Las aguas tranquilas de Gan-Dorak [Privado, Martah y Lurr]

Hace varios días que iba cruzando el desierto, la verdad es que estaba deseando llegar a Gan-Dorak y es que podría haber llegado fácilmente con la magia, pero claro, hacer eso solo significa un debilitamiento muscular, por que tus músculos ya no se acostumbran a un paseo normal.


Después de unas pocas horas llegue al oasis y me acerque rápidamente al agua para beber de ella y rellenar la cantimplora, resultaba hasta divertido, un gran nigromante atado a las leyes mortales de comer y beber, pero es que no existía método conocido para burlar esas cosas, al menos que yo supiera y es que al final todos nos volvemos polvo.

Me eche en el suelo y coloque las manos bajo la nuca, mirando hacia el cielo con los ojos entrecerrados para que no me molestasen los tres soles, la verdad es que tenía poco que hacer, tal vez arrasar alguna aldea pero no me apetecía llamar la atención de la orden mágica, y es que a lo mejor me deben muchas cosas, pues si me hubiera aliado con Sharei y con Kvothe todos ellos hubieran sido derrotados, pero sin lugar a dudas, por el capricho de los dioses me tuve que alinear con los otros elegidos y expulsar a los que me apoyaron, y eso sin duda les dio una oportunidad de victoria y es que…los dioses sin duda pueden ser muy cabrones cuando quieren.

Era uno de esos días en los que una deseaba volver a casa, aunque eso significara recordar los terribles sucesos que allí habían pasado. Aún podía ver la aldea en llamas, lo cuerpos llenos de sangre de toda mi gente, mi familia, mis amigos... desde aquel día decidí que les vengaría mas no sabía exactamente cómo lo haría, sería un trabajo difícil, no todos saben matar sheks, ¿no?

Acaricié el lomo de Peter antes de bajar de él, estaba cansado, lo notaba pues eso mismo hacía que yo también me sintiera así, aunque sólo fuese una pequeña parte dentro de mi. No es que el oasis fuese un lugar muy transitado, bien, no solía haber gente allí, al menos cuando yo iba. Recogí algunos frutos de color rojo, tenían un aspecto exquisito, su sabor debería de ser un tanto de lo mismo, aunque, por si acaso, dejé un puñadito en el suelo con la esperanza de que algún animal se los comiese, otorgándome el conocimiento de saber si eran buenos o, por el contrario, no podían comerse.

Llevé la mano a mi cantimplora y la encontré vacía, lo que me hizo recordar mis labios resecos. Me tapé mejor con mi pañuelo y busqué la pequeña fuente de agua que siempre había estado en aquel lugar. Bien, la encontré pero me sorprendí bastante. Un chico de pelo azul estaba allí y, Peter, transformado en un pequeño zorro que se había subido a mi hombro movía las colas con felicidad.

- Por los dioses... ¿Lurr? -dije sorprendida mientras me acercaba al humano que, sin duda, había ocupado un lugar en mi corazón, quisiera reconocerlo o no-.

Oh si, sin duda los dioses podían ser muy cabrones y sobre todo muy juguetones, y eso fue lo que pensé al escuchar esa voz que recordaría en cualquier sitio, la verdad es que aunque exteriormente no refleje nada, interiormente sentí un pequeña alegría al reencontrarme con ella, aun que bueno, sin duda ella no querría saber nada de mí y es que esas cosas pasaban, nada duraba eternamente para un nigromante, ¿pero para que ponerme melodramático? Mejor sería decir algo y procurar no cagarla.

-Vaya, los dioses sin duda nos han juntado, ¿No es así Martah?-dije sin levantar la cabeza para asegurarme si era ella o no, puesto que al escuchar su voz ya lo sabía, y aunque ella no dijera nada, no pude evitar preguntarme qué tal le iría con el otro.

Golpee suavemente la arena, como invitándola a echarse a mi lado, algo que hice inconscientemente y que cuando iba a volver a hacer me reprimí apretando las manos y posando la mano en el abdomen, esperaba que ella no se hubiera fijado en mi gesto.

Se acordaba de mi. Lurr, el nigromante recordando a una mestiza. Vaya, aquello era sorprendente, bien, tampoco esperaba que no se acordara pero el hecho de que hubiera sido tan rápido... sin duda sonreí.

- Quizá sea el destino -bromeé antes de reír levemente mientras bajaba a Peter al suelo, para que pudiera saludar al humano-.

El gesto que hizo fue amistoso, lo reconocí al momento, aunque, mis ojos también pudieron advertir aquel otro gesto, su mano cerrándose de golpe, como si lo que acabara de hacer estuviese mal, ¿acaso su nueva vida le había cambiado? Decidí sentarme a su lado, haciendo como que no me había enterado de nada. Me estiré un poco y llené la cantimplora con agua fresca, la cual no dudé en beber rápidamente, haciendo así que inundara mi boca, garganta y de más órganos de mi cuerpo pues la notaba bajar con rapidez.

Me deshice de mi pañuelo guardándolo en la mochila y di un poco del agua al zorro, ahora más contento y activo. Mordí mi labio mientras miraba a Lurr, ¿acaso se acordaría de lo que había pasado tiempo a? Y si era así... ¿estaría molesto? Nunca lo sabría pues no era capaz de preguntarle esas cosas a nadie y menos a alguien como él.

- ¿Qué te trae por mis tierras, humano? -dije con cierto tono de curiosidad mientras le miraba con una sonrisa en el rostro-.

Lo cierto es que él no había cambiado nada, seguía igual y eso que habían pasado algunos meses desde nuestro último encuentro. Bien, quizá sí que tenía el pelo un tanto más largo pero no mucho más.

-Debe ser el destino, sin lugar a dudas.-dije con aires de misterio y cuando Peter se acercó a mí me obligue a cogerlo y colocarlo en el abdomen, acariciando su cabeza peluda, me mantuve callado durante varios minutos, aun que ella se sentó a mi lado y estuve pensando en que decir ella se adelantó y no pude evitar soltar una carcajada al escucharla.-Tal vez busque conquistarla.-dije bromeando mientras pasaba un dedo por detrás de las orejas de Peter.

Al final deje a Peter a un lado para que fuese con su dueña o donde quisiera y puse las manos bajo mi nuca mientras seguía mirando hacia el cielo.-Dime, ¿Has hecho algo después de que nuestros senderos tuvieran que separarse?-La verdad, no sabía que esperaba que me dijera, tal vez tenía demasiadas esperanzas.

Escuche pasos de viajeros que se acercaban a rellenar agua y se sentaban bajo las sombras de los arboles, eran bastante pocos pero sin duda estarían regresando a donde sea que tuvieran que regresar.

Sonreí cuando me siguió la broma, me alegraba ver que no había perdido su sentido del humor, es decir, me alegraba saber que seguía siendo él mismo. De repente noté una sensación en el pecho, algo que ya había notado antes pero... ¿estaba pasando de nuevo? No... pero quizá... además, en todo caso, él ya no sentiría eso, no ahora.

- ¿Conquistarla dices? -alcé la ceja divertida ante aquella broma- La verdad, todos sirviendo a un chico peliazul menor de edad -asentí- Sería interesante de ver -sonreí y miré a Peter el cual estaba bien a gusto con Lurr-.

Cuando le soltó el pequeño Peter dio un par de saltos a mi alrededor antes de volver a su tamaño normal y darme un lametón en la cara, acto seguido se zambulló en el agua, más contento que un duende feliz. Al hacer eso pude escuchar los gritos de los viajeros pues el animal estaba ensuciando el agua, quejicas, pensé divertida. Alcé la mirada a Lurr de repente, ¿a qué se refería exactamente?

- Bien... Rannell pasó a ser historia -dije con un leve susurro- Y bueno, desde entonces no ha habido ningún otro pues me quedé en el bosque, junto con el hada que me crió -dije con una sonrisa- A veces vengo aquí a... pensar -dije antes de tumbarme por completo, mirando el cielo, sin rastro de nubes- ¿Y tú qué? -pregunté con cierto tono de curiosidad-.

Continué escuchando el chapoteo del agua, seguramente Peter se habría puesto a cazar lo que quisiera que hubiera ahí.

-No sería la única vez que lidero a hombres más mayores que yo.-dije con una leve sonrisa y me gire para mirarla, estaba ganando confianza en mí mismo a cada momento que pasaba junto con ella, y me quede mirándola, sin duda había cambiado, parecía algo más madura y eso la verdad es que la hacía mejor cuerpo y parecía igual de agradable que siempre.

Escuche sobre las cosas que estuvo haciendo cuando nuestros caminos se separaron y una inmensa alegría me inundo al saber que Rannel ya no tenía cabida en su corazón, eso estaba muy bien…bueno, tal vez para ella no, pero para mí sí y podía sonar muy cruel, pero es que yo soy cruel.

-¿Qué hice yo? Lo normal, primero conquiste Idhun como imagino que habrás escuchado de los cinco Lords del séptimo, luego me volví elegido de los seis y expulse a los que en otra época fueron mis aliados, participe en una reunión de la orden mágica intentando dar cabida a la orden oscura, un total fracaso y poco más.-

El hecho de estar hablando con alguien de la categoría de él era al mismo tiempo extraño y normal pues, que yo supiera, Lurr nunca había dejado de ser mi amigo, es decir, yo siempre le había tenido presente a pesar de todo... dejé escapar un leve suspiro sin saber por qué.

- ¿Y por qué hiciste eso? -pregunté pues, lo cierto era que jamás había entendido su postura respecto a lo de conquistarlo todo, bien que había estado oculta en Alis Lithban un tiempo bastante largo, desconectada del resto del mundo por lo cual sí que había escuchado algo pero, no estaba del todo informada quizás- Aunque si no quieres decírmelo... podríamos hablar de otra cosa -dije en un tono más alegre-.

Me quedé mirando los alrededores y arranqué una pequeña flor de un tono rojizo, era bonita hasta que vi aquella pequeña araña salir de entre sus pétalos, ugh, asquerosas arañas, pensé mientras un escalofrío me recorría el cuerpo. Cuando me quise dar cuenta llevaría unos minutos mirando los ojos de Lurr, ni siquiera me había enterado, la cosa es que ya me había sucedido otras veces eso de perderme en ellos pero... de aquella forma...

Aparté rápidamente la mirada y me concentré en el grupo de hombres que había venido hace un rato, ahora se encontraban recogiendo sus cosas, quizá volvían a sus casas o vete a saber dónde.

Ella se quedo mirando a mis ojos y yo la verdad es que no aparte la mirada aun que hubiera querido hacerlo, pero no podía era como un imán que me atraía pero yo claramente, haciendo uso de mi fuerza de voluntad me mantuve bajo control mientras escuchaba sus palabras, luego ella aparto la mirada rápidamente y mi ceño se frunció, como preguntándose que había pasado, tal vez la había inquietado, bueno…cosas que pasaban ¿no es así?

-Bueno, la verdad no me importa decírtelo y es por una cosa sencilla, conquiste Idhun por puro aburrimiento y luego estuve obligado a expulsar a mis conocidos por ordenes divinas, claramente los dioses pueden ser bastante….juguetones cuando quieren.-

Los viajeros parecían que se iban del oasis, sin duda para seguir su viaje, aun que yo no les di importancia antes y ahora mucho menos.-Dime Martah, ¿Por qué lo dejaste con Rannel?-dije tanteando, era algo que me interesaba saber.

Vaya, conquistó Idhún por mero aburrimiento, eso sí que no me lo esperaba. No pude evitar reír al escuchar aquello, era tan absurdo... la cosa es que lo había conseguido y, digo yo, si sólo con aburrirse podía hacer eso, ¿qué podría hacer si se proponía algo de verdad?

- Los dioses son como quieren pues para algo son dioses, ¿cierto? -dije con una sonrisa en el rostro- Algunos son mejores que otros, eso ni lo dudes -reí levemente y volví a mirarle con una sonrisa en el rostro-.

Aquella pregunta me sorprendió bastante pues no me la esperaba para nada, la verdad. Si soy sincera, diría que lo dejé con Rannell porque... ¿por qué lo hice exactamente? Quizá no estaba del todo segura respecto a mis sentimientos...- Digamos que fue porque quizá una parte de mi corazón se quedó en otra persona, una parte algo grande... -dije en un susurro mientras le miraba-.

La verdad, no hacía frío, bien, ¿cómo diablos iba a hacer frío en Kash-Tar? Sólo de noche, claro estaba, de noche te podías helar de verdad si al tiempo le daba por girarse y ponerse a malas con tu suerte.

Seguía mirándola mientras escuchaba sus dulces palabras, en verdad dudo mucho que pueda lograr olvidarla de forma alguna, ¿Por fin tendré el descanso merecido? No, ese descanso merecido nunca existirá para mí, y es que eso que llamo “descanso merecido” yo lo deje de lado cuando me sumergí en la magia oscura, en la autentica magia, la más poderosa de todas y la más cruel.

Entonces unas palabras suyas me alejaron de mis oscuros pensamientos, fue como una fuerte ventisca que espanto todo, y es que ella me miraba luego de decir eso ¿Cómo ignorar a quien se refería? ¿Pero y si era una trampa? ¿En serio pensaba en eso? ¿Cómo iba a ser una jodida trampa? Y si lo era, ya me vengaría…

Me aproxime a ella y la bese en los labios, sabiendo que me arrepentiría debido a que sin duda ella me golpearía brutalmente en alguna parte de mi cuerpo, esperando y rezando que no fuese en las partes íntimas.

Parecía confuso al escuchar mis palabras, bien, seguramente no esperaba aquello pues quisiera o no, era a él a quien me estaba refiriendo y el que había tenido mi corazón por bastante tiempo, aunque fuese aquel dato totalmente desconocido para el humano. No sabía cuál sería su reacción, es decir, seguramente él tendría mujeres esclavas o de cualquier tipo pues había oído de se había vuelto bastante poderoso por lo cual podría tener todo aquello que deseara. Bien, decidí apartar esa imagen de mi cabeza pues no es que fuese muy agradable.

Empecé a arrancar pequeños trocitos de la hierba que crecía bajo nosotros, que yo supiera ningún animalito se la comería pues no es que hubiera muchas especies en Kash-Tar que comieran cosas verdes, más bien estaban acostumbradas a comerse unas a otras o cosas por el estilo.

Estaba yo tan tranquila cuando de repente vi el rostro de él acercarse al mío y bueno, me besó. He de admitir que mi primer pensamiento fue apartarle de un golpe, tal y como habría hecho si se hubiera tratado de un autentico desconocido pero Lurr no era un desconocido, ni mucho menos. Le devolví el beso con ganas, haría cosa de medio año que no había estado con un chico de esta forma y sin duda, era bastante... ¿satisfacible? el poder volver a hacerlo y más aún si se trataba de él.

- ¿Por qué ahora? -susurré en sus labios pues había pasado demasiado tiempo preguntándome por qué no había vuelto aquel chico peliazul a por mi-.

Me separe de sus labios, aun que debo reconocer para mí mismo que me costo una barbaridad hacer eso y que sus palabras que escuche a continuación me hicieron pensar bastante, y si, ¿Por qué ahora? No estaba seguro del todo y es que tampoco me esperaba esa pregunta, hubiera esperado más una ostia a la que yo, claramente, me estaba preparando.

-¿Por qué ahora? Tal vez por fin haya comprendido una cosa…-pase la mano por sus cabellos, acariciándola con cariño y posando mis labios en su mejilla.-y espero que lo que te diga a continuación no te asuste, pero por fin he comprendido con quien quiero estar el resto de mi miserable vida de mortal.-la mire a los ojos cuando termine de decir esa frase, ¿Qué esperaba ver en ellos? Pues el rechazo, pues estaba seguro que eso es lo que me esperaba y lo que siempre iba a suceder, pues la magia oscura daña todo ser vivo, incluso al que osa conjurarla.

Una sensación de calidez me recorrió el rostro cuando posó su mano sobre mi rostro, era tan familiar y a la vez tan desconocido aquel tacto... sin duda haber dejado a Lurr tiempo atrás había sido un grave error que me había permitido hacer y del que me había arrepentido bastante.

Carraspeé pues aquellas palabras eran lo último que me esperaba. Podría decir que me quedé mirándole cómo una tonta, sin expresión alguna hasta que, un par de segundos después, al haber asimilado aquello, una gran sonrisa apareció en mi rostro, una sonrisa que jamás hubiera podido disimular.

- Sí -dije en un susurro- ¡Lurr, sí! -exclamé más alto, sin poder ocultar mi emoción. Acto seguido le abracé bastante fuerte, si se es sincera-.

De repente vi cómo Peter aparecía de la nada y comenzaba a gruñirle a Lurr, seguramente habría sabido lo que sucedía al segundo de que pasara, ¿acaso estaría celoso?- Hey... ven aquí, grandullón -dije mientras estiraba el brazo para acariciarle- Shh... -enseguida noté cómo se iba relajando y que, por mucho que lo intentara, nadie me iba a quitar aquella sonrisa mientras estuviese con Lurr, el humano nigromante.

Seguí acariciando su mejilla, ella grito emocionada ante mis palabras y mis labios se curvaron en una estúpida sonrisa de felicidad, de esas bobas que te salen sin que tú quieras, tal vez por fin haya elegido la opción correcta, al menos por una vez en mi vida y es que me sentía lleno interiormente, me sentía completo...¿Era esto lo que sentían las personas? ¿era amor?

Peter rápidamente surgió del agua, gruñéndome y yo no pude evitar soltar una carcajada, la verdad es que era bastante protector con su ama y eso tal vez podría resultar peligroso para cualquier otra persona, pero para mí no, y sus gruñidos solo me animaron a acercarme un poco más y coger la mano de ella.-Martah, no se si es demasiado temprano, pero me siento en la necesidad de pedírtelo.-tome silencio durante un momento mientras acariciaba cariñosamente la mano de ella.-Quiero que un celestial nos junte para siempre.-estas palabras sin duda sellarían mi destino y sentía que era algo que debía hacer, pero no se si era algo que se merecía ella, tenia muchos enemigos que podrían aprovecharse de esta debilidad…pero si son listos ellos sabrán que no deberían acercarse.

Tragué saliva ante aquellas palabras. ¿Ya? ¿Tan pronto? Pero... es decir... por los dioses... sólo... ¿y si quería utilizarme y nada más? ¿Y si quería aprovecharse de mi inocencia? No, Martah, para, me dije a mi misma. Si comenzaba a meterme esas cosas en la cabeza seguro que acababa creyéndomelas y no es que quisiera eso, para nada.

Miré con incerteza el rostro de Lurr, ¿y cuándo sería la boda? Lo cierto es que tarde o temprano debía de suceder algo así pues yo ya tenía edad suficiente para unirme en matrimonio a un hombre y, más aún, para darle hijos. Bien, así hubiese sido si él fuese un rey pero, que yo supiera, no quería niño alguno en su hogar.

- Lurr... yo... -dije con cierto tono de nerviosismo- Quizá esté a punto de cometer una gran locura pero... -le miré a los ojos, aquellos ojos tan azules como el mismo mar- Sí, sí quiero -dije con emoción mientras aferraba su mano-.

Y, con aquellas palabras, acababa de dejar atrás mi vida de chica solitaria, la vida que había llevado desde que vi arrasar mi aldea entera. Quizá él podría ayudarme a vengarme, ¿no? Quizá él podría encontrar a esos seres de sangre fría y hacerles pagar por la muerte de mi gente.

Sin previo aviso uní mis labios con los suyos y le besé como si hubiese sido la primera vez, como si fuera el momento en aquel año atrás, cuando no era más que una chica con miedo a perder de nuevo aquello que más quería.

Esperaba su respuesta y la verdad es que ella se lo estaba pensando ¿o tal vez la había sorprendido? Bueno, la verdad es que no me extrañaría, dije algo que ni tan si quiera yo esperaba decir, pero bueno, ya esta dicho y no había vuelto atrás, y fue entonces cuando termine de pensar eso cuando ella me respondió, y es que su respuesta hizo que mi corazón bombease más rápidamente, habría esperado cualquier cosa menos un sí, poco después nuestros labios se juntaron y me parecía que nos fusionábamos en un único ser y cuando nuestros labios se separaron ya supe que había elegido la opción correcta, que hacía tiempo que había descubierto a la chica de mi vida y que los dioses me han entregado una segunda oportunidad, ¿tal vez por mi ayuda obligatoria a su causa?

-Martah, no sabes lo bien que me siento, por que por fin he encontrado a la persona que me completa.-pose mi mano en su mejilla y con un dedo acaricie su oreja.-

Sus palabras me hicieron sonreír más, si es que aquello era posible y, acompañado de su tacto, hizo que un escalofrío me recorriera todo el cuerpo, un escalofrío que hizo que me apartar de él medio riendo, me había hecho cosquillas.

- Ay, Lurr, no conocía esa parte tan... ¿amorosa? de ti -reí levemente para, a continuación, depositar en él un suave beso- Y, dime, ¿qué vamos a hacer ahora? -pregunté pues yo debería de ir a casa, a avisar a todos de lo sucedido y, quizá, a recoger mis cosas para alojarme con él-.

No sabía cómo iba a ser aquella nueva vida, digamos que el hecho de vivir con alguien más cada día se me hacía bastante raro pues siempre había estado acostumbrada a viajar por ahí con mis mascotas, ayudar a cualquiera que lo necesitara y bueno, estar por las noches en mitad del bosque o del desierto, siempre en alguno de mis dos hogares. Había tenido tiempo suficiente para aprender magia, ¿y si ahora Lurr me ayudaba a desarrollar una nueva magia? Sería extraño, ciertamente.

Toqué mi collar anhelando a mis padres, seguro que él hubiera estado en contra de que me casara de alguien como Lurr pero, mamá en cambio hubiera sido de lo más feliz por verme tan contenta, seguro que estaría ya haciendo todos los preparativos y de más... les añoraba demasiado.

Entrelacé nuestras manos y me recosté sobre él, con esa tonta sonrisa en el rostro que, sinceramente, ni siquiera sabía que aún tenía.

Me quede mirándola, apreciando sus movimientos y memorizándolas, pues todo en ella parecía perfecto y es que sin duda había elegido una buena opción, ¿Tal vez la mejor de todas las que he hecho? Posiblemente, y las palabras que ella soltó por sus labios me hicieron pensar, si, ¿ahora que íbamos a hacer? Lo primero era casarse y luego…bueno, ella podría venirse a mi torre.-Bueno, tengo una torre en Umadhun, llena de figuras oscuras y malvadas, por si quieres estar allí mientras ejercito mis deberes de señor de la torre.-mis labios se curvaron en una sonrisa y luego sacudí la cabeza.-No, mejor no, ese lugar no merece presenciar la mismísima belleza, y no tengo ni idea sobre que podríamos hacer después de esto, imagino que lo primero será casarnos y luego deberíamos planear comprar alguna casa por algún lugar de Idhun.-asentí a mis propias palabras, un plan de futuro se empezaba a formar en mi mente y sin duda sería un lugar bastante feliz.-Ah si, he escuchado que en algún momento harán una fiesta, no estoy seguro de dónde pero…¿te gustaría acompañarme?-La abrace y la estreche fuertemente, la verdad es que hacia bastante calor, y ella hacía que dicha temperatura aumentase, pero o era una sensación mía o de verdad, pero el calor de ella era más…soportable.

La simple mención de aquella tierra hizo que se me helara la sangre. Umadhún. Hogar de sheks. La verdad es que era el último sitio donde debería estar pues sin duda se darían cuenta de mi presencia, son de sangre caliente, bastante, a decir verdad. Mi hogar está junto con los dragones y no junto a los asesinos de mi gente.

- ¿Umadhún? Lurr, lo siento, no pienso entrar ahí -dije seria antes de que él hablara más- Y no podrás convencerme, de verdad... -de repente cambió de opinión lo que me hizo dejar escapar un suspiro de alivio- ¿Entonces cada uno a su casa hasta que tengamos una o...? -dije pensativa y, a la vez, algo confusa-.

¿Una fiesta? ¿Desde cuándo hacían fiestas? Pensándolo mejor, yo ya había asistido a más fiestas pero, que no tengamos invitación... quizá era de mal gusto presentarse allí sin nada, simplemente entrando y ya está. Ahá, sería divertido pues una fiesta, sigue siendo una fiesta al fin y al cabo, ¿no?

- Me encantaría -dije con una gran sonrisa en el rostro- Pero... esa fiesta... ¿quién la hace? -pregunté alzando levemente la ceja-.

Me dejé abrazar mientras las palabras salían de mi boca, aquel lugar era muy bonito, bien, desde aquel día fue una especie de lugar sagrado para mí.

Ella no parecía a gusto con la idea de ir a Umadhun es por eso que también decidí que sería mejor no ir, no quería que ella fuese a un lugar que no soportaría, ¿Qué clase de esposo sería si permitiera eso?

Ella parecía a gusto con la idea de ir a la fiesta, pero claro, había hecho una pregunta que yo no sabría responder.-Si te soy sincero, no tengo la más remota idea, es algo que he escuchado y bueno, no estoy seguro de que sea verdad, habrá que esperar y ver si se puede ir.-dije para acto seguido besar su mejilla y pasar un dedo por su barbilla y luego posarlo en sus labios.-Dime Martah, ¿Te gustaría establecerte en un sitio o prefieres todavía seguir viajando por Idhun? Me gustaría saber tu opinión al respecto, para saber cómo podemos preparar todo.-

Osea, que acababa de pedirme acompañarle a una fiesta de la cual no estaba completamente seguro si iba a celebrarse y, menos aún dónde, cuándo y quién la hacia. Bien, eso estaba bien. Reí para mí misma y negué levemente con la cabeza, al parecer quería asegurarse de que yo le iba a acompañar a esa fiesta, se celebrara o no, qué mono.

Otro escalofrío me entró cuando me tocó, a decir verdad, me entraban escalofríos cada vez que me tocaba pues su contacto siempre había sido más frío que el mío, bien el de la mayoría de humanos lo era, ¿no?

- Pues pues... -susurré mirándole- Lo cierto es que podríamos establecernos en un lugar fijo y bueno, ir haciendo expediciones por Idhún -me encogí levemente de hombros- No sé, ambas opciones me gustan -sonreí-.

Cogí su mano y la puse sobre uno de mis muslos, sin saber por qué me acerqué y le besé, al parecer aquello se había convertido en una extrema necesidad si estaba tan cerca de él.

-Hmm, establecernos en un lugar fijo y luego hacer expediciones por Idhun, bueno, no estaría nada mal y se podría hacer.-dije considerando esa posibilidad, no estaría mal, aun que claro…la mayor parte del tiempo debería estar en la torre oscura, educando y moldeando a esos malditos hijos del Septimo, que se consideraban malvados pero no llegaban ni a la suela de los zapatos de la “triada”.

Entonces cuando termine esa frase, ella coloco mi mano en su muslo y nuestros labios se juntaron, la verdad es que estaba bastante cariñosa y esto me gustaba mucho, con la mano que tenía posada en el muslo de ella empecé a masajeárselo mientras con la otra mano la posaba en su cuello.

Luego de lo que me pareció varios minutos me obligue a separarme de esos labios que atraían a los míos y hacia que tuviese que besarla, y una sonrisa apareció en mi rostro mientras miraba su cara, la verdad es que es bastante joven y era una chica bastante interesante pese a su edad, ¿Pero por que pensaba en esto ahora? Bleh, sería mejor no pensar tanto y seguir besándola, y eso fue lo que hice, volver a juntar mis labios a los de ella.

Me sorprendí al ver que aceptó mi propuesta, sin duda, me espera un no rotundo a aquello, quizá creía que sólo le gustaría una de las dos ideas, no ambas, quién sabe el por qué de este pensamiento. Sonreí- Genial, entonces seremos umh... -me quedé pensativa- Bueno, la cuestión es que estaremos juntos -reí levemente y miré sus azules ojos-.

Sus caricias me enviaban vibraciones eléctricas por la pierna que subían por toda mi espalda hasta llegar y esparcirse a todos los rincones de mi cuerpo, provocando así un pequeño escalofrío, como siempre él hacía. La verdad, no estaba muy acostumbrada a que me tocaran de aquella manera.

Al separarnos pude notar perfectamente que mi temperatura corporal aumentaba hasta llegar a mis mejillas las cuales se estaban poniendo rojas, bastante rojas a decir verdad. Por una vez recé a Aldun para que Lurr no se hubiera dado cuenta de aquello. Tuve poco tiempo para analizar la situación pues al instante volvió a besarme. En cierto modo yo ya había vivido algo así pero... no de aquella forma. 

Me recosté con cuidado sobre él, sin separar ni un segundo nuestros labios. No era tonta por lo que podía notar la temperatura emanando de su cuerpo, mas no tan alta como la del mío. Al cabo de un rato decidí separarme pues no quería que aquello acabara siendo otra cosa, nono. Aparté mi mano de su cabello al mismo tiempo que separaba nuestros labios y me quedé mirándole con una estúpida sonrisa en el rostro.

-Hmm, ¿te da vergüenza decir lo que seremos?-dije cuando ella no parecía querer decir eso, después ella se colocó encima mía y coloque mis manos en su cintura, y notaba el calor que desprendía, y la verdad es que yo también estaba bastante acalorado, y el desierto tampoco tenía que ver, bueno, en parte sí, pero no del todo, y es que es normal…cualquiera que tuviera una mujer tan impresionante como está encima se sentiría bastante bien.

Luego ella se separo rápidamente de mis labios y se me quedo mirando con una sonrisa que podríamos calificar de embobada, al igual que yo sin duda tendría en mis labios en este momento, y la verdad, es que no pare de acariciar su cintura, pero poco más, solo me quede mirándola mientras la masajeaba.-Menudo calor desprendes eh.-dije bromeando.-¿Tal vez debería tirarte al lago?-dije con una gran sonrisa.