse, que sólo se podría hacer con la magia. También traté de romperlo, pero el cristal flexible se adaptaba a todos los golpes, abombándose exageradamente, pero nunca conseguía provocarle el menor rasguño.
Probé suerte con la puerta, pero aunque golpeé sin cesar el picaporte, este no cedió, la puerta estaba cerrada. Examiné el fino hueco entre la puerta y el marco, a la altura del picaporte, y entreví que estaba la llave echada. Genial, estaba atrapada. Pero, ¿por qué? Aquel maldito mago no me había dejado ni escplicarme.
Hice lo único que se me ocurrió para entretenerme, ya que tras revisar el armario y los cajones y no encontrar nada con lo que entretenerme, solo me quedaba una opción: mirar por la ventana. Acerqué la silla del escritorio y me senté allí. Sólo veía una extensión de montañas y los rayos de uno de los soles filtrándose entre las cumbres. A veces se veía una figura en el cielo, pero no podía determinar si era un dragón o un pájaro, pero en cualquier caso estaba muy lejos de mi.
Entonces una figura ocupó todo mi campo de visión a través de la ventana. Luleir, el hipogrofo de Dragon, había estado asomándose a todas las ventanas, y al verme, trató de romper el cristal a picotazos. Tuve que apartarme de la ventana, pues embestía con tanta fuerza que lograba meter la cabeza entera dentro de la habitación, aunque se veía obstaculizado siempre por el cristal elástico.
En ese momento oí tras de mi la puerta de mi habitación abrirse, y dí un respingo, presa del miedo. Miré por la ventana, pero Luleir ya había desaparecido. Una figura entró sin decir palabra y depositó una bandeja con comida sobre el escritorio, y casi sin mirarme, volvió a marcharse. Cerró la puerta de nuevo, y cuando oí la llave cerrando al otro lado, sentí deseos de gritar algún improperio, aunque no fuese algo propio de mí. Esta situación me recordaba al desagradable rapto que sufrí en el desierto.
Luleir reapareció, la punta de su pico rasgaba el cristal, pero aparte de dibujar finas rayaduras en él, no lograba hacer nada más. "Tengo que romperlo" me dije, y me miré las manos, desolada. No sabía cómo usar la magia, pese a ser una maga. Y no se me ocurría otra manera de desbaratar aquel hechizo, sino con magia.
Bueno, tal vez sí se me ocurriese otra cosa, pero era muy arriesgado. Tenía que pensarlo...
Hice una señal al hipogrifo para que se marchase y y se escondiese, y él entendió. Gracias a mi sangre feérica, los animales solían tener una conexión especial conmigo para comunicarse y entenderme. Observé la comida que me habían dejado: un cuenco con sopa, queso, pan y agua. Me bebí el agua y mordí un poco de pan. Después cerré los ojos y me tumbé en la cama, todavía me sentía débil para hacer lo que tenía en mente y escapar de allí.
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Re: Llegada...(libre)
El sueño que inundaba mi mente era tranquilo, pero a la vez tenía ciertos matices que me dejaban en un buen aprieto y que no hacían más que causarme problemas y sufrimiento. Por un lado, estaba el hecho de que era consciente en mi sueño, que si despertaba vería a Elissa, inconsciente y recuperándose poco a poco de lo que era un sueño reparador que yo mismo le estaba otorgando, pero por otro lado, sino despertaba en el momento adecuado, corríamos el riesgo ambos de quedar dormidos para siempre, y estaba seguro que ni el archimago más poderoso de todas las galaxias sería capaz de despertarnos por mucho que quisiera, así que debía estar alerta, y prestar atención a todos los pasos que diera en el sueño.
Estaba en un lugar hermoso, como debía de seri, donde las flores revoloteaba a causa del viento, y el sol despejaba cualquier duda de la mente de la persona que anduviera por aquellos lares. Me sentía cómodo, pues veía a lo lejos a Elissa, que respiraba tranquila e intentaba oler cada uno de los tipos de flores que acariciaban con su manto la fresca hierba. Me senté un rato para visualizar con mayor precisión el horizonte, y así despejar mi cabeza de cualquier cosa que no fuera la tarea que tenía por delante, aunque mi subconsciente no podía parar de pensar en Koral.
Había mandado a Luleir, era cierto, pero no tenía ni idea de como el Hipogrifo que acababa de comprar iba a entrar y recoger a Koral, para traerla de vuelta hacia aquí. Además, los presentimientos de que algo malo pasaba no paraban de aumentar, e incluso me ví tentado de dejar a Elissa durante un tiempo allí, mientras descansaba tranquilamente para ir en su busca. Pero sabía que dos eran mejor que uno, y que cuando Elissa y yo despertáramos, iríamos corriendo a buscarla, para ver si se encontraba bien ...
" Solo tienes que esperar unos minutos más ... " pensé, como si fuera posible que desde la torre, la chica pudiera escuchar mis pensamientos.
Luleir estaba impaciente y muy nervioso. Había visto antes de ir a la puerta a Koral, que le había estado haciendo señas. Había intentado por todos los medios destruir las ventanas elásticas, pero solo había conseguido abombarlas en sus intentos de romperla, metiéndo parte de su cabeza en la habitación donde habían encerrado a Koral. Lo sabía, su sentido de animal se lo decía, y como Koral era parte feérica, podía saber lo que quería, y en ese mismo instante le había dicho que se escondiera ...
Y eso llevaba haciendo desde que se lo había dicho, esconderse, cerca de unos matorrales cercanos a la puerta, acostado y con la cabeza entre las patas, mientras esperaba a que Koral diera acto de presencia, y pudiera llevarla de nuevo al campamento, donde su dueño dormía tranquilamente, abrazado a una chica que parecía herida gravemente ...
Estaba en un lugar hermoso, como debía de seri, donde las flores revoloteaba a causa del viento, y el sol despejaba cualquier duda de la mente de la persona que anduviera por aquellos lares. Me sentía cómodo, pues veía a lo lejos a Elissa, que respiraba tranquila e intentaba oler cada uno de los tipos de flores que acariciaban con su manto la fresca hierba. Me senté un rato para visualizar con mayor precisión el horizonte, y así despejar mi cabeza de cualquier cosa que no fuera la tarea que tenía por delante, aunque mi subconsciente no podía parar de pensar en Koral.
Había mandado a Luleir, era cierto, pero no tenía ni idea de como el Hipogrifo que acababa de comprar iba a entrar y recoger a Koral, para traerla de vuelta hacia aquí. Además, los presentimientos de que algo malo pasaba no paraban de aumentar, e incluso me ví tentado de dejar a Elissa durante un tiempo allí, mientras descansaba tranquilamente para ir en su busca. Pero sabía que dos eran mejor que uno, y que cuando Elissa y yo despertáramos, iríamos corriendo a buscarla, para ver si se encontraba bien ...
" Solo tienes que esperar unos minutos más ... " pensé, como si fuera posible que desde la torre, la chica pudiera escuchar mis pensamientos.
***
Luleir estaba impaciente y muy nervioso. Había visto antes de ir a la puerta a Koral, que le había estado haciendo señas. Había intentado por todos los medios destruir las ventanas elásticas, pero solo había conseguido abombarlas en sus intentos de romperla, metiéndo parte de su cabeza en la habitación donde habían encerrado a Koral. Lo sabía, su sentido de animal se lo decía, y como Koral era parte feérica, podía saber lo que quería, y en ese mismo instante le había dicho que se escondiera ...
Y eso llevaba haciendo desde que se lo había dicho, esconderse, cerca de unos matorrales cercanos a la puerta, acostado y con la cabeza entre las patas, mientras esperaba a que Koral diera acto de presencia, y pudiera llevarla de nuevo al campamento, donde su dueño dormía tranquilamente, abrazado a una chica que parecía herida gravemente ...
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
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Re: Llegada...(libre)
(Off: Niñas ... estan desaparecidas !! )
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
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Re: Llegada...(libre)
FdR: Lo se, y lo siento. ahora no tengo tiempo, roleare pronto. (en serio)
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Re: Llegada...(libre)
FdR: Dragoncín, qué fue de Eli?
De pronto había perdido el apetito. Se me revolvía el estómago de los nervios. Dejé la bandeja, que apenas había tocado, a un lado de la cama y respiré hondo. Nunca había provado a hacer lo que tenía en mente por voluntad propia, por razones obvias. Siempre había surgido sin avisar... y me preguntaba si sería capaz de hacerlo conscientemente. Pero lo más díficil era cómo lo podía hacer. ¿Cómo puedo transformarme en unicornio? Volvía respirar profundamente y retuve el aire en mis pulmones. Cerré los ojos e intenté... contactar con Lunnawi.
Sal. Sal fuera, Lunnawi, toma el control...
Pensaba que me odiabas cuando hacía eso
Abrí los ojos súbitamnete sorprendida al escuchar esa voz, la voz del unicornio que latía en mi interior. Me relajé casi instantáneamente, o más bien me obligué a mí misma a tranquilizarme.
Esto es serio. Estamos atrapadas... Lunnawi, no sé como salir si no es recurriendo a tu poder.
Uhmmm... piensa más, hadita, si quieres salir entonces. Aprende a valerte por tí misma. ¿Qué pasaría si yo no estubiera aquí dentro de tí?
No es difícil de adivinar. Si tú no estubieses en mi interior, tal vez estaría en esta misma habitación... ¡Estudiando hechicería, sin estar encerrada como un criminal y Reikren estaría esperándome en alguna cueva cercana convertida en Milennas! Y tú... estarías muerta.
Induí a mis palabras gran parte de esa rabia que yo sé que tengo en alguna parte de mi cuerpo pero que nunca suelo sacar, y esperé a que mis palabras calaran en Lunnawi e hicieran efecto.
Silencio.
La rabia se desvaneció. Me pregunté si el unicornio se habría enfadado mucho...
Silencio.
¿Lunnawi? pensé, vacilante, pues había dejado de sentir la conciencia de Lunnawi en mi cabeza.
...
De acuerdo lo haremos a tu manera. me dijo al fin, tan bajito que apenas oí sus pensamientos.
Y entonces la conciencia dolorosa de Lunnawi me atravesó como un relámpago.
Fue horrible. Dolió mucho, pero no físicamente. Inmediatamente comencé a sentir ramalazos de una tristeza tan grande que se me llenaron los ojos de lágrimas y sentía mi corazón partirse por la mitad.
Grité y grité de dolor, sin importarme que alguin me oyese. Grité por la pena de Lunnawi, que ahora también era la mía. Grité hasta que ya no salió ningun sonido de mi garganta, sino que proyectaba mi grito en mis pensamientos.
Calla... me duele la cabeza. Oh, que frágiles sois los sangrecaliente.
Sorprendida por la voz de Lunnawi, me recompuse lo mejor que pude, y me dí cuenta de algo sorprendente. Ya no sentía las piernas y los brazos como tales, sino que ahora poseía cuatro pequeñas patas terminadas en un cascos hendidos. Y los músculos y huesos estaban en lugares donde no debían, además de que habían aperecido algunos nuevos y otros ya no existían.
Ahora tenía cuerpo de unicornio.
Pero a pesar de sentirlo como mío, no podía moverlo a voluntad, sino que era ella, Lunnawi, quien lo controlaba. Y yo estaba retenida en una parte de su mente, sin poder tomar partido de las acciones exteriores, solo observando.
Recordé lo que Lunnawi me dijo. Que a causa de su enfermedad, nuestra hibridez no era perfecta, y que solo nos uniríamos completamente como una sola esencia cuando se curase. emití un suspiro mental de resignación.
Vamos allá me dijo tanto en sus pensamientos como en voz alta. Fue toda una sorpresa darme cuanta de que poseía mi propio timbre de voz, solo que de con matiz más... brillante, grandioso.
Se dirigió a la puerta, y absorviendo la enorme energía de la torre de hechicería, la expulsó de golpe sobre la cerradura, derritiéndola como la mantequilla. La empujamos con nuestras patas delanteras y salimos al exterior en silencio, trotando con cuidado sobre las baldosas pulidas del pasillo desierto.
De pronto había perdido el apetito. Se me revolvía el estómago de los nervios. Dejé la bandeja, que apenas había tocado, a un lado de la cama y respiré hondo. Nunca había provado a hacer lo que tenía en mente por voluntad propia, por razones obvias. Siempre había surgido sin avisar... y me preguntaba si sería capaz de hacerlo conscientemente. Pero lo más díficil era cómo lo podía hacer. ¿Cómo puedo transformarme en unicornio? Volvía respirar profundamente y retuve el aire en mis pulmones. Cerré los ojos e intenté... contactar con Lunnawi.
Sal. Sal fuera, Lunnawi, toma el control...
Pensaba que me odiabas cuando hacía eso
Abrí los ojos súbitamnete sorprendida al escuchar esa voz, la voz del unicornio que latía en mi interior. Me relajé casi instantáneamente, o más bien me obligué a mí misma a tranquilizarme.
Esto es serio. Estamos atrapadas... Lunnawi, no sé como salir si no es recurriendo a tu poder.
Uhmmm... piensa más, hadita, si quieres salir entonces. Aprende a valerte por tí misma. ¿Qué pasaría si yo no estubiera aquí dentro de tí?
No es difícil de adivinar. Si tú no estubieses en mi interior, tal vez estaría en esta misma habitación... ¡Estudiando hechicería, sin estar encerrada como un criminal y Reikren estaría esperándome en alguna cueva cercana convertida en Milennas! Y tú... estarías muerta.
Induí a mis palabras gran parte de esa rabia que yo sé que tengo en alguna parte de mi cuerpo pero que nunca suelo sacar, y esperé a que mis palabras calaran en Lunnawi e hicieran efecto.
Silencio.
La rabia se desvaneció. Me pregunté si el unicornio se habría enfadado mucho...
Silencio.
¿Lunnawi? pensé, vacilante, pues había dejado de sentir la conciencia de Lunnawi en mi cabeza.
...
De acuerdo lo haremos a tu manera. me dijo al fin, tan bajito que apenas oí sus pensamientos.
Y entonces la conciencia dolorosa de Lunnawi me atravesó como un relámpago.
Fue horrible. Dolió mucho, pero no físicamente. Inmediatamente comencé a sentir ramalazos de una tristeza tan grande que se me llenaron los ojos de lágrimas y sentía mi corazón partirse por la mitad.
Grité y grité de dolor, sin importarme que alguin me oyese. Grité por la pena de Lunnawi, que ahora también era la mía. Grité hasta que ya no salió ningun sonido de mi garganta, sino que proyectaba mi grito en mis pensamientos.
Calla... me duele la cabeza. Oh, que frágiles sois los sangrecaliente.
Sorprendida por la voz de Lunnawi, me recompuse lo mejor que pude, y me dí cuenta de algo sorprendente. Ya no sentía las piernas y los brazos como tales, sino que ahora poseía cuatro pequeñas patas terminadas en un cascos hendidos. Y los músculos y huesos estaban en lugares donde no debían, además de que habían aperecido algunos nuevos y otros ya no existían.
Ahora tenía cuerpo de unicornio.
Pero a pesar de sentirlo como mío, no podía moverlo a voluntad, sino que era ella, Lunnawi, quien lo controlaba. Y yo estaba retenida en una parte de su mente, sin poder tomar partido de las acciones exteriores, solo observando.
Recordé lo que Lunnawi me dijo. Que a causa de su enfermedad, nuestra hibridez no era perfecta, y que solo nos uniríamos completamente como una sola esencia cuando se curase. emití un suspiro mental de resignación.
Vamos allá me dijo tanto en sus pensamientos como en voz alta. Fue toda una sorpresa darme cuanta de que poseía mi propio timbre de voz, solo que de con matiz más... brillante, grandioso.
Se dirigió a la puerta, y absorviendo la enorme energía de la torre de hechicería, la expulsó de golpe sobre la cerradura, derritiéndola como la mantequilla. La empujamos con nuestras patas delanteras y salimos al exterior en silencio, trotando con cuidado sobre las baldosas pulidas del pasillo desierto.
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Re: Llegada...(libre)
Fdr: Pues, Elissa esta castigada o algo asi, por las notas y tal y ... entre el viaje de vacaciones y tal, no iba a poder rolear. Pero igual, podemos seguirlo, pues yo voy a dejarla de forma que cuando vuelva, solo salga y nos busque Asi que nada, a seguir. TochoPost, tenía ganas :3
No muy llegada la aparición al día siguiente del primer Astro Sol, me desperté entre sudores y apavimientos que no parecían propias de una persona que llevaba más de 10 horas durmiendo, intentando de curar a la persona que yacía entre mis brazos. Me erguí, dejando con cuidado a Elissa, que seguía durmiendo, y no despertaría en varios días. Sin embargo, me podía la culpa, y Luleir aun no había regresado, así que algo debería de pasar con Koral.
Armandome de valor, me acerqué a la zona con árboles que habíamos encontrado, y me pegué a él, sintiendo como mi magia me llenaba por dentro, y la magia del exterior me hacía sentir cada vez mejor. Debía de recuperar todo lo necesario, pues si quería hacer el hechizo de teletransportación bien, y encima necesitaba magia para dejar a Elissa en un cúmulo de árboles macizo para que pudiera seguir durmiendo. Por eso, cuando pasaron varios minutos, me sentí completamente lleno, y me acerqué a recoger mi bolsa y las cosas de Elissa.
Puse a Elissa en posición fetal, sería lo mejor para que no se levantara toda dolorida cuando despertara, y coloqué su bolsa en su cabeza, a modo de almohada. Luego, levanté los brazos, y alabé a la diosa Wina, para que me ayudara a armar el armazón vegetal que tenía pensado. Sin embargo, me acordé que algo debería de dejarle para cuando despertara, así que cogí varias hojas de la tienda en la que habíamos estado, que ahora permanecía toda desecha, y escribi unos cuantos trazos para explicarle:
Una vez escrita, la dejé a su vista, enfrente de su cabeza, y empecé de nuevo a armar el armazón. La magia empezó a fluir, y varias ramas salieron del suelo, envolviendo a la mestiza entre ellas. Poco a poco, fueron saliendo mas, que recubrían a su a las que ya habían salido, de modo que Elissa pudiera respirar dentro, pero sin dejar rastro y que nadie sospechara de que allí yacía alguien. Sería fácil romper el armazón, solo tendría que convertirse en dragón, y salir.
Cuando estuvo hecho, hice aparecer, llamándola, mi Vara de Cristal, para conseguir así energía extra. Una vez hecho, me concentré en la Torre de Awinor, y la vislumbré. Dicho esto, desaparecí en un flujo de energía, que me haría aparecer rápidamente, a las puertas de la Torre ...
***
Luleir seguía descansando. No sabría muy bien que hacer, algo le decía que todo iba mal, pero sin embargo, temía entrar dando coces ahora que lo pensaba. Si le pillaban, temía por su vida, o al menos que lo encerraran. Sin embargo, en poco tiempo sus dudas se vieron reflejadas en otra parte, pues un vórtice aparecía en ese instante frente a la puerta, y una figura familiar aparecía.
Sin pensárselo, se acercó corriendo al galope, y se tiró encima de ella. Era su dueño, que venía a ayudarles.
***
Nada más aparecer, una bestia se echó sobre él, pero sin miedo, no hizo más que abrazarlo. Luleir parecía loco de alegría, y no le dejaba respirar. Se alegraba que estuviera bien, pero ahora debían de ir en busca de la persona a la que llevaba sin ver un dia y medio. Se levantó del suelo e indicó a Luleir que rompiera la puerta:
- Esta vez no nos dejaran pasar así porque si, y aunque me duela herir miembros de mi orden ... no puedo permitir que mantengan presa a Koral - y dicho esto, Luleir avanzó rápido hacia la puerta. Cuando llegó, de una coz fuerte rompió la cerradura, y cuando menos se lo esperaba, hice un bola de materia vegetal y la lancé hacia la persona que venía corriendo. Al no esperarsela, salió disparada hacia atrás, y ambos entraron en la Torre - Tenemos que buscar a Koral ...
No muy llegada la aparición al día siguiente del primer Astro Sol, me desperté entre sudores y apavimientos que no parecían propias de una persona que llevaba más de 10 horas durmiendo, intentando de curar a la persona que yacía entre mis brazos. Me erguí, dejando con cuidado a Elissa, que seguía durmiendo, y no despertaría en varios días. Sin embargo, me podía la culpa, y Luleir aun no había regresado, así que algo debería de pasar con Koral.
Armandome de valor, me acerqué a la zona con árboles que habíamos encontrado, y me pegué a él, sintiendo como mi magia me llenaba por dentro, y la magia del exterior me hacía sentir cada vez mejor. Debía de recuperar todo lo necesario, pues si quería hacer el hechizo de teletransportación bien, y encima necesitaba magia para dejar a Elissa en un cúmulo de árboles macizo para que pudiera seguir durmiendo. Por eso, cuando pasaron varios minutos, me sentí completamente lleno, y me acerqué a recoger mi bolsa y las cosas de Elissa.
Puse a Elissa en posición fetal, sería lo mejor para que no se levantara toda dolorida cuando despertara, y coloqué su bolsa en su cabeza, a modo de almohada. Luego, levanté los brazos, y alabé a la diosa Wina, para que me ayudara a armar el armazón vegetal que tenía pensado. Sin embargo, me acordé que algo debería de dejarle para cuando despertara, así que cogí varias hojas de la tienda en la que habíamos estado, que ahora permanecía toda desecha, y escribi unos cuantos trazos para explicarle:
Liss ... cuando despiertes, estaré si la diosa Wina y el dios Yohavir quieren, viajando en busca de los amigos de Koral, o intentando ayudarle aún a su enfermedad. No te preocupes por nosotros, estaremos bien. Tu descansa, y cuando puedas, ven a buscarnos, te será fácil seguir nuestro rastro, dejaré señales por donde pasemos.
Cuidate mucho, criatura:
Dragon
Cuidate mucho, criatura:
Dragon
Una vez escrita, la dejé a su vista, enfrente de su cabeza, y empecé de nuevo a armar el armazón. La magia empezó a fluir, y varias ramas salieron del suelo, envolviendo a la mestiza entre ellas. Poco a poco, fueron saliendo mas, que recubrían a su a las que ya habían salido, de modo que Elissa pudiera respirar dentro, pero sin dejar rastro y que nadie sospechara de que allí yacía alguien. Sería fácil romper el armazón, solo tendría que convertirse en dragón, y salir.
Cuando estuvo hecho, hice aparecer, llamándola, mi Vara de Cristal, para conseguir así energía extra. Una vez hecho, me concentré en la Torre de Awinor, y la vislumbré. Dicho esto, desaparecí en un flujo de energía, que me haría aparecer rápidamente, a las puertas de la Torre ...
***
Luleir seguía descansando. No sabría muy bien que hacer, algo le decía que todo iba mal, pero sin embargo, temía entrar dando coces ahora que lo pensaba. Si le pillaban, temía por su vida, o al menos que lo encerraran. Sin embargo, en poco tiempo sus dudas se vieron reflejadas en otra parte, pues un vórtice aparecía en ese instante frente a la puerta, y una figura familiar aparecía.
Sin pensárselo, se acercó corriendo al galope, y se tiró encima de ella. Era su dueño, que venía a ayudarles.
***
Nada más aparecer, una bestia se echó sobre él, pero sin miedo, no hizo más que abrazarlo. Luleir parecía loco de alegría, y no le dejaba respirar. Se alegraba que estuviera bien, pero ahora debían de ir en busca de la persona a la que llevaba sin ver un dia y medio. Se levantó del suelo e indicó a Luleir que rompiera la puerta:
- Esta vez no nos dejaran pasar así porque si, y aunque me duela herir miembros de mi orden ... no puedo permitir que mantengan presa a Koral - y dicho esto, Luleir avanzó rápido hacia la puerta. Cuando llegó, de una coz fuerte rompió la cerradura, y cuando menos se lo esperaba, hice un bola de materia vegetal y la lancé hacia la persona que venía corriendo. Al no esperarsela, salió disparada hacia atrás, y ambos entraron en la Torre - Tenemos que buscar a Koral ...
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
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Puntos : 639
Fecha de inscripción : 01/05/2010
Edad : 30
Localización : San Fernando
Datos
Su personaje es: Dragon Droican, Mago 1er Grado (Magia Telúrica)
Trabaja de: Juglar - Plaza de Vanis
Pertenece a: La OPNI, nº 13. Miembro de la UVI.
Re: Llegada...(libre)
FdR: Me ha llamado la atención eso de los amigos de Koral... creo que Det y Reik están un poco desaparecidas...
Lunnawi
Mientras Recorría el entresijo de corredores y escaleras, todo un laberinto para perderse durante semanas, tuve cuidado en que no me viese nadie. Y no precisamente porque estuviesen desiertos, es más, algunos de los pasillos principales estaban abarrotados de alumnos que corrían y charlaban en busca de su siguiente clase. Me mareaba la intensidad de personas, no me gustaban los maremágnum de gente porque resultaba asfixiante y aburrido a la larga. Además de peligroso, claro, por lo cual trataba de evitar esas zonas llenas de estudiantes. Y en las veces que me veía obligada a recorrer un trecho con algún sangrecaliente dando tumbos por ahí hacía un buen uso de mi excelente capacidad para pasar inadvertida.
Y nunca me descubrían.
A pesar de mi instinto, sentía que me perdía. Mientras traspasaba una de las salas, contemplé un enorme cuadro del bosque de Alis Lithban visto desde una perspectiva aérea, y tuve esa extraña sensación de Deja vu (fdr: o como se escriba...) y enseguida entendí que ya había pasado por allí haría unos diez minutos. "Maldita sea..." murmuré para mí misma. Me dirigí a la salida de la habitación dispuesta a tener más cuidado esta vez, pero en cuando mi cuerno oscuro traspasó el umbral sentí la presencia de ese tal... no recordaba el nombre. Ese mago estúpido que me había encerrado. Consideré no sin cierto gusto siniestro la posibilidad de encararme a él y matarlo, pero eso llamaría mucho la atención, aunque hiciese desaparecer su cuerpo, la desaparición de ese mago importante haría que los magos de alto rango peinasen la torre con sus hechizos y terminarían por descubrirme.
En esas estaba cuando apareció otro mago, un estudiante mediocre y débil según me pareció a primera vista, y se me quedó mirando con los ojos abiertos como platos y expresión de idiota. Humano tenía que ser. Sin embargo, se recompuso más rápidamente de lo que era de esperar y se echó sobre mí sin previo aviso. Recibió al tocarme una honda punzada de dolor ante mi magia sucia y no me importó en absoluto. ¿Quién se creía que era esa estúpida criatura para tomarse esas libertades? Debería ejecutarle solo por eso, y no me pareció mala idea. La desaparición de un estudiante poco prometedor no le importaría a nadie hasta pasados tal vez un par de días, y para entonces yo ya estaría muy lejos de aquí...
El estudiante forcejeó hasta que entramos los dos en la sala que había estado a punto de abandonar, y cerró la puerta de golpe. Tardé un segundo en comprender que quería ocultarme tras una estantería cercana a base de empujones, con la cara crispada de dolor. ¿Qué diablos pretendía con esas maneras? Me trataba igual que si fuera un poni, un animal idiota al que tenía que convencer a base de fuerza bruta. Cuando ambos estuvimos detrás de la estantería, solté, irritada y conteniéndome para no meterle una descarga de energía negra que lo destruiría en miles de partículas:
-¿Es que no tienes boca ni educación, insecto?
El humano se me volvió a quedar mirando con su expresión estúpida de sorpresa, tal vez no se esperase que supiese hablar (seguramente no me consideraría mucho más inteligente que un poni, y en tal caso, ¿Qué habría visto en él el unicornio que le convirtió?) o tal vez se mostrase estupefacto por mis palabras y tono de voz. O una mezcla de todo. ¿Qué más daba?
-Yo... yo solo quería... quiero decir, no imaginaba que... el maestro venía y al verte pensé... bueno, pensé que... yo...no sé -sacudió la cabeza. -Disculpa, señora unicornio, yo... ¡Lo siento, los siento mucho!- gimió, y se tiró al suelo como un vasallo. Qué atento. Tal vez le perdonase la vida para tenerlo como mascota.
Eso no está bien -me reprendió la semifeérica en mi cabeza. Qué inoportunos eran los sangrecaliente, todos ellos. Tal vez fuese una característica de las razas inferiores. La ignoré, cerrándole la mente.
Oí unos pasos al otro lado de la habitación, en el pasillo, detenerse frente a la puerta de la habitación donde nos encontramos. Percibí de inmediato que era el mago que me tenía ojeriza. Se me ocurrió llamarle el carcelero a partir de ahora.
-Se quién sois -continuó el muchacho sin atreverse a mirarme. -y sé lo de... bueno, vuestro... esto, problema -puse los ojos en blanco. ¿Se refería a mi enfermedad? -Toda la Orden mágica está al corriente del problema, aunque pensaba que estaba erradicado -miró mi piel oscura, confundido. -aunque al parecer eso no es del todo cierto. Sin embargo, algunos hechiceros piensan que sois obra del séptimo, los unicornios malditos, quiero decir. -se interrumpió de pronto, preguntándose si me habría herido los sentimientos o algo por el estilo, y continuó, todavía mas apurado. -¡Yo jamás lo creería, señora unicornio, hija primera de la todopoderosa y luminosa madre Irial, que su mano bendita te guíe en los días inciertos! Pero mi maestro sí lo cree -pasé por alto el comentario de que era hija de Irial. Mi "madre" no era digna de mi devoción en estos momentos, pues su "luminosa mano" me había soltado hace tiempo en los profundos torbellinos del dolor. -…y estaba a punto de descubriros, porque venía hacia aquí y yo... Yo no podía permitir que...
El chasquido de una puerta al abrirse le interrumpió. El carcelero entró en ese momento en la habitación, pero para entonces, yo ya me había ocultado de su presencia, dejando a mi salvador a su merced.
El aprendiz se dio la vuelta hacia la puerta, consternado y con el miedo pintado en la cara. Volvió un segundo la cabeza hacia mí sólo para comprobar que no estaba. Había viajado con la luz para situarme un poco más allá, tras unos trastos amontonados en un rincón.
-¡Maestro! –exclamó el aprendiz, inclinándose ante él
-¿Qué hace aquí tirado, Arel? ¿No tienes clase?
-Sí señor pero yo… esto, recogía mis cosas durante el descanso. Me olvidé mis bártulos aquí cuando acabó mi clase de química aplicada a la hechicería.
¿Clase de química aplicada a la…? Ah, ya. Ahora entendía porqué tenía tantos delicados recipientes de cristal apilados por las mesas… estábamos en el laboratorio.
El carcelero no parecía creerse la trola, pero finalmente suspiró de impaciencia.
-Recoja lo suyo y diríjase sin más dilación al ala de los dormitorios. Parece que ha habido un accidente y se suspenden las clases.
-¿Un accidente, señor?
-Alguien a forzado la puerta y atacado al conserje. Hay testigos que afirma haber visto un animal enorme entrar en la torre… No sabrá usted algo ¿verdad?
El estudiante, el tal Arel, se puso tenso de pronto y, aunque sabía que yo ya no estaba a su lado, se giró por un breve segundo en la dirección donde había estado antes y se volvió de nuevo hacia su maestro para tartamudear una negativa. El carcelero suspiró como si ya imaginase la respuesta, y yo resoplé también, pero de indignación. Seguramente Arel pensaría que el animal del que le hablaban era yo. Era absurdo, porque yo no me había dejado ver hasta ahora y porque nadie que me viese me podría confundir con un simple animal. Yo era mucho más majestuosa, aún con la piel marchita y el cuerno sin gracia. Y ni siquiera había atacado a nadie… aún.
-De acuerdo. Dese prisa en llegar a su dormitorio, los magos licenciados no tardarán en despejar la torre. Seguramente se trate de un animal salvaje. –frunció el ceño levemente como si no acabase de creerse sus propias palabras, y se marchó con un crujido de su túnica y un refunfuño inteligible entre los dientes.
El aprendiz Arel parecía mucho más aliviado. Me llamó, diciendo “señora unicornio” hasta que me dejé ver.
-¿Qué haremos, señora?
Gruñí
-Tú puedes hacer lo que quieras. Yo me voy de aquí
Dicho esto, atravesé otra puerta diferente de las tres que habían en la gran habitación para llegar a un pasillo desierto. Quien quiera que hubiese entrado en la torre me había facilitado las cosas, pues ahora todos estarían en sus habitaciones y no me estorbarían…
…todos menos el tal Arel, al que al cabo de unos minutos de indecisión comenzó a seguirme en silencio, desobedeciendo las órdenes de su maestro. Ventajas de ser un unicornio, supuse, que los magos te idolatran por encima de todo, aunque pensado de otro modo, esta vez era más un inconveniente que otra cosa. Sin embargo, no protesté ante su presencia. Todo el mundo era libre de hacer lo que le viniese en gana.
Lunnawi
Mientras Recorría el entresijo de corredores y escaleras, todo un laberinto para perderse durante semanas, tuve cuidado en que no me viese nadie. Y no precisamente porque estuviesen desiertos, es más, algunos de los pasillos principales estaban abarrotados de alumnos que corrían y charlaban en busca de su siguiente clase. Me mareaba la intensidad de personas, no me gustaban los maremágnum de gente porque resultaba asfixiante y aburrido a la larga. Además de peligroso, claro, por lo cual trataba de evitar esas zonas llenas de estudiantes. Y en las veces que me veía obligada a recorrer un trecho con algún sangrecaliente dando tumbos por ahí hacía un buen uso de mi excelente capacidad para pasar inadvertida.
Y nunca me descubrían.
A pesar de mi instinto, sentía que me perdía. Mientras traspasaba una de las salas, contemplé un enorme cuadro del bosque de Alis Lithban visto desde una perspectiva aérea, y tuve esa extraña sensación de Deja vu (fdr: o como se escriba...) y enseguida entendí que ya había pasado por allí haría unos diez minutos. "Maldita sea..." murmuré para mí misma. Me dirigí a la salida de la habitación dispuesta a tener más cuidado esta vez, pero en cuando mi cuerno oscuro traspasó el umbral sentí la presencia de ese tal... no recordaba el nombre. Ese mago estúpido que me había encerrado. Consideré no sin cierto gusto siniestro la posibilidad de encararme a él y matarlo, pero eso llamaría mucho la atención, aunque hiciese desaparecer su cuerpo, la desaparición de ese mago importante haría que los magos de alto rango peinasen la torre con sus hechizos y terminarían por descubrirme.
En esas estaba cuando apareció otro mago, un estudiante mediocre y débil según me pareció a primera vista, y se me quedó mirando con los ojos abiertos como platos y expresión de idiota. Humano tenía que ser. Sin embargo, se recompuso más rápidamente de lo que era de esperar y se echó sobre mí sin previo aviso. Recibió al tocarme una honda punzada de dolor ante mi magia sucia y no me importó en absoluto. ¿Quién se creía que era esa estúpida criatura para tomarse esas libertades? Debería ejecutarle solo por eso, y no me pareció mala idea. La desaparición de un estudiante poco prometedor no le importaría a nadie hasta pasados tal vez un par de días, y para entonces yo ya estaría muy lejos de aquí...
El estudiante forcejeó hasta que entramos los dos en la sala que había estado a punto de abandonar, y cerró la puerta de golpe. Tardé un segundo en comprender que quería ocultarme tras una estantería cercana a base de empujones, con la cara crispada de dolor. ¿Qué diablos pretendía con esas maneras? Me trataba igual que si fuera un poni, un animal idiota al que tenía que convencer a base de fuerza bruta. Cuando ambos estuvimos detrás de la estantería, solté, irritada y conteniéndome para no meterle una descarga de energía negra que lo destruiría en miles de partículas:
-¿Es que no tienes boca ni educación, insecto?
El humano se me volvió a quedar mirando con su expresión estúpida de sorpresa, tal vez no se esperase que supiese hablar (seguramente no me consideraría mucho más inteligente que un poni, y en tal caso, ¿Qué habría visto en él el unicornio que le convirtió?) o tal vez se mostrase estupefacto por mis palabras y tono de voz. O una mezcla de todo. ¿Qué más daba?
-Yo... yo solo quería... quiero decir, no imaginaba que... el maestro venía y al verte pensé... bueno, pensé que... yo...no sé -sacudió la cabeza. -Disculpa, señora unicornio, yo... ¡Lo siento, los siento mucho!- gimió, y se tiró al suelo como un vasallo. Qué atento. Tal vez le perdonase la vida para tenerlo como mascota.
Eso no está bien -me reprendió la semifeérica en mi cabeza. Qué inoportunos eran los sangrecaliente, todos ellos. Tal vez fuese una característica de las razas inferiores. La ignoré, cerrándole la mente.
Oí unos pasos al otro lado de la habitación, en el pasillo, detenerse frente a la puerta de la habitación donde nos encontramos. Percibí de inmediato que era el mago que me tenía ojeriza. Se me ocurrió llamarle el carcelero a partir de ahora.
-Se quién sois -continuó el muchacho sin atreverse a mirarme. -y sé lo de... bueno, vuestro... esto, problema -puse los ojos en blanco. ¿Se refería a mi enfermedad? -Toda la Orden mágica está al corriente del problema, aunque pensaba que estaba erradicado -miró mi piel oscura, confundido. -aunque al parecer eso no es del todo cierto. Sin embargo, algunos hechiceros piensan que sois obra del séptimo, los unicornios malditos, quiero decir. -se interrumpió de pronto, preguntándose si me habría herido los sentimientos o algo por el estilo, y continuó, todavía mas apurado. -¡Yo jamás lo creería, señora unicornio, hija primera de la todopoderosa y luminosa madre Irial, que su mano bendita te guíe en los días inciertos! Pero mi maestro sí lo cree -pasé por alto el comentario de que era hija de Irial. Mi "madre" no era digna de mi devoción en estos momentos, pues su "luminosa mano" me había soltado hace tiempo en los profundos torbellinos del dolor. -…y estaba a punto de descubriros, porque venía hacia aquí y yo... Yo no podía permitir que...
El chasquido de una puerta al abrirse le interrumpió. El carcelero entró en ese momento en la habitación, pero para entonces, yo ya me había ocultado de su presencia, dejando a mi salvador a su merced.
El aprendiz se dio la vuelta hacia la puerta, consternado y con el miedo pintado en la cara. Volvió un segundo la cabeza hacia mí sólo para comprobar que no estaba. Había viajado con la luz para situarme un poco más allá, tras unos trastos amontonados en un rincón.
-¡Maestro! –exclamó el aprendiz, inclinándose ante él
-¿Qué hace aquí tirado, Arel? ¿No tienes clase?
-Sí señor pero yo… esto, recogía mis cosas durante el descanso. Me olvidé mis bártulos aquí cuando acabó mi clase de química aplicada a la hechicería.
¿Clase de química aplicada a la…? Ah, ya. Ahora entendía porqué tenía tantos delicados recipientes de cristal apilados por las mesas… estábamos en el laboratorio.
El carcelero no parecía creerse la trola, pero finalmente suspiró de impaciencia.
-Recoja lo suyo y diríjase sin más dilación al ala de los dormitorios. Parece que ha habido un accidente y se suspenden las clases.
-¿Un accidente, señor?
-Alguien a forzado la puerta y atacado al conserje. Hay testigos que afirma haber visto un animal enorme entrar en la torre… No sabrá usted algo ¿verdad?
El estudiante, el tal Arel, se puso tenso de pronto y, aunque sabía que yo ya no estaba a su lado, se giró por un breve segundo en la dirección donde había estado antes y se volvió de nuevo hacia su maestro para tartamudear una negativa. El carcelero suspiró como si ya imaginase la respuesta, y yo resoplé también, pero de indignación. Seguramente Arel pensaría que el animal del que le hablaban era yo. Era absurdo, porque yo no me había dejado ver hasta ahora y porque nadie que me viese me podría confundir con un simple animal. Yo era mucho más majestuosa, aún con la piel marchita y el cuerno sin gracia. Y ni siquiera había atacado a nadie… aún.
-De acuerdo. Dese prisa en llegar a su dormitorio, los magos licenciados no tardarán en despejar la torre. Seguramente se trate de un animal salvaje. –frunció el ceño levemente como si no acabase de creerse sus propias palabras, y se marchó con un crujido de su túnica y un refunfuño inteligible entre los dientes.
El aprendiz Arel parecía mucho más aliviado. Me llamó, diciendo “señora unicornio” hasta que me dejé ver.
-¿Qué haremos, señora?
Gruñí
-Tú puedes hacer lo que quieras. Yo me voy de aquí
Dicho esto, atravesé otra puerta diferente de las tres que habían en la gran habitación para llegar a un pasillo desierto. Quien quiera que hubiese entrado en la torre me había facilitado las cosas, pues ahora todos estarían en sus habitaciones y no me estorbarían…
…todos menos el tal Arel, al que al cabo de unos minutos de indecisión comenzó a seguirme en silencio, desobedeciendo las órdenes de su maestro. Ventajas de ser un unicornio, supuse, que los magos te idolatran por encima de todo, aunque pensado de otro modo, esta vez era más un inconveniente que otra cosa. Sin embargo, no protesté ante su presencia. Todo el mundo era libre de hacer lo que le viniese en gana.
Invitado- Invitado
Re: Llegada...(libre)
Fdr: Si, están muy desaparecidas ... a Dét la pillo en el MSN y le digo, Reik ... hace mil no se conecta, a ver que sacamos.
Una gran explosión se escuchó de nuevo en la entrada a la Torre. Seguía liado con mantenernos a Luleir y a mi protegidos, pues parecía ser que habían dado la voz de alarma y sabían perfectamente que alguien había irrumpido en la Torre de Hechiceria. No me importaba, mi acometido era otro, y hasta que no encontrara a la criatura que buscaba, no pensaba salir de allí, por mucho que hiriera el orgullo de mi pequeña alma de celeste, que por encima de todo odiaba la guerra y los conflictos en los que se emplearan la magia simplemente para herir al rival.
Lo veía algo fuera de si y desprovisto de sentido. Prefería hacer el bien con mi magia, nunca atacar a nadie con ella, y menos cuando ese nadie era toda una torre llena de magos de alto rango ... No sabía muy bien que hacer, pero mi rango de Mago de Primer Grado no me iba a servir mucho con la cantidad de magos del mismo rango que había en el mismo. Sin embargo, ahora mismo me encontraba subiendo escaleras, en busca de la habitación en la que había estado Koral. Luleir era una gran ayuda, pues me dirigía gracias a su olfato. Sabía perfectamente reconocer el olor de una persona con la cuál había estado presente con ella durante algún tiempo ... y la fragancia de la semiféerica era incambiable.
Subía y subía más escalones, y llegué por fin a la primera planta. Nadie parecía salir a mi encuentro, y me extrañó. El evacuar a los magos aprendices al ala de las habitaciones, era una maniobra de seguridad que se seguía en cualquier torre cuando había un problema. Yo mismo había tenido que hacerme cargo de un grupo cuando estudiaba en mi juventud. Pero, nunca había tardado tanto en llevarlos a todos a sus respectivas habitaciones ... ¿tantos eran? Aún así, lo agradecí, era tiempo que me proporcionaban para seguir buscando.
Luleir me condujo hacia una habitación de la cuarta planta de la Torre. Cuando entré, supe perfectamente que allí habia estado Koral, pues se respiraba en el ambiente el dolor y la angustia que llegaba a soportar a veces su alma de unicornio en su interior. Sin embargo, no estaba allí, y me temí lo peor. Una de dos, o había sido llevada con los otros al ala de dormitorios o había escapado ... y, quise con todas mis fuerzas deshacerme del último pensamiento, no quería ni pensar que ...
Un ligero ruido se escuchó fuera de las habitaciones. Alguien parecía estar revisando una a una las diferentes puertas de la torre, en busca de lo que había irrumpido estrepitosamente. Me concentré para apartar rápidamente a quien quiera que fuera, y me llené de satisfacción al ver que había pillado desprevenido con un simple hechizo de magia al mago que nos había recibido en un principio. No sonreí porque en realidad no me gustaba aquello, pero si que era verdad que a aquel mago le tenía ganas y ... si él andaba por allí, Koral no debía de estar muy lejos.
Salí de la habitación y me encaminé por el pasillo, en busca esta vez de sentimientos ... Y no tardé en encontrarlos, pues un dolor irreversible inundó mi corazón. Algo espantoso caminaba por la estancia, y parecía en busca de la salida o algo parecido. Grité el nombre de Koral por todos lados, aun cuando podía emitir de vez en cuando gemidos agónicos, pero no me iba a dar por vencido. La seguí buscando hasta que, cuando me dí cuenta de que solo daba vueltas alrrededor, bajé las escaleras y me encontré un unicornio ... y algo me decía, que era ella.
- ¡¡ Koral !! ¡¡ Koral !! - grité, en un vano intento de ver si era ella o no, mientras me acercaba y Luleir rechinaba a causa de lo que también podía intuir - ¡¡ Soy Dragon !! He venido en tu busca ... - dije, mientras me acercaba más y veía que no iba sola ... - ¿ Quién es ... ? - dije, pero me ví interrumpido por algo que chocó contra mi cuerpo. Con una aullido de dolor, caí estrepitosamente al suelo, con Luleir, que parecía estar hinchoso de furia y preocupado por mi ...
Vislumbré un poco la persona que parecía haberme dado por detrás, con un avanzado hechizo de magia. Y me quedé tendido, en el suelo, mientras escuchaba lo que decía, con satisfacción.
- Si creías que ibas a conseguir dañarme con aquello ... la llevabas claro, mago de pacotilla - dijo riendo, mientras se iba acercando hacia donde estaba. No sabía muy bien si era capaz de ver a Koral, pero si era así, estábamos muy mal, a no ser que la joven unicornio se sacara algo de la manga ...
- Tampoco era mi intención matarte, pues no soy criatura que piensa en esas cosas - dije, como pude, tirado en el suelo, e intentado recomponerme, con ayuda de mi fiel Hipogrifo, que seguía con la mirada al otro mago - Y no des un paso más, mi montura no se lo pensará tantas veces como yo - y calmé al hipogrifo, que no paraba de relinchar ruidosamente - ¿ Qué pretendes ? Eres una criatura vil y cruel ... retener a un unicornio en contra de su voluntad ... eres cruel - repetí de nuevo, y esperé, a que hablara, con el costado dolorido.
Una gran explosión se escuchó de nuevo en la entrada a la Torre. Seguía liado con mantenernos a Luleir y a mi protegidos, pues parecía ser que habían dado la voz de alarma y sabían perfectamente que alguien había irrumpido en la Torre de Hechiceria. No me importaba, mi acometido era otro, y hasta que no encontrara a la criatura que buscaba, no pensaba salir de allí, por mucho que hiriera el orgullo de mi pequeña alma de celeste, que por encima de todo odiaba la guerra y los conflictos en los que se emplearan la magia simplemente para herir al rival.
Lo veía algo fuera de si y desprovisto de sentido. Prefería hacer el bien con mi magia, nunca atacar a nadie con ella, y menos cuando ese nadie era toda una torre llena de magos de alto rango ... No sabía muy bien que hacer, pero mi rango de Mago de Primer Grado no me iba a servir mucho con la cantidad de magos del mismo rango que había en el mismo. Sin embargo, ahora mismo me encontraba subiendo escaleras, en busca de la habitación en la que había estado Koral. Luleir era una gran ayuda, pues me dirigía gracias a su olfato. Sabía perfectamente reconocer el olor de una persona con la cuál había estado presente con ella durante algún tiempo ... y la fragancia de la semiféerica era incambiable.
Subía y subía más escalones, y llegué por fin a la primera planta. Nadie parecía salir a mi encuentro, y me extrañó. El evacuar a los magos aprendices al ala de las habitaciones, era una maniobra de seguridad que se seguía en cualquier torre cuando había un problema. Yo mismo había tenido que hacerme cargo de un grupo cuando estudiaba en mi juventud. Pero, nunca había tardado tanto en llevarlos a todos a sus respectivas habitaciones ... ¿tantos eran? Aún así, lo agradecí, era tiempo que me proporcionaban para seguir buscando.
Luleir me condujo hacia una habitación de la cuarta planta de la Torre. Cuando entré, supe perfectamente que allí habia estado Koral, pues se respiraba en el ambiente el dolor y la angustia que llegaba a soportar a veces su alma de unicornio en su interior. Sin embargo, no estaba allí, y me temí lo peor. Una de dos, o había sido llevada con los otros al ala de dormitorios o había escapado ... y, quise con todas mis fuerzas deshacerme del último pensamiento, no quería ni pensar que ...
Un ligero ruido se escuchó fuera de las habitaciones. Alguien parecía estar revisando una a una las diferentes puertas de la torre, en busca de lo que había irrumpido estrepitosamente. Me concentré para apartar rápidamente a quien quiera que fuera, y me llené de satisfacción al ver que había pillado desprevenido con un simple hechizo de magia al mago que nos había recibido en un principio. No sonreí porque en realidad no me gustaba aquello, pero si que era verdad que a aquel mago le tenía ganas y ... si él andaba por allí, Koral no debía de estar muy lejos.
Salí de la habitación y me encaminé por el pasillo, en busca esta vez de sentimientos ... Y no tardé en encontrarlos, pues un dolor irreversible inundó mi corazón. Algo espantoso caminaba por la estancia, y parecía en busca de la salida o algo parecido. Grité el nombre de Koral por todos lados, aun cuando podía emitir de vez en cuando gemidos agónicos, pero no me iba a dar por vencido. La seguí buscando hasta que, cuando me dí cuenta de que solo daba vueltas alrrededor, bajé las escaleras y me encontré un unicornio ... y algo me decía, que era ella.
- ¡¡ Koral !! ¡¡ Koral !! - grité, en un vano intento de ver si era ella o no, mientras me acercaba y Luleir rechinaba a causa de lo que también podía intuir - ¡¡ Soy Dragon !! He venido en tu busca ... - dije, mientras me acercaba más y veía que no iba sola ... - ¿ Quién es ... ? - dije, pero me ví interrumpido por algo que chocó contra mi cuerpo. Con una aullido de dolor, caí estrepitosamente al suelo, con Luleir, que parecía estar hinchoso de furia y preocupado por mi ...
Vislumbré un poco la persona que parecía haberme dado por detrás, con un avanzado hechizo de magia. Y me quedé tendido, en el suelo, mientras escuchaba lo que decía, con satisfacción.
- Si creías que ibas a conseguir dañarme con aquello ... la llevabas claro, mago de pacotilla - dijo riendo, mientras se iba acercando hacia donde estaba. No sabía muy bien si era capaz de ver a Koral, pero si era así, estábamos muy mal, a no ser que la joven unicornio se sacara algo de la manga ...
- Tampoco era mi intención matarte, pues no soy criatura que piensa en esas cosas - dije, como pude, tirado en el suelo, e intentado recomponerme, con ayuda de mi fiel Hipogrifo, que seguía con la mirada al otro mago - Y no des un paso más, mi montura no se lo pensará tantas veces como yo - y calmé al hipogrifo, que no paraba de relinchar ruidosamente - ¿ Qué pretendes ? Eres una criatura vil y cruel ... retener a un unicornio en contra de su voluntad ... eres cruel - repetí de nuevo, y esperé, a que hablara, con el costado dolorido.
Dragon Droican- Oráculo de Yohavir
- Mensajes : 437
Puntos : 639
Fecha de inscripción : 01/05/2010
Edad : 30
Localización : San Fernando
Datos
Su personaje es: Dragon Droican, Mago 1er Grado (Magia Telúrica)
Trabaja de: Juglar - Plaza de Vanis
Pertenece a: La OPNI, nº 13. Miembro de la UVI.
Re: Llegada...(libre)
-Tengo curiosidad-empecé la conversación con voz hastiada, mientras caminaba en silencio con tranquilidad fingida. Lo cierto es que quería saber una cosa sobre El carcelero, pero no me apetecía hablar para nada con el muchacho que me seguía como si fuese mi sombra. Prefería mil veces ignorarle, pero no pude evitar preguntarle acerca de una duda que me surgía a cerca de lo que me había contado antes. –¿Por qué tu maestro me odia, por qué piensa que soy una criatura formada por el Séptimo dios?
Reprimí una sonrisa al ver la expresión de apuro del joven Arel. Sin duda temía que me enfadara con su respuesta. No sabía que a mí me traía sin cuidado lo que pudiesen pensar de mí los sangrecaliente. Eran demasiado insignificantes para lograr enojarme. Simplemente me despertaba curiosidad porque yo misma me sentía como la criatura que era: cruel y malvada, y así era como definían los sangrecaliente a su temido dios oscuro. ¿Era descabellado pensar que tuviesen razón, y latiese algo de magia del Séptimo en mí?
Aunque pensándolo bien, ¿Qué más daba? No creía que me sintiese diferente por saberlo.
-Verás, nadie piensa como él. Ya no pienso como él, ¿vale? Quiero decir, que sabemos que los unicornios no tenéis la culpa de lo que os sucede. Y mi maestro no es que sea malo, sólo… bueno, tuvo un… percance con un infectado… -de vez en cuando me miraba de reojo, como para asegurarse de que no me envaraba. Tomó aire profundamente, de una forma tan sonora que temí que me descubriesen por su culpa –Su hermana, la maestra Iriya, encontró un unicornio infectado en el bosque. Parecía aturdido, como si le acabasen de atacar, y la maestra supo que no le quedaba mucho de vida y que tenía que hacer algo cuanto antes. Quiso ayudar al unicornio, pero éste, que ignoraba su mal, le transmitió con su cuerno una energía negativa… Iriya no pudo salvarle, el unicornio murió en sus manos, y ella quedó afectada por su magia y enfermó enseguida. Mi maestro la encontró agonizante, y aunque lo intentó, no pudo salvarle la vida a su hermana, que murió también.
Detuvo su relato un momento, y continuó, con voz más baja, cuando nos ocultamos un segundo para evitar a un par de estudiantes rezagados:
-Mi maestro estaba muy unido a su hermana, y su pérdida se hundió en su corazón. Como mago que es, le resulta imposible como a todos echarle la culpa de ello a los unicornios, pero tampoco podía aceptar que aquello no fue más que un desafortunado incidente, por lo que apoyó la teoría de que los unicornios negros erais criaturas nuevas ideadas por el séptimo para atacar a las criaturas de los Seis desde la retaguardia.
-Ajá-esa fue mi única respuesta a su relato. No sabía si le habría molestado a Arel, ya que ni le miré la cara, porque me daba igual lo que pensase. Supuse que eso era una historia triste, porque sentía a Koral conmocionada en mi interior, pero lo cierto era que los sangrecaliente morían todos los días por cualquier tontería, y la historia de uno más no me decía mucho. Tenían vidas tan efímeras que no valía la pena preocuparse por ellos.
-¿Todos sois iguales? ¿Los unicornios os comportáis tan fríamente con los demás? ¿Os importamos? ¿O solo actúas así porque estás enfermo? Mis maestros eran buenas personas. Iriya no tenía por qué haber muerto, y mi maestro, el que os odia ahora, no era así antes, ni mucho menos.-parecía enfadado de verdad.
Suspiré resignada, sin inmutarme ante su rabia. Eran muchas preguntas, aunque supuse que con responder a la última ya lo tendría bastante.
-Yo tampoco era así después de mi enfermedad. Supongo el resto de mi especie sana habría sentido dolor ante tu historia, peor yo estoy ya tan llena de mi propio sufrimiento que me reconcome el alma que ya no me cabe más dolor en mi ser.
A pesar de que lo había dicho en un tono apático, sin emoción, simplemente constatando un hecho, la furia de Arel se desvaneció para dar lugar a una expresión de conmiseración. Oh, no. Eso era todavía peor.
Silencio. Arel se retorcía las manos. Yo continué caminando. Divisé más allá una escalera, pero era ascendente, por lo que no me interesaba.
-Lo siento, yo…
-No lo sientas. Las cosas son así y punto –No estaba dispuesta a soportar más palabrería.
Me quedé helada en ese momento y me detuve, quieta como una estatua. Arel fue más lento y casi chocó conmigo, y después noté como se ponía tenso y acumulaba energía en sus manos. Creo que dijo algo, pero no le presté atención, ya me había despistado suficiente con su cháchara y por culpa de eso… por culpa de eso alguien me había visto.
No era mucho. Otro mago, y un celeste, por lo que sería incapaz de atacarme, bajaba por las escaleras que había visto antes. Se me quedó mirando un segundo, sorprendido, y luego hizo algo que no me esperaba: comenzó a llamarme por mi nombre a gritos (bueno, el nombre de la semifeérica), armando mucho escándalo. El animal que lo acompañaba se puso a chillar también, y estuve a punto de pedirle a Arel que silenciara al hipogrifo histérico con su magia, pero me contuve al reconocer al celeste. Era el amigo de Koral. ¿Qué diablos hacía aquí? Otra vez el oportunismo de los sangrecaliente, que pesados.
En ese momento, un golpe de magia atacó al celeste, tumbándole. Pese que era extraño en mí, sentí rabia. Si fuese cualquier otra persona no me habría importado mucho, pero atacar a un celeste… Maldita sea, un celeste, una criatura que sería capaz de dar de beber a su peor enemigo en medio de un desierto antes que a él mismo. ¡Y encima a traición! No era justo, no…
Vaya, hablando de lo oportunos que son los sangrecaliente… Si resulta que era el mismísimo carcelero en persona quien lo había atacado.
Eso lo hacía mucho mejor, así tenía más motivos para acabar con él, me estaba ya aburriendo.
Ignoré a un pasmado Arel, que se había quedado inmóvil, y avancé hasta situarme junto a Dragon, sin mirarle. Acababa de echarle en cara un montón de cosas a El carcelero, y éste se limitaba a carcajearse como un demente, preparando en sus manos otro hechizo.
-No sé qué vería en ti el unicornio que te convirtió… En fin, supongo que es justo que sea otro unicornio quien enmiende ese error –No hablé con rabia ni enojo, simplemente constaté un hecho.
Salté justo a tiempo con facilidad para esquivar el rayo de energía lanzado por El carcelero, cuyo rostro se hallaba crispado en una mueca de odio. Ayudada por la luz, me moví justo detrás de él para embestirle con mi cuerno cargado de energía, pero no estaba desprevenido y me encontré con una barrera mágica que deshizo mi ataque. Esto bastó para distraer un poco al mago, que no le dio tiempo a esquivar la bola de fuego lanzada por Arel “Tú, apartate” mascullé para mí misma ante la intervención de Arel “Esto es un juego de mayores”
El impacto con el proyectil hizo tambalearse a El carcelero, pero apagó rápidamente las llamas que chamuscaban su túnica y alzó una mano contra Dragon, su montura y Arel. Rápidamente lo distraje para que se centrase sólo en mí.
-¡Arel, ayuda al celeste y escondéos! ¡Largáos! –grité, aunque lo más probable era que no me hiciese caso, porque el muchacho me miró a mí y a Dragon alternativamente, hasta que al final se inclinó hacia el celeste tumbado.
No podía prestarles mucha atención, porque El carcelero me empujaba hacia un rincón. Comencé a fintar, con el cuerno por delante mientras recogía de nuevo la energía del ambiente, buscando el flanco desprotegido del mago enemigo.
Reprimí una sonrisa al ver la expresión de apuro del joven Arel. Sin duda temía que me enfadara con su respuesta. No sabía que a mí me traía sin cuidado lo que pudiesen pensar de mí los sangrecaliente. Eran demasiado insignificantes para lograr enojarme. Simplemente me despertaba curiosidad porque yo misma me sentía como la criatura que era: cruel y malvada, y así era como definían los sangrecaliente a su temido dios oscuro. ¿Era descabellado pensar que tuviesen razón, y latiese algo de magia del Séptimo en mí?
Aunque pensándolo bien, ¿Qué más daba? No creía que me sintiese diferente por saberlo.
-Verás, nadie piensa como él. Ya no pienso como él, ¿vale? Quiero decir, que sabemos que los unicornios no tenéis la culpa de lo que os sucede. Y mi maestro no es que sea malo, sólo… bueno, tuvo un… percance con un infectado… -de vez en cuando me miraba de reojo, como para asegurarse de que no me envaraba. Tomó aire profundamente, de una forma tan sonora que temí que me descubriesen por su culpa –Su hermana, la maestra Iriya, encontró un unicornio infectado en el bosque. Parecía aturdido, como si le acabasen de atacar, y la maestra supo que no le quedaba mucho de vida y que tenía que hacer algo cuanto antes. Quiso ayudar al unicornio, pero éste, que ignoraba su mal, le transmitió con su cuerno una energía negativa… Iriya no pudo salvarle, el unicornio murió en sus manos, y ella quedó afectada por su magia y enfermó enseguida. Mi maestro la encontró agonizante, y aunque lo intentó, no pudo salvarle la vida a su hermana, que murió también.
Detuvo su relato un momento, y continuó, con voz más baja, cuando nos ocultamos un segundo para evitar a un par de estudiantes rezagados:
-Mi maestro estaba muy unido a su hermana, y su pérdida se hundió en su corazón. Como mago que es, le resulta imposible como a todos echarle la culpa de ello a los unicornios, pero tampoco podía aceptar que aquello no fue más que un desafortunado incidente, por lo que apoyó la teoría de que los unicornios negros erais criaturas nuevas ideadas por el séptimo para atacar a las criaturas de los Seis desde la retaguardia.
-Ajá-esa fue mi única respuesta a su relato. No sabía si le habría molestado a Arel, ya que ni le miré la cara, porque me daba igual lo que pensase. Supuse que eso era una historia triste, porque sentía a Koral conmocionada en mi interior, pero lo cierto era que los sangrecaliente morían todos los días por cualquier tontería, y la historia de uno más no me decía mucho. Tenían vidas tan efímeras que no valía la pena preocuparse por ellos.
-¿Todos sois iguales? ¿Los unicornios os comportáis tan fríamente con los demás? ¿Os importamos? ¿O solo actúas así porque estás enfermo? Mis maestros eran buenas personas. Iriya no tenía por qué haber muerto, y mi maestro, el que os odia ahora, no era así antes, ni mucho menos.-parecía enfadado de verdad.
Suspiré resignada, sin inmutarme ante su rabia. Eran muchas preguntas, aunque supuse que con responder a la última ya lo tendría bastante.
-Yo tampoco era así después de mi enfermedad. Supongo el resto de mi especie sana habría sentido dolor ante tu historia, peor yo estoy ya tan llena de mi propio sufrimiento que me reconcome el alma que ya no me cabe más dolor en mi ser.
A pesar de que lo había dicho en un tono apático, sin emoción, simplemente constatando un hecho, la furia de Arel se desvaneció para dar lugar a una expresión de conmiseración. Oh, no. Eso era todavía peor.
Silencio. Arel se retorcía las manos. Yo continué caminando. Divisé más allá una escalera, pero era ascendente, por lo que no me interesaba.
-Lo siento, yo…
-No lo sientas. Las cosas son así y punto –No estaba dispuesta a soportar más palabrería.
Me quedé helada en ese momento y me detuve, quieta como una estatua. Arel fue más lento y casi chocó conmigo, y después noté como se ponía tenso y acumulaba energía en sus manos. Creo que dijo algo, pero no le presté atención, ya me había despistado suficiente con su cháchara y por culpa de eso… por culpa de eso alguien me había visto.
No era mucho. Otro mago, y un celeste, por lo que sería incapaz de atacarme, bajaba por las escaleras que había visto antes. Se me quedó mirando un segundo, sorprendido, y luego hizo algo que no me esperaba: comenzó a llamarme por mi nombre a gritos (bueno, el nombre de la semifeérica), armando mucho escándalo. El animal que lo acompañaba se puso a chillar también, y estuve a punto de pedirle a Arel que silenciara al hipogrifo histérico con su magia, pero me contuve al reconocer al celeste. Era el amigo de Koral. ¿Qué diablos hacía aquí? Otra vez el oportunismo de los sangrecaliente, que pesados.
En ese momento, un golpe de magia atacó al celeste, tumbándole. Pese que era extraño en mí, sentí rabia. Si fuese cualquier otra persona no me habría importado mucho, pero atacar a un celeste… Maldita sea, un celeste, una criatura que sería capaz de dar de beber a su peor enemigo en medio de un desierto antes que a él mismo. ¡Y encima a traición! No era justo, no…
Vaya, hablando de lo oportunos que son los sangrecaliente… Si resulta que era el mismísimo carcelero en persona quien lo había atacado.
Eso lo hacía mucho mejor, así tenía más motivos para acabar con él, me estaba ya aburriendo.
Ignoré a un pasmado Arel, que se había quedado inmóvil, y avancé hasta situarme junto a Dragon, sin mirarle. Acababa de echarle en cara un montón de cosas a El carcelero, y éste se limitaba a carcajearse como un demente, preparando en sus manos otro hechizo.
-No sé qué vería en ti el unicornio que te convirtió… En fin, supongo que es justo que sea otro unicornio quien enmiende ese error –No hablé con rabia ni enojo, simplemente constaté un hecho.
Salté justo a tiempo con facilidad para esquivar el rayo de energía lanzado por El carcelero, cuyo rostro se hallaba crispado en una mueca de odio. Ayudada por la luz, me moví justo detrás de él para embestirle con mi cuerno cargado de energía, pero no estaba desprevenido y me encontré con una barrera mágica que deshizo mi ataque. Esto bastó para distraer un poco al mago, que no le dio tiempo a esquivar la bola de fuego lanzada por Arel “Tú, apartate” mascullé para mí misma ante la intervención de Arel “Esto es un juego de mayores”
El impacto con el proyectil hizo tambalearse a El carcelero, pero apagó rápidamente las llamas que chamuscaban su túnica y alzó una mano contra Dragon, su montura y Arel. Rápidamente lo distraje para que se centrase sólo en mí.
-¡Arel, ayuda al celeste y escondéos! ¡Largáos! –grité, aunque lo más probable era que no me hiciese caso, porque el muchacho me miró a mí y a Dragon alternativamente, hasta que al final se inclinó hacia el celeste tumbado.
No podía prestarles mucha atención, porque El carcelero me empujaba hacia un rincón. Comencé a fintar, con el cuerno por delante mientras recogía de nuevo la energía del ambiente, buscando el flanco desprotegido del mago enemigo.
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